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LAS COMUNIDADES LGBT EN COLOMBIA, HACIA UNA PERSPECTIVA

REAL DE INCLUSION

Marcela Ceballos y Juan Carlos Prieto, planificación urbana para la diversidad


sexual: Nuevas Políticas en Bogotá, Secretaria Distrital de Planeación.

Históricamente el ser humano ha rechazado las diferencias, excluyendo así a aquellas


personas cuyas ideas, creencias o sentimientos se alejan de lo que la sociedad ha
establecido como normal o adecuado. Es por eso, que a diario vemos como quienes
tienen una percepción del mundo distinta de la habitual son condenados al exilio, pues
se le imprimen estigmas con los que han de cargar toda su vida.

Dichos estigmas, han logrado eclipsar y en ocasiones callar las voces de aquellos que,
por razones sociales, políticas, raciales o incluso biológicas son tenidos como
diferentes. Esta marginalidad a la que se enfrentan estas personas pone de presente una
infinidad de violaciones a sus derechos más básicos, por lo que la sociedad y el mismo
Estado deberían tomar conciencia de que no todos pensamos de la misma manera, y
antes de excluirlos por este hecho, más bien debemos aceptarlos, pues es en la
diversidad que encontramos la esencia de la vida.

Luego entonces, mínimamente debemos aceptarnos tal y como somos, reconociendo


que, aunque nadie es igual a nadie todos per el solo hecho de ser personas tenemos
derecho de elegir sobre nuestras vidas y nuestro destino. La exclusión de la que son
víctimas las personas con una orientación sexual distinta es la más clara muestra de que
en sociedades como la nuestra todavía no aprendemos a aceptar las diferencias y menos
aún a tenerlas como algo natural propio del ser humano. Así las cosas, en Colombia
antes de respetar dichas diferencias, nos sentimos avergonzados de ellas.

A la luz de lo anterior, el texto “Planificación urbana para la diversidad sexual: nuevas


políticas en Bogotá” de los autores Marcela Ceballos y Juan Carlos Prieto, nos trae una
noción de como Bogotá se ha convertido en un foco no solo de población desplazada
por la violencia, sino que también es espectador de grandes violaciones a los derechos
de las personas LGBT, esas a las que la sociedad misma ha sobrecargado de estigmas.
Por lo que busca mediante políticas publicas inspirar a líderes sociales y organizaciones
al apoyo de los derechos de la comunidad LGBT.

Paradójicamente, los grupos al margen de la ley (que también juegan un papel


importante en el rumbo que pueda tener un fenómeno tan importante como la inclusión
social) también apuntan su accionar hacia la destrucción total de estos sectores
minoritarios e históricamente marginados, pues desde su apreciación son estos indicios
de una “descomposición social” que es de su deber exterminar.

Hay que mencionar que no sólo son las comunidades LGBT las que están siendo
marginadas y excluidas en Colombia, pues en una situación similar se encuentran,
según nos indica el texto materia de estudio, personas significativamente vulnerables
como habitantes de calle, adictos al consumo de drogas, personas víctimas de
explotación sexual y prostitución, personas en extrema pobreza, entre otros. Sin
embargo, si nos concentramos específicamente en la población LGBT, podemos
apreciar que un gran porcentaje (30 %) de este grupo poblacional que se ha desplazado
hasta la capital del país achaca su situación a causas relacionadas con su orientación e
identidad sexual.

Aun con toda la discriminación y marginalidad de la que son víctimas, hay que
reconocer que tal y como se expresa en el citado documento la inclusión social de estas
personas se ha fortalecido paulatinamente desde hace más de una década, más
precisamente desde la firma del Acuerdo 371 del Consejo de Bogotá sobre la política
pública LGBT, misma que tutela la igualdad de derechos de las personas con una
orientación sexual distinta, en procura de promover una cultura libre de violencias por
motivos relacionados con la identidad de género. Sin embargo, aún falta mucho por
mejorar.
Bien hacen los autores en comentar que la implementación de esta política requiere el
fortalecimiento tanto de organizaciones y líderes sociales, así como de las autoridades,
mismas que tienen el deber de mejorar los sistemas de información para monitorear el
desplazamiento por causas de orientación sexual e identidad de género.

Por otra parte, también es necesario expresar que, así como se enuncia en la lectura,
gran parte de las personas transgenero que han sido desplazadas hasta Bogotá tiene un
bajo nivel educativo debido a la marginalidad a la que se enfrentan y no tiene más
opción que insertarse en actividades informales y “transexualizadas” tales como
peluquería, belleza, modistería o prostitución.

Por último, la lectura hace mención de la necesidad de una inclusión social de estos
grupos promovida a través de estrategias de cambio cultural, algo con lo que estoy muy
de acuerdo, pues somos nosotros como sociedad quienes debemos dar el primer paso y
abrirnos a las “nuevas realidades”, mismas que no son más que el reconocimiento de
unas diferencias que desde el principio de los tiempos han estado ahí, pero que solo
hasta ahora y de manera muy superficial hemos empezado a aceptar y respetar.

Es por tanto fundamental clarificar dentro de las políticas de gobierno el manifiesto


amplio y detallado de lo que infiere la necesidad de inclusión social y que los derechos
se apliquen en los diversos contextos, dando un carácter de universalidad y bajo los
principios de equidad1.

1DÍAZ DE GREÑU DOMINGO, Sofía, ANGUITA MARTÍNEZ, ROCIO y Luis María TORREGO EGIDO. De la teoría a la
práctica: Profesorado Y alumnado ante el desarrollo de un Proyecto de innovación sobre la Igualdad de género
y la diversidad afectivo-sexual en las aulas de secundaria.

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