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N°13
Resumen
Abstrac: The research on the procedural issues for action contesting the corporate
resolutions of the shareholders meeting is a comparative study between Spanish and
Nicaraguan legal system that addresses the object of the procedure in the plaintiff claims
against the defendants to obtain lawful results through recognition of nullity and voidability
of social agreements. Later is analyzing the procedural requirements of legitimation,
deadlines and the competition both between the judicial and arbitral tribunal. The
benchmarking criteria allow identifying the main problems of Nicaraguan legal system to
take an action into the appropriate authorities.
1
El presente trabajo es producto de la labor investigadora realizada durante el Período de
investigación del Programa de Doctorado “Cuestiones actuales del Derecho”, bajo la tutoría
académica del Dr. Jesús Jusseth Herrera Espinoza/ Facultad de Ciencias Jurídicas, Universidad
Centroamericana, Nicaragua 2012.
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Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012
Introducción
Los objetivos propuestos para la investigación consisten en analizar las etapas del
proceso de impugnación de los acuerdos societarios y demostrar que este
mecanismo de defensa es un instrumento que persigue el interés social y no
precisamente el interés particular de los accionistas.
En el primer tema se aborda el objeto del proceso como fundamento jurídico para
ejercer la acción de impugnación procesal. En el orden de importancia se pasa al
estudio de los plazos para ejercer la acción de nulidad y anulabilidad de los
acuerdos. Luego, se estudia el proceso como tal, destacando la importancia de la
legitimación de las partes procesales, la competencia, la convalidación de los
acuerdos y se finaliza con los efectos de la sentencia.
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Calaza López (2003) sostiene que identificado el objeto litigioso, se debe estar
claro de los presupuestos procesales, como requisitos de los sujetos, al momento
de ejercer la acción, su ausencia impide al órgano jurisdiccional, examinar el fondo
de las pretensiones, de lo contrario, la ausencia de los mismos, puede causar la
imposibilidad del ejercicio de la acción. Pues bien, los presupuestos procesales
pueden estudiarse como los requisitos materiales o de fondo, éstos son los
inherentes a la pretensión de nulidad o anulabilidad de los acuerdos, su
inexistencia podrá dar lugar a una sentencia absolutoria de fondo para el
demandado.
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Por tanto, los plazos han sido objeto de una distribución de cómputo, en función a
la gravedad del vicio y a la pretensión que amparada en éste, se ejercite.
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García Guzmán & Herrera Espinoza (2009) aclaran que el Código Civil de
Nicaragua, establece que la nulidad y sus efectos son de orden público, por lo que
puede ser intentada judicialmente, incluso por un tercero y también puede ser
declarada oficiosamente por el juez.
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del capital social, en el plazo de treinta días desde que tuvieren conocimiento de
los mismos, siempre que no hubiere transcurrido un año desde su adopción. Este
tratamiento normativo, diferente a los acuerdos emitidos por Junta general de
accionistas se debe al grado de conocimiento que tienen los administradores de
los acuerdos adoptados, frente a la condición de indefensión que pueden
encontrarse los accionistas que desconocen los acuerdos adoptados, la prueba de
desconocimiento corresponde en este caso al impugnante. Por lo tanto, el límite
temporal de esta acción de impugnación responde nuevamente a la seguridad y
celeridad que impiden mantener indefinidamente la incertidumbre sobre la validez
e invalidez de un acuerdo del consejo de administración.
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término del artículo 264 o cumplida las prescripciones, se tendrá por definitiva la
fusión.
Afirman Calaza López(1999) y Gimeno Sendra (2000) que los plazos para ejercer
la acción de impugnación son de caducidad y no de prescripción, justificada,
porque la caducidad opera “ex lege”, con el principal objetivo de dar seguridad al
tráfico mercantil, y con la finalidad de otorgar un criterio uniforme de normalización
de un orden jurídico, a través del establecimiento de un plazo prudencial de tiempo
para ejercer el derecho o acción, transcurrido el cual, deviene inútil, sin que las
partes o el tribunal puedan alterar las consecuencias extintivas del mismo. Por
tratarse, de un plazo de derecho material y no de un término judicial, deben
computarse por días naturales, sin descontarse los días inhábiles se le ha
caracterizado de orden público, por lo que los tribunales pueden declararlo de
oficio.
