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 Chile a mediados de siglo .

 El proceso de recuperación de la democracia


 El régimen militar
 Transformaciones del espacio geográfico durante el siglo XX

Chile en el mundo de entreguerras.


Antecedentes:
El sistema político se caracterizaba por una participación reducida, ya que sólo podían sufragar
los varones mayores de edad que supieran leer y escribir; cifra que no superaba el 5% total de la
población chilena.
A su vez, el sistema electoral impuesto desde 1891 por la ley de comuna autónoma, permitía
métodos cuestionables. Los alcaldes y regidores, al dejar de ser controlados por el ejecutivo y
pasar a depender de los partidos políticos que ganaban las elecciones, tenían la facultad de
intervenir en los padrones electorales, lo que fomentó el cohecho y el fraude. Fácilmente un sillón
parlamentario podía costar varios millones de pesos a los candidatos, quienes siempre estaban
dispuestos a gastar sus fortunas en adquirir los honores y privilegios del cargo. Por lo mismo, los
miembros del Congreso Nacional constituían una oligarquía homogénea, de mentalidad burguesa
y aristocrática y, más que tomar decisiones en el Parlamento o La Moneda, lo hacían en los
centros sociales de la época como El Club Hípico, el Club de la Unión, logias masónicas o
círculos ligados a la Iglesia Católica. En este escenario, no era de extrañar que abundaran las
relaciones de parentesco en el mundo político. Los presidentes Federico Errázuriz Echaurren
(1896-1901) y Pedro Montt (1906-1910) eran hijos de dos presidentes del siglo XIX; Germán
Riesco (1901-1906) era cuñado de Errázuriz. En ministerios, parlamento y altos cargos
eclesiásticos, también abundaban los vínculos familiares.
A partir de la celebración del Centenario en 1910, surgió con fuerza dentro de la opinión pública,
la crítica al sistema político parlamentario, por su inmovilismo y falta de acción ante la
denominada "cuestión social". La sociedad chilena estaba cambiando y se mostraba disconforme.
Este malestar se materializó el 4 de septiembre de 1924, cuando un movimiento militar tomó el
poder y obligó al Congreso a aprobar, sin mayor debate, las leyes de reformas sociales que
estaban pendientes desde hacía años en el parlamento. Unos meses después, en marzo de
1925, el Presidente Arturo Alessandri Palma reasumió el poder y dio término al régimen
parlamentario a través de la promulgación de una nueva Constitución en la que se restablecía el
sistema de gobierno presidencial.
Pese a sus deficiencias, el período parlamentario destacó por su estabilidad, paz interior y
regularidad. Los poderes políticos se renovaban formalmente a través de mecanismos
constitucionales y, progresivamente nuevos grupos sociales comenzaron a participar en la
política, lo que a la larga determinó la configuración de la democracia definitiva en 1925.
Tras las elecciones parlamentarias de 1924, el nuevo Congreso inició en junio sus sesiones,
tratando la ley de presupuestos del mismo año que aún no se despachaba. Pero, su labor fue
casi improductiva: La indisciplina de los partidos de mayoría llegó a límites insospechados. A
principios de septiembre, el Congreso se desprestigió, producto de su incapacidad para resolver
y despachar los proyectos de ley. El jefe del gabinete, Pedro Aguirre Cerda, no logró conseguir
que el Congreso se pronunciara sobre los mensajes sometidos a su consideración.
La aprobación de la ley sobre la dieta parlamentaria, remuneración de los integrantes del
congreso por su trabajo legislativo, determinó que la oficialidad del ejército intervino en forma
decisiva para evitar que fuera promulgada la ley de la dieta.
El general Luis Altamirano, inspector en jefe del ejército, pidió al Presidente de la República que
interpusiera su veto a dicha ley, como también, la cooperación del Ejecutivo para el inmediato
despacho de varios proyectos que el Congreso mantenía pendientes, entre los cuales figuraba el
relativo a la situación económica del personal de las fuerzas armadas. Así se inició el movimiento
militar del 5 de septiembre de 1924.
