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Año: 2007
2
Índice
1. Introducción
2. Bases historiográficas del problema
2. 1.: La historia de una búsqueda: breve reseña de la investigación histórica del
Cristianismo a partir del siglo XVIII
2. 2.: La escuela crítica y sus particulares conclusiones
2. 2. 1.: La historicidad de Jesús
2. 2. 2.: El carácter del Reino de los Cielos
2. 2. 3.: La fiabilidad histórica de los Evangelios
3. Conclusión
4. Bibliografía
3
1. Introducción
arrojar luz sobre uno de los más complejos sucesos históricos de todos los tiempos,
han sucumbido al espíritu del positivismo decimonónico y han terminado por
concluir en una crítica demoledora sobre las bases históricas del Cristianismo que,
más que contribuir a esclarecer el problema, ha suscitado mayores interrogantes. Tal
crítica, aún cuando no respondiese a las expectativas de quienes ven en el
Cristianismo y su fundador una muestra del designio divino para la salvación
espiritual del hombre, sería científicamente incuestionable si no fuera porque adolece
de importantes defectos: la mayoría de sus conclusiones, presentadas como
resultados sólidos y fundamentados, están basadas en presuposiciones y apriorismos
de los investigadores críticos, influyendo en las deducciones a las que arriban.
El presente trabajo expone y discute las principales hipótesis de dos figuras
relevantes de la escuela crítica: John Dominic Crossan, en su obra Jesús esencial1, y
Charles Guignebert, autor de El Cristianismo antiguo2. También aborda la última
publicación de Francisco García Bazán, Jesús el Nazareno y los primeros cristianos3,
quien encara el tema desde el ámbito de la fenomenología de las religiones y la
crítica histórica y arriba a conclusiones muy próximas a las de la escuela crítica. El
análisis de estas obras intentará poner en evidencia los argumentos hipotéticos
conflictivos en el tratamiento de tres aspectos esenciales en la historia del
Cristianismo: la historicidad de Jesús, la de los relatos evangélicos, así como las
consecuencias que las conclusiones de estos dos niveles proyectan sobre la
naturaleza del Reino de los Cielos predicado por Jesús.
1
CROSSAN, John Dominic, Jesús esencial: su palabra auténtica y las primeras imágenes, Editorial
Planeta, Buenos Aires, 1995.
2
GUIGNEBERT, Charles, El Cristianismo antiguo, Fondo de Cultura Económica, México, 2006.
3
GARCÍA BAZÁN, Francisco, Jesús el Nazareno y los primeros cristianos, Editorial Lumen, Buenos
Aires, 2006.
5
La Reforma Protestante del Siglo XVI abrió una inesperada caja de Pandora
cuando popularizó las Escrituras, rompiendo con el monopolio eclesiástico y
acercándolas al común de la gente en su lengua vernácula. Súbitamente el pueblo
tuvo acceso a la Biblia traducida en un idioma que podían entender. La Palabra de
Dios se puso al alcance de todos, tanto el pueblo llano como los académicos; el
estudio constante y concienzudo de la Biblia, proclamado por el protestantismo como
una necesidad vital para el crecimiento espiritual del cristiano, así como la libertad
de conciencia y el auge de la subjetividad fomentados por el reformismo, facultó la
iniciación de los estudios críticos sobre los temas bíblicos, cosa impensable en países
donde la Iglesia Católica ejercía un férreo control no sólo sobre religión y doctrina
sino también sobre la vida intelectual y científica.
Este proceso, iniciado por la Reforma, fue continuado en siglos subsiguientes
por la Modernidad, una época donde la Ratio reinó indiscutida y donde todo estaba
sujeto al examen más riguroso del intelecto. Todos los asuntos, inclusive los de la fe
y la religión, se convirtieron en blanco de los estudiosos. El método crítico de estudio
aplicado a la Biblia durante los siglos XVIII y XIX fue el resultado inevitable. Las
Escrituras se convirtieron en otro texto a ser examinado y diseccionado; el texto
bíblico fue escudriñado de otro modo y visto con nuevos ojos. Así, los relatos e
historias del Antiguo Testamento fueron revisados completamente, pero ninguna
parte de la Biblia fue tan desmenuzada, escudriñada y criticada como los escritos
evangélicos del Nuevo Testamento, y con ellos la figura de su principal protagonista,
Jesús.
