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JHERING

Su muerte causo impresión a sus amigos cuando estaba en Wilhelmshohe que


se celebraba el cincuentenario de su doctorado.

JHERING partencia a los afortunados que pueden decir con Goethe de sí


mismos: todo lo que anhele en mi juventud, lo tengo en la vejez, llevándolo a la
satisfacción y la felicidad, a los que se les suele decir los predilectos de los
Dioses.

Jhering no acabo su trabajo de El Cumplimiento del mismo, La terminación del


Espíritu del Derecho, del Fin del Derecho y de La Historia del Derecho; pues
había requerido otra vida para poder culminarlo; pues Jhering era un joven que
se lanzaba a los más remotos destinos para dejar su huella.

El Espíritu del Derecho fue una obra fragmentada pero a pasar de eso representa
a toda su personalidad en la plenitud de sus energías, ya que tanto como sus
obras y él se complementan el uno al otro.

Hoy en la actualidad se puede considerar someramente el lugar que le


corresponde en la historia de la ciencia y en el Walhalla de los héroes separados
de la vida.

Jhering tenía una personalidad predominante que rápidamente se convertía en


el centro de simpatías así como también sentimientos contradictorios, pues el
don de la conversación, su inagotable buen humor, su inalterable lozanía y el
talento para tomar la iniciativa en las cuestiones más variadas, cautivaban el
interés; aunque también su carácter impulsivo, la naturalidad en la expresión de
sus propios juicios y opiniones, su susceptibilidad frente a la contradicción y la
afirmación rotunda de sus convicciones, le trajeron las de un adversario.

Jhering poseía un carácter mundano como raramente se encuentra entre los


grandes hombres de ciencia. Para el la vida ofrecía muchos mas placeres que
sinsabores, a pasar de su temperamento sanguíneo pasaba a menudo de las
exaltaciones del júbilo a la depresión ´profunda, amiga solamente de la luz
meridiana y enemigo de la penumbra y del romanticismo en la poesía y en la
vida
El dominaba con su pensamiento en dos modos: el primero, en el esfuerzo
tendiente a lograr una evidencia incondicional de sus percepciones y la mayor
cantidad posible de materiales demostrativos; y el segundo, en el rápido vuelo
de su pensamiento hacia amplios horizontes. Puesto que él era una persona
realista.

Jhering al momento que estaba ocupado se concentraba no solo con su


inteligencia sino también todas sus fuerzas espirituales, todo él se aplicaba a sus
problemas, identificándose con ellos, por eso es que estas obras fueron
favorecidas porque se difundieron más allá de las fronteras de Alemania.

Vale la pena comparar este estilo de Jhering con el de SAVIGNY, según Adolfo
MERKEL, a ningún otro escritor alemán puede equiparárselo en este punto con
uno u otro. El estilo de Jhering es de colores vivos, a menudo oratorio y
apasionado; pues el no se desvanece con sus sentimientos sino que no habla
vivamente a través de cada línea y de esa manera conquistar al lector, en sus
obras menciona mucho los lemas y frases sentenciosas las cuales sirven para
imponer sus convicciones. JHERING es un maestro en ligar lo abstracto con lo
concreto. Su obra llamada “método histórico natural” pertenece por completo a
esta conexión.

SCHOPENHAUER y JHERING sobresalen entre los juristas, por su lenguaje,


especialmente por su claridad, además, a ambos les es común la lucha, aun
debatida, contra el culto de las ideas.

JHERING no conquisto como docente porque su idiosincrasia excluía la postura


magistral, que es indispensable para lograr grandes resultados, dificultándole el
hecho de no satisfacer a la mayoría de los estudiantes, con un compendio para
que así comprendiera la materia; las conferencias de JHERING eran mucho más
interesantes que las de VANGEROW.

La lectura de Corpus Iuris hizo de JHERING un jurista inspirado. La


jurisprudencia se presentó ante el como una ciencia en la que, a pesar de sus
problemas prácticos, el talento especulativo tenía libertad de acción y servía
mejor las cuestiones prácticas, siguiendo sus propias leyes. En el tercer tomo de
su Espíritu y en la disertación con que prologo su Anuario, caracterizo las
cuestiones que allí se plantean respecto del talento especulativo, especulativo
exaltándolas al propio tiempo. A estas dotes espirituales JHERING lo llama
jurisprudencia superior o productiva, la que contrapone la jurisprudencia inferior
o puramente receptiva. JHERING dice que le conjunto de ideas que ofrece el
derecho tradicional es suficiente para satisfacer todas las necesidad del
comercio moderno.