Renuncia de Alessandri, y la Junta Militar de Gobierno
Los sueldos de los oficiales del Ejército estaban estancados desde 1912 y, debido a la inflación y
la carestía de la vida, los militares estaban solicitando mejoras salariales.
A eso se suma que en 1924 la situación financiera del Estado era delicada y muchos empleados
públicos, entre ellos, los militares, no habían recibido sus sueldos por varios meses.
En ese contexto, ocurrió un hecho que tuvo enormes repercusiones. En agosto de 1924, el
Parlamento aprobó la idea de discutir la dieta parlamentaria, es decir, la forma en que se
reajustarían los sueldos de los representantes de ambas cámaras del Congreso.
Esta situación colmó la paciencia de los militares, quienes, liderados por Carlos Ibáñez del
Campo y Marmaduke Grove, en una acción sin precedentes, se presentaron el 3 de septiembre
ante el plenario del Congreso e hicieron sonar sus sables de batalla, golpeándolos contra el piso.
El mensaje era claro: repudio de la oficialidad al comportamiento del Parlamento.
Como consecuencia de esta acción, Arturo Alessandri convocó a algunos militares que actuaron
como voceros del movimiento, a una reunión el 4 de septiembre.
Luego de esto, el movimiento publicó el 5 de septiembre un Manifiesto en el que proponían que
se aprobaran reformas consideradas necesarias y urgentes, tanto sociales como el Código del
trabajo y políticas como reformas constitucionales y otras propiamente gremiales como lo son
mejora de sueldos, necesidad de que el ministro de guerra siempre fuera un militar.
En tiempo record, el Parlamento aprobó el 8 de septiembre de ese año, 16 proyectos de ley,
muchos de los cuales llevaban años sin ser resueltos, entre los que se contaban 6 leyes sociales.
Arturo Alessandri, por su parte, formó un nuevo gabinete, en el que nombró como ministros de
Estado a oficiales superiores del Ejército: Luis Altamirano, Juan Bennet y Francisco Neff. Sin
embargo, estos, al poco tiempo de ser nombrados, se unieron y exigieron al mandatario la
renuncia, argumentando que la institucionalidad política estaba en crisis. Este renunció el día 8 y
el 11 de septiembre abandonaba el país.
El golpe de Estado, sin embargo, no contó con el apoyo de los militares del movimiento del 3 de
septiembre (Carlos Ibáñez y Marmaduke Grove). Para ellos, el golpe del 8 era la reacción de la
oligarquía que se veía amenazada por el gobierno de Alessandri. Se organizaron entonces como
Comité Militar y tomaron contacto directo con la sociedad civil, especialmente con el Comité
Obrero Nacional, que era la instancia máxima del mundo obrero tras la crisis de la FOCH a
comienzos de la década de 1920, y llevaron a cabo su propio golpe de Estado, el del 23 de enero
de 1925, que destituyó a la junta de Altamirano, Bennet y Neff, y solicitaron el regreso del
derrocado presidente Alessandri, con la única condición de que el ministro de Guerra fuera un
militar salido de sus filas .
En marzo de 1925, este volvió en gloria y majestad y fue recibido por casi 300.000 personas en
las calles de Santiago. En el momento en que asumió la primera magistratura nacional, la Junta
Provisional se auto disolvió.
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La Constitución de 1925
La nueva Constitución de Chile promulgada al regreso de Alessandri se caracterizó por establecer
las bases del presidencialismo en nuestra nación. Las disposiciones incluidas en sus artículos
eliminaron cualquier posibilidad de que el Congreso interviniera en la conformación de los
gabinetes y, además, daban cuenta de un detallado procedimiento para llevar a cabo las antes
comunes acusaciones constitucionales, en las que por lo general los parlamentarios otorgaban un
voto de censura a los ministros interpelados implicando la consiguiente modificación ministerial.
Por otro lado, la duración del mandato del Presidente de la República fue ampliada a seis años, sin
permitir la reelección inmediata; además, la nueva Constitución dispuso que las elecciones
presidenciales fueran realizadas de forma directa por los votantes.
