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JUDITH BUTLER

EL GRITO DE ANTIGONA

Prefacio
Rosa Valls
. .
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o
transmitida por cualquier medio sin previo consentimiento de su editor.

Título:
EL GRITO DE ANT ÍGONA
©Autora: Judith Butler
©Traductora: Esther Oliver
© Edita: El Rourc Editorial, S.A.
San Gabriel, 50 - Esplugues de Llobregat
08950 Barcelona
www.elrourc.com

Primera edición: 2001


D.L.: B-39009
ISBN: 84-7976-023-0
Fotocomposición: Augusta Print, S.A. - Esplugues de Llobregat
Impresión: I.G.O.L., S.A. - Esplugues de Llobregat
Diseño Portada: Erncst Alcoba Gómez
ÍNDICE

Agradecimientos....................................................................... 7

Prefacio- Rosa Valls ..... . ........... . . ..... ... ..... .... .......... .. ....
. . . . . . . . . . . . . . 11

l. El grito de Antígona . .. ..... ...... .... .... . .. ... ....... ...... ........... ... .... . 13

2. Leyes no escritas, transmisiones aberrantes ............... .. ... . 45

3. Obediencia Promiscua .... .............. .. ... ................... .............


. 79

S
AGRADECIMIENTOS

Estas ponencias se expusieron originariamente com o l as Wel lek


Library Lectures en mayo de 1998 e n l a Universidad de California,
Irvine, como l as Messenger Lectures en septiembre de 1998 e n l a Uni­
versidad de Comell, y en la Universidad de Princeton en n ovie mbre de
1998 como l os Christian Gauss Semin ars . Quiero agradecer primera­
mente a l as personas que asistieron a cada u n o de estos actos por su s
n u merosos e interesantes comentarios . También me gustaría hacerlo
con la Fundación G uggenheim, que me proporcionó u na beca para rea­
l izar l as revisiones del manuscrito durante l a primavera de 1999. Qui­
siera dar l as g racias profu n damente a Liana Theradoutou por su ayuda
con el texto griego y a Mark G riffith por haberme ayudado con J os
m atices de l a obra e n su contexto clásico y haber compartido con m igo
parte de s u profu ndo con ocimiento sobre Antíg on a. Cualquier error e n
l o expuesto, por descon tado, q ueda ú n icame n te baj o m i responsab il i­
dad. También quisiera agradecer a M ichael Wood sus entu s iastas lectu­
ras, a Mark Poster sus relevantes críticas, a Jonathan Cu l ler su valiosa
implicación en el trabaj o, a Joan W. S cott l as provocaciones que se
u nen a u n a larga amistad, a Drucil l a Comell insistir que tratara el paren­
tesco, a Wendy Brown trabaj ar conm ig o sobre l as bases, a A n na Tsing
tomar una versión anterior del argumento, y a Bettin a Men cke sus astu­
tos comentarios sobre el proyecto en el Forum Einstein de Berl í n e n
j u nio d e 1997. Estudiantes del Berkl ey S u m mer I nstitute d e 1999 leye­
ron todos l os textos de esta obra con entu siasmo y j uicio crítico, y tam­
bién Jo hicieron quie nes estudiaban en e l Semin ario de Literatura Com ­
parada sobre Antíg on a e n otoño d e 1998. Agradezco también a
estudiantes y profesorado del Berkley S um mer Research Semin ar sus
maravill osas interpretaciones del material . Estoy especialmente agrade­
cida a Stuart M urray, que me ayudó en l a preparación final del docu­
mento. Su apo11ación ha sido m u y valiosa para m í. Asimismo, doy gra-

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l·ias a Annc Wagner por haberme introducido al trabajo de Ana Men­
dicta, y a Jennifer Crewe por su paciencia editorial. Finalmente, dar las Nota de Judith Butler sobre las Traducciones
g rac ias a Fran Bartowski, Homi Bhabha, Eduardo Cadava, Micherl Todas las traducciones al inglés de las obras de Sófocles son de la edición
l·d1er. Carla Freccero, Janet Halley, Gail Hershatter, Debra Keates, Hugh Lloyd Jones, publicada en Loeb Library Series (Cambridge: Harvard
Biddy Martín, Ramona Naddaff, Denise Riley y Kaja Silverman por s u University Press, 1994). En ocasiones, también cito la traducción de David
apoyo. Grene en Sophocles T: Oepidus the King, Oedipus at Colonus, Antigone, eds.

David Grene and Richard Lattimore (Chicago: University de Chicago Press,

1991 ) . Todas las referencias indicadas después de cada cita de la obra indican
los números de las líneas.

Nota sobre las Traducciones al castellano


Las citas se han traducido del inglés al castellano, manteniendo los mati­

ces de las diferentes versiones en inglés utilizadas por Judith Butler.

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PREFACIO

Con la publicación de la ú l tima obra en solitario de Judith Butl er, El


R ou re compl eta la publicación de una tril og ía sobre algu nos de l os
debates clave que están configurando a nivel internacional los feminis­
mos del siglo XXI. Primero fue Mujeres y transformaciones sociales,
donde tres autoras de diferentes posiciones y l ugares abordan un diá­
l og o en torno a esos debates: J udith Butl er, El isabeth Beck-Gernsheim
y Lídia Puigvert. Luego vino Las otras mt�jeres, donde Lídia Puigve rt
abre espacio para l as m uj eres sin estudios universitarios, cu yas voces
han sido silenciadas hasta ahora, incl uso en el propio movim iento femi­
nista. Final mente, se publ ica El grito de Antígona, donde J udith Butler
se pregunta cuestiones como lo diferente que h ubiera sido e l psicoaná­
l isis si h u biese tomado como punto de partida Antígona en l ugar de
Edi po. Esta trilogía l ogra dos buenos comple mentos en dos l ibros
publ icados por Paidós : El género en disputa, la obra de Butler q ue se
considera clave para l a teoría queer, y El normal caos del amor del q ue
El isabeth Beck-Gernsheim es coautora.

J udith Butler es la autora más citada en la actual idad en los estudios


de género. También e s la feminista más citada en otro tipo de ámb i tos,
desde la sociología a l as e xposi ciones de arte. Entre su extensa obra,
hay que destacar tres l ibros, El género en disputa, Boddies that matter y
El grito de Antígona, y sus dos capítu los en M�jeres y transformaciones
sociales. El género en disputa aborda un cuestionamiento profundo de
las ideal izaciones de las ex presiones de género preponderantes en l a
teoría feminista y que frecuentemente l o reducen a l as nociones gene­
ralmente aceptadas de mascu l inidad y feminidad. P lantea que l as prác­
ticas sexuales no normativas ponen en tel a de j u icio l a estabilidad del
género como categoría de anál isis. En Bodies that Matter (todavía no
traducido al castel lan o), la autora revisa alguna de l as concepciones de

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1-J gh1ero en disputa (como e l l ugar que ocupa l a materialidad del
L·ucrpo) y responde a diversas críticas . En sus dos capítul os de Mujeres
,. lmnsf'ormaciones sociales, e ncontramos l as dos últimas contribucio­
m·s de Butler, escritas durante e l año 200 1 .

El repl anteamiento profundo de las expresiones de género ha lle­


vado a Butler a cuestionarlas en su presencia actual a través de l a vigen­
L·ia de la cultura clásica. Antígona h a sido reivindicada como la m ujer
i11surgente ante e l poder del estado. S in embargo, esa rebeldía n o sirve
dL' mode l o unívoco a seguir, entre otras cosas, porque terminó l leván­
dol a a la m uerte. A l a l uz de las actuales reflexiones sobre género, Antí­
gona se nos presenta de forma ambivalente: por u n lado, nos nuestra los
CAPÍTULO 1
l ímite s de un parentesco n ormativo que decide que es posib l e y no es
posib l e vivir; por otro lado, nos indica que l a rebeldía l l e v a a l a auto­ El grito de Antígona
dL·st rucción . Ese dob l e sabor de l a rebeldía de las m ujeres recuerda al
quL' deja l a pel ícu l a Thelma y Louise, aunque en esta obra el tema se
(ksarro l l a con una profundidad que l leva a replantearnos n uestras con­
L'L'pciones sobre l os géneros.

Tengo u n a amiga que frecuente mente dice: ¡ con lo feliz que era yo
;tntL'S!, e xpresión que reflej a l os sin sabores de u n a liberación que en
L·st a sociedad no es ningún camino de rosas para l as m uj eres. M i cues-
1 iommiento es siempre parecido: pues vuelve a tu vida anterior. Su res­
puesta tambi én tiende a repetirse: ahora y a no sería feliz de aquella
1mnera, ya soy demasiado con sciente de l as limitaciones que tenía. En
1 1 1 i opinión (y, e n e l fondo, también e n l a suya), n uestra liberación nos
Ita l l evado por caminos distintos a l os de Antígona y a los de Thelma y
l .ouise. Reflexionar con este l ibro sobre l a ambivale n cia de A ntígona
puede ayudarnos a i n clinarla h acia su lado más positivo e n los diferen­
tes aspectos de n uestras vidas.

