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30/12/2001 14:16

Fuerte Apache, el lugar de la autocrítica

Estos días los clasemedia, cacerola en ristre, andamos de crítica. ¿Cuáles son nuestras
lealtades?, me pregunto teniendo en cuenta, por supuesto, que en los sectores medios habemos
gente muy diferente.
Hubiera ido mejor con nuestro sentido estético expresar la indignación cacerólica en 1999
y haber echado entonces -junto con el milenio- al peronismo, a la alianza, a la corte suprema, a
los sindicalistas, a los empresarios, a toda la clase dirigente que presidió en estas décadas el
crecimiento de nuestras frustraciones.
En este mundo reacio a nuestros criterios estéticos, cualquier manifestación, aún si es
espontánea y aunque vaya dirigida contra la política y los políticos, es un hecho político, vale
decir, pone en juego intereses que se montarán sobre ese hecho espontáneo y trabajarán para
capitalizarlo y dirigirlo.
Las brujas no existen, el Estado sí y no es nuestro, su aparato de inteligencia y represión,
también y tampoco. Lo que no tiene existencia real como factor de poder, es la idea de que
golpeando cacerolas podremos hacernos del poder y modelar este país de acuerdo con nuestras
necesidades.
¿Cuántas veces los habitantes de Fuerte Apache fantasearon que su peligrosidad era un
arma que les iba a proveer todo lo que necesitaran? Allí siguen ellos, con todas sus necesidades a
cuestas, ahora acusados de pretender invadir el país y transformarlo en un gheto del mal gusto.
La misma suerte corrimos todos: los alfonsinistas, creyentes en los huevos de Alfonsín,
los peronistas ilusionados con la idea de que nuestros mitos fundacionales sobre la justicia social
y la sombra terrible de Eva, frenarían los caprichos y traiciones del menemismo; los aliancistas
sosteniendo, contra toda evidencia, la idea de que De La Rúa sería cuanto menos, menos corrupto
que Menem, y hasta Hebe de Bonafini y la asamblea de piqueteros, recientemente tranquilizados
por Rodríguez Saa, quien para colmo se llama Adolf.

02/01/2002 1:31

60 horas después de lo anterior, ya no está Adolf, tampoco Puerta, pasó Caamaño y, pese a
la brillante clase de historia reciente que nuevamente nos brindó Luis Zamora en esta 2ª
Asamblea Legislativa, asumió Duhalde.
Terminó de hablar Duhalde y comenzó un nuevo cacerolazo. A estas horas de la
madrugada se extiende por unos cuantos barrios de Buenos Aires, gente encolumnada por
avenida Corrientes, fogatas en esquinas y una muchedumbre de cinco cuadras avanza por
Avenida de Mayo.
Nos va a domar el hambre y la inseguridad, más que la prevención o represión que pueda
disponer Duhalde mientras dure. Bajo la omnipresencia del hambre y la inseguridad, tendremos
que forjar nuevas organizaciones y una nueva dirigencia, que reemplace a todos los que se va a
comer este proceso de indignación movilizada, un proceso -como mínimo- de grandes y
duraderas convulsiones, pero que también puede ser revolucionario.
Forjamos esas nuevas herramientas políticas o nos veremos a nosotros mismos caer en la
marginalidad tan temida, la exclusión social con toda su secuela de enfermedad y resentimiento,
cambiando una a una nuestras ilusiones por terribles certezas acerca de los comportamientos que
requerirá nuestra supervivencia.
Antes o después, los cambios ocurrirán. Cuándo, de qué manera, a qué costo y cuál será el
saldo, mucho depende de nuestra lucidez colectiva. Tenemos que dominarnos -vale decir,
organizarnos- si queremos dominar el tiempo y las circunstancias que nos tocan.
Duhalde y toda la mafia de nuestras clases dirigentes, desaparecerán porque no quieren /
no saben / no pueden hacer los cambios que necesitamos. Nombró a Evita en su discurso, pero no
dijo nada de la Corte Suprema. Habló de poner presos a los que roban, y todos los ladrones de la
Asamblea aplaudieron.
Es la dirigencia que tuvimos durante décadas, dice mucho de quiénes somos nosotros
mismos, de la estructura social que recibe a nuestros hijos cuando nacen, y los educa.
¿De qué manera garantizaremos entonces que cualquiera de nosotros llegado a dirigente
será distinto a los que estamos echando? ¿Cuánto de autocrítica, de toma de conciencia real,
incluye nuestra movilización de estos días?
Hay que pensarlo porque lo que empezamos va para largo, y en lo que hagamos nos va la
vida.-

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