De esta manera, los análisis a que fueron sometidos los textos bíblicos
atravesaron por varias etapas, en cada una de las cuales la ideología de turno postuló
la exclusiva validez y cientificidad de sus conclusiones, sólo para ser suplantada por
nuevas conclusiones basadas en nuevos descubrimientos de las ciencias auxiliares de
la Historia. Lo que sigue es una breve reseña de estas investigaciones y sus
resultados a fin de aportar cierto esclarecimiento sobre los presupuestos de la escuela
crítica actual, la cual se basa en gran medida en ellos.
6
4
Cf. http://es.wikipedia.org/wiki/Hermann_Samuel_Reimarus. Artículo publicado en Internet y
extraído el 02/06/2007.
5
Cf. www.exorthodoxforchrist.com/david_strauss. Artículo publicado en Internet y extraído el
02/06/2007.
6
RENÀN, Ernest, Vida de Jesús, Editorial Edaf, Madrid, 2005.
7
Cf. FORD, David, La búsqueda del Jesús histórico. Artículo publicado en Internet en
www.recursosteologicos.org/Documents/TeologiaBiblicaJesusHistorico, extraído el 29/05/2007. El
autor es Profesor del Nuevo Testamento en el Seminario Evangélico de Lima, Perú.
8
KAUSTKY, Karl, El Cristianismo: sus orígenes y fundamentos, Círculo Latino, S. L. Editorial,
Barcelona, 2006, págs. 29 – 30.
9
Cf. Mc CLENDON, James William, Teólogos destacados del siglo XX, Casa Bautista de
Publicaciones, Buenos Aires, 1969, págs. 9 – 13; 47 – 52.
7
como la "no búsqueda" ya que se enfatizaba que, por encima de las disquisiciones
históricas, lo más importante era la figura misma de Jesús.
En una tercera etapa la discusión se desconecta casi completamente del
ámbito teológico – eclesiástico y se mueve al mundo académico y mediático. La
consideración del contexto histórico – social en el cual tuvo su origen el Cristianismo
y del carácter específicamente judío de Jesús como elementos indispensables para
entenderlos parece haber sido la característica principal de esta tercera etapa, que se
desarrolló en la parte final del siglo XX.
Con este propósito un grupo de eruditos bíblicos, tanto conservadores como
liberales, se han dedicado a estudiar el tema. Entre ellos, destaca uno de los
académicos más polémicos, John Dominic Crossan, una de cuyas obras analizaremos
a continuación junto con las de otros autores críticos.
2. 2. 1. La historicidad de Jesús
10
GUIGNEBERT, Charles, El Cristianismo antiguo, Fondo de Cultura Económica, México, 2006,
pág. 30.
11
CROSSAN, John Dominic, Jesús esencial: su palabra auténtica y las primeras imágenes, Editorial
Planeta, Buenos Aires, 1995, pág. 35.
12
Cf. GUIGNEBERT, Charles, El Cristianismo antiguo, pág. 41 – 43.
9
13
GUIGNEBERT, Charles, El Cristianismo antiguo, págs. 30 – 31.
14
MESSORI, Vittorio, Hipótesis sobre Jesús, Ediciones Don Bosco Argentina, Buenos Aires, 1983,
pág. 181.
10
17
GUIGNEBERT, Charles, El Cristianismo antiguo, pág. 51.
18
MESSORI, Vittorio, Hipótesis sobre Jesús, pág. 186.
12
en una. Sin embargo, desde la perspectiva de Jesús “una cosa es que se dé una
conexión intrínseca entre el reino de este mundo y el Reino de Dios, entre la historia
de la salvación y la salvación en la historia, y otra que se dé sin más una identificación
entre ambos extremos.”19
19
ELLACURÍA, Ignacio, Dimensión política del mesianismo de Jesús, artículo publicado en Internet
en www.geocities.com/teologialatina, extraído el 28/05/2007.