Rosa Valls
Profesora de la Universidad de Barcelona

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CAPÍTULO 1
El grito de Antígona

H ace algu nos años e mpecé a pen sar en Antígona al preguntarme


qué había pasado con aquel los esfuerzos fem i n i stas por enfrentarse y
desafiar al estado. M e pareció que Antígona fun ci onaba como una con­
tra-figura frente a l a tendencia defendida por algu nas fem i n i stas actua­
les que buscan el apoyo y l a autoridad del estado para poner en prácti ca
objeti vos pol íti cos fem i n i stas . E l l egado del desafío de Antígona se
d i l uía en los esfuerzos contemporáneos por reconstru i r l a opo s i ci ón
polít i ca como marco legal y bu scar l a l eg i t i m i dad del estado en l a adhe­
sión de l as demandas femi ni stas. Por ejemplo, encontramos una defensa
de Antígona en Luce Irigaray, como referente de la oposici ón fem i n i sta
al estati smo y ejemplo de anti -autoritari smo. 1

Pero, ¿qu1e n e s esta "Antígona" que yo pretendía u sar co mo


ej emplo de ci ertas tenden ci a s fem i n i st as ? 2 Tenemos, por s upuesto,
l a obra de S ófocles " A n tígona", que e s , despu és de todo, una fi cci ón
que n o pe rm i te ser ut i l i zada co mo ej emplo a seg u i r s i n correr e l
r iesgo de caer e n l a i rrea l i dad. E s t o n o h a i mped i d o q u e m ucha

1 Véase Luce lrigaray, 'The Eterna! Trony of the Community", in Speculum of'the Other Woman.
(lthaca, Cornell Univcrsity Press, 1985), ["La eterna ironía de la comunidad" en S¡Jeculum: Espé­
culo de la otra mujer, trad. de Baralides Alberdi Alonso ( M adrid: Sal tés, 1978)];'The Uni versal as
Mediation" y "The Female Gender", en Sexes and Genealo¡:ies, trad. de Gil lian Gill (New York :
Columbia Uni versity Press, 1993); "An Ethics of Sexual Difference" en An Ethics of Sexual Dif�
ference, trad. de Carolyn B u rke y G i llian G i l l (London: The Athlone Press, 1993).

2M i texto no considerará la figura de "Antígona" en el mito griego o en otras tragedias clásicas o


modernas. La figura a la que aquí me refiero está restri ngida a su apariencia textual en las obras de
Sófoc les A ntí¡:ona, Edipo en Colono y, de forma obl icua, en Edipo rey. Para un tratamiento más
exhaustivo de la figura de Antígona véase George Stei ner, A ntigones. (reprint, N ew Haven: Yale
U niversity Press, 1996), [Antí¡:onas: una poética y una filosofía de la lectura, trad. Al berto L.
B ixio ( Barcelona: Ediorial Gedisa, S . A . , 1 996)1.

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gente la considere representativa de m u chos te mas. H e g e l l a identi­ Lo primero que m e impresion ó fue l a manera en la que Hegel y
fica con u n a tran sición de la n orma del m atriarcado a l a del patriar­ Lacan habían leído Antígona, así como la forma en que Luce lrigaray y
cado, pero tam b ién con el prin cipio del pare n tesco. I rigaray, aunque otras 3 l a habían interpretado: no como una figu ra pol ítica con u n dis­
dude de la fu n ción represen tativa de A n t ígona, también in siste e n curso desafiante de implicaciones pol íticas, sin o como alguien que arti­
e l l o : "Si e m pre v a l e l a p e n a refl e x ionar s obre s u eje m p l o com o cu la una oposición prepol ítica a la pol ítica, representando el parentesco
figu ra histórica y como ide n tidad e identificación para muchas niñas como la e.�f'era que condiciona la posibiLidad de una política sin tener
Y m uj eres de hoy. En esta reflexión, debe m os abs traer a An tígona de que participar nunca en ella. Real mente, qu izás es la interpretación de
H egel la que cobró más fama y la que aún prevalece en teoría l iteraria y
l os dis cu rs os seductores y red uccion is tas, y e s cu char lo q u e e l l a
dis curso filosófico; en ella, Antígona re presenta el parentesco y su diso­
tiene q u e d e cir sobre e l g obiern o d e l a polis, s u orden y s u s l eyes"
l u ción , y Creon te, un orden ético y una au toridad estatal e mergentes,
(Speculum, 70).
basados en principios de universalidad .

Pero ¿ podemos considerar a Antígona, por s í misma, representante


N o obstante, aunque espero volver a hablar de esto a l fin al del
de un cietto tipo de pol ítica feminista, precisamente cuando su carácter
capít u l o, lo segu nd o q ue más me impresionó fue la forma en que el
representativ o está en crisis? Como espero demostrar en las págin as
parentesco aparece en el l ímite de lo q u e Hegel l l ama "el orden
siguientes, e l l a ape nas representa los principios normativos del paren­ ético"4 , la esfera de la participación pol ítica, pero también de las nor­
tesco, ya que está impl icada en rel aciones incestu osas que enturbian su m as cu lturales viables, lo q ue en términ os hegelianos es el ámbito que
posición dentro del mismo y representa u n feminismo que podría, en legitima e l Sittlichkeit (aquel las normas articu ladas que gobie rnan las
cualq uier caso, estar al margen del mismo poder al cual se opone . De fronteras de la in tel igibil idad cul tural ) . Dentro de la teoría ps icoana l í­
hecho, no es que, como ficción , el carácter mimético o representativo tica con temporánea, basada en presu posiciones estructural istas y qui­
de Antígona se ponga en cuestión, sino que, como figu ra pol ítica. zás im pulsada principa l me n te por los trabaj os de Jacq ues Lacan, esta
apunta más allá, no a l a pol ítica como cuestión de representación , sino re l ación se interpreta de un modo aún más dispar. En su V// Semina­
a esa posibil idad política que surge cuando se muestran los límites de la rio\ Lacan ofrece u n a in terpretación de An tígona que la sitúa en los
representación y la represen tatividad. l ímites de los ámbitos de lo imaginario y lo simból ico, in terpretándose

·'Véase Patricia Milis. eu. Feminist lnterpre/alions o{ Hegel (College


" Park: Pennsylvannia Statc.
Dej adme que os cuente cómo he l legado hasta aquí. No s oy I<J96). especialmente la propia contribución ue Milis al libro. Véase también Caro! Jacobs, "Dus­
ting Antignne" (MNL 3. no.5 119961: X90-917), un excelente ensayo sobre i\ntígona 4ue tonla
e x perta en este tema, ni tampoco pretendo serlo. Leí Antígona, al
interpretaciones ue lrigaray sobre Antígona y demuestra la imposibilidad lic representación mar­
igual que l o hicieron m u ch os y m u chas humanistas, porque l a obra cada por la figura ue Antígona.

plantea cuestiones acerca del p arentesco y del estado q ue se h an repe­ 4 G.W.F. Hegel. /he Phenomenolog\' o{'Spirit. trad. A. V. Millcr (Lonuon: Oxroru University
Press, 1977). pp.2661l. IG.W.F. Hegel, Fenomnwlogía del es1'íritu, trad. Wcnccslao Roces
tido en n u m e rosos contextos h istóricos y culturale s . Empecé a leer (México: Fondo de Cultura Económica, 1966)1. Tollas las citas 4uc aparezcan a partir uc aquí
Antígona y sus críticas para ver s i se podía hacer de e l l a un m od e l o corresponden a este texto y al texto alemán: Phiinomenlogie des Geistes Werke (Frankfurt: Suhr­
kamp Vcrlag. 1970).
pol ítico com o figura fem e n i n a que desafiaba a l estado a través de
5 Jac4ues Lacan, The Seminar of Jacques Laum. Book VII: The J..'thics o{" Psyc/wanalysis, IY59-
pode rosos actos físicos y l ingü ísticos. Pero encontré algo distin to de 60, eu. Jacques-Aiain Miller. trad. Dennis Poner (New York: Norton, 1992), pp243-90. IJacqucs
LJcan, F/ seminario: Li/Jru VII. la ética de/psicoanálisis IYSY-1960. trad. Diana S. Rabinovich
lo que esperaba.
(Buenos Aires: Ediciones Paidós SAICF, 1992)1.

