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Universidad politécnica de Chiapas

Ingeniería petrolera

9 “A”

Retos del sector


petrolero

Alumno:

Pedro Luis López Culebro

Matricula:

163384

Profesora:

Dra. Patricia Guadalupe Ruiz Gómez

Suchiapa Chiapas a 09 de junio del 2019


Índice

Tabla de contenido
Introducción ....................................................................................................................................... 3
Retos del sector petrolero .............................................................................................................. 5
Expectativas y Retos para la Industria Petrolera en México. ................................................ 9
Conclusión........................................................................................................................................ 15
Bibliografía ....................................................................................................................................... 17
Introducción
El sector de hidrocarburos en México siempre ha enfrentado retos y oportunidades.
Los artículos constitucionales que fueron modificados a raíz de la Reforma Energética
trajeron consigo elementos para una confiable y segura administración de los
recursos de hidrocarburos, que permiten reducir riesgos técnicos, operativos y
legales que afrontan los grupos interesados de esta industria.

La aparición de figuras como las Empresas Productivas del Estado, la apertura a la


participación de empresas nacionales, así como la inversión extranjera; las
regulaciones efectivas por parte de los órganos reguladores nos garantizan el
progreso de un México que fortalece al sector que había sido limitado en su
capacidad de invertir.

La determinación de áreas contractuales, los actos de licitación, las asignaciones y


migraciones, el resguardo de información recabada para la exploración y extracción
de hidrocarburos y su aprovechamiento adecuado, son algunos de los logros que se
han obtenido para darle certeza regulatoria e igualdad de condiciones a los actores
energéticos.

Se enfrentan retos, pero sobre todo surgen oportunidades que estimulan el potencial
de las empresas mexicanas y extranjeras dedicadas a la industria energética. México
es rico en recursos hidrocarburos, una de las áreas de oportunidad es el
aprovechamiento de los yacimientos maduros, promoviendo la utilización de
procesos de recuperación avanzada.

Los procesos de recuperación avanzada abarcan un amplio rango de actividades


como la implementación de técnicas específicas. Chicontepec con su rica, diversa y
compleja estructura nos permiten innovar cada vez más las herramientas que son
utilizadas generalmente para la exploración y extracción de hidrocarburos.

De manera particular los yacimientos no convencionales también forman parte de los


recursos prospectivos del país. Estos recursos impactarán notablemente en la
contribución de un mejor suministro energético, favoreciendo el desarrollo local y
nacional. Se requiere de alta capacitación técnica, atracción de diversos tipos de
industrias en la cadena de valor de hidrocarburos, estudios avanzados, formación de
capital humano, entre algunos otros factores oportunos para el sector energético.

Recordemos el reto de aguas profundas y su gran auge e interés en los procesos


licitatorios que nos desafían a la mejora continua. Ante la necesidad de explorar y
extraer adecuadamente energía con tecnología de punta y optimizar procesos de
producción.

Los crudos pesados y extra pesados son también relevantes, de manera significativa
abundan en el territorio mexicano. Todo esto nos motiva a profundizar el
conocimiento de los yacimientos, a modernizar la ingeniería petrolera. Nos permite
contribuir de la mano de los líderes de la industria energética, a una mejor
administración y obtención de hidrocarburos.

Con un panorama propicio y de suma importancia para la economía nacional, por los
próximos años los combustibles fósiles seguirán siendo la principal fuente de energía.

Los retos y oportunidades que presenta sector hidrocarburos darán certeza de que
la industria energética en México seguirá siendo un tema fundamental en la agenda
pública del país, nos obligará a ser más creativos, a proponer y realizar actividades
de vanguardia y a movernos con sentido de urgencia para trabajar unidos por el
beneficio de la Nación.
Retos del sector petrolero
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dispone que corresponde
a la Nación el dominio directo de los recursos naturales del subsuelo y establece que
el sector público tiene a su cargo y de manera exclusiva el desarrollo de las áreas
estratégicas; asimismo, dispone que el Estado contará con los organismos y
empresas que requiera para la gestión eficaz de dichas áreas. De esta forma, el
Estado asume la responsabilidad de satisfacer la demanda nacional de energía a
través de las empresas Petróleos Mexicanos (Pemex); Comisión Federal de
Electricidad (CFE); y Luz y Fuerza del Centro (LFC); bajo la rectoría de la Secretaría
de Energía.

