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Todo el mundo debería aprender a lidiar con el rechazo, una sensación que, tarde o
temprano, todos experimentamos de una u otra forma. Aprender a contrarrestar sus
efectos cobra mayor importancia cuando este surge en un contexto amoroso. De
hecho, en ocasiones, cuando la pareja se rompe, uno de los miembros intenta retomar la
relación, arriesgándose a que su coraje no se vea recompensando o le sea devuelto en forma
de negativa atroz.
Pero el desprecio no solo se relaciona con el desamor. Los amigos, los compañeros de
trabajo o la familia, entre otros, pueden hacernos sentir rechazados, provocando
sensaciones negativas con las que puede resultar difícil lidiar.
1. El rechazo activa las mismas áreas del cerebro que se ponen en funcionamiento
cuando experimentamos dolor físico. Es por ello que el desprecio duele tanto. De hecho,
para probar esta teoría, se proporcionó Tylenol (paracetamol) a una serie de personas, a las
que posteriormente se las pidió que recordasen una experiencia de rechazo que les hubiera
marcado. Los participantes que recibieron la dosis experimentaron un dolor emocional más
pausado que aquellos a los que no se les proporcionó el medicamento. Así pues, sé
consciente de esta realidad neurológica cuando creas que el dolor te está superando: está
todo en la cabeza y en ti la capacidad de no permitirle tener un efecto tan negativo en ti.
Dice el famoso neurólogo colombiano Rodolfo Llinás que todo está en el cerebro: “Usted
es un estado emocional de su cerebro” y “el cerebro tiene la inteligencia de no saber
existir”.
Explorar otras realidades y abrirse a conocer es una de las vías para superar la sensación
devastadora que provoca el desprecio.
Las funciones de un servidor es la de ser pastor de las personas que están bajo
su liderazgo y cuidado, o que asisten al grupo de comunión familiar que atiende.
El pastor mismo, tiene que ser alguien que vele por el bienestar de la
congregación. Por lo tanto, tenemos que imitar el ejemplo del Buen Samaritano
que encontró a orilla del camino a aquel hombre herido y lastimado, la actitud del
samaritano fue la de auxiliar, levantar, vendar y sanar sus heridas (Luc.10:30-
37).
Nuestra naturaleza es tan compleja para nosotros mismo que nunca sabemos
como vamos a reaccionar ante un conflicto, pero sí hay alguien que nos conoce a
profundidad y cada una de nuestras necesidades ese es Dios. Así que; vayamos
paso a paso.
Sabemos que el ser humano tiene una naturaleza material (cuerpo) y otra
espiritual (espíritu o alma). Y es en la naturaleza espiritual donde radican los
pensamientos, sentimientos y voluntad. Es aquí donde se encuentran las cuatro
necesidades básicas del ser humano las cuales son:
A través de esta necesidad el ser humano busca valer algo, es decir; ser
importante para alguien y poder hacer alguna actividad que le sea reconocida.
En otras palabras, no sentirse un inútil. Pero esto es destrozado en el
momento que recibimos de los que están a nuestro alrededor mensajes
negativos como los siguientes: “no sirves para nada” “tu hermano hace las
cosas mejor que tu” “eres un inútil” “no lograras ser nada en la vida”, “etc.
Esto ocasiona una continua destrucción moral y emocional en la persona.
C.- La necesidad de seguridad.
Esta necesidad viene de un clamor profundo del corazón del ser humano, al
darse cuenta que muchas veces vive esclavizado de sus temores, miedos y
tristezas. Arrastra cadenas en el alma que no le permiten ser realmente libre
ni tener una relación real con Dios. El mayor enemigo de las emociones del ser
humano y que busca que las necesidades antes mencionadas no sean satisfechas
ni puedan vivir en libertad es: Satanás. El sabe que si logra hacer que te
sientas mal, eso basta para sacarte de combate.
Las heridas del alma que traemos fueron golpes violentos en nuestro interior, estas
pueden ser:
b).- Heridas viejas que no podemos olvidar y que cada vez que vienen a nuestra
memoria nos causan dolor
c).- Heridas negadas que tratamos de ignorar como si nunca hubiesen ocurrido
pero que ahí están. Cualquiera que sea nuestra situación esa herida está abierta,
sangra, duele y nos deja muy sensibles y extremadamente susceptibles.