JHERING en la renovación de la jurisprudencia constructiva, ve él, junto con el


resurgimiento de la investigación de las fuentes, el signo y el mérito de la nueva
época de la ciencia del derecho, inaugurada por la Posesión de SAVIGNY.

Examinados los trabajos dogmáticos que JHERING público en larga serie


después de su artículo Programa, no encontramos en ellos ni una valuación
excesiva del elemento lógico, ni descuido de aquellos límites; la elaboración de
los conceptos en los trabajos dogmáticos de JHERING, jamás trascienden los
límites señalados por un interés práctico perceptible.

Para JHERING su singular característica es su obra Jurisprudencia de la vida


cotidiana, que coloca a la pequeña vida diaria, con sus complicaciones múltiples,
dentro del campo de observación de los juristas.

JHERING somete, con preferencia, las teorías jurídicas a una prueba no


conceptual sino casuística. Entre el derecho y las necesidades se han
interpuesto prejuicios y que el déficit no debe ser atribuido a los juristas romanos,
por eso JHERING pone toda su fuerza, para preparar el terreno para una
aplicación más universal de la misma adaptada a las relaciones actuales.

Asimismo acusa el dogmático JHERING, en su tratado sobre la posesión, el


mismo carácter. Solamente que en esta obra se presentan, en constante
polémica contra SAVIGNY y otros. Al método de trabajo asocio JHERING la
correspondiente teoría, convirtiendo la investigación dogmática en el
procedimiento demostrativo de aquella. N o puede negarse que en aquellos
escritos está realmente contenido algo de aquellas jurisprudencia productiva.

JHERING vinculo más tarde su originaria sobreestimación del elemento lógico


en el derecho, con su anhelo por librarse de la presión espiritual que había
ejercido sobre él lo puramente positivo. El material del derecho lleva dos
cominos: el primero la elaboración lógica y la concentración, y por el otro, la
dilucidación del método espiritual del trabajo; esta última es el más difícil y
significativa y a ella se dedicó JHERING desde su juventud, con incomparable
audacia.

JHERING fue un órgano del movimiento nacional de independencia frente al


derecho de la recepción, movimiento que por cierto no data de hoy y su obra más
importante, el Espíritu del derecho romano, estaba destinada a servir este anhelo
de independencia; así de esa manera uniendo lo nuevo con lo antiguo, para
hacer surgir un derecho ajustado al genio nacional y a las necesidades actuales.
“Por el derecho romano, pero más allá del derecho romano”.

SAVIGNY trazo el programa de una historia de a evolución del derecho. Pero los
trabajos de su escuela apenas dejaban tener vinculación con este programa ya
que era una escuela aun de la época romanticismo; JHERING emprendió lo que
la escuela había postulado. Pero, lo que el produjo le hizo ver, de inmediato,
múltiples contrastes con ellas.; pues JHERING se apartó de esta concesión,
despojándose se su vestidura romántica.

JHERING se propuso destacar, en su Espíritu y en otras obras, como, en que


forma y porque medios, el derecho romano evolucionando de sus orígenes
nacionales, se elevaron, en el periodo de la jurisprudencia clásica. JHERING
busca distinguir las fuerzas espirituales que constituyen este espíritu popular y
de establecer su grado de participación en la formación del derecho. Combate,
además, el criterio de la escuela sobre el origen y el crecimiento espontáneo del
derecho en el seno místico del espíritu del pueblo. Su opinión es, que en el
desarrollo de las formas características de existencia del derecho, participaron
desde un principio la voluntad consciente y el trabajo reflexivo y razonado.

JHERING, como en el campo de la ciencia moderna es general, esta idea


adquiere un carácter progresista. Él es, no obstante, como ya se ha dicho, un
representante de la aspiración espiritual por la autonomía frente al derecho
tradicional.

JHERING se internó en las relaciones de la antigua Roma, para lograr una


imagen clara y sensible de ella. Se ha atribuido con razón a la fantasía de
JHERING, una gran parte de este trabajo de reconstrucción; la fantasía (una
función intensificada de sus facultades instintivas) a la que nosotros nos
referimos, y el material con el cual trabaja, lo obtiene mediante una amplia
investigación de los detalles.

Su obra El Espíritu tiene un lugar glorioso al lado del Espíritu de las leyes de
MONTESQUIEU. JHERING tiene razón cuando admite que la asombrosa obra
de la jurisprudencia romana no se explica con la simple referencia a las virtudes
lógicas de los juristas, pies junto a ellos u antes que ellos deben considerarse
como condiciones propias para apreciar la obra realizada.

El propósito de JHERING se dirigió, en un principio, a suministrar, mediante la


exposición de la evolución del derecho romano, elementos para una teoría
natural del derecho, esto es, para una filosofía del derecho.