El plazo inicia desde la adopción del acuerdo y en el caso de ser inscrito desde la
publicación e inscripción en Registro Mercantil (artículo 205.3 LSC). Técnicamente
la legislación española expresa que el plazo empieza a correr al día siguiente y se
contará el día de vencimiento que expira a las 24 horas. En el caso de los plazos
fijados por meses o años, se computarán de fecha a fecha, cuando en el mes de
vencimiento no hubiere día equivalente al inicial, el plazo expira el último día del
mes. La doctrina jurisprudencial (STS del 3 de octubre de 1990) ha concluido que
los plazos determinados de fecha en fecha vencen el mismo día de publicación o
notificación, no el siguiente del mes correspondiente a aquel en que el acuerdo fue
adoptado o en el caso de imperativa publicación en el Registro Mercantil (Calaza
López, 2003). Si el plazo de caducidad vence y sucede un nuevo titular de las
acciones, éste no puede ejercer la acción por no haberlo ejercido dentro del plazo
legal (STS del 2 de octubre de 1972).
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3. Legitimación activa
Según Calaza López (2003) citando a Fairen Guillén y Prieto Castro, afirman que
desde el punto de vista del derecho procesal, la legitimación consiste en una
relación jurídica que vincula a las partes con el objeto procesal (legitimación activa
y pasiva). También, significa cualidad, posición que asume un sujeto frente a las
personas, bienes, intereses, que a su vez determina el derecho de incoar un
proceso en contra de otra, gravado con la carga de contradecir.
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Almagro Nosete (1991) considera que la legitimación para que sea fructuosa pasa
por las siguientes fases:
a) Un reconocimiento de un derecho general de accionar que vincula al juez
competente a dictar una sentencia de fondo, sea estimatoria o absolutoria.
b) La legitimación es una condición jurídica de orden público procesal,
apreciable de oficio.
c) La alegación de interés jurídicamente relevante al que el derecho erige en
razón justificativa de las consecuencias jurídicas que se pretende.
d) Es preciso que el órgano jurisdiccional constate si la posición jurídica
subjetiva que la ley le atribuye es jurídicamente suficiente para pedir el
efecto jurídico que se pretende.
e) Que exista coherencia entre la posición jurídica subjetiva invocada con las
peticiones que se deducen.
La LSA de 1989 (artículos 143, 117) y la actual LSC de 2010 (en los artículos 206,
251) establecen que están legitimados para impugnar los acuerdos nulos todos los
socios, los administradores y cualquier tercero que acredite interés legítimo; los
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Nuestro sistema legal nicaragüense, en los artículos 261, 245 del Cc y 2204 C,
legitiman para impugnar los acuerdos nulos y anulables a:
a) Todo accionista de la sociedad anónima. Artículo 261 primer párrafo CC
b) Los administradores. Artículo 245, 261 segundo párrafo Cc. En Nicaragua,
los administradores de la sociedad anónima deben ser socios conforme el
artículo 244.
c) Por accionistas que hubiesen sido privado de su derecho al voto. En este
caso, el Código de Comercio reconoce en el artículo 211, el derecho del
socio que le han modificado sus derechos, sin su consentimiento, razón por
la cual, debe entenderse que estuvo ausente en el momento en que se
tomaron los acuerdos.
d) Los accionistas ausentes. Aunque el artículo 261 no se refiere
expresamente a los ausentes, debe entenderse que los efectos de los
acuerdos de Junta general de accionista, se toma por mayoría de acciones
y en consecuencia, pueden haber accionistas ausentes en la toma de
decisiones, cuyos efectos del acuerdo pueden ser perjudicial.
e) Los asistentes a la Junta que se hubiesen opuesto a la decisión. Esta
hipótesis, no fue acogida por la disposición estudiada, razón por la cual, se
presume integrado en el artículo 261 del CC.
f) En el caso de los acuerdos nulos, se agregan los terceros que acrediten
interés legítimo según el artículo 2204 C.