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como una representac ión i naugural del s i mbol i s m o, del ámbi to de las q u e ali v i a el v i olento olvido de l as pri mari as relaci ones de pare ntesc o
leyes y n or m as que gobi ernan l a adq u i sic i ó n del habla y de la capac i ­ e n la i n staurac ión de la autor idad s i m bólica m asc u l ina. Para Irigaray,
dad d e habl ar. Esta reg u l ac i ón tiene l u gar a l c onvertir i n stantánea­ Antígona significa la transición de u na norma legal basada en la mater­
me nte c i ertas re lac i ones de pare n tesco en norm as s i mbó l i cas. 6 Al ser n idad, basada en el parentesco, a una norma legal basada en la paterni ­
simb ó l i cas , estas normas n o s on prec i samente soc i ales, por lo q u e dad. Pero, ¿qué e s l o que, prec i samente, descarta esto ú l t i m o c omo
pode mos dec i r que Lac an parte de Hegel a l u t i l i zar u na n oción i deal i ­ parentesco? El l ugar s i mból i co de la m adre es ocupado por el padre,
l.ada del pare ntesco baj o l a presuposición d e una i ntel i g i b i l i dad cultu­ pero para empezar ¿qué es lo que establ eci ó estos l ugares? ¿ N o se trata,
ra l . Al m i s m o t i empo, Lacan c on t i n ú a el l egado hegel i ano separando después de todo, de la m i sma noción de parentesco pero con el énfasi s
esta esfera i deal i zada del pare n tesco, la esfera s i mbóli ca, de la esfera p uesto e n lugares disti ntos?
de lo soc i a l . Para Lacan, la idea de parentesco está en rarec ida en la
medida en que perm i te una estructura l i ng ü ística, presu pone una i n te­
lig i b i l idad s i mból ica y, además, se sustrae del dom i n i o de lo soc i a l . El contexto de la lectura de l rigaray es c l aramente el de Hege l ,

Para H ege l , e l parentesco es prec i samente u n a re lac i ó n d e "sangre" q u i en en The Phenomenology (�f"Spirit re i v i ndica que Antígona es " l a

más que de normas ; o sea, el parentesco todavía no ha penetrado en l o eterna i ronía d e la c om u n idad". E l l a e s t á fuera de los tér m i nos de l a
soc i a l , ya q u e l o soc i al s e i n i c i a a través d e u n v i olento ree mplaza­ p ol i s, pero, por dec i r l o de alguna mane ra, es una extraña s i n la q ue la
miento del paren tesco. p ol i s no hubi ese p od ido e x i stir. Las i ron ías son , s i n duda alguna,
m uc h o m ás p rofundas de lo que Hegel las entendi ó : después de todo,
e l l a habla y lo hace en p ú b l ico, prec i samente cuando h ub i e ra debido
La separac ión entre el parentesco y lo social prevalece i ncl uso en las
estar rec l u ida en el ámbito pri vado. ;,Qué c lase de d i scurso pol íti co es
pos i c i ones estructural i stas m ás anti- hegel i anas. Para Irigaray, e l poder
éste que transgrede las m i smas fronteras de lo pol ítico, q ue pone
insurrecto de Antígona es aquél que permanece fuera de lo pol íti c o;
escandalosamente en c uestión l os l ím i tes q ue debieran determ i n ar su
An t ígona representa el parentesco y, con ello, e l poder de las re lac i ones
d i scurso? Hegel proclama que Antígona representa la ley de los d i oses
de "sangre", a las que l ri garay no se refería en s u sen t i do l i tera l . Para
del h ogar (com b i nando l os d i oses chthon i c de la trad i c i ó n griega con
esta autora, la sangre representa algo corporal mente m uy específico y
los Penates romanos) y que Creonte representa la l ey del estado. H egel
gráfico, que los pri nci p i os abstractos de i gualdad pol ítica no só lo no
i n s i ste en que, en el conflic to en tre el l os, el parentesco debe ceder el
han conseguido aprehender, s i n o que deben exc l u i r ri gurosamente e ,
paso a un estado autori tari o, como árb i tro fi nal de j ust i c i a . En otras
incl uso, an i q u i lar. De este modo, dando significado a l a palabra "san­
palabras, Antígona representa el umbral entre el parentesco y el estado,
gre", A ntígona no representa prec i samente un v ínculo consangu íneo,
si no más bien algo parec ido a "un derramamiento de sangre"- algo que una transición en la Fenomenología q u e no es prec i samente un Aufhe­

debe subs i s t i r para que los estados autoritarios se m antengan. Lo feme­ bung, ya q u e Antígona es sobrepasada s i n haber sido n unca protegida
nino, por dec irlo de al guna manera, se convierte en esta subsi stencia, y c uando surge el orden ético.
la "sangre" se transforma en la figura gráfica para esta l ínea recurrente
de parentesco, un a reconfiguración del símbolo de la línea de sangre La heren c i a hegel iana de la i nterpretac i ó n de Antígona parece asu­
mir la separaci ón del parentesco y el estado, aunque se p l antea entre
1' Kaja Silverman se distingue de otras teóricas lacanianas por su insistencia en que la ley del ambos una relación esenc i al . Así, cada esfuerzo i nterpretativo por atri­
p;¡rcntcsco y la ley del discurso debieran ser consideradas separables una de la otra. Véase Kaja
.
Silvcnnan, Male Subjeclil'ily al the Margins (New York: Norton, 1992). b u i r un carácter representativo al p arentesco o al estado t iende a vac i l ar

IS 19
y perder coherencia y estabilidad.? Esta vacilación tiene consecuencias n iendo Antígena a Creonte como e l encuentro entre las fuerzas del
no sólo por el esfuerzo en determinar la fu nción representativa de cual­ parentesco y l as del estado, el poder no l ogra tener en cuenta l as formas
quier personaje, sino también por el esfue rzo para pl antear la re lac ión en q ue Antígena ya ha surgido del parentesco, siendo ella m isma h ija de
entre parentesco y estado, una rel ación que -espero demostrar- tiene un v íncu l o incestuoso, fiel a un amor imposible e incestuoso por su her­
relevancia para quienes leemos esta obra en el contexto contemporá­ mano 9 ; tampoco cómo sus acciones l levan a ciertas personas a conside­
neo, en el q u e las pol íticas del parentesco han trasl adado un cl ásico rarla "varonil" y, de esta forma, crear dudas sobre el modo en q u e el
dilema occidental a la crisis actual. La obra plantea dos cuestiones: por parentesco debe garantizar el género; cómo su lenguaje, paradójica­
un lado, si puede e x istir parentesco - y por parentesco no me refiero a me nte, se apro x i ma más al lenguaje de autoridad y acción soberana de
"famil ia" espec íficamente - sin el apoyo y la mediación del estado, y Creonte; y cómo el mismo Creonte asu m e su soberanía sólo en virtud
por el otro, si puede e x istir el estado sin la familia como un sistema de del v ín c ulo de parentesco que posibil ita esta sucesión, cómo l l ega a
apoyo y de mediación del mismo. Es más, ¿ se puede sostener la inde­ debil itarse por e l desafío de Antígena y, finalmente, por s u s propias
pendencia en tre ambos términos c uando el parentesco representa una acciones, derogando de una sola vez las normas que aseguran su l u gar
am enaza para la autoridad del estado y éste se alza en una violenta opo­ en el parentesco y en la soberanía. En e fecto, el texto de Sófocles deja
sición contra el parentesco? Esto supone un prob lema textual de c ie rta c l aro q u e ambos están metafóricamente implicados la una con e l otro,
imrortancia cuando Antígona emerge de su crimin alidad para hablar en sugiriendo q u e no e x iste, de hecho, oposic ión entre ambos. 10 Además,
el nombre de la pol ítica y de la ley: el la adopta el propio lenguaje de l en la medida en que ambos personajes, Creonte y Antígona, están rela­
estado con tra el c ual se rebe la, y la suya se convierte en una pol ítica no cionados quiás micamente, no parece q u e haya una fác il separación
de rureza opositora sino de lo escandal osamente impuro. X entre e l l os, y que el poder de Antígona, hasta el punto en q u e lo sigue
ejerciendo por nosotras, está rel acionado no sólo con la forma en que el
parentesco hace su reivindicación desde e l lenguaje del estado, sino
Cuando releí la obra de Sófoc l es, quedé impresionada de una forma
tam bién con la deformación social tanto del parentesco idealizado
perversa por la ceguera que aquejaban estas interpretaciones. En efecto,
como de la soberanía política que surge como consecuencia de su acto.
la ceguera en el texto- del centinela, de Tiresias - parece repetirse inva­
riabl emente en las interpretaciones del texto parcial mente ciegas. Opo-
En su comportamiento, e l l a transgrede tan to l as normas de género
7 Para una interesante discusi<Ín sohrc c<Ímo la idcntificaci<Ín del pühlico puede camhiar en fu n­ corno las de parentesco, y aunque l a tradic ión Hege l iana inte rpreta su
L·i<in de l a ohra: véase Mark (]rillith. ""lnt rmluction" en Sophocles llnligone (Camhridge: Cam­
destino corno u n indicio seguro de q u e esta transgresión es ine vitable­
lnid�c llniversily Prcss. 1 !)99) pp . .'iX-66.
mente fatalista y fracasa, también es posible otra l ectura segú n l a c u al
H i\quí se dehc aclarar que estoy sustancialmente de acu erdo con la p rc tens i <Ín de Pcter Euhen d e
que "" la s po l a r i d ad es entre las l eyes del hogar y la c i udad. la naturalc1:a y la cultura, lu mujer y el e l l a e x pone e l carácter social mente contingente del paren te sco, sólo
ho111hrc. eros y la r;uón . lo d i vino y lo humano no son mils persuasiv;L� corno andam i o i n tros­
para convertirse en otra ocasión de l a crítica l iteraria para una reesc ri­
pcL·tivo desde el punto de vista de la caracteri zación de Antígona q u e desde el punt o de vista de
( 'rL"<lllle". véase Pt'ter Fuhcn. "' An t i go ne and the L1nguages of Politics". en Corrup!in¡.¡ Yowh: t u ra de esa continge ncia como necesidad inmutable.
/'olilicll!l�·��uullioll. Oenwcralic Cuilure. and Polilical Theory ( Prineeton: Pri nccton U n i versit y
l'rcss. 1997). p . l 7 0 . Para profundizar sobre y en contra de esta perspectiva, véase Victor Ehren­
9 Para un art ícu l o muy i n teresante q u e es ta b lece un marco psicoanal ítico para con s i de rar l a s un io­
IK-qc. Sop/Jo,·!es aiUI Pe rieles. An tígon<J es c ri m ina l sólo en lu medida q ue ocupa un punto de ten­
nes i n cestuosas de Antígona, véase Patricia J. Johnson, "Woman's Third Facc: A P.sychosocial
si• in dentro de un sentido a m b ig uo de la ley. Jcan-Paul Vernant y Pierre Vi dai - Naq uet argumentan
Reconsideration of Sophocles' Allligune'' en Are1husa 30 ( 1997): 369-39�.
q11c ""lk las d o s actitudes qu.: ;\ntígonu sitúa en contlicto. n i nguna podría ser huena en sí misma
lO
.,inL·oncc<kr a la otra lugar. s i n recon ocer preci samt:nte lo que la l i mita y pone en duda." Véase Para una lectura estructuralista de la obru que asume u na oposición constante entre Creonte y
"Tcnsionc:.s y amhi g ü e dad es en la tragedia griega", Milo y /rugedia en la Grecia Allligua, trad. A ntígona , véase Charles Sega ! , lnlerpreling Greek. Tragedy: Mylh, Poe!ry, Texl (lthaca: C ornel l
M;¡mo ;\ n n i ii o (Madrid: Taurus, 19�7- cop. l ), p.36. University Press, 1 9�6) [lnlerprelundo la /raf{edia [{riega: elmilo. la poesía y ellexlo].

