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Filosofía y la Ciencia

En el caso de las relaciones entre ciencia y filosofía, también habría que preguntar quién
se separó de quién. ¿Es la filosofía el viejo tronco del que brotó la rama joven de la
ciencia? No habría que darlo por descontado. El primer filósofo, Tales de Mileto (s. VII-VI
a.C.), se preguntó por el origen de todas las cosas, lo cual cuadra con las preocupaciones
del metafísico, pero también determinó la fecha de un eclipse de sol e ideó un
procedimiento para medir la altura de las pirámides, cometidos más propios hoy del
científico. Ciencia y filosofía se mezclan indiscerniblemente en la especulación
presocrática.

Más que el renuevo en el viejo árbol resulta apropiada la imagen de un solo tallo que se
bifurca en dos vástagos gemelos, aunque pronto divergentes. Lo que siempre aunó ciencia
y filosofía fue, por un lado, la pretensión de conseguir el conocimiento que está al alcance
de nuestra aptitud natural y, por otro, el imperativo de comunicarlo de la forma menos
recóndita posible. En lo primero se distinguen, por ejemplo, de la religión; en lo segundo,
del esoterismo. Durante un tiempo fueron innecesarias otras precisiones; por eso ambas
escribieron una historia común.

Sobre interpretaciones es dificilísimo decir la última palabra, pero lo cierto es que hay
parentesco, ya sea de hermandad o de filiación.

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