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LA CASA. DEL SÓTANO A LA GUARDILLA. EL SENTIDO DE LA CHOZA.

CIUDAD, HÁBITAT Y VIVIENDA


UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

El filósofo francés Gastón Bachelard (2000), propone una poética del espacio,
distanciándose con ello de posturas positivistas, en tanto, manifiesta que los lugares
cobran sentidos y están llenos de significados y emotividades producto de la
experiencia o experiencias de quienes yacen en ellos. Es así como plantea un
“topoanálisis”, es decir un estudio psicológico de los parajes en que transcurre la
vida íntima del ser humano (31).

Para ello hace un estudio fenomenológico del espacio en el que habitamos, que
lejos de considerar la casa como “objeto”, que se puede describir y sobre la cual se
pueden hacer juicios de tipo geométrico por ejemplo, atiende, en cambio, a la
narración de los hechos o impresiones de quienes la habitan. En efecto, dice el
autor que la casa realiza la función de habitar en tanto permite que, la vida se
alberga en el ensueño, se protege, se cubre, se esconde, y de cabida a la soledad.
Por tanto dice el filósofo la casa devela el dinamismo poético, en tanto que, se
concibe como espacio de intimidad (30), convirtiéndose en espacio de integración
para los pensamientos, recuerdos y los sueños del hombre, cuyo principio unificador
es el ensueño.

Este ensueño emerge de la memoria y la imaginación; la primera evoca los


recuerdos de la casa habitada, la segunda construye imágenes que hacemos sobre
la misma y que nos conmueven y hacen despertar una sensibilidad.

Dice el pensador:

“La casa es un cuerpo de imágenes que dan al hombre razones o ilusiones de


estabilidad… para ordenar esas imágenes es preciso tener en cuenta dos puntos
de enlace principales:
1. La casa es imaginada como un ser vertical. Se eleva…

2. La casa es imaginada como un ser concentrado. Nos llama a una conciencia de


centralidad” (38).

La verticalidad está compuesta de dos niveles o dos polaridades: la guardilla y


el sótano. Sobre los cuales se tejen una serie de emociones y sentimientos, y se
gestan representaciones; cielo y tierra, luz y oscuridad, seguridad y miedo,
racionalidad completa, racionalidad incompleta. (39) La casa real es la que mejor
se adapta a la poética, en la que se vive lo emotivo y es posible desplazarse
subiendo y bajando escaleras, y es el recorrido de los espacios que la penetran el
contexto en el que emerge la ensoñación.

De otra parte, la conciencia de centralidad la explica Bachelard evocando el texto


de Heri Bachelin, Le serviteur: “… Nuestra casa era mi choza: Me veía en ella al
abrigo del frío y del hambre. Si me estremecía un escalofrío era de bienestar”. Es
por tanto, la idea de concebir la casa como lugar de protección, nuestro refugio en
el que se condensa nuestra intimidad.

A partir de esta postura, Bachelard afirma que en París, no existen por tanto
casas, por el contrario sus habitantes viven en casas cajas. Para hacer una
descripción de estas, señala a Paul Claudel quien afirmaba “Nuestro cuarto
parisiense entre cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujero
convencional, que amueblamos… el número de la calle, la cifra del piso fijan
localizaciones de nuestro agüero convencional, pero nuestra morada no tiene
espacio entorno a ella ni verticalidad en sí…” Continúa Bachelert, la casa parisina
no tiene raíces…. Los rascacielos no tienen sótano… los ascensores destruyen los
heroísmos de las escaleras (43).

Es así como afirma el autor que las relaciones de la morada y del espacio se
vuelven facticias. Todo es máquina y la vida íntima huye por todas partes (45). De
allí la necesidad de concebir la casa desde otra perspectiva, desde la poética del
espacio, a partir de la cual se tiene en cuenta las narraciones de quien vive en ella,
para comprender la función primera de habitar.

Bibliografía.

Bachelard, Gastón (2000). La poética del espacio. Argentina: Fondo de Cultura


Económica.

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