241 21
El crimen de Antigona fue, como sabéis, enterrar a su hermano des­ h ic e n i tampoco vi q u i é n l o h i zo" ( 25 ), como si haberlo v i �to pudi era
pués de q u e Creonte, su tío y rey, hiciera público u n decreto prohi ­ s i g n i fi c ar haber l o hecho, o haber s i do có m p l i ce en e l l o . El es con s­
biendo u n entierro así. S u hermano, Polin ices, encabeza e l ej érc ito ene­ c i e n te de q u e i n formando q ue ha vi sto e l hecho se i m p l i c a e n e l l o , y
migo con tra e l régi men de su propio hermano en Tebas con e l fi n de le ruega a Creonte q u e rec onozca l a d i fere n ci a en tre su test i mo n i o y
conseg u i r lo que consi dera que es su lugar legítimo como heredero del e l hecho en s í mismo. Pero la di stinción no es sólo d i fíc i l de estable­
re in o. A m bos, Pol i n ices y su hermano Eteoc lcs, m u ri eron , después de cer por Creontc, s i n o q u e perdu ra como u n a fatal ambigüedad e n el
lo cual Creonte, el t ío por parte materna de los hermanos fal l ecidos, al t e x to . E l coro espec u l a que ''esta acc i ón debe habe r sido p romov ida
consi derar que Pol i n ices ha sido infiel le niega un funeral aprop iado, e por l os Dioses" ( 2 9), permanec iendo apare n te mente escéptico a q u e
inc l uso q u iere e x poner su cuerpo desn udo, deshonrado y saqueado.11 h a y a sido ej ecu tado por u n h u m ano. A l fi nal de l a obra, Creonte
;\n t ígona actúa, pero ¿cuál es su actuación? Ella entierra a su hermano e x c l ama q u e los s u i c i d i os de su mujer e h ijo son sus actos, momento
e i ncluso lo enti erra dos veces. La segu nda vez los guard ias de nuncian e n e l que l a respuesta a qué es l o q u e s i g n i fica ser re spon sable de u n a
haberla visto. Cuando e l l a comparece ante Creon te, actúa otra vez, acc ión, se vuelve completamente ambigua. Todo el mundo parece ser
ahora verbalmente, rehusando n egar su i m pl icacion d i recta en el acto . c o n s c i e n te de que e l acto es transfe r i b l e desde el que l o hace, e
En e fecto, lo que ella rechaza es la pos i bi lidad l i ngüíst ica de separarse i n c l u so, en medio de la prol i ferac i ón retórica de las negac iones, Antí­
del hecho, afi rmándolo ambigu amente s i n del atarse, sin dec ir, s i m p l e ­
gona reconoce q u e no puede neg ar q u e el acto es suyo. B i e n , pero
mente, "yo lo h i ce".
¿p uede afi rmarlo?

En reali dad, e l hecho en s í m i sm o parece deambu lar a lo largo de la


¿A trav és de qué l e n g u aj e An tígona as u m e la autoría de s u ac to o
obra. amenazando con su atribución a ciertas personas, apropiado por
b i e n re h ú sa negarlo? Reco rdaréi s q u e A n t ígona se nos prese n ta a
algunas q ue nunca hubiesen podido hacerlo, o repudiado por qui enes sí
través del acto e n el q ue desafía la sobe ran ía de Creonle, rebat iendo
hubieran .podido hacerlo. En todos los casos, el acto está mediatizado por
e l poder de un decreto p resentado como u n i m perati vo, que tiene el
actos de habla: el guardia dice que la ha visto; ella dice q ue lo ha hecho.
poder de hacer l o que d i ce , proh i biendo e x p l íc i tamente a c u a l q u i era
enterrar e l cuerpo. De e ste modo, Antígona m u estra e l frac aso i locu­
El ún ico modo en q ue la persona autora se re l ac i ona con el acto es c i o nario del man i fi e sto de Crcontc, tomando s u re spue sta l a fo rma
a lravés ele l a afi rmación l i n güíst i c a de la cone x i ó n . Ismene dec l ara ve rbal de u n a rea fi rmac i ó n de soberan ía, re h u sando no asoci ar el
que d i rá q u e lo h i zo si Antígona le autoriza, pero A n t ígona no le deja. h e cho con s u perso n a : "Yo d i go q u e lo h i c e y n o l o n i ego" (43 ),
La pri mera vez q u e e l ce n t i n e l a i n fo rma a Creonte, al ega, "yo no lo t raducido menos l i te ra l mente por G rcne como "Sí, confieso: n o
negaré mi ac to" [en gri ego Creonte d i c e , "phes, e katarn e i n e dedra­
11 !'rom a Zcitlin ofrece una contribución importante a l problema del entierro e n AniÍRom1 y en
kenai tade" y An t íg o n a responde: "kai p h e m i d rasai kouk aparn ou­
l:difW ('11 Colono. argumentando que en Antígona, C reonte oscurece e fectivamente la línea entre la
vida y la muerte que el acto del entierro debe trazar. ''El rec hazo de Crennte contra el entierro". m a i to ne" J.
cscrihc .. .ofende
al orden cultural en su totalidad....pero también se puede interpretar como una
olcnsa contra el tiempo en sí mismo" ( 152). Para Zcitlin, Antígona sobrevalora la muerte y oscu­
rL-cc la distinción entre la vida y la muerte desde otra pe r spectiva . Argumenta, plena de pe rspica­
ci<l. que ..el anhelo de Antígona de morir antes de su hora es también una regresión a fuentes ocul­
"Si, l o confieso" o "Yo digo q u e l o h ice" -de este modo e l l a con­
tas de l a familia de la cual procede" ( 153). Véase Frnma Zeitlin , "Thebes: T heat re of Self and testa a la p regunta que se le plan tea desde otra autori dad, y concede la
Society:· reimpreso en .lohn J. Winkler and Froma Zeitlin, Nothing todo with Diony.1·os1 Athenian
/Jmnlll in its Social Contexr (Princeton: Princeton U niver sit y Press, 1990), pp. 150-167.
autoridad que este otro ti ene sobre ella. "No voy a negar mi acto"- "no

