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Unidad 3:

(12) Alamán – Soberanía popular


(13) halperín dongui – Tradición política española e ideología revolucionaria de Mayo
(Prefacio, Introducción y capítulo 1)
(14) lizzardi – Al excelentísimo señor
(15) Lizzardi – El hermano del perico que cantaba la victoria
(16) Lizzardi – Pronóstico político
(17a) Mora – Sobre la libertad de pensar
(17b) Mora – Sobre los medios
(17c) Mora – Sobre las leyes
(18) Talamantes – Idea del Congreso Nacional
Unidad 3

Soberanía popular
citación
Alamán, L. (1998). Soberanía popular. En E. Palti (Ed.), La política del disenso. La “polémica en torno al
monarquismo” (México, 1848-1850) ... y las aporías del liberalismo (pp. 151–189). México: Fondo de
Cultura Económico.

citas bibliográficas
Primer Artículo
o “(…) si bien algunos hombres de nuestros días son la causa inmediata de los acervos males
que consumen ya nuestra existencia política, el origen verdadero, el principio fecundo de
quien derivan, son más bien las cosas no las personas” (p.154)
o “(…) probadas todas las creencias políticas dentro de la esfera del sistema adoptado, figurando
alternativamente los partidarios y apóstoles de la democracia más exaltada, los de la
moderación más circunspecta, y aún los de la llamada aristocracia, nos encontramos sin
prestigio (…)” (p.154)
o “(…) naturaleza, impracticable, venenosa y corrosiva de algunos de los principios que estriba
nuestro sistema (…)” (p. 154)
o “Proponémonos, pues, probar que es una proposición no solo falsa e irracional, sino además
destructora y disolvente de toda sociedad, de la que la soberanía reside esencialmente en
la voluntad reunida de todos los individuos que conforman una Nación” (p.155)
o “Para establecer la máxima de que la soberanía reside esencialmente en el pueblo, los autores
de tal sistema tuvieron que recurrir a una ficción tan peregrina como inverosímil, el pacto
social” (p. 156)
o “(…) es esencial a la soberanía la independencia; y así es que para que la soberanía resida
esencialmente en la voluntad de los ciudadanos que componen un pueblo, necesario es que
esas voluntades fueran absolutamente independientes (…)” (p. 157)
o “Ningún hombre, exceptuando el primero, ha nacido independiente, y por lo tanto no ha
podido ser soberano, porque sin su independencia no hay soberanía” (p. 157)
o “Nadie puede dar lo que no tiene; los individuos de un pueblo no son independientes y por
lo tanto no son soberanos; luego tampoco pueden transmitir a otro cuerpo la soberanía de
que carecen; luego, aunque nombre como indudablemente pueden nombrar diputados y
apoderados que los representen, no pueden con sus poderes conferirles derechos soberanos,
porque ellos mismos no los tienen” (p. 159)
o “¿cómo personas que aisladamente no tienen poderes no derechos soberanos pueden
individualmente conferir poderes y derechos soberanos?” (p. 159)
o “Resulta por tanto que los individuos de un pueblo no son soberanos, porque no son ni
pueden ser independientes; pero que según el sistema adoptado, unidos forman el soberano;
que por consiguiente dividida la universalidad, o una fracción de ella, por un incomprensible
misterio, forman las elecciones soberanía; por último, que por otro misterio, también la

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política moderna, los representantes y apoderados, de individuos dependientes se convierten


en soberanos, y en soberanos de sus mismos representantes” (p.160)
o “(El principio de la soberanía) es y será la manzana de la discordia, pues cada cuál es arbitro
de deducir las consecuencias (…)” (p. 163)
Segundo Artículo
o “(…) la verdadera igualdad se encuentra en el sepulcro” (p. 164)
o “Las ideas de orden, la aplicación al trabajo, el respeto a lo ajeno, el amor de la verdad, el
desinterés y celo de la justicia, la creencia en la ciencia y las luces, son dotes y cualidades tan
raras entre los hombres, que basta poseer algunas de ellas para distinguirse inmediatamente
en cualquier sociedad” (p. 164)
o “Es necesario tener presente las desigualdades y diferencias que producen a los individuos
que forman cualquier sociedad (…)” (p. 164)
o “la fuente de la felicidad de las naciones, lo mismo que la de los individuos, no está en el
elevación ni en la grandeza (…), sino en lo que asegura en las familias la autoridad paternal, la
piedad filial, la unión de los esposos, la fidelidad de los criados y todas las virtudes domésticas;
lo que afianza la sociedad civil, la estabilidad de las instituciones, el respeto a las leyes, la
sumisión a los magistrados, la probidad en todas las clases, la buena de, el amor al trabajo, y
por último, la paz” (p. 171)
Tercer Artículo
o “(…) necesidad de analizar y reflexionar cuáles son los verdaderos derechos que tenemos los
hombres en sociedad” (p. 175)
o “La soberanía, pues, debe ser, en nuestra opinión, un poder que respete los derechos
individuales, que los custodie y los contenga con igual fuerza; por lo mismo es indispensable,
antes de tratar de la soberanía que debamos reconocer, saber, como hemos dicho, cuáles sean
esos derechos, porque solo así podemos calificar si esta soberanía es justa, poderosa y útil”
(p. 177)
Cuarto Artículo
o “¿Son verdaderos derechos -la soberanía y el poder supremo- porque las Constituciones los
conceden, o lo eran antes que ellas los declarasen tales? Si lo primero, se sigue necesariamente
que los ciudadanos carecían de derechos al nombrar a los diputados que conformaron su
Constitución (…). Si lo segundo, ¿cómo, ¿cuándo y de quién los hombres pudieron
adquirirlos?” (p. 179)
Quinto Artículo
o “(…) construir la libertad natural en derecho, es erigir en privado un bien público, es convertir
en propiedad particular un tesoro común, es engendrar el aislamiento, disolver los vínculos
sociales, romper todos los lazos que unen a los ciudadanos; es poner en pugna constante a la
autoridad con los particulares, hacer odiosas las leyes, y aborrecibles a los que las defiendan
y ejecuten” (p. 188)

notas
o Crítica a las teorías contractualistas de los pensadores políticos más importantes de la
modernidad.

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o Explicitación de las aporías inherentes al concepto de soberanía, en especial en lo que respecta


a su imposibilidad: los ciudadanos que conforman el pueblo no son independientes, por lo tanto,
no son soberanos, lo que imposibilita que deleguen la soberanía a las instituciones.
o La soberanía es aporética, dado que no es posible resolver las tensiones que constituyen a este
concepto, son parte de él. La riqueza del concepto se explicita de este modo.
o Si bien es importante la igualdad, Alamán considera que ésta solo es accesible al momento de la
muerta, dado que los individuos pueden tener diversas experiencias, generándose así
desigualdades que pueden condicionarlos fuertemente.
o Definir quién es el sujeto que posee estos derechos a los que Alamán hace referencia es
fundamental para poder determinar cuáles son sus características necesarias, dado que es
menester poder explicitar quienes son los hombres que pudieron/pueden/podrán adquirir estos
derechos, y si fueron/son/serán capaces de pactar.

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Tradición política española e ideología


revolucionaria de Mayo
citación
Halperín Donghi, T. (2010). Tradición política española e ideología revolucionaria de Mayo. Buenos
Aires: Prometeo.

citas bibliográficas

Introducción – Elías Palti


o “Esta torsión la que este autor somete las formas tradicionales de interrogarse acerca de nuestra
revolución de independencia le abre las puertas a una visión particularmente aguda de los modos sutiles
en que el cambio y la continuación al nivel de las ideas habrán de imbricarse tejiendo un complejo
entramado ideológico” (p. 9)
o “En él -Halperín Donghi- convergen dos vertientes historiográficas (…). Por un lado, la vieja tradición
liberal-nacionalista argentina, cuyo punto de partida suele situarse en la figura de Bartolomé Mitre,
firmemente ancla den el motivo de la Revolución de Mayo como encarnación de los ideales ilustrados de
libertad (…). En su búsqueda de referencias históricas más precisas, la Nueva Escuela liderada por Ricardo
Lavene, establecerá vínculos más concretos con el pasado colonial, al precio, sin embargo, de hacerle
perder a esos relatos su anterior coherencia expositiva” (p. 10)
o “Los factores ideológicos seguirán apareciendo como una variable independiente a partir de la cual se
despliegan las demás transformaciones de orden político y a las ciertas circunstancias históricas
simplemente servirán de ocasión para manifestarse” (p. 11)
o “La exploración de los lazos que unían las ideas contractualistas que sirvieron de fundamento ideológico
a la revolución con la tradición política hispana quedará casi como una tarea reservada, casi por definición,
a las corrientes hispanófilas de raíces católicas” (p. 11)
o “(…) los ideales contractualistas que los revolucionarios latinoamericanos invocaron no remitían
necesariamente a un horizonte de pensamiento ilustrado, sino que hundían sus raíces en una larga
tradición de pensamiento político que no sólo estaba fuertemente arraigada en la filosofía política
española, sino que había encontrado allí su primera gran sistematización doctrinal en la segunda mitad
del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII” (p. 11)
o “El trazado de procesos ideológicos complejos, la comprensión de la paradoja como un horizonte
intelectual puede abrir el campo a un tipo de discurso cuya lógica de articulación le resulta, sin embargo,
por completo extraña, demandaba otras estrategias de aproximación, otros procedimientos heurísticos
distintos a la búsqueda de analogías entre ideas y el establecimiento a partir de ellas de genealogías de
pensamiento” (p. 12)

Procesos Ideológicos E “Historia De Efectos”


o “La perspectiva de la ruptura conceptual de fines del siglo XVIII como una historia de efectos entiendo que
expresa bien el modo en que Halperín Donghi describe la seria de desplazamientos por los cuales los
lenguajes políticos tradicionales se fueron entonces torsionando para dar lugar al surgimiento de la
ideología revolucionaria de Mayo” (p. 14)