Muchas de nuestras heridas son producidas por maltratos físicos aun desde nuestra
niñez, golpes con huellas en el cuerpo y con heridas en el alma, abusos sexuales,
violaciones con violencia o abandono. Otras más por presenciar hechos dolorosos como
muertes trágicas, ofensas personales, mentiras, murmuración, abortos, divorcios,
calumnias, accidentes, asaltos, robos de casa, del auto, pérdidas familiares, y muchas
cosas más.
Además; estas heridas dejan secuelas como recuerdos dolorosos, imágenes vivas,
angustias y emociones que nos vuelven una y otra vez a la memoria. Hasta en sueños o
pesadillas las escenas se repiten trayendo angustia al alma al volverlas a vivir.
La sanidad del alma es obra única del Espíritu Santo, el cual conoce todo lo que
hemos pasado en nuestra vida. El Espíritu Santo vino sobre nuestro Señor Jesucristo
con el fin de vendar y sanar a los quebrantados de corazón y dar libertad a los
cautivos
La Biblialo dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en
libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”, (Luc.4:18,19).
LA ANSIEDAD es cuestionar tu fe, ¿cómo podría mi creador permitir que me sienta así?
LA ANSIEDAD es náuseas.
LA ANSIEDAD es paralizante.
LA ANSIEDAD es preocupación
LA ANSIEDAD es "¿y si?" La ansiedad es una gran cantidad de "lo que está mal" y "no sé".
Tus sentimientos importan solo porque te molesta algo que otros hacen, no te vuelve loco/a o
sin valor. Algunas de las personas más exitosas en la vida tienen ansiedad. Esto no es tu culpa.
Este no es el fin. Tu eres fuerte. Eres inteligente. Eres valiente. Tu eres digno. y tienes al todo
poderoso para librarte de toda ansiedad.
El Señor dice en su palabra, "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me
ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el Año agradable del Señor". Luc.
4:18-19
Y en Luc.9:1-2 la Biblia dice: “Jesús convocó a los Doce y les dio poder y
autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.
Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos”.
La Biblia dice: "… El dios de este siglo (el diablo) cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del Evangelio (las buenas nuevas)
de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." 2 Cor.4:4.
Pero la realidad es, que esta situación se vive hoy en día ¡Dentro del mismo
pueblo cristiano!, muchos viven una vida en derrota, encadenados, oprimidos y
atormentados, necesitamos declarar esta realidad y confrontarla en amplio
desafío, debemos tomar el ejemplo del Señor de liberar a los oprimidos, dar
libertad a los cautivos y sanar toda enfermedad en el nombre de Jesús.
¿Quiénes necesitan liberación? Es una muy importante interrogante. Creo que
como lo acabamos de expresar todos aquellos que viven una vida vacía, oprimida y
en derrota. Personas sin Cristo, cristianos tibios y desalentados. Hombres y
mujeres con tendencias pecaminosas arraigadas. Cristianos que por años han
luchado con prácticas de pecados ocultos. Siervos con dones espirituales atados y
contaminados que no han crecido en su vida espiritual y muchas cosas más que
pudiéramos describir.
Hebreos 12:15
Como es un resentimiento que tiene raíces, estas se van arraigando cada vez más
en lo profundo del corazón de las personas. Estas raíces que han crecido en lo
oculto llegan hasta ahogar el alma. Después de que este ciclo pasa, se llega a
convertir en un gran árbol, produciendo frutos malos como son: resentimiento,
ira, celos, amargura y otros más. La amargura es fácil verla en otros, sin
embargo, es muy difícil que la persona se dé cuenta de la amargura en sí misma.
Solo el perdón puede sanar toda raíz de amargura, sí; es perdonando y pidiendo
perdón.
2.- Abandono mental: Nadie estuvo ahí para responder, a nuestras interrogantes o no
quisieron hacerlo
3.- Abandono social: Nadie estuvo ahí para mostrarnos como desarrollar buenas relaciones
con otros y nos abandonaron en nuestra necesidad.
4.- Abandono emocional: Nadie estuvo ahí para escucharnos, abrazarnos, consolarnos,
ministrarnos ni para entendernos.