El nuevo texto eliminó las atribuciones que permitían al poder Legislativo presionar al Ejecutivo e
influir en sus decisiones; una de estas disposiciones hacía especial mención a las denominadas
leyes periódicas, como la del presupuesto de la nación sobre la que se estableció un plazo fijo para
su estudio y aprobación. En el caso de que el proyecto de ley enviado por el Ejecutivo al Congreso
fuera rechazado o si este no concitaba acuerdo, el proyecto de ley entraría en vigencia una vez
superado el plazo dispuesto.
Otra innovación contenida en la Constitución de 1925 es la creación del Tribunal Calificador de
Elecciones, con la intención de garantizar el buen cumplimiento de las decisiones tomadas por los
electores en las urnas. A diferencia de la carta fundamental anterior, el nuevo texto constitucional
incorporó mecanismos explícitos para realizar reformas a la misma. La introducción de garantías
constitucionales de carácter social, la implementación de los tributos proporcionales (el que gana
más impone más, el que gana menos impone menos), disposiciones relativas al campo laboral y el
derecho a la previsión social son otros aspectos relevantes incluidos en la nueva Constitución de
1925.

Es preciso señalar que la una de las características más importantes de esta carta fundamental es
la separación definitiva de la Iglesia y el Estado, lo que en la práctica implicaba que el catolicismo
dejaba de ser la religión oficial de Chile. Esta transformación fue negociada personalmente frente
al Vaticano por el presidente Alessandri durante su estadía en Italia. De esta forma se puede
señalar que la antigua aspiración liberal de establecer constitucionalmente la plena libertad de
conciencia fue finalmente alcanzada.

El Gobierno de Ibañez
Si bien fue proclamado formalmente como Presidente de la República, Ibáñez gobernó como un
verdadero dictador. Su programa de gobierno requería de una mano fuerte, ya que estaba inspirado
en ideas corporativistas y funcionalistas, que estaban en boga en aquellos años, con las que
pretendía construir lo que llamaba el “Chile nuevo”.
Su programa de gobierno se fundaba en la necesidad de importantes reformas que permitieran la
modernización del país, a las que se iban a oponer la clase política tradicional y la oligarquía.
Este carácter conflictivo del programa, preestableció el legado doble de su gobierno:
modernización del Estado y de la sociedad, pero con represión política. Es decir, se asumía la tarea
de transformar al país en una nación moderna, pero sin pluralismo ni tolerancia a las críticas o
disidencias. La voluntad de cambio justificaba toda medida de fuerza.
Por ello, la represión estatal, que ya había ocurrido antes con la masacre de la escuela Santa María
de Iquique, o la masacre de la Oficina de San Gregorio, nunca tuvo el grado de sistematicidad que
alcanzó durante el gobierno de Carlos Ibáñez. Tal sistematicidad se logró gracias al
aprovechamiento de reformas al Código Penal que ya venían desde el gobierno de Arturo
Alessandri, cuando se creó la figura del delito en contra de la seguridad del Estado. En el nuevo
gobierno esta figura resultó clave para la elaboración de la primera Ley de Seguridad del Estado
(1931), que otorgó amplias facultades de fiscalización y censura al Presidente de la República
sobre los medios de prensa.
El Gobierno se aprovechó además, de una institución de reciente creación: Carabineros de Chile
(1927, cuando el presidente Ibáñez era ministro de Figueroa).
Aunque destinada originalmente a otro fi n, el de la represión de los delitos comunes, esta
institución fue reorientada a la prevención y represión política, labor en la que más tarde, sería
apoyada por la Dirección de Investigaciones (fundada en 1929).
Para que aprecies la intensidad de la represión vivida en estos años, observa los aspectos que
abarcó:
Censura previa a las proyecciones cinematográficas, que ya se realizaban en Chile en esos años
aunque en la forma de cine mudo. El Consejo de Censura Cinematográfica, creado por Alessandri
en 1925, se orientó a vigilar proyecciones sospechosas, “que puedan despertar ideas de
subversión del orden público”.