13
En este medio hace su aparición Jesús, haciendo suyas las palabras del profeta
Isaías para anunciar su misión:
20
Isaías 61:1 – 2 (a menos que se indique lo contrario todas las citas bíblicas están tomadas de la
Biblia de Estudio de la Vida Plena, versión Reina Valera 1960, Editorial Vida, Miami, 1993).
21
CROSSAN, John Dominic, Jesús esencial: su palabra auténtica y las primeras imágenes, pág. 22.
14
a la conversión personal y a la interiorización del Reino; la referencia a un Padre
Universal, ante quien todos los hombres son iguales; la esperanza escatológica; el
amor a los extraños y a los enemigos; el anuncio de la paz, aunque sea una paz difícil
y costosa... éstos y otros muchos temas diferencian profundamente la predicación de
Jesús de aquel mensaje politizado que le quieren atribuir los críticos.
Numerosos ejemplos de semejantes paradojas han quedado consignados en los
Evangelios, si bien los críticos se excusan de responderlos argumentando que tales
conceptos son tardías interpolaciones de escritores y apologistas cristianos que
necesitaban pulir la imagen y el mensaje de Jesús para presentarlo bajo una luz más
amigable luego de que la Iglesia alcanzara la capital del Imperio Romano. Sin
embargo la moderna crítica textual ha sacado a relucir vívidos y precisos detalles de
la situación política de la época de Jesús, los cuales un lector atento puede advertir en
los relatos evangélicos, que habrían sido desconocidos para un redactor posterior. Aún
así, no es necesario internarse en los complicados laberintos de un análisis exegético
para rescatar el carácter que Jesús le atribuye al Reino de Dios en los Evangelios;
basta con ceñirse al contexto en el que Jesús realizó sus declaraciones para comprobar
su pertinencia y desechar la hipótesis de la interpolación.
Los ejemplos más contundentes de lo antedicho se presentan desde el inicio
mismo del relato del ministerio de Jesús. Los Evangelios relatan que éste,
preparándose para su misión mesiánica, soportó cuarenta días de ayuno en el desierto,
luego de lo cual sobrevino la tentación de Satanás. Aún concediendo a los críticos el
15
El falso mesianismo que se le propone a Jesús queda así expresado en la
tentación para hacer que las piedras se conviertan en pan a fin de que el pueblo le
siga; el alarde teofánico en el templo, que deslumbraría al pueblo, pero que no traería
aparejada verdadera liberación; el poder y la gloria de los reinos de la tierra. El
conjunto de la tentación tiene, por tanto, una clara significación política: un
mesianismo de grandes logros materiales, de presencia triunfal entre los hombres, de
imposición del Reino por el poder de la fuerza, donde la esfera religiosa estaría
supeditada a la política como un componente más de su dinámica.
Ver esta tentación como la clave de la vida pública y política de Jesús nos
mesianismos pasados y actuales. En este pasaje de los Evangelios lo que sus autores
22
YODER, John H., Jesús y la realidad política, Ediciones Certeza, Buenos Aires, 1985, pág. 31.
16
intentan destacar no es la puesta a prueba de una faceta espiritual del carácter de Jesús
Ellacuría expresa:
“Efectivamente Jesús rechaza esta única tentación en su
triple forma. Habrá que proporcionar el pan a quienes lo
necesitan pero el momento primario del reino nuevo será
la palabra de Dios; la apelación inmediatista a Dios para
que milagreramente se haga presente entre los hombres
está fuera de lugar, son los mismos hombres quienes
tienen que hacer presente a Dios; finalmente, cualquier
absolutización de lo que no es Dios es la negación del
nuevo reino. Jesús, aún atendiendo a las necesidades
materiales de sus conciudadanos, aún atendiendo a sus
problemas sociales y políticos, lo va a hacer
predominantemente a través de la revelación histórica
del Padre. No le va a ser fácil deslindar las dos
posiciones, pero él va a avanzar por ese camino ambiguo
sin desviarlo ni hacia la pura politización ni hacia la pura
privatización. Tampoco le fue fácil renunciar a la
politización de su mesianismo; por eso los evangelistas
nos hablan de tentación.”23
Desde los comienzos de los estudios históricos sobre temas bíblicos, los
Evangelios fueron los relatos más criticados, vapuleados y desprestigiados por los
24
Cf. Evangelio según San Juan 6:14 – 15.
