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Atribuido a Francesco Colonna, desde su aparición en la imprenta de Aldo y directa del original aldino, en 1981, en una
publicación del Colegio de Arquitectos y
Manuzio se vio rodeado de polémica por su contenido de carácter esotérico, Aparejadores y una segunda edición más
sus grabados (171) de autor desconocido, y el misterio en torno a su autoría, asequible, en 1999, por la que citamos.
que algunos relacionan con el célebre humanista y arquitecto Leon Battista 2 Emanuela Kretzulesco-Quaranta ha
Alberti (Kretzulesco-Quaranta 1997). podido afirmar la coincidencia del esquema
Estructurado en dos partes de diferente extensión, y en 38 capítulos, los del libro de Polífilo con el del poema
de Thomas III, marqués de Saluzzo, Le
primeros 24 tienen por narrador a Polífilo, mientras que desde el 25 al final la Chevalier Errant, que condensa el espíritu
narradora es Polia. La primera parte resulta una narración alegórica, propia de la caballería medieval, escrito bastantes
años antes que el Polífilo. Este caballero
de la literatura de visiones. Bajo la apariencia de una aventura caballeresca de la Manta, al que la autora considera un
relata el camino de ascensión espiritual del protagonista desde el miedo ini- precursor de don Quijote, caballero andante
cial hasta el encuentro con su amada Polia (una misteriosa ninfa).2 El relato de la Mancha, ofrece también un itinerario
alegórico en busca de la verdad (1997:67).
finaliza con la ruptura simbólica del velo de Venus por una flecha de oro de
Cupido y el despertar del joven.
Este argumento está interrumpido por complejas historias mitológicas
y descripciones de lugares fantásticos (con arquitecturas extrañas, liturgias
mistéricas, tratados sobre propiedades de piedras preciosas, vaticinios, astro-
nomía, botánica, artes culinarias, etc.). Parece que su autor quiso compilar
todo el saber humanístico y comunicar una síntesis de la cultura antigua. La
segunda parte tiene por protagonista a Polia, la amada de Polífilo, quien dejó
de aparecer como ninfa y se presentó como una joven real (Lucrezia Lelli) con
grandes dudas sobre ser virgen de Diana o amada de Polífilo. El realismo de esta
parte se corresponde con los datos históricos de la peste de Treviso que asoló
esa ciudad por las mismas fechas del libro. Podrían parecer dos libros diferen-
tes pero tienen en común la forma de sueño alegórico en la línea de La divina
comedia de Dante, la Amorosa Visione de Boccaccio o el Roman de la rose.
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[Polífilo] cuenta que en ella vio en sueños cosas admirables (...) y describe
(...) todo lo que dice haber visto: pirámides, obeliscos, enormes ruinas de
edificios, las distintas clases de columnas, ornamentos, diversidad de joyas o
piedras preciosas; jardines bosquecillos, prados, huertos, ríos y fuentes; carros
triunfales, un teatro admirable, la fuente de Venus, la fuente donde estaba la
sepultura de Adonis y la ceremonia anual que hacía Venus en memoria de
este (pp. 69-71).
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llegó a mis manos hace poco una obra nueva y admirable de Polífilo, pues éste
es el nombre que lleva el libro. Para que no estuviera más tiempo en el silen-
cio y las tinieblas, sino que se transmitiera oportunamente a los mortales, he
cuidado que se publicara e imprimiera a mis expensas. Pero para que este li-
bro, carente de padre, no parezca un pupilo sin tutor ni patrocinio alguno, te
hemos elegido como su patrono (p. 65).
