Está en la página 1de 74

Volumen II

N°13

CUADERNO DE INVESTIGACION JURIDICA


Programa de Doctorado “Cuestiones Actuales del Derecho”
Cuestiones procesales de la acción
de impugnación de los acuerdos societarios
de junta general de accionistas

Christian Alberto Robleto Arana


Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Cuadernos de Investigación Jurídica


Volumen II

CUESTIONES PROCESALES DE LA ACCIÓN DE


IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS SOCIETARIOS DE JUNTA
GENERAL DE ACCIONISTAS

Christian Alberto Robleto Arana

Managua, Nicaragua 2012


Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

CUESTIONES PROCESALES DE LA ACCIÓN DE


IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS SOCIETARIOS DE JUNTA
GENERAL DE ACCIONISTAS
Christian Alberto Robleto Arana1
robleto@ns.uca.edu.ni

Resumen

La presente investigación sobre las cuestiones procesales de la acción de impugnación


de los acuerdos societarios de Junta general de accionista, es un estudio comparativo
entre el sistema español y nicaragüense que aborda el objeto del proceso como
pretensión que el demandante hace valer contra el demandado para obtener un resultado
conforme a derecho a través de la declaración la nulidad y anulabilidad de los acuerdos
sociales. Posteriormente se analiza dentro del proceso los requisitos procesales de la
legitimación, los plazos y la competencia judicial y arbitral. Los criterios de análisis
comparativos permiten identificar los problemas jurídicos del sistema nicaragüense al
ejercer la acción ante las autoridades correspondientes.

Palabras claves: Proceso, impugnación, legitimación, competencia, convalidación,


accionistas, Junta

Abstrac: The research on the procedural issues for action contesting the corporate
resolutions of the shareholders meeting is a comparative study between Spanish and
Nicaraguan legal system that addresses the object of the procedure in the plaintiff claims
against the defendants to obtain lawful results through recognition of nullity and voidability
of social agreements. Later is analyzing the procedural requirements of legitimation,
deadlines and the competition both between the judicial and arbitral tribunal. The
benchmarking criteria allow identifying the main problems of Nicaraguan legal system to
take an action into the appropriate authorities.

Keywords: Procedural, nullity, voidability, legitimation, board, shareholder, recognition.

Sumario: Introducción. 1. El objeto procesal de la impugnación de los acuerdos


societarios. 2. Plazos para el ejercicio de la acción de impugnación de acuerdos
societarios. 3. Legitimación activa. 3.1 En las pretensiones declarativas de nulidad. 3.2
En las pretensiones constitutivas de anulación. 3.3 Legitimación pasiva. 4. La
competencia. 5. Procedimiento. 5.1 Actos preparatorios del proceso ordinario. 5.2
Demanda, admisión y contestación. 5.3 La audiencia previa y convalidación del acuerdo
impugnado. 6. Efectos de la sentencia. 7. Las medidas cautelares en el
procedimiento de impugnación de acuerdos sociales. 8. Conclusiones. Referencias
bibliográficas.

1
El presente trabajo es producto de la labor investigadora realizada durante el Período de
investigación del Programa de Doctorado “Cuestiones actuales del Derecho”, bajo la tutoría
académica del Dr. Jesús Jusseth Herrera Espinoza/ Facultad de Ciencias Jurídicas, Universidad
Centroamericana, Nicaragua 2012.
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Introducción

La acción de impugnación de acuerdos sociales de la Junta general de accionistas


ha sido objeto de regulación en las legislaciones modernas como la contenida en
la Ley de Sociedades Anónimas de 1989 y recientemente, en la Ley de
Sociedades de Capital del año 2010, ambas de España. Nuestro sistema
comercial no tiene una regulación especial sobre esta materia, siendo únicamente
el artículo 261 del Código de Comercio la base jurídica para analizar y comparar la
viabilidad de esta acción procesal.

Para el estudio de esta institución jurídica se han retomado referencias


bibliográficas de los principales autores españoles que más se han destacado en
el estudio jurisprudencial de dicho instituto, por lo que se ha tratado de hacer una
comparación entre ambos sistemas, con el objeto de identificar los vacíos
normativos que existen en Nicaragua y entrar al debate teórico y práctico en el
derecho procesal mercantil.

Los objetivos propuestos para la investigación consisten en analizar las etapas del
proceso de impugnación de los acuerdos societarios y demostrar que este
mecanismo de defensa es un instrumento que persigue el interés social y no
precisamente el interés particular de los accionistas.

En el primer tema se aborda el objeto del proceso como fundamento jurídico para
ejercer la acción de impugnación procesal. En el orden de importancia se pasa al
estudio de los plazos para ejercer la acción de nulidad y anulabilidad de los
acuerdos. Luego, se estudia el proceso como tal, destacando la importancia de la
legitimación de las partes procesales, la competencia, la convalidación de los
acuerdos y se finaliza con los efectos de la sentencia.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

1. El objeto procesal de la impugnación de los acuerdos societarios

Para comprender el objeto del proceso de la impugnación de los acuerdos


sociales, es importante destacar la definición doctrinal de la pretensión del objeto
procesal definido por Romaniello (2012), según el autor éste consiste en:

El poder jurídico concedido a todo ciudadano, de solicitar del Juez la


composición de la litis, mediante la actuación de la pretensión que hace
valer el demandante contra el demandado, para darnos cuenta en seguida
que de lo que se trata en el proceso, es de la pretensión que hace valer el
demandante contra el demandado; esto es que el conjunto de conductas
que intervienen organizadamente en el proceso, giran todas en torno a la
pretensión; porque fundamentalmente, la conducta principal del
demandante consiste en hacer valer o plantear la pretensión; la del
demandado, en oponerse a ella o satisfacerla; y la del sentenciador en
examinarla en su mérito, para acogerla o rechazarla. Por tanto, la
delimitación objetiva del proceso está dada por la pretensión que es la
materia de que se trata en el mismo y constituye el objeto de la
sustanciación (p. 830).

En relación con la definición anterior, el artículo 261 del Código de Comercio de la


República de Nicaragua tiene por objeto la impugnación de los acuerdos
societarios; razón por la cual, el objeto procesal de esta acción viene determinado
por las pretensiones del demandante, con el fin de obtener una resolución
favorable y definitiva. Asimismo, comenta Tórrez Peralta (2011) que la
Constitución Política de Nicaragua en el artículo 34, identifica el proceso como el
instrumento para conseguir la tutela efectiva que recae en la obtención de una
sentencia sobre los temas jurídicos materiales. Por ello, la Ley Orgánica del Poder
Judicial de Nicaragua (Ley No. 260 aprobada el 7 Julio 1998, publicada en la
Gaceta No. 137, de 23 Julio de 1998), dispone que los Jueces y Tribunales deban
resolver las pretensiones que se formulen.

El objeto litigioso de la impugnación, persigue identificar y reconocer las


pretensiones de irregularidad jurídica presentadas en el proceso de formación de
voluntad social, como en el desenvolvimiento de la vida social de los acuerdos
societarios adoptados por los órganos deliberantes que por causa de su contenido
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

resultan ser constitutivos de nulidad o anulabilidad (Calaza López, 2003; García


Rendón, 1993; Otaegui, 1978; Valenzuela Cano, 2011). En consecuencia, el
objeto del proceso son “los acuerdos sociales” y lo definen las partes, en virtud del
principio dispositivo y de aportación de partes que rige el principio civil (Tapia
Fernández, 1999; Cabrera Mercado, 2009).

Calaza López (2003) sostiene que identificado el objeto litigioso, se debe estar
claro de los presupuestos procesales, como requisitos de los sujetos, al momento
de ejercer la acción, su ausencia impide al órgano jurisdiccional, examinar el fondo
de las pretensiones, de lo contrario, la ausencia de los mismos, puede causar la
imposibilidad del ejercicio de la acción. Pues bien, los presupuestos procesales
pueden estudiarse como los requisitos materiales o de fondo, éstos son los
inherentes a la pretensión de nulidad o anulabilidad de los acuerdos, su
inexistencia podrá dar lugar a una sentencia absolutoria de fondo para el
demandado.

Los requisitos materiales o de fondo, pueden ser subjetivos y objetivos. Son


subjetivos, los que vienen determinados por la legitimación activa y pasiva de las
partes, constituyen el verdadero fundamento de las pretensiones; y objetivos,
porque vienen determinados por la petición y fundamentación fáctica y jurídica. En
consecuencia, la petición es la declaración de voluntad que integra el contenido
sustancial de la pretensión, en la que se distingue el objeto inmediato, siendo la
nulidad o anulabilidad del acuerdo social; en cambio, el objeto mediato, recae en
el acuerdo social; y la fundamentación, viene integrada por la alegación de los
hechos y el derecho (Calaza López, 2003, Logendio Obsorne en Jiménez
Sánchez, 2000; Mscheroni, 1987, Candelaria Macías & Rodríguez Grilla, 2011;
Faus, 2012).

Según Gimeno Sendra (2000) encontramos dos clases de pretensiones en materia


procesal societaria: Las pretensiones declarativas de nulidad y las pretensiones
constitutivas de anulación.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

a) Las pretensiones declarativas de nulidad


Lo constituyen todas aquellas declaraciones, que tengan por objeto solicitar al
órgano jurisdiccional el reconocimiento de la nulidad de un acuerdo, adoptado con
infracción de alguna norma del ordenamiento jurídico, tanto las causales de orden
imperativas, como las dispositivas.

Robleto Arana (2012) afirma que en el Derecho Comercial nicaragüense las


principales causas de nulidad de los acuerdos societarios en la Junta general de
accionistas, que se pueden alegar como pretensiones declarativas de nulidad, son
las siguientes:
- Por defecto de convocatoria, cuando convoca un órgano que no tiene
competencia o por un órgano cuyas funciones se encuentran vencidas;
cuando la convocatoria no figura el nombre de la sociedad, cuando la
convocatoria se publica en cualquier medio de comunicación y no en la
Gaceta Diario Oficial (artículos 124.2, 251, 252, 253 Código de Comercio de
Nicaragua “Cc”).
- Cuando se convoca a una Junta Ordinaria y se acuerdan asuntos que se
deben someter a Junta Extraordinaria (artículos 262 Cc).
- Los acuerdos adoptados por la Junta en la que no se formó la lista de
asistencia y no pudo determinarse el quórum (artículos 234, 253, 256, 262
Cc).
- Nulidad por ser contrarios al orden público, las costumbres y las leyes
(artículos 203, 305, 229 CC).
- Los acuerdos adoptados fuera de la competencia de la Junta general de
accionistas (artículos 257, 243, 244, 273, 246, 245, 210, 212, 262, 214, 215,
263, 274, 277, 233, 250, 259 Cc).
- Acuerdos que alteran el valor de las acciones, en contradicción de los
principios del capital social (artículos 124.8, 224 Cc).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

b) Las pretensiones constitutivas de anulación


Son aquellas pretensiones cuyo objeto viene determinado por la impugnación de
un acuerdo viciado, pero que puede ser válido, hasta tanto, una sentencia declare
lo contrario. En este caso, la causa de anulabilidad es su apariencia de legalidad,
aunque en el fondo, es una actuación fraudulenta (Gil Sáez, 1993).

Según Robleto Arana (2012) en el Derecho Comercial nicaragüense las


principales causas de anulabilidad de los acuerdos societarios en la Junta general
de accionistas que se pueden alegar como pretensiones constitutivas de
anulabilidad, son las siguientes:
- Por no cumplir con el plazo previsto entre una convocatoria y otra, siempre
que se haya estipulado plazo en los estatutos (artículo 124 Cc).
- Cuando el lugar para la celebración de la Junta es un lugar diferente a su
domicilio registral (artículos 124.2 Cc, 34 Código Civil de Nicaragua “C”).
- La Junta universal en la que no comparecen todos los socios (artículo 124
Cc).
- Por incapacidad de los socios.
- Por falta de forma al asentar las actas de Junta general de accionista
(artículos 256 Cc)
- Acuerdos que se oponen a los estatutos.
- Los acuerdos que lesionan en beneficio uno o varios accionistas o de
tercero, los intereses de la sociedad. Asimismo, la doctrina jurisprudencial
española, contenida en STS de 2 de julio de 1963, STS de 11 de mayo de
1968, STS de 9 de octubre del 2009, considera que este daño o lesión
puede ser potencial, es decir, no es necesario que se produzca, para
deducir la pretensión impugnatoria.

Concluyen Gimeno Sendra (2000) y Candelario Macías (2011) que el objeto


procesal especial lo constituyen los acuerdos sociales que la ley determina y en
particular, los acuerdos nulos o anulables que emanan de órganos deliberantes.
Criterio que ratifica la sentencia STS del 6 de julio de 1973, la que declara:

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

“Los acuerdos sociales, susceptibles de impugnación, son todos aquellos,


que sirven para preparar las Juntas en que hayan de adoptarse y en las que
se pueden tomar decisiones, que afecten a su posible eficacia y los que,
efectivamente sean consecuencias de la Junta misma, en la que pueden
cometerse dichas infracciones”.

Aclarando el término de nulidad de los acuerdos sociales, Guzmán García


(2012), analiza desde la teoría del negocio jurídico, en relación a la
ineficacia e invalidez, señala notables diferencias que la doctrina ha
reconocido, pero que nuestro derecho confunde, porque en muchas
ocasiones se refieren a lo mismo. En ese sentido, la ineficacia de un
negocio jurídico se produce porque su resultado no se concreta en la
realidad. Por otra parte, la invalidez de un negocio jurídico lo es por
deficiencia de elementos constitutivos del acto o contrato, presentando
anomalías en su eficacia, dando lugar a contratos ineficaces plenamente
válidos. Dicho lo anterior, el autor presenta los tipos de invalidez contractual
(inexistencia, nulidad, anulabilidad). La inexistencia, requiere que concurran
elementos considerados como esenciales para su formación, pero cuando
éstos no se encuentran, entonces no existe el contrato, pero las partes
podrían haber iniciado el contrato con algunas actividades que se asumen
como válidas y eficaces, pero que debe ser traducida como tal a través de
una realidad jurídica, situación que nos lleva a declararla judicialmente. En
consecuencia, esta forma de inexistencia no difiere del fijado para la nulidad
absoluta (arts. 2011, 2212, 2214, 2447 Código Civil).

En relación a la nulidad y su confusión respecto a los términos de rescisión


y resolución, Díez Picazo citado por Guzmán García (2012) define la
nulidad como “la afectación del contrato que consiste en hacerlo inhábil
para producir consecuencias jurídicas, puede ser total y definitiva, sin
posibilidad alguna de rehabilitación, o bien parcial y relativa” p. 99. En ese
orden lógico, nuestro Código Civil adopta la nulidad absoluta y relativa. En
el primer caso, es una afectación radical y automática que se produce ipso
iure, sin necesidad de ser ejercitada acción alguna, pero que en nuestra
realidad jurídica y doctrinal, no puede ser así, puesto no puede por sí
mismo ser declarado inexistente, sino que requiere ser declarado
judicialmente y tener el efecto de retrotraer las circunstancias al estado
anterior al acto (2201 Código Civil), las deficiencia son tan graves, que no
pueden ser objeto de subsanación o ratificación. En el segundo caso, la
nulidad relativa (rescisión), ha sido confundida por nuestros legisladores,
una se refiere a la nulidad como tal y la otra, a la acción que se ejercita
procesalmente, por lo tanto, ante los tribunales no se ejercita la acción de
nulidad relativa (artículo 2202 Código Civil), sino una acción de rescisión
(Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de las once de la mañana de
1919), cuyas consecuencias tienen como efecto retrotraer las cosas al
mismo estado en que se hallarían sino hubiere existido (artículo 2211
Código Civil).
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Al respecto, expone Candelaria Macías que cerrado en las anteriores


valoraciones, arrastraría a negar la imposibilidad de impugnar los actos del órgano
colegiado cuando no demuestren su naturaleza jurídica de acuerdos, en
consecuencia es objeto de un juicio ordinario, como lo dispone el artículo 249.1.3
de la Ley de Enjuiciamiento Civil Español (LEC) y artículos 207 y 208 del Real
Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, de la Ley de Sociedades de Capital de
España (LSC). Por su parte, Muñoz Sabaté (1998) dice que las causales de
impugnación de acuerdos sociales entran dentro del ámbito del arbitraje, en tanto
se estima que en principio, no quedan excluidos del arbitraje.

En Nicaragua, la acción de impugnación no está provista una matriz procesal


específica y por ende, se le da el tratamiento del juicio ordinario previsto en el
artículo 6 del Código de Procedimiento Civil de Nicaragua (Pr). Asimismo, el
artículo 389 del Anteproyecto del Código de Procedimiento Civil de la República
de Nicaragua literal d) establece que se conocerán y tramitarán como proceso
ordinario, cualquiera que sea su cuantía la demanda de impugnación de acuerdos
sociales.

2. Plazos para el ejercicio de la acción de impugnación de acuerdos


societarios

Al respecto expone Calaza López (2003) que desde el punto de vista de la


concepción clásica, la nulidad absoluta o radical, es considerada como la máxima
sanción que el ordenamiento jurídico aplica al negocio jurídico, negándole la
posibilidad de subsistir, por lo que tampoco es aplicable la posibilidad de
subsanación o convalidación, como lo expresa también Garrigues (1976), esta
concepción clásica se ha visto desplazada por una serie de plazos de caducidad
que lo podemos observar en el Real Decreto Legislativo de España 1564/1989, de
22 de diciembre, de la Ley de Sociedades Anónimas de España (LSA) y en el
actual Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, de la Ley de Sociedades de

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Capital (LSC), tanto para el ejercicio de la acción constitutiva de anulabilidad,


como en la declarativa de nulidad, circunstancias que se debe a la seguridad y
celeridad del tráfico mercantil.

Dicho en otras palabras por Gimeno Sendra (2000):


Las mismas razones que abonan por someter a caducidad el ejercicio de
las acciones constitutivas, son las que han abogado por someter similares
plazos la interposición de demandas de nulidad, y es que, ni la sociedad
mercantil, ni los terceros pueden verse expuestos a la eterna posibilidad de
una sentencia declarativa que con efectos ex tunc, venga a sancionar la
nulidad de un acuerdo social (p.353)

Por tanto, los plazos han sido objeto de una distribución de cómputo, en función a
la gravedad del vicio y a la pretensión que amparada en éste, se ejercite.

En este particular, Uría González, Menéndez, y García Enterría (1999), advierten


que la legislación trata de evitar que la actividad social se vea perturbada por
impugnaciones tardías e intempestivas, que afecten los actos ya perfeccionados y
el propio tráfico jurídico, por lo que las políticas legislativas le otorgan prioridad al
principio de estabilidad de los acuerdos sociales, respondiendo entonces a
razones de celeridad del tráfico mercantil.

