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Técnicas

 Conductuales
1- Cuento de la tortuga para trabajar el autocontrol.

Cuento de la tortuga para trabajar el autocontrol, consiste en relatar el cuento de una


tortuga que sea más o menos similar a la situación del paciente en consultorio, para que se
sienta identificado en el cuento se le da a la tortuga una estrategia para que aprenda a
manejar la impulsividad. Luego se utiliza la estrategia con el niño recordándoselo cada
tanto a manera de crear un reacondicionamiento en la conducta problema.

Consiste en entregar al niño/a una conducta establecida para cuando tenga el impulso de
hacer algo malo o inadecuado. Lo siguiente que ocurre es que al niño hay que darle un
tiempo desde que sucede la conducta donde el niño se altera o se enfada o etc. Para que
baje la intensidad de las emociones.

Esta técnica además da al niño una manera de reflexionar sobre sus acciones, que con el
tiempo y la práctica se ira convirtiendo en prudencia y autocontrol
el cuento puede ser desarrollado en láminas así como solo de manera verbal o en video.
Esta estrategia es una manera conductual de enseñar al niño a tener autocontrol de
manera externa.

Ejemplo:
https://www.youtube.com/watch?v=riwGSIUkXRs

2- Economía de fichas

La Economía de Fichas es una técnica ampliamente conocida y aplicada tanto en ambientes


educativos como institucionales, familiares o incluso clínicos. Puede ser utilizada en grupo pero
también a nivel individual.

En cierto modo puede considerarse una aplicación derivada del Condicionamiento


Operante descrito por Skinner ya que utiliza como base el refuerzo, en especial los
denominados reforzadores secundarios (Hull). Es decir, objetos por sí solos carentes de valor o
neutros (fichas, puntos...) pero que luego pueden cambiarse para obtener el premio o refuerzo
primario (juguetes, caramelos, cualquier actividad gratificante, tiempo de juego, etc...).
Mediante la introducción de este tipo de condicionamiento, el niño aprende a manejar de
forma más eficiente una nueva situación de contingencias que le permitirá obtener ciertos
beneficios de los que antes no disponía.
No obstante, los creadores de esta técnica como tal fueron Ayllon y Azrin en 1.968. Fue la
necesidad de encontrar una nueva vía para motivar a los pacientes mentales
institucionalizados crónicamente y conseguir que actuaran de modo más competente, lo que
les llevo a su creación y sistematización.

Uno de los problemas fundamentales a la hora de intentar aplicar un plan de reforzadores


primarios en un ambiente institucionalizado y con funcionamiento de 24 horas, era que no
podía efectuarse un seguimiento directo por parte de los psicólogos durante todo el tiempo.
Hacia falta un sistema que pudiera aplicar cualquier profesional del centro (cuidadores,
personal sanitario, etc...) pero que, a su vez, no revistiera especial dificultad técnica en su
aplicación. Tener siempre a disposición helados, dulces, cigarrillos u otros como reforzadores
inmediatos era complejo. La solución que encontraron fue la introducción de reforzadores
secundarios (fichas) intercambiables por el reforzador primario según las condiciones que se
marcaron. Éstas podían ser repartidas ámpliamente por todo el equipo para ser utilizadas en el
momento oportuno. De esta forma se consiguió erradicar muchas de las conductas
indeseables y que se marcaron como objetivos prioritarios.

Concretar la metodología

¿Cómo lo vamos a hacer?

Este es un aspecto clave. Ahora debemos delimitar las medidas necesarias para aplicar el
procedimiento en la práctica. Esto requiere varios pasos:

1) Especificar la conducta que va a premiarse y el premio: Se explica al grupo que se van dar
unos premios determinados (según edad y posibilidades) y que para obtener el premio hay
que efectuar algún tipo de actividad (por ejemplo, aprender la tabla del 7) o dejar de hacer
otras (p.e. no pelearse).

2) Explicar cómo se obtienen o pierden puntos: Los puntos o fichas pueden darse, según los
objetivos, en el mismo momento que se produce la conducta positiva (se entrega una ficha) o
al final del día haciendo balance individual. En el caso de aulas muy numerosas pueden
suministrarse puntos colectivos exceptuando los casos de niños que no hayan tenido las
conductas esperadas. En caso de mala conducta sí se le puede retirar uno de los que haya
conseguido pero nunca llegar a puntuaciones negativas.

Por ejemplo, todos los niños que no se han peleado reciben al final de la jornada un punto.

En niños pequeños o de educación especial es aconsejable utilizar el refuerzo inmediato, es


decir, la entrega inmediata del premio o reforzador tras la conducta deseada. No funcionará si
demoramos demasiado la entrega del premio final.

3) Crear un registro donde los niños vean el estado de sus puntos: Estos puntos se van
colocando en el registro y al llegar a un determinado número son canjeables, por ejemplo, por
dulces o golosinas. Puede hacerse coincidir la entrega de premios con el final de la semana, es
decir, el viernes, para todos los niños que hayan tenido puntos positivos toda la semana (5
puntos = premio).