5.- Abandono espiritual: Nadie estuvo ahí para ayudarnos a orar, ni confortarnos con una
palabra en los momentos más difíciles y por el cual nos sentimos abandonados.
Sin embargo, el resentimiento no resuelto puede aflorar sobre nuestras vidas causando
estragos internos en nosotros y a los que nos rodean.
Tu corazón resentido nunca estará bien aunque huyas hasta el fin del mundo. Pero es
en esta necesidad que debemos mirar intencionalmente a Dios y solicitar su ayuda. Él sabe por
lo que estamos pasando y nos dará la fuerza necesaria para que venzamos el resentimiento.
Cuando ponemos nuestros ojos en su gracia, amor y misericordia, encontraremos la paz que
tanto necesitamos.
Las heridas del alma fueron golpes violentos recibidos en nuestro interior, esto ha
ocacionado heridas y profundos traumas, que a su vez han engendrado resentimiento, odio,
amargura, rechazo y todo tipo de recuerdos dolorosos. Es necesario que seamos liberados de
todos estos sentimientos negativos que vienen siendo como un cáncer para nuestro corazón.
b).- Heridas viejas que no podemos olvidar y que cada vez que vienen a nuestra memoria nos
causan dolor
c).- Heridas negadas, esas que tratamos de ignorar como si nunca hubiesen ocurrido pero que ahí
están. Cualquiera que sea nuestra situación esa herida está abierta, sangra, duele y nos deja muy
sensibles y extremadamente susceptibles.
Muchas de nuestras heridas son producidas por maltratos físicos aun desde nuestra niñez, golpes
con huellas en el cuerpo y con heridas en el alma, abusos sexuales, violaciones con violencia o
abandono.
Otras más por presenciar hechos dolorosos como muertes trágicas, ofensas personales, mentiras,
murmuración, abortos, divorcios, calumnias, accidentes, asaltos, robos de casa, del auto, pérdidas
familiares, y muchas cosas más.
Además; estas heridas dejan secuelas como recuerdos dolorosos, imágenes vivas, angustias y
emociones que nos vuelven una y otra vez a la memoria.
Hasta en sueños o pesadillas las escenas se repiten trayendo angustia al alma al volverlas a vivir.
La sanidad del alma es obra única del Espíritu Santo, el cual conoce todo lo que hemos pasado en
nuestra vida. El Espíritu Santo vino sobre nuestro Señor Jesucristo con el fin de vendar y sanar a
los quebrantados de corazón y dar libertad a los cautivos
Quebrantado: Literalmente significa: destrozado, roto, herido en pedazos. Esto es lo que vino a
sanar nuestro Señor Jesucristo, vidas rotas, emociones destrozadas y corazones heridos.
Solo Jesús puede sanar nuestras heridas; El dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto
me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a
predicar el año agradable del Señor”, (Luc.4:18,19).
La primera pregunta que se nos puede venir a la mente es, ¿por qué si somos creyentes aún
arrastramos con cosas del pasado?
La razón de esto es, que lo que nació de nuevo fue nuestro espíritu, pero nuestra alma debe
ser renovada y transformada; por lo tanto, es en esta área donde necesitamos liberación y
sanidad interior.
Nuestra vida cristiana es superar los obstáculos continuamente, sobreponerse a todas las
circunstancias y no dejar que la adversidad nos hunda, sino dar lugar a Jesús, por medio de
la transformación y la renovación que obra en nuestro entendimiento, dejar que sea Cristo
quién resuelva nuestras dificultades y neutralice su efecto en nuestra vida.
(Romanos 12:2) “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta.”
Dios considera que cada uno de nosotros es responsable de las reacciones ante cualquier
situación en la que nos vemos afectados. Ha dado a cada una de las persona libre albedrío,
libre determinación. Nos pide que constantemente tomemos decisiones las cuales sean
acertadas y que procedamos rectamente. Y cuando lo hacemos, él nos ayuda a salir
adelante.
Las heridas del alma son traumas que las personas sufren a medida que van pasando por
ciertas experiencias que marcan su historia.
Todas las experiencias van conformando lo que eres ahora, algunas veces te sentirás feliz y
en otras profundamente decepcionado. En estos momentos que sientes un profundo
desanimo, decepción y tristeza; nuestras heridas suelen irse abriendo.