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o “(…) las ideas contractualistas que se invocaron durante la crisis abierta por la vacancia real producida en
1808, tanto en la península como en las colonias (y que terminaría conduciendo a éstas a su
independencia), no eran verdaderamente de origen ilustrado, sino que hundían sus raíces en una larga
tradición hispana de pensamiento político” (p. 14)
o “El postulado de que la soberanía había sido transferida al monarca a partir de un pacto originario con el
pueblo tenía, en efecto, ya implícito un primer interrogante: ¿cómo había surgido, a su vez, ese pueblo
que habría de transferirle la misma? El pactum subiectionis habría sido precedido por un pactum
societatis por el cuál este pueblo se constituyó como tal. Sin embargo, la invocación a este segundo pacto
resolvía la cuestión sólo a precio de abrir interrogantes aún mucho más serios que el que venía a resolver:
¿podía este segundo pacto revocarse?, ¿en qué circunstancias?, ¿cuál sería la situación resultante?” (p.
15)
o “La idea pactista no tenía por objeto destacar la génesis voluntarista del poder. El pueblo no era más que
el agente transmisor de una soberanía que emanaba, en última instancia, de Dios. Y si este pacto originario
le imponía al monarca ciertos límites en el ejercicio de su poder no era en función del respeto que debía
a la voluntad de sus súbditos hecha manifiesta en el acto de transferencia del mismo sino por los fines que
le vendrían así adheridos a su envestidura” (p. 15). Esto trae dos consecuencias que dificultan pensar al
pacto societatis que se desprende del pacto subiectionis:
o “(…) el estado de naturaleza previo que la idea pactista tenía implícita no era verdaderamente,
para estos autores, un estado presocial, en el sentido que no regía aún ninguna ley que contuviera
la libertad originaria de los individuos, como posteriormente se interpretaría, sino aquel en que
únicamente regía la ley natural” (p. 16)
o “El establecimiento de éstas -sociedades y naciones- sería indisociable de la instauración de
relaciones de mando y obediencia, en fin, no habría comunidad política sin un poder a partir del
cual éste se desplegase. El establecimiento de sociedades supuso, pues, la quiebra de esa
democracia originaria en que los hombres se encontraban en su estado edénico, lo cual resultaría
ya irrecobrable” (p. 16)
o “(…) esa constitución tradicional a la que se invocaba se trataba de un invento moderno” (p. 17)
o “Lo cierto es que el propio pensamiento absolutista, al acentuar la brecha entre la esfera de lo político,
poniendo de manifiesto su naturaleza convencional, y la esfera de lo social, de los sistemas de jerarquías
y subordinación espontáneas presentes en la sociedad, en su afirmar sus propios fundamentos abrirá el
campo a la emergencia de un concepto que minaría las premisas en que se sustentaba” (p. 18)
o “El pactum subiectionis y el pactum societatis podrán así desgajarse uno del otro, cobrando así autonomía
como objetos propios de reflexión” (p. 18)

Los Debates Historiográficos Recientes


o “Si los ideales de nación, autodeterminación, soberanía, representación (conceptos, en realidad, aún
vagos y difícilmente concebibles para los contemporáneos) no fueron el origen de la ruptura con la
metrópoli sino su consecuencia, la pregunta que entonces surge es qué es lo que se puso en marcha” (p.
21)
o “Cómo se produjo esa mutación epocal que volvería ahora concebible la idea de una comunidad política
que existiría con independencia de lo que hasta entonces era el centro articulador de la que emanaba: la
autoridad soberana” (p. 23)

Prólogo
o “En 1810 se inaugura en el Río de la Plata un nuevo estilo político, destinado a satisfacer exigencias
ideológicas también nuevas” (p. 25)

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o “(…) era en primer término discutible que la Revolución fuese, aun en los sectores a los que las
intensamente había afectado, un cambio absoluto, que significase la ruptura total con pasado del que el
movimiento revolucionario nada heredaba (…)” (p. 25)

Capítulo 1: Del imperio medieval a la monarquía barroca: Victoria y Suárez


o “¿Por qué comenzar con la obra de Francisco de Victoria este examen de la trayectoria del pensamiento
político español y de su relación con el movimiento de ideas que acompañaban la Revolución de Mayo?
No solo porque en esta obra algunos han descubierto planteos que la Revolución va a hacer suyos; sobre
todo porque ella es la primera de elevado nivel filosófico y jurídico en la cual son enfrentados los
problemas peculiares de la vida política de la España moderna” (p. 37)
o “(…) de 1490 a 1530 el perfil característico de esa monarquía [la española], los problemas que debe
enfrentar, las ideologías colectivas, aun los mitos en que debe apoyarse se dibujan rápidamente en un
proceso que agrega a la herencia medieval de lucha contra el islam (…) innovaciones esenciales: la
tradición imperial, la expansión americana consolida en esta monarquía nacional que surge una vocación
universalista y trascendente” (p. 37)
o “Para resolver los problemas que le son planteados se apoyará Victoria en una cultura que no es
exclusivamente teológica: desde la escolástica tardía, hasta la erasmiana devotio moderna y los debates
a la vez teológico y eruditos que esta tentativa provocaba” (p. 38)
o “(…) la tarea que Victoria se ha asignado es en efecto distinta. Se trata para él de fijar con exactitud los
rasgos de una realidad que se renueva rápidamente, de reducir a un sólido sistema de principios la
situación ambigua de una Europa en tránsito del Imperio medieval a la pluralidad moderna de naciones
soberanas” (p. 39)
o “(…) por constante que fuera la preocupación por vincular cada problema concreto con las grandes líneas
de un pensamiento jurídico-político, esa vinculación misma hacía que el sistema de ideas básica en las que
se apoyaba Victoria sufriera una cierta deformación en beneficio de las que más directamente se
relacionaban con el problema planteado” (p. 39)
o “La estructura de lo real solo se nos hace inteligible si tomamos en cuenta su orientación hacia los fines
(…). Teniendo en cuenta este dato esencial podrá elaborarse una teoría capaz de explicar válidamente el
origen y justificar la existencia de la sociedad política, tanto como la del poder político, que es para
Victoria inseparable de ella. A la luz de este finalismo debe reinterpretarse la doctrina del origen pactado
del poder, que Victoria hará suya” (p. 40)
o “(…) pueden distinguirse dos órdenes de problemas que se intentó resolver con la noción de pacto, y
dieron lugar a dos doctrinas claramente distintas. El primero de estos problemas era el origen y
legitimidad del poder político. La hipótesis que lo ve nacer de un pacto entre quien será gobernante y
quiénes serán sus gobernados, un pacto por el cual éstos se someten a aquél y a la vez que hacen nacer
su poder le fijan atribuciones y también límites, esta hipótesis que permite por lo tanto explicar no solo el
nacimiento del poder político en general, sino también las variadas relaciones que la historia señala como
existentes entre los distintos gobernantes y sus súbditos” (p. 41) [este es el pactum subiectionis]
o “El carácter limitado del poder del monarca, el carácter derivado que tuvo en un pasado aún vivo en la
tradición, encuentra símbolos adecuados en una serie de usos; así el juramento que liga al pueblo con su
soberano es un acto doble: el rey, a la vez que recibe el juramento de fidelidad de sus súbditos, otorga
otro por el cual se obliga a respetar los límites que la tradición y la costumbre imponen a su poder” (p. 41)
o “La extrema variedad del pactum subiectionis justificaba, la ambigüedad de las conclusiones que de él
podían derivarse, hacían a esta noción un elemento neutro en las luchas políticas de los tiempos modernos
capaz de ser utilizado con fines en cada caso diferente (…). Podía ser el punto de partida para justificación
del absolutismo monárquico; (…) podía ser base teórica de preferencias por la monarquía limitada o de
cualquiera de las formas de gobierno mixto (…); y si veía el acto de la voluntad común como algo revocable

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por una voluntad contraria que no necesitaba ser mejor fundada en hechos que la primera, venía a
justificar de antemano todas las rebeliones” (p. 42)
o “(…) la noción de pactum subiectionis encerraba otros [problemas]. Del pacto nace el poder político; y el
pacto es, bien una decisión unilateral de una sociedad política, bien el acuerdo bilateral entre esta
sociedad y las autoridades que ella crea. En ambos casos supone la existencia de una sociedad política en
la que no existen aún relaciones de poder. ¿Es esto siquiera posible? Y si lo es, ¿cómo explicar su existencia,
como justificar su legitimidad? Para ello cabía recurrir a otro pacto” (p. 43)
o “La noción de pactum societatis (…) es nacida para responder a una curiosidad, más amplia que la
meramente jurídica, que se interesa por conocer el origen de los distintos bienes de la cultura (el culto, la
agricultura, la escritura y tantos otros), su origen debe rastrearse en la filosofía y la poesía filosófica de la
Antigüedad” (p. 43)
o “(…) la teoría del pacto de sociedad es menos fácil de encuadrar en la concepción cristiano-medieval de la
realidad que la del pacto de sujeción. En efecto, según ella todo un sector de la realidad, la sociedad
política, surge, con los rasgos que van a caracterizarla, de la voluntad de los hombres que para crearla
conciertan pacto” (p. 43)
o “No cabe para Victoria la posibilidad de un pactum societatis. El hombre presocial es impensable acuerdo
con las enseñanzas de Aristóteles, recogidas por Santo Tomás, Victoria recuerda que el hombre es por
naturaleza un animal social” (p. 44)
o “(…) la estructura finalista de la realidad toda, permite admitir que la existencia de la sociedad tiene por
fin paliar la debilidad (…); la causa final de la sociedad es la de la de suplir la debilidad que hace imposible
la vida de los hombres aislados (…); la causa eficiente es hallada puesto que la vocación social es intrínseca
a la naturaleza del hombre, se debe en último término a Dios es cuanto autor de la naturaleza. La causa
material, es la República misma” (p. 44)
o “(…) se ha pasado de estudiar el origen de la sociedad a estudiar el origen del poder político” (p. 44)
o “(…) para formar una sociedad política no basta que existan hombres de algún modo concertados entre
sí; ninguna sociedad puede mantenerse sin alguna fuerza y potestad que la gobierne y a ella provea. De
este modo el origen de la sociedad y el origen del poder pueden confundirse” (p. 44)
o “(…) el pactum subiectionis no es rechazado por Victoria; pero en él se acentúan
o “los elementos que trascienden la voluntad de quienes lo establecen. Precisamente porque el pactum
subiectionis no nace de la voluntad libre de quienes lo contraen, sino de una necesidad natural” (p. 45)
o “La monarquía es, en efecto, tan solo una de las formas de gobierno que el pacto puede crear (…); las
razones de oportunidad, de conveniencia, que la hacen preferible a las demás” (p. 45)
o “[El poder político] está limitado en primer término por su propio fin. Ese fin es el bien común” (p. 46)
o “(…) la otra fuente de limitaciones del poder son los derechos naturales pre-políticos. (…) éstos otorgaban
por una parte a los individuos los derechos subjetivos que ninguna autoridad política podía lícitamente
ignorar, establecía por otra parte normas de derecho objetivo que obligaban igualmente a todos los
hombres, a todas las sociedades políticas” (p. 47)
o “La existencia de estos derechos naturales abre una posibilidad de justificar la expansión española en
tierras de Indias” (p. 47)
o “Fuente de las prescripciones del derecho de gentes es la razón natural” (p. 48)
o “(…) ese derecho requiere también el ser tutelado; no podía sin embargo serlo por un poder inminente -
que de hecho no existe- sobre el de esas sociedades perfectas. En tal circunstancia cada comunidad
perfecta puede, en defensa de estos principios del derecho universalmente válidos y de sus súbditos que
intentan ejercer las atribuciones que de estos principios se deducen, intervenir en otras comunidades
perfectas” (p. 48)
o “Le interesa fundar en lo jurídico la posibilidad de una unidad real” (p. 48)
o “La autoridad recibida por el gobernante, recuerda Victoria, no sólo es justa y legítima, sino que tiene por
autor a Dios; de modo tal que no podría ser quitada ni abrogada ni siquiera por el consentimiento de todo