Intervención de teléfonos, especialmente en las comunicaciones con el extranjero. Dado que en
aquella época los teléfonos eran un bien escaso, la intervención telefónica estaba específicamente
orientada hacia los sectores altos de la sociedad.
Persecución política: que se realizó en forma transversal, en contra de todos los partidos políticos.
Se debe aclarar que no se perseguía a los partidos en sí, sino a aquellos dirigentes y militantes
que se manifestaban expresamente en contra del Gobierno.
Para tal objetivo, se abrieron los centros de relegación de Isla de Pascua y más Afuera, y de otras
ciudades del continente donde fueron enviadas unas 300 personas, aunque muchas de ellas fueron
indultadas a fines de 1928. Al principio se persiguió a anarquistas y comunistas, pero después se
relegó a fi guras opositoras del Partido Liberal, el Radical, e incluso del Conservador.

El gobierno de Ibáñez coincidió con la realización de importantes obras en el ámbito de los servicios
públicos.
 Se modernizaron las relaciones laborales en la administración del Estado.
 Se creó el Estatuto Administrativo, vigente hasta nuestros días.
 Surgieron numerosas instituciones públicas y privada. Entre estas, se cuentan la Dirección
General de Educación, la Contraloría General de la República, la Fuerza Aérea de Chile,
la Tesorería General de la República, la Superintendencia de Salitres y Yodo, la Dirección
de Aprovisionamiento del Estado (DAE).
 Desde el punto de vista económico y social, se realizaron grandes inversiones públicas:
casi 760 millones de pesos de la época se destinaron a la construcción de puentes,
carreteras, pavimentación de calles urbanas, creación de hospitales, etc., lo que dio trabajo
a miles de personas.
 Además se creó una serie de instituciones financieras orientadas a incentivar la
producción. Así nació la Caja de Crédito Minero, la de Crédito Agrícola, de Fomento
Carbonero, la Compañía de Salitres de Chile (COSACH) y el Instituto de Crédito Industrial.
También se inauguró la Línea Aérea Nacional (LAN) y en 1931, se estableció el Código del
Trabajo, que legalizó la sindicalización y el derecho a huelga.
 Comenzaron a aparecer los grandes edificios (denominados rascacielos), aumentaron las
comunicaciones telefónicas, se comenzó a desarrollar el tendido eléctrico (que provocó un
gran impacto en la sociabilidad nocturna); se pavimentaron caminos para permitir la
circulación de los primeros automóviles, camiones de carga y buses de pasajeros. Tanto
las radioemisoras como los noticieros filmados comenzaron a informar acerca de
acontecimientos relevantes que ocurrían en Estados Unidos y Europa, aunque con retraso
de varios días.
 Viña del Mar se transformó en ciudad balneario, con proyecciones para atraer turismo
internacional: sus caminos fueron pavimentados, se construyó un lujoso casino
(inaugurado a fines de 1930) y se remozó su costanera y muelle.
Imagen 2.
La Crisis del 29 y su impacto en Chile
En la segunda mitad de la década de 1920, Chile vivió una sensación de prosperidad económica,
estimulada por una fuerte expansión del gasto público del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo y
destinada a modernizar la infraestructura productiva del país. Sin embargo, este auge tuvo su
origen en un alto endeudamiento externo, producto de los créditos en dólares que fluían desde
Nueva York, que se imponía como la nueva capital financiera del mundo.
Esta aparente prosperidad con endeudamiento, llegó a su fin con la crisis económica
internacional, que comenzó en octubre de 1929 con el derrumbe de la Bolsa de Nueva York. La
crisis del mercado de valores provocó una falta de liquidez que llevó a una drástica caída de los
precios internacionales de las mercancías y de la mayoría de los activos, ocasionando -en último
término- una crisis bancaria a escala mundial, especialmente en los países con sistema de patrón
oro. A comienzos de 1930, las consecuencias del hundimiento de la bolsa de valores
estadounidense fueron vistas como algo temporal; sin embargo, a mediados de 1932, ya nadie
tuvo duda que se estaba en presencia de la mayor crisis económica de la historia, siendo
bautizada como la Gran Depresión.
