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Después de la derrota definitiva de Napoleón, los monarcas absolutos del continente europeo
buscaron regresar a la etapa anterior a la Revolución Francesa, lo que significó la supresión de
las medidas sociales, políticas y económicas dictadas por los ideales revolucionarios del siglo
XVIII, principalmente las referentes a las constituciones y al postulado de la soberanía nacional,
para dar paso otra vez al poder ilimitado de los reyes, devolver a la nobleza y al clero sus
privilegios, reconstruir el mapa de Europa que había sido desfigurado por las conquistas y
anexiones ocasionadas por la guerra, y replantear la vida internacional con base en un sistema
de seguridad conjunta y equilibrada que no permitiera más revoluciones ni intentos de cualquier
país por lograr la hegemonía continental.
El conjunto de estas medidas conocido con el nombre de Restauración, fue un ideario que afectó
a la mayoría de los países europeos durante más de 20 años y cuyos principios fueron aprobados
en el Congreso de Viena.
La Restauración y la lucha entre liberales y monarquistas: Entre 1814 y 1815, los representantes
de las potencias europeas que habían vencido a Napoleón, pretendieron terminar con la
situación creada por la Revolución francesa y el Imperio napoleónico, mediante la Restauración
de los principios monárquicos del Antiguo Régimen, es decir, del absolutismo.
Reunión del Congreso de Viena donde los representantes de las potencia europeas que
vencieron a Napoleón decidieron como ordenar el continente europeo
Estos principios que trataron de implantar por la fuerza y con dificultades, no lograron erradicar
los ideales de la Revolución francesa ni frenar los cambios ocasionados por la Revolución
Industrial, ya que habían impregnado profundamente la mente y forma de vida de gran parte de
la población europea.
Principalmente la burguesía no aceptó la vuelta al Antiguo Régimen y en muchos países seguían
manteniendo sus reivindicaciones liberales, basadas en el constitucionalismo y la soberanía
nacional, en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, y en la división del Estado en tres
poderes independientes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
La Restauración
Después de la derrota definitiva de Napoleón, los monarcas absolutos del continente europeo
buscaron regresar a la etapa anterior a la Revolución francesa, lo que significó la supresión de las
medidas sociales, políticas y económicas dictadas por los ideales revolucionarios del siglo XVIII,
principalmente las referentes a las constituciones y al postulado de la soberanía nacional, para
dar paso otra vez al poder ilimitado de los reyes, devolver a la nobleza y al clero sus privilegios,
reconstruir el mapa de Europa que había sido desfigurado por las conquistas y anexiones
ocasionadas por la guerra, y replantear la vida internacional con base en un sistema de
seguridad conjunta y equilibrada que no permitiera más revoluciones ni intentos de cualquier
país por lograr la hegemonía continental.
El conjunto de estas medidas conocido con el nombre de Restauración, fue un ideario que afectó
a la mayoría de los países europeos durante más de 20 años y cuyos principios fueron aprobados
en el Congreso de Viena.
Después de todos los trastornos causados por las guerras napoleónicas, los principales monarcas
de Europa se reunieron en Viena bajo la dirección de las potencias vencedoras: Austria, Gran
Bretaña, Prusia y Rusia, donde se celebró un Congreso para liquidar los innumerables
Metternich
Metternich
Talleyrand
Talleyrand
Alejandro I
Alejandro I
Durante las reuniones del Congreso, hubo largas discusiones sobre diferentes temas, entre ellos
dos aspectos fueron los más relevantes:
Establecer los principios teóricos que rigieron el periodo de la Restauración.
Las grandes potencias definieron en el ámbito de la teoría política los principios para definir el
verdadero orden que debía prevalecer en Europa frente a los excesos y desviaciones producidas
por la etapa revolucionaria de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Estos principios fueron:
Legitimidad: Sólo tenían derecho a estar en el poder aquellos a los que Dios había elegido por su
herencia real, por lo que no importaba si eL gobernante no fuera de La misma nacionalidad que
sus súbditos. Esta legitimidad monárquica llevó de regreso al trono a las dinastías reinantes
antes de 1789 especialmente a tos Borbones en Francia.
Absolutismo: Al obtener el. monarca su poder de Dios, no debía ser frenado por ninguna
Constitución ni el principio de soberanía nacional.
Equilibrio: Fue un principio de inspiración británica que impedía la expansión de una potencia a
costa de otros Estados, con la finalidad de evitar conflictos en Europa.
Congresos: Fueron foros donde se discutieron las formas de resolver los conflictos
internacionales y evitar que se empleara el recurso de la guerra para resolver disputas entre
naciones. Éste fue un principio que tuvo una enorme repercusión en la diplomacia internacional.
Asistieron al Congreso quince miembros de las familias reales, doscientos príncipes y doscientos
dieciséis representantes de misiones oficiales. Durante su celebración se realizaron numerosos
festejos, recepciones, bailes, conciertos y banquetes, creando un ambiente frívolo en el que se
desarrollaron intrigas políticas y de espionaje.
Los representantes de las pequeñas potencias solo conocieron esta faceta del Congreso, porque
las decisiones importantes eran tomadas por exclusivamente por Gran Bretaña, Austria, Rusia y
Prusia. Francia pudo influir gracias a la habilidad política de su representante Talleyrand.
El mapa continental europeo fue reconstruido como un gran rompecabezas que benefició
particularmente a los países antinapoleónicos:
Austria y Rusia se configuraron como las grandes potencias continentales, al lado de Gran
Bretaña que consolidó su expansión oceánica, y Prusia que, aun con su territorio dividido,
aumentó su poder en la zona del mar Báltico y dentro de la Confederación Germánica recién
formada.
Otros aspectos relevantes del mapa geopolítico de 1815 fueron la formación de una barrera para
mantener el control de Francia y la creación de naciones artificiales mediante la unión de
pueblos diferentes, como por ejemplo los belgas con Holanda, lo cual terminó drásticamente con
sus expectativas nacionalistas.