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el mundo. También ese principio esencial en la construcción jurídico-política de Victoria es ahora


olvidado: quienes como miembros de una comunidad perfecta han establecido ese pacto pueden, como
miembros de la cristiandad o del género humano, entrar en otro pacto que derogará el primero” (p. 49)
o “la sustitución del Imperio medieval, ese fantasma sin cuerpo que él rechaza, por un nuevo imperio
fundado en más claros títulos jurídicos y dotados de más amplios poderes, por una monarquía que,
abarcando a toda la cristiandad, no se distinguiese en lo esencial de su organización de las monarquías
nacionales, tal solución parece cercana a realizarse en los hechos” (p. 49)
o “Para el finalismo de Victoria esa distinta orientación es en efecto suficiente para definir de manera
acabada en poder temporal y el poder espiritual. Puesto que ambos se dan en planos distintos, no puede
afirmarse que el uno se subordine directamente al otro. Pero sus fines respectivos se subordinan el uno
al otro; esa jerarquía de fines se refleja de algún modo en la de los poderes que a ellos se orientan.
Conclusión necesaria: la potestad civil, que no está sometida a la potestad temporal del papa, sí lo está
a su potestad espiritual” (p. 50)
o “(…) todo el complejo aparato jurídico construido por Victoria (…) pierde toda su valides apenas entran
en consideración elementos pertenecientes a una orden distinto y mas alto… Limitación, entonces del
poder de la República y de su Príncipe por la vigencia de ciertos principios del derecho natural; limitación
de ese poder temporal en nombre de un poder más alto. Estas limitaciones que el poder de la República
y su Príncipe se le fijan desde afuera” (p. 51)
o “El gobierno ilegítimo no es propiamente gobierno, pues la autoridad desviada de sus fines y excedida de
sus límites deja de ser autoridad; frente a ella, el súbdito tiene derecho a desobedecer” (p. 51)
o “(…) una moralidad natural que anticipa ya principios destinados a confirmarse y completarse por la
gracia; una moralidad que le fija, ante su conciencia, deberes muy estrictos” (p. 52)
o “La moral que Victoria invoca para suplir con sus sanciones a las jurídicas, puede ser prestigiosa o terrible
porque tras de ellas se adivina el juicio de Dios, que aprecia y premia y castiga; pero por sus contenidos
sigue siendo una moral natural, obligatoria para todos, pues sus principios son para todos evidentes sin
revelación ni iluminación” (p. 52)
o “En la crisis del orden medieval, Victoria adivina las líneas directivas de la nueva organización europea. Si
no excluye la posibilidad de que surja una nueva unidad más rigurosa que la del Imperio medieval, sin
embargo, la solución dominante pare hallarse para él en la coexistencia de comunidades perfectas,
iguales entre sí, y sometidas a las reglas de un derecho natural que, como toda la naturaleza, reconoce a
Dios por autor” (p. 53)
o “Las monarquías nacionales no parecen ser instrumentos por completo adecuados para realizar el reino
de Dios; perdida la unidad imperial y la de la fe, no cabría encontrarlos mejores: no es posible ya discutirlos
ni intentar evadirse de su marco. Fijarles exigencias sí es todavía es posible” (p. 54)
o “En este contexto histórico surge la grandiosa construcción jurídica de Suárez” (p. 54)
o “En el De lege ac de Deo legislatore, el poder político es visto aquí ante todo como poder de dar leyes” (p.
54)
o “La muchedumbre de hombres puede ser considerada desde dos puntos de vista muy diferentes: o como
mero agregado sin orden ni unión física ni moral, o como cuerpo político” (p. 54)
o “Para Suárez el pactum societatis existe, como hipótesis lógicamente necesaria sino como hecho histórico:
al afirmar su existencia, Suárez no hace sino subrayar que la sociedad política no puede surgir sin la
concurrencia de la voluntad de los asociados. Esta imprescindible concurrencia de voluntades se refiere,
sin embargo, únicamente a la decisión de construir una sociedad política. Esa decisión, sin duda,
desencadena un proceso del que surge una sociedad de características determinadas, con funciones
también determinadas: no obstante, tales características y funciones no dependen de las decisiones
voluntarias de los asociados; sino que nacen de la naturaleza misma de la asociación política. Así la
comunidad y el poder político que en ella reside tienen ambos el mismo origen: la voluntad” (pp. 54-55)
o “(…) el poder no existía, disperso, antes del pacto; surge en el momento del pacto” (p. 55)

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o “Este poder, esta potestad que antes de estar en la sociedad política no estaba en quienes iban a
integrarla, que no proviene por lo tanto de ellos, que es atributo natural de la sociedad, no puede provenir,
según Suárez, sino de Dios en cuanto creador de la naturaleza” (p. 55)
o “El orden establecido por Dios no es natural tal solo porque esté grabado en la naturaleza de las cosas; lo
es además porque la mera razón natural, no iluminada por la gracia, es suficiente para descifrarla” (p. 56)
o “Si Suárez niega, contra Aristóteles, que el orden político sea connatural al hombre, es para rechazar de
inmediato que sea fruto necesario de su naturaleza disminuida y manchada por el primer pecado” (pp.
56-57)
o “El bien común es ahora definido como la felicitas civitatis y la de los ciudadanos en cuanto tales” (p. 57)
o “El pacto de sociedad hace nacer una sociedad política y a la vez un cierto poder político. Este poder,
puesto que no ha sido confiado a uno o algunos de los miembros de la comunidad, es ejercido por toda
ella. El régimen en que se encuentra la comunidad al surgir del pacto de la sociedad es entonces una
democracia” (p. 58)
o “En el caso de la comunidad originaria, el abandono de esa facultad de legislar es no solo posible sino
conveniente” (p. 59)
o “De todos modos queda en pie una diferencia entre la democracia y los demás regímenes políticos;
mientras éstos requieren para surgir de una decisión de los que estarán sometidos a ellos – y son, por lo
tanto, de intuición humana- la democracia existe previamente a toda decisión de los integrantes de la
comunidad, desde el momento en que ésta se constituye como tal” (p. 59)
o “Si Suárez subraya el papel de la voluntad humana en el nacimiento de los diversos regímenes políticos,
no es sino para acentuar lo que las mutilaciones que esa voluntad introduce en la libertad originaria tienen
de radical e irrevocable: el origen derivado y consensual de los regímenes que suceden a la democracia
hipotética no servirá a Suárez para mostrar en ellos otros tantos medios de preservación de un orden de
derechos prepolíticos” (p. 59)
o “Para Suárez, la noción de derecho natural se halla más cerca de sus orígenes en la jurisprudencia romana:
así llegará a admitir que sus principios pueden ser sustituidos por otros mediante la decisión de quienes
están sometidos a ellos” (p. 60)
o “La noción de pactum subiectionis no caracteriza bien este nuevo papel del elemento volitivo en la
transmisión del poder político a partir de la democracia originaria, Suárez prefiere la noción más amplia
y menos precisa de consensus, ¿todo poder político surge del consensus? (…) puede surgir, según Suárez,
un poder político legítimo sin necesidad de contar con el consensus de quienes deberían obedecerlo. Sin
embargo, en este caso el consensus, si falta en los hechos, es debido al derecho. Se trata del dominio
nacido de la conquista en guerra justa” (p. 61)
o “(…) en la monarquía hereditaria el poder adquirido por herencia supone una adquisición originaria
gracias a una consensus populi” (p. 62)
o “La noción de consensus es la clave del problema del origen del poder político legítimo. Por otra parte, el
consensus no es más revocable por contraria voluntad que el pacto se sujeción” (p. 62)
o “(…) el momento mismo de otorgar el consensus, la comunidad que lo otorga puede limitar los derechos
que transfiere; y el poder que se ejerciese más allá de esos límites podría ser legítimamente resistido, pues
para tal incremento de poder no podría invocarse de un origen legítimo (p. 62)
o “Sociedad política y sociedad religiosa tienen para Suárez campo y finalidad propios; dentro de ellos cada
una es suprema” (p. 63)
o “La subordinación de la autonomía política a la espiritual, tal como la concebían los curialistas, pudo ser
negada por Suárez, como antes por Victoria; esa negación no implicaba que Suárez o Victoria
desconociesen la posición inminente de la Iglesia ante los poderes temporales; sí que veían mejor que los
curialistas que esa posición no podía identificarse con la que corre entre dos poderes políticos de los cuales
uno está subordinado al otro” (p. 64)

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Unidad 3

o “(…) a través de Victoria y Suárez, la modernidad del pensamiento político español: a través de un siglo
lleno de peripecias ambos nos conducen del orden medieval al orden barroco, de la Cristiandad unida
bajo papado e imperio a la pluralidad de monarquías absolutas” (p. 66)

notas
o Las ideas que sirvieron como fundamento para los movimientos revolucionarios de mayo, no eran
completamente ajenos a la tradición política española; hubo revolución, pero no tan cortante como los
relatos tradicionales destacan.
o El pensamiento político español formaba parte del horizonte ideológico de los pensadores de la
revolución, sin embargo, dada su necesidad de explicitar su separación del España era menester cortar los
lazos que los unían.
o Las dificultades de las teorías contractualistas abren las puertas a la posibilidad de la revolución; en
particular considerando lo que respecta al pactum societatis. Al introducir la idea de un segundo pacto
que constituye a la sociedad como tal, se filtra a su vez, la posibilidad de teorizar acerca de si ese pacto
puede romperse y que podría resultar de ese quiebre.
o En la página 48 encontramos el argumento esgrimido para justificar la intervención de una República
Soberana a otra.