Las heridas del alma son causadas por un daño bien sea por un dolor, una traición, hasta
una humillación, cada dolor que sufrimos en nuestras vidas nos van haciendo heridas
profundas en nuestra alma, las cuales el enemigo usa para traer a nosotros un sinfín de
espíritus inmundos que se apoderen de nuestras emociones.
Todos los seres humanos poseen heridas en su alma, en el transcurrir de nuestras vidas esta
heridas suelen formarse por nuestras vivencias, lo que diferencia, es que algunos suelen
obtener heridas más grandes que otros, porque no todos pasamos las misma situaciones.
Como saber que tienes heridas en tu alma muy profundas.
Cuando nos acercamos a Jesús creemos que todo ha quedado resuelto en nuestra vida, que
no tenemos más problemas, pero tarde o temprano nos damos cuenta que aún existen
ciertas áreas de nuestra alma que no han sido regeneradas y que hay sentimientos negativos
o actitudes que no son favorables, las cuales el enemigo usara para que en el andar que
tenga con Jesús, Usted no pueda fluir correctamente. Y Empezará a traer recuerdos
amargos del pasado para perturbar las heridas que no han sido sanadas en su interior.
Las heridas del alma producen incapacidad de disfrutar una vida interna en la paz de Cristo.
Producen emociones negativas en el corazón que logran perturbar la mente de las personas,
trayendo estados de depresión, ansiedad, ira, tendencia al suicidio, violencia, rechazo y
pensamientos muy destructivos.
Muchos creyentes viven atados a las heridas del alma que son arrastradas del pasado, lo
cual no los deja crecer espiritualmente, ni vivir una vida de victoria, entonces vemos a Dios
como que no cumple sus promesas descritas en los libros de la biblia, en nuestra vida; pero
la razón de no cumplirse son las ataduras que poseemos en el alma.
Algunos personas suelen guardar estás heridas en sus corazones como cicatrices, estos son
recuerdos del pasado que hacen dudar del presente y tener miedo del futuro.
Cuando nos ponemos confiadamente en las manos de Dios, él comienza su obra en nosotros
de una forma progresiva para sanarnos.
Primeramente para sanar las heridas que están en el alma, debemos conocer la función de la
misma y lo que ésta representa en el mundo espiritual. Tenemos que conocer que el hombre
es un espíritu, que tiene un alma, el cual está dentro en un cuerpo físico.
¿Qué es el alma?
La obra de Cristo en nuestro espíritu es perfecta, cuando nacemos de nuevo. Somos hijos
de Dios, por lo tanto vamos al cielo, en el libro de la vida está escrito nuestro nombre, pero
nuestra alma no es cambiada. Bien ahora, como el alma (voluntad, emociones y mente) no
nació de nuevo, surge una interrogante y es: ¿Qué hacemos con el alma?
(Romanos 12.1-3) «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense
de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno».
Por esta razón, existen muchos creyentes que todavía tienen heridas emocionales, malos
pensamientos y deseos de no hacer la voluntad de Dios; esta última viene siendo rebeldía.
Muchas personas suelen confundirse porque no saben si han nacido de nuevo, porque aún
arrastran cosas del pasado, las cuales no han podido vencer. Y lo que realmente necesitan
es renovar su alma, y esto se puede lograr a través de la Palabra de Dios, la sanidad interior
y la liberación.
La mayor parte de los problemas de todos los cristianos están en su alma, es decir, en su
voluntad, en sus emociones y en su mente.
Las características del alma son comparadas a las del asno. El asno es: testarudo,
desobediente, egoísta, voluntarioso, ególatra, jactancioso, rudo, inseguro, rebelde, arrogante
y orgulloso.
Esta naturaleza necesita ser transformada y renovada. Existen dos tipos de vida: La vida del
Espíritu, que en el griego original es la palabra “zoe” y la vida del alma que es “psuke”. Es
necesario que el alma sea cambiada o no vamos a poder disfrutar de la vida abundante de
Dios.
(Salmos 103.1 3) «Bendice, alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona
todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias».
Nuestra alma debe estar siempre bajo el control del espíritu renovado en Cristo. Es por ello,
que debemos someter nuestra voluntad a Dios, y ¿que es la voluntad?.