Nuestro sistema comercial nicaragüense no establece plazos para ejercer la


acción de impugnación de acuerdos societarios, ni tampoco deben confundirse los
términos de prescripción establecidos en el Código de Comercio en su artículo
1150 y siguiente; en consecuencia, seguimos la concepción clásica, aplicando las
disposiciones del Código Civil sobre la nulidad o anulabilidad de los contratos
(artículos 2201 y siguiente).

La determinación del plazo de los acuerdos viciados estará determinada en razón


a la naturaleza de los acuerdos, de la materia y del órgano que la emite. Tanto la
LSA (artículo 116.1.2) derogada, como la LSC actual (artículo 205.1.2), otorgan en
función a la pretensión el plazo de un año para el ejercicio de la acción declarativa

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

de nulidad, frente a cuarenta días de la constitutiva de anulación. Por otro lado,


ambos cuerpos normativos citados señalan que los acuerdos contrarios al orden
público no tienen plazo de caducidad. Es decir, que en este último caso que no
tienen plazos de caducidad los acuerdos societarios que lesionen los intereses de
la sociedad o de uno o varios accionistas, pueden incurrir en el elemento típico de
delito societario, regulado en el Código Penal de España (artículos 290 al 297); los
acuerdos que pudieran infringir las normas constitucionales tuteladoras de los
derechos fundamentales (Gimeno Sendra, 2000, Palau Ramírez, 2004).

García Guzmán & Herrera Espinoza (2009) aclaran que el Código Civil de
Nicaragua, establece que la nulidad y sus efectos son de orden público, por lo que
puede ser intentada judicialmente, incluso por un tercero y también puede ser
declarada oficiosamente por el juez.

Podemos afirmar que para ejercer la acción declarativa de nulidad en el sistema


nicaragüense, no existe un plazo de caducidad, como se puede valorar en el
artículo 2204 de manera que coincido con el planteamiento de los autores citados
anteriormente. En el caso de la nulidad o anulabilidad, se encuentran
determinados dentro de los cuatro años contados desde la fecha de celebración
del contrato.

En el derecho Español los acuerdos incursos en vicios del consentimiento, las


leyes especiales, no establecen plazo de caducidad, en consecuencia se plantea
la aplicación del artículo 1301 del Código Civil Español, mediante la aplicación de
la solución cuatrinal. La interpretación anterior, sigue siendo objeto de debate, por
cuanto, son aplicables las disposiciones societarias actuales (Calaza López, 1999;
Gimeno Sendra, 2000).

Según el artículo 251 de LSC, los acuerdos emitidos por el consejo de


administración cuentan con un plazo especial de 30 días para ser impugnables,
igualmente podrán impugnar los acuerdos, los accionistas que representen un 5 %

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

del capital social, en el plazo de treinta días desde que tuvieren conocimiento de
los mismos, siempre que no hubiere transcurrido un año desde su adopción. Este
tratamiento normativo, diferente a los acuerdos emitidos por Junta general de
accionistas se debe al grado de conocimiento que tienen los administradores de
los acuerdos adoptados, frente a la condición de indefensión que pueden
encontrarse los accionistas que desconocen los acuerdos adoptados, la prueba de
desconocimiento corresponde en este caso al impugnante. Por lo tanto, el límite
temporal de esta acción de impugnación responde nuevamente a la seguridad y
celeridad que impiden mantener indefinidamente la incertidumbre sobre la validez
e invalidez de un acuerdo del consejo de administración.

Nuestro sistema jurídico nicaragüense a diferencia del español, no establece plazo


para que los acuerdos de la Junta Directiva sean objeto de impugnación, en este
caso, le es aplicable el artículo 261 y comprende el mismo procedimiento y plazos
de caducidad anteriormente citados.

En el caso de los acuerdos de Junta general de accionistas sobre fusión o


escisión, éste constituye otro supuesto especial, por cuanto, en este caso se
determina un plazo para la impugnación de los acuerdos de este tipo, quedando
sometido al caducable plazo de tres meses contados desde la fecha en que la
fusión fuera oponible a quien invoca la nulidad, según art. 47.2 de la Ley 3/2009,
de 3 de abril de España, sobre modificaciones estructurales de las sociedades
mercantiles.

El Código de Comercio de Nicaragua regula la fusión en los artículos 263 a 268,


de manera especial, y establece un plazo de oposición en los artículos 264, 265,
en donde se prevé que el acuerdo de fusión tendrá efecto transcurrido tres meses
después de su publicación y del acuerdo, pueden oponerse cualquier acreedor de
las sociedades que hayan de entrar a la fusión, ésta oposición suspende la fusión
hasta que se resuelva judicialmente. El artículo 266 dispone que transcurrido el

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

término del artículo 264 o cumplida las prescripciones, se tendrá por definitiva la
fusión.

Afirman Calaza López(1999) y Gimeno Sendra (2000) que los plazos para ejercer
la acción de impugnación son de caducidad y no de prescripción, justificada,
porque la caducidad opera “ex lege”, con el principal objetivo de dar seguridad al
tráfico mercantil, y con la finalidad de otorgar un criterio uniforme de normalización
de un orden jurídico, a través del establecimiento de un plazo prudencial de tiempo
para ejercer el derecho o acción, transcurrido el cual, deviene inútil, sin que las
partes o el tribunal puedan alterar las consecuencias extintivas del mismo. Por
tratarse, de un plazo de derecho material y no de un término judicial, deben
computarse por días naturales, sin descontarse los días inhábiles se le ha
caracterizado de orden público, por lo que los tribunales pueden declararlo de
oficio.

El plazo inicia desde la adopción del acuerdo y en el caso de ser inscrito desde la
publicación e inscripción en Registro Mercantil (artículo 205.3 LSC). Técnicamente
la legislación española expresa que el plazo empieza a correr al día siguiente y se
contará el día de vencimiento que expira a las 24 horas. En el caso de los plazos
fijados por meses o años, se computarán de fecha a fecha, cuando en el mes de
vencimiento no hubiere día equivalente al inicial, el plazo expira el último día del
mes. La doctrina jurisprudencial (STS del 3 de octubre de 1990) ha concluido que
los plazos determinados de fecha en fecha vencen el mismo día de publicación o
notificación, no el siguiente del mes correspondiente a aquel en que el acuerdo fue
adoptado o en el caso de imperativa publicación en el Registro Mercantil (Calaza
López, 2003). Si el plazo de caducidad vence y sucede un nuevo titular de las
acciones, éste no puede ejercer la acción por no haberlo ejercido dentro del plazo
legal (STS del 2 de octubre de 1972).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Nuestras leyes especiales, lo mismo que el Código de Comercio no regulan los


plazos desde el punto de vista del inicio y finalización del mismo; sin embargo el
Título preliminar del Código Civil en los epígrafes XXVI al XXXII, regula las reglas
en cuanto al modo de contar los intervalos de tiempo, siendo los siguientes:
a) El día es el intervalo entero que corre de media noche a media noche; y los
plazos de días no se contarán de momento a momento, ni por horas, sino
desde la media noche en que termina el día de su fecha.
b) Los plazos de mes o meses, de año o años, contarán respectivamente de
treinta y de trescientos sesenta y cinco días. Un plazo que principia el
quince de un mes, terminará al principiar el quince del mes
correspondiente; y el de un año que empiece el doce un mes, terminará al
principiar el doce del mismo mes del año siguiente.
c) Si el plazo de mes o año principia el primero de dichos mes o año, se
computará por los días correspondientes al mes o año. Así, el plazo de un
mes que empiece el primero de enero termina el treinta y uno del mismo
enero; y un plazo de un año que empiece el primero de enero, concluye el
treinta y uno de diciembre.
d) Si el mes en que ha de principiar un plazo de meses o años constare de
más días que el mes en que ha de terminar el plazo, y si el plazo corriere
de alguno de los días en que el primero de dichos meses excede al
segundo, el último día del plazo, será el último día de este segundo mes.
e) Todos los plazos serán continuos y completos, debiendo siempre terminar
en la media noche del último día; así, los actos que deben ejecutarse en o
dentro de cierto plazo, valen si se ejecutan antes de la media noche en que
termina el último día del plazo.
f) En los plazos que señalen las leyes, los tribunales o los decretos del
Gobierno, se comprenderán los días feriados, a menos que el plazo
señalado sea de días útiles, expresándose así.
g) Las disposiciones anteriores serán aplicables a todos los plazos señalados
por las leyes, por los jueces o por las partes en los actos jurídicos, siempre
que en las leyes o en esos actos no se disponga de otro modo.

3. Legitimación activa

Según Calaza López (2003) citando a Fairen Guillén y Prieto Castro, afirman que
desde el punto de vista del derecho procesal, la legitimación consiste en una
relación jurídica que vincula a las partes con el objeto procesal (legitimación activa
y pasiva). También, significa cualidad, posición que asume un sujeto frente a las
personas, bienes, intereses, que a su vez determina el derecho de incoar un
proceso en contra de otra, gravado con la carga de contradecir.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Almagro Nosete (1991) considera que la legitimación para que sea fructuosa pasa
por las siguientes fases:
a) Un reconocimiento de un derecho general de accionar que vincula al juez
competente a dictar una sentencia de fondo, sea estimatoria o absolutoria.
b) La legitimación es una condición jurídica de orden público procesal,
apreciable de oficio.
c) La alegación de interés jurídicamente relevante al que el derecho erige en
razón justificativa de las consecuencias jurídicas que se pretende.
d) Es preciso que el órgano jurisdiccional constate si la posición jurídica
subjetiva que la ley le atribuye es jurídicamente suficiente para pedir el
efecto jurídico que se pretende.
e) Que exista coherencia entre la posición jurídica subjetiva invocada con las
peticiones que se deducen.

La doctrina clásica construida sobre la base de la Ley de Sociedades Anónimas


(LSA) de España, de 1951, atribuye la legitimación activa para impugnar los
acuerdos de sociedades a los socios, accionistas y asociados, según la teoría del
interés; es decir, que toda persona que sufra daño de los acuerdos emitidos por la
Junta general, tiene interés en interponer la acción de impugnación. En este caso,
el interés de quien solicita la nulidad o anulabilidad viene tutelado por el
ordenamiento societario. Igualmente tienen interés legítimo los accionistas
concurrentes a la Junta general que se oponen al acuerdo impugnado, los
ausentes y los que hubiesen sido ilegítimamente privados de su derecho al voto.
Igualmente esta concepción doctrinal, reconoce el derecho de los miembros de la
Junta directiva o administración, aunque no sean socios, en los casos de acuerdos
nulos por ser contrarios a la ley (Garrigues, 1976).

La LSA de 1989 (artículos 143, 117) y la actual LSC de 2010 (en los artículos 206,
251) establecen que están legitimados para impugnar los acuerdos nulos todos los
socios, los administradores y cualquier tercero que acredite interés legítimo; los

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

acuerdos anulables están legitimados los socios asistentes a la Junta que


hubiesen hecho constar en acta su oposición al acuerdo, los ausentes y los que
hubiesen sido ilegítimamente privados del voto, así como los administradores
(Faus, 2012). Los administradores podrán impugnar los acuerdos nulos y
anulables del consejo de administración o de cualquier otro órgano colegiado de
administración, en el plazo de treinta días desde su adopción. Igualmente podrán
impugnar tales acuerdos los socios que representen un cinco por ciento del capital
social.

Nuestro sistema legal nicaragüense, en los artículos 261, 245 del Cc y 2204 C,
legitiman para impugnar los acuerdos nulos y anulables a:
a) Todo accionista de la sociedad anónima. Artículo 261 primer párrafo CC
b) Los administradores. Artículo 245, 261 segundo párrafo Cc. En Nicaragua,
los administradores de la sociedad anónima deben ser socios conforme el
artículo 244.
c) Por accionistas que hubiesen sido privado de su derecho al voto. En este
caso, el Código de Comercio reconoce en el artículo 211, el derecho del
socio que le han modificado sus derechos, sin su consentimiento, razón por
la cual, debe entenderse que estuvo ausente en el momento en que se
tomaron los acuerdos.
d) Los accionistas ausentes. Aunque el artículo 261 no se refiere
expresamente a los ausentes, debe entenderse que los efectos de los
acuerdos de Junta general de accionista, se toma por mayoría de acciones
y en consecuencia, pueden haber accionistas ausentes en la toma de
decisiones, cuyos efectos del acuerdo pueden ser perjudicial.
e) Los asistentes a la Junta que se hubiesen opuesto a la decisión. Esta
hipótesis, no fue acogida por la disposición estudiada, razón por la cual, se
presume integrado en el artículo 261 del CC.
f) En el caso de los acuerdos nulos, se agregan los terceros que acrediten
interés legítimo según el artículo 2204 C.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

3.1 En las pretensiones declarativas de nulidad


El actor en este caso debe tener legitimación activa, propia o directa, capacidad
“legitimatio ad causam”, por cuanto integra el presupuesto de la acción de fondo o
denominado presupuesto de la estimación de la demanda, en caso contrario el
juez se puede abstener de conocer la acción de fondo y dictar una sentencia
desestimatoria de la pretensión intentada por carecer de un presupuesto procesal.
Así, en el terreno societario, los elementos legitimadores, son verdaderos
presupuestos procesales, como sucede con la acreditación de socio o accionista
en un primer momento del litigio. Para la doctrina jurisprudencial, ésta debe ser
una cuestión que debe ser examinada de oficio, STS del 21 de febrero de 2001
(Calaza López, 2003, Candelario Macías, 2011, Faus, 2012).

Se consideran legitimados originarios de la pretensión declarativa de nulidad, los


accionistas, socios y asociados, que actuando de buena fe, son los únicos
participantes activos de la vida patrimonial de la sociedad y que hace depender la
motivación para el mantenimiento de la acción. Por lo tanto, el accionista que
intenta la acción de impugnación de los acuerdos sociales, afectados por nulidad o
anulabilidad, no actúan en nombre e interés de la sociedad, sino del suyo propio,
de manera que el interés del resto de socios resulta por vía indirecta, cuando
triunfa la pretensión de aquél, la sentencia que se dicte produce efectos “erga
omnes”. Los accionistas presentes o ausentes, aunque los primeros hubieren
votado a favor o no sobre el acuerdo tomado, pueden ejercer la acción, no siendo
aplicable en este caso la teoría de los propios actos, por cuanto el interés social
prima sobre el interés individual jurídicamente tutelado (Calaza López, 2003).

En Nicaragua, el accionista de la sociedad anónima que impugna un acuerdo,


debe actuar con legitimidad propia, directa y con capacidad para ejercerla,
cualidad que tiene según los artículos 124.7.8 y 201 del Cc, es decir, desde que es
titular de las acciones, ya tiene legitimación activa originaria, independientemente
la cantidad de acciones que tenga. En el ejercicio de la acción que éste presente

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

ante los tribunales, se presume que prevalece el interés social, sobre el interés
particular.

El accionista que se encuentra temporalmente privado de su derecho a voto, así


como el que no puede ejercerlo por falta de inscripción por hallarse inmerso en
una situación de mora, está facultado para ejercer la acción de impugnación
contra los acuerdos adoptados, que lo hayan sido con vicios de nulidad. Asimismo,
unas acciones adquiridas mediante negocio fiduiciario, goza de legitimación activa
para impugnar los acuerdos sociales. Pues, bien, la condición de accionista debe
acreditarse en el momento de interponer la demanda, si un accionista transmite
sus acciones y lo hace posterior al acuerdo, no mantiene la legitimación originaria
referida en este tema, asimismo, el accionista que vota en la junta e impugna el
acuerdo y posteriormente transmite sus acciones, pierde su condición de socio
accionista y con ella su interés legal y la facultad impugnatoria. Este mismo efecto,
se presenta, cuando el accionista impugna, presenta la demanda y durante el
juicio pierde su condición de socio, no podrá mantenerse como legitimado activo
(Calaza López, 2003).

En nuestro sistema legal, si el accionista que se encuentra privado de su derecho


al voto, por razones injustificadas, no pierde la legitimación activa para ejercer la
acción de impugnación, como el caso señalado en el artículo 211 Cc. En cambio,
el tratamiento jurídico para el accionista moroso es distinto, éste, mientras se
encuentre en el plazo otorgado para hacer el entero de lo que corresponde
(según el artículo 124.9 Cc), estará legitimado, asimismo, si encuentra dentro de
los dos meses que tiene como plazo de gracias, pero cuando vence, pierde el
derecho de legitimación activa, por cuanto, pierde todos sus derechos sociales,
por estar moroso. En el caso de las acciones adquiridas a través de un negocio
fiduciario, el fiduciario tiene legitimidad activa, siempre que su titularidad como tal
se encuentre inscrita en el libro de acciones de la sociedad (artículos 6 y 9 c), d)
de la Ley sobre el Contrato de fideicomiso, Ley No. 741 (aprobada el 4 de

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

noviembre del 2010, publicada en La Gaceta Diario Oficial No. 11 del 19 de enero
del 2011).

En el caso de la adquisición de la condición de accionista en un momento


posterior al del acuerdo y cuando se procede a impugnarlos, adquiere la falta de la
debida diligencia de su transmitente, acatando la situación social o dicho de otro
modo, se subroga los derechos del transmitente, tal como la tenía el anterior
accionista, excepto por caducidad de la acción, a no ser que se encuentre en
tiempo. Sobre lo anterior, existen dos posiciones doctrinales, la primera permite la
concesión; es decir, la asunción del ejercicio de la acción de impugnación; sin
embargo, otro sector, señala que la facultad de impugnar no puede ser iniciada
por un sujeto que no goza de la cualidad de accionista en el momento de la
aprobación del acuerdo, ni paralelamente ser transmitida durante la transmisión
del procedimiento (Calaza López, 2003).

La transmisión de acciones posterior al acuerdo no produce efectos, sino desde la


fecha de su inscripción, según el artículo 230 Cc, el accionista originario, pierde el
derecho de ejercer la acción de impugnación; en cambio, si el adquirente de las
acciones tiene inscrita su titularidad en el libro respectivo, y está en tiempo y
forma, podrá ejercer la acción de impugnación. Por otro lado, cuando el accionista
impugnante presenta la demanda y transmite su derecho, aunque no es un caso
claramente determinado por nuestro Código de Comercio, debemos entender que
este accionista pierde su condición y no podrá proseguir con el juicio; es decir,
pierde la legitimación activa, aunque el adquirente podrá continuar con la acción,
siempre y cuando se le hayan cedido los derechos litigiosos junto con la
transmisión de las acciones debidamente inscrita en el Registro o libro de
acciones de la Sociedad Anónima (artículos 2471 y siguiente C).