11
Unidad 3

Al excelentísimo Señor Don


Francisco Xavier Vanegas
citación
Fernández de Lizzardi, J. (1968), Al excelentísimo Señor Don Francisco Xavier Venegas Virrey,
Gobernador y Capitán General de esta Nueva España en el día 3 de diciembre de 1812. En Obras,
Volumen III (pp. 83-90). México: UNAM

citas bibliográficas
o “Es Espíritu Santo aconseja “que no se alabe a ninguno mientras viva”” (p. 83)
o “(…) el mejor elogio, el, más sincero y el más seguro que deben esperar los príncipes e el más
desinteresado. Tal será el que se merezcan después de que descansen en el sepulcro” (p. 83)
o “Cuando empeña la vista la ignorancia o la tuerce la malicia, no se perciben los objetos tales como son ni
en sus lugares respectivos; todo se confunde y entonces no se distinguen los colores” (p 85)
o “El pueblo ignorante o malicioso carga siempre la culpa de los yerros políticos al primer jefe que lo
gobierne, sin pararse a reflexionar sobre las circunstancias que lo pueden indemnizar de su acusación” (p.
85)
o “Lo que he de probar en pocas palabras es que de los yerros mas crasos no se le debe hacer cargo a vuestra
excelencia, pues sus antecesores si erraron fue por costumbre y vuestra excelencia por necesidad” (p. 85)
o “Vuestra excelencia no era Dios para calificar los interiores de los hombres; necesitaba de sus consejos; y
así, si vuestra excelencia ha subscrito algunas equivocadas determinaciones ha sido descansando en el
ajeno dictamen, del que no podía prescindir, atendida su falta de conocimiento en el reino; o más claro y
más pronto, si vuestra excelencia ha errado ha sido por necesidad” (p. 86)
o “está escrito, señor, que es de hombres sabios el mudar de consejo” (p. 87)
o “No se fie vuestra excelencia de opiniones solas; hágale lugar en todos casos a la verdad y a la justicia en
su mismo corazón” (p.88)
o “Los sacerdotes son las niñas de los ojos de Dios, los medianeros entre su Majestad y nosotros, los
depositarios de sus altas misericordias; y a la hora inevitable de la muerte, ni vuestra excelencia, ni El
Pensador, ningún opinante, ni el más relajado cristiano deseará tener a la cabecera de su cama un general,
un conde ni un marqués, sino un sacerdote, un confesor que nos absuelva” (p. 89)

notas
o ¿Cuál es la fuente del error en el caso de Virrey? Parecería ser la causa de los yerros se encuentra no en el
virrey, sino en sus consejeros. Sin embargo, es como consecuencia de la necesidad de éste de consultar a
sus consejeros, por no tener los conocimientos adecuados para prescindir de ellos, es que se abre la
posibilidad a que esto suceda. La necesidad es la causa de los errores.
o La ignorancia es un factor fundamental para comprender los males y problemas que Lizzardi destaca en
sus escritos.

12
Unidad 3

o Es menester no recurrir únicamente a unas pocas opiniones, provenientes siempre de las mismas
personas, sino que Lizzardi insta al virrey para que considere otras perspectivas, porque son la verdad y la
justicia los principios que deben guiar sus meditaciones.
o La religión es medular en el pensamiento de Lizzardi, y opera como guía moral y ética, de ahí que la figura
del confesor, del sacerdote, merezca ser mencionada en la carta. Por otro lado, la referencia a la idea de
la absolución como aquello que es deseable antes de morir nos remite constantemente a la posibilidad de
errar, ¿si no para que sería importante la absolución?
o En este contexto, la opinión pública, es un actor fundamental y es eso mismo lo que habilita a Lizzardi a
escribirle una carta pública de estas características al virrey.

13
Unidad 3

Pronóstico político de El Pensador mexicano y


explicación de otro igual que escribió en el año 1814
citación
Fernández de Lizzardi, J. (1968), Pronóstico político de El Pensador mexicano y explicación de otro
igual que escribió en el año 1814. En Obras, Volumen III (pp. 662). México: UNAM

citas bibliográficas
o “Un pueblo dividido en opiniones e intereses es imposible que consolide su felicidad. Cuando se inspira la
desconfianza halos gobiernos supremos, éstos no pueden acertar en sus determinaciones porque,
temiendo desagradar más al pueblo, o las dictan tan duras que exasperan, o tan lánguidas que se hacen
irrisorias” (p. 664)
o “El mismo gobierno, pasando rápidamente de unas manos a otras, se ha hecho tal vez desconocido a sus
propios administradores: estas mudanzas pueden ser benéficas o perjudiciales a los pueblos, según las
luces y temperamento de los magistrados y las circunstancias en que se hallen” (p. 664)
o “Si hubiera entera libertad de imprenta, el escritor escribiría con libertad, pero con comedimiento, cierto
de que, si traspasaba los límites de la ley, lo castigaría este gobierno; pero sin libertad de imprenta, escribe
con licencia, envía sus papeles a Jalisco, se imprimen, vienen a México, rabian muchos con ellos, y al
escritor se queda impune” (p. 665)
o “Se abusa de la imprenta, es verdad: pero ¿de qué no se abusa?” (p. 666)
o “Tanto los diputados como los gobernadores son hombres, y ¿qué es el hombre? El animal más
encontrado consigo mismo. (p. 666)
o “Si el ilustrado pueblo de Jalisco sucumbiera a semejante tentación -la anarquía-, no dudo afirmar que mi
profecía se cumple toda, porque la guerra se encenderá intestinamente: las provincias se dividirán entre
sí; el vaso de oro se hará pedazos, y entonces nada difícil es que repartan España, Francia e Inglaterra” (p.
664)
o “Es necesario que los Estados reconozcan un punto de apoyo en el Supremo Gobierno de la Nación. Dirán
que esto suena a centralismo, y es verdad; pero sin este centro la rueda se desbarata y el coche viene a la
tierra” (p. 664)

notas
o Es fundamental que la libertad de imprenta sea respetada, porque las prohibiciones solo provocan
movimientos reaccionarios cada vez más fuertes; aquello que no puede publicarse como consecuencia de
la censuro encuentra otros espacios de circulación, menos regulados. Así mismo, los discursos que
emergen se recrudecen, atentando fuertemente con la felicidad del pueblo.
o Es importante recordar que quienes conforman el Gobierno, son también hombres y, por lo tanto, son
susceptibles de ser corrompidos o influenciados, deviniendo esto en decisiones que atañen a la
administración que podrían resultar perjudiciales para el pueblo.
La idea de la felicidad funciona en este contexto como una especie de principio teleológico, como la
eudaimonía aristotélica, todo lo que atente contra ella se constituye en este contexto, como aquello que
atenta contra el pueblo en general.

14
Unidad 3

Sobre la libertad de pensar,


hablar y escribir
citación
Mora, J. (1963). Sobre la libertad de pensar, hablar y escribir. En obras sueltas (pp. 56-67). México:
Porrúa.

citas bibliográficas
o “Si en los tiempos de Tácito era una felicidad rara la facultad de pensar cómo se quería y hablar como se
pensaba, en nuestros sería una desgracia suma, y un individuo poco favorable a nuestra nación e
instituciones, se trata de poner límites a la libertad de pensar, hablar y escribir. Aquel escritor y sus
conciudadanos se hallaban al fin bajo el régimen de un señor, cuando nosotros estamos bajo la dirección
de un gobierno, que debe su existencia a semejante libertad, que no podría conservarse sino por ella, y
cuyas leyes e instituciones le han dado todo el ensanche y latitud de que es susceptible, no perdonando
medio para garantir al ciudadano este precioso e inestimable derecho” (p. 56)
o “No es posible poner límites a la facultad de pensar: no es asequible, justo ni conveniente impedir se
exprese de palabras o por escrito lo que se piensa” (p. 57)
o “(…) los actos del entendimiento son necesarios en el orden metafísico, deben ser libres de toda violencia
y coacción en el orden político” (p. 57)
o “El entendimiento humano es una potencia tan necesaria como la vista” (p. 57)
o “El conocimiento en el alma es lo que la vista en el cuerpo, y así como cada individuo de la especie humana
tiene según la diversa construcción de sus órganos visuales, un modo necesario de ver las cosas, y lo hace
sin elección; de la misma manera según la diversidad de sus facultades intelectuales lo tiene de conocerlas.
Es verdad que ambas potencias son susceptibles de perfección y aumento; es verdad que se pueden
corregir o precaver sus extravíos, ensanchar la esfera dentro de que obran, y dar más actividad o intensión
a los actos que las son propios” (p. 57-58)
o “(…) que la elección propia o ajena no tiene parte ninguna en los actos de las facultades mentales, y que
de consiguiente el entendimiento es libre considerado en el orden metafísico” (p. 58-59)
o “Siempre que se pretenda conseguir un fin, sea de la clase que fuere, la prudencia y la razón natural
dictan, que los medios de que se hacen uso para obtenerlo le sean naturalmente proporcionados; de lo
contrario se frustrará el designio pudiendo más la naturaleza de las cosas que el capricho del agente” (p.
59)
o “Los primeros principios innegables para todos, son pocos en número, pero las consecuencias que de
ellos se derivan, son tan diversas como multiplicadas, porque es infinitamente variado el modo con que
se aprenden sus relaciones” (p. 59)
o “(…) no todos los hombres pueden adquirir o dedicarse a la misma clase de conocimientos, ni sobresalir
en ellos: que unos son aptos para las ciencias, otros para la erudición, muchos para las humanidades, y
algunos para nada; que una misma persona, con la edad varía de opinión, hasta tener por absurdo lo que