La obra de JHERING contiene, asimismo, contribuciones de esa especie y la


filosofía jurídica del provenir tendrá que inspirarse en el; Algunos pasajes de su
obra podría formar parte, sin esfuerzo, de un sistema de la filosofía del derecho.
Así sucede con el que se ocupa del concepto del derecho subjetivo, con el que
finaliza el último tomo de su obra.

Las opiniones de JHERING sobre la filosofía del derecho han sufrido muchos
cambios, pues no era su lado fuerte pensar y meditar fríamente sirve todas las
consecuencias del trabajo y de la vida, de donde pudiera resultar una visión
completa, libre de contradicciones, que abarca por igual todas las cosas De ahí
que la revisión de la primer edición del Espíritu atenuara, aquí y allá, estas
incongruencias (especialmente en lo que concierne al espíritu lógico en el
derecho), las que por cierto no hizo desaparecer. De una manera general pueden
demostrarse, en los trabajos de JHERING, tales incongruencias, respecto a los
problemas fundaméntales de la teoría general del derecho.

En el segundo tomo del Espíritu, al contemplar la antigua jurisprudencia romana


y bajo su influencia, enseña JHERING que las relaciones de derecho son,
esencialmente, relaciones de dominio o de poder y el derecho una parte concreta
del poder de la voluntad; que al considerar el derecho privado, lo absolutamente
correcto es la realización exclusiva del aspecto del poder y del dominio y que la
substancia de la jurisprudencia consiste en abstraerse de todo aquello que no
responde a este punto de vista. En el tomo cuarto de la misma obra, en cambio,
el derecho subjetivo es definido como un interés protegido por el Estado,
sustituyéndose así el pinto de vita del poder por el de la finalidad, al propio tiempo
que se rechaza expresamente la teoría de la voluntad. Allí se explica en forma
excelente uno de los aspectos del derecho subjetivo y aquí otro, sin que se
procure llegar seriamente a una síntesis conceptual de la misma; por otra parte,
es igualmente cierto que la substancia del derecho subjetivo ni puede ser el
interés, por más exacto que sea que tal enunciado deriva del derecho objetivo,
pues el derecho objetivo no garantiza ningún interés a los individuos, sino que
proporciona cierto poder adecuado a esos intereses y con respecto a otros
intereses.

Pero la preocupación de JHERING por la exactitud lógica de sus definiciones,


fue siempre menor que su afán en poner de manifiesto con energía, los
elementos de las relacione jurídicas examinadas

También aparece en el este dualismo en la manera de concebir en derecho, En


su Lucha por el derecho, la teoría del poder encuentra una nueva y penetrante
defensa, mientras en el Fin en el derecho se ocupa con profunda atención del
elemento finalista.

En estos dos trabajos, la personalidad de JHERING encuentra su más clara


expresión, En la Lucha se recela su carácter, su capacidad de polemista, la
energía de su conciencia jurídica, la plenitud varonil de su hombría; en cambio,
en el “Fin” se destaca la índole y la dirección de su pensamiento, pues la
significación de sus teorías, depende de aquellos aspectos de lo humano que
han prevaleció en el, respecto a los contrastes y aspiraciones que agitan la
época.

En la Lucha por el derecho, según se hizo notar, revela JHERING como creo la
concepción, adecuada a su personalidad, respecto al derecho considerado como
poder. E n un excelente trabajo anterior sobre el Elemento obligatorio rn rl
derecho privado romano, se había ocupado, especialmente como historiador, d
ellos problemas tratados en la Lucha. Allí se descubrió que si se eliminaba lo
penal se debilitaría la energía de la voluntad jurídica, en la defensa tanto del
derecho objetivo domo de los derechos subjetivos. Y ellos lo llevo al
convencimiento de la oposición que mediaba ente su manera de sentir y de vivir
y este proceso evolutivo. En La Lucha por el derecho esta contraindicación se
manifiesta y el notable éxito de su opúsculo reveo que sus sentimientos eran
compartidos por otros y que no se encontraba solo y aislado con ellos; el
pensamiento, especialmente en el campo del derecho penal como una
conciencia generalizada. Desde la aparición de la cuestión social, en el
pensamiento moderno se ha infiltrado la duda acerca se du justificación integral,
de esto trata la evolución a propiciada por JHERING en su Lucha.