A fines de la década de los años ochenta, las autoridades pusieron en marcha un


proceso de cambio estructural en el sector energético. Este proceso incluye cuatro
líneas estratégicas: la reestructuración de las empresas públicas del sector, el
aprovechamiento de fuentes y mecanismos de financiamiento extrapresupuestarios,
la desregulación, liberalización y privatización, parcial o total, de algunos segmentos
que componen las cadenas energéticas y, finalmente, la fijación de precios y tarifas
con base en precios frontera. Como resultado, las industrias del gas natural y
electricidad tienen ahora nuevas estructuras que combinan el monopolio público con
algunos mecanismos de mercado; en contraste, la industria del petróleo mantiene la
estructura tradicional.

El primer reto del sector energético mexicano consiste en garantizar un suministro de


energía, suficiente y oportuno, al menor costo posible, sin menoscabo del entorno
natural y del aprovechamiento racional de los energéticos. En los últimos años, el
crecimiento del sector energético ha sido moldeado por tres factores fundamentales:
las severas limitaciones presupuestarias y de endeudamiento del sector público para
alcanzar la estabilidad macroeconómica, la asignación prioritaria de los escasos
recursos disponibles a los proyectos de mayor rentabilidad y rápida generación de
ingresos, y la búsqueda del menor costo en el corto plazo, como factor discriminante
para la selección de tecnologías, sitios de construcción, etc. La aplicación estricta de
esos criterios ha significado desarrollo para algunas actividades, pero estancamiento
para otras.

Con respecto al petróleo, Pemex ha enfocado sus esfuerzos en un mejor


conocimiento del recurso existente, sin adelantar un programa de exploración para
elevar las reservas declinantes de hidrocarburos. Por el contrario, la voluntad de
incrementar la producción ha sido notable, como lo prueba el aumento de casi medio
millón de barriles diarios en seis años. El enorme diferencial en los niveles de
rentabilidad ha determinado una asignación de los recursos a favor del petróleo y en
detrimento del gas natural. Paradójicamente, la posibilidad de importar grandes
cantidades de gas, a partir de fines de los años noventa, aunada a la adopción de
una decidida política de sustitución de petróleo por gas natural, incidió en un
crecimiento rápido del consumo de gas.

Con respecto a la electricidad, México cuenta con un sistema que globalmente


cumple los requisitos de continuidad, calidad y mínimo costo. Sin embargo, retrasos
en las inversiones necesarias para mejorar las características de la infraestructura
han derivado en algunas deficiencias. Para los próximos años, de acuerdo con los
estudios correspondientes, los productos energéticos más dinámicos, tanto del lado
de la oferta como de la demanda, serán la electricidad y el gas natural.

El segundo gran reto del sector energético mexicano se refiere a los requerimientos
de inversión en la próxima década que, según estimaciones oficiales, se elevarían a
140 000 millones de dólares. En años recientes, el gobierno federal ha puesto
particular atención en propiciar la participación de capital privado en algunas
actividades enfocadas a la ampliación de la infraestructura energética. De esta forma,
a partir de 1997 se han abierto a concurso obras o adquisiciones para que dicho
sector las realice y las financie bajo figuras diversas, ajustadas al esquema normativo
de Proyectos de Impacto Diferido en el Registro del Gasto (Pidiregas);. El atractivo
principal de este esquema es que permite ampliar el gasto público, y a la vez diferir
su pago en los ejercicios fiscales subsiguientes.
Ello evita su registro en la deuda pública. Sin embargo, aunque los proyectos se
pagan con los ingresos de su propia operación, para ser financiables exigen la firma
de un contrato tipo take or pay. Al firmar el contrato como aval de la empresa pública,
el Estado asume el riesgo de la inversión.
Pemex y la CFE se han venido apoyando cada vez más en el esquema Pidiregas
para financiar sus programas de inversión, pero las autoridades han discutido la
conveniencia de seguir impulsando dicha estrategia.