15
Unidad 3

antes reputaba demostrado; y que nadie mientras es firme e invariable en sus opiniones, ni en el concepto
que ha formado de las cosas” (p. 60)
o “Los gobiernos, si exceptuar sino muy pocos entre los que se llaman libres, siempre han estado alerta
contra todo lo que es disminuir sus facultades y hacer patentes sus excesos” (p. 61)
o “Los gobiernos han sido establecidos precisamente para conservar el orden público, asegurando a cada
uno de los particulares el ejercicio de sus derechos y la posesión de sus bienes, el modo y forma que les
ha sido prescrito por las leyes, y no de otra manera. Sus facultades están necesariamente determinadas
en los pactos o convenios que llamaríamos cartas constitucionales, y son el resultado de la voluntad
nacional” (p. 61)
o “Para que una providencia legislativa, ejecutiva o judicial sea justa, legal y equitativa, no basta que sea
dictada por la autoridad competente, sino que ella sea posible en sí misma, e indispensable para conservar
el orden público” (p. 61)
o “(…) el orden público se mantiene por la puntual y fiel observancia de las leyes, y esta es muy compatible
con la libertad total y absoluta de las opiniones” (p. 62)
o “Decir esta ley es mala, tiene estos y los otros inconvenientes no es decir, no se obedezca ni se cumpla; la
primera es una opinión, le segunda una acción; aquella es independiente de todo poder humano, ésta
debe sujetarse a la autoridad competente” (p. 62)
o “La mejora diaria y progresiva que se advierte en todas las obras humanas, es una prueba demostrativa
de que la perfectibilidad de sus potencias no tiene término, y de lo mucho que se habría perdido en
detener su marcha, si esto hubiera sido posible” (p. 63)
o “Si los gobiernos están compuestos de hombres tan falibles como los otros, ¿por qué principio de justicia,
o con que título legal se adelantan a prescribir o prohibir doctrinas? ¿Cómo se atreven a señalarnos las
opiniones que debemos seguir, y las que no nos es permitido profesar? (…) esto es sin embargo común, y
casi siempre sirve de pretexto para clasificar a los ciudadanos y perseguirlos enseguida” (p. 63)
o “Nadie duda que le medio más seguro, o por mejor decir el único, para llegar al conocimiento de la verdad,
es el examen que produce una discusión libre; entonces se tienen presentes no solo las propias reflexiones
sino también las ajenas, y mil veces ha sucedido que del reparo y tal vez del error u observación
impertinente de alguno, ha pendido la suerte de una nación entera” (p. 64)
o “El gobierno pues no debe prescindir ni dispensar protección a ninguna doctrina; esto es ajeno de su
instituto, el está solamente puesto para observar y hacer que sus súbditos observen las leyes” (p. 64)
o “(…) las prohibiciones no son medios de remediarlo [el error en las opiniones]; la libre circulación de ideas,
y el contraste que resulta de la oposición, es lo único que puede rectificar las opiniones” (p. 64)
o “Se nos dirá que no todas las opiniones deben estar bajo la inspección de la autoridad; pero si una se
sujeta, las demás no están seguras; las leyes no pueden hacer clasificación precisa ni exacta de todas ellas.
Así es que semejante poder es necesariamente arbitrario, y se convertirá más veces en un motivo de
persecución” (p. 65)
o “Si se quiere dar crédito a una doctrina, no se necesita otra cosa que proscribirla. Los hombres desde
luego suponen, y en eso no se engañan, que no se puede combatirla por el raciocinio, cuando es atacada
por la fuerza” (p. 65)
o “Cuando las leyes se han dictado con calma y detención; cuando son el efecto de una discusión libre, y
cuando el espíritu del partido y los temores que el infunde en los legisladores no ha contribuido a su
confección, haciendo se pospongan los intereses generales a los privados que por motivos que les son
extrínsecos; es muy remoto el temer de semejantes resultados [el descrédito de las leyes]; mas para
precaverlo los gobiernos deben estar muy alerta, y perder de vista la opinión pública, secundándola en
todo” (p. 66)

16
Unidad 3

notas
o La teleología, la idea de un fin al cuál las cosas tienden, sigue estando en vigencia.
o La temporalidad entendida en términos lineales, guiada constantemente por la idea de progreso propia
de la Ilustración, se torna explícita en la mención a la perfectibilidad de la potencia del hombre. Es el
avance hacia una instancia superadora, mejor, lo que les permite ver el trayecto recorrido como necesario.

17
Unidad 3

Sobre la libertad de pensar,


hablar y escribir
citación
Mora, J. (1963). Sobre la libertad de pensar, hablar y escribir. En obras sueltas (pp. 56-67). México:
Porrúa.

citas bibliográficas
o “Si en los tiempos de Tácito era una felicidad rara la facultad de pensar cómo se quería y hablar como se
pensaba, en nuestros sería una desgracia suma, y un individuo poco favorable a nuestra nación e
instituciones, se trata de poner límites a la libertad de pensar, hablar y escribir. Aquel escritor y sus
conciudadanos se hallaban al fin bajo el régimen de un señor, cuando nosotros estamos bajo la dirección
de un gobierno, que debe su existencia a semejante libertad, que no podría conservarse sino por ella, y
cuyas leyes e instituciones le han dado todo el ensanche y latitud de que es susceptible, no perdonando
medio para garantir al ciudadano este precioso e inestimable derecho” (p. 56)
o “No es posible poner límites a la facultad de pensar: no es asequible, justo ni conveniente impedir se
exprese de palabras o por escrito lo que se piensa” (p. 57)
o “(…) los actos del entendimiento son necesarios en el orden metafísico, deben ser libres de toda violencia
y coacción en el orden político” (p. 57)
o “El entendimiento humano es una potencia tan necesaria como la vista” (p. 57)
o “El conocimiento en el alma es lo que la vista en el cuerpo, y así como cada individuo de la especie humana
tiene según la diversa construcción de sus órganos visuales, un modo necesario de ver las cosas, y lo hace
sin elección; de la misma manera según la diversidad de sus facultades intelectuales lo tiene de conocerlas.
Es verdad que ambas potencias son susceptibles de perfección y aumento; es verdad que se pueden
corregir o precaver sus extravíos, ensanchar la esfera dentro de que obran, y dar más actividad o intensión
a los actos que las son propios” (p. 57-58)
o “(…) que la elección propia o ajena no tiene parte ninguna en los actos de las facultades mentales, y que
de consiguiente el entendimiento es libre considerado en el orden metafísico” (p. 58-59)
o “Siempre que se pretenda conseguir un fin, sea de la clase que fuere, la prudencia y la razón natural
dictan, que los medios de que se hacen uso para obtenerlo le sean naturalmente proporcionados; de lo
contrario se frustrará el designio pudiendo más la naturaleza de las cosas que el capricho del agente” (p.
59)
o “Los primeros principios innegables para todos, son pocos en número, pero las consecuencias que de
ellos se derivan, son tan diversas como multiplicadas, porque es infinitamente variado el modo con que
se aprenden sus relaciones” (p. 59)
o “(…) no todos los hombres pueden adquirir o dedicarse a la misma clase de conocimientos, ni sobresalir
en ellos: que unos son aptos para las ciencias, otros para la erudición, muchos para las humanidades, y
algunos para nada; que una misma persona, con la edad varía de opinión, hasta tener por absurdo lo que

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Unidad 3

antes reputaba demostrado; y que nadie mientras es firme e invariable en sus opiniones, ni en el concepto
que ha formado de las cosas” (p. 60)
o “Los gobiernos, si exceptuar sino muy pocos entre los que se llaman libres, siempre han estado alerta
contra todo lo que es disminuir sus facultades y hacer patentes sus excesos” (p. 61)
o “Los gobiernos han sido establecidos precisamente para conservar el orden público, asegurando a cada
uno de los particulares el ejercicio de sus derechos y la posesión de sus bienes, el modo y forma que les
ha sido prescrito por las leyes, y no de otra manera. Sus facultades están necesariamente determinadas
en los pactos o convenios que llamaríamos cartas constitucionales, y son el resultado de la voluntad
nacional” (p. 61)
o “Para que una providencia legislativa, ejecutiva o judicial sea justa, legal y equitativa, no basta que sea
dictada por la autoridad competente, sino que ella sea posible en sí misma, e indispensable para conservar
el orden público” (p. 61)
o “(…) el orden público se mantiene por la puntual y fiel observancia de las leyes, y esta es muy compatible
con la libertad total y absoluta de las opiniones” (p. 62)
o “Decir esta ley es mala, tiene estos y los otros inconvenientes no es decir, no se obedezca ni se cumpla; la
primera es una opinión, le segunda una acción; aquella es independiente de todo poder humano, ésta
debe sujetarse a la autoridad competente” (p. 62)
o “La mejora diaria y progresiva que se advierte en todas las obras humanas, es una prueba demostrativa
de que la perfectibilidad de sus potencias no tiene término, y de lo mucho que se habría perdido en
detener su marcha, si esto hubiera sido posible” (p. 63)
o “Si los gobiernos están compuestos de hombres tan falibles como los otros, ¿por qué principio de justicia,
o con que título legal se adelantan a prescribir o prohibir doctrinas? ¿Cómo se atreven a señalarnos las
opiniones que debemos seguir, y las que no nos es permitido profesar? (…) esto es sin embargo común, y
casi siempre sirve de pretexto para clasificar a los ciudadanos y perseguirlos enseguida” (p. 63)
o “Nadie duda que le medio más seguro, o por mejor decir el único, para llegar al conocimiento de la verdad,
es el examen que produce una discusión libre; entonces se tienen presentes no solo las propias reflexiones
sino también las ajenas, y mil veces ha sucedido que del reparo y tal vez del error u observación
impertinente de alguno, ha pendido la suerte de una nación entera” (p. 64)
o “El gobierno pues no debe prescindir ni dispensar protección a ninguna doctrina; esto es ajeno de su
instituto, el está solamente puesto para observar y hacer que sus súbditos observen las leyes” (p. 64)
o “(…) las prohibiciones no son medios de remediarlo [el error en las opiniones]; la libre circulación de ideas,
y el contraste que resulta de la oposición, es lo único que puede rectificar las opiniones” (p. 64)
o “Se nos dirá que no todas las opiniones deben estar bajo la inspección de la autoridad; pero si una se
sujeta, las demás no están seguras; las leyes no pueden hacer clasificación precisa ni exacta de todas ellas.
Así es que semejante poder es necesariamente arbitrario, y se convertirá más veces en un motivo de
persecución” (p. 65)
o “Si se quiere dar crédito a una doctrina, no se necesita otra cosa que proscribirla. Los hombres desde
luego suponen, y en eso no se engañan, que no se puede combatirla por el raciocinio, cuando es atacada
por la fuerza” (p. 65)
o “Cuando las leyes se han dictado con calma y detención; cuando son el efecto de una discusión libre, y
cuando el espíritu del partido y los temores que el infunde en los legisladores no ha contribuido a su
confección, haciendo se pospongan los intereses generales a los privados que por motivos que les son
extrínsecos; es muy remoto el temer de semejantes resultados [el descrédito de las leyes]; mas para
precaverlo los gobiernos deben estar muy alerta, y perder de vista la opinión pública, secundándola en
todo” (p. 66)

19
Unidad 3

notas
o La teleología, la idea de un fin al cuál las cosas tienden, sigue estando en vigencia.
o La temporalidad entendida en términos lineales, guiada constantemente por la idea de progreso propia
de la Ilustración, se torna explícita en la mención a la perfectibilidad de la potencia del hombre. Es el
avance hacia una instancia superadora, mejor, lo que les permite ver el trayecto recorrido como necesario.

