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LEY ZIDRES Y ORGANIZACIÓN ELECTORAL

Angie Daniela Sarmiento Tafur cód.: 41171276

Presentado a: Jesús Amado

Universidad Libre
Facultad de Derecho
Administrativo General y colombiano
Bogotá D.C
2019

LEY ZIDRES

La Ley ZIDRES ( Ley 1776 de 2016) fue expedida por el Congreso de la Republica
en el año 2016 después de que esta iniciativa tuviera varios tropiezos en su
discusión en la rama legislativa, el antecedente de la Ley ZIDRES se encuentra en
el Proyecto de Ley 133 de 2014 que el gobierno mismo retiro al observar las
divergencias que esta había causado entre los sectores de la sociedad
colombiana, por lo cual contemplo que era necesario ampliar la discusión de la
misma, para no dejar de lado observaciones importantes sobre el proyecto.

Las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social (Zidres) son


territorios especiales, aptos para la agricultura, la ganadería, la pesca o los
desarrollos forestales, pero alejados de los centros urbanos, con baja densidad de
población y limitada infraestructura. El Gobierno ha creado estas zonas que por su
naturaleza demandan altas inversiones para que sean productivas con el fin de
desarrollar planes rurales integrales, fortalecer la sostenibilidad ambiental y
fomentar el desarrollo económico y social de sus habitantes. (Presidencia de la
Republica, 2016). ​Esta ley propone en esencia un Nuevo modelo de desarrollo
rural y agrícola que busca disponer de terrenos para que empresarios y
trabajadores rurales.

puedan realizar actividades productivas a gran escala que permitirán maximizar la


productividad de la mano de obra y la reducción de los costos de la producción
agropecuaria. El modelo asociativo que se propone entre empresas y campesinos
se realizara mediante contratos en los que Ministerio de Agricultura y desarrollo
rural velara por los derechos de los campesinos (Ministerio de Agricultura, 2016).

Las ZIDRES representan un beneficio dual para las empresas y los pequeños
campesinos teniendo en cuenta que se explotan áreas de difícil acceso, dentro de
las cuales no es posible iniciar un proceso productivo sin una inversión en
infraestructura importante, por lo que es necesario la inclusión de empresas que
estén dispuestas a hacer dicha inversión, el pequeño campesino por su parte se
verá vinculado en estos procesos que buscan un modelo asociativo que permita
beneficiar a los pequeños productores del campo. Sin embargo, alrededor de esta
ley se han presentado críticas por considerar que esto fomenta la concentración
de tierras y la adjudicación irregular de baldíos.

La asociación que se dará entre las grandes empresas y los pequeños


campesinos resulta evidentemente asimétrica en condiciones generales, ya que
debe tenerse en cuenta que los procesos productivos serán decisión autónoma de
las empresas quienes realizarán la inversión para el desarrollo de la ZIDRES.

Como se identificó en el desarrollo del presente artículo de investigación en los


últimos años en Colombia se ha podido observar que los monocultivos ocupan
cada vez mayores extensiones de tierra que pertenecen generalmente a grandes
grupos empresariales que mediante esta ley buscaran extender a las zonas
establecidas por la UPRA sus cultivos (Sanmiguel Moreno, 2017, p. 31).

Frente a esta consideración es preciso indicar que, si bien Las ZIDRES tienen una
serie de ventajas frente al desarrollo rural que se requiere en Colombia para
minimizar la pobreza que se presenta actualmente en el campo, también 22
cuenta con una serie de debilidades que deberán ser tenidas en cuenta al
momento de definir las zonas Zidres y de revisar las condiciones de la asociación
entre campesinos y empresas, para asegurar que las mismas se realicen en
términos de equidad. Es necesario destacar que planeación que desarrollo del
Gobierno Nacional frente al desarrollo del sector agropecuario en Colombia con la
implementación de

la ley ZIDRES se encuentra orientado al favorecimiento de los productores


mediante incentivos económicos y acceso a créditos, esto se determinará de
acuerdo a las características especiales de cada proyecto; lo que se busca
finalmente es la participación activa de capital privado que permita inversión en
infraestructura para permitir el desarrollo de proyectos productivos en zonas no
convencionales.

En el análisis realizado por la Corte Constitucional sobre la Ley Zidres, realizado


mediante la sentencia C-077 de 2017 se analizan varias demandas de
inconstitucionalidad presentada, las cuales se fundamentan en la vulneración del
derecho a la propiedad y el cambio en cuanto a la disposición de bienes baldíos,
sin embargo, la corte hace únicamente el análisis de unos cargos al considerar
que frente a otros propuestos debe inhibirse por existir una ineptitud sustantiva de
la demanda.