En la misma lógica que expone Calaza López (2003), en nuestro sistema


comercial de Nicaragua la acreditación de socio o accionista, en el momento de la
presentación de la demanda, corresponde a quien alega el vicio que adolece el

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

acuerdo impugnable conforme al artículo 261 Cc, puede hacerse con la simple
presentación al proceso de los títulos o en su caso la certificación acreditativa de
su depósito en una institución autorizada (artículo 37 Cc). Tratándose de acciones
nominativas será necesario obtener la inscripción en el libro de registro (artículos
37, 232 Cc). En el caso de acciones representadas por medio de títulos al portador
deberá ser por medio de la presentación de los mismos por su legítimo titular
(artículo 38 Cc). Las acciones representadas por medio de anotaciones en cuenta
deberá acompañarse a la demanda la certificación del registro contable de la
entidad emisora (artículo 86 Ley de Mercado de Capitales, Ley No. 587, aprobada
el 26 de octubre del 2006. Publicada en la Gaceta Diario Oficial No. 222, del 15 de
noviembre del 2006).

Cuando la acción no hubiere sido emitida y ante la falta de un resguardo


provisional, el accionista tendrá que acreditar su legitimación a través de copia
notarial de la escritura de constitución de la sociedad o certificación del asiento del
Registro Mercantil (artículo 124 Cc; 156 y siguiente de la Ley General de Los
Registros Públicos. Ley No. 698, aprobada el 27 de agosto del 2009. Publicada en
La Gaceta Diario Oficial No. 239 del 17 de diciembre del 2009. “Ley No. 698”). Por
último, a falta de lo todo lo anterior, a través de un documento público o privado
debidamente inscrito en el Registro.

Otro aspecto que analiza Calaza López (2003) y que en este estudio se
contextualiza, es cuando el nuevo adquirente de las acciones, comunica con
anterioridad a la Junta o el antiguo accionista comunica la transmisión, pero la
sociedad no verifica la inscripción en el libro de registro, esta situación queda fuera
del alcance y voluntad de los nuevos accionistas, por lo que no debe establecerse
limitante en la cualidad de socio para ejercer la acción de impugnación. En las
acciones al portador, la falta de la posición de los títulos, es motivo suficiente para
no tener la acreditación requerida, a no ser que la sociedad emisora aún no los
hubiere emitido, en este caso, basta la presentación del acta constitutiva de la
sociedad (artículo 124 Cc). En el caso de los administradores, éstos están

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

legitimados para impugnar los acuerdos sociales, que por su causa y contenidos,
sean contrarios a la ley, las buenas costumbres y al orden público. Desde el punto
de vista de la doctrina jurisprudencial española, si bien los administradores tienen
responsabilidad personal, ilimitada y solidaria, su función es de ser parte de la
ejecución del acuerdo y responderán, si el acuerdo o su ejecución deparan
perjuicio a la sociedad, a menos que prueben su oposición al acuerdo lesivo (STS
de 29 de abril de 1999).

Esta facultad de legitimación activa que tienen los administradores en la doctrina


clásica, ha venido siendo objeto de discusión entre las diferentes fuentes
doctrinales por un lado, quienes propugnan que la legitimación activa encontraba
su razón de ser en la propia responsabilidad de éstos; y por otro lado, el ejercicio
de la acción respondía a un interés jurídico en defensa de la ley. Por tanto, la
doctrina clásica conceptualizó a los administradores, como defensores del interés
de la empresa, en sí. En la LSA de 1989, artículo 117.1, desaparece el término en
su propio nombre, incluida en la LSA de 1951, reconociendo la legitimación de los
administradores para la impugnación de los acuerdos nulos. En el caso de los
administradores accionistas, se considera una legitimación originaria, ejercida en
nombre propio y por un derecho ajeno, pierde la legitimación pasiva, por ser
representante de la sociedad.

Gimeno Sandra, citado por Calaza López (2003), considera:


Si los administradores no fuesen asimismo socios o accionistas, concurriría
en ellos una doble legitimación: de un lado, originaria, pero basada en un
menor interés en eludir, mediante el ejercicio de la acción impugnatoria, una
eventual acción de responsabilidad, por parte de los demás socios o
accionistas afectados; de otro lado, una legitimación desplazada o
sustitución procesal, toda vez, que el administrador no accionista, asume
también la defensa de la colectividad en la reintegración del ordenamiento
jurídico, perturbado por la adopción del acuerdo nulo (p. 88).

En conclusión, los administradores están facultados para el ejercicio de la acción


impugnatoria de los acuerdos adoptados por la Junta general, según el artículo
261 Cc, puesto que la finalidad del ejercicio de su cargo no es otra cosa que la
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

defensa de la legalidad en el libre desarrollo de los intereses sociales. Asimismo,


los administradores están legitimados para la impugnación de los acuerdos nulos
o anulables de la Junta directiva, o de cualquier otro órgano colegiado. La
legitimación activa de los administradores se realiza mediante la presentación del
certificado registral en el que consta el nombramiento, cargo y plazo (artículos 54,
57, 156.18 Ley No. 698). En el caso de ser el mismo accionista, podrá ostentar
cualquiera o ambas mientras dure el período de la condición del administrador,
podrá ejercer el derecho de legitimación relacionado, pero si no ostenta el cargo,
no podrá ejercerlo, excepto si lo hace en concepto de socio o accionista (artículos
261 y 245 Cc).

En relación con los terceros que acrediten un interés legítimo, la doctrina procesal
(Calaza López, 2003 citando a Font Serra), considera que están legitimados todos
aquellos sujetos que por su conexión con la relación jurídica en el juicio pueden
resultar afectados o de un modo directo por la sentencia. Asimismo, está
legitimado para impugnar todo, porque el acuerdo contraviene la norma imperativa
o de orden público, y le causa perjuicio a éste. En relación al interés legítimo que
no necesariamente tiene que ser directo, debe ser entendido como una cláusula
abierta en la que caben actos atentatorios de algún derecho del tercero, en su
relación negocial con la sociedad (Sánchez Calero, 2009). En este sentido, para
determinar la legitimación activa de los terceros, lo que hay que hacer es examinar
el acuerdo y cómo éste incide en la esfera de los derechos del tercero que se
siente agraviado; en consecuencia, ésta viene determinada por los efectos de la
cosa juzgada material que produce en sus legítimos intereses, que no
necesariamente recae en su patrimonio

3.2 En las pretensiones constitutivas de anulación

En este caso, quienes ostentan la legitimación activa, son los accionistas


asistentes a la Junta General de Accionistas quienes hubieren hecho constar su
oposición al acuerdo, lo ausentes y quienes hubiesen sido ilegítimamente privados

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

del voto, así como los administradores (artículo 117.2 LSA de 1989 derogada,
quedando igual en el artículo 206.2 de LSC). En el caso de la legitimación activa
de los acuerdos del Consejo de Administración, corresponde a quien ostente la
cualidad de administrar, sea accionista o grupo de accionistas que representen el
5% del capital social (artículo 143 LSA de 1989 derogada y artículo 251 LSC).
Paralelamente, están legitimados los propios obligacionistas de los acuerdos
sociales de asamblea de obligacionistas (artículo 301.2 LSA, derogado por el
artículo 425.3 LSC). La incorporación del administrador como sujeto con
legitimación activa es una novedad en la LSA de 1989 que fue traslada a la LSC
vigente. En nuestro sistema son aplicables los artículos 261 y 245, puesto que se
refieren a los socios accionistas de la sociedad anónima.

La cualidad del accionista debe ser acreditada en el momento de la presentación


de la demanda, con la única salvedad de una sobrevenida transmisión “mortis
causa”, la cual debe ser sustituida por el heredero, pero ante la imposibilidad de
preparar la documentación dentro del plazo concedido para interponer la acción de
impugnación.

Si la condición de accionista es en un momento posterior al de la adopción del


acuerdo, depende si el accionista originario haya votado a favor o en contra del
acuerdo. En el primer caso, si vota a favor del acuerdo y el nuevo accionista
impugna, debe revisarse si éste actúa con fraude o no para que exista la
posibilidad de admitirse; en el segundo caso, si el originario vota en contra y el
nuevo adquirente impugna la decisión, entonces podrá proseguir sin problema la
acción con su debida legitimación, subrogando los derechos del originario (Calaza
López, 2003, Faus, 2012).

Cuando las acciones se adquieren en un momento anterior al acuerdo, debe


tomarse en cuenta lo establecido en los estatutos, porque éstos pueden
condicionar el derecho de asistencia, pero no podrá impedir el ejercicio de tal
derecho a los titulares de las acciones nominativas y representadas en cuentas

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

que las tengan inscritas en su respectivo registro con cinco días de antelación de
aquel en que haya de celebrarse la Junta, no a los tenedores de acciones al
portador que con la misma antelación hayan efectuado el depósito de sus
acciones, en su caso certificado acreditativo de su depósito, según lo dispongan
los estatutos (artículo 104 LSA de 1989 y artículo 179.3 LSC). En el derecho
nicaragüense, no existe una disposición similar, pero, puede el derecho de
asistencia también ser condicionado en los estatutos (artículo 203 Cc).

Cuando el transmitente haya asistido a la Junta y haya dejado constancia de su


oposición, no podrá impugnarlo, por carecer del interés legitimo para ello, por
haber perdido su cualidad de accionista, por lo que cabe preguntarse si el
adquirente de las acciones podrá proceder a la impugnación del acuerdo social,
siendo en este caso aceptable que lo haga, en caso contrario quedaría una
manifiesta situación de indefensión. Sin embargo, puede suceder, que el
accionista asistente a la Junta que no haya manifestado su oposición al acuerdo y
haya aceptado con su voto la adopción de los mismos, proceda, en un momento
posterior a la Junta, a la venta de una o varias acciones con la finalidad de que el
adquirente de las mismas impugne el acuerdo o acuerdos eventualmente viciados
y lo haga siguiendo las instrucciones. Por tanto, en este último caso, el adquirente
no estará facultado ni legitimado para impugnar los acuerdos a los que su
transmitente dejó de oponerse por la posibilidad de fraude que entraña la solución
contraria (Calaza López, 2003).

En el caso de las abstenciones, votos blancos y votos nulos, tienen un tratamiento


diferente, porque integran el quórum requerido y cooperan indirectamente en la
obtención de la formación de la voluntad social, en este caso existe una adhesión
tácita. Cuando el accionista que se abstiene a votar pretende impugnar, la doctrina
ha concluido que estos sujetos carecen de legitimación activa para impugnar los
acuerdos sociales con vicios de anulabilidad, sin embargo, cuando dejan
constancia de su oposición al acuerdo, salvaguardan, su legitimación para ejercer
la acción. En el caso del socio que haya emitido un voto en blanco, queda

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

deslegitimado, puesto que éste sujeto integra el computo del quórum (Calaza
López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).

Cuando se trate del usufructuario y acreedor pignoraticio, respecto al ejercicio de


la acción de impugnación existen dos tesis: la primera, quienes sostienen que se
encuentran legitimados, siempre que tuvieran estatutariamente cedido el derecho
de voto (Fairén Guillén, Bergos Trejos, Garrigues, citado por Calaza López, 2003);
otro sector manifiesta que es el nudo propietario quien tiene la legitimación (Duque
Domínguez, Soria Ferrando, citados por Calaza López, 2003). La Ley actual no
confiere legitimación activa a los titulares de bonos de disfrute, ni al usufructuario o
acreedor pignoraticio, cualidad que tiene el nudo propietario según la LSC en su
artículo 127. La doctrina mayoritaria es partidaria de conceder la legitimación
activa para impugnar los acuerdos sociales, al usufructuario y al acreedor
pignoraticio, siempre que hubiere hecho constar, en acta, debidamente, su
oposición al acuerdo, en detrimento de la que, en otro caso, habría de
corresponderle al nudo propietario (Jiménez de Parga, Uría González, Menéndez
Menéndez, Múñoz Planas, García Luengo, Soto Vázquez, citados por Calaza
López, 2003; Sánchez Calero, 2012).

En el caso de los accionistas sin voto, la legitimación activa, en el caso de


impugnación de acuerdos nulos, no hay duda alguna, pero en el caso de los
acuerdos por vicios de anulabilidad el tema se torna dudoso. Por una parte,
integran quórum, aunque la doctrina mayoritaria señala que la efectiva concesión
de éstos sujetos de la cualidad de accionista interesado en la buena marcha de la
sociedad y, por lo tanto, tienen legitimación activa para impugnar toda clase de
acuerdos (Gimeno Sendra, 1990b). La posición anterior, resulta para otro sector
doctrinal incongruente. Por lo tanto, puede afirmarse que la legitimación activa de
éstos, para la impugnación de los acuerdos nulos, en concepto de terceros,
siempre que no dejen observar los requisitos complementarios (oposición y
constancia en actas).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

En el caso de las agrupaciones de acciones y copropiedades de acciones, en


ambos casos se puede actuar a través de un legítimo representante. Así lo regula
el artículo 231 Cc de Nicaragua.

Cuando se trate de los socios ausentes, éstos deciden no asistir a la Junta o aquel
que se personó a la misma, se ausenta temporalmente de ella, la doctrina señala
que basta ostentar la calidad de socio para ejercer el derecho de legitimación,
siempre que no esté dentro del plazo de caducidad (Calaza López, 2003).

En cuanto a los socios ilegítimamente privados para emitir su voto, se entiende, a


contrario sensu, de aquellos accionistas que por estar en una situación de
morosidad, se les priva del derecho de ejercitar el derecho al voto, de modo que
no podrán ejercer la acción de impugnación contra los acuerdos anulables. En
este caso, la privación del derecho puede provenir, de la injustificada y arbitraria
negativa, impuesta a un accionista, de ejercitar su libre ejercicio de voto, en este
caso, estaríamos ante un acuerdo nulo de pleno derecho y por tanto, están
legitimados para impugnar los acuerdos anulables (Calaza López, 2003; Gimeno
Sendra, 2000; Palau Ramírez, 2004).

En relación con los administrados, éstos están legitimados para ejercitar la acción
de impugnación de los acuerdos anulables con independencia de la constancia en
acta de su oposición al acuerdo impugnado o de la ausencia a la Junta (artículo
251 LSC).

3.3 Legitimación pasiva

Corresponde a la sociedad anónima que actuarán procesalmente por medio de


sus legítimos órganos de representación, a través de su representante. La falta de
personalidad jurídica derivada de la falta de inscripción en el Registro Mercantil,
determina su falta de legitimación pasiva. En el caso de coincidir en la misma
persona la calidad de representante y de impugnante, se debe designar un nuevo

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

administrador en caso contrario, le corresponde al Juez hacer la designación


(artículo 117.3 LSA de 1989, artículo 206 LSC).

En el Código de Comercio de Nicaragua, la administración de la sociedad anónima


estará confiada a una Junta directiva, según los artículos 124, 243, 201, éstos son
los que tienen la representación de la sociedad, y son quienes actuarán en el
proceso a través del representante delegado por la misma Junta directiva.

Cuando el actor dirija la demanda, no sólo a la sociedad, sino contra los que
ostentaren el carácter de accionista, así como a cualquier tercero con interés
legítimo, el Tribunal Supremo de España ha señalado que este emplazamiento
genérico carece de valor en sentido de fijar la relación procesal y las partes que lo
integran. Aunque el anuncio puesto en conocimiento de los accionistas y de
terceros no puede considerarse inicuo, porque puede suceder que uno de los
interesados acuda como coadyuvante, a defender los derechos del actor o de la
parte demandada, situación que ha sido admitida en la doctrina y jurisprudencia
(STS de 9 de octubre 1993).

Los efectos de la sentencia que recaigan sobre la nulidad o anulabilidad del


acuerdo impugnado, afectarán, a todos los socios integrantes de la sociedad
demanda, por cuanto al tratarse de una persona jurídica, se encuentra formada
por la concurrencia de varias personas físicas o jurídicas (Calaza López, 2003,
Gimeno Sendra, 2000, Palau Ramírez, 2004).

4. La competencia

Según la actual LSC en su artículo 207.1 expone que para la impugnación de los
acuerdos sociales, se seguirán los trámites del juicio ordinario y las disposiciones
contenidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil “LEC” (Faus, 2010).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

En nuestro sistema legal nicaragüense (artículo 261 Cc), no se establece un


procedimiento para la impugnación de acuerdos societarios, por lo que se debe
actuar, de conformidad con lo establecido en el artículo 6 Pr, así:
“Se aplicará el procedimiento ordinario en todas las gestiones, trámites y
actuaciones que no estén sometidos a una regla especial diversa,
cualquiera que sea su naturaleza”.

Por su parte, el ante proyecto del Código de Procedimiento Civil, establece que la
impugnación de acuerdos sociales se tramitará en juicio ordinario (artículo 389).

La doctrina y la ley señalada analizan esta institución desde la competencia


objetiva y territorial (Gimeno Sendra, 2000; Calaza López, 2003; Palau Ramírez,
2004; Almagro Nosete, 1991):

Desde el punto de vista de la competencia objetiva, el artículo 45 de la LEC indica


que corresponde a los Juzgados de primera instancia el conocimiento, de todos
los asuntos civiles que por disposición legal expresa, no se hallen atribuidos a
otros tribunales. Por otro lado, desde el punto de vista de la competencia territorial,
será el tribunal competente, el del lugar del domicilio social; pero, según el artículo
9 de la LSC señala que las sociedades de capital fijarán su domicilio dentro del
territorio español en el lugar en que se halle el centro de su efectiva administración
y dirección, o en el que radique su principal establecimiento o explotación.

Por lo tanto, de las disposiciones anteriores se deduce que el domicilio constituye


la sede oficial de la entidad jurídica y la ubicación del mismo asegura el perfecto
conocimiento de toda la comunicación que interesa. Lo anterior, ha causado
discrepancia en relación al domicilio registral y el real, pues en el caso de las
acciones ejercitadas por los administradores, el domicilio será el registral, pero no
necesariamente el que determinen los terceros, por lo que el artículo 10 de la LSC
de 2010 confiere un derecho potestativo al considerar como domicilio, tanto el
registral, como el real.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

En consecuencia, el tercero podrá ejercitar la acción de impugnación en


cualquiera de los dos, de lo que derivan conflictos de competencia, en el caso de
que un tercero hubiera demandado en el domicilio real y los socios en el domicilio
registral. En estos casos cabe la acumulación de procedimiento a instancia de
cualquiera de las partes. En el caso de que no se haya acumulado, la STS del 28
de abril 1994 del Tribunal Español, aclara que no podrá la sociedad demandada
alegar la excepción de cosa juzgada negativa, dado que no existe la identidad de
personas y posiblemente sea distinta la causa petendi de la acción de nulidad
ejercida en el segundo proceso (Calaza López, 2003, Gimeno Sendra, 2000).