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Unidad 3

Sobre las leyes que atacan la


seguridad individual
citación
Mora, J. (1963). Sobre las leyes que atacan la seguridad individual. En obras sueltas (pp. 91-103).
México: Porrúa.

citas bibliográficas
o “Si se busca cuidadosamente la causa del disgusto y descontento que se nota en los pueblos que hay
ensayado varios sistemas de gobierno, pasando desde el despotismo más absoluto hasta la más
desenfrenada democracia, se hallará que siempre, o casi siempre, es debido a la oposición manifiesta y al
conflicto continuo que existe entre los principios de la ley constitutiva, y las disposiciones de las leyes
secundarias” (p. 91)
o “Cuando se trata de sacudir el yugo de un rey, se va aflojando sucesiva y gradualmente todos los vínculos
sociales hasta parar en la anarquía; mas cuando se intenta salir de esta se recorre la escala por orden
inverso, y se procede concentrando sin interrupción el poder, hasta depositarle entero y cabal en las
manos de uno solo” (p. 92)
o “En los extremos como en los medios se busca siempre lo mismo, es decir la libertad, pero siempre
inútilmente, porque no es lo que la da el conjunto de declaraciones que llamamos constitución, sino la
conformidad que digan con ellas las leyes secundarias” (p. 92)
o “Las constituciones todas (…), abrazan la suma de los principios esenciales de la libertad civil, que sirven
de baso a todo el orden social; mas sin duda son continua y frecuentemente violadas las leyes
secundarias” (p. 92)
o “(…) después vendrán otras leyes secundarias por las cuales el gobierno quede investido de facultades
extraordinarias “(p. 93)
o “Cuando se trata de precaver estos males, o remediarlos si han tenido ya principio, se debe buscar su
origen y cortar la raíz, que en los sistemas representativos siempre se hallará en las leyes de excepción
por las cuales se hace ilusoria la libertad civil, atacando la seguridad individual” (p. 94)
o “El despotismo no consiste, como se persuade al común de los hombres poco reflexivos, en el dominio de
uno solo, ni en la reunión de poderes, sino en lo ilimitado de cada uno o de la suma de todos ellos” (p. 94)
o “La voluntad general (…), no puede ser ilimitada, y su acción debe cesar dónde empieza el derecho del
otro” (p. 94)
o “Los actos más opresivos y tiránicos, las proscripciones mas bárbaras y los atentados más enormes, no
necesitarían para convertirse en derechos, sino un cierto número de votos, que no aún podría ser fijo,
puesto que las naciones no pueden constar de un número preciso y determinado de personas” (p. 95)
o “(…) las formas judiciales han sido establecidas bajo el concepto de medios indispensables para poner el
claro la inocencia o culpabilidad de un acusado; así es que la consecución de este importantísimo fin

21
Unidad 3

depende de su exacta y fiel observancia, y renunciar a él, es poner en absoluta y total impotencia de fallar
con acierto y obtener un resultado feliz en materia tan delicada” (p. 96)
o “No hay pues cosa que pueda libertar de la nota de injusticia y propensión al despotismo las leyes de
excepción; no la autoridad de los cuerpos legislativos que la reciben de los pueblos, no de estos, pues por
su naturaleza y esencia es necesariamente limitada por los derechos individuales; tampoco la seguridad
pública, pues a ella puede ocurrirse por los medios ordinarios; lo común es que no corra riesgo sino cuando
se ataca la libertad civil del ciudadano, y este temor cesa desde que se renuncia a las medidas especiales
u extra-constitucionales” (p. 97)
o “Se llama ilegal y fraudulento todo sistema en el cual se obra contra una ley obligatoria, y por el cual se
hecha a rodar un compromiso contraído anteriormente” (p. 97)
o “Desde que las leyes subsidiarias pueden sustraerse al Imperio de la ley constitutiva, restringirla,
traspasarla o suspenderla, ella queda reducida a un magnífico frontispicio y un monumento engañoso tras
el cual se fragmenta y forjan las cadenas del despotismo” (p. 98)
o “Ley obligatoria e inmutable es aquella que a toda liga, y de cuya observación nadie se halla eximido” (p.
98)
o “Si la ley constitucional de una nación es la exposición de los derechos que debe gozar la universalidad
de los ciudadanos, y el ejercicio de estos debe fijarse por las leyes secundarias; si la primera debe
proclamar los principios, y las segundas asegurar su ejecución, ningún pueblo que obtuviese un código
fundamental y un gobierno representativo podría tener por legales las disposiciones que contrariarse
estos fines importantes” (p. 99)
o “El fraude a la larga no puede ocultarse a nadie, y la contrariedad y oposición que existe entre la ley
fundamental y las que tienen por objeto minarla haciéndola ilusoria, descubre desde luego y pone patente
aun a la vista menos perspicaz este sistema fraudulento” (p. 99)
o “(…) por actos que llaman leyes de circunstancias perpetúan el régimen arbitrario y con el germen de
alborotos y asonadas, y así se sobrepone a las garantías sociales pretendiendo engañar a los pueblos con
lenguaje fraudulento” (p. 100)
o “Una vez violado un artículo constitucional, los demás no están seguros; la garantía de uno es la de todos
los otros, y por urgentes que supongan las razones que se han tenido presentes para derribar al primero,
no faltarán atrás que as su vez se califiquen de tales para atacar a los otros” (p. 101)
o “Una constitución violada por el cuerpo legislativo no ofrece ya seguridad ninguna, pues como el
trasgresor es la suprema autoridad no puede ser reconvenido legalmente, no hay medio para reparar este
atentado por el castigo del culpable” (p. 101)
o “En el régimen, sin excepción alguna se deciden todas las cuestiones, no por el examen de los hechos, sino
por las ideas que se tienen de las opiniones políticas de los procesados; y cuando los atentados mas
atroces y enteramente averiguados quedan impunes, si sus perpetuadores pertenecen al partido
calificado de sano, las opiniones que le son contrarias se reputan crímenes irremisibles” (p. 102)
o “El tiempo que necesita la opinión pública para desarrollarse, se empeña en jugar todos los medios de
usurpación y de impostura, en corromper a los funcionarios públicos, en privar de toda influencia a los
que se le resistan, y en forman en las diferentes clases de la sociedad aquellos hábitos y costumbres que
convengan a un sistema de esta clase, hasta que las imprudencias, y lo que es peor, los excesos traigan
contratiempos que lo conmuevan y borrascas que lo arranquen de sus quicios” (p. 103)

notas
o El tópico central de este discurso gira en torno a los conflictos existentes entre las leyes constitutivas y las
leyes secundarias. Es por ello por lo que se encarga constantemente de establecer cuáles son los ámbitos
que le corresponden a cada una, y qué cuál es la tarea que les es propia.

22
Unidad 3

o Los problemas respecto de la relación entre un gobierno constitucional y su cuerpo de leyes son relevantes
en el planteo también. Cómo asegurar la libertad de los ciudadanos, resguardando sus derechos, es una
amenaza constante a la que Mora remite a lo largo del discurso. La integridad de la constitución es el
resguardo de la integridad de la libertad civil.

23
Unidad 3

Idea del congreso nacional de


Nueva España
citación
Talamantes, M. (1985). Idea del congreso nacional de Nueva España. En G. García (ed.), Documentos
históricos mexicano (pp. 345-385). México: SEP.

citas bibliográficas

Introducción
o “(…) idea que dicta para estos lances la sana política, que tiene su fundamento en los principios
elementales del derecho público, aprobadas por todos lo autores antiguos uy modernos, regnícolas y
extranjeros, que tratan del grande y difícil arte de la Legislación y Gobierno, y que desde mucho tiempo
atrás han tenido el cuidado de leer y meditar.
Entre ellas, la primera que se me presentaba a mi espíritu era la de una Congreso nacional que inflamase
los corazones por el bien de la Patria, reuniese los ánimos, descubriese los disposiciones y resoluciones
del Reino todo, organizase a éste, le diese la consistencia, firmeza y prosperidad que le faltaban, clase la
inquietud de toda clase de pretendientes y litigantes, terminando los negocios que han quedado
interrumpidos por la opresión de la Península Metrópoli, llenase de consuelo a los habitantes por los
infinitos recursos de todo género que podría proporcionarles, y revistiese al Reino de Nueva España de
aquel carácter de dignidad, grandeza y elevación que debía hacerlo respetable entre las naciones cultas
e independientes de América y Europa” (p. 347)
o “(…) he trabajado en la presente Obra, deseando que se vea en ella, como en un solo punto de vista, la
multitud y suma gravedad de los asuntos que es necesario decidir con tiempo para que el Reino tenga en
su gobierno un curso expedito” (p. 348)
o “¿No es, pues, llegado el tiempo de convocar a las Ciudades y Magnates del Reino para escuchar su voto?”
(p. 349)
o “¿Qué alianzas nos hemos procurado para dividir las fuerzas del enemigo cuando llegue el instante de
atacarnos?” (p. 349)
o “Debemos tener todo, y precaverlo todo” (p. 350)
o “Debemos hacer por la Metrópoli lo mismo que ella puesta en libertad haría sin duda por sí misma y en
favor de la familia reinante. Ella retrocedería a sus primitivas instituciones olvidadas desde algunos años;
instituciones que son las fundamentales de toda sociedad civil. Se formaría toda ella en cuerpo, se
congregaría en Cortes, para quejarse a la Francia de las ofensas que se le han hecho por Emperador (…).
Organizaría entretanto el Reino, para llenar los huecos que se originan en una nación de la anarquía o de
la falta de la autoridad monárquica” (p. 352)
o “(…) si esta falta [de autoridad] es conocida y necesitamos ahora más que nunca poner en uso el Poder
Legislativo, o habremos de quedar expuesto a mil peligros y carecer de mil disposiciones que nos son