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ante los tribunales, se presume que prevalece el interés social, sobre el interés
particular.
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noviembre del 2010, publicada en La Gaceta Diario Oficial No. 11 del 19 de enero
del 2011).
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acuerdo impugnable conforme al artículo 261 Cc, puede hacerse con la simple
presentación al proceso de los títulos o en su caso la certificación acreditativa de
su depósito en una institución autorizada (artículo 37 Cc). Tratándose de acciones
nominativas será necesario obtener la inscripción en el libro de registro (artículos
37, 232 Cc). En el caso de acciones representadas por medio de títulos al portador
deberá ser por medio de la presentación de los mismos por su legítimo titular
(artículo 38 Cc). Las acciones representadas por medio de anotaciones en cuenta
deberá acompañarse a la demanda la certificación del registro contable de la
entidad emisora (artículo 86 Ley de Mercado de Capitales, Ley No. 587, aprobada
el 26 de octubre del 2006. Publicada en la Gaceta Diario Oficial No. 222, del 15 de
noviembre del 2006).
Otro aspecto que analiza Calaza López (2003) y que en este estudio se
contextualiza, es cuando el nuevo adquirente de las acciones, comunica con
anterioridad a la Junta o el antiguo accionista comunica la transmisión, pero la
sociedad no verifica la inscripción en el libro de registro, esta situación queda fuera
del alcance y voluntad de los nuevos accionistas, por lo que no debe establecerse
limitante en la cualidad de socio para ejercer la acción de impugnación. En las
acciones al portador, la falta de la posición de los títulos, es motivo suficiente para
no tener la acreditación requerida, a no ser que la sociedad emisora aún no los
hubiere emitido, en este caso, basta la presentación del acta constitutiva de la
sociedad (artículo 124 Cc). En el caso de los administradores, éstos están
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legitimados para impugnar los acuerdos sociales, que por su causa y contenidos,
sean contrarios a la ley, las buenas costumbres y al orden público. Desde el punto
de vista de la doctrina jurisprudencial española, si bien los administradores tienen
responsabilidad personal, ilimitada y solidaria, su función es de ser parte de la
ejecución del acuerdo y responderán, si el acuerdo o su ejecución deparan
perjuicio a la sociedad, a menos que prueben su oposición al acuerdo lesivo (STS
de 29 de abril de 1999).
En relación con los terceros que acrediten un interés legítimo, la doctrina procesal
(Calaza López, 2003 citando a Font Serra), considera que están legitimados todos
aquellos sujetos que por su conexión con la relación jurídica en el juicio pueden
resultar afectados o de un modo directo por la sentencia. Asimismo, está
legitimado para impugnar todo, porque el acuerdo contraviene la norma imperativa
o de orden público, y le causa perjuicio a éste. En relación al interés legítimo que
no necesariamente tiene que ser directo, debe ser entendido como una cláusula
abierta en la que caben actos atentatorios de algún derecho del tercero, en su
relación negocial con la sociedad (Sánchez Calero, 2009). En este sentido, para
determinar la legitimación activa de los terceros, lo que hay que hacer es examinar
el acuerdo y cómo éste incide en la esfera de los derechos del tercero que se
siente agraviado; en consecuencia, ésta viene determinada por los efectos de la
cosa juzgada material que produce en sus legítimos intereses, que no
necesariamente recae en su patrimonio
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del voto, así como los administradores (artículo 117.2 LSA de 1989 derogada,
quedando igual en el artículo 206.2 de LSC). En el caso de la legitimación activa
de los acuerdos del Consejo de Administración, corresponde a quien ostente la
cualidad de administrar, sea accionista o grupo de accionistas que representen el
5% del capital social (artículo 143 LSA de 1989 derogada y artículo 251 LSC).