Algunas de las razones por las cuales sería necesario corregir el esquema de
financiamiento, según la Comisión Reguladora de Energía (CRE);, apuntan a que los
Pidiregas asignan los riesgos al Estado y no al sector privado, compiten con el gasto
social, desestabilizan los equilibrios macroeconómicos y socavan la viabilidad
financiera de las empresas. Sin embargo, buena parte de estos cuestionamientos y
dilemas surgen por la falta de transparencia en las cuentas públicas. El presupuesto
que aprueba el Congreso cada año para las empresas públicas no especifica el
origen de los fondos, y da la impresión de que éstos provienen exclusivamente de los
impuestos.

El tercer gran reto de la política energética mexicana concierne al perfeccionamiento


de las empresas públicas, para que cumplan sus funciones en forma eficiente, a fin
de aumentar la competitividad de la economía nacional. La presente administración
ha indicado que dichas empresas no serían privatizadas. Por otra parte, conviene
mencionar que el balance de la actuación de las empresas públicas es globalmente
positivo, sobre todo a la luz de los medios con que han contado. Pemex ha abastecido
el mercado nacional oportunamente y la CFE nunca ha experimentado crisis de
abastecimiento, mientras que la calidad del servicio ha sido aceptable y ha
aumentado a un ritmo constante.

El problema central de estas empresas ha consistido en encontrar un equilibrio entre


dos lógicas de funcionamiento, presentes desde su creación. La primera es la función
de origen (o microeconómica);, relacionada con su materia de trabajo: hidrocarburos
o electricidad. La segunda es la función nacional, que se refiere al papel que el Estado
les asigna en el desarrollo del país y en la estabilidad macroeconómica. Esa doble
función ha sido fuente de conflictos.

Históricamente el gobierno ha dado preferencia a la función nacional y ha utilizado


dichas empresas como instrumento privilegiado de su estrategia nacional de
desarrollo económico y social.

No fue sino hasta las postrimerías de la década de los años ochenta que comenzó a
reconocerse la mayor importancia de la función de origen, en el marco de la
profundización de las reformas económicas, y de cara a los problemas generados por
el descuido de dicha función. Gracias a estos cambios se ha logrado un mejor
equilibrio entre las funciones que deben desempeñar las empresas. Sin embargo,
continúa predominando la función nacional. La diplomacia energética es un elemento
valioso de la política exterior de cualquier país exportador de combustibles. Por ello,
el cuarto gran reto es el fortalecimiento de la cooperación energética en la escala
internacional, sobre la base del beneficio mutuo, un mayor valor agregado y el
aprovechamiento racional de las reservas.

En la última década México ha desarrollado procesos de integración energética


bilateral y multilateral con sus vecinos del norte (los Estados Unidos y Canadá); y del
sur (Centro y Sudamérica);, en materia de petróleo, gas natural y electricidad. El
alcance de estos procesos, sin embargo, ha sido distinto. Mientras que el primero se
ha ampliado y profundizado, el segundo ha caminado lentamente. Ese resultado se
explica por un mayor interés y voluntad por parte del gobierno mexicano para avanzar
con rapidez hacia la conformación de un mercado norteamericano de energía, tarea
que ha concentrado la atención y los recursos disponibles de las instituciones
dedicadas a promover la integración. El Plan Puebla Panamá (PPP); y la reactivación
del Grupo de los Tres darían un nuevo aliento a la integración con Centro y
Sudamérica, lo cual redundará en un mejor equilibrio entre los vectores geográficos
de la integración.