Las medidas legislativas que promuevan la asociación de los campesinos y los


trabajadores agrarios en proyectos económicos deben garantizar de manera
efectiva:

1. el derecho de asociación, tanto en su dimensión positiva como negativa y


2. el derecho al territorio que ha sido reconocido por la jurisprudencia de la
Corte Constitucional a los campesinos y a los trabajadores agrarios. Además,
deben reconocer que el campesino o trabajador agrario no se encuentran en
condiciones de igualdad frente al empresario, por ende, se deben establecer
los correctivos necesarios para que el campesino pueda decidir de manera
autónoma y libre si desea o no formar parte de la asociación (Corte
Constitucional, Sentencia C077 de 2017).

La declaratoria de asequibilidad si bien no se da frente a todos los cargos,


representa un impulso necesario para la puesta en marcha del modelo de
producción propuesta en la ley ZIDRES, sin embargo, la UPRA no ha avanzado de
manera significativa en la definición de las mismas, lo que retrasa notablemente la
aplicación de la ley.

ACTUALIDAD 2018

​A inicios de agosto de 2018, una de las últimas decisiones de su gobierno, Juan


Manuel Santos aprobó la creación de la primera Zona de Interés de Desarrollo
Rural Económico y Social (Zidres) del país. Dicha zona ubicada en el municipio de
Puerto López (Meta) está conformada por 860 predios, los cuales suman 174.961
hectáreas. Su delimitación, así como el proceso que se siguió, fue definida en el
documento Conpes 3940 de 2018. Su proceso de construcción se adelantó en tres
momentos: uno, en el que se estimaron las áreas potenciales para la Zidres en el
marco de las zonas definidas como factibles a nivel municipal. En el segundo, se
llevó a cabo la delimitación de la Zidres tras un proceso de concertación y
coordinación entre entidades. Por último, se elaboró un Plan de Desarrollo Rural
Integral (PDRI) con base en el cual el gobierno nacional expidió el Decreto 1396
de 2018, a través del cual se aprueba la Zidres en cuestión.
Dicho proceso de aprobación ha reabierto el debate iniciado en el 2016, en el
contexto de la promulgación de la Ley 1776, a través de la cual se crean las
Zidres. Aunque se trata de una discusión con múltiples aristas, la principal de ellas
es la de cómo se concibe el desarrollo del sector agropecuario del país. Esta
figura apuesta por un modelo de desarrollo rural centrado en el aprovechamiento
de los terrenos de la nación que fueron baldíos, a través de esquemas asociativos
en función del desarrollo de grandes proyectos agroindustriales. Se trata de una
figura que posibilita la adopción del modelo empresarial en el campo colombiano,
mediante el aprovechamiento de las economías de escala orientadas a mejorar la
productividad (Ávila, 2018). Por ello, esta figura territorial es vista con optimismo
por los sectores agroindustriales que aspiran a hacerse con los eventuales
proyectos que en estas se desarrollarían.

Aunque tanto para el anterior gobierno como para el actual, las Zidres constituyen
una figura adecuada para la construcción de la paz y del desarrollo en el campo,
existen miradas críticas de incorporación de esta figura al ordenamiento territorial
colombiano. Uno de los principales puntos de disenso es el de la posibilidad que
estas abren para el despojo de tierras mediante asociaciones entre empresarios y
campesinos en condiciones de asimetría. Desde quienes han puesto de relieve
esta crítica, las Zonas contribuyen con la profundización del despojo y la
desigualdad, por vías legales, mediante la titulación masiva y el reavivamiento que
promueve figuras lesivas para lograr condiciones de equidad en el campo, como
los contratos de aparcería (Fajardo, 2015).

Otro de los debates planteados es el del socavamiento que, por vía de la


aprobación de las Zidres, se hace de la figura de las Zonas de Reserva
Campesina (ZRC), establecida a través de la Ley 160 de 1994. Si bien para la
constitución de cualquier Zidres se excluyen las áreas correspondientes a las ZRC
constituidas, el debate va más allá del traslape o superposición geográfica de
estas. Se trata de que ambas representan dos modelos de desarrollo rural
diferentes y que se encuentran en tensión:

● Por un lado, uno en el cual la economía campesina goza de un lugar


relevante, en el que se prioriza la organización del territorio con base
en sus características socioambientales y socioeconómicas y se
potencian formas de propiedad colectiva sobre la tierra, cimentadas en
lógicas de organización comunitaria y de reivindicación de las formas
campesinas (Latorre, 2016); el cual se encuentra ligado a las ZRC.
● ​De otro lado, un modelo de desarrollo rural centrado en la
empresarización, que no considera problemas nodales del campo
colombiano como la concentración e informalidad en la tenencia de la
tierra, y que tiende a reproducir la desigualdad, abriendo la posibilidad
para que los campesinos se conviertan en mano de obra barata de los
agroindustriales.