El impacto de la crisis mundial en el país se dejó sentir con fuerza entre 1930 y 1932,
estimándose por un informe de la Liga de las Naciones (World Economic Survey) que nuestra
nación fue la más devastada por la Gran Depresión. Las exportaciones de salitre y cobre se
derrumbaron, provocando graves consecuencias sobre la economía interna, al caer los ingresos
fiscales y disminuir las reservas. A mediados de 1931, la situación económica del país pareció
tocar fondo, obligando a la suspensión del pago de su deuda externa por primera vez en la
historia: un 16 de julio de 1931.
La crisis financiera aumentó las protestas en contra del gobierno de Ibáñez del Campo, quien se
vio obligado a renunciar y partir al exilio el 26 de julio de 1931. La caída de Ibáñez dio paso a una
grave crisis política, sucediéndose en poco más de un año varios regímenes de gobierno, entre
ellos la mítica República Socialista, que sólo duro doce días. Finalmente, el retorno a la
normalidad política y la reactivación económica comenzó con la llegada al poder de Arturo
Alessandri Palma, en octubre de 1932.
La sociedad chilena se vio fuertemente sacudida por el impacto de la crisis. Miles de cesantes
recorrieron las calles de ciudades y los campos; cientos de obreros salitreros volvieron sin
esperanza y recursos desde el norte. En Santiago, el gobierno a través de los Comités de Ayuda
a los Cesantes debió alimentar y albergar a miles de familias; las ollas comunes proliferaron en
los barrios, y mucha gente terminó viviendo en cuevas en los cerros aledaños a la ciudad.
Imagen 3.
Los gobiernos del Período Republicano en Chile
La promulgación de la Constitución de 1925 que sustituyó al régimen parlamentario por uno
presidencialista, extendiendo el mandato del Presidente de la República de cinco a seis años y
transformando la elección en votación directa.
Su implementación no fue fácil, una dictadura militar encabezada por el coronel Carlos Ibáñez del
Campo y la posterior "República Socialista", marcaron un período de interrupción en la formación
del nuevo sistema político. Sin embargo, a partir de 1932 y por cuatro décadas, se fue
conformando un sistema democrático representativo de las grandes masas ciudadanas,
destacando las figuras de los presidentes Arturo Alessandri Palma (1932-1938), Pedro Aguirre
Cerda (1938-1942), Eduardo Frei Montalva (1964-1970) y Salvador Allende Gossens (1970-1973)
Arturo Alessandri Palma:
En marzo de 1925 reasumió el poder, realizando importantes reformas. En materia política, una
nueva carta fundamental, la Constitución de 1925, que fortaleció el poder presidencial y terminó
con el régimen parlamentario. En lo económico, se creó el Banco Central y se estableció el
régimen de patrón oro; asimismo, se promulgó una nueva legislación tributaria con el fin de
compensar los menores ingresos fiscales del salitre. A pesar del éxito obtenido, las divisiones y
desconfianzas entre Alessandri y los militares se fueron agudizando, hasta culminar con la
renuncia del Presidente frente a las presiones del coronel Carlos Ibáñez del Campo, caudillo de
los militares que asumió la Presidencia entre 1927 y 1931, período en cual Alessandri se exilió
nuevamente en Europa.
Arturo Alessandri Palma volvió a la presidencia en 1932, al triunfar en la elección presidencial de
octubre del aquel año, con el apoyo de liberales, radicales y demócratas. La acción del segundo
gobierno de Alessandri permitió estabilizar el sistema político y terminar un período de caudillismo
y anarquía social. Sin embargo, esta normalización de la vida política y social no habría sido
posible si no se hubiese logrado una reactivación de la economía, gracias a la acción del Ministro
de Hacienda Gustavo Ross Santa María. A pesar de lo anterior, su gobierno dejó un mal recuerdo
debido a la fuerte represión ejercida en Ranquíl y en la denominada matanza del Seguro Obrero.