Por otra parte, la política de exportaciones petroleras es un instrumento muy


importante en manos del poder ejecutivo, por sus implicaciones en las finanzas
públicas, particularmente por la función estabilizadora en el mercado cambiario y en
el servicio de la deuda, así como en las relaciones exteriores. En efecto, dentro de la
actual estructura económica, la plataforma de exportación y el precio del petróleo
crudo influyen de manera determinante en el nivel de ingreso fiscal. Para cumplir las
metas de gobierno, el precio de la mezcla mexicana debe ser igual o superior al valor
utilizado con fines presupuestarios; de ahí el interés de influir en el mercado petrolero
internacional.

Ahora bien, desde que México regresó a este mercado como un participante de gran
envergadura, la política de exportaciones petroleras enfrenta un dilema: cooperar con
los otros países exportadores o, por el contrario, con los países importadores,
liderados por los Estados Unidos, el primer importador mundial, pero también el
principal socio comercial de México.

Expectativas y Retos para la Industria Petrolera en México.


La esperada y controvertida reforma energética ha sido uno de los cambios
constitucionales más significativos en México y es parte de una serie de iniciativas
para impulsar la producción y el crecimiento económico. El gobierno tiene grandes
expectativas en que la apertura del sector extractivo a la inversión privada y
extranjera por primera vez en más de 75 años dará lugar a un aumento del ingreso
nacional, hará a la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) competitiva y
fomentará la reducción de los precios de la electricidad. La primera etapa de la Ronda
Uno de licitaciones se llevó a cabo en julio, la cual aportó varias lecciones para el
gobierno y para inversionistas potenciales en vísperas de las siguientes fases de
licitación en los meses de septiembre y diciembre.

Observaciones principales

 Aunque las licitaciones en la primera fase de la Ronda Uno generaron


resultados decepcionantes, el gobierno ha respondido positivamente a las
demandas de la industria y ha mejorado las condiciones de los contratos, lo cual
ha elevado la posibilidad de que las próximas fases atraigan un mayor número
de aspirantes
 Pemex se verá en la necesidad a implementar reformas internas para mejorar
su productividad y enfrentar la entrada de competidores en el sector

 El bajo nivel de los precios internacionales del petróleo, los riesgos en materia
de seguridad, la oposición social a las reformas y el alto nivel de corrupción
seguirán siendo un obstáculo para el apetito de inversión en el sector energético
mexicano, lo cual empujará al gobierno a ofrecer mejores condiciones
comerciales.

Antecedentes El gran volumen de reservas de hidrocarburos no explotados en


México, aproximadamente 87 mil millones de barriles equivalentes de petróleo (BEP),
ha sido por mucho tiempo fuente de interés para el mercado internacional. Sin
embargo, el bajo nivel de productividad de Pemex ha evitado que la empresa pueda
explotar dichos recursos. En la última década, la producción petrolera en México ha
decaído en aproximadamente 32 por ciento, disminuyendo de un promedio de 3.36
millones de BEP en 2005 a solamente 2.27 BEP en 2015. Bajo las provisiones
principales de la reforma energética, promulgada en 2013, empresas privadas y
extranjeras pueden participar en proyectos de exploración y extracción, registrando
las reservas extraídas en sus estados financieros, aunque el Estado mexicano
mantiene la propiedad de los hidrocarburos en el subsuelo.

Además, las reformas han abierto la posibilidad de establecer cuatro tipos de contrato
con inversionistas privados, incluyendo contratos de servicio, de utilidad compartida,
de producción compartida y licencias. La nueva legislación también ha fortalecido el
papel regulador de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), la cual lidera el
proceso de licitación para inversionistas. El modelo de apertura del sector energético
mexicano es distinto al de otros países en la región. Mientras que las reformas
energéticas en Brasil y Colombia se enfocaron en la entrada de capital privado a
Petrobras y Ecopetrol, respectivamente, el gobierno mexicano retiene la propiedad
absoluta de Pemex. Sin embargo, el gobierno ahora puede negociar contratos de
extracción con entidades privadas sin tener que involucrar a Pemex.