Paralelamente, están legitimados los propios obligacionistas de los acuerdos
sociales de asamblea de obligacionistas (artículo 301.2 LSA, derogado por el
artículo 425.3 LSC). La incorporación del administrador como sujeto con
legitimación activa es una novedad en la LSA de 1989 que fue traslada a la LSC
vigente. En nuestro sistema son aplicables los artículos 261 y 245, puesto que se
refieren a los socios accionistas de la sociedad anónima.
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que las tengan inscritas en su respectivo registro con cinco días de antelación de
aquel en que haya de celebrarse la Junta, no a los tenedores de acciones al
portador que con la misma antelación hayan efectuado el depósito de sus
acciones, en su caso certificado acreditativo de su depósito, según lo dispongan
los estatutos (artículo 104 LSA de 1989 y artículo 179.3 LSC). En el derecho
nicaragüense, no existe una disposición similar, pero, puede el derecho de
asistencia también ser condicionado en los estatutos (artículo 203 Cc).
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deslegitimado, puesto que éste sujeto integra el computo del quórum (Calaza
López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).
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Cuando se trate de los socios ausentes, éstos deciden no asistir a la Junta o aquel
que se personó a la misma, se ausenta temporalmente de ella, la doctrina señala
que basta ostentar la calidad de socio para ejercer el derecho de legitimación,
siempre que no esté dentro del plazo de caducidad (Calaza López, 2003).
En relación con los administrados, éstos están legitimados para ejercitar la acción
de impugnación de los acuerdos anulables con independencia de la constancia en
acta de su oposición al acuerdo impugnado o de la ausencia a la Junta (artículo
251 LSC).
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Cuando el actor dirija la demanda, no sólo a la sociedad, sino contra los que
ostentaren el carácter de accionista, así como a cualquier tercero con interés
legítimo, el Tribunal Supremo de España ha señalado que este emplazamiento
genérico carece de valor en sentido de fijar la relación procesal y las partes que lo
integran. Aunque el anuncio puesto en conocimiento de los accionistas y de
terceros no puede considerarse inicuo, porque puede suceder que uno de los
interesados acuda como coadyuvante, a defender los derechos del actor o de la
parte demandada, situación que ha sido admitida en la doctrina y jurisprudencia
(STS de 9 de octubre 1993).
4. La competencia
Según la actual LSC en su artículo 207.1 expone que para la impugnación de los
acuerdos sociales, se seguirán los trámites del juicio ordinario y las disposiciones
contenidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil “LEC” (Faus, 2010).
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Por su parte, el ante proyecto del Código de Procedimiento Civil, establece que la
impugnación de acuerdos sociales se tramitará en juicio ordinario (artículo 389).
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Vicent Chulía (2001b), expone que en la práctica societaria son frecuentes las
cláusulas estatutarias con el siguiente contenido:
“Todas las cuestiones litigiosas que se plantean entre los socios, o entre
aquellos y éstos, o entre estos últimos, se somete a arbitraje…, se
exceptúan de esta sumisión aquellas cuestiones que no sean de libre
disposición” (p. 4).
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La sentencia del 18 de abril de 1998, puso fin a la larga etapa de resistencia de los
tribunales españoles, con una fundamentación sencilla:
“La impugnación de acuerdos sociales está regida por normas de “ius
cogens” pero el convenio arbitral no alcanza las mismas, sino al cause
procesal de resolverlas; el carácter imperativo de las normas que regulan la
impugnación de acuerdos sociales no empecé el carácter negocial y, por lo
tanto, dispositivo de los mismos; no son motivos para excluir el arbitraje en
este tema… ni se puede alegar, bajo ningún concepto, el orden público,
como excluyente del arbitraje”.