23
22
lo n iego" , no voy a verme forzada a negarl o, rechazaré el verme obli­ tesco. Este hecho me l leva a la confusa cuestión de si Antígona repre­
gada a e l l o por el l eng uaje de otros y l o que no negaré es mi acto -u n senta al parentesco y, si esto es así, qué especie de parentesco debe ser.
acto q u e s e convierte e n posesi v o, u n a posesión g ramatical q u e cobra En algún momento el l a parece estar obedeciendo a l os dioses, y Hegel
sentido sólo en el contexto de la escena en la q ue ella reh ú sa una confe­ puntualiza que se trata de los dioses del hogar: ella declara que, por
sión forzada. E n otras pal abras, decir "yo no voy a negar m i acto" es supuesto, no obedecerá l a orden de Creonte porque no es una ley emitida
rechazar l levar a cabo una negativa, pero no es precisamente rei vindicar por Zeus; por consiguiente, rei vindica que la autoridad de Creonte no es
el acto . Decir "Sí, lo h i ce" es reivindicar el act o pero tam bién es come­ la misma que la de Zeus (496-50 1 ) y aparentemente está mostrando su fe
ter otro acto en la m isma reivindicaci ón, en el acto de hacer públicos l os en la ley de l os dioses. Pero ella no se mantiene siempre fie l a esta te, tal
propios hechos, u n n uevo acto criminal que redobla y toma el l ugar del y como podemos ver en u n pasaje no muy conocido en el que reconoce
anterior. que no hubiera hecho lo mismo por otros miembros de su familia:

Es bastante interesante el hecho de q u e los dos actos de An tígona, N u nca jamás, ni aunque mis h ijas e hijos o mi esposo
el entierro y su desafío verbal, coi ncidan con las ocasiones en que el estu vieran muertos y convertidos en polvo hu biera asu­
coro, Creonte y l o s men saj eros l a l l aman "varonil " . 1 2 Efectivamente, mido esta responsabilidad, en contra de los ciudadanos.
¿ En virtud de qué l ey digo esto? S i mi esposo h ubiera
Creonte, escandal izado por su desafío, toma la determ i n ación de q u e
fal lecido podría tener otro, y tener un h ijo o una h ija con
mientras é l v i v a ''ninguna m uj e r gobernará" (5 1 ), su giriendo que s i
otro hom bre, pero con mi padre y mi madre allá abaj o en
e l l a gobierna, é l morirá. Y en un momento determinado l e habla enfa­
el Hades, nunca podría tener otro hermano. Fue por esta
dado a H emón, q u e está con An tígona y en contra de é l : " ¡ Un carácte r ley que os hice un honor especial, pero parece que segú n
insoporta b l e , in te rior al de u n a mujer!" (74 6 ) . An teriormente, hab l a Creonte l o hice m a l y mostré una gran impruden cia, o h
sobre su temor a l l egar a ser debilitado co mpl etamente por e l la: s i los hermano m ío. Y ahora é l me l l eva a s í d e s u s manos, sin
poderes que han provocado este acto se quedan sin castigo, "Ahora no matrimonio, sin enlace n u pcial, s i n haber participado del
soy hombre , ella es e l h ombre [aner]" (52 8 ) . A s í, An tígona parece asu­ matrimonio o de la crianza de los hijos. (900-920)
mir la forma de una cierta soberanía mascu l ina, u na viril i dad que no se
puede comparti r, que req u iere que su otro sea tanto fe menino como
An tígona apenas representa aqu í a du ras penas la san tidad del
i n ferior. Pero hay una preg u n ta que persiste : ¿ h a asum ido verdadera­
pare n tesco, ya que es por su hermano o, como m ín imo, en su no mbre,
me nte esta virilidad? ¿ h a vencido la soberanía del gén ero?
por lo que e l l a está dispuesta a desafi ar la ley, pero no por todos sus
parientes. Y au nque e l l a reclama actuar en el nom bre de una ley que
Esto, por supuesto, nos hace volver a la cuestión de cómo esta figura desde l a perspectiva de C reonte es sancionable por su cri mi n alidad, su
desafiante, mascu l ina y verbal l lega a representar los dioses del paren- l ey no parece tener n inguna posibilidad de aplicación. Su hermano n o
e s , desde su punto de vista, reprodu cib le, esto quiere decir que l as con­
diciones bajo las cuales la ley l lega a ser aplicable no son reproducibles.
l ! N ic·oic Loraux indica que e l luto n o es únicamente la tarea de l a mujer, s i no algo que s e lleva a É sta es una ley del ej emplo, por l o tanto, una ley que no es generaliza­
' : � h" prcrcrcntementc dentro de los l ímites del hogar. Cuando el l uto de la mujer se hace público,
,.¡ "rdL·n c ív i c o amenaza con una pérdida del yo. Para sus comentarios breves pero profundos ble ni tampoco e xtrapolable, es una ley form ulada precisamente a través
' · ' > I n ,· ,.¡ e n t ierro de Antígona, véase N i cole Lorau x , Moth.ers in Mouming, Ir. Corinne Pache del ej em plo específico de su misma aplicación y, por con s iguiente, no
i l l l 1 .1l·:�: C"rncll U n i vcrsity Prcss, 1 998), pp 25-27, 62-64. Véase también Nicole Loraux. ·'La
" ' · " " d" ;\ n t i gonc", M,;tis 1 ( 1 986): 1 994- 1 99 5 . es una ley de carácter ordinario, general i zab le.

25
Así, e l l a no actúa en nombre del dios del parentesco, s i n o tran s­ mente mediante su rechazo a respetar s u orden, e incluso el l e nguaje
grediendo los m andatos de estos dioses, transgresión que confiere a utilizado para manifestar este rechazo tiene asimilados muchos térmi­
las re laciones de parentesco una dimen sión prohibitiva y normati va nos de l a misma soberanía que e l l a rechaza. Creonte espera que sus
pero que a l a vez tam bién desvela s u v u l n erabil idad . Por su lado, palabras gobiernen l as actuaciones de Antígona, y ella l e co ntesta opo­
H egel reiv indica q ue e l acto de A n t ígona es opuesto al de Creonte , niéndose a sus discu rsos como soberano afirmando su propia sobera­
los dos actos se refll�jan, más que se oponen el uno al otro, sugiriendo n ía. El hecho de reivindicar l l ega a ser un acto que reitera el acto, lo
que si el u n o representa el pare ntesco y el otro el estado , sólo pueden afirma, e x tendiendo el acto de insubordinación l levando a cabo su reco­
represen tarse a t ravés de l a i mpl icac ión del uno en e l idioma del otro. nocim iento a través del leng uaje. Este reconoc i m iento, paradój ica­
Al habl arl e , e l l a se hace varo n i l y Creonte se debil ita, y de esta forma mente, requiere un sac rificio de autonom ía al m i smo tie mpo que se
n inguno de los dos man t i enen su pos ición dentro del géne ro y aparece l leva a cabo: e l l a se a firma a sí m i sma a través de la voz del otro. de ese
la alteración d el paren tesco para desestabil i1.ar el género a lo largo de alguien a quien e ll a se opone. Entonces, su autonomía se obtiene a tra­
la obra .
vés de la ap ropiación de la voz autoritaria a la que ella se resiste, una
apropiación que encuentra en su interior sim u l táneamente el rechazo y
la asimilación de esta fuerte autoridad. l :l
El acto de Antígona es, de hec ho, ambiguo desde el principio. No es
solamente el acto desafian te que supone ent errar a su hermano, sino
Desafiando al estado, Antígona reitera el acto desafiante de su h er­
tam bién el acto verbal con el que contesta a Creonte su pregunta; enton­
mano, lo que significa que repite el desa fío que, al afi rmar su l eal tad
ces esto es un acto l i ngüístico. H acer público el acto propio mediante el
hacia su hermano, la s i túa en una posición en la que puede l legar a sus­
len guaje signj fica en ci erto sentido completar el acto, el mome nto que
tituirlo y, en consecuenc ia, reemplaza rlo y te rritorializarlo. E l l a as ume
tam bién le im p l ica a e l l a en el exceso de masc u l i n i dad l lamado orgu l lo .

la mascu l inidad venciéndola, pero sólo la vence ideal i zándola. En u n


En tonces, en la medida en q u e el la empieza a actuar a t ravés del len­
momento dado su acto parece afirmar su rivalidad y superioridad hacia
guaje, también parte de s í m i sma. S u actuación no es nu nca excl usi va­
Polin ices: e l l a pregu n ta, "Y aun así, ¿,cómo hu biera podido adq u irir yo
l llcntc suya, y aunque e l la utiliza el lenguaje para exp licar su acto, para
más gl oria que enterrando a mi hermano ? " (502).
afi rmar su mascu l i n idad y una autonomía desafi ante, sólo puede l l evar
a cabo es t a actuación a través de la apropiación de l as mismas normas
del poder a l as que se opone. En efecto, lo que da poder a estos actos No sólo el estado presupone el parentesco y el parentesco presupone
v erba les es la operación normativa de poder q ue personalizan, sin q u e el estado, sino que los "actos" realizados en nombre del u n o o del otro
l l egu en a serlo exactamente. son articulados en el idioma del otro, de esta forma la distinción entre
ambos se confu nde a nivel retórico poniendo en j uego l a estabil idad de
la distinción conceptual entre ambos.
i\. n tígona l l ega, entonces, para actuar de formas que son considera­
das 1 1 1ascu l inas, no sólo porque desafía a la ley sino también porque se
apropia de la voz de la ley para cometer un acto en con tra de la ley U Para una discusión excelente sobre el sitio y e l estilo del disc u rso interprelativo en los discursos
públicos de Atenas, y en concreto los capítulos 3 y 4 , véase Josiah Obcr, The A thenian Revolution:
m isma. 1 :lla no sólo delinque al rechazar el decreto, sino q ue también lo Essays On Ancient Greek Democracy ami Political Theory ( Princeton: Princeton University
hace al no qu erer negar su responsabilidad, de forma que se apropia de Press, 1996). Para un ensayo maravilloso y p rofundo, véase Ti mothy Gould, "The Unhappy Per­
formati ve" en Performativity a mi Petformance, eds. Andrcw Parker and E ve Kosovky Sedgwick
L 1 retóri c a de la a cción del m ismo Creonte. S u acción aparece p recisa- ( N ew York : Routedge, 199 5 ) , pp. 19 -44.