Por lo tanto, la calidad y rentabilidad de los contratos de inversión depende del


gobierno y no de Pemex, la cual ahora compite con inversionistas privados y
extranjeros. El gobierno espera que este esquema fomente en Pemex la
implementación de reformas internas, así como de estándares internacionales de
operación, para poder enfrentar la entrada de competidores. Bajo el nuevo marco
legal, Pemex se ha convertido en una “Empresa Productiva del Estado”, operando
con mayor independencia del gobierno y con menores obligaciones fiscales. Esta
estructura tiene el objetivo de fomentar la modernización de Pemex tras décadas de
funcionar como un monopolio.

En agosto de 2014, tras la aprobación de legislación secundaria necesaria para la


implementación de la reforma energética, la Secretaría de Energía le otorgó a Pemex
el 83 por ciento de las reservas de hidrocarburos probados y probables del país y el
21 por ciento de los recursos prospectivos durante la “Ronda Cero” de licitación
exclusiva para la empresa estatal. El bajo porcentaje de reservas posibles asignadas
a Pemex ofrece una oportunidad atractiva para inversionistas, pues éstas incluyen
campos en aguas someras y profundas, así como campos terrestres no
convencionales.

Este año se está llevando a cabo la apertura oficial del sector a la inversión privada
y extranjera durante la “Ronda Uno”, en la cual empresas individuales y consorcios
pueden presentar licitaciones para contratos de exploración y extracción durante
distintas fases de la ronda. A principios de 2015, la Secretaría de Energía reiteró estar
convencida de que la apertura del sector atraería más de 62 miles de millones de
dólares en los próximos tres años. Sin embargo, la caída de los precios
internacionales del petróleo ha puesto en duda la perspectiva optimista del gobierno,
especialmente dado que la subasta de campos no convencionales, los cuales
requieren los montos más significativos de inversión, ha sido pospuesta como
resultado.

A pesar de las condiciones desfavorables del mercado, el gobierno mantiene la


perspectiva de que los efectos directos e indirectos de las reformas van a agregar
hasta dos por ciento al crecimiento del PIB nacional hacia el año 2025.

Retos a futuro A pesar del optimismo del gobierno en que las Fases II y III de la Ronda
Uno serán notablemente más exitosas que la primera, existe un gran número de retos
que provocan que los potenciales inversionistas se mantengan cautelosos al evaluar
el factor costo-beneficio que implica el participar en el sector energético mexicano. El
precio del petróleo se mantendrá bajo El fuerte descenso de los precios
internacionales de petróleo desde el año 2014 ha afectado negativamente el apetito
en el sector extractivo en México.

El aumento en ingresos que el gobierno espera como resultado de la apertura del


sector depende principalmente de los recursos en aguas profundas extraídos por
medio de la técnica de fracking, la cual es costosa y representa un número de riesgos
geológicos y ambientales. Además, la mayoría de los contratos subastados son
proyectos de largo plazo que no dependen directamente de los precios actuales del
mercado para ser rentables, pues el rédito se espera en al menos 20 años.

Sin embargo, el contexto internacional actual provee bajas esperanzas en que el


precio del barril de crudo aumente significativamente, al menos en el mediano plazo.
Como consecuencia de esta perspectiva, las grandes empresas petroleras se han
visto en la necesidad de implementar recortes en su presupuesto de inversión,
valorados en 180 mil millones de dólares en total para la industria hasta agosto 2015.
BP ha reportado la reducción de su capital de inversión para este año en 6 mil
millones de dólares y Royal Dutch Shell también anunció recortes valorados en 15
mil millones de dólares durante los próximos tres años, lo cual implica la demora de
varios proyectos de exploración en varias regiones de operación, incluyendo el Golfo
de México.