Concluye Tarrío Berjano (2011) que este cambio jurisprudencial ha sido debido a
la consideración de que la tutela judicial efectiva prevista en el artículo 24 de la
Constitución española puede obtenerse también a través de un proceso arbitral y
en sentencia del TS 2007, de 9 de julio. Sala de lo Civil, con la idea de que la
impugnación de acuerdos sociales es materia de libre disposición por las partes.
Los argumentos a favor del arbitraje de las acciones de nulidad de Junta general y
de impugnación de acuerdos sociales son válidos por las siguientes razones
(Vicente Chuliá, 2001b, Marín Hita, 2008; Muñoz Sebaté, 1998; Tarrío Berjano,
2011; Vicent Chulía, 1990a; 2001b; Muñoz Sabaté, 1998; Muñoz Sabaté, 1998 ):
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El tratamiento jurídico del arbitraje en Nicaragua ha sido distinto, por cuanto fue
regulado en un primer momento por el Código de Procedimiento Civil de la
República de Nicaragua de 1906 (en los artículos 958 al 990), basado en la Ley de
Enjuiciamiento Civil Española, siendo un proceso obsoleto. Posteriormente La Ley
de Mediación y Arbitraje aprobada en la Asamblea Nacional de la República de
Nicaragua. Ley No. 540 del 25 de mayo del año 2005, publicada en La Gaceta,
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El 7 de julio de 2006, la CNUDMI aprobó enmiendas del párrafo 2 del artículo 1, del artículo 7 y del
párrafo 2 del artículo 35, el nuevo capítulo IV A que sustituye al artículo 17 y un nuevo artículo 2A.
Nicaragua no incluyó las novedades de la enmiendas de este año, porque la ley No. 540 fue aprobada en el
año 2005
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esta ley se regulan las etapas previas del procedimiento arbitral y el procedimiento
propiamente dicho, desde el acuerdo de arbitraje, pasando por la composición y
competencia del tribunal arbitral y el alcance de la intervención del tribunal, hasta
el reconocimiento y la ejecución del laudo arbitral, siendo considerada como Ley
UNCITRAL. Igualmente Nicaragua de previo a la entrada en vigencia de la Ley No.
540, ratificó los siguientes convenios internacionales en materia arbitral:
a) La Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial “Convenio de
Panamá”. Suscrita en Panamá el 30 de enero de 1975, ratificada por
Nicaragua en Decreto No. 54-2003, publicada en La Gaceta, Diario Oficial,
No. 126, del 7 de julio de 2003.
b) Convención sobre el Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Arbitrales
Extranjeras, suscrita en Nueva York el 10 de junio de 1958 y entró en vigor
el 7 de junio de 1959, ratificado por Nicaragua en Decreto No. 35-79, La
Gaceta Diario Oficial No. 133 del 16 de junio de 2003
c) Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y República Dominicana y
los Estos Unidos DR-CAFTA. Acuerdo presidencial de Nicaragua No. 169-
2004. Aprobado el 25 de mayo de 2004, publicado en La Gaceta Diario
Oficial No. 104 del 28 de mayo de 2004
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c) Todas las cuestiones sociales que se suscitaren entre los socios durante la
existencia de la sociedad, su liquidación o partición, serán decididas por los
arbitradores nombrados uno por cada parte y un tercero en caso de
discordia, nombrado por los mismos árbitros o por el Juez en caso de
desacuerdo. Las partes interesadas nombrarán sus árbitros en el término
que se haya prefijado en la escritura, y en su defecto, en el que señalare el
Tribunal competente. No haciéndose el nombramiento dentro del término
señalado y sin necesidad de prórroga alguna, se hará de oficio por el
Tribunal, en las personas que a su juicio sean peritas e imparciales para
entender en el negocio que se disputa (artículo 334 Código de Comercio).
d) El arbitraje a que se refiere los artículos 334, 335 Código de Comercio son
aplicables a las sociedades mercantiles de hecho de que trata el artículo
128, y a las asociaciones comerciales artículos 120, 329 a 333 del mismo
Código de Comercio.