27
A unq u e trataré l as contri b u ciones de Hegel y Lacan m á s e n p ro­ E n la Fenomenología de Hege l , Antígona aparece como una figura
fundi d ad en e l próximo capítu l o , nos p uede servir de ayuda m i rar l as que será transfigurada y superada en e l curso de la descripción de sus
difere n tes formas en l as que el pare n tesco , el orden social y el estado actuaciones. Para Hegel , no obstante, Antígona desaparece como poder
están repres entados en sus tex tos de formas variadas y hasta i n versas . femen i n o convirti éndose en el poder de la madre cuya ú n i ca tarea, en
El estado no aparece en la discusión de Lacan sobre Antígona, ni tam­ l os desig n ios espirituales, es p roducir un h ij o para ofrecerlo a los pro­
poco e n el anál isis sobre la cu ltura de Lévi-Strauss realizado anterior­ pósitos del estado, un h ij o que v i ve con la familia para l l egar a ser u n
mente al de Laca n . El orden social está basado, p re fe rentemente , en ciudadano g uerrero . Entonces, la ciudadanía reclama un rechazo par­
una e s truct u ra de com u n icabilidad e inte l i g i bil idad entendida com o cial de las relaciones de parentesco que llevan a definir la existencia
simbó l ica. Y aunque para estos dos teóricos l o simbó l ico no es la natu­ del ciudadano masculino, y sin embargo el parentesco permanece como
raleza , a pes ar de e l l o institucional izan l a estructura del pare ntesco en lo ú n ico que puede producir ciudadanos varones.
forma s que no son p recisamente maleables. Según H ege l , e l paren­
tesco perten ece a la esfera de l as normas cu l turales, pero esta esfera
Según Hege l , Antígona no encuentra su l ugar dentro de l a ciudada­
d ebe s er anal i zada desde su rel ación de su bordin ación respecto al
n ía porque no es capaz de ofrecer o recibir el reconocimiento dentro del
e stad o , au n q u e éste depende para s u e xisten cia y man tenimie n to de
orden ético. 1 5 El ú n i co tipo de reconocim i ento que e l l a p uede tener (y
esta m isma estructura.
aq u í es importante recordar que e l reconocimiento es, por defi n ición de
Hege l , recíproco) es de y por su hermano. El l a sólo puede adquirir reco­
Cie rtam e n te, Hegel puede reconocer la forma en q u e el estado pre­ nocim iento del hermano (y por consiguiente no acepta dej arle ir) y por­
supon e las rel aciones del patriarcado, pero arg u menta q ue el ideal para q ue, según Hege l , aparentemente no hay n i ngún deseo en esta rel ación.
l a ra mi l ia e s preparar a los hombres jóvenes p ara la guerra, ya q ue Y si l o h ubiere, no habría ninguna posibilidad de ser reconocido. Pero
serán q uien es defiendan las fro n teras de la nación, q uienes se enfren­ ¿ po r qué?
l e n en tre e l l os en la l u cha por la vida y la m uerte de las naciones, y
q u ie n es ide al me nte deci di rán estar baj o un régimen l egal en e l que se
H egel no nos dice e xactamente por qué l a aparente falta de deseo
: 1 h s 1 rae rán en cierto modo del nacional Sittlichkeit que estructura su
entre hermano y hermana los califica para e l reconocimie n to dentro de
parl icipació n . 1 4
los térm i nos del parentesco, pero su visión i m p l ica que el incesto cons­
tituiría una imposibilidad de reconocimiento; en otras pal abras, que e l
'·' 1 k:·.- 1 ;� horda la cuestión de Anlígona e n tres discusiones separadas y no siempre mantiene u n a
d i '< ' " " " " c ons i stente d e l significado de l a ohra: en L a Fenomeno/o¡;ía del Espírilu, que conforma esquema d e inteligib i l idad cultural , de Sittlichkeit, de l a esfera en l a
, · 1 1 < >< " de l a dis cusión aquí y en el capítu l o 2 de este texto; en l a Filoso ffa del Derecho. donde
"1 ' ' " " , . . " ' " que l a fa m i l i a debe existir en una relación recíproca con e l estado; y di spersa en varios

1 1 1 ) ' ' " . . -, de' l a Fs l !'lica, pero concretada en el segundo lomo, e n l a sección fi nal, "111. Poesía Dra-
1 4 (Con/. ) En e l ensayo. "The Woman i n Whitc : On t h e Reccption o f Hcgc l ' s ' A ntigonc'" ( The
1 1 1 . 1 1 > < .1 . . . L'<ljl Í tul o 1 1 1. en la suhsección, "Desarro llo de l a poesía dramática y sus especies", e n e l
Owl ofMinervu 2 !, no. / (Fa/! /989): 65-89), M artin Donougho argumenta que l a v i sión hegeliana
" l '" l l . u l " " 1 � 1 d e s e n l ;1c e trági co" . En este ú l t i m o texto. Hegel argumenta q u e amhos, Creonlc y
de A n l ígona fue l a más i n l'luycntc del siglo XIX, tal vez contestado más fuertemente por Gocthe.
,\ 1 1 1 1 ) ' " " " · c onsti tuyen figuras trágicas, " . . . q u e están haj o el poder de aq uello contra lo cual com-
quien mostró su perspec t i v a escéptica en sus cartas a Eckcrmann. Gocthc puso en cuestión si la
1 � ; 1 1 < ' 1 1 · · ¡\ d i ! C r c n c i a de la d i scusión elíptica de An tígona e n la Fenomen ología del espíritu, en la
tensión entre fa m i l i a y estado era central en la obra y sugi rió que la relación incestuosa entre Antí­
cu;d ;\ 1 1 1 1 � ona es suplantada por Crconte, aquí se les posi ciona en una relación de tragedia recí-
gona y Polin ices no es el modelo ej emplar de lo "cthical" [ético] (7 1 ) .
1 " """ " I I<�Y
algo i n n1anente en ambos, A n tígona y Creonte, que e l los atacan de alguna manera, de
15
, · s t , · " " "1" so n as idos y destrozados por algo i ntrínseco a su propio ser real." Hegel concluye esta Por supuesto, las mujeres n o eran ci udadanas en la Atenas c l ásica. aunque l a cultura estaba
d 1 sc u s u •11 con un e l og i o extremo para l a obra: "Antígona me parece l a más magnífica y satisfacto­ i mbuida de valencias de fem i n idad. Para una discusión muy útil sobre esta paradoja, véase N icole
ri" ohra de arte d e esta clase." Véase la ohra de Hegel, Aesthetics: Lecturcs on Fine Art. Volumc Loraux , The Children o(AIIzena: A thenian Ideas Ahout Cilizenship ami /he Di visión Be/Ween !he
I I . I L IIIS. T. M . K n ox ( O x ford: Clarcndon Press, 1 9 75), pp. 1 2 1 7- 1 2 1 8 . Sexes tr. Caroline Levine (Princcton : Prinecton U n i vcrsity Press, 1 9 9 3).