En nuestro derecho procesal la competencia objetiva se determina por la materia y


la cuantía, mediante éstos dos criterios se individualizan el tribunal competente y
el procedimiento adecuado para el trámite del juicio, siendo aplicable los artículos
251 y siguiente, según sea el caso, y siendo competente el Juez de Distrito Civil
de conformidad al artículo 284 del Pr. En el Anteproyecto de Código de
Procedimiento Civil se declara la competencia objetiva en los artículos 27 y
siguiente, declarando que corresponde a los Juzgados de Distrito Civil el
conocimiento de primera instancia.

En relación con la competencia territorial, el actual Código de Procedimiento Civil


en el artículo 282, dispone que:
“El domicilio legal de los comerciantes en todo lo que concierne a actos o
contratos mercantiles y a sus consecuencias, será el lugar en donde tuviere
el centro de sus operaciones comerciales. Los que tuvieren
establecimientos mercantiles a su cargo en diferentes circunscripciones
judiciales, podrán ser demandados por acciones personales en aquel en
que tuvieren su principal establecimiento, o en el que se hubieren obligado,
a elección del demandante”.

Sobre el domicilio registral y el domicilio real, no hay estudios jurisprudenciales en


Nicaragua sobre este tema, pero podemos afirmar que de acuerdo la Ley No. 698,
artículo 160, se establece cuál es el domicilio registral de las personas jurídicas.
En mi opinión, se presenta la misma situación que en el derecho español, por lo

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

tanto, consideramos que la solución es la misma; es decir, los socios podrán


presentar la demanda de impugnación en el domicilio registral y los terceros
podrán hacerlo en cualquiera de los dos, según lo previsto en las disposiciones
citadas.

Cuando la sociedad cambia de domicilio y no inscribe dicho cambio en el Registro


correspondiente, se ha plantado cuál sería el foro determinante, para el supuesto,
de que el acuerdo haya sido aprobado sin la inscripción del nuevo domicilio una
solución sería que el juez competente para conocer la impugnación del acuerdo es
el del domicilio anterior. Posición anterior, que comparto, por ser aplicable al
contexto nicaragüense (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000; González
González, 2010).

Competencia del tribunal arbitral para conocer la impugnación de los acuerdos


sociales
En relación al arbitraje en la impugnación de acuerdos sociales el TS de España
del 18 de abril de 1998 y STS del 20 de julio del 2000 número 455/1994,
constituyó un hito histórico sobre la sumisión arbitral de la cláusula estatutaria de
acuerdos sociales en materia de nulidad de Junta general (Muñoz Sebaté, 1998).
En este sentido, el arbitraje puede abarcar diversas disputas, cuya arbitrabilidad
puede recaer: en el incumplimiento del precontrato de sociedad, la nulidad de la
sociedad, las valoraciones de las aportaciones sociales, el pago de dividendos, las
restricciones a la libre transmisibilidad de acciones y participaciones, la
responsabilidad y retribuciones de los administradores, la exclusión y separación
de socio y disolución y liquidación de la sociedad. Además de otras disputas, tales
como en materia de propiedad intelectual, competencia, procedimiento concursal
(Vicent Chuliá, 2001b).

El arbitraje en materia de nulidad de Junta en sensible, porque desde el punto de


vista ideológico en la sociedad de capital se discute si el interés social o intereses
sociales trascienden o no a los socios, y desde el punto de vista dogmático, se

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

discute sobre el significado del proceso de impugnación, la legitimación activa y


pasiva y los efectos de la cosa juzgada (Vicent Chuliá, 2001b).

Vicent Chulía (2001b), expone que en la práctica societaria son frecuentes las
cláusulas estatutarias con el siguiente contenido:

“Todas las cuestiones litigiosas que se plantean entre los socios, o entre
aquellos y éstos, o entre estos últimos, se somete a arbitraje…, se
exceptúan de esta sumisión aquellas cuestiones que no sean de libre
disposición” (p. 4).

“Cualquier duda, cuestión o discrepancia que pudiera plantearse por


asuntos sociales, entre la sociedad, los administradores o apoderados y los
socios, tanto durante la vida de la compañía como en el período de
liquidación, sin más excepciones que las imperativas establecidas en la ley,
deberán ser sometida a arbitraje de equidad que regula la ley …” (p. 4)

El convenio de arbitraje celebrado en esas condiciones, deberá ser asumido por


los socios, aún cuando el arbitraje figure en un pacto extraestatutario o en los
mismos estatutos, obliga a los socios fundadores y socios futuros, sin que sea
necesaria la publicidad registral en el Registro Mercantil. La doctrina ha
reconocido que la cesión de un derecho derivado de un contrato en el que figura
una cláusula de arbitraje incorpora el sometimiento a dicha cláusula, como
inherente o configuradora del derecho objeto de la cesión (Vicente Chuliá, 2001b).

Según Vicent Chuliá (2001b) y Tarrío Berjano (2011), el arbitraje en materia


societaria ha pasado por varias etapas, en un primer momento fue obligatoria y en
las leyes modernas de arbitraje han encontrado dificultad doctrinal, jurisprudencial
por lo que suelen pronunciarse expresamente sobre las diversas materias
arbitrables, aunque definen un ámbito objetivo con la mayor generalidad, lo que ha
derivado en debates sobre si en la cláusula arbitral puede incluirse las acciones de
nulidad y anulabilidad contra los acuerdos de Junta General.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Según lo anterior, la doctrina jurisprudencial alemana-tradicional, es adversa al


arbitraje, aduce que la competencia es exclusiva del juez para conocer las
acciones de impugnación (Sentencia de apelación de 1927), porque la Junta
general es la única competente para revocar el acuerdo o eliminarlo, al menos
para el futuro, argumento aplicable a todas las formas sociales (Huffer citado por
Vicent Chuliá, 2001b). Por otra parte, una corriente contraria (Schmidt citado por
Vicent Chuliá, 2001b), pero solitaria, rechazó esos argumentos, admitiendo, que
por el contrario, la cláusula de arbitraje de impugnación de acuerdos sociales no
puede figurar en los estatutos de la sociedad anónima, porque para ellos requiere
que la propia ley lo permita, no siendo una excepción de los tribunales para
conocer de estas acciones. En el derecho español, esta doctrina no es aplicable,
dado que existe un amplio reconocimiento de la voluntad y apoyada en la
sentencia del 18 de abril de 1998. Otra corriente doctrinal (Bork Citado por Vicent
Chuliá, 2001), se fundamenta en el ámbito y efecto de la cosa juzgada, ya que la
sentencia judicial produce efectos para todos los socios, mientras que el laudo
arbitral sólo afecta a los firmantes del convenio de arbitraje, que puede darse el
caso de que no sean todos los socios, teniendo en cuenta que la ley de
sociedades por acciones de Alemania no admite la cláusula arbitral, por lo que
ante un eventual laudo, éste no aporta una solución unitaria y definitiva al conflicto,
por lo que el tribunal federal excluye su arbitralidad.

Las posturas anteriores, se mantuvieron en el tribunal de Casación de Italia en


sentencia de 19 de febrero de 1980, 15 de marzo de 1983, 3 de marzo de 1984,
18 de febrero de 1988. En España el tribunal admitió la validez de la cláusula de
arbitraje de impugnación de acuerdos sociales siguiendo la tradición histórica en la
sentencia del 26 de abril de 1905 y julio 1907, después fue seducida por la
doctrina mercantilista y procesalista de la Ley de Sociedades Anónimas de 1951,
siendo determinante la toma de posición de Garrigues y Rodrígo Uría. Éste último,
inicialmente asumió una posición hostil al arbitraje en materia de impugnación de
acuerdos sociales, seguramente influenciado por la concepción alemana e italiana,
posición paradójica, ya que en materia de sindicatos de acciones, defendió su

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

validez, siendo esto último un precedente que marcó la doctrina mercantilista y


procesalista anterior. Posteriormente, la doctrina jurisprudencial declaró
inadmisible las acciones de impugnación por el arbitraje por ser un procedimiento
irrenunciable según la ley (sentencias del TS 15 de octubre de 1956, 27 de enero
de 1968, 21 de mayo de 1971).

La doctrina hostil del arbitraje que venía desarrollándose negativamente en los


acuerdos de impugnación, vino a ser rechazada por Vicent Chuliá, por
considerarla incorrecta y atentatoria a la ley de arbitraje. En 1985 se logró
incorporar el arbitraje institucional en Valencia, España y posteriormente en la Ley
General de Cooperativas de 1987, disposición que figura en la Ley 27/1999 de
Cooperativas del Estado. La visión doctrinal del Tribunal Supremo imperante hasta
la sentencia del 18 de abril de 1998, se apoyaba en una visión de conjunto del
derecho de sociedad. En ese mismo sentido, la Dirección General de Registro, ha
defendido su validez en la importante resolución del 19 de febrero de 1998 (BOE
12 de marzo de 1998), que admite la arbitrabilidad de todas las disputas entre los
socios y sociedad, entre socios entre sí y entre administradores y sociedad, pero
señala que es válida para los socios contractuales, pero no para los futuros socios,
excepto que se inscriba en el Registro, provocando una subrogación, aunque
limitado al tipo de controversia societaria (Vicent Chuliá, 2001b; Marín Hita, 2008).

Como se expresó al inició, se admite la inscripción de la cláusula arbitral, según la


Sentencia del 26 de enero 2000, se tiene válida y eficaz la cláusula estatutaria de
arbitraje, con el argumento de que no se impugne el acuerdo por violación a la
norma, sino al interés social, es decir, la cláusula no sería válida, ni admitida como
excepción a su competencia si la acción ejercitada fuese de la nulidad del acuerdo
social, por cuanto sigue la tesis de que las normas imperativas y prohibitivas sólo
pueden ser tuteladas por los tribunales judiciales, relegando a la jurisdicción
arbitral a una parcela restringida.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

La sentencia del 18 de abril de 1998, puso fin a la larga etapa de resistencia de los
tribunales españoles, con una fundamentación sencilla:
“La impugnación de acuerdos sociales está regida por normas de “ius
cogens” pero el convenio arbitral no alcanza las mismas, sino al cause
procesal de resolverlas; el carácter imperativo de las normas que regulan la
impugnación de acuerdos sociales no empecé el carácter negocial y, por lo
tanto, dispositivo de los mismos; no son motivos para excluir el arbitraje en
este tema… ni se puede alegar, bajo ningún concepto, el orden público,
como excluyente del arbitraje”.

Según Tarrío Berjano (2011): El criterio se mantiene en la resolución de 4 de mayo


de 2005, en la que se puede leer:
“La posibilidad de que los estatutos sociales recojan un convenio arbitral se
ha ido abriendo paso en la práctica amparada en la postura favorable de la
doctrina y avalada por la resolución de este Centro Directivo de 19 de
febrero de 1998 y la sentencia del Tribunal Supremo de 18 de abril del
mismo año. El principal obstáculo con el que normalmente ha chocado la
admisión de tal convenio, la determinación de las cuestiones que se sujetan
a decisión arbitral y la prohibición legal de extenderlo a las controversias
sobre materias que no sean de libre disposición conforme a derecho (art.
2.1 de la Ley de Arbitraje) se han solventado en sede societaria a través de
fórmulas generales que lo refieran de forma específica o a través de los
criterios normales de interpretación a las controversias «societarias»,
sistema de concreción que ha de entenderse que cumple las exigencias del
artículo 9.1 de la Ley de Arbitraje, y, a la vez, excluya las cuestiones que no
sean de «libre disposición», fórmulas éstas que vienen siendo usual en la
práctica y ha obtenido el respaldo de este Centro en la resolución antes
citada”.

Concluye Tarrío Berjano (2011) que este cambio jurisprudencial ha sido debido a
la consideración de que la tutela judicial efectiva prevista en el artículo 24 de la
Constitución española puede obtenerse también a través de un proceso arbitral y
en sentencia del TS 2007, de 9 de julio. Sala de lo Civil, con la idea de que la
impugnación de acuerdos sociales es materia de libre disposición por las partes.

Los argumentos a favor del arbitraje de las acciones de nulidad de Junta general y
de impugnación de acuerdos sociales son válidos por las siguientes razones
(Vicente Chuliá, 2001b, Marín Hita, 2008; Muñoz Sebaté, 1998; Tarrío Berjano,
2011; Vicent Chulía, 1990a; 2001b; Muñoz Sabaté, 1998; Muñoz Sabaté, 1998 ):
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

a) No existe una atribución exclusiva de la materia a los tribunales de justicia,


ni la LOPJ, que declara la competencia de los jueces y tribunales, ni el
artículo 118 de la LSA de 1989, se refieren exclusivamente a la
determinación de la competencia territorial exclusiva del juez de primera
instancia del domicilio social.
b) No existe norma expresa, ni fundamento legal que afirme que las
pretensiones contra la sociedad, sólo pueden resolverse por los tribunales
de justicia, los socios escogen la vía o proceso arbitral de aplicación de la
ley, y no la ley aplicable al fondo.
c) No se puede afirmar que el procedimiento de impugnación de acuerdos
sociales tienen carácter imperativo o ineludible para resolver estas
controversias.
d) Es falsa la ecuación comprometer-transigir-disponer. El compromiso arbitral
es exclusión voluntaria del orden procesal pero no de la ley material
aplicable, que en muchos casos será imperativa y a veces de orden público.
Los socios tienen facultad de comprometer la impugnación de los acuerdos,
desde el punto de vista objetivo y subjetivo, puesto que en ellos reside la
posibilidad de su revocación mediante un “actus contrarius”.
e) La salvaguarda de los terceros se logra mediante el respeto de las normas
imperativas y prohibitivas, que los árbitros deben aplicar.
f) La protección del interés social alude a una noción que históricamente ha
tenido tintes institucionalistas, pero que hoy se identifica en interés de todos
y cada uno en obtener beneficios dentro de la sociedad.

El tratamiento jurídico del arbitraje en Nicaragua ha sido distinto, por cuanto fue
regulado en un primer momento por el Código de Procedimiento Civil de la
República de Nicaragua de 1906 (en los artículos 958 al 990), basado en la Ley de
Enjuiciamiento Civil Española, siendo un proceso obsoleto. Posteriormente La Ley
de Mediación y Arbitraje aprobada en la Asamblea Nacional de la República de
Nicaragua. Ley No. 540 del 25 de mayo del año 2005, publicada en La Gaceta,

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Diario Oficial No. 122; constituyó un avance cualitativo de la institución arbitral


respecto al Código de Procedimiento Civil derogando los artículos
correspondientes al arbitraje por la nueva ley.

El procedimiento que describía el proceso arbitral consistía en el siguiente:


Una vez nombrado el árbitro, el juez de la justicia ordinaria les tomaba la
promesa de ley. El árbitro o los árbitros en su caso, nombraban un
secretario para notificar sus providencias y resoluciones. Presentada la
demanda, el árbitro o árbitros conferían un traslado por seis días al
demando para que contestará la demanda. Contestada la demanda, se
abría a prueba la causa por veinte días. La prueba testifical debía rendirse
ante el juez ordinario, pero el árbitro mantenía la facultad de recibir otras
pruebas. Concluido el término probatorio, el árbitro o árbitros conferían
traslado a cada una de las partes para que alegue sobre las pruebas
rendidas. Después citaba a las partes para que oigan el laudo arbitral, el
cual se copiaba en el libro copiador de sentencias del juez ordinario y hasta
después era notificado a cada parte por el secretario del juez ordinario. El
laudo arbitral se redactaba conforme lo establecido en el artículo 436 del
Código de Procedimiento Civil, conteniendo lo siguiente: 1) Designación de
las partes litigantes, domicilio, profesión, oficio, el carácter en el que litigan,
los nombres de sus abogados o procuradores y el objeto del pleito; 2)
Enunciación breve de las peticiones o acciones deducidas por el
demandante y de su fundamentos; 3) Igual enunciación de las excepciones
o defensa alegada por el demandado; 4) Las consideraciones de hecho o
de derecho que servían de fundamento en la sentencia; 5) Las leyes en que
se funden y en su defecto lo que ha servido de base o apoyo; 6) Las
decisiones del asunto controvertido. Contra el laudo arbitral el derecho
procesal admitía la apelación y la casación. En el caso de la apelación las
partes podrían renunciar a la apelación y en el segundo caso, según
sentencia de la Corte Suprema de Justicia de 1939 se consideró el recurso
de casación como irrenunciable por ser de orden público.(Análisis Tomado
del Dr. Guy Bendaña Guerrero en su libro “Estudio de los Contratos” 1 ed,
Managua, PAVSA, 2001, 559,565, 566 páginas).

El avance legislativo se debe básicamente porque el legislador inspirado en la Ley


Modelo de la CNUDMI (Comisión de las Naciones Unidas del Derecho Mercantil
Internacional, aprobada el 21 de junio de 19852), modernizó esta institución por
ser considerada una necesidad para el desarrollo del comercio internacional. En

2
El 7 de julio de 2006, la CNUDMI aprobó enmiendas del párrafo 2 del artículo 1, del artículo 7 y del
párrafo 2 del artículo 35, el nuevo capítulo IV A que sustituye al artículo 17 y un nuevo artículo 2A.
Nicaragua no incluyó las novedades de la enmiendas de este año, porque la ley No. 540 fue aprobada en el
año 2005
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

esta ley se regulan las etapas previas del procedimiento arbitral y el procedimiento
propiamente dicho, desde el acuerdo de arbitraje, pasando por la composición y
competencia del tribunal arbitral y el alcance de la intervención del tribunal, hasta
el reconocimiento y la ejecución del laudo arbitral, siendo considerada como Ley
UNCITRAL. Igualmente Nicaragua de previo a la entrada en vigencia de la Ley No.
540, ratificó los siguientes convenios internacionales en materia arbitral:
a) La Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial “Convenio de
Panamá”. Suscrita en Panamá el 30 de enero de 1975, ratificada por
Nicaragua en Decreto No. 54-2003, publicada en La Gaceta, Diario Oficial,
No. 126, del 7 de julio de 2003.
b) Convención sobre el Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Arbitrales
Extranjeras, suscrita en Nueva York el 10 de junio de 1958 y entró en vigor
el 7 de junio de 1959, ratificado por Nicaragua en Decreto No. 35-79, La
Gaceta Diario Oficial No. 133 del 16 de junio de 2003
c) Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y República Dominicana y
los Estos Unidos DR-CAFTA. Acuerdo presidencial de Nicaragua No. 169-
2004. Aprobado el 25 de mayo de 2004, publicado en La Gaceta Diario
Oficial No. 104 del 28 de mayo de 2004

En este mismo contexto la Ley de Mediación y Arbitraje de Nicaragua No. 540 en


el Art. 21 párrafo 2) deja vigente los arbitrajes regulados en otras leyes. En este
sentido, el Código de Comercio (Publicado en La Gaceta, Diario Oficial No. 248
del 30 de octubre de 1916), establece la obligatoriedad del arbitraje en cuatro
casos específicos:

a) En la disolución y liquidación de las compañías colectivas, las cuestiones a


que diere lugar la presentación de la cuenta del socio gerente o liquidador,
se someterán precisamente al arbitraje de uno o más comerciantes (artículo
180 Código de Comercio).
b) Si alguno de los socios de la sociedad colectiva entrare sólo con su
industria, sin valor estimado previamente, o sin previa designación de la
cuota que debe percibir, y no viniese a un acuerdo con los otros socios,
tendrá en tal caso la parte que por árbitros le sea asignada (Artículo 147
Código de Comercio).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

c) Todas las cuestiones sociales que se suscitaren entre los socios durante la
existencia de la sociedad, su liquidación o partición, serán decididas por los
arbitradores nombrados uno por cada parte y un tercero en caso de
discordia, nombrado por los mismos árbitros o por el Juez en caso de
desacuerdo. Las partes interesadas nombrarán sus árbitros en el término
que se haya prefijado en la escritura, y en su defecto, en el que señalare el
Tribunal competente. No haciéndose el nombramiento dentro del término
señalado y sin necesidad de prórroga alguna, se hará de oficio por el
Tribunal, en las personas que a su juicio sean peritas e imparciales para
entender en el negocio que se disputa (artículo 334 Código de Comercio).
d) El arbitraje a que se refiere los artículos 334, 335 Código de Comercio son
aplicables a las sociedades mercantiles de hecho de que trata el artículo
128, y a las asociaciones comerciales artículos 120, 329 a 333 del mismo
Código de Comercio.