En el Quijote también se habla de la falta paterna del libro por parte del
propio Cervantes: «Pero yo, aunque parezco padre, soy padrastro». También
coincide la estructura de viaje en los diferentes libros. En don Quijote, un
ideal le lanza a la acción y el despertar le lleva a la muerte. Polífilo viaja, ama
y contempla en sueños la belleza del arte y del paisaje, y cuando despierta se
acaba todo, porque como reza el título completo del libro, en él «se enseña
que todo lo humano no es sino sueño», y el fin de su sueño representa el paso
de la dulzura a la amargura, del mismo modo que Periandro, en el Persiles,
al despertar de sus breves sueños pudo afirmar «que todos mis bienes son
4 Citamos por la edición de soñados» (p. 244).4
Avalle-Arce (1969). Los dos caballeros tienen una musa que les presta las fuerzas necesarias
5 Polífilo significa a su vez ‘amor para realizar el itinerario y, lo que es más importante, a medida que avanzan
a muchas cosas’. las obras, las pruebas a que son sometidos solo sirven para ponderar aún más
a sus damas. La visión de Polia, cuyo nombre significa ‘muchas cosas’5 resulta
semejante a la ideal («o sin par») Dulcinea (aunque también la «sin par Leo-
nora» aparece en el Persiles, p. 101). En ambos casos, el amor por una idea,
convertida en «dueña única», sea ninfa o dama manchega, centra el viaje de
los caballeros. Según el italiano, su vida «es un viaje sin meta» (p. 81) y, según
el manchego, una necesidad para el mundo y el deseo de encontrar a su dama.
Polífilo, desde el principio de la obra, escrita en primera persona, se
refiere a su situación desgraciada ante un amor no correspondido, aunque
reconoce que su bien no era «mortal» sino «divino»: «Polia, cuya idea ve-
nerable vive profundamente impresa en mí, íntimamente grabada como mi
invasora» (p. 156). La inspiradora de la misión caballeresca de don Quijote
es Dulcinea porque (como afirma en el capítulo XIII de la I Parte), «no
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puede haber caballero andante sin dama» (p. 192) y Dulcinea «es de hermo-
sura sobrehumana», al igual que «la purísima Polia» (p. 156) es también «un
objeto divino». En La Galatea es precisamente el desenamorado Lenio (III,
pp. 244-246) quien establece toda una teoría del amor, de acuerdo con el pla-
tonismo recuperado por la Academia (Bembo, Castiglione), para rebatirlo
después con su ejemplo personal, a la que le contesta Tirsi exponiendo toda
una lección de la armonía universal conseguida a través del amor como aspi-
ración a la belleza. En el libro italiano puede observarse la misma exposición
de las teorías amorosas neoplatónicas.
En La Galatea,6 de acuerdo con la tradición pastoril, también se elogia al 6 Citamos por la edición de Florencio
amor y se glorifica su poder en los diversos episodios de pastores. Si el amor Sevilla y Antonio Rey (1996).
1. La presencia de la Aurora
Lo primero que se le aparece a Polífilo tras penetrar en ese otro escenario
de su mente, del sueño, es la Aurora, el amanecer, momento en el que co-
mienza también la primera salida de don Quijote de acuerdo con la tradición
épica. La descripción en el italiano resulta un modelo de carga mitológica y
plástica: «Febo, saliendo ya de las ondas del Océano, no mostraba aún las
ruedas girando por los aires de su carro. Pero, apareciendo diligente con sus
veloces caballos (...) pintando de purpúreas rosas la luminosa cuadriga de
su hija» (p. 77), muy próxima a la cervantina: «Apenas había el rubicundo
Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras
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2. La soledad y el silencio
Estos elementos caracterizan la trayectoria y el ambiente por el que se mueve
el personaje de Colonna. En muchas ocasiones se refiere Polífilo a su soledad («a
solas con mi pensamiento», p. 78) y al silencio interior «en silencio, mi corazón
herido» (p. 79) y al del ambiente que le rodea, como la llanura donde «reinaba
el silencio» (p. 80). Ese mismo silencio y soledad están muy acusados en La
Galatea, tanto en los personajes como en los paisajes, que proyectan la tristeza
amorosa de los pastores y pastoras (I, p. 64; IV, p. 232; V, p. 303). Ese silencio
acompaña también a don Quijote y constituye en el Persiles una constante, ya
muy bien estudiada por Aurora Egido (1994).