2S 29
cual e l reconoc i m iento recíproco es posible, pres upone u n a estab i l i dad en la que u na persona i n tenta e ncontrarse a sí m is m a en l a Otra sól o
prepol ítica del parentesco. Impl íci tamente, H egel parece entender q u e para hal lar que este reflejo es e l sign o d e l a expropiación y auto-pérdida
l a prohi b i c ión d e l i ncesto refu e rza e l parentesco, pero no e s esto l o q u e de u n a m i sma. De esta manera, en e l apartado anterior, acerca del tema
d i c e explíc itamente. A l contrari o, sostiene que l a relación de sangre de la Fenomenología, no pued e e x i stir reconoc i miento s i n deseo. S i n
hace i mpos i b l e e l deseo entre hermana y hermano, y e n tonces es l a embargo para An tígona, seg ú n Hege l , e l reconoci m iento con deseo no
mi sma sangre l a q u e estabi l i za e l parentesco y s u dinám ica i n terna de es posi ble. De hecho, para e l la, en la esfera del parentesco, y con su her­
reconoc i m i ento. De este modo, segú n H egel , An tígona no desea a su mano, sólo e x i ste reconoci m i e n to baj o la condición de q ue no haya
hermano, y así la Fenomenología se convierte en el i n stru menLo te x tual deseo.
de l a p roh i bición del i ncesto, que afecta a l o que no se nombra, lo que
subsecuentemente se desmiente a través de l os v ínculos con sanguíneos. La lectura que h ace Lacan de Antígona, a la que volveré en el pró­
x i mo capítu lo, también nos sugi ere que e x i ste u na ci erta s ituación ideal
De hecho, l o que res u l t a parti c u l armente extraño es que en la d i scu­ de parentesco, y que a través de Antígona podemos acceder a esta posi ­
sión anterior sobre e l reconoci m iento en l a Fenomenología, el deseo ción s i mbó l i ca. Lacan no cree que e l l a a m e e l conten ido de l o que es su
( 1 67 ) l lega a ser un deseo de reconoci m i en to, un deseo que busca su hermano, sino su "Ser pu ro", u na idea l i zación del ser que pertenece a la
reflejo en la Otra persona, u n deseo que busca negar l a al teridad de la c s rcra de lo si mból i co. Lo s i m bólico se asegu ra y se mantiene preci sa­
Otra, un deseo que se encuentra en l a obligación de necesi tar a la Otra, mente med i an te u n a evacuaci ón o n egación de la persona; de este
al guien que tememos ser o que tememos que nos pueda capturar; por l o modo, una posición s i m ból ica n unca es conmensurada con e l i n di v i duo
tanto, s i n esta apasionada u n i ó n con stitutiva no puede h aber reconoc i ­ que l a ocupa; asu m e s u e statu s como s i mbó l i co prec isamente e n run­
m i en to alguno. E n l a di scusión anterior, e l drama d e l reconoci m iento ción de su i nconmensurabi l idad .
recíproco em pieza cuando u n a conciencia descubre que se ha perdido
en la Otra, q u e se h a sal ido de s í m i s ma, que se encuentra a s í m i sm a Así, Lacan presupone que e l hermano ex i ste a u n n i ve l s i mból ico y
L·omo Otra o , e n real i dad, e n la Otra. De esta forma, el reconoci m iento que es a é l a quien rea l me n te A ntígona ama. Qu ienes siguen a Lacan
L' lllpieza con l a idea de que u n a está perd i da en l a Otra, que ha sido ti enden a separar de lo social el s i m bol i sm o del pare ntesco, por eso
: 1 propiada en y por u na alteridad que es y no es s í m i sma, y viene mot i ­ dejan l os con ven i os social es del parentesco como algo in tacto e i n trata­
v ada por e l deseo d e encontrarse a u n a m i sma reflej ada al l í, donde el b le, como aquel lo q u e la teoría social puede estudiar en un reg i stro dife­
re fl e jo no es una expropi ac i ón fi n a l . Real mente, la conciencia busca re nte y en un momento d i s ti n to . Tales v i si ones separan lo q ue es soc i al
u n a recuperaci ón de sí m i sma, sól o para reconocer que no hay regreso de lo que es s i mból ico tan sólo para con servar u n sentido i nv ariable del
d L' l a al teridad al yo i n i ci al , tan sól o una transfi gurac ión basada en l a parentesco den tro de lo si mból i co . Lo s i m ból i co, que nos da u na idea
i 1 1 1 posi b i l i dad d e l regreso. del paren tesco corno u n a funci ón del l enguaje, se separa de los conve­
n i os soc i ales del parentesco, pre suponiendo que a ) e l parentesco se i ns­
Así, en " I ndependenci a y sujeción de la autoconciencia: Señorío y ti tuye en el momento en que el n i ño o la n i ña accede al lenguaj e b) e l
serv idu mbre", e l reconoci m i e n to está moti vado por e l deseo de ser parentesco es u n a función del l e ngu <� e y no u n a i nstitución soc i al mente
reconoc ido y es, en sí m i smo, u na forma c u l t ivada de deseo; no sólo l a al terable, y e) lengu aj e y pare ntesco no son i n stitucio nes socialmente
s i m pl e c reencia o negación de l a alteridad, si n o l a compl ej a d i námica al terables, o al menos no fáci l mente a l te rables.

31
JU
Antígona, que desde Hegel hasta Lacan ha sido identificada como
q u i assure la prise de la c u lture sur la n<lturel" ( 24,2 8 ) . Lévi -Strauss
defensora de un parentesco marcadamente no social, que s igue las normas
defi ne claramente cómo la d i ficul tad está en determ i nar el estatu s de
que condicionan la i ntel igibilidad de l o social, sin e mbargo representa, por
esta proh ibi c ión u n i versal como se ve cuando escribe,
dec irlo así, una fatal aberración de l parentesco. Lé v i -Strauss remarca en
qué se basa la i nteriorización de l os roles que definen la función de l a
fam i l i a cuando escribe que " e l hecho d e ser u n a norma, completamen te La proh i bición del i ncesto no t iene un origen ni pura­
mente cul tura l n i naturaL tampoco es u na mezc l a de e l e­
i ndependiente de sus modal idades, está efecti vamente en la esencia de la
mentos de l a natural eza y la c u l tura. Este hecho es un
prohibición d el incesto" (32,37). 1 6 Entonces, no es s i m plemente que l a
paso fu ndamental l l a dém<lrchc fondamcnta l e 1 debido al
prohi bición sea u n a norma como tal, s i no q u e esta prohibición conl l eva la
cual y por e l c u a l , pero por e nc i m a de todo, a través del
ideal idad y persistencia de la norma en sí m isma. "La norma", escribe, "es cual se l ogra l a t ransición de l a nat uraleza a la c u l t u ra .
por un l ado social , en tanto que es norma, y pre-social, en su universali­ En u n sen t i do pertenece a l a nat u ralel'". a, por lo q ue se
dad y en el tipo de rel aciones en l as que i mpone su pauta" ( 1 2, 1 4) . Por presenta como una cond ición general de c u l t ura. Conse­
ú l t i mo, mantiene q ue el tabú del i ncesto no es exc l u s ivamente biológico cuentemente, no debiéramos sorprendernos que s u
( aunque s í parcialmente), ni exclusivamente cultural, sino que exi ste pre­ caracterís t i ca for m a l , su u n i versa 1 idad. haya s i do
fe rentemente "en el ámbito de lo cul tural", como parte de una serie de tomada de l a naturaleza l te n i r de la naturc J . N o obstante,
en otro sentido es c u l tura, ejerc i e ndo e i m pon iendo su
normas que generan la posibi l idad de l a cultura y que son disti ntas de l a
regl amento a fenómenos que i n i c i a l mente no están s uje­
cultura q u e e l l as generan, pero n o absol utamente distintas.
tos a el lo. (24. 28-29)

En el capítu lo t i tu l ado "El Probl e ma del I ncesto", Lév i-Strauss Au nque Lé v i - S trauss i n s i ste en q ue l a proh i b ición no es ni lo uno
expl ica claramente que el conj u n to de normas q ue propone son estricta­ ( n atural ) ni lo otro ( c u l tura l ) , también propone pen sar sobre l a pro h i bi ­
mente acordadas, es decir, ni b i o l óg icas. ni c u l turales. Escribe "es ver­ ción co mo e l "e n l ace l l e l i eu l" en tre l a natura leza y l a c u l t u ra. Pero si
dad q ue, a través de su u n i versal i dad, l a proh i b i c ión del incesto t iene esta re l ac i ón es de mutua exc l usión, es d i fíc i l entender l a como un
que ver con la n atura l eza [ touche a l a nature l , p .ej . con l a biología o la e n l ace o, menos aún, como una transic i 6 n . 1 7 De ahí que parel'". ca q ue s u
psicología, o con las dos. Pero lo q ue se puede tomar como ci erto [ i l texto esté navegando e n t re estas d i fcrcntcs pos i c i ones, entendiendo la
n ' est pas moins certai n ] e s e l hecho d e q ue ser norma ya e s u n fenó­ norma como algo parc i a l mente con st i tu ido por l a nat uraleza y la c u l ­
meno soc i a l , y pertenece al m u ndo de l as normas [ l ' u n i vers des regles], tura. pero n o exc l u s i vamen te, s i no como a l g o exc l u s i vo de ambas cate­
por lo tanto de l a cul tura, y de l a sociología, cuyo estudio es l a cultura" gorías, como una transición, a veces como casual o como e n l ace y otras
( 24, 2 8 ) . Expl icando más ade l an te las consecuencias para una etnolog ía veces como estructural entre naturaleza y c u l t ura.
v i able, Lév i - S trauss defiende que se debe reconocer " l a única norma
pre-em i nente y u n i versal que asegura el alcance de la c u lt ura por Las Estructuras Fundamentales del Parentesco fue publ icado e n
encima de l a natura leza [ la Regle par excel l ence, l a seu l e u n i versel l e et 1 947, y a lo l argo d e seis años Lacan desarro l ló s u estud io m á s s i ste-

16 C l aude Lé v i -Strauss, The Elementary Stmctures of Kinship, cd. Rodncy Needham, tr. James
Harle Bell and .lohn R i c hard Von S t u rmer ( Boston: Beacon Press, 1 969) , 1 Las estructurasjimda­ 17 Para una crít ica breve pero astuta de la naturaleza/d i s t i nción c u l t ur a l en relación con e l tabü del

mentules del ¡mrentesco. tr. Maric Therese Ce vasco ( B �reelona: Ed i c i ones Pa idós Ibérica, S . A . , i ncesto, 4uc demuestra ser a l a vez fundamental e i m pensable, véase "Structure . Sign, and Play"
en Writing und Difference. tr. A lan Bass ( C h ieago: U n i ve rs i t y of C h i cago Prcs s ) particu larmente
1 98 1 ) [ . Las c i tas en el tex t o se refieren pri mero a la paginación en inglés y lueg o a l a paginación
en francés. pp. 2S2-284. [ " La estruc t u ra, e l s i gno y e l j uego en el d i sc u rso de las ciencias h u manas'' de Jac­
ques Derrida La escritura y la dif'erencia, tr. Patricio Peñalver ( Barcelona: A n t h ropos, 1 98 9 ) 1 .

