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222 • LIBROS

Ronald Dworkin
La democracia posible. Principios para un nuevo debate político
Barcelona, Paidós, 2008

Ronald Dworkin busca en este libro la “base El segundo principio o principio de la


común” de la política norteamericana sobre responsabilidad personal está más rela-
la que construir un genuino debate que cionado, en cambio, con la libertad. Cada
sustituya al desencuentro que, según él, cual tiene la responsabilidad de conseguir
es la tónica dominante en la actual política para sí una vida plena, así como el libre
estadounidense. Conservadores y liberales discernimiento de en qué consiste una
parecen haber olvidado los argumentos y existencia que merezca la pena ser vivida
la empatía deliberativa para sumirse en la con plenitud. Es, en fin, la libertad para
descalificación, la incomprensión y el vivir ejecutar decisiones tendentes a la auto-
unos de espaldas a los otros. Al igual que rrealización.
la metáfora de las “dos Españas” Dworkin Sobre estas dos premisas –que según
habla aquí de las “dos Américas”: la azul o Dworkin pueden ser aceptadas tanto por
liberal y la roja o conservadora. liberales como por conservadores– se
Desde una postura liberal que no puede y debe edificar una nueva forma
oculta, el autor pretende tender puentes de deliberación política. En los siguientes
entre estas dos mentalidades buscando capítulos el autor se pone manos a la obra
aquello que une a los ciudadanos y posibi- aplicando estas dos dimensiones de la
lita un diálogo enriquecedor. El argumento dignidad a los asuntos más candentes de
que vertebra toda su exposición –y que si la controversia política: el trato que EE.UU
no se acoge a modo de premisa, sus deriva- dispensa a los detenidos acusados de
ciones se muestran inaceptables– son las terrorismo, la cuestión religiosa y la legiti-
dos dimensiones de la dignidad humana. midad de los impuestos.
El primer principio o principio del valor Además de en buena parte del mundo
intrínseco sostiene que la vida humana Occidental, existe en EE.UU un intenso
tiene un valor objetivo. El éxito o fracaso de debate sobre el trato que deben recibir los
una persona (la de cualquiera de nosotros) prisioneros acusados de terrorismo. Desde
es algo que tiene importancia en sí mismo, el 11-S la legislación norteamericana (y no
es una cuestión axiomática. En realidad, sólo la norteamericana) ha tendido, bajo
esta proposición coincide plenamente con el argumento de salvaguardar una seguri-
el imperativo categórico kantiano de que la dad nacional amenazada por un enemigo
vida humana es un fin en sí mismo. Aquí difuso, a reducir a la mínima expresión los
reside el valor político de la igualdad. derechos humanos y procesales de los
detenidos. El caso de la prisión de Guan-
tánamo es paradigmático en este sentido.
 Obsérvese la diferencia con la cultura política
Dworkin se suma a la polémica
europea, donde el color rojo se asocia invariable- empleando su logística filosófica: el prin-
mente a la izquierda. cipal de los derechos humanos es el de

RIS, VOL. lxvI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 209-228, 2008. ISSN: 0034-9712


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que los gobiernos traten a los individuos ejemplo) y su inclusión en la enseñanza


reconociendo que sus vidas tienen una pública como alternativa al Big Bang y las
importancia intrínseca y siendo conscientes tesis de Darwin. El modelo laico insiste,
también de que cada persona es respon- por el contrario, en que la religión debe
sable de hacer realidad el valor de su vida. permanecer fuera de la esfera de actuación
A la luz de estos argumentos se llega a la del estado y su poder y prestigio no deben
conclusión de que los detenidos por terro- emplearse para fomentar credo alguno.
rismo no sólo son tratados como criminales Se aboga por la convicción privada frente
sin pruebas de ello sino que, además, se al ideal de la fe pública propio del modelo
les niegan los derechos que los acusados religioso. Dworkin, tal y como había hecho
de delitos comunes tienen en EE.UU: el cuando argumentó en contra de las leyes
derecho a conocer de qué se les acusa y antiterroristas, se posiciona ahora en la
a ser juzgados por ello de forma justa. postura liberal del Estado laico y dialoga
Los dos siguientes debates se centran con las principales tesis conservadoras,
en otras tantas cuestiones polémicas anticipando sus reacciones y ensayando
típicas de EE.UU que a los ciudadanos contraargumentos.
europeos nos resultan un tanto ajenas: el La cuestión fiscal cerrará el libro. La
debate sobre el papel de la religión en la típica visión conservadora (los impuestos
vida política y el de la legitimidad de los son injustos porque penalizan el trabajo
impuestos. En el primer caso, el dilema duro) será reevaluada a la luz de las dos
reside en apostar por un modelo de estado dimensiones de la dignidad humana: el
“religioso tolerante” (conservadores) o gobierno legítimo será aquel que trate a
“laico tolerante” (liberales). Lo que no se todos los ciudadanos como si sus vidas
discute, pues, es el contenido de la Primera tuviesen el mismo valor. De ahí se deduce
Enmienda a la Constitución Norteameri- la conveniencia de corregir ciertas des-
cana, que prohíbe al gobierno establecer ventajas que viven algunos ciudadanos
una religión oficial y le exige garantizar el mediante el mecanismo redistributivo de
libre ejercicio de todas ellas. los impuestos. Pero, al mismo tiempo, el
La diferencia entre uno y otro modelo imperativo del respeto a la responsabilidad
reside en que en el religioso tolerante el personal impide al Estado llevar a cabo
estado utiliza su estructura de poder para políticas igualitaristas que separen las
fomentar la práctica de la religión, su fusión consecuencias económicas de los actos
con la idea de patriotismo (en los billetes de la gente. Por lo tanto, una tributación
de dólar o el “pledge of allegiance”, por justa será aquella que, sin alienar la res-
ponsabilidad personal de cada cual, siga
comprometida con el ideal de igualdad para

 Se trata de un juramento que hacen los niños


en las escuelas o los soldados durante su formación and to the Republic for which it stands: one Nation
que desde 1954 y dice lo siguiente: “I pledge alle- under God, indivisible, with Liberty and Justice for
giance to the Flag of the United States of America, all”.

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con todos los ciudadanos que componen la


sociedad.
A través de estos tres debates (terro-
rismo, religión e impuestos) y remitiéndonos
siempre a la consideración inquebrantable
de la dignidad humana, Ronald Dworkin
ejemplifica con un nuevo proceder en la
arena política: la confrontación de ideas de
manera respetuosa y abierta. Precisamente
porque, como diría el filósofo norteameri-
cano, todos merecemos ser escuchados
porque somos libres e iguales.

Anton R. Castromil
Unidad de Investigación EGAP

RIS, VOL. lxvI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 209-228, 2008. ISSN: 0034-9712

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