Los niños que no hayan alcanzado su premio en una semana determinada pueden ir
acumulando puntos para canjearlos el siguiente viernes si han conseguido sumar 5. Lo que nos
interesa es que los niños no pierdan la motivación.

Recordar que en niños de Educación Especial necesitaremos tiempos de entrega más cortos si
no inmediatos

3- El semáforo.

El Semáforo Uno de los problemas recurrentes que nos encontramos cuando trabajamos con
niños impulsivos y/o hiperactivos es que no son conscientes de su estado de activación y eso
les conduce irremediablemente al conflicto. Esto es especialmente problemático en la escuela.
Una estrategia que empleamos a menudo y suele funcionar, es la técnica del semáforo. La
estrategia es simple: se trata de avisar al niño o grupo de alumnos (proporcionarles feedback)
cuando se están empezando a activar. Imaginemos la siguiente situación: Juan es un niño de 8
años muy impulsivo e hiperactivo. Difícilmente aguanta quieto en su sitio más de 5 minutos en
clase. La maestra lo ha castigado sistemáticamente pero el niño parece ya insensible al castigo.
Tampoco sabe decirnos el motivo que le impulsa a levantarse y, a veces, molestar a los
compañeros con los que acaba entrando en conflicto. En este caso, la maestra, puede decirle
al niño privadamente que como no desea castigarle más y quiere ayudarle a controlarse, van a
establecer una especie de “pacto secreto”: Voy a colocar en la pizarra (pared, panel u otro) un
papel (o cartulina cortada en redondo) que irá cambiando de color según como tu estés.
Cuando veas la verde es que todo va bien. Si ves la amarilla: ¡Precaución! debes tener cuidado
ya que eso indica que estás empezando a hacer las cosas mal y estás en peligro de llegar al
castigo… Finalmente, si colocamos la roja, quiere decir que deberá cumplir un correctivo al no
conseguir controlarse. Aconsejo utilizar el código visual cuando se trata de niños con
necesidades educativas especiales. En la escuela ordinaria, puede ser más adecuado utilizar
como señal de aviso (en lugar del color amarillo) algún movimiento concreto del maestro/a.
Este método es más discreto y tiene la ventaja que suele pasar desapercibido por el resto del
grupo. Por ejemplo: “Cuando veas que te miro y doy dos golpecitos con mi bolígrafo o cuando
me toque la nariz, etc…” Lo importante aquí es trabajar en la identificación de las sensaciones
previas a las conductas impulsivas y fomentar en el niño su reconocimiento como paso previo
a la incorporación de recursos de autocontrol. Si el niño ha trabajado, paralelamente, alguna
técnica de relajación o estrategia alternativa de afrontamiento, podrá intentar ponerla en
marcha cuando note la activación o se le avise de ella. Por ejemplo, como se ha comentado ya,
podemos (según edad y características del niño) enseñarle a que cuando se note activado
procure respirar profundamente al tiempo que se da auto instrucciones: “Tranquilo”,
“Cálmate”, etc… En casos de niños especialmente conflictivos podemos darle instrucciones
para que se separe físicamente de la situación o vaya fuera a un espacio abierto. Insisto en la
necesidad de adaptar todo esto a las circunstancias del niño y, en su caso, a la de los centros
escolares. La técnica del semáforo es muy adecuada también para utilizarla en dinámicas
grupales en las que todos los niños reciben las instrucciones y así conseguir una cierta
autorregulación del grupo en casos en los que haya riesgo de conflicto.

 Cognitivos
1- Laberintos para potenciar el aprendizaje

Ejercicios para potenciar el aprendizaje El niño impulsivo no tan sólo presentará problemas en
su conducta sino que su perfil de funcionamiento, le acarreará dificultades en aquellas tareas
que requieren de atención sostenida (lectura) o coordinación visomotriz fina (escritura). Por
tanto, resulta de suma importancia trabajar, también desde casa, con ejercicios para mejorar
estos aspectos. Al respecto, recomendamos ejercicios de papel y lápiz como (según edad), el
pintado de mandalas, los laberintos, ejercicios de discriminación de las diferencias, etc. En el
siguiente enlace podrá encontrar numerosos recursos para trabajar la atención y, también, la

Podemos también trabajar con diferentes juegos en el ordenador siempre y cuando la