Este escrito se ocupa, preferentemente, del valor propio del derecho subjetivo.
A esta parte de la obra podría denominársela un sermón basándose en las
palabras de KANT: “No dejéis que otros pisoteen nuestro derecho”

JHERING funda su tesis en el deber de la defensa del derecho; en primer


término, en la conexión del derecho: en primer término, en la conexión del
derecho subjetivo con la personalidad del titular y, en segundo lugar, en la
solidaridad del derecho objetivo con el derecho subjetivo.

La conexión del derecho del derecho subjetivo con la personalidad esta


excelentemente expuesta. En realidad en nuestros derechos existe una parte de
nuestro valor social, de nuestro honor. Quien menosprecia nuestro derecho,
hiere este valor y este honor.

Si el derecho ni fuera, por cierto, sino un conjunto de intereses, como parece


admitirse e el cuarto tomo del Espíritu, no podría encontrarse en el la
personalidad, ni la afirmación del derecho, como él lo enseña, podría ser
sinónima con la auto afirmación moral. JHERING tiene una ética de la afirmación
de la voluntad y de la vida. La segunda proposición de JHERING, que sostiene
la solidaridad del derecho objetivo con el derecho subjetivo.

JHERING lo reconoce con acierto, las funciones de la protección civil se


complementan, en cierta medida, con las de la protección penal. De mucho a
mayor significación todavía que la Lucha, en lo que se refiere al sistema ideal de
JHERING sirve la finalidad, es s obra El sin en e derecho. Esta última surgió de
su trabajo libre el Espíritu, determinado al propio determinando al propio tiempo
su conclusión.

JHERING separa los fines de la autodeterminación egoísta del individuo / esto


es, físicos, económicos y jurídicos), de los fines de la autodeterminación social,
lo cual por corresponder estos últimos, en el individuo, a los fines de la
autodeterminación ética, lo condicen, dentro de esa división lógica, a un
esquema de una teoría de la evolución. Quiere denostar como aquí “se liga un
fin al otro, el superior con el inferior, y no solo se liga sino que hace brotar de si
al otro, como consecuencia propia de necesidades imperiosas”.

Lo justo y lo moral no levanta ninguna contraindicación con el conveniente.


Señalan, solamente, “la capa, as profunda y sólida de los conveniente,
depositada en la organización social”. Por otra parte, no constituye un don
originario del espíritu humano, ni una lex innata, sino el resultado de una
adaptación a las condiciones de la existencia social históricamente determinadas

Señaladas en esos términos las líneas fundamentales de la ética y de la filosofía


del derecho de JHERING, nos encontramos con un utilitarismo social. Pero este
utilitarismo ni encierra ni por asomo, en JHERING, no escepticismo, no
tendencias disolventes respecto a las leyes morales.

La obra no encontró la aceptación que JHERING esperaba, mientras tanto, sería


un error creer que el Fin en el derecho no haya producido ningún efecto en el
mundo jurídico. También en esta esfera el naturalismo moderno ha hecho su
entrada, encontrado un apoyo en el Fin en el derecho. Ha tomado de este la
“idea de la finalidad”, aplicándola, no obstante, en un sentido que no corresponde
al vigor de la obra, sino a sus deficiencias.

Solo se quiso encontrar en ella “una estructura frágil de “ensayos religiosos”,


cuando lo que merecía justa admiración era la uniformidad y la solidez en la
construcción de sus ideas. Por otra parte, e formulo la preguntar respecto de
donde y cuando había ocurrido todo aquello que JHERING describa, a lo que se
respondió diciendo que ellos no había sucediendo jamás en ninguna parte, fuera
de la imaginación de aquel. Dentro del pensamiento de JHERING debían
contestarse, que etas cosas habían sucedido en todas huellas partes donde e
derecho y la moral habían logrado desarrollarse. Su obra procura ser una síntesis
de la historia de su evolución, una relación sumaria, que abarca, solamente, los
acontecimientos típicos relacionados con ella. A la ciencia del derecho
pertenecen ciertas funciones que son idénticas en todas partes. En estas se
ponen de manifiesto necesidades y fuerzas espirituales de la misma naturaleza.
Ellas han sido en todas partes, para a creación del mundo jurídico con tal,
factores determinantes, y su actividad creadora es lo que JHERING quiere
mostrarnos. El ingenioso y conspicuo filosofo EUCKEN que, dicho sea de paso,
no pertenece a la atendencia utilitarista, piensa que le problema más importante
tratado por JHERING ha entrado, debido a a su obra el Fin del derecho, en una
nueva fase.