Nos interesa analizar el artículo 334 del Código de Comercio que se refiere a la
sumisión del arbitraje en los casos expresamente señalados; en este sentido, la
Corte Suprema de Justicia se pronunció en diversas sentencias expresando que

“De acuerdo al artículo 251 Pr, la justica ordinaria es la única competente en


Nicaragua para conocer de los negocios civiles; en caso de cuestiones entre
partes que sin protesta, someten a su decisión. Los casos específicamente
determinados en el texto son las únicas diferencias que deben someterse a la
decisión de los árbitros, cuando no se convenga en la escritura, otra cosa. Aún
por acto posterior, pueden los socios convenir en el arbitraje o renunciar a él,
como cuando ocurre a la justicia ordinaria, sin que el demandado se oponga en
su oportunidad, ni promueva competencia. Corresponde a los socios el
derecho de solicitar la disolución de la sociedad, acción que se deriva del
contrato social; la duda suscitada no es propiamente jurisdiccional, puesto que
no se trata de diferencias sociales surgida durante la existencia social, su
liquidación y partición, sino de una litis sostenida, entre los dos únicos socios,
para que el juez de comercio, con las facultades del artículo 34 Pr, decida
sobre la procedencia de la disolución, tratándose más bien de fijar, cuál es la
legislación aplicable, a una situación determinada creada por los socios” (BJ p.
335, año 1940; 50 año 1972; 206 año 1972).

El artículo 261 del Código de Comercio, establece que “los accionistas podrán
protestar contra las deliberaciones tomadas en oposición de las disposiciones de
la ley de los estatutos, y podrá requerir del juez competente la suspensión y la
declaración de nulidad”. Esta norma así descrita literalmente, permite que los
socios puedan recurrir ante la justicia ordinaria o ante un tribunal arbitral, por
cuanto establece la palabra “podrá” utilizada de manera dispositiva, creando la
oportunidad procesal para que los socios pacten en los estatutos sociales o
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

posterior a ellos, la sumisión del arbitraje para conocer la acción de impugnación


sobre los acuerdos sociales. Por otra parte, se podría considerar la existencia de
una anotomía entre el artículo 334 y el artículo 261 del Código de Comercio, pero
que desde mi punto, no se presenta por regular situaciones distintas que se
podrían someter al arbitraje y no desnaturaliza la sumisión al arbitraje si los socios
lo consideran pertinente en el acta constitutiva y estatutos.

Lo anterior queda ratificado por lo expuesto en las sentencias dictadas por la Corte
Suprema de Justicia, aunque exprese situaciones de arbitraje obligatorio, no existe
impedimento alguno para someterlos a arbitraje, siempre y cuando se derive de la
autonomía de la voluntad, principio que recoge la Ley No. 540 en su artículo 3 y el
artículo 27, que señala como requisitos para el acuerdo arbitral lo siguiente:

a) El acuerdo debe estar consgignado en documento firmado por las partes;


b) Puede hacerse constar por otro medio, tal como el correo electrónico, cartas,
télex, telegrama, telefax o cualquier otro medio de comunicación en el que se
puede dejar constancia escrita del acuerdo;
c) También puede hacerse constar en un intercambio de escritos de demanda y
contestación en la que la existencia del acuerdo sea afirmado por una parte sin
ser negada por la otra;

Asimismo, el artículo 23 y 27 de la misma ley, señala las materias que nos objeto
de arbitraje:
a) Cuestiones que hayan recaído en sentencia judicial firme, salvo los aspectos
derivados de su ejecución.
b) También las materias inseparables unidas a otras sobre las que las partes no
tengan libre disposición o cuando la ley lo prohíba expresamente o señale un
procedimiento especial para determinados casos (las que interesen al orden
público o versen sobre delitos o faltas).
c) Los arbitrajes laborales.
d) Cuestiones que versen sobre alimentos, divorcios, separación de cuerpos,
nulidad de matrimonio.
e) Sobre el Estado Civil de las personas.
f) Las causas en que se debe ser parte necesaria el Ministerio Público, ni las que
se susciten entre un representante legal con su representado.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

El actual anteproyecto del Código de Procedimiento Civil, aclara la existencia un


foro especial que corresponde al juzgado del domicilio social, separando el posible
conocimiento de la impugnación de acuerdos sociales ante los tribuales arbitrales
(36.8).

5. Procedimiento

La LSC en el artículo 118, señala que para la impugnación de los acuerdos


sociales se seguirán los trámites del juicio ordinario y las disposiciones contenidas
en la Ley de Enjuiciamiento Civil. Por nuestra parte, el Código de Comercio no
dice el tipo de juicio, por lo que debemos atribuirlo a lo expresado en el artículo 6
del Pr vigente, en el que se aplica el procedimiento ordinario. En Anteproyecto de
Código de Procedimiento Civil, el procedimiento se encuentra en los artículos 389
inciso d), en el que establece que procederá de acuerdo al juicio ordinario.

5.1 Actos preparatorios del proceso ordinario

Con anterioridad a la presentación de la demanda, se pueden hacer una serie de


actuaciones previas, como puede ser obtener las fuentes probatorias con el objeto
de preparar el proceso; también se puede conciliar o mediar con las partes del
conflicto para buscar una solución alternativa y evitar el proceso judicial.

5.1.1 Diligencias preliminares

Las diligencias preliminares, son un conjunto de actuaciones pre-procesales,


tendientes aclarar las cuestiones que pueden surgir antes del nacimiento del
proceso principal; son medidas jurisdiccionales que se pueden solicitar antes del
juicio, tienen por finalidad preparar y obtener información sobre distintos aspectos
del proceso que resulten necesarias para la presentación de la demanda. El
verdadero fundamento de las diligencias preliminares, está en la imposibilidad de
que el futuro demandante obtenga por sí mismo y sin auxilio de la autoridad
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

judicial, ciertos datos necesarios para presentar la demanda. Estas actuaciones no


están reguladas de manera especial en el Código de Procedimiento nicaragüense,
no obstante son necesarias para el éxito del asunto, siendo la actividad
preparatoria del proceso (Diez Picazo citado por Calaza López, 2003; Tórrez
Peralta, 2011; Carbonells Tabeni, 2002).

5.1.1.1 Clases de diligencias preliminares según resulta en interés a la


impugnación de acuerdos sociales según en la Ley de Enjuiciamiento Civil de
España, según el artículo 256.1.4 LEC:
a) Por petición de que la persona a quien se dirigiría la demanda declare, bajo
juramento o promesa de decir verdad, sobre algún hecho relativo a su
capacidad, representación o legitimación, cuyo conocimiento sea necesario
para el pleito, o exhiba los documentos en los que conste dicha capacidad,
representación o legitimación. Es decir, existe una acreditación de la
legitimación pasiva de las distintas sociedades. Esta diligencia permite
averiguar quién será la persona física que representará a la sociedad.
b) Por petición de un socio o comunero para que se le exhiban los documentos y
cuentas de la sociedad o comunidad, dirigida a éstas o al consocio o condueño
que los tenga en su poder. Se trata en este caso de la exhibición de cuentas o
documentos. En este caso, el futuro habrá de acreditar, la necesidad del
conocimiento del contenido de éstos documentos para poder interponer su
demanda contra los acuerdos sociales.

El Código de Procedimiento Civil de Nicaragua, no establece una medida


preliminar de este tipo, pero el artículo 73 y 77 exponen los requisitos procesales
para la comparecía en juicio tanto del demandante, como del demandado. En el
segundo caso, se encuentra regulado en los artículos 921 y siguiente del Pr, que
trata sobre la exhibición de documentos o de cosas muebles. El anteproyecto del
Código de Procedimiento Civil, tiene contemplada la figura denominada diligencias
preparatorias 395 y siguiente. El artículo 396 señala las clases de diligencias en
los numerales 1, 2, 3, 8 siendo procedente para la impugnación de los acuerdos
societarios:
- La declaración o exhibición de documentos de la persona a quien se
dirigiría la demanda, sobre datos relativos a la determinación de la
capacidad, representación o legitimación de las partes en el futuro proceso.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

- La exhibición, acceso para examen o aseguramiento de cosas sobre las


que recaerá el procedimiento que se encuentren en poder del futuro
demandado o de terceros.
- La exhibición por el poseedor de documentos en los que consten actos de
última voluntad, documentos, datos contables o cuentas societarias.
- Diligencias de obtención de datos o exhibición de documentos sobre
distribución de mercancías o servicios, que infrinjan los derechos de autor,
propiedad industrial y otras.

5.1.1.2 Procedimiento de la diligencia preliminar

La diligencia inicia con la solicitud fundamentada ante el juez de primera instancia


del domicilio, el juez lo valora, y fijará una caución para dentro de tres días, en
caso contrario archivará las diligencias. El auto que admite la diligencia, requerirá
a los interesados para que dentro de 10 días lleve a cabo la diligencia. El citado a
la diligencia, podrá oponerse en el plazo de 5 días, previa citación de la parte
contraria, celebrada en forma de juicio verbal, luego el tribunal resuelve, mediante
auto. Si la diligencia no es atendida por quien debe cumplirla, se tendrá por cierto
(artículos 256, 257, 258, 260, 261 LEC).

Nuestro sistema procesal actual, no contiene un procedimiento tan exhaustivo


como el señalado en la LEC, sin embargo, el Anteproyecto de Ley del Código de
Procedimiento Civil describe un procedimiento idéntico al descrito en la LEC de
España.

5.1.1.3 La mediación
Es definida como una actividad pre-procesal, no jurisdiccional y de carácter
potestativo, a través del cual, las partes podrán solucionar el conflicto para evitar
la iniciación del proceso (Calaza López, 2003). En este caso, la LEC sufrió
reformas en el artículo 415, por el Decreto-ley 5/2012, de 5 de marzo, de
mediación en asuntos civiles y mercantiles (vigente hasta el 27 de julio de 2012),

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

siendo entonces aplicables el procedimiento que aquí se regula. En el caso


nicaragüense se regula por la Ley No. 540, Ley de Mediación y Arbitraje.

5.1.1.4 Actuaciones anticipadas de la prueba


El accionista, administrador o tercero que pretende iniciar un proceso de
impugnación de acuerdos sociales, podrá solicitar de manera anticipada, la
práctica de una prueba, cuando resulten hechos fundados que la prueba no pueda
realizarse en el momento de proceso. Esta práctica de la prueba anticipada, se
dirige al Juez que conocerá la causa principal del domicilio social, si el tribunal
considera fundada la solicitud podrá admitirla por medio de providencia. El que
haya solicitado la práctica de la prueba anticipada, designará a la persona a que
se proponga demandar en su día, para que sea citada en el plazo de 5 días de
antelación para que tenga la intervención. En el caso de que la demanda de
impugnación de acuerdos sociales, no se interponga en el plazo de dos meses,
esta prueba anticipada no tendrá ningún valor, pero podrá ser presentada
nuevamente en el proceso y el juez valorará, según la sana crítica. Practicada la
prueba anticipada, quedará bajo la custodia del secretario del tribunal, hasta que
se presente la demanda a la que se unirá o hasta que llegue el momento procesal
de conocerlos y valorarlos (artículos 293, 295, 296.1 LEC).

Si bien, el Código de Procedimiento Civil vigente, no permite al demandante que


pida la prueba anticipada, antes de la iniciación del período probatorio, ni el
demandado antes de la proposición y práctica, pero las leyes modernas ya lo
permiten, línea que sigue el Anteproyecto del Código de Procedimiento Civil en el
artículo 245, que tiene una similar transcripción de la LEC de España.

5.1.1.5 Medidas de aseguramiento de la prueba


También podrá el accionista, administrador o tercero, solicitar al Juez las medidas
de aseguramiento de la prueba, con anterioridad del inicio del proceso, quien a
través de providencia se evite que por conducta humana o hechos de la
naturaleza, puedan ser destruidos o alterados los objetos materiales o estado de

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

la cosa. Esta petición se hace al tribunal competente del domicilio social y consiste
en conservar la cosa o hacer fehacientemente su realidad. El tribunal podrá
considerar la adopción de la medida de aseguramiento de la prueba, el eventual
ofrecimiento de la prestación de una garantía, por los datos y perjuicios que la
medida pueda irrogar o prestar caución por la práctica de la prueba (artículos 297,
298 LEC).

En nuestro derecho, no existe, una medida de aseguramiento como regla especial,


pero el anteproyecto, trae esa innovación procesal en el artículo 246.

5.1.1.6 Medidas cautelares


Las medidas cautelares se solicitan con la demanda o con anticipación de la
presentación de la demanda, si quien la pide alega y acredita razones de urgencia
necesidad. En este caso se puede pedir la inscripción de la demanda o en su caso
la suspensión del acuerdo. En el escrito de petición al que se acompañarán los
documentos en que se apoye, y en su caso el ofrecimiento de otros medios, en
que se apoye para la acreditación de los presupuestos que autoriza su adopción,
ofreciendo la prestación de caución. En el caso de que no se presente la demanda
en el plazo de 20 días, el tribunal podrá de oficio, que se alcen, revoquen los actos
de cumplimiento que hubieren sido realizados y condenará al solicitante en las
costas y declarará que es responsable de los daños y perjuicios (artículos 730 al
738 LEC).

El Código de Procedimiento Civil vigente, regula las medidas cautelares


siguientes: embargo preventivo, anotación preventiva de la demanda, intervención
judicial de bienes litigiosos, el depósito, el secuestro. Aunque el artículo 261,
establece una medida cautelar específica, refiriéndose a la suspensión del
acuerdo que será objeto de estudio en el capítulo correspondiente. El
anteproyecto del Código de Procedimiento Civil, también lo aborda de manera
general en el Título II.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

5.2 Demanda, admisión y contestación

Conforme a la Ley de Enjuiciamiento Civil de España (artículos 48, 49, 52.10,


155, 156, 166.1, 249.1.3, 336, 399, 400, 416.5, 424, 426, 433) y el Anteproyecto
de Ley del Código de Procedimiento Civil de Nicaragua (artículo 418 al 423), la
demanda o acción de impugnación se ejercita ante el órgano jurisdiccional
competente del domicilio social, según el sujeto que esté legitimado para hacerlo,
frente a los sujetos a quienes haya de afectar la acción pretendida. El juez podrá
objetar la falta de competencia. La demanda deberá cumplir los requisitos exigidos
por la ley, en especial los requisitos objetivos de la pretensión de nulidad o
anulabilidad de los acuerdos sociales, el juez podrá pronunciarse por la falta de la
fundamentación fáctica y jurídica, lo cual es objeto de ser subsanado. Además de
la pretensión intentada, deberán expresar los documentos o medios de prueba
que presentarán en su momento. Además, la ley permite la ampliación de la
demanda antes de la contestación y la acumulación de acciones solamente,
después de la contestación del mismo. Si la demanda se trata de anulación del
acuerdo, los argumentos jurídicos no podrán varias, excepto en la demanda por
nulidad de acuerdos, porque no existe, en este caso inconveniente de una nueva
calificación jurídica.

Si la demanda no es admitida, podrá presentarse nuevamente, subsanando los


defectos procesales, excepto por la caducidad de la acción. Si es admitida, se
dará traslado a la sociedad demanda para que en el pazo de 20 días conteste (el
Anteproyecto le otorga 30 días en el caso de Nicaragua), en caso contrario se
declarará rebelde, también la sociedad demanda podrá reconvenir. Si se allana,
entonces, el juez dictará sentencia condenatoria. Contestada la demanda, ésta
deberá cumplir con los requisitos objetivos y subjetivos, con el objeto de fijar la
relación jurídica procesal. El demandado podrá aducir excepciones, negaciones,
declinatorias (LEC artículos 21, 403, 410, 406, 496, 455) y el Anteproyecto de Ley
del Código de Procedimiento Civil de Nicaragua (artículo 424 al 435).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

En relación con la acumulación de acciones, puede ser objetiva, reunir en la


misma demanda contra el mismo demandado una cantidad de pretensiones que
se deben tramitar en el mismo proceso, en el caso de demandas que tengan por
objeto pretensiones de nulidad y anulabilidad de una misma Junta u órgano
colegiado, debe presentarse dentro de los 40 días desde que se presenta la
primera. La acumulación subjetiva, es cuando se acumulan acciones simultáneas,
contra varios sujetos o varios contra uno, siempre que exista un nexo o causa a
pedir, siendo el juez competente el del domicilio social (artículos 52, 72, 73 LEC) y
el Anteproyecto del Código de Procedimiento Civil lo regula del artículo 107 al
111).