Nos interesa analizar el artículo 334 del Código de Comercio que se refiere a la
sumisión del arbitraje en los casos expresamente señalados; en este sentido, la
Corte Suprema de Justicia se pronunció en diversas sentencias expresando que
El artículo 261 del Código de Comercio, establece que “los accionistas podrán
protestar contra las deliberaciones tomadas en oposición de las disposiciones de
la ley de los estatutos, y podrá requerir del juez competente la suspensión y la
declaración de nulidad”. Esta norma así descrita literalmente, permite que los
socios puedan recurrir ante la justicia ordinaria o ante un tribunal arbitral, por
cuanto establece la palabra “podrá” utilizada de manera dispositiva, creando la
oportunidad procesal para que los socios pacten en los estatutos sociales o
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Lo anterior queda ratificado por lo expuesto en las sentencias dictadas por la Corte
Suprema de Justicia, aunque exprese situaciones de arbitraje obligatorio, no existe
impedimento alguno para someterlos a arbitraje, siempre y cuando se derive de la
autonomía de la voluntad, principio que recoge la Ley No. 540 en su artículo 3 y el
artículo 27, que señala como requisitos para el acuerdo arbitral lo siguiente:
Asimismo, el artículo 23 y 27 de la misma ley, señala las materias que nos objeto
de arbitraje:
a) Cuestiones que hayan recaído en sentencia judicial firme, salvo los aspectos
derivados de su ejecución.
b) También las materias inseparables unidas a otras sobre las que las partes no
tengan libre disposición o cuando la ley lo prohíba expresamente o señale un
procedimiento especial para determinados casos (las que interesen al orden
público o versen sobre delitos o faltas).
c) Los arbitrajes laborales.
d) Cuestiones que versen sobre alimentos, divorcios, separación de cuerpos,
nulidad de matrimonio.
e) Sobre el Estado Civil de las personas.
f) Las causas en que se debe ser parte necesaria el Ministerio Público, ni las que
se susciten entre un representante legal con su representado.
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5. Procedimiento
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5.1.1.3 La mediación
Es definida como una actividad pre-procesal, no jurisdiccional y de carácter
potestativo, a través del cual, las partes podrán solucionar el conflicto para evitar
la iniciación del proceso (Calaza López, 2003). En este caso, la LEC sufrió
reformas en el artículo 415, por el Decreto-ley 5/2012, de 5 de marzo, de
mediación en asuntos civiles y mercantiles (vigente hasta el 27 de julio de 2012),
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la cosa. Esta petición se hace al tribunal competente del domicilio social y consiste
en conservar la cosa o hacer fehacientemente su realidad. El tribunal podrá
considerar la adopción de la medida de aseguramiento de la prueba, el eventual
ofrecimiento de la prestación de una garantía, por los datos y perjuicios que la
medida pueda irrogar o prestar caución por la práctica de la prueba (artículos 297,
298 LEC).
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Desde mi punto de vista, las posiciones adoptadas por los dos autores son
correctas, uno establece el momento oportuno para hacerse valer el derecho a
presentar la convalidación, en el tiempo establecido para contestar la demanda y
el otro denomina la subsanación como convalidación de los acuerdos. En el primer
caso, se analiza el artículo 205.3 LSC, este artículo presume que el juez que
conoce el proceso, dará por finalizada las actuaciones y mandará a archivar el
expediente, pero queda la duda como expone el Gimena Sendra, si deberá o no
dictar una sentencia un auto sobreseimiento. Por otro lado, en el caso de no ser
admitida, podrá continuarse con las actuaciones judiciales hasta la sentencia
definitiva, esto es cuando el acuerdo subsanado o presentado por el demandado,
no presenta las garantías suficientes para proceder a su archivo y auto de
sobreseimiento.