25
Cf. Evangelio según San Juan 18:33 – 36, 38.
18
Santiago, la Sofía Iesou, los textos gnósticos de Nag Hammadi y otros documentos
que, según sus defensores, presentan una información sobre Jesús y su contexto
histórico libre de las interferencias e influencias con que la Iglesia corrompió los
textos canónicos. Así, intentan reconstruir la vida y obra del protagonista de los
Evangelios apelando a documentos que, supuestamente, habrían sido deliberadamente
excluidos del canon oficial de la Iglesia por presentar una imagen del Cristianismo y
de su fundador contrapuesta a los intereses políticos y eclesiásticos. Estos textos
servirían, pues, para efectuar un contraste con las narraciones canónicas y rescatar
cuáles fueron las palabras y enseñanzas originales del Jesús histórico.
Lo que estos investigadores soslayan en sus publicaciones y que el lector
profano en estos temas raramente conoce es el hecho sustancial que estos textos
apócrifos fueron escritos varios siglos después de acaecidos los sucesos que
pretenden registrar, en una época en la que la iglesia primitiva enfrentaba la primera
de sus grandes crisis, la herejía gnóstica. Además los académicos que los utilizan
omiten toda referencia al marco espacio – temporal y al contexto sociocultural en que
fueron escritos; por dar sólo un ejemplo, el Evangelio de Tomás fue escrito a finales
del siglo II en copto, y por ende redactado en Egipto por personas separadas tanto
física como temporal y culturalmente del medio original en el que se produjeron los
eventos que consignan los Evangelios canónicos. Es por ello que dichos escritos
apócrifos se centran en cuestiones anecdóticas, esotéricas o fantásticas acerca de
Jesús, evitando dar precisiones geográficas o temporales concretas. Aún así, son los
principales referentes utilizados por los críticos a la hora de analizar los textos
oficiales del Cristianismo26. Una vez más, asistimos a la profunda dicotomía de
pensamiento que ha caracterizado a la escuela crítica: por un lado se rechaza la
validez de los Evangelios canónicos partiendo de un a priori que no admite el
elemento sobrenatural que en ellos se narra, pero con el mismo juicio apriorístico
acepta textos apócrifos llenos de milagros, prodigios y maravillas. Messori nos
advierte de esta paradoja cuando dice:
26
Cf. CROSSAN, John Dominic, Jesús esencial: su palabra auténtica y las primeras imágenes, págs.
22 – 38.
20
Tal actitud resulta más incomprensible por cuanto la misma escuela pregona la
preponderancia de la razón y el método científico en su análisis de los Evangelios
canónicos, la misma que en definitiva la lleva al atolladero al tratar de definir la
realidad histórica de Jesús prescindiendo del elemento sobrenatural. Efectivamente,
así como no es posible explicar cómo un simple hebreo fue divinizado por otros
hebreos en un contexto rígidamente monoteísta, tampoco es posible explicar cómo, si
los Evangelios son el producto de una larga, subjetiva e interesada cadena de
redactores tardíos, no contienen ni siquiera alusiones a los problemas de todo orden –
doctrinales, teológicos, institucionales – suscitados en la Iglesia de la época en la que
vivieron. Si es cierto lo que dicen los críticos, hubiera sido muy fácil hacer una
interpolación y poner en boca de Jesús una simple declaración que resolviera las
interminables controversias desatadas desde temprano en la Cristiandad; sin embargo,
nada de eso aparece en los Evangelios. Al contrario, precisamente los mayores
debates y discusiones se dan en puntos donde éstos no se pronuncian o lo hacen
parcialmente.