El Código de Procedimiento de Nicaragua vigente, regula el proceso ordinario,


como un proceso de conocimiento, común y plenario. Es un juicio escrito o de
mayor cuantía (artículos 5,6, 934, 1033). En cuando a las etapas del proceso
ordinario, se desarrolla en una primera fase que antecede al período probatorio y
lo integra la demanda (artículos 1021, 1022, 1023), contestación que deberá
presentarse en el término de 6 días (artículos 1038, 1041), o allanamiento (artículo
1049). Si el demandado opone excepciones de previo y especial pronunciamiento,
como la incompetencia del juez o falta de capacidad procesal, se resuelve
previamente (artículo 824).

5.3 La audiencia previa y convalidación del acuerdo impugnado

Admitida la demanda, el juez dará traslado al demandado para que conteste en


plazo establecido, la sociedad demandada tiene la carga en dicha fase, de
contestar la demanda, o alegar la validez del acuerdo o la de éste, cuando en su
momento apareciere viciado, ha sido posteriormente convalidado, constituye una
innovación del artículo 115.3 de la LSA de 1989 “no procederá la impugnación de
un acuerdo social cuando haya sido dejado sin efecto o sustituido válidamente por
otro”, carga que fue traslada en la actual LSC en el artículo 205.2. Gimeno Sendra
(2000), comenta que lo primero que suscita del precepto citado es su naturaleza

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

jurídica, se trata de una convalidación del acuerdo impugnado mediante una


actividad de la sociedad dirigida a la cesación de los efectos del acuerdo viciado o
sustitución, mediante la adopción de otro acuerdo válidamente adoptado.

Calaza López (2003), señala en el artículo de la LSA 115.3 derogado en la


actualidad por la LSC que queda claramente la figura de la revocación y la
sustitución del acuerdo viciado por uno nuevo, con efectos ex tunc, es decir,
retroactivamente. Al respecto, la doctrina considera que el efecto renovador
derivado de la sustitución, no es más que la convalidación o sanación; otro sector,
considera que se denomina, revocación o sustitución; un tercer sector, lo
considera como subsanación; un cuarto sector lo califica como una mera
regularización y otro sector, como un fenómeno híbrido (Gimeno Sendra, Bercovitz
Rodríguez, Díez Picazo, Rodríguez Ruiz, Uría González, Tato Plata, citados por
Calaza López, 2003). Comparto la posición de la autora que considera como una
subsanación que convalida el fondo o la forma de los acuerdos adoptados, previa
garantía de efectividad de eliminación de los efectos lesivos que pudiera haber
causado en el lapso de su validez.

Desde el punto de vista procesal, surgen dudas, en relación a que si la


convalidación constituye un elemento de fondo o simplemente afecta la
admisibilidad de la demanda. De mantenerse la primera tesis, el tema de la
convalidación habrá de dilucidarlo junto con la relación jurídica material debatido y
solucionarse mediante sentencia firme; en cambio, la segunda tesis, habría que
hacerse valer en la audiencia previa y provocar, un auto de sobreseimiento. La
redacción del artículo “no procede la impugnación”, constituye para el autor un
requisito negativo al objeto procesal, por lo que deduce que por economía
procesal abona por facultar al juez a utilizar el archivo del procedimiento y no a él
y a las partes a reanudar el procedimiento hasta agotar las dos instancias y la
casación u obtener una sentencia firme. Pues, bien, sin perjuicio de que la
convalidación del acuerdo forme parte de la relación jurídico material debatido, la
existencia de un acuerdo social nulo o anulable, no convalidado, constituye al

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

propio tiempo, el requisito procesal, que condiciona la admisibilidad de la


demanda, puede hacerse valer en la audiencia previa al juicio, no hay obstáculo
que la convalidación se alegue en la contestación y estimada por el juez, como
elemento extintivo de la pretensión, en dicha fase procesal, destinada a evitar
procesos innecesarios (Gimeno Sendra, 2000).

Desde mi punto de vista, las posiciones adoptadas por los dos autores son
correctas, uno establece el momento oportuno para hacerse valer el derecho a
presentar la convalidación, en el tiempo establecido para contestar la demanda y
el otro denomina la subsanación como convalidación de los acuerdos. En el primer
caso, se analiza el artículo 205.3 LSC, este artículo presume que el juez que
conoce el proceso, dará por finalizada las actuaciones y mandará a archivar el
expediente, pero queda la duda como expone el Gimena Sendra, si deberá o no
dictar una sentencia un auto sobreseimiento. Por otro lado, en el caso de no ser
admitida, podrá continuarse con las actuaciones judiciales hasta la sentencia
definitiva, esto es cuando el acuerdo subsanado o presentado por el demandado,
no presenta las garantías suficientes para proceder a su archivo y auto de
sobreseimiento.

En nuestro sistema procesal, tal situación, no es viable, por cuanto, no existe una
disposición similar en el Código de Comercio, pero en la práctica mercantil, se
presentan situaciones de subsanación o convalidación de acuerdos; en estos
casos, la única alternativa es presentar el nuevo acuerdo al contestar la demanda
o durante el proceso y proceder cómo dispone el artículo 1150 del actual Código
de Procedimiento: “La confirmación, ratificación o ejecución voluntaria en la forma
y época determinadas por la ley, importan la renuncia de los medios y
excepciones que se podrán oponer contra el instrumento. Por último, el artículo
2207 del Código Civil dispone:
“Para que la ratificación expresa o tácita, sea eficaz es necesario que se
haga por quien tiene derecho de pedir la rescisión y que el acto de
ratificación se halle exento de todo vicio de nulidad”.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

En este caso, quien conteste la demanda y presente un nuevo acuerdo que


subsana el anterior, deberá hacerlo como excepción perentoria conforme el
artículo 820, 825 Pr, se oponen en la contestación de la demanda o en cualquier
estado del pleito y se resolverán en sentencia definitiva.

Según Calaza López (2003) para convalidar los acuerdos se requieren cumplir con
los siguientes requisitos:

5.3.1 Revocación
Declaración de voluntad en la que declara inexistentes los acuerdos sociales
contrarios a la ley, estatutos y lesivo al interés social, en beneficio al interés
particular y la subsiguiente cesación de los efectos del mismo. Esta figura no es
comparable con la sustitución, a la que le resulta atribuible el efecto de
convalidación. Pues bien, a través de la revocación se da la eliminación del
acuerdo y la causa del mismo. Por otro lado, es defendido en la doctrina que el
artículo 205.2 LSC posibilita de que el juez otorgue un plazo prudencial para
solventar el vicio y para la sustitución convalidatoria (Calaza López, 2003, Gimeno
Sendra, 2000).

El artículo 2479 del Código Civil de Nicaragua expresa que todo contrato
celebrado entre las partes es ley y no puede ser invalidada, sino por
consentimiento mutuo o por causas legales. En ese mismo, sentido, el artículo
2004 del mismo Código Civil dispone:

“Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes
interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consientan
en darla por insubsistente”

Se trata de una resiliación como lo expone Bendaña Guerrero (2001). En este


caso, la sociedad, siguiendo este principio, decide dejar sin efecto el acuerdo
viciado. Este tipo de decisión tiene efectos para el futuro, sin que opere la
retroactividad por cuanto, no puede afectar los derechos de terceros de buena fe.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

5.3.2 Sustitución
La repetición de un acuerdo social por otro, con implícita voluntad convalidatoria,
implica la adopción de un nuevo acuerdo, idéntico en su naturaleza y contenido,
pero exento de vicios. En este caso requiere que el acuerdo a adoptarse, de la
misma Junta, con idénticos requisitos formales de convocatoria, constitución y
quórum del primero, asimismo, resulta imprescindible que los acuerdos versen
sobre los mismos asuntos comprendidos en el anterior, sin perjuicio de incluir
nuevas y cuestiones válidas. Cuando que no haya ratificación del contenido del
acuerdo viciado, persistirán los vicios que servirá de fundamento a la acción,
quedando abierta la impugnación. Igual efecto, tiene cuando la Junta decide sobre
asuntos distintos al acuerdo viciado. Cuando un acuerdo divergente e incompatible
con el acuerdo precedente, la doctrina ha considerado, como una modalidad
sustitutoria con efectos convalidantes, cuya asunción es legítima. En este caso la
incompatibilidad de los acuerdos debe ser total (Calaza López, 2003, Gimeno
Sendra, 2000).

La defectuosa e irregular convalidación, que ya ha sido impugnada, puede causar


eventuales responsabilidades penales, cuando resulte obvio que el acuerdo no es
convalidable y paralelamente incurría uno de los supuestos delictivos establecidos
en el Código Penal. Pues Bien, el efecto ex tunc, del acuerdo sustituido, requiere
que el efecto del primer acuerdo haya sido destruido y para ello, el segundo
acuerdo tendrá efectos retroactivos, de no ser cierto, estaríamos ante un supuesto
de renovación o repetición que es perfectamente asimilable a la Junta en su
voluntad creadora. Según la DGRN, dice que la convalidación con plena eficacia
retroactiva, presupone un acuerdo unánime de todos los socios, si falta ésta, será
un nuevo acuerdo de contenido idéntico, pero su eficacia, se da desde el primer
momento en que válidamente adoptado. Ahora, el efecto de la sustitución
sanatorio, opera inter partes, es decir, en las relaciones internas de la sociedad y
encuentra un límite infranqueable en los derechos adquiridos por terceros de
buena fe (Calaza López, 2003, Gimeno Sendra, 2000).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

La doctrina no se muestra unánime en cuanto al tratamiento procesal de la


revocación y sustitución del acuerdo, puesto que la primera deriva a una
inadmisión de la demanda, y la segunda, puede conllevar a la continuación del
proceso, hasta que el juez dicte sentencia absolutoria en cuanto al fondo. Para
otro sector doctrinal, la revocación y sustitución del acuerdo impugnado, éstas
pueden ser anteriores a la demanda o durante el plazo concedido por el juez, el
procedimiento prosigue hasta que se dicte sentencia en el fondo (Calaza López,
2003; Gimeno Sendra, 2000).

Desde mi punto de vista, la sustitución de acuerdo nulo o anulable por otro, es lo


que se conoce como la conversión de un contrato inválido, posición sostenida por
Alterini (1999), en materia contractual, en donde un contrato inválido puede ser
convertido en otro contrato válido, de tipo diferente. La conversión de este contrato
inválido, es posible, aunque no sea completa, es voluntad contractual de las
partes, que lo nulo, no produzca ningún efecto. En otras palabras, la mutación del
acuerdo de sociedad inválido se produce mediante el acuerdo válido, siempre que
la ley imperativa no lo prohíba. En consecuencia, el acto nulo o anulable puede
convertirse en otro diferente, cuyos requisitos esenciales satisfaga, cuando el fin
perseguido por los accionistas permite suponer que ellos lo habrían querido si
hubieran previsto la invalidez del acuerdo. En el caso de Nicaragua, podemos
aplicar los artículos de la novación por analogía (artículos 2091 al 2116 C).

En cuanto respecto a los efectos procesales de la revocación y sustitución, soy de


la opinión que ésta cabe dentro de las excepciones perentorias y deben ser
resueltas con la sentencia definitiva, dado que así lo establece nuestro sistema y
el Anteproyecto de Ley de Procedimiento Civil, no regula esta situación, por ser
eminentemente procesal mercantil.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

5.3.3 Ratificación
Es la repetición en un segundo acuerdo del contenido del primero acuerdo, tiene
por finalidad dotar de publicidad al mantener el primer acuerdo, puesto que dé
haber sido impugnado el primer acuerdo, ante la repetición por la parte demanda
de los vicios alegados, lo contenido en el segundo acuerdo, habrá de estar, en
efecto de eficacia e invalidez, a lo dispuesto de la sentencia que recaiga sobre el
primero.

Los acuerdos nulos o anulables suponen la confirmación expresa o tácita del


contenido de los mismos acuerdos, por lo tanto, la validez del acuerdo ratificatorio
depende de la eficacia otorgada en sentencia firme, a aquel al que ha venido a
ratificar y al impugnarse el segundo acuerdo, necesariamente se produce una
acumulación del primero, resolviendo ambos en una misma sentencia. En el caso
que se impugne el segundo, con independencia del anterior, la validez de éste se
hará depender, al igual, del orden inverso, de lo dispuesto para aquel. Cabe dejar
claro que STS del 17 de marzo de 1992, interpreta que la expresión “ratificar
acuerdos” ya adoptados con anterioridad, confiere a estos efectos “ex nunc” y no
“ex tunc” (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).

Sobre la ratificación, es una figura que debemos compararla con la confirmación


que desde el punto de vista de Alterini (1999), la confirmación, contiene la
renuncia de la acción de nulidad, que tiene por objeto reparar los vicios del acto a
que se refiere, es decir, es la expresión técnica por la que la sociedad aprueba los
actos viciados. La ratificación debe ser en los acuerdos anulables, no en los
viciados de nulidad absoluta. En este sentido, se pronuncia el artículo 2205 del
Código Civil, al referirse a la nulidad relativa:
“La nulidad relativa no puede declararse de oficio ni alegarse más que por
la persona o personas en cuyo favor la han establecido las leyes o por sus
herederos, cesionarios o representantes; y puede subsanarse por la
confirmación o ratificación del interesado o interesados, y por un lapso que
no sea menor de cuatro años”.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

El ámbito de aplicación de la convalidación de acuerdos, debe estudiarse desde la


perspectiva de los acuerdos anulables y nulos. Los primeros, se encuentran
amparado en la doctrina clásica del negocio jurídico, bajo el principio “quod ad
inito vitiosum est non potest tracto tempore convalerscere”, que confiere la facultad
convalidatoria a la Junta, quedando excluidos los acuerdos contrarios a ley y al
orden público. En el caso de los acuerdos nulos, la sociedad está facultada para
convalidarlos, ya sea antes de la demanda o posterior, en el plazo legal habilitado
judicialmente, excepto que el acuerdo contravenga normas imperativas o de orden
público (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).

Una vez que se toman los acuerdos defectuoso por la Junta e interpuesta
posteriormente, la acción de impugnación, habría que dilucidar el momento
adecuado para la regularización del acuerdo. Por una parte, puede ser antes de la
demanda o posterior a ella. Un sector de la doctrina moderna (Gimeno Sendra,
2000), es partidario de que la convalidación sea oportunamente realizada, por el
demandado en la fase de la contestación de la demanda, momento éste que
determina la finalización del proceso, siempre que el juez considere sanado el
vicio del interés impugnatorio. Asimismo, podrá hacerse valer en la audiencia
previa y provocar, un auto de sobreseimiento de los acuerdos contemplados en la
LEC artículo 423,3, 425.

En el caso de revocación o sustitución que constituyen eliminación del acuerdo


impugnado y no de la causa del mismo, conduce a considerar que no siendo
impedimento procesal, sino que es un asunto de fondo, no se trata de los hechos
de los términos del debate. Según STS del 26 de enero de 1993 disponen
“carecen de eficacia las innovaciones que después de iniciado el juicio introduzca
el demandado o un tercero en el estado de los hechos o de las personas o de las
cosas que hubieren dado origen a la demanda conforme al principio “ut lite
pendente nihil innoventur”. En el mismo sentido, STS del 20 de octubre de 1998,
STS del 21 de mayo de 2002, señalan “iniciado un proceso de impugnación, no
cabe, mediante su ratificación o convalidación posterior, subsanar los defectos que

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

motivaron aquella: “ut lite pendente nihil innoventur” y “perpetuatio iurisdictionis”.


Según las sentencias anteriores, una vez iniciado el proceso de un determinado
acuerdo social, no puede la sociedad por iniciativa propia, ratificar o convalidar, en
una junta posterior, el propio acuerdo que está siendo objeto del proceso de
impugnación, porque sería una clara violación al principio “ut lite pendente nihil
innoventur”. Posición anterior que comparto junto a Calaza López y Gimeno
Sendra.

Ahora bien, las partes son dueñas no sólo del ejercicio de la acción, sino de las
pretensiones y de la finalización anormal del procedimiento, de manera que uno
de los medios para obtener la convalidación de los acuerdos es la fórmula de
autocomposición de conflicto, en este caso mediante la mediación o conciliación y
se puede hacer en la fase de audiencia previa al juicio oral, en este caso, sino se
hace antes, se podrá hacer en el plazo razonable que otorga el juez, para que
aquella, pueda ser subsanada (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).

En el caso de presentarse la demanda con los documentos que lo acreditan, el


tribunal, salvo circunstancias excepcionales de inadmisión y tras de examinar su
propia jurisdicción y competencia, dicta un auto admitiendo la demanda, dando
traslado al demandado para que conteste en el plazo de 20 días. En el plazo
concedido, la sociedad puede mantener la validez del acuerdo o bien probar su
pura inexistencia, o bien la cesación de los efectos lesivos de los acuerdos con
una previa convalidación. Es decir, la parte demanda tiene la carga de alegar la
validez originaria o sobrevenida. Como podemos ver, el momento adecuado para
la convalidar los acuerdos es el de la contestación, produce, en este caso, la
evitación de la continuación del proceso, siempre que la convalidación haya sido
antes de la interposición de la demanda. Por lo tanto, la sociedad solamente tiene
dos momentos procesales para proceder a la convalidación del acuerdo
impugnado, la primera es con anterioridad a la presentación de la demanda y la
segunda, una vez interpuesta, durante el plazo dispuesto por el juez al efecto de
subsanación (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Si en la fase contestación de la demanda, se presenta la convalidación del


acuerdo anterior a la presentación de la demanda, la audiencia continuará que las
partes, junto con el tribunal, fijen los hechos sobre los que existe conformidad y
disconformidad, la carga de la prueba sobre la revocación o sustitución incumbe a
la parte demandada. Si el acuerdo convalidado acreditado por la sociedad provoca
conformidad de la parte actora, el acuerdo entre las partes o la voluntad de dar por
concluido de inmediato, podrá hacerlas desistir del proceso o solicitar del tribunal
que homologue lo acordado. Si las partes están de acuerdo en la revocatoria o
convalidación del acuerdo, pero existe discrepancia en cuestiones relativas al
derecho, sin abrirse a prueba, el tribunal dictará sentencia dentro de los 20 días de
la terminación de la audiencia, pudiendo la parte gravada, ejercitar contra ellos los
medios de impugnación ordinarios. Si la discrepancia afecta el reconocimiento del
acuerdo revocatorio o sustitutorio, el juez puede adoptar las siguientes medidas:
instar a la sociedad demanda a la convalidación del acuerdo mediante la fijación
del plazo concedido para contestar la demanda, en el plazo razonable concedida
en la antigua LSA artículo 115 y 206 LSC; puede entender convalidado o revocado
el acuerdo impugnado mediante auto de sobreseimiento por desistimiento
bilateral, y también puede dar por concluida la audiencia previa y a la continuación
del proceso (artículos 404, 415.1, 428.1.2.3, 429 LEC).

