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6. EUDEMO LIBRO IV-CAP. X.

Este capítulo trata acerca de la bondad y del hombre bueno. Se hace gran mención en los
derechos, de la moderación de justicia; de la que hay tanta necesidad en el mundo;
porque las cosas, en particular consideradas, son tan varias, que la ley no puede determinar de
muchas de ellas tan al caso y conformemente, porque, en fin, la ley o manda o prohíbe en
general. Por ejemplo, ahora manda la ley que cualquiera que a un hombre delincuente le
dé favor y ayuda, sea castigado. Un delincuente, huyendo de la justicia, pidió a otro
hombre, que no le conocía, que le mostrase el camino, o que le pasase si era barquero;
éste no merece castigo por aquella ley, porque éste no sabía que ayudó a un delincuente.
Para esto, pues, es la moderación de justicia, como aquí dice Aristóteles. De esta bondad,
pues, trata en este capítulo, y disputa en qué difiere de la justicia. Porque “bondad y justicia”
ni del todo son una misma cosa, ni tampoco diferentes en el género. En este caso, guiándonos del
ejemplo anterior lo justo o lo que establece la ley sería que el hombre sea castigado por ayudar a
un delincuente, por eso se dice que “lo justo no es bueno”. Sim embargo, si aplicamos la
moderación de justicia, éste hombre no sería juzgado, ya que él solo tuvo la intención de ayudar
a su prójimo y es por eso que en este capítulo se dice que “lo moderado no es justo”, porque va
en contra de lo que la ley establece. Se entiende entonces que “lo bueno moderado” no es lo justo
legal sino una reformación de él. Entendido, pues, qué cosa es lo “bueno moderado” y qué es “lo
justo”. De aquí se deduce claramente cuál es el hombre de moderada justicia, que es el que elige
tal manera de justicia y la pone por obra, no interpreta rigurosamente el derecho a la peor parte;
antes remite la fuerza y rigor de la ley, aunque ella hable en su favor. Y semejante hábito que éste
es la bondad moderada, y es parte de la justicia y no hábito diferente de ella.

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