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 María José Figueroa León / Asociada NEL Santiago

 mariajose_figueroaleon@hotmail.com

 Lo familiar y los efectos de sus marcas.

 Angustia en familia - la inquietante familiaridad del semejante.

En ocasiones lo familiar se torna algo extraño, inquietante, siniestro, Unheimlich, término


que Freud emplea para dar cuenta de que “todo lo que está destinado a permanecer en
secreto, en lo oculto ha salido a la luz”, se trata del encuentro con lo que no es nuevo ni
ajeno. Lo que no es nuevo ni ajeno para el sujeto es la relación con el Otro. A lo largo de la
enseñanza de Lacan éste es entendido tanto como el semejante (a) como el lugar del código
(A).
En La angustia ubica al Otro como lugar del significante distinto al semejante “es mi
semejante entre otros… lugar donde se instituye como tal el Otro de la diferencia singular”.
Propone el esquema de la división subjetiva e indica que “con respecto al Otro el sujeto que
depende de él se inscribe como cociente”. En el Seminario 17 pone en relación los S1 con “el
campo del gran Otro”, así “una vez surgido S1 se repite ante S2. De esta puesta en relación
surge el sujeto”, se trata de la operación del rasgo unario “de la forma más simple de la
marca”. Para Héctor Gallo está operación es la “condición estructural de la alienación
simbólica al Otro”, pero no suficiente para establecer un vínculo social, ya que se necesita la
intervención de un deseo que anude S1 y S2, sin esto “no se producirá un sujeto que demanda
saber, ni un cuerpo que goza siguiendo las coordenadas del deseo y el amor, sino un desecho,
un ser petrificado a los significantes amos que gozan de él sin medida.”. Esto es algo que
Lacan resalta como la transmisión de un deseo que no sea anónimo. Entonces ¿Qué ocurre si
no hay un deseo que articule?
L ingresa a los 5 a un Hogar debido a la “negligencia materna”, no sabe quién es su padre
“puede ser cualquiera”. Sus recuerdos de infancia se ligan a las mentiras, los robos, la
sexualidad de la madre y el “abuso”, lo que nombra como “lo privado, secretos de familia”,
en L lo privado no existe, es la falta de velo ante el horror.

Desde los 5 hasta los 13 años ha transitado de residencias de protección a casa de familiares
que deciden cuidarla, pero algo tropieza de manera repetitiva, los acusa de agredirla
físicamente, lo que la hace retornar a la institución. L cree que no merece tener una familia.
Tras cada reingreso se pregunta por qué ha vuelto, por lo que la estrategia transferencial
apunta a que pueda tomar cierta distancia de ese Otro que puede retornarle como aquel que
la abusa y la maltrata (sostenido por el discurso institucional). Como táctica se decide leerle
lo que su psicóloga anterior informó en un ámbito público (Tribunal) e introducir un velo (lo
que la analista informe se le comunicara a ella primero). Tanto la estrategia y la táctica
apuntan a introducir el binomio público-privado para su tratamiento en transferencia, dándole
estatuto a su palabra. Como efecto comienza a hablar del mentir y el robar – rasgos maternos
– que se le tornan incontrolables “no puedo parar de hacerlo”. Además habla de sus cambios
de emociones (del enojo a la pena) los que ocurren al pensar en “cuando todo comenzó, lo
privado, lo que nunca le he contado a nadie”, lo que actualiza la pregunta por su origen, la
maternidad y los recuerdos de una madre “mentirosa, drogadicta y ladrona”. Para L el Otro
materno es un Otro en el que no puede ser alojada, por lo que se intenta barrarlo para que no
se instale como un Otro consistente y malo, introduciendo la pregunta por la causa ¿qué le
habrá pasado? surgiendo un mito “mi abuela no la cuidaba, quedó embarazada, a los 13
años la violaron” el que luego es actuado.

L está en una permanente confusión respecto al qué es ser madre y su lazo al otro es en
función de la angustia y la preocupación que causa en éstos, a partir de la tendencia a pasar
a la acción en un constante desborde pulsional (cortes, peleas, mentiras, robos, fugas)
arrojándose a lo peor, a la manera de un pasaje al acto.

En un ir y venir sin límites, sin deseo, en el que la ley es lo que ella dice y que el Otro de la
ley cree, pero en lo que la analista oye otra cosa. La dirección del tratamiento se centra en
ubicar un límite entre el adentro y el afuera, situando el adentro “lo privado” en relación al
dispositivo analítico y el afuera respecto a lo judicial-institucional. Se trata de abordar “lo
privado”, lo íntimo de un modo distinto, instalado un velo respecto de lo que saldrá o no al
exterior.

Me pregunto si la dirección del tratamiento y la posición de la analista, orientada por lo real


e intentando armar una defensa, un velo a lo que desborda, le permitirá poder construir algo
de lo privado.

Referencias
 Freud, S. Lo Ominoso. Amorrortu, Buenos Aires, 1992, 225.
 Gallo, H. El sujeto, el cuerpo y el otro. NEL Medellín, http://nel-medellin.org/el-
sujeto-el-cuerpo-y-el-otro/
 Lacan, J. El seminario 10: La angustia. Paidós, Buenos Aires, 2008, 32; 33 y 36.
 Lacan, J. El seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2006,
11; 17 y 49.

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