actividad priorice la atención sostenida y la organización del material presentado visualmente
bajo algún criterio antes de efectuar la respuesta. Es decir, no nos interesan los juegos
demasiado movidos o que priorizan los reflejos visuales más que los racionales. El niño
primero debe pensar y organizar antes de ejecutar la respuesta (demora de la respuesta =
control de la impulsividad). Otro recurso que nos puede ayudar son los juegos de mesa.
Recomendamos especialmente el juego de Damas y el Ajedrez. En ambos, es necesario pensar
antes de responder (lo contrario a la impulsividad), además, los niños, situarse en unas
coordenadas espaciales para mover las fichas, lo que incrementa su capacidad visomotriz.
Finalmente, señalar un último recurso que podemos aplicar en casa para ayudar a los niños
que tienen dificultades con la grafía o la escritura. Frecuentemente, el niño impulsivo,
presenta dificultades para escribir correctamente y suele agrandar la escritura o deformarla
significativamente con escaso control sobre las coordenadas espaciales. En estos casos,
podemos trabajar con el niño utilizando los mandalas, laberintos u otros pero teniendo
especial cuidado en que primero aprenda a relajar el brazo y la mano. El niño impulsivo cuando
coge el lápiz lo hace de forma rígida y suele tensar todo el brazo. Deberemos darle
instrucciones para que, antes de empezar a dibujar o escribir, el brazo deje de estar tenso.
Para ayudarle podemos, por ejemplo, decirle que deje el brazo completamente muerto
(podemos alzárselo con nuestra mano e indicarle que cuando soltemos, el brazo debe caer a
plomo. Si es así el brazo está relajado). Una vez relajado podemos situar nuestra mano encima
de la suya y ser nosotros los que vayamos escribiendo (dibujando o coloreando) al tiempo que
el niño procura seguir teniendo el brazo relajado. Una vez más, lo importante es que el niño
vaya discriminando entre tensión y distensión (activación versus relajación).

2- Bingo cruzado para mejorar la atención.

 Afectivo
1- Diario emocional.
a- Hay que delimitar un tiempo cada día para poder estar con el niño. Un buen
momento es por la noche justo antes de acostarse (siempre que el niño no
esté excesivamente cansado). El tiempo puede ser variable según edad y
circunstancias. Normalmente con 15 o 20 minutos puede ser suficiente.
b- El niño tendrá una libreta (diario emocional) que previamente ha escogido y
sea de su gusto.
c- Los padres conjuntamente o uno de ellos (u otro en su ausencia) pedirán al
niño que haga un pequeño balance del día (empezar por las cosas positivas y
dejar para el final las negativas). Ahora es el momento de sacar aquellas cosas
que no han ido bien y tratarlas relajadamente, con sentido positivo y
compartiendo estrategias comunes para superarlas.
Según la edad y/o capacidad verbal del niño puede que tenga cierta dificultad
para expresarse o no comente aspectos relevantes. Los padres deberán tener
la habilidad suficiente para irlo guiando hacia el terreno que deseamos con
sutileza. No se trata de recriminar sino de hacerle ver en qué puede mejorar y
cómo hacerlo. También de alabar sus cosas buenas.
d- Si el niño ya sabe escribir y según su capacidad, deberá anotar muy
brevemente aquellas cosas que considere relevantes (positivas y negativas) en
su diario y lo que es más importante: cómo se ha sentido.
Por ejemplo: “Hoy el maestro me ha castigado y me he sentido triste”.
Los padres deben guiarlo en la expresión verbal de lo que ha pasado, cuáles
han sido las consecuencias y sus sentimientos. No se trata tanto de consolarlo
y minimizar los problemas que haya podido tener para tranquilizarlo sino de
hacerle saber que formamos un equipo con él y que estamos ahí para ayudarle
en lo que necesite. Tampoco se trata de que le hagamos cada día un
interrogatorio sino que nos habituemos a hablar acerca de nuestras
experiencias diarias. No forzarlo si no lo desea. En este caso recordarle que
estamos allí para escucharle y que cuando lo desee estamos disponibles.
e- El objetivo fundamental no es tanto la solución de sus pequeños problemas
diarios sino la de trabajar la expresión emocional de los mismos para
consolidar el hábito de compartir y comprendernos mejorar para minimizar los
conflictos.
A pesar de que el niño se muestre (normalmente al inicio del programa)
reticente a manifestar sus emociones más íntimas, el mensaje que recibe es
muy contundente: “Mis padres están ahí para escucharme”. Ello supone un
afianzamiento de su seguridad emocional y de los lazos afectivos e
indirectamente se reducen las posibilidades de conductas disruptivas.
f- Cuando analicemos el día, destacar especialmente los aspectos positivos, los
pequeños avances en aprendizaje o conducta. Para finalizar la sesión podemos
introducir un pequeño juego o actividad (leer un cuento, etc.).
g- El registro de todas estas experiencias por parte del niño incrementan su
percepción de las diferentes situaciones y el modo correcto de hacerles frente.
Igualmente ofrece a lo largo del tiempo información relevante acerca de la
evolución del niño en los aspectos trabajados.
h- El Diario emocional puede tomar diferentes formas y debe ajustarse a las
necesidades y peculiaridades de cada familia e hijos. Aquí sólo exponemos
algunos rasgos generales como punto de partida.
El Diario no es un tratamiento en sí mismo sino la excusa, el motivo aparente
de algo que es más profundo: Un vehículo para la expresión de los
sentimientos y emociones de nuestros hijos como paso previo para
comprenderles y hacer que crezcan más fuertes psicológicamente.

i- Para los niños más pequeños que no pueden todavía escribir, pueden utilizar
igualmente una libreta y en lugar de escribir colocaran la pegatina que refleje
mejor el estado emocional de ese día. Pueden utilizarse diferentes modelos
que expresen diferentes niveles de alegría o tristeza.

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