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el proceso de publificación del ordenamiento penal es al mismo tiempo una evolución de

"desvictimización".

parece que existe cierto consenso en torno a la idea de que la dogmática jurídico-penal no ha
sido ajena a esta desatención hacia la figura de la víctima.

se afirma que el Derecho penal tradicionalmente ha dispensado una atención tan sólo
secundaria a la víctima

en los últimos años se ha producido lo que se ha llamado el "redescubrimiento" de la víctima

la cuestión del significado dentro del sistema general de imputación de la conducta de la


víctima en el suceso que conduce a la lesión de sus bienes.

la hipótesis de que en Derecho penal la conducta de la "víctima"

puede adquirir relevancia de algún modo en la producción de la lesión de sus propios bienes,
y, concretamente, también en la valoración jurídico-penal del comportamiento del otro sujeto
interviniente, del "autor", abre, en principio, un campo de una amplitud enorme, y, en
numerosos supuestos, la contribución de la víctima parece irrelevante, al igual que muchas
intervenciones del autor ya desde un principio carecen de significado delictivo.

la "víctima" y el "autor" pueden jugar muchos pape-les en el suceso

pueden hallarse con facilidad múltiples supuestos en los que la valoración de las conductas de
au tor y víctima no resulta unívoca, ni en el sentido de excluir la relevancia de una ni de otra

Desde principios de los años noventa, en la doctrina jurídico-penal -sobre todo en la doctrina
alemana- viene produciéndose la plasmación en varios estudios monográficos de una etapa de
efervescencia doctrinal y jurisprudencial

impulsada de modo decisivo por la aparición de supuestos concretos ante los tribunales

en el llamado caso de la jeringuilla

en la que este tribunal constataba que la “autorresponsa-bilidad de la víctima”

En el caso concreto, el tribunal -rompiendo así con su praxis anterior- absolvió de la


acusación de homicidio imprudente al sujeto que le había proporcionado a un
heroinómano una jeringuilla con la que inyectarse la sustancia estupefaciente que le
produjo la muerte

llama la atención que pueden hallarse con facilidad múltiples supuestos en los que la
valoración de las conductas de autor y víctima no resulta unívoca
Hay casos en los que incluso puede decirse que lo que está en juego en la valoración jurídico-
penal del suceso es la cualidad misma de "víctima" en quien ha sufrido el daño y,
correlativamente, de "autor" en quien ha intervenido junto a la persona lesionada.

Esta problemática muestra una peculiaridad decisiva: se trata de introducir la figura de la


víctima en el contexto de la valoración normativa del comportamiento del autor,
especialmente, de determinar si la conducta de la víctima puede resultar relevante para
constatar si siquiera existe una conducta típica. Ha de adoptarse, por lo tanto, una perspectiva
que tenga en cuenta la interdependencia entre ambos sujetos.

la determinación de que se trata en realidad de una "víctima", y, correlativamente, de un


"autor", no es una mera constatación fáctica, sino un proceso de valoración que requiere un
análisis previo que tenga en cuenta la interdependencia existente entre las conductas de
víctima y autor. Dicho de otro modo, constituye un problema jurídico-dogmático.

puede decirse que en los últimos tiempos han atraído la atención de la doctrina jurídico-penal
en este contexto sobre todo dos grupos de casos. Por un lado, supuestos en los que en la
génesis del riesgo que acaba lesionando a la víctima han intervenido tanto la víctima como el
autor.

Por otro lado, se han debatido numerosos supuestos en los que la conducta descuidada de la
víctima se produce después de un comportamiento del autor que lesiona o pone en peligro los
bienes de ésta. Así, por ejemplo, en los casos en los que una víctima lesionada por un ataque
doloso del autor descuida sus heridas o se niega a recibir tratamiento médico.

la intensa discusión iniciada -como antes se ha dicho, sobre todo en la doctrina alemana-,
sorprenden-temente, no ha conducido a que se fijen siquiera las bases del debate.

Una vez dibujado este elemental panorama del estado de la cuestión, queda también
predeterminada la estructura de las reflexiones que deben realizarse para abordar el problema
de la conducta de la víctima.

En primer lugar, resulta necesario explicitar con carácter previo algunas de las bases
fundamentales en las que debe asentarse el tratamiento dogmático del problema. En este
sentido, en primer lugar han de abordarse dos cuestiones preliminares, pero de importancia
fundamental: la posible relevancia de la reacción del Derecho positivo frente a las conductas
de auxilio al suicidio y la influencia en la teoría del tipo de la llamada teoría de la imputación
objetiva

Lo que queda claro es que en ningún caso puede sostenerse que exista una protección
omnicomprensiva del bien jurídico vida frente a las conductas de su propio titu-lar (con
intervención de otro). Sólo aquellas conductas que se presenten como de disposición entrarán
en el ámbito de las normas especiales

Como conclusión cabe constatar: la existencia de normas que incriminan la conducta de quien
interviene en un suicidio ajeno, por tanto, marca los límites del análisis a llevar a cabo en
relación con la cuestión dogmática de la relevancia general de la conducta de la víctima. Pero
su existencia no puede condicionar su desarrollo.
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se trata de explicitar el marco sistemático-dogmático de la solución a delinear

el contexto adecuado para abordar el problema está en la teoría del tipo objetivo. Este sector
de la teoría del delito ha sufrido una verdadera revolución producida por la llamada teoría de
la imputación objetiva

breve consideración de los rasgos de la teoría de la imputación objetiva. Pues de lo contrario,


se corre el riesgo de utilizar esta teoría a modo de mera etiqueta.

Para la teoría de la imputación objetiva, los tipos penales deben ser completados, en todo
caso, con elementos normativos que determinen que en el plano objetivo la conducta es
una expresión de sentido típica

De este modo, la teoría de la imputación objetiva quedaría configurada por dos raíces
distintas: la determinación de la tipicidad de la conducta y los problemas específicos de la
conexión del resultado con esa conducta.

La teoría de la imputación objetiva viene a reformular la tipicidad objetiva. Desde esta


perspectiva, implica la introducción de elementos valorativos que determinan cuáles son los
límites de la libertad de actuación, implica, en este sentido, el establecimiento de esferas de
responsabilidad. Uno de los sectores en los que la imputación objetiva puede ser el marco
sistemático adecuado es el relativo a la cuestión de la determinación de esos ámbitos de
responsabilidad en los casos en los que concurre en la génesis de un riesgo la persona que
posteriormente resulta lesionada.

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