El plazo establecido por la LSA y LSC se dice que es imperativo, es un deber del
juez conceder el plazo para promover una actuación judicial favorable a la
resolución de conflictos internos de la sociedad. Situación que ha sido criticada por
la doctrina, porque, prejuzga la existencia de una causa de impugnación que
podrá ser subsanada (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).

En el caso de que el segundo acuerdo convalidatorio fuere impugnado e incurre


en idénticos vicios que el primero, es oportuno la acumulación de acciones, pero
cuando ambos acuerdos incurren en vicios distintos, pero siendo el mismo objeto,
no se produce identidad entre las pretensiones ejercitadas, por lo tanto, es

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

oportuno que los procedimientos de impugnación iniciados por mismos o


diferentes sujetos, sigan su curso de forma autónoma. Otros autores consideran
que no es necesaria la impugnación del segundo acuerdo, basta con el primero
para surta efecto en el caso de ser cierto. Sin embargo, la declaración de nulidad o
anulación del segundo, cuando la Junta voluntariamente destruido el contenido del
primero, supone automáticamente la desaparición de ambos acuerdos, por haber
desaparecido la voluntad social (Calaza López, 2003; Gimeno Sendra, 2000).

El demandante puede solicitar en la demanda la suspensión del acuerdo


impugnado, como medida cautelar, la cual debe ser objeto de contradicción por las
partes, salvo razones de urgencia. En ese caso, recibida la solicitud, mediante
providencia, en el plazo de cinco días, convocará a las partes a una vista, que se
celebrará dentro de los diez días siguientes, sin necesidad de seguir el orden de
los asuntos pendientes, cuando así lo exija la medida cautelar. El tribunal provea
la audiencia del demandado, podrá acordarla sin más trámites mediante auto, en
el plazo de cinco días, contra el auto, no cabe recurso alguno (artículos 727.10,
734.2, 733.2 LEC). El anteproyecto de Código de Procedimiento no se refiere a la
suspensión del acuerdo, pero en el artículo 341 numeral 11, es compatible con lo
señalado en el artículo 261 del Código de Comercio.

Una vez contestada la demanda en el plazo previsto en el artículo 414, el tribunal


dentro de tres días, convocará a las partes a una audiencia, a celebrarse en un
plazo de 20 días desde la convocatoria. Esta audiencia previa es la audiencia
preliminar, que se práctica en el juicio ordinario, tiene por objeto que bajo la
inmediación del juez, se pueda obtener conciliación entre las partes, se resuelven
los presupuestos y cuestiones procesales, se complementan y fijan los hechos
controvertidos y su material probatorio y se dice sobre la admisión de la prueba
(artículos 414, 137.2, 415, 416, 425, 426, 428, 427, 429 LEC). En la audiencia
previa comparecen las partes materiales, asistidos de abogados o representantes,
el juez. En el caso de comparecer la parte material, se tendrán por no

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

comparecidos, se levanta un acta y el tribunal, dictará un auto de sobreseimiento


del proceso, ordenando el archivo de las actuaciones.

Asimismo, si a la audiencia concurre el demandado y no alegaré interés en


continuar el proceso; en cambio, si es el demandante quien concurre, se
entenderá con el que continúe resultaré procedente. El tribunal resolverá sobre
cualquier circunstancia que pueda impedir la persecución y término del proceso,
mediante sentencia de fondo. Cuando en la audiencia no comparece el abogado
del demandante, se sobreseerá el proceso, salvo interés legitimo alegado por el
demandado en la continuación del proceso (artículos 414, 415, 428.1, 426.6, 429
LEC). En el anteproyecto del Código de Procedimiento Civil las actuaciones
señaladas están reguladas en los artículos 436 al 464).

En relación con la prueba y admisión, el juicio tendrá por objeto, la práctica de la


prueba de declaraciones de las partes, testificales, informes orales, contradictorios
de peritos, reconocimientos judicial, reproducción de palabras, imágenes, sonidos.
Practicada la prueba, se formularán las conclusiones de forma oral (artículos 299 y
sig, 119.3, 419.1, 429.1, 431, 436 LEC).

La sentencia se dictará, dentro de los 20 días siguientes a la terminación del juicio.


Los efectos de la sentencia afectan a todos los socios, aunque no hubieren litigado
(artículos 434.1, 435.2, 3, 309 LEC).

En el actual sistema procesal nicaragüense no tiene todas las fases anteriores,


pero una vez contestada la demanda se pasa a una segunda fase, si no existen
hechos controvertidos, se abre a prueba (artículo 1081), pero si existe
conformidad respecto a los hechos o pretensiones, entonces el juicios se tramitará
como cuestión de mero derecho (artículo 1084), esta parte concluye con un
mandato del juez para que se entreguen los autos a las partes, por su orden y por
el término de seis días para que concluyan. Concluida la etapa, el Juez cita para
sentencia y en ese mismo auto, la audiencia oral o vista, establecida para todo tipo

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

de juicio por el artículo 101 al 105 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de
Nicaragua (LOPJ). La tercera fase es la que corresponde al Juez para dictar
sentencia (artículo 424, 459).

6. Efectos de la sentencia

Según Calaza López (2003) y Leiva, J (2006) los efectos de la sentencia dictada
por los tribunales produce efectos frente a todos los accionistas, aunque no
hubieren litigado (artículo 222 LEC), pero no frente a los derechos de terceros
adquiridos de buena fe. Esta sentencia habrá de inscribirse en el Registro
Mercantil y deberá indicar la cancelación del acuerdo inscrito, así como de los
asientos posteriores que resulten contradictorios (artículo 208 LSC).

Las sentencias declarativas de nulidad de los acuerdos sociales extienden sus


efectos a todos los accionistas con carácter ex tunc, independientemente de la
posición adoptada frente al acuerdo o de su ausencia o presencia en la Junta. En
el caso de la sentencia constitutiva de anulación, también afecta a todos los
accionistas, aun cuando hayan tomado una posición contraria al acuerdo
adoptado, en este caso opera ex nunc. La usencia del accionista, el voto favorable
o la imposibilidad de ejercer el derecho al voto, no es una excepción en relación a
los efectos de la sentencia (Calaza López, 2003).

En nuestro caso, la sentencia que declara la nulidad de los acuerdos produce los
mismos efectos que señala la Ley de Enjuiciamiento Civil; aunque no lo dice el
Código de Comercio, si lo señala expresamente el Código Civil:

a) La nulidad absoluta, lo mismo que la relativa, declaradas por sentencia firme,


dan derecho a las partes para ser restituidas al mismo estado en que se
hallarían si no hubiere existido el acto o contrato nulo, siempre que la nulidad
no sea por lo ilícito del objeto o de la causa, en cuyo caso no podrá repetirse lo
que se ha dado o pagado a sabiendas (artículo 2211).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

b) Los efectos de la nulidad comprenden también a los terceros poseedores de la


cosa, objeto del acto o contrato nulo, salvo lo dispuesto en los títulos de
Prescripción y de Registro de la Propiedad (artículo 2214).
c) Cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad
declarada a favor de una de ellas, no aprovecha a las otras (artículo 2215).
d) Las acciones rescisorias no podrán hacerse efectivas contra terceros
poseedores de buena fe sino en los casos expresamente señalados por la ley
(artículo 2216).
e) La nulidad de un acto jurídico puede ser completa o sólo parcial. La nulidad
parcial de una disposición en el acto, no perjudica a las otras disposiciones
válidas, siempre que sean separables (artículo 2217).

7. Las medidas cautelares en el procedimiento de impugnación de


acuerdos sociales
La anterior LSA de 1989 regulaba en el artículo 120 la medida cautelar de
suspensión, señalando que podrán solicitar la suspensión del acuerdo impugnado.
El artículo 121 indicaba la anotación preventiva de la demanda. Posteriormente la
LEC del 2000, deroga los artículos 120 y 121 de LSA y se ocupa de las medidas
cautelares en los artículos 721 a 747, incluyendo en los artículos 727.5 LEC la
anotación preventiva de la demanda, en el 727.6 otras anotaciones registrales y
en el 727.10 la medida de suspensión del acuerdo (Gutiérrez Barrenengoa, 2007,
Marín Hita, 2008). Gimeno Sendra (2000) agrega el Reglamento de Registro
Mercantil aprobado por Real Decreto 1784/1996, del 19 de julio, quedaron
vigentes y son de aplicación para las anotaciones preventivas de la demanda de
impugnación de acuerdos sociales y de las resoluciones judiciales que ordenan la
suspensión del acuerdo.

Nuestro sistema se refiere a las medidas cautelares y reconoce como tales las
siguientes: el embargo preventivo (artículos 889 al 905 Pr), aseguración de bienes
litigiosos (artículos 906 al 920), la anotación preventiva de la demanda (Ley No.
698, Ley General de Registro Público aprobada el 27 de agosto de 2009,
publicada en La Gaceta, Diario Oficial No. 239), el depósito (artículo 923 Pr), el
secuestro (artículo 3514 Código Civil), suspensión de los acuerdos sociales
(artículo 261 Código de Comercio).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

La Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000 incluye como medida cautelar específica la


suspensión del acuerdo social, cuando el demandante o demandado representen
el 1% ó 5% del capital social, según que la sociedad demandada hubiere o no
emitido valores que, en el momento de la impugnación, estuvieren admitidos o a
negociación en el mercado secundario (artículo 727.10). La disposición anterior
solamente legítima a los que conjunto individualmente poseen la participación
social requerida, sin distinguir si son acciones con voto o sin voto y excluye a los
terceros que acrediten interés legítimo y a los administradores. En este sentido, se
plantea la duda de cuál sería el momento que ha de tomarse como punto de
partida si se alcanza el mínimo legal de capital social (Gutiérrez Barrenengoa,
2007; Marín Hita, 2008; Pérez Daudí, 2008).

El artículo 261 del Código de Comercio de Nicaragua, no señala requisito de


porcentajes de socios para solicitar la suspensión de los acuerdos, de manera que
el demandante o demandado que lo solicita, puede hacer con el porcentaje de
acciones que tiene derecho, según el principio de igualdad de los accionistas,
señalado en el artículo 254 del Código de Comercio.

Esta medida cautelar tiene como objetivo asegurar la efectividad eventual de la


sentencia estimatoria, que se vería afectada, si durante el proceso se ejecuta el
acuerdo impugnado. Por lo cual, la suspensión del acuerdo tiene una naturaleza
anticipada, manteniendo el mismo estado que si el acuerdo suspendido no se
hubiere acordado o hubiere desaparecido del mundo jurídico, que es lo que se
busca en la acción de impugnación, produce los mismos efectos de la sentencia,
que en su momento recaerá en el juicio de impugnación. (Gutiérrez Barrenengoa,
2007, Marín Hita, 2008; Pérez Daudí, 2008).

Gutiérrez Barrenengoa (2007) citando a Fairen Guillén, considera necesario


distinguir entre la suspensión del acuerdo social impugnado de la resolución de
fondo que lo anula o lo declara nulo, puesto que los objetivos perseguidos por
ambas pueden llevar a configurar el de la resolución cautelar como el de la simple

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

ejecución anticipada. En este sentido, el fin cautelar de la suspensión del acuerdo


social no se consigue, sino anticipando ciertos efectos de resolución de nulidad o
de anulación, por lo que es importante diferenciar, entre sanción cautelar y
sanción principal. La suspensión del acuerdo ataca la ejecutoriedad del acto;
mientras que la declaración de nulidad o anulación ataca el fondo de la pretensión
de impugnación y elimina completamente sus efectos, con carácter definitivo,
mientras que la resolución de suspensión persigue paralizar temporalmente la
ejecución de dicho acuerdo y es provisional. Otra diferencia, es en relación a los
efectos retroactivos, en la suspensión no es retroactivo, mientras que sí lo es, en
la sentencia declarativa de nulidad o anulación.

El Código de Comercio de Nicaragua en el artículo 261 primer párrafo, deja claro


la diferencia señalada por los autores, señalando que los accionistas podrán pedir
la suspensión de la ejecución de los acuerdos protestados y la declaración de
nulidad, que es el efecto que se busca en este tipo de sentencia.

La suspensión de acuerdos sociales, está sujeta al principio dispositivo, de


manera que sólo se va a adoptar a instancia de parte. Quien solicita la medida
cautelar debe justificarla, en caso contrario no se tomará la medida solicitada
(artículo 728 LEC). En el caso de la medida cautelar de suspensión de acuerdos
sociales, el periculum in mora, debe referirse a la irreversibilidad de los eventuales
efectos lesivos consecuencia del acuerdo impugnado. En segundo lugar, debe
procurar que existe un cierto juicio positivo del juez, supone una injerencia clara en
el ámbito de la esfera jurídica del demandado, pero ese femus bini iuris, no puede
suponer, que tan sólo se va adaptar la medida cuando se tenga convencimiento
absoluto de que se va estimar la pretensión del actor, dado que implicaría la
actividad probatoria encaminada a lograr el convencimiento del órgano
jurisdiccional (Gutiérrez Barrenengoa, 2007; Pérez Daudí, 2008; Campuzano
Laguillo, 2012).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

El principio aludido por los autores, implica el mismo requisito en nuestro sistema
nicaragüense, en donde se debe ser accionista para solicitar la suspensión y al
menos la presunción de que se produzca el efecto esperado.

Adicionalmente a lo anterior, existe otro presupuesto que señala el artículo 728 de


la misma ley, es decir, la caución que sirve de garantía al demandado para
resarcirle, en caso de los posibles daños y perjuicios que la adopción de la medida
cautelar haya podido irrogarle. El ofrecimiento debe incluirse en la solicitud de la
medida cautelar y será el tribunal mediante auto quien determine el tipo y cuantía
de la misma, tomando en cuenta, la naturaleza y contenido de la pretensión; así
como la valoración que se realice. La resolución que fije la caución deberá fijar el
plazo (Gutiérrez Barrenengoa, 2007; Pérez Daudí, 2008).

La doctrina expone que no cabe la solicitud de la medida cautelar antes de la


demanda, ni siquiera por razones de urgencia, porque la suspensión está ligado a
la impugnación ya formalizada del acuerdo (artículo 727.10 LEC). Por otro lado,
cabe cuestionarse si es necesaria la audiencia previa de la sociedad por la
adopción de la medida. Anteriormente, el artículo 120 LSA de 1989 regulaba que
ante la adopción de ésta medida mediante un procedimiento incidental. Pero, la
aplicación de las normas generales sobre las medidas cautelares posibilitan la
tramitación urgente, o cuando la audiencia previa pueda comprometer el buen fin
de la medida cautelar, el tribunal podrá acordarlo sin más trámite mediante auto,
en el plazo de cinco días. Contra el auto que admite la suspensión, solo cabe
recurso de apelación, sin efectos suspensivos (Gutiérrez Barrenengoa, 2007;
Marín Hita, 2008; Pérez Daudí, 2008).

Sobre la caución, no es requisito según nuestro sistema procesal, pero puede ser
valorado por el juez que conoce, tomando en cuenta las circunstancias del hecho
y la nulidad o anulabilidad del acuerdo que se pide. Es aplicable por analogía el
artículo 888 del Pr.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Otra medida cautelar que se suele adoptar en el marco de la impugnación de los


acuerdos sociales es la anotación preventiva de la demanda de impugnación
(artículo 727 LEC). Con esta medida se pretende aprovechar la publicidad que
ofrecen los registros públicos para advertir a los terceros de la existencia de un
litigio sobre un bien o derecho inscrito y que, en consecuencia, deberán estar y
pasar por lo que en el proceso suceda. Esta medida cautelar, es doctrinalmente
vista como de una medida de aseguramiento, es decir, aquellas que tienden a
mantener o constituir una situación adecuada, para que cuando se desarrollen los
efectos de la sentencia principal, puedan hacerlo sin obstáculo de difícil
superación y con toda plenitud. Es autónoma a anotación preventiva de la
suspensión del acuerdo, aunque es recomendable que junto a la solicitud de
suspensión, también se solicite la anotación preventiva de la demanda de
impugnación (Gutiérrez Barrenengoa, 2007; Pérez Daudí, 2008).

Para que la medida cautelar de anotación de la demanda se adopte debe


cumplirse los requisitos de fumus bonis iuris, es decir, la pretensión procesal debe
hacer referencia a la impugnación de un acuerdo social inscrito o inscribible, y la
situación jurídica cautelable consistirá en el derecho subjetivo o interés jurídico del
impugnante lesionados por el acuerdo que se impugna. En segundo lugar, será
necesario justificar el periculum in mora, y en tercer lugar, será obligatoria la
prestación de caución para responder de los daños y perjuicios que la medida
pueda ocasionar a la sociedad demandada. Esta medida cautelar, podrá ser
solicitada por todos aquellos que estén legitimados en la impugnación de los
acuerdos sociales (Gutiérrez Barrenengoa, 2007; Pérez Daudí, 2008).

En nuestro derecho la Ley No. 698 regula esta medida cautelar en los artículos
105 y 106.

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

8. Conclusiones

El objeto del proceso de la impugnación de los acuerdos societarios. Desde el


punto de vista del proceso, éste es la sustentación de la acción de impugnación
que pretende el demandante, por lo que debe probar en el juicio las
irregularidades y vicios de los acuerdos sociales de la Junta general de accionistas
para pedir al tribunal que declare la nulidad o anulabilidad de los acuerdos, siendo
el fundamento para obtener la tutela jurídica. En consecuencia, el sujeto activo
deberá convencer al tribunal de la relación entre los elementos fácticos de las
pretensiones de nulidad o anulabilidad y el derecho. Nuestro derecho interno
reconoce este requisito procesal en la Constitución Política de Nicaragua en el
artículo 34 como instrumento para conseguir la tutela efectiva que recae en la
obtención de una sentencia; la Ley Orgánica del Poder Judicial No. 260 en el
artículo 18 señala que los jueces y tribunales deberán resolver las pretensiones de
las partes, sin poder alegar vacio o deficiencia de norma, en ese mismo sentido se
refiere el artículo 443 del Pr y con mayor precisión los artículos 1021 y 424 del
mismo cuerpo normativo al referirse a la pretensión que justifica la redacción de la
demanda y la sentencia que resuelve las pretensiones deducidas en el juicio,
condenado o absolviendo al demandado y decidiendo sobre los puntos del litigio
objeto del debate.

Los plazos para el ejercicio de la acción de impugnación de acuerdos sociales.