3. La importancia de la música
En Cervantes resulta un tema fundamental, que afortunadamente ha contado
y cuenta con importantes trabajos de investigación. En el Polífilo la música,
el canto y la variedad de instrumentos musicales que se citan parecen agotar
las posibilidades de expresión musical conocidas hasta entonces. Liras que el
mismísimo Apolo no tocaría igual (p. 250); flautas simples y dobles (p. 221);
trompetas curvas y rectas (p. 320); «flautas lidias» que sonaban mejor que las
de Anfión; cítaras de sonidos celestiales (p. 320), además de «antiquísimos
instrumentos hechos con tallos y cañas, y trompetas de corteza en forma de
serpiente» (p. 347). Incluso se remite a los cantos frigios, en alusión a la voz del
propio Orfeo (p. 239) y hay que recordar que la cítara de Orfeo, emblema de
la Academia de Ficino, está muy presente en todo el Polífilo y es precisamente
Galatea quien con su canto y armonía musical supera en poderes al mismo
Orfeo (I, p. 58). En la obra cervantina hay pastores tan embebidos en su propia
música que ni siquiera se percatan de las pastoras que los admiran (II, p. 98);
en ocasiones la consecución de una armonía musical que alcanzan con sus
instrumentos es tal que incluso la Naturaleza se une a los coros (II, p. 112),
y las grandes fiestas de las bodas se celebran con todo tipo de instrumentos:
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4. Mitología y realidad
En La Galatea abundan, como es natural, las referencias mitológicas para
ponderar a la pastora. Ella sola puede competir con las tres gracias: en ella «se
vieron juntas las tres Gracias a quien los antiguos griegos pintaban desnudas
por mostrar, entre otros efectos, que eran señoras de la belleza» (I, p. 58). Los
nombres mitológicos tienen también una funcionalidad para manifestar los
estragos del amor. La serie de Sísifo, Tántalo, Ticio, Egión, Dánae, Minotauro,
Megera, Tesifón, Alecto y, por supuesto, Cupido, forma parte de un extenso
discurso de Lenio en La Galatea (IV, pp. 248-252) pero también en el Quijote
(I, XIV) aparecen en serie estos personajes en la «Canción desesperada» de
Grisóstomo. Sin duda Venus y Cupido son las deidades más presentes en el
Polífilo pero también los nombres relacionados con el culto a Venus (Gnido,
Chipre, Pafos, Campos Elíseos, I, XIX) son frecuentes en el Persiles. Tras las
diosas del amor, las deidades más citadas se refieren a la música. Sin em-
bargo, junto a esa presencia mitológica, tanto en Polífilo como en Cervantes
hay una gran preocupación por todo el elemento realista, cotidiano, espe-
cialmente por el arte culinario, muy documentado en las espléndidas fiestas
que describe el italiano.
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adornada y rica fuente como remate final de una ancha plaza. Se trata de «una
fuente artística», fabricada de blanco y precioso mármol «con tanta industria
y artificio hecha, que las vistosas del conoscido Tíbuli y las soberbias de la an-
tigua Tinacria no le pueden ser comparada» (VI, p. 359). En estos ambientes,
y al igual que las ninfas muestran en el Polífilo su habilidad en confeccionar
guirnaldas, las pastoras y pastores cervantinos se obsequian con ellas, unas
realizadas con madreselvas, otras con jazmines y rosas, o se coronan de laurel
o incluso tejen «funestas guirnaldas de cipreses». En el Polífilo prácticamente
todas las ninfas que encuentra en su recorrido y todas las que participan en
fiestas están adornadas con guirnaldas, además de las esculpidas en piedra
que describe.
Pero no solo los espacios boscosos están presentes en La Galatea. Tam-
bién en el Quijote abundan, y su variedad es grande como ya se ha estudiado.
Resulta más interesante la presencia de las encinas, los árboles más citados.