El problema cambió de forma, pero no desapareció, cuando los críticos
intentaron salvar este traspié haciendo retroceder la fecha de composición de los
Evangelios a la segunda mitad del siglo I, atribuyéndoselos a la iglesia primitiva. Y
entonces el problema pasó a ser precisamente lo que los Evangelios dicen. El mensaje
de Jesús contenido en ellos es justamente lo que derrumba el argumento de su
invención por la comunidad cristiana. Hasta ahora ninguna disciplina del campo de
las ciencias sociales admite la posibilidad de que una comunidad se aplique reglas o
pautas de conducta y organización contrarias a lo socialmente aceptable en el entorno
en el cual se encuentra; sin embargo para los críticos, por un “milagro” sociológico y
psicológico, la comunidad cristiana primitiva se autoimpuso de manera inexplicable
un modelo totalmente opuesto a lo que la tradición, la cultura, la ética y hasta la
misma lógica reclamaban. Y si no, ¿de qué manera se podría explicar el mandato de
amar no sólo al prójimo sino también a los enemigos en un ambiente fuertemente
nacionalista como aquel en el que aparecieron los Evangelios?
La paradoja no se detiene allí. Aún si aceptáramos una desmedida apertura en
ese grupo de judíos seguidores de Jesús que les hiciera tolerantes con los extranjeros,
27
MESSORI, Vittorio, Hipótesis sobre Jesús, pág. 308.
21
Por si todo esto no fuera suficiente, la crítica no sabe explicar por qué una
comunidad religiosa incipiente, interesada en difundir su mensaje y sumar nuevos
miembros a sus filas, se hubiera inventado voluntariamente un Mesías tan
perturbador como el que las imágenes de los Evangelios ofrecen: de dudoso
nacimiento, con cuestionables antepasados – prostitutas como Rahab o extranjeras
como Ruth –, en amistoso y escandaloso trato con los sectores sociales más
despreciables de la época, rodeado de apóstoles de baja extracción social y, como
broche de oro, muerto como criminal.
Una vez más, las contradicciones y las falencias en las explicaciones
supuestamente científicas brindadas por la escuela crítica hacen evidente la falta de
objetividad con que sus investigadores han encarado el problema de la historicidad
28
Evangelio según San Mateo 7:21 – 23.
29
MESSORI, Vittorio, Hipótesis sobre Jesús, págs. 316 – 317.
22
“Desde un punto de vista católico hay que aceptar que la
selección interpretativa de los evangelistas tiene un valor
respaldado por la fe de la Iglesia; por tanto, la selección
misma ha de tomarse como clave interpretativa.” 30
30
ELLACURÍA, Ignacio, Dimensión política del mesianismo de Jesús, artículo publicado en Internet
en www.geocities.com/teologialatina, extraído el 28/05/2007.
23
3. Conclusión
4. Bibliografía
• Biblia de Estudio de la Vida Plena, versión Reina Valera 1960, Editorial Vida,
Miami, 1993.
• CROSSAN, John Dominic, Jesús esencial: su palabra auténtica y las
primeras imágenes, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1995.
• GARCÍA BAZÁN, Francisco, Jesús el Nazareno y los primeros cristianos,
Editorial Lumen, Buenos Aires, 2006.
• GUIGNEBERT, Charles, El Cristianismo antiguo, Fondo de Cultura
Económica, México, 2006.
• Mc CLENDON, James William, Teólogos destacados del siglo XX, Casa
Bautista de Publicaciones, Buenos Aires, 1969.
• MESSORI, Vittorio, Hipótesis sobre Jesús, Ediciones Don Bosco Argentina,
Buenos Aires, 1983.
• KAUSTKY, Karl, El Cristianismo: sus orígenes y fundamentos, Círculo
Latino, S. L. Editorial, Barcelona, 2006.
• RENÀN, Ernest, Vida de Jesús, Editorial Edaf, Madrid, 2005.
• YODER, John H., Jesús y la realidad política, Ediciones Certeza, Buenos
Aires, 1985.
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