La Voluntad.
La Voluntad es la fuerza que cierra o abre todo acto de elección en nuestras vidas,
incluyendo nuestros pensamientos, las emociones y las pasiones. Esta área trabaja
conjuntamente con nuestra mente y emociones. Es donde se nos da la capacidad de decidir
lo que queremos ser y hacer. El ser salvos no depende de Dios, sino de la elección que el
hombre haga a través de la voluntad. Pues el hombre posee soberanamente la voluntad de
escoger servir al diablo o a Dios.
Por ejemplo, la desobediencia es un acto que surge de nuestra propia voluntad. La palabra
de Dios dice: “el alma que pecare ciertamente morirá”.
¿Por qué nos cuesta dejar de hacer algo si somos dueños de nuestra voluntad?
Rindiéndola
Quebrantándola
Vaciándola
llenándola con la voluntad de Dios
La palabra de Dios nos habla de ciertos términos los cuales nos enseñan que el rendir
nuestra voluntad es un acto de elección. La Escritura usa términos, tales como:
(Efesios 4.22-24) «En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que
está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y
vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad».
Dios no nos obliga a hacer ninguna de estas cosas, simplemente somos nosotros los que
debemos tomar la iniciativa de renunciar a todo lo que está en diferentes áreas de nuestra
vida que no le agradan a Dios. Tenemos que hacer morir lo malo, quitar todo aquello que
nos impide tener un crecimiento espiritual.
Desde hoy, Usted debe empezar a renunciar a la amargura, a la ira, al pasado y a todos los
deseos de la carne. Cuando el ser humano toma la determinación y la decisión de hacer la
voluntad perfecta de Dios, todas sus promesas serán un sí y amén.
Si nos dejamos guiar por nuestras emociones, será muy difícil creer en la palabra de Dios.
Esto nos hará querer ver primero para después creer. Todos los creyentes hijos de Dios
tenemos que caminar por convicción y no por emoción.
Las heridas emocionales nos impiden entregarnos al cuerpo de Cristo para convivir en amor
y sin temor a ser rechazado. Las heridas del alma por causa del pasado dañan su presente y
su felicidad.
Muchas personas que han sido heridas, ocultan el dolor en lo más profundo de su
alma y evitan por todos los medios hablar de ello. Otras personas utilizan mecanismos
de defensa, tales como:
¿Cómo lidiar con las heridas del alma y sanar nuestras emociones?
1. Debemos enfrentar la verdad.
Muchas veces, confrontar la verdad es algo muy doloroso; pero debemos tener en cuenta
que la puerta por donde entró el dolor, es la misma puerta por donde tiene que salir.
Las heridas ocultas, la falta de perdón, los traumas, los abusos de todo tipo y los
pecados, son como una comida podrida en un refrigerador.
Muchas veces, percibimos el mal olor y no sabemos de dónde proviene; pero luego,
nos encontramos que existe algo podrido en el refrigerador que lo está contaminando
todo.
Cuando nos ocultamos detrás de una puerta de dolor, debemos que regresar por la
misma puerta para ser libres; tenemos que enfrentarnos a la verdad.
2. Confesando que nos duele.
Hablar de lo que nos pasa o como nos sentimos con alguna persona que sea de
confianza, nos ayuda a drenar lo que está dentro de nuestra alma, es necesario que
confesemos lo que sentimos. Algún hermano de la congregación, un líder, anciano(a),
que este acto para dar consejos sabios, y ayuden en oración ante esa situación que esté
viviendo.
(Santiago 5:16) «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para
que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho».
3. Perdonando y olvidando.
(Marcos 11:25) «Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para
que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas»
Gálatas 5:16 «Digo, pues: Andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne».
5. Haciendo un compromiso.
Hacer un verdadero compromiso de no vivir por medio de las emociones sino por los
principios de la palabra de Dios.
Si realmente quieres ser libre de las heridas del alma; primeramente tienes que
reconocer las heridas que están dentro de ti, luego debes someter tu voluntad a la
palabra de Dios; y dejar que sea el Espíritu santo quien te guié en todo momento. Esto
no es tan fácil pero de la mano de Dios es posible.