En nuestro sistema procesal, tal situación, no es viable, por cuanto, no existe una
disposición similar en el Código de Comercio, pero en la práctica mercantil, se
presentan situaciones de subsanación o convalidación de acuerdos; en estos
casos, la única alternativa es presentar el nuevo acuerdo al contestar la demanda
o durante el proceso y proceder cómo dispone el artículo 1150 del actual Código
de Procedimiento: “La confirmación, ratificación o ejecución voluntaria en la forma
y época determinadas por la ley, importan la renuncia de los medios y
excepciones que se podrán oponer contra el instrumento. Por último, el artículo
2207 del Código Civil dispone:
“Para que la ratificación expresa o tácita, sea eficaz es necesario que se
haga por quien tiene derecho de pedir la rescisión y que el acto de
ratificación se halle exento de todo vicio de nulidad”.
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Según Calaza López (2003) para convalidar los acuerdos se requieren cumplir con
los siguientes requisitos:
5.3.1 Revocación
Declaración de voluntad en la que declara inexistentes los acuerdos sociales
contrarios a la ley, estatutos y lesivo al interés social, en beneficio al interés
particular y la subsiguiente cesación de los efectos del mismo. Esta figura no es
comparable con la sustitución, a la que le resulta atribuible el efecto de
convalidación. Pues bien, a través de la revocación se da la eliminación del
acuerdo y la causa del mismo. Por otro lado, es defendido en la doctrina que el
artículo 205.2 LSC posibilita de que el juez otorgue un plazo prudencial para
solventar el vicio y para la sustitución convalidatoria (Calaza López, 2003, Gimeno
Sendra, 2000).
El artículo 2479 del Código Civil de Nicaragua expresa que todo contrato
celebrado entre las partes es ley y no puede ser invalidada, sino por
consentimiento mutuo o por causas legales. En ese mismo, sentido, el artículo
2004 del mismo Código Civil dispone:
“Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes
interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consientan
en darla por insubsistente”
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5.3.2 Sustitución
La repetición de un acuerdo social por otro, con implícita voluntad convalidatoria,
implica la adopción de un nuevo acuerdo, idéntico en su naturaleza y contenido,
pero exento de vicios. En este caso requiere que el acuerdo a adoptarse, de la
misma Junta, con idénticos requisitos formales de convocatoria, constitución y
quórum del primero, asimismo, resulta imprescindible que los acuerdos versen
sobre los mismos asuntos comprendidos en el anterior, sin perjuicio de incluir
nuevas y cuestiones válidas. Cuando que no haya ratificación del contenido del
acuerdo viciado, persistirán los vicios que servirá de fundamento a la acción,
quedando abierta la impugnación. Igual efecto, tiene cuando la Junta decide sobre
asuntos distintos al acuerdo viciado. Cuando un acuerdo divergente e incompatible
con el acuerdo precedente, la doctrina ha considerado, como una modalidad
sustitutoria con efectos convalidantes, cuya asunción es legítima. En este caso la
incompatibilidad de los acuerdos debe ser total (Calaza López, 2003, Gimeno
Sendra, 2000).
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5.3.3 Ratificación
Es la repetición en un segundo acuerdo del contenido del primero acuerdo, tiene
por finalidad dotar de publicidad al mantener el primer acuerdo, puesto que dé
haber sido impugnado el primer acuerdo, ante la repetición por la parte demanda
de los vicios alegados, lo contenido en el segundo acuerdo, habrá de estar, en
efecto de eficacia e invalidez, a lo dispuesto de la sentencia que recaiga sobre el
primero.
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Una vez que se toman los acuerdos defectuoso por la Junta e interpuesta
posteriormente, la acción de impugnación, habría que dilucidar el momento
adecuado para la regularización del acuerdo. Por una parte, puede ser antes de la
demanda o posterior a ella. Un sector de la doctrina moderna (Gimeno Sendra,
2000), es partidario de que la convalidación sea oportunamente realizada, por el
demandado en la fase de la contestación de la demanda, momento éste que
determina la finalización del proceso, siempre que el juez considere sanado el
vicio del interés impugnatorio. Asimismo, podrá hacerse valer en la audiencia
previa y provocar, un auto de sobreseimiento de los acuerdos contemplados en la
LEC artículo 423,3, 425.