El actual exceso de oferta de petróleo se debe principalmente a la saturación del


mercado y una reducción en la demanda. El aumento en producción doméstica por
parte de Estados Unidos ha hecho que sus proveedores principales tengan que
competir por los mercados asiáticos, ofreciendo precios más bajos. Al mismo tiempo,
otros productores, como Irak, por ejemplo, continúan aumentando su volumen de
exportaciones, al mismo tiempo que Arabia Saudita se niega a reducir su producción.
El reciente acuerdo nuclear entre Irán y las potencias internacionales aumenta la
posibilidad de que el regreso de Irán al mercado petrolero provoque una caída aún
más profunda de los precios, agregando presión a la mezcla de crudo pesado
mexicano. Bajo este escenario, México tendrá que asegurar que las condiciones de
inversión se mantengan atractivas para poder ofrecer una ventaja competitiva frente
a otros posibles destinos de negocio. Retos de seguridad A pesar de que México
ofrece un contexto de inversión generalmente favorable en términos de libre
mercado, uno de los retos más grandes del país es el alto nivel de inseguridad y la
enorme presencia del crimen organizado.

La criminalidad ha causado pérdidas significativas para el sector extractivo mexicano


y ha aumentado los costos de operación para la industria petrolera en la última
década. Un gran número de grupos criminales, grandes y pequeños, financian sus
operaciones a través del robo y comercialización ilegal de hidrocarburos. Esta
tendencia ha ido en aumento desde el año 2010, afectando las operaciones de
Pemex a pesar de la protección federal que la compañía recibe. El robo de
hidrocarburos incluye desde asaltos a vehículos de carga hasta mecanismos de
extorsión enfocados en operadores de estaciones de servicio, así como otros
esquemas más complejos de soborno relacionados con empleados de Pemex y
autoridades locales.

La rápida expansión del mercado negro de combustible demuestra la habilidad de los


grupos criminales para infringir controles de seguridad dentro y fuera de Pemex. El
número de tomas ilegales en oleoductos también continúa a la alza, con casi 2,600
perforaciones ilegales reportadas entre enero y julio 2015. De acuerdo con cifras
presentadas por Pemex, en tan solo el año 2014, los incidentes relacionados con
robo de hidrocarburos implicaron pérdidas de 1.3 mil millones de dólares, incluyendo
el costo del producto robado, así como el de las reparaciones de oleoductos y la
limpieza de zonas afectadas por derrames causados por tomas ilegales.

Además, Pemex también ha tenido que invertir en marcos de seguridad para proteger
a sus empleados y activos, una medida que cualquier otra empresa que participe en
el sector energético mexicano necesitará implementar, especialmente dado que la
mayoría de los campos terrestres por asignar se ubican en áreas en donde el crimen
organizado tiene fuerte presencia, como los estados de Tamaulipas y Veracruz.
Aunque las empresas petroleras internacionales están acostumbradas a trabajar en
ambientes peligrosos, el alto costo de la debida diligencia asociada con mantener
operaciones en México puede ser un desincentivo importante, especialmente en el
caso de los proyectos más costosos, como lo son aquellos en aguas profundas.
Oposición doméstica Desde la expropiación petrolera de 1938, la cual dio lugar a la
creación de Pemex, el sector petrolero en México ha sido es considerado un símbolo
de nacionalismo y resistencia ante cualquier tipo de intervención extranjera. A pesar
del bajo rendimiento de la empresa en las últimas décadas, varios grupos de
izquierda han manifestado su oposición a la apertura del sector, condenando la
iniciativa como la rendición de la soberanía sobre los recursos del país ante entidades
extranjeras.