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indispensables, o habremos de permitir que nos dicten Leyer lo que nos están autorizados para ello por el
Rey, ni por el Cuerpo de la Sociedad” (p. 353)
o “Se ha querido decir que no tenemos hasta ahora pruebas bastantes de haber pasado los Reinos de Castilla
a una dominación extranjera, de la coacción y cautiverio de nuestros Reyes y de la opresión de la
Metrópoli, y que sin ellas no estamos bastante autorizados para formar un Congreso” (p. 353)
o “Los Españoles de la Península han hecho hasta aquí por nosotros todo lo que han podido; nos han
instruido del estado de aquellas cosas en cuanto les ha sido posible; nos han remitido las últimas Gacetas
que publicaron en nuestra Corte la abdicación de nuestros Reyes” (p. 354)
o “El Congreso ha de componerse de las autoridades constituidas, de un Virrey celoso y fiel al Rey y a la
Nación, de unos ministros e ilustrados, de unos Pastores ejemplares, de los magnates y primeros nobles
del reino, de los jefes de todos los Tribunales y oficinas, de los diputados de las ciudades, de todos
aquellos, en fin, en quienes debe tenerse la mayor confianza y están interesados en reunirse y auxiliarse
mutuamente para la defensa común. ¿Qué decisiones podrán salir de estas respetables juntas, que no
sean las más sabias, las más equitativas, las más útiles, las más beneficiosas?” (p. 355)

III. Idea del Congreso nacional de Nueva España – Individuos que deben componerlo
y asunto de sus sesiones
o “Careciendo de libertad la Metrópoli para ejercer la soberanía y obra expeditamente, oprimida, como se
halla, de las tropas francesas, las grandes posesiones de las Américas, parte importante de la nación,
deben entrar en posesión de los primitivos y esenciales derechos de aquella, usando de las libres
facultades que el al presente gozan, para salvar a la Patria y no para otro fin” (pp. 358-359)
o “Perteneciendo al Virrey el derecho de convocación para este Congreso (por residir en él el poder
ejecutivo del Monarca que en la actualidad se encuentra personalmente impedido), convocará a los
referidos miembros por medio de una Circular, emplazándolos para determinado lugar y tiempo, el más
breve que sea posible; conminándolos con la pérdida perpetuo del derecho para asistir en los Congresos
nacionales, tanto por sí como por sus respectivos cuerpos, si no concurriesen en el plazo señalados:
debiendo, son embargo, observar en todo caso las leyes y las determinaciones nacionales” (p. 360)

Conclusiones
o “(…) es conveniente revestirnos de una representación que nos haga respetar de los otros Pueblos, y en
las circunstancias presentes, esta no puede ser otra que la representación nacional reconocida por todas
las potencias civilizadas” (p. 371)
o “(…) nuestros recursos no son por ahora bastantes para tantos objetos, y si nos negásemos a toda
comunicación exterior quedaríamos expuestos a los males de la indigencia, de que no podríamos salir con
solos nuestros metales, y al furor de un enemigo implacables y poderoso, que apurará todos sus arbitrios
para perdernos, la necesidad misma nos compele a buscar amigos entre los enemigos declarados de la
Francia o entre aquellos que, consultando a su quietud y sus propios intereses, se conforman
exteriormente con las resoluciones de ese Gobierno, entre tanto que detestan ese poder exorbitante que
amenazan la seguridad de los demás pueblos” (pp. 371-372)
o “Si llega el caso, como lo esperamos, de que la Metrópoli recobre su primera libertad, ¡que gloria será
para los que han gobernado este Reino devolverlo a nuestros Reyes en el estado más floreciente que sea
posible! Y si se frustrasen en esta parte todos nuestros empeños, ¡que consuelo será para nuestros
hermanos y amigos españoles de Europa, saber que viniendo a México encontrarán aquí una nueva Patria,
con las mismas leyes, usos costumbres y religión, y que serán recibidos con aquella predilección y ternura
que inspiran las desgracias de las personas que nos son más amadas!” (p. 372)
o “Se ha dicho en estos días que la Ciudad de México, como Metrópoli, representa a todo el Reino, teniendo
para ello Cédula de nuestros Reyes. No se duda que este digno y celoso Ayuntamiento goce de este y otros
privilegios que son propios de las grandes capitales; pero debe decirse que su representación solo es para

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defender los fueros, privilegio y leyes del Reino, mas no para extraer a nombre de las demás ciudades el
poder legislativo” (p. 373)
o “hay sin duda, y ha habido hasta aquí, en la Nación, cuerpos destinados para arreglar el Código de nuestra
legislación; pero estos cuerpos solos proponen la ley que parece necesaria, la consultan, la discuten, pero
de ninguna manera la forman, porque ella solo adquiere su fuerza de la voz del Soberano que la promulga
y que es el órgano de la voz nacional” (p. 373)
o “¿Cuál será, pues, nuestro recurso, tratando de organizar al Reino, volverle su esplendor y consultar su
seguridad? No hay otro que la voz nacional: esa voz que todos los políticos antiguos y modernos moran
como el fundamento y el origen de las sociedades; esa voz tan respetable y soberana, que obligó al mismo
Dios a mudar el Gobierno de Israel, concediéndole el Rey que pedía” (pp. 373-374)

IV. Representación nacional de las colonias – Discurso filosófico


o “A un ministro que goza de la reputación de sabio, honrado y patriota se ha atribuido la expresión de que
el Reino de Nueva España, como colonia, no tiene representación nacional ni puede congregarse en
cuerpo para organizarse y regenerar su código legislativo” (p. 374)
o “Las leyes son de dos clases, que pueden distinguirse con los nombres de: coloniales y regionales. Las
primeras son las que sostienen el enlace y dependencia de la Península con la Metrópoli (…). Las segundas
son las que se dirigen a organizar la colonia en sí misma teniendo consideración al clima, a los alimentos,
a los habitantes tanto indígenas como colonos, y a otras circunstancias regionales” (p. 375)
o “España ha sabido conservar [a las colonias] sin oprimirlas; aprovecharse de sus frutos y riquezas,
evitando su destrucción; refrenar a los habitantes por medio de sus leyes, permitiéndoles una libertad
moderada, y fijar su adhesión, amor y reconocimiento concediéndoles todas las prerrogativas que gozan
los individuos de la Metrópoli” (p. 377)
o “ El Código de las Indias, tan ponderado al presente, como que se quiere que sirva de asilo a una autoridad
quimérica, no habla una sola palabra de semejante suplemento; que el no previó ni pudo prever jamás los
lances tan difíciles e inesperados en que nos hallamos; y que ni remotamente asoma en él disposición
alguna relativa a la organización que deben tomar las Américas, impedida, como ahora lo está, la autoridad
del Rey legítimo y resistiéndoles ellas a reconocer una dominación extranjera” (p. 380)
o “¿Será aco la autoridad de las audiencias? No hay duda los ministros de México defienden vivamente que
en ellos tan elevada potestad, y que, representado al Rey, pueden dar unas leyes, reformar otras, expedir
nuevas y suplir las que faltan. Causa risa desde luego ver salir esta opinión del seno de una Tribunal erigido
únicamente para dar a cada uno su derecho, para hacer obrar las leyes, observarlas él mismo
escrupulosamente, como que las que le dirigen y le dan toda su autoridad, y que aun en el excedente de
esta, depender de otros Tribunales Superiores” (p. 381)
o “(…) se inferirá de aquí inmediatamente que, si en las Américas ha habido semejante potestad, ha habido
sin duda representación nacional” (p 382)
o “Se entiende por representación nacional el derecho que goza una sociedad para que se le mire como
separada, libre e independiente de cualquiera otra nación. Este derecho pende de tres principios: de la
naturaleza, de la fuerza, y de la política
La naturaleza ha dividido a las naciones (…) y las Américas tienen representación nacional, como que
están naturalmente separadas de las otras naciones, mucho mas de lo que están entre sí los reinos de la
Europa.
Por la fuerza, las naciones se ponen en estado de resistir a los enemigos, vencerlos, aprisionarlos e
imponerles la ley de que abandonen el terreno usurpado (…). Consideradas las Américas por este
principio, nadie puede dudar de que tengan representación nacional, habiendo resistido de hecho en
muchas ocasiones las acometidas de las potencias extranjeras.
La representación nacional que da la política pende únicamente del derecho cívico, o lo que es mismo,
de la cualidad de ciudadano que las leyes conceden a ciertos individuos del Estado. Esta Cualidad de

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Ciudadano, según define Aristóteles, y después de él todos los políticos, consiste en la facultad de
concurrir activa y pasivamente a la administración pública” (p. 383)
o “No se puede poner en duda que as Américas, aún en estado de Colonias, están hábiles para tomar toda
la representación nacional que puede dar la política. A esta representación es consiguiente la facultad de
organizarse a sí mismas, de reglas y cimentar la administración pública cuando los lances lo exigen, de
poner las leyes que faltasen, enmendar las defectuosas, anulas las perjudiciales y expedir otras nuevas”
(p. 364)
o “Como la representación nacional, la libertad e independencia de cualquier otra nación son cosas casi
idénticas; siempre que las Colonias pueden legítimamente hacerse independientes separándose de sus
Metrópolis, serán también capaces de tomar la representación nacional” (p. 385)

Casos en los que las Colonias pueden legítimamente separarse de sus Metrópolis
1. Cuando las Colonias se bastan a sí mismas
o “La necesidad y libertad, incompatibles entre sí, se sirven mutuamente de medida; cuando crece la
primera, disminuye la segunda, y el aumento de la una es disminución de la otra” (p. 385)
o “Esta regla, fundada en la naturaleza, y que es la medida de la libertad individual, lo es también de la
libertad nacional, y por ella deben dirigirse las Colonias para constituirse independientes” (p. 385)