En la elección presidencial de 1938 se presentaron tres candidatos: Pedro Aguirre Cerda,
apoyado por el Frente Popular; Gustavo Ross, el candidato de la derecha ultraconservadora; y
Carlos Ibáñez, apoyado por la Alianza Popular Libertadora. La campaña fue bastante dura, y ante
la posibilidad cierta de la victoria de Gustavo Ross, los nacionalsocialistas criollos intentaron el 5
de septiembre un golpe de Estado en apoyo a Ibáñez. El golpe, en el que esperaban contar con
el soporte de varios regimientos, fracasó desde el primer instante por la lealtad que mantuvieron
los militares con el Presidente Alessandri y fue duramente reprimido. Los estudiantes
pertenecientes al Movimiento Nacional Socialista Chileno, atrincherados en el edificio de la Caja
de Seguro Obrero frente al Palacio de La Moneda, fueron masacrados por la policía tras rendirse,
en un hecho que conmovió fuertemente a la opinión pública. Ibáñez partió nuevamente al exilio y
el desprestigio del gobierno por la matanza del Seguro Obrero, así como el apoyo que entregaron
los ibañistas y nazistas al Frente Popular fueron determinantes en la victoria de Aguirre Cerda y
la llegada del Frente Popular al gobierno.
En 1944 el ex presidente volvería al Senado al ser electo senador por Talca, Maule, Curicó y
Linares. Cinco años después, en 1950, falleció en Santiago ocupando la Presidencia del Senado
y recibiendo múltiples honores en sus funerales. Sus hijos heredarían su capital político,
ocupando diversos cargo públicos, entre ellos su hijo Jorge como Presidente de la Republica
entre 1959 y 1964.
Imagen 4.
El Gobierno de Pedro Aguirre Cerda
Inició una exitosa carrera política que culminó el 24 de diciembre de 1938, cuando asumió como
Presidente de la República, apoyado por el Frente Popular.
Antes de cumplir un año de gobierno debió enfrentar el terremoto de Chillán y el llamado
"Ariostazo". Durante su mandato, impulsó un fuerte proceso de industrialización, para lo que
fundó la Corporación de Fomento a la Producción como parte de un ambicioso plan de desarrollo
económico que contemplaba la construcción de plantas eléctricas y siderúrgicas, la explotación
de petróleo, el apoyo a la industria manufacturera y la mecanización de la agricultura. Referente a
este último tema, no obstante haber propuesto en su libro El Problema Agrario (1929) que el
Estado debía redistribuir las tierras improductivas y que su propio programa de gobierno
contemplaba la reforma agraria, la que nunca llegó a efectuarse en estos años.
En concordancia con su lema de campaña "gobernar es educar", otro eje fundamental de su
administración fue la expansión de la instrucción primaria, con la construcción de más de 500
escuelas y casi sextuplicando el número de alumnos matriculados.
Su gobierno también se destacó por desarrollar una activa política cultural. En 1939 promovió el
otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral, con quien lo unía una estrecha
amistad, aunque ésta recién lo obtuvo en 1945. También ordenó elaborar un proyecto de ley para
crear el Premio Nacional de Literatura que finalmente fue promulgado en 1942. En los sectores
populares creó espacios orientados a la ocupación del tiempo libre de hombres, mujeres y niños.
En el campo internacional, tras la derrota del bando republicano en la guerra civil española,
gestionó el traslado al país de numerosos refugiados españoles en el carguero Winnipeg y más
tarde recibió a refugiados judíos que huían de los territorios ocupados por la Alemania Nazi. Por
otra parte, luego de la reclamación hecha por Noruega sobre territorio antártico, el gobierno de
Aguirre Cerda declaró oficialmente en 1940, su intención de incorporar a la vida nacional el
territorio sobre el cual reclamaba soberanía, estableciendo los límites de la Antártica Chilena.
Durante su mandato, la revista Topaze lo convirtió por en "Don Tinto", debido a las viñas que
poseía y su eslogan "gobernar es educar" fue modificado en "gobernar es viajar", debido a sus
constantes salidas al exterior.
Después de su muerte, la figura del presidente se consolidó en el imaginario popular a través de
su viuda Juanita Aguirre Luco, quien siguió desplegando una activa función social que ayudó a
realzar su propia figura y la de su esposo, como exponentes de una política popular puesta al
servicio de los más desposeídos.