Además, la decadente popularidad del Presidente Enrique Peña Nieto debido a una
serie de escándalos de corrupción, bajo rendimiento económico y el aumento
percibido en los niveles de inseguridad también ha provocado mayor desconfianza
general en las iniciativas gubernamentales. En el largo plazo, existe el riesgo de que
los proyectos de extracción terrestre enfrenten oposición por parte de comunidades
locales en caso de que el acceso a otros recursos naturales, principalmente agua, se
vea afectado por proyectos de exploración petrolera. La aprobación de la reforma
energética en 2013 ha desencadenado varias protestas en contra de la iniciativa y es
probable que el sentimiento general de antipatía perdure hasta que los beneficios
prometidos de la reforma, incluyendo la reducción del precio de la gasolina, sean
tangibles. Mientras tanto, el contexto social seguirá siendo tenso y la posibilidad de
incidentes de disturbios civiles esporádicos no debe ser descartada.
Conclusión
El desarrollo del sector energético mexicano enfrenta grandes desafíos. Cuatro de
ellos son los más importantes: asegurar el abastecimiento energético, obtener el
financiamiento requerido, mejorar el desempeño de las empresas públicas del sector
y fortalecer la cooperación energética. Con respecto al primero conviene mencionar
que se parte de un sistema de abastecimiento caracterizado por fuertes contrastes,
derivados de los criterios utilizados para asignar los recursos financieros a las
diferentes industrias.

En materia de suministro petrolero se ha observado una disminución de los esfuerzos


exploratorios, pero un aumento en las actividades de producción. Por lo tanto, a
mediano plazo sería necesario fortalecer la exploración de mayor riesgo geológico,
ya que la mayoría de los yacimientos productores están en su etapa madura de
explotación, con una franca declinación en su producción. La aplicación sistemática
de procedimientos de recuperación mejorada ayudaría a elevar la reserva probada y
la tasa de recuperación. Por otra parte, el incremento en la capacidad de refinación
devolvería al país la autosuficiencia, y le daría excedentes exportables de algunos
productos.

Asimismo, la importancia social del GLP exige mejorar el sistema de distribución,


caracterizado hoy día por una estructura oligopólica y firmas con poder de mercado.
Con respecto al gas natural, su consumo ha aumentado en forma considerable en
los últimos años, como resultado principalmente de una mayor utilización en la
producción de electricidad. Sin embargo, resulta fundamental que la transición de los
productos petroleros al gas natural se lleve a cabo de manera ordenada, sin generar
profundos desequilibrios o incurrir en grandes riesgos de suministro y de mercado.
En consecuencia, sería indispensable fortalecer la oferta interna, en especial de gas
no asociado, dando a las actividades de exploración y producción la misma
importancia que se concede al consumo y, sobre todo, eliminar el desperdicio de gas
asociado.

Aunque las medidas que se han venido tomando en la industria eléctrica han
permitido conjurar a corto y mediano plazos el riesgo de cortes, aún persisten algunas
deficiencias importantes, como el bajo margen de reserva, las debilidades del sistema
de transmisión, las altas pérdidas de electricidad, en particular en el área abastecida
por la empresa LFC. Independientemente de la futura estructura industrial, la
expansión del parque de generación, programada en su mayor parte con gas natural,
debería estar enmarcada dentro de una política energética que evaluara
objetivamente los beneficios y riesgos.

En ese sentido, conviene tener en cuenta las tensiones en la cadena del gas natural,
así como el enorme desperdicio actual de energía, como el calor de desecho que
podría aprovecharse mediante sistemas de cogeneración. A fin de elevar los
parámetros de eficiencia y confiabilidad de la red de transmisión y distribución de
electricidad, habría que consentir mayores montos de inversión para eliminar los
rezagos. Como las oportunidades de ahorro de energía y aprovechamiento de las
fuentes renovables son todavía extensas, y las tecnologías correspondientes siguen
evolucionando y reduciendo sus costos, cabría seguir impulsando políticas y
acciones orientadas a maximizar la explotación de aquéllas técnicamente posibles y
económicamente rentables. Para lograrlo, se requiere avanzar en tres temas: precios
reales de la energía, normas sobre eficiencia energética y regulaciones que
promuevan la cogeneración y las fuentes renovables de energía.
Bibliografía
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ReséndizNúñez, D., E l sector eléctrico de México, Fondo de Cultura Económica
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