Incluso en una ocasión se refiere Cervantes a don Quijote «dormitando al
[pie] de una robusta encina» (II, p. 12), y aunque en Virgilio (Égloga VI) los
pastores ya se sentaban «a la sombra de una encina», lo interesante es que
también Polífilo se acuesta bajo el mismo árbol cuando está muy cansado
(«me acosté bajo una encina ruda y viejísima que tenía abundantes frutos
harinosos y (...) frondosas ramas nudosas y amplias que daban fresca som-
bra, y el tronco hueco, y que crecía en medio del espacioso y herboso prado»,
p. 88). Hay que recordar que en el Persiles, el tronco hueco de la encina tenía
especial significado, como estudió Rull (2008). En varias ocasiones Polífilo
aparece recostado bajo la encina: «De nuevo, bajo la sombra de la encina (...)
fui preso de un gran sueño» (p. 89), e incluso antes, cuando se hallaba per-
dido, al principio de su sueño, había descubierto también las «duras encinas
silvestres (...) llenas de bellotas» (p. 81).
Puesto que no es habitual en la obra de Colonna la descripción de ele-
mentos humildes naturales, resulta interesante esta incursión en una naturaleza
boscosa y áspera en contraposición con los jardines del sueño que predominan
en ella. El otro espacio de gran interés es el mar en cuya descripción se deleita
Polífilo al final de la primera parte del libro, cuando viaja a la isla de Citerea, y
constituye el marco fundamental del Persiles.
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músicas, el olfato con los perfumes, el gusto con las jugosas frutas y el tacto
con las telas de raso y seda.
Si la visión de este carro maravilla a Polífilo y el de la Sensualidad a Perian-
dro, de nuevo este queda extasiado ante el escuadrón de doncellas que con-
templa, y que para nada tienen que ver con ese primer carro de la Sensualidad.
Como oposición a los sentidos (constante dualidad propia de las visiones del
italiano), enseguida Periandro escucha una música diferente a la anterior y
puede contemplar un escuadrón de doncellas representantes de las virtudes,
entre las que se encuentra Auristela:7 7 Hay que recordar que son dos carros
diferentes y antitéticos, y no uno solo, por lo
que no parece lógico considerar una lectura
Otra voz o voces [que] llegaron a nuestros oídos, bien diferentes que las «a lo divino» de este pasaje del Persiles frente
pasadas, porque eran más suaves y regaladas; y formábanlas un escuadrón al pagano del Polífilo (Lupi 2001).
de hermosísimas, al parecer, doncellas, y, según la guía que traían, éranlo sin
duda, porque venía delante mi hermana Auristela (...). Traía mi hermana a
sus dos lados dos doncellas, de las cuales la una me dijo: «La Continencia y la
Pudicicia, amigas y compañeras, acompañamos perpetuamente a la Castidad,
que en figura de tu querida hermana Auristela hoy ha querido disfrazarse, ni
Bibliografía
la dejaremos hasta que con dichoso fin le dé a sus trabajos y peregrinaciones Canosa Hermida, Begoña, «Estudio sobre
en la alma ciudad de Roma». Sponsalia de Amor y Sabiduría, de Luis
Hurtado de Toledo», en Sponsalia
de Amor y Sabiduría, Luis Hurtado
Esta visión recuerda la elección a la que le someten a Polífilo entre la Se- de Toledo, Lemir, 2 (1998), http://
ducción y la mujer que representa la Puerta del Cielo, a la que acompañan Vir- parnaseo.uv.es/lemir/Textos/Sponsalia/
Intro.html.
ginidad, Prudencia y Abstinencia, entre otras, pero que el joven abandona en Cervantes, Miguel de, Los trabajos de
favor de la primera, la cual se desvanece repentinamente y en su lugar aparece Persiles y Sigismunda, ed. Avalle-Arce,
una ninfa de extraordinaria belleza, con el «rostro resplandeciente como una Castalia, Madrid, 1969.
— La Galatea, ed. Florencio Sevilla Arroyo
estrella» (p. 270) y con «una antorcha encendida en la mano», que se dirige y Antonio Rey Hazas, Alianza Editorial,
a él con «pasos virginales». Se trata de Polia, defensora del amor casto, cuya Madrid, 1996.
presencia y luz se corresponde con la cegadora luz de Auristela a su llegada a Colonna, Francesco, El Sueño de Polífilo, ed.
Pilar Pedraza, Acantilado, Madrid, 1999.