2. Cuando las Colonias son iguales, o más poderosas que sus Metrópolis
o “La dependencia no puede subsistir entre personas iguales (…) Si llegas, pues, el caso de que una Colonia
se pusiera a nivel de su Metrópoli, o la excediese en algunos puntos, por este solo hecho quedaría libre y
separada de ella” (p. 386)
o “Esta igualdad política no es una igualdad metafísica o matemática (…), es, si, una igualdad de
aproximación que consiste más bien en los recursos y facultades que en los hechos y acciones” (p. 386)

3. Cuando las Colonias difícilmente pueden ser gobernadas por sus Metrópolis
o “La superioridad no es tanto una preeminencia o prerrogativa, cuando un gravamen o una obligación: es
un deber impuesto a la parte más ilustrada y poderosa del género humano, para dirigir, sostener y
proteger a la otra parte débil e ignorante” (p. 387)
o “Si el superior no es capaz de llenar debidamente esta obligación, y hubiese de quedar de consiguiente el
inferior, expuesto a todos los daños que debe traerle la falta de protección y gobierno, podrá entonces, o
dirigirse por sí mismo, si fuera capaz de ello, p ponerse bajo la dependencia de otro” (p. 387)

4. Cuando el simple gobierno de la Metrópoli es incompatible con el bien general de las Colonias
o “Como la dependencia, según se ha dicho, es instituida en beneficio y conservación del que obedece, este
se ve autorizado para ponerse en libertad siempre que le resulta todo lo contrario y no le queda otro
arbitrio justo para salvarse” (p. 388)

5. Cuando las Metrópolis son opresoras de sus Colonias


o “La superioridad supone amor, benevolencia y protección para con el inferior; supone también
imparcialidad y justicia. Estas cualidades faltan enteramente en el estado de opresión. El opresor es
entonces un enemigo”

6. Cuando la Metrópoli ha adoptado otra Constitución política


o “La existencia política de las naciones es muy diferente de la existencia física” (p. 390)
o “En las mutaciones deja de existir políticamente la Metrópoli, faltándole aquella primera representación
que le daba lugar y la distinguía entre las demás naciones del Orbe; de la misma manera que si de una
porción de cera se labrasen sucesivamente dos figuras diferentes, cesaría la primera desde el momento
que se comunicase la segunda” (p. 390)

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7. Cuando las primeras provincias que forman el Cuerpo principal de la Metrópoli se hacen entre sí
independientes
o “La metrópoli, en este caso, varía de constitución política, porque se subdivide en formas diferentes: el
cuerpo principal de la nación, organizado por su respectivo gobierno, deja de existir, y prevalecen de
consiguientes los mismos fundamentos que en el caso anterior” (p. 391)
o “Las colonias ni tienen menos derechos para declararse libres e independientes y consultar a su propia
felicidad organizando su gobierno interior, que el que tienen las demás provincias principales de la Nación
(…). Si las provincias de España se hallan en circunstancias que acaso las obliguen a erigirse en cuerpo
independientes (…), la Nación se vería rigurosamente en la anarquía” (p. 391)

8. Cuando la Metrópoli se sometiese voluntariamente a una dominación extranjera


o “En este caso, cesa la representación nacional de la Metrópoli, formando cuerpo con una nación extraña;
del estado del libertad y soberanía que antes gozaba, pasa a un estado de subordinación y dependencia;
su constitución política ha variado enteramente; y si se ha creído en la necesidad de sufrir las leyes de
otras potencias, no queda ella misma capaz de dictarlas” (p. 393)

9. Cuando la Metrópoli fuese subyugada por otra Nación


o “Cesa igualmente en este caso la representación nacional de la Metrópoli, la fuerza ha decidido de su
destino; se halla en estado de sufrir la ley que el dicte el conquistador, y no habiendo sido capaz de
defenderse a sí misma y sostener su independencia, mucho menos puede estar para ejercer sobre sus
colonias el derecho de protección y la autoridad gobernativa” (p. 393)

10. Cuando la Metrópoli ha mudado de religión


o “La religión verdadera es el mayor bien que puede poseer un individuo: es el único, el bien importantísimo
y esencial, el fin necesario para que Dios ha es establecido en el mundo las diversas sociedades del género
humano” (p. 394)
o “Siendo el deber de cada individuo para defender su religión; deber imprescriptible e innegable, de que
no puede dispensarlo ninguna autoridad por elevada que se suponga” (p. 395)

11. Cuando amenaza en la Metrópoli mutación en el sistema religioso


o “En punto de religión, todos los hombres son igualmente frágiles e inconstantes, sea porque las pasiones,
esforzándose a dominar en cada uno de ellos, hacen en todos progresos más o menos considerables, sea
porque la razón humana es muy fácil de perderse en un abismo de errores, sea por último porque Dios,
que es dueño absoluto de sus dones, si los concede a quién quiere, también los retira de donde le parece”
(p. 393)

12. Cuando la separación de la Metrópoli es exigida por el clamor general de los habitantes de la Colonia
o “El pueblo, en efecto, califica el mérito de los sujetos y da el verdadero valor a las coas; aunque carezca
de los principios comunes de la ciencia y de los conocimientos de una profunda política, posee las reglas
elementales de la moralidad y justicia y mide por ellas los procedimientos de operaciones de los que lo
gobiernan” (p. 400)
o “Este mismo claro se hace más respetable, si no solo es del pueblo rústico y grosero, que a las veces se
deja llevar ciegamente de sus deseos, sino que nace también de los hombres ilustrados, de las personas
sensatas y de probidad, de los ciudadanos beneméritos” (p. 400)

Conclusión
o “Se ha demostrado hasta aquí con evidencia, que las Colonias pueden tener representación nacional, y
organizarse a sí mismas; se han indicado también y probado con razones concluyentes, todos los casos en
que ellas pueden legítimamente usar ese derecho” (p. 401)

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notas
o La vacancia de poder que ocasionó la captura de Fernando VII por parte de Napoleón, se torna explícita
en este texto. Las discusiones acerca del origen de la soberanía, la autoridad, qué sucede con el poder
cuando desaparece la figura del Rey, quién o quienes tienen la potestad de legislar, en nombre de quién,
cómo se otorga semejante poder, y quienes lo depositan, son algunos de los tópicos que Talamantes
discute.
o La lealtad a España, al Rey, se mantiene firme, lo que se está discutiendo es cómo balancear esta tendencia
con la realidad de la vacancia de poder. A lo largo del texto se va a mostrar de diversos modos la fuerte
admiración, respeto y lealtad de Talamantes para con el Reino, no se busca realizar un corte tajante, no
se busca la independencia por la independencia misma, sino que se está tratando de resguardar a Nueva
España de caer en manos francesas, dado que su importancia para la Península es muy grande.
o ¿Nación y Patria son sinónimos? ¿Qué relación tienen con respecto a la Metrópolis?
o El peligro ante las presiones de Francia son una preocupación constante para Talamantes, lo cual se
evidencia en la utilización de términos como defensa, enemigos, o peligro. Así mismo, la necesidad
adquiere un creciente protagonismo, dado que es fundamental abrirse y desarrollar relaciones
comerciales con otros pueblos para poder sobrevivir y progresar, esto hace que el panorama se presente
particularmente complejo. Sin relacione comerciales con otras naciones, con otras potencias, se haría
imposible cumplir con todas las necesidades del Reino de Nueva España, porque este es rico en metales,
pero no necesariamente de todo lo demás que es vital para la supervivencia y el progreso de sus
habitantes. Esta tarea que cumplía la Corona debe ser suplida de otro modo.
o El problema de la existencia o no de la representación nacional en el contexto de las Colonias es
determinante dado que de eso dependen las potestades de las que éstas disponen. De no tenerla, pierden
su capacidad de dictar leyes, pero, fundamentalmente, quedarían presas de las potencias extranjeras. No
debemos olvidar que este problema se origina como consecuencia de la vacancia de poder de Rey, y que
no se está incurriendo en estas discusiones con fines ‘revolucionarios’ sino que deben ser vistas como un
modo de mantener la fidelidad al Rey y un intento por resguardar su poder.
o Los motivos que menciona Talamantes para justificar la independencia de una Colonia respecto de su
Metrópolis resultan interesantes, porque en ellas podemos observar cómo ambos términos (colonia-
metrópolis) funcionan como una dicotomía, por lo tanto, estos términos constituyen una totalidad, y son
así mismo excluyentes. Es decir, no hay nada por fuera de la totalidad que este binomio constituye, pero,
principalmente, si algo pertenece de un lado del binomio, no puede pertenecer al otro: el poder y la
independencia están del lado de la metrópolis, no de las colonias, por mencionar un ejemplo. Sin embargo,
dada la situación particular del Reino en este momento, cuando la Metrópolis pierde ese fundamento
trascendente al ser capturado el Rey, el estatus de las colonias se ve afectado también. Este cambio, este
sismo en el fundamento, en el origen, trae consigo la posibilidad de poder pensar cosas que en otro
momento hubieran sido mucho mas dificultosas o, incluso, imposibles.
o Las relaciones de dependencia que despliegan las Colonias respecto de sus Metrópolis se sustentan en la
idea de que las segundas se encuentran mucho más avanzadas, desarrolladas y organizadas que las
primeras. Lo que está operando de base es la concepción moderna de progreso, que entiende a la
temporalidad en términos lineales, como un camino, que tiene como meta el avance de la razón y el
desarrollo. De este modo, las colonias se encuentran todavía lejos de llegar a ese punto y es por ello por
lo que requieren de la guía y sabiduría de las colonias, este tipo de concepciones establecen relaciones de
poder dónde unos dominan y otros son dominados. Obviamente, uno de los grandes problemas que esto
acarrea es que son las mismas Metrópolis las que determinan cuáles son los estándares que una sociedad
debe alcanzar para lograr el progreso, y estos estándares son casualmente aquellos que ellas cumplen.

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o La idea de la felicidad como aquello a lo que las sociedades tienden está conectado con el concepto de
eudaimonía en Aristóteles.
o La religión es un elemento clave para comprender cómo piensa a la sociedad Talamantes. La religión el
organiza la sociedad, la fundamenta, la sostiene y funciona como guía, si se pierde ese piso, la sociedad
misma pierde su fundamento.

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