Si comparamos la contribución de JHERING con otros sistemas utilitaristas, se


nos presenta como su principal característica, la posición central, atribuye al
concepto de la sociedad y de los fines sociales, y la enérgica compenetración
del derecho y de la ética general con estos fines. Al sistema de JHERING se lo
ha opuesto al de HERBERT SPENCER, se lo ha colocado por encima de él. No
sé decir, silos “hechos de la ética” aparecieron con anterioridad a la obra de
JHERING. Pero, los ideales primordiales de utilitarismo social n surgen de la
obra de SPENCER, ni aparecen en los trabajos de JHERING. El sistema de
SPENCER acusa a seste respecto una cierta indeterminación, de la que se
derivan deficiencias que no pueden ser reprochadas a la Ética de JHERING, es
parcialmente porque en aquel no se estima, en su significación completa, el
contraste entre la conducta moral de los individuos, su autodeterminación ética,
para causar las expresiones de este último, y su conducta egoísta.

Una de las dudas en el sistema de JHERING se refiere a la relación de la


personalidad individual con la sociedad El individuo humano, según él, llega al
mundo y centra en la vida histórica como un egoísta puro. El historiador
JHERING distinguido con más acierto estas relaciones que el dogmático. Se
puede oponer, en este aspecto lo mismo que en muchos otros, su “Fin” con su
“Espíritu”.

Otra duda corresponde a la posición del concepto finalista en JHERING. Piensa,


de una manera general, en los fines conscientemente concebidos, y los fines
sociales a los cuales hace remontar el derecho, son propuestos como fines de
los individuos asociados. Por otra parte, pueden modificar su significado, por el
transcurso del tiempo, instituciones producidas por determinadas
representaciones de fines y encontrar distintas aquellas de las cuales provienen.
La teoría finalista de JHERING, en sus aspectos filosóficos y jurídicos. En el
primer aspecto, es decir, en el aspecto filosófico, acepta las teorías que
consideran con LEIBNIZ la evolución del derecho y de la moral como “el
desenvolviendo y la decantación gradual de aquello que en un principio como ley
eterna estaba latente en alas representaciones inconscientes del alma de cada
hombre”, semejante a la organización consciente de un sistema apropiado, de
conceptos y máximas, armónico y cálido en sí mismo.

En verdad, nuestra escolástica, el logicismo jurídico la “jurisprudencia


conceptual”, tiene sus fuentes propias. Estas se encuentran, por una parte, en
las cuestiones técnicas de la jurisprudencia, las que JHERING ha descrito tan
excelente, y por otra, en la propensión del razonamiento abstracto a
sobreestimar sus hijos, los conceptos, y considerarlos como entes con dignidad
independiente, con vida propia y fecundidad predestinadas.

Aquella filosofía y esta escolástica son científicamente superadas, mediante la


prueba de que el derecho en sus partes esenciales, no accidentalmente aquí y
allá, sino en todas partes, es de naturaleza a lógica. Esta demostración fue
encarada por JHERING en su Fin, haciendo resaltar los factores reales del
derecho. No obstante ella requiere ser complementada. La solución está en la
justificación de la naturaleza del derecho como compromiso y en la dependencia
eventual de los compromisos que se exteriorizan las fuerzas y relaciones de
poder variables, que se burlan de aquello que deriva de los conceptos y que no
admiten la expresión adecuada en un sistema conceptual.

JHERING se ha absorbido, cada vez más, en la contradicción mencionada


últimamente. Con toda la pasión de su alma, combatió, en el último periodo de
su vida, el culto de los conceptos, En su obra El derecho en serio y en broma,
lo cubrió, a la vez, con la lejía de su burla. L a tendencia formalista, que aquí se
cuestiona, florece lo mismo en la ciencia del derecho penal, en el derecho público
y entre los romanistas, JHERING no tienen por ello razón, cuando la hace
remontara SAVIGNY Y PUCHTA. Pero, estos solo aparecen ante el como
Musagetas, que desde las alturas dirigen la rueda de los conceptos jurídicos. No
es desafecto a trasladar, a la mayor parte de sus discípulos y continuadores, al
cielo jurídico de los conceptos, más propiamente al infierno jurídico.
Pero, si se prescinde de las exageraciones del mencionado escrito, se nos
aparece en los trabajos posteriores de JHERING, la figura del pensador realistas
que habiéndose vuelto hacia los fines de lla vida práctica, trata de fomentarlos,
enseñando a comprenderlos en sí mismo. Y a compenetrarse de las fuerzas que
los ponen en juego, así como de las formas de vida que ellos producen.

L a posición histórica de SAVIGNY fue más feliz, más central que la suya
mientras que para los trabajos de JHERING no puede sustentarse una posición
central análoga. Por otra parte, JHERING tiene una relación más universal con
los problemas generales de la ciencia del espíritu: procurar a la humanidad el
conocimiento de su situación y las leyes de su propia conducta.

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