Imagen 5.
LA CORFO
La Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), creada en 1939, es el organismo del
Estado chileno encargado de impulsar la actividad productiva nacional.
Tal objetivo debió abordarlo en sus inicios ejecutando directamente las acciones que permitieran
echar las bases de la industrialización del país, para lo que creó grandes empresas,
indispensables para el desarrollo de Chile, como la Empresa Nacional de Electricidad (Endesa),
la Empresa Nacional del Petróleo (Enap), la Compañía de Acero del Pacífico (Cap) y la Industria
Azucarera Nacional (Iansa), entre otras.
Los orígenes de la Corporación de Fomento a la Producción, más conocida como CORFO, se
encuentran en los postulados y proyectos que intelectuales, ingenieros y gremios empresariales
difundieron sobre la necesidad de impulsar una industrialización nacional mediante una
intervención del Estado, así como también, en las políticas económicas proteccionistas y de
sustitución de importaciones que se implementaron, después de la Gran Depresión de 1930.
Su fundación, en abril de 1939, estuvo relacionada con las iniciativas del gobierno de Pedro
Aguirre Cerda para socorrer a los damnificados del terremoto de Chillán y el fomento de la
infraestructura productiva. Se crearon dos corporaciones, una bajo el nombre de "Corporación de
Reconstrucción y Auxilio" y otra denominada "Corporación de Fomento a la Producción". Esta
última, estaría encargada de elaborar y realizar un vasto plan de fomento productivo,
autorizándose para su financiamiento la contratación de empréstitos, un aumento general de los
impuestos, un impuesto adicional a las utilidades de las empresas del cobre y el empleo
transitorio de los fondos asignados al servicio de la deuda externa.
La Corporación se proponía "formular un plan general de fomento de la producción, destinado a
elevar el nivel de vida de la población"; sin embargo, su estrategia inicial estuvo en implementar
los llamados "Planes de Acción Inmediata" que reunían proyectos de fomento que ingenieros y
gremios empresariales habían propuesto por años en los ámbitos de la industria, electricidad,
minería, comercio, transporte y agricultura.
El desarrollo de los planes de fomento se vieron dificultados durante la Segunda Guerra Mundial,
especialmente en la obtención de créditos externos y transferencia de tecnología. Empero, el
término del conflico bélico permitió a la CORFO la concreción de empresas estatales básicas
para la industrialización: la Empresa Nacional de Electricidad S.A. (1944), con un plan de
electrificación nacional exitoso; la Compañía de Acero de Pacífico S.A. (1946), una gran usina de
acero en Huachipato; la Empresa Nacional de Petróleos S.A. (1950), prospección petrolífera en
Magallanes y abastecimiento de crudo nacional.
La obra de la Corporación de Fomento no sólo estuvo relacionada con sentar las bases de una
industrialización, sino que también con el desarrollo de la agricultura - Industria Azucarera
Nacional S.A.-, el fomento pesquero y turístico, la Fundición de Paipote para ayudar a la pequeña
y mediana minería, entre otras realizaciones. Sin lugar a dudas, la CORFO constituyó una
experiencia exitosa de intervención estatal en el fomento de la industrialización de Chile.
Imagen 6.
Imagen 7.
El Gobierno de Juan Antonio Ríos
En 1933, fue elegido diputado por Arauco y Cañete (1933-1937) y en 1938, luego de ser
reincorporado al Partido Radical, perdió en la elección interna como candidato del partido a la
presidencia frente a Pedro Aguirre Cerda.
Durante el gobierno de este último, se desempeñó como presidente de la Caja de Crédito
Hipotecario, mientras que al mismo tiempo continuó consolidando su liderazgo partidario. Su
estrategia rindió frutos en 1941 cuando fue elegido candidato radical para las elecciones
presidenciales convocadas para el año siguiente, venciendo a la postulación de su correligionario
Gabriel González Videla.
