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La primera cosa que debemos hacer para empezar a realizar la caricatura es observar la cabeza del retratado. Debemos
clasificarla según su constitución: puede ser un rostro duro (musculoso con las mandíbulas muy marcadas), delgado
(pómulos muy prominentes), delicado (de líneas suaves y curvas), mental (frente despejada y prominente), rechoncho
(muy abultado y grueso), etc.
Una vez ya sabemos quién tenemos delante estudiamos sus facciones más marcadas. Miramos los elementos
que más nos llamen la atención.
Empezamos por los ojos. Estos pueden tener muchas formas y dimensiones: pequeños, grandes, rasgados,
entrecerrados...
Las cejas reflejan el estado de ánimo de las personas. Según la inclinación puede mostrar enfado, sorpresa,
tristeza, alegría.
Fíjate en las cejas de la persona que quieras dibujar y refléjalas en tu retrato.
También tienen diferentes tamaño y formas. En la figura de la derecha tenemos algunos ejemplos.
Los dientes son otro factor a tener en cuenta cuando realizamos retratos caricaturescos. Podemos dibujarlos
desde los más simples (sin definir los dientes), detallar los dientes delanteros, dientes pequeños, mellados.