Los plazos constituyen términos de caducidad y no de prescripción, y han sido
objeto de distribución de cómputos en función del tipo de nulidad descrito en el
sistema jurídico, éstos han sido previstos con el fin de evitar perturbaciones a la
actividad social y al tráfico mercantil. La a tendencia moderna en las leyes
actuales de sociedades de capital es reducir esos plazos, como sucede en la Ley
1/2010 de España siendo de un año para el ejercicio de la acción declarativa de
nulidad, frente a cuarenta días de la constitutiva de anulación, aclarando que las
acciones de nulidad de acuerdos contrarios al orden público, no tienen plazos de
caducidad. En nuestro caso particular, sucede lo mismo en relación a los acuerdos
nulos contrarios al orden público según lo dispone el artículo 2204 del Código civil.
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

En consecuencia, los otros actos nulos o anulables se encuentran determinados


dentro de los cuatro años contados desde la fecha de celebración del contrato.
Asimismo, regula un plazo especial para el caso de fusión de sociedad contenido
en los artículos 263 a 268 del Código de Comercio, señalando que el acuerdo de
fusión tendrá efecto transcurrido tres meses después de su publicación y del
acuerdo, puede oponerse cualquier acreedor de las sociedades que hayan de
entrar a la fusión, ésta oposición suspende la fusión hasta que se resuelva
judicialmente. Los plazos aquí descritos inician desde el día en que se toma el
acuerdo y en el caso de ser sujeto a inscripción registral, desde el día en que se
inscribe el Registro Mercantil. Asimismo, en caso de duda sobre el inicio del plazo,
son aplicables lo dispuesto las disposiciones establecidas en el Título preliminar
del Código Civil, en los epígrafes XXVI al XXXII.

Legitimación activa y pasiva. Es un requisito procesal que debe ser acreditado


desde el inicio del proceso de impugnación de acuerdos nulos o anulables y puede
ser declarada de oficio. Es considerado un requisito esencial para que el órgano
jurisdiccional constate la posición jurídica de los litigantes. Generalmente nuestro
sistema mercantil en los artículos 211, 260, 261, 244, 245 del Código de Comercio
y artículos 2204, 2205 del Código Civil, señalan que están legitimados: todos los
accionistas de la sociedad anónima, los administradores, los privados de su
derecho al voto, excepto el accionista moroso (artículo 124.9 Código de
Comercio), los ausentes en la toma de decisiones, los asistentes que hubieren
votado en contra de la decisión, los terceros con interés legitimo. El problema
doctrinal se plantea cuando las acciones se adquieren en un momento anterior o
posterior del acuerdo, siendo resuelto con la inscripción de la transmisión de las
acciones en el libro de la sociedad (artículos 37, 38, 230, 232 Código de
Comercio, Ley No. 298 artículo 156), excepto que se compruebe una situación de
caso fortuito o fuerza mayor. Por otro lado, para determinar la legitimación activa
de los terceros, lo que hay que hacer es examinar el acuerdo y cómo éste incide
en la esfera de los derechos del tercero que se siente agraviado, de manera que
en este caso, solamente cabe la impugnación por parte del tercero cuando el

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

acuerdo sea contrario al orden público, pero se limita en el caso de los acuerdos
anulables, por ser más de orden privado.

Para el caso de la legitimación pasiva, cabe dejar claro que el Código de Comercio
de Nicaragua regula que la administración de la sociedad anónima estará confiada
a una Junta Directiva, según los artículos 124, 243, 201, éstos son los que tienen
la representación de la sociedad, y son quienes actuarán en el proceso a través
del representante delegado por la misma Junta Directiva.

En relación a la competencia. El proceso de impugnación de acuerdos sociales se


tramita en la vía judicial a través del procedimiento ordinario (artículo 261 del
Código de Comercio y artículo 6 del Código de Procedimiento Civil) y en la vía
arbitral según el procedimiento establecido por las partes (artículo 27 de Ley No.
540). Los accionistas que consideren afectados por los acuerdos emitidos podrán
presentar la acción de impugnación en el domicilio registral, es decir, en el que se
encuentra inscrita la sociedad (artículo 160 de Ley No. 698). En relación al
domicilio donde presente la controversia, desde el punto de vista de la
competencia territorial, éste es el del domicilio socio donde se encuentra inscrita la
sociedad “domicilio registral”. En el caso de los terceros, podrán hacerlo tanto en
el domicilio registral y real, según lo previsto en el artículo 160 de la Ley No. 698, y
artículo 282 del Código de Procedimiento Civil. En el caso de cambio de domicilio
de la sociedad, la acción se ejerce en el domicilio anterior, siempre y cuando no se
haya notificado el cambio del mismo.

En relación a la competencia de los tribunales arbitrales. Tanto la doctrina


jurisprudencial española como el sistema jurídico nicaragüense permite que los
socios puedan recurrir ante la justicia ordinaria o ante un tribunal arbitral, creando
la oportunidad procesal para que los socios pacten en los estatutos sociales o
posterior a ellos, la sumisión del arbitraje para conocer la acción de impugnación
sobre los acuerdos sociales, situación que se encuentra claramente establecidos

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

en los artículos 261 y 334 del Código de Comercio y en sentencias de la Corte


Suprema de Justicia.

La convalidación de los acuerdos impugnados. La legislación comparada objeto de


este estudio, expresa que la impugnación de acuerdos sociales no procede
cuando haya sido dejado sin efecto o sustituido válidamente por otro. Lo anterior
ha sido objeto de debate desde el punto de vista de la doctrina jurisprudencial
española en la que establecen claras diferencias entre revocación, sustitución y
ratificación, conceptos que tienen a confundirse en nuestro sistema, pero tienen
una solución legal; es decir, en la práctica mercantil, se presentan situaciones de
subsanación o convalidación de acuerdos. En estos casos, la única alternativa es
presentar el nuevo acuerdo al contestar la demanda o durante el proceso y
proceder cómo dispone el artículo 1150 del actual Código de Procedimiento.
Asimismo, el artículo 2207 del Código de Comercio, deja claro que quien conteste
la demanda y presente un nuevo acuerdo que subsana el anterior, deberá hacerlo
como excepción perentoria (conforme los artículos 820 y 825 Pr, se opone en la
contestación de la demanda o en cualquier estado del pleito y se resolverá en
sentencia definitiva.

En relación a la revocación de un acuerdo social, el artículo 2479 del Código Civil


dispone que todo contrato celebrado entre las partes es ley y no puede ser
invalidado, sino por consentimiento mutuo o por causas legales, en consecuencia
es válido presentar como excepción la revocación del acuerdo para que surta
efecto en el proceso judicial o arbitral que conoce el conflicto y deberá ser resuelto
como se ha señalado en la sentencia definitiva.

Otras de las modalidades de convalidación es la sustitución del acuerdo, para ello


se requiere que sea aprobado cumpliendo los mismos requisitos del primero, sin
perjuicio de hacer las modificaciones válidas que convalidan los vicios. En el caso
de Nicaragua, podemos aplicar los artículos de la novación por analogía (artículos
2091 al 2116 C).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

La ratificación del acuerdo, habrá de estar, en efecto de eficacia e invalidez, a lo


dispuesto de la sentencia que recaiga sobre el primero. Esta figura debe ser
estudiada con la confirmación; en este sentido, la ratificación debe ser en los
acuerdos anulables, no en los viciados de nulidad absoluta (artículo 2205 Código
Civil).

También se puede concluir señalando que las partes son dueñas no sólo del
ejercicio de la acción, de manera que podrán resolver el conflicto por medio de los
métodos alternos de resolución de conflicto de la Ley No. 540.

Los efectos de la sentencia que declara la nulidad o anulabilidad de los acuerdos


societarios. La sentencia que declara la nulidad de los acuerdos, dan derecho a
las partes para ser restituidas al mismo estado en que se encontraban si no
hubiera existido el acto o contrato nulo. Los efectos de la nulidad comprenden
también a los terceros. En el caso de los acuerdos inscritos en el Registro
Mercantil los efectos de la sentencia se presentan cuando se inscribe cancelando
lo inscrito, así como los asientos posteriores que resulten estar relacionados con el
acuerdo declarado nulo (artículos 2211, 2213, 2214, 2215, 2216 del Código Civil).

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

9. Referencias bibliográficas

Almagro Nosete, J, Cortés Domínguez, V, Gimeno Sendra, V, Moreno Catena, V. (1991).


Derecho Precesal Civil. Tomo I. Parte General Proceso Civil. Valencia. Tirant lo
Blanch.
Alterini A.A. (1999). Contratos. Civiles, comerciales y de consumo. Buenos Aires,
Argentina:, Abeledo Perrot S.A
Bendaña Guerrero, G. (2001). Estudio de los contratos. 1era edición, Managua: PAVSA.

Cabrera Mercado, R. (2009). La impugnación de acuerdos en las Sociedades


Cooperativas. Revista de estudios jurídicos 9/2009. Recuperado: 31 de octubre de
2012, de: revistaselectronicas.ujaen.es/index.php/rej/article/download/.../123
Campuzano Laguillo, A. B. (2012). La solicitud de suspensión cautelar del acuerdo
adoptado en junta especial o en votación separada. BIB 2012\1279. Publicación:
Revista de Derecho Mercantil núm. 284/2012 (Comentarios de
Jurisprudencia).Madrid: Revista de Derecho Mercantil.
Candelario Macías, M. I & Rodríguez Grilla, L. E. (2011). El derecho de impugnación de
los Acuerdos de las Sociedades Anónimas tras el Real Decreto Legislativo 1/2010
y las Sociedades Cooperativas. Recuperado: 31 de octubre de 2012, de
http://libros-revistas-derecho.vlex.es/vid/impugnacion-anonimas-legislativo-
cooperativas-330004179
Calaza López, M. S. (2003). El Proceso de impugnación de los acuerdos de la sociedad
anónima y cooperativas. Editorial Universitaria Ramón Areces. Recuperado: 20 de
octubre 2012, de http://libros-revistas-derecho.vlex.es/vid/objeto-procesal-189071.
Carbonells Tabeni, J. (2002). Las diligencias preliminares en la nueva ley de
enjuiciamiento civil. Revista del Colegio de Abogados de Lleida. Recuperado: 3 de
noviembre de 2012, de http://libros-revistas-derecho.vlex.es/vid/diligencias-
preliminares-enjuiciamiento-177270
Gimeno Sendra, V, Cortés Domínguez, V, & Moreno Catena, V (2000). Derecho Procesal
Civil. Parte especial. Segunda edición. Madrid: Colex
Faus, M (2010). Impugnación de acuerdos de la Junta General y del Consejo de
Sociedad. Brevario Mercantil.3. Sociedades Anónimas. Recuperado: 20 de agosto
de 2012, de http://vlex.com/vid/66958702
García Rendón, M (1993). Sociedades Mercantiles. México: Harla

Garrigues, J (1976). Curso de Derecho Mercantil. Tomo I, Madrid: Temis

García Guzmán, J. J (2009). Contratos Civiles y Mercantiles. , 2da época. Managua:


Manuales Facultad de Ciencias Jurídicas- UC
García Guzmán, J. J & Herrera Espinoza, J.J (2012). Apuntes de derecho de los
contratos. Manuscrito inédito.
Gil Sáez, JM (1993). Proceso de Impugnación de acuerdos sociales. Cuadernos de
Derecho Judicial. No. 18.
González González, C (2010). Cambio de domicilio social que no altera la competencia
del Juzgado Mercantil que debe conocer del concurso de sociedad anónima.BIB
2010\319.Revista Aranzadi Doctrinal num. 1/2010. Pamplona:.Editorial Aranzadi.
Gutiérrez Barrenengoa, A (2007). La impugnación de acuerdos sociales en la ley No.
1/2001, de enjuiciamiento civil. Especial referencia a las medidas cautelares.
Derecho de sociedades. Deusto: Congreso UNIJÉS. Recuperado el 20 de agosto

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

de 2012, de http://vlex.com/vid/impugnacion-acuerdos-referencia-cautelar-
39128398
Leiva, J (2006). Los acuerdos sociales. Su naturaleza, impugnación y efectos, según la
vigencia de la Ley Española sobre el régimen jurídico de las sociedades
españolas. Recuperado: 4 de agosto de 2012, de
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/indercom/cont/38/el/el5.pdf
Logendio Osborne, I en Jiménez Sánchez, G (2000). Derecho mercantil. Sexta edición,
Barcelona: Ariel
Macheroni, F (1987). La asamblea en las sociedades anónimas. Manual teórico práctico,
Buenos Aires: Editorial Universidad.
Marín Hita, L (2008) La impugnación de acuerdos sociales. Revista de derecho de
Extremadura. Revista No. 2 /mayo-agosto: Ejex
Muñoz Sabaté L (1998). La impugnación de acuerdos de la Junta General de una
Sociedad Anónima puede dirimirse por arbitraje, en Revista Jurídica de Catalunya,
núm. 2.
Otaegui, J (1978). Invalidez de actos societarios. Buenos Aires, Depalma

Palau Ramírez, F (2004).Nulidad y anulabilidad de acuerdos de la Junta General de las


sociedades de capital en la jurisprudencia española de la última década.
Barcelona. Aranzadi Civil-Mercantil núm. 9. Recuperado: 4 de agosto de 2012, de
http://www.westlaw.es/wles/app/nwles/document?docguid=I98238c4090d211dba8d501000
0000000&srguid=i0ad8181500000138f3d01c21b5e6bac3
Pérez Daudí, V (2008). Las medidas cautelares en el proceso de impugnación de
acuerdos sociales. España: Revista de derecho procesal Nº 1-2
Robleto Arana, C. A (2012). Principales causas de impugnación de los acuerdos
societarios en la Junta general de accionistas. Investigaciones y publicaciones
jurídicas: Facultad de Ciencias Jurídicas, UCA.
Romaniello, C (2009). Teoría General del Proceso. “La pretensión del proceso”. Fondo
Editorial Universidad Antonio Romanielo, pp. 827-868. Recuperado: 1 de
noviembre de 2012, de http://doctrina.vlex.com.ve/vid/pretension-litigioso-
pretensiones-requisitos-212820757
Sánchez Calero, J (2009). Legitimación para impugnar acuerdos sociales y derecho a la
tutela judicial efectiva. Recuperado: 2 de noviembre de 2012, de
http://jsanchezcalero.blogspot.com/2009/04/legitimacion-para-impugnar-
acuerdos.html
Sánchez Calero, J (2012). Impugnación de acuerdos y legitimación activa. Recuperado: 2
de noviembre de 2012, de
http://jsanchezcalero.blogspot.com/2012/07/impugnacion-de-acuerdos-y-
legitimacion.html
Tapia Fernández, I (1999). Sujeto y objeto del derecho procesal civil. Universidad de las
Islas Baleares. Anuario Jurídico de la Rioja No. 5. Recuperado: 20 de octubre
2012, de dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/188513.pdf
Tarrío Berjano, M. G (2011). La cláusula estatutaria para la sumisión a arbitraje de la
impugnación de los acuerdos sociales. Esquema de situación. Cuadernos de
derecho y comercio › Núm. 55, Junio 2011. Recuperado el 25 de noviembre de
2012, de http://libros-revistas-derecho.vlex.es/vid/estatutaria-sumision-
impugnacion-esquema-379508830
Tórrez Peralta, W.E (2011). Manual de derecho Procesal Civil Nicaragüense. 1ed.
Managua: Hispamer.
Uría González, R, Menéndez Menéndez, A y García Enterría J (1999). Curso de Derecho
Mercantil. Tomo I, Madrid: Ed. Civitas.
Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Valenzuela Cano, I (2011). La impugnación de los acuerdos sociales. La Gaceta Jurídica


de HISPACOLEM. Recuperado el 17 de julio 2012, de
http://www.hispacolex.com/pdf/articulo%20ignacio.pdf
Vicent Chulía (1990a). Compendio crítico del Derecho Mercantil. 2da edición. España. Ed
Boch
Vicent Chuliá, F (2001b). Arbitraje de impugnación de acuerdos sociales. Anuario de
justicia alternativa. Número 1/2001. Recuperado: 2 de noviembre de 2012.
Disponible en internet: http://velex.com/arbitraje-impugnación-acuerdos-
acto.245759

Legislación extranjera

Boletín Oficial del Estado núm. 199, 18 de Julio de 1951


Código Civil Español. Real Decreto de 24 julio 1889
Decreto-ley 5/2012, de 5 de marzo, de mediación en asuntos civiles y mercantiles
Directiva del Consejo 2001/86/CE, de 8 de octubre de 2001, por la que se completa el
estatuto de la Sociedad Anónima Europea en lo que respeta a la implicación de los
trabajadores.
Real Decreto Legislativo de España 1564/1989, de 22 de diciembre, de la Ley de
Sociedades Anónimas (derogado).
Real Decreto Legislativo 1/2010 de España, de 2 de julio, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley de Sociedades de Capital.
Real Decreto 1784/1996 de España (RRM), de 19 de julio, por el que se aprueba el
Reglamento del Registro Mercantil.
Reglamento del Consejo (CE) nº 2157/2001 de España, de 8 de octubre de 2001, por el
que se aprueba el estatuto de la Sociedad Anónima Europea.
Ley 3/2009, de 3 de abril de España, sobre modificaciones estructurales de las
sociedades mercantiles.
Ley Orgánica 6/1985 de España, de 1 de julio, del Poder Judicial.
Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil de España.

Legislación nacional

Código Civil de la República de Nicaragua Publicado en La Gaceta Diario Oficial 2148 de


5 de febrero de 1904
Código de Comercio Publicado en La Gaceta Diario Oficial No. 248 del 30 de octubre de
1916
Código de Procedimiento de la república de Nicaragua del 1 de enero de 1906.
Ley No. 698, Ley General de los Registros Públicos. Aprobada el 27 de Agosto del 2009.
Publicada en La Gaceta Diario Oficial No. 239 del 17 de Diciembre del 2009
Ley No. 540 de Mediación y Arbitraje de Nicaragua, publicado en La Gaceta Diario Oficial
No. 122, del 24 de junio del año 2005.
Ley sobre el Contrato de fideicomiso, Ley No. 741, Aprobada el 4 de Noviembre del 2010,
Publicada en La Gaceta, Diario Oficial No. 11 del 19 de Enero del 2011

Ley de Mercado de Capitales. Ley No. 587, Aprobada el 26 de Octubre del 2006.
Publicado en La Gaceta, Diario Oficial No. 222 del 15 de Noviembre del 2006

Octubre-Diciembre 2012
Cuadernos de Investigación Jurídica Vol. II No. 13/ 2012

Anteproyecto del Código de Procedimiento Civil de Nicaragua. Recuperado: 1 de


noviembre de 2012. Disponible en Internet:
http://www.poderjudicial.gob.ni/pr/default.htm
Ley Orgánica del Poder Judicial de la República de Nicaragua. Ley No. 260, aprobada el 7
julio 1998, publicado en La Gaceta, Diario Oficial No. 137 del 23 Julio 1998.

Octubre-Diciembre 2012

También podría gustarte