Con el lema de campaña "gobernar es producir", Juan Antonio Ríos fue elegido Presidente de la
República el 1° de febrero de 1942 con un 55,93% de los votos, con los cuales derrotó al
candidato de la derecha Carlos Ibáñez y asumió la presidencia el 2 de abril.
Durante su primer año de gobierno, Juan Antonio Ríos debió enfrentar el delicado tema de la
neutralidad en la Segunda Guerra Mundial y a principios de 1943, decretó la ruptura de relaciones
diplomáticas con las potencias del Eje.
Por medio de la Corporación de Fomento de la Producción, su gobierno continuó impulsando el
desarrollo de las industrias del acero, la electricidad y el petróleo, además de crear la Empresa
Nacional de Electricidad S.A. (ENDESA) en 1943, la Compañía de Aceros del Pacífico S.A. (CAP)
en 1946 y la exitosa prospección de petróleo en Magallanes. En materia social, mantuvo la
política de su antecesor, promovió políticas de protección a la infancia y creó la Ciudad del Niño.
En el campo laboral, la circunstancia de la guerra determinó la adopción de una política de
contención de las demandas sindicales lo que provocó conflictos al interior del gobierno. En el
plano cultural marcó un hito al promulgar la ley Nº 7.368 que institucionalizó el Premio Nacional
de Literatura, otorgado por primera vez a Augusto D'Halmar.
Al igual que su predecesor, Juan Antonio Ríos no terminó su período de gobierno. Aquejado por
un fatal cáncer, debió renunciar a su cargo en enero de 1946 y falleció el 27 de junio de ese
mismo año, sin haber terminado su mandato presidencial. En el cargo lo sucedió el Ministro del
Interior Alfredo Duhalde Vásquez.

Los movimientos sociales de la década de 1930


El movimiento estudiantil: la gran demanda histórica de los universitarios era reformar la
universidad, y junto con ello, transformarse en protagonistas de esa reforma y de la
institucionalidad universitaria que surgiera de ella. Lo nuevo de la década de 1930, es que el
movimiento universitario ya no era dirigido por estudiantes anarquistas, como en la década de
1920, sino por militantes de las juventudes políticas de los distintos partidos.
El movimiento obrero: en el despertar de la década de 1930, el movimiento obrero estaba dividido
y en crisis, debido a la sindicalización legal, que inicialmente fue rechazada por comunistas y
anarquistas, mientras que una mayoría de obreros la apoyó.
Por su parte, inspirado por el corporativismo, el gobierno de Carlos Ibáñez había intentado
controlar el movimiento obrero, fundando en 1930, la Confederación de Sindicatos de Chile,
liderada por Carlos Olguín, un dirigente panadero, y más tarde, la Unión General de Obreros y
Empleados de Chile. Sin embargo, pese a los esfuerzos del Gobierno por controlar al
movimiento, este se convirtió en un factor de su caída.
El movimiento ferroviario contribuyó enormemente a la fundación, a fines de 1936, de la
Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH), una central única, capaz de coordinar las
movilizaciones y demandas de todos los trabajadores de Chile, que durante 1937 suscribió a la
alianza de centro izquierda llamada Frente Popular.
El movimiento sufragista femenino: desde el año 1934, en que se dictó la ley sobre Organización
y Atribuciones de las Municipalidades, las mujeres pudieron votar en las elecciones municipales,
previa inscripción en los Registros Electorales, pudiendo elegir y ser elegidas. Al mismo tiempo
de significar un avance democrático, fue el resultado de casi dos décadas de presión del
movimiento feminista, especialmente de la revista Acción Femenina, que desde mediados de la
década de 1920 insistía en el voto municipal, la educación mixta y la formación profesional como
deberes y obligaciones del Estado.
Tras el logro del voto municipal, en 1935 nació el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer
Chilena (MEMCH), tal vez la organización más poderosa de esta época, conducida por brillantes
dirigentes de la talla de Elena Caffarena, Marta Vergara y Olga Poblete. Por primera vez en su
historia, el movimiento feminista logró superar las diferencias propias entre las mujeres de la
aristocracia, las de sectores medios y obreras.

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