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Ahora bien, las partes son dueñas no sólo del ejercicio de la acción, sino de las
pretensiones y de la finalización anormal del procedimiento, de manera que uno
de los medios para obtener la convalidación de los acuerdos es la fórmula de
autocomposición de conflicto, en este caso mediante la mediación o conciliación y
se puede hacer en la fase de audiencia previa al juicio oral, en este caso, sino se
hace antes, se podrá hacer en el plazo razonable que otorga el juez, para que
aquella, pueda ser subsanada (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).
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El plazo establecido por la LSA y LSC se dice que es imperativo, es un deber del
juez conceder el plazo para promover una actuación judicial favorable a la
resolución de conflictos internos de la sociedad. Situación que ha sido criticada por
la doctrina, porque, prejuzga la existencia de una causa de impugnación que
podrá ser subsanada (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).
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de juicio por el artículo 101 al 105 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de
Nicaragua (LOPJ). La tercera fase es la que corresponde al Juez para dictar
sentencia (artículo 424, 459).
6. Efectos de la sentencia
Según Calaza López (2003) y Leiva, J (2006) los efectos de la sentencia dictada
por los tribunales produce efectos frente a todos los accionistas, aunque no
hubieren litigado (artículo 222 LEC), pero no frente a los derechos de terceros
adquiridos de buena fe. Esta sentencia habrá de inscribirse en el Registro
Mercantil y deberá indicar la cancelación del acuerdo inscrito, así como de los
asientos posteriores que resulten contradictorios (artículo 208 LSC).
En nuestro caso, la sentencia que declara la nulidad de los acuerdos produce los
mismos efectos que señala la Ley de Enjuiciamiento Civil; aunque no lo dice el
Código de Comercio, si lo señala expresamente el Código Civil:
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Nuestro sistema se refiere a las medidas cautelares y reconoce como tales las
siguientes: el embargo preventivo (artículos 889 al 905 Pr), aseguración de bienes
litigiosos (artículos 906 al 920), la anotación preventiva de la demanda (Ley No.
698, Ley General de Registro Público aprobada el 27 de agosto de 2009,
publicada en La Gaceta, Diario Oficial No. 239), el depósito (artículo 923 Pr), el
secuestro (artículo 3514 Código Civil), suspensión de los acuerdos sociales
(artículo 261 Código de Comercio).
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El principio aludido por los autores, implica el mismo requisito en nuestro sistema
nicaragüense, en donde se debe ser accionista para solicitar la suspensión y al
menos la presunción de que se produzca el efecto esperado.
Sobre la caución, no es requisito según nuestro sistema procesal, pero puede ser
valorado por el juez que conoce, tomando en cuenta las circunstancias del hecho
y la nulidad o anulabilidad del acuerdo que se pide. Es aplicable por analogía el
artículo 888 del Pr.
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En nuestro derecho la Ley No. 698 regula esta medida cautelar en los artículos
105 y 106.
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8. Conclusiones
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acuerdo sea contrario al orden público, pero se limita en el caso de los acuerdos
anulables, por ser más de orden privado.
Para el caso de la legitimación pasiva, cabe dejar claro que el Código de Comercio
de Nicaragua regula que la administración de la sociedad anónima estará confiada
a una Junta Directiva, según los artículos 124, 243, 201, éstos son los que tienen
la representación de la sociedad, y son quienes actuarán en el proceso a través
del representante delegado por la misma Junta Directiva.
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También se puede concluir señalando que las partes son dueñas no sólo del
ejercicio de la acción, de manera que podrán resolver el conflicto por medio de los
métodos alternos de resolución de conflicto de la Ley No. 540.
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9. Referencias bibliográficas
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