Roma (libro IV, X, p. 438). Egido, Aurora, Cervantes y las puertas del
Finalmente, un último episodio puede mostrar el parentesco entre el Polífilo sueño. Estudios sobre «La Galatea»,
y el Persiles. Se trata de la fiesta de pescadores y las regatas de las cuatro barcas «El Quijote» y «El Persiles», PPU,
Barcelona, 1994.
(libro II, X), una de las cuales llevaba la insignia de Cupido, otra la del Interés, Kretzulesco-Quaranta, Emanuela, Los
además de otras representadas por la Diligencia y la Fortuna. Aunque en un jardines del sueño. Polífilo y la mística del
principio la barca de Cupido aventaja a las demás, y todos los espectadores Renacimiento, Siruela, Madrid, 1997.
Gállego, Julián, Visión y símbolos de la
la consideran ganadora, al grito de «el amor es invencible» (p. 216), los remeros pintura del Siglo de Oro, Aguilar,
confiados aflojan sus fuerzas en beneficio de la Fortuna, que al final gana Madrid, 1972.
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Hatzfeld, Helmut, El Quijote como obra de la competición. Puede recordarse que también en el Quijote, en el episodio
arte del lenguaje, CSIC, Madrid, 1966. de las bodas de Camacho aparecen como personajes alegóricos Cupido y el
Lupi, Adelia, «El ut pictura poesis
cervantino: alegoría y bodegones», Interés. Sin embargo en el Polífilo él y su ninfa utilizan la «mágica» barca de
en Volver a Cervantes. Actas del IV Cupido, con la inscripción ovidiana «El amor vence todas las cosas» (p. 463),
Congreso Internacional de la Asociación para trasladarse a la isla Citerea, fin del viaje de Polífilo ante la diosa Venus.
de Cervantistas, ed. A. Bernat Vistarini,
Universitat de les Illes Balears, Palma, Creemos que, conociese directa o indirectamente Cervantes la obra de
2001, pp. 907-912. Colonna, las coincidencias con determinados motivos, que hemos ido seña-
Nider, Valentina, «Note sulla fortuna lando y que pueden ampliarse, son lo suficientemente reveladoras como para
iberica dell’ Hypnerotomachia Poliphili
(1499): I. Il commento del Canonico pensar que no debió ser ajena a él, a su mundo y a su creación novelística, la
Velasco», en Sogno e scrittura nelle concepción alegórica y los elementos que informan el Sueño. Además no hay
culture iberiche. Atti di XVII Convegno que olvidar que Cervantes estuvo en Italia y la obra despertó allí extraordi-
AISPI, Bulzoni, Roma, 1997, pp. 63-72.
Pedraza, Pilar, El Sueño de Polífilo, vol. 1. nario interés. En las creaciones de los dos autores hay una estrecha relación
Introducción, comentarios y notas, con los emblemas y con los grabados, que representan la importancia de lo
Galería-librería Yerba / Comisión de
visual. Por ello, no nos parece que el autor del Quijote desconociese la obra
Cultura del Colegio de Aparejadores y
Arquitectos técnicos, Murcia, 1981. de Colonna, máxime cuando una de las fuentes señaladas por los editores del
Rallo Gruss, Asunción, «Introducción», Persiles, como Antonio de Torquemada, estuvo en Italia, estudió en Salamanca
en La Diana, J. de Montemayor, ed.
A. Rallo Gruss, Cátedra, Madrid,
y fue secretario del conde de Benavente, famoso por su extraordinaria biblio-
1991, pp. 1-99. teca, donde seguramente estaba el Polífilo. Si no era difícil que desconociese
Rull Fernández, Enrique, «El encanto de el libro de Colonna, tampoco lo debió serlo para Cervantes.
la voz en el Persiles», en Con los pies
en la tierra. Don Quijote en su marco
geográfico e histórico. XII Coloquio
Internacional de la Asociación de
Cervantistas, ed. F. B. Pedraza Jiménez
y R. González Cañal, Ediciones de la
Universidad de Castilla-La Mancha,
2008, pp. 553-565.
Sebastián, Santiago, Emblemática e historia
del arte, Cátedra, Madrid, 1995.
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