Según el DNP (2018), sería factible constituir Zidres en 24 de los 32
departamentos del país. Los departamentos con mayor cantidad de hectáreas
aptas para la conformación de dichas Zonas son Vichada, con 2.483.806 ha y el
Meta con 2.391.192 ha; es decir, la mayor parte del área definida como viable para
las Zidres (67%), se encuentra en la región orinoquense, en particular en la
altillanura colombiana.
​Si bien, hasta el momento, existe una única Zidres constituida, el hecho de que se
haya definido un área de 7.278.964 ha (6,4 % de la superficie continental
colombiana) como viable para la implementación de esta figura, sugiere a que el
debate en cuestión probablemente continuará. Sin embargo, más allá de las
Zidres, se trata de la persistencia de la histórica discusión sobre el desarrollo rural
colombiano, la cual aún se encuentra en mora de ser resuelta.
ORGANIZACIÓN ELECTORAL

Es una estructura autónoma e independiente de todas las demás ramas del


Estado, que tiene a su cargo la misión de garantizar la legitimidad, transparencia y
efectividad del proceso electoral.

La organización electoral es responsable de realizar las elecciones, efectuar los


escrutinios y expedir las credenciales correspondientes a los candidatos que
resulten elegidos.

Supervisa que los resultados finales reflejan la voluntad que los electores han
depositado en las urnas, protege su libre ejercicio del voto y les otorga plenas
garantías con total imparcialidad e independencia de cualquier partido o grupo
político.

Mantiene actualizado de manera permanente el Censo Nacional Electoral y la


identificación y registro de todos los colombianos.

De acuerdo con la Constitución, la Organización Electoral está conformada por el


Consejo Nacional Electoral y la Registraduría Nacional del Estado Civil.

“La Organización Electoral está conformada por el Consejo Nacional Electoral, por
la Registraduría Nacional del Estado Civil y por los demás organismos que
establezca la Ley. Tiene a su cargo las elecciones, su dirección y vigilancia, así
como lo relativo a la identidad de las personas”, dice el artículo 120 de la
Constitución Política de Colombia.
Registraduria Nacional del Estado Civil

El Registrador Nacional del Estado Civil es escogido por los Presidentes de la


Corte Constitucional, la Corte Suprema y el Consejo de Estado, mediante un
concurso de méritos. Tiene un periodo de cuatro años, debe reunir las mismas
calidades que se requieren para ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia) y
no haber ejercido funciones en cargos directivos en partidos o movimientos
políticos dentro del año inmediatamente anterior a su elección. Entre las funciones
de la Registraduría están las de dirigir y organizar las elecciones, adoptar las
políticas de registro civil en Colombia, tener a su cargo la identificación de todos
los colombianos y proteger el ejercicio del derecho al sufragio y la identificación de
las personas. El Registrador Nacional de Estado Civil, por su parte, tiene de
acuerdo con la Constitución, la función de dirigir y organizar las elecciones, el
registro civil y la identificación de las personas y las demás que le asigna la ley.
(Artículo 266 de la Constitución Política de Colombia).

Consejo Nacional Electoral

Está compuesto por nueve miembros, elegidos por el Congreso de la República


entre los candidatos postulados por los partidos o movimientos políticos con
personería jurídica o por coaliciones entre ellos.

Los magistrados del Consejo Nacional Electoral cumplen períodos institucionales


de cuatro años, son servidores públicos de dedicación exclusiva y tienen las
mismas calidades, inhabilidades, incompatibilidades y derechos de los
magistrados de la Corte Suprema de Justicia. (Artículo 264 de la Constitución
Política de Colombia)
El Consejo Nacional Electoral regula, inspecciona, vigila y controla toda la
actividad electoral de los partidos y movimientos políticos y sus representantes,
directivos y candidatos.

Entre sus funciones está la de ejercer la suprema inspección, vigilancia y control


de la organización electoral; efectuar el escrutinio general de toda votación
nacional, declarar la elección y expedir las credenciales correspondientes; revisar
los escrutinios y documentos electorales para garantizar la verdad de los
resultados, y velar por el cumplimiento de las normas sobre partidos y
movimientos políticos (Artículo 265 de la Constitución Política de Colombia).

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