32
33
mático de lo s im bó l i CO , aquel l as n ormas q ue con v i erten l a c u l tura e n v íncu l o con su hermano. l 9 Y Lacan, por s u p uesto, sosti e n e q u e no es
posible e i ntel i g i b l e , q u e n i p ueden reducirse completame n te a su a l hermano en su conten ido a quien e l l a ama, sino a su ser e n s í -pero
carácter soc i a l , ni est a r di vorci adas de él de forma perm anente. U na d e ¿ dónde nos l l e v a todo e sto? ¿qué c l ase de posi c i ó n o l ug a r es éste?
l as cuestiones q u e d i s c u t i ré e n los pró x i mos capítulos es s i debemos Según Lacan, A n t ígona b u sca un deseo q u e tan sólo puede l le varl a a
evaluar críticamente e s tas normas q ue gobiernan la i n tel ig ibil idad c u l ­ l a m u e rte prec isame n te porq u e pretende desafi ar l a s normas s i m ból i ­
tural pero q ue 110 s e p u eden reducir a u n a c u l tu ra dada. Además, ¿cómo c a s . Pero ¿ e s ésta l a m a nera correcta de i n te rpretar s u deseo? ¿ O e s
'
operan estas norma s ? Por u n la do, e x p l i camos la prohi bición del q u e l o s i m ból ico e n s í m is m o h a generado u n a c r i s i s q ue afecta s u
i ncesto como u n a no r m a u n i versal, pero Lév i-S traus s apunta q u e no propia i n te l i g i b i l i d ad ? ¿ Pode mos ace ptar q u e A n t ígona n o se s i e n te
siempre es así. É l n o v a más a l lá, y no se pregunt a q u é formas t o ma confu s a sobre q u i é n es s u hermano o q u i é n es su padre , q ue e l l a n o
e s t a norma c uando n O se s i g ue, n i tampoco s i al reconocer l a pro h i b i ­ está v i vi endo, por dec i r l o así, l a s eq u i vocac i ones q u e e n marañan l a
c i ón s e debe tener e n c uenta e n qué casos ésta n o exi s te para l legar a ser p u reza y l a u n i versal i dad de esas n or m a s estruct ur a l i stas?
real mente operac iona l .

Casi todas l as teóricas y teóricos de Lacan i n s i sten e n q u e l as nor­


De forma más esp ec ífi ca, nos podemos pregu n tar hasta q ué pu nt o mas s i mbó l i cas no son l as mi smas q u e l as soc iales. Lo " s i m ból ico"
e sta norma, e n tendid a co m o proh i b i c ión, p uede operar efect ivamen te l l ega a ser u n térm i no técn ico para Lacan e n 1 95 3 , y term i n a por ser su
sin prod u c i r o mant e n e r e l e s pectro de s u p ropia transgre s i ón . O t ra propia manera de conceptual i zar los u sos matemáticos ( form a l ) y Lév i ­
cuestión a p l an tear es s i tales n o rm a s p roducen c o n form idad, o s i l o S t rau ssian os d e l tér m i n o. L o "si m ból i co" es defin ido como e l rei no d e
q u e hace n es c rear u n conj u nto d e confi g u rac i on es soc i al es q u e exce­ l a l e y que regula e l deseo e n e l complej o d e Ed i po. 2 0 Este complejo se
den y desafían l as no rmas por las que h a n s i do c readas. I n terpreto e x pl ica como u n a deri vac ión de l a pro h i bi c ión s i mból ica o pri m ari a del
esta c u e s t i ó n de acu e rd o co n l o que Foucau l t ha señ a l ad o como l a i n cesto, una pro h i b ic i ón que tiene sentido solamente e n térm i n os de
d i me n s i ó n producti va y exces i va d e l as normas d e l estruct ural i s mo. relaciones de parentesco en l as q ue hay varias "posic iones" estab lecidas
Aceptar la efi c a c i a fi na l de u n a n o rm a e n l as descripciones teóricas dentro de la fam i l i a, s i g u i en do un mandato exogám ico. En otras pal a­
q ue una m i sma pers o na se h a ce e s co m o v i v i r b aj o su propio ré g i ­ bras, u n a madre es a l g u i e n con qu i e n su h ij o o h ija no tiene re l ac iones
m e n , aceptar l a fuerr. a de s u s decretos, por dec i rl o así. E x i s te a l g o sex uales, y u n padre es alguien con q u i e n s u h ijo o h ija no t iene rel acio­
i n t e resante y c om ú n e n l as m ú l ti p l e s l ec t u ras d e esta obra de S ófo­ nes sexuales, una madre e s q u i e n tiene solamente rel ac i one s sexuales
cles, y es l a idea de q ue no hay i ncesto si h ay amor; u n o se puede p re­ con e l padre, etc. Estas re l aciones de prohi bi c i ón e stán cod i ficadas de
g u n tar s i l a lec t u ra de l a obra se c o n v i e rte, con estos auspicios, en acuerdo con l a "posi c ión" que ocupa cada m iembro de la fam i l i a. Estar
una ocasi ó n para re forzar q ue s e c u m p l a la n orma: no hay i ncesto
8
aq u í y no p u ede ha be rlo. 1 H egel e s un c l aro ej e m p l o de este hecho, 19 Martha C. Nusshaum, "fh.e Fragility 1�(Goodne.1·s: Luck l//1(1 Ethics in Greek Tragedy anJ Philo­
sopliy (Camhridge: Camhridge Uni vcrsity Prcs s ) p . 59: j M artha C . N u ssbaum, La .fi"agilid(/(1 del
dada s u i n s i stenc i a e n q ue l o ú n i c o que hay entre hermano y herm a n a bien: júrtuna y ética e11 la tragedia y la .filoso(ía griega. Ir. Antoni o Balleste ros ( M adri d : Visor
es l a au se n c i a de de s eo. I nc l u so Martha N u s s ba u m , e n s u s refl e x i o­ D istri buciones. S . A . , 1 99 5 ) j . Para un argumento más fu e rte y anti psicoanalít i co contra la inter­
pre tación de la relación Antígona-Polinices como un lazo incestuoso, véase Jean-Pierre Vernant y
nes sobre l a o b ra, rem arca q ue A n t ígona no parece tener u n fuerte
Pie rre Vidai-Naquet, "Oedi pus Without the Complex." en Myth and Tragedy in Ancient Greece, tr.
Janet Lloyd (New York: Zone Books. 1 990) pp. 100- 1 02 , ["«Edipo» s i n comp lejo"', Mito y trage­
dia en la Grecia antigua t r. A n a l riarte ( Madrid: Taurus Ediciones, S.A . -Grupo Santi l lana, 1 989 ) [ .
IX Véa se tambi é n l a di s cusi ó n b re v e sobre l o s i nc e stuosos lazos fraternos desde 1 780 hasta 1 9 1 4
20 Dylan Evans, A n lntmducrory Dictiomwry of Lacanian Psychoanalysis (London: Routelcdge,
l'll ( ) corgc S t e i n e r, A m igon es. pp. 1 2 - 1 5 . [G eorge Stein e r, AntÍfionas: una poética y una .filosofía
tf1• la lectura. tr. A lberto L. Bix io ( B arce lona : Ed i torial Gedisa, S. A. , 1 996 ) j . 1 996), p . 202.

35
J4
en una pos ic i ó n sign i fica ade más tener un s i t i o en l a encrucijada de no q u iere dec i r "cul t u ral mente variable" o "contingente", sino que con­
re laciones sexuales, como m ín i mo de acuerdo con la concepción s i m­ ceptual i za e n base a l as n or m as "un i versales" de l a c u l tura. E ntonces,
bó l i ca o normati v a de l o que esa "posición" es en concreto. para este autor, l as n ormas c u l t u rales n o son al terables (como argu­
mentó G ay l e Rubí n con posterioridad), aunque l o q ue oc u rre e s que l as
moda l i dades en las que é stas aparecen son variables. Además, e stas
La tradic ión estruct u ra l i sta dentro del pensam iento psicoanal i sta h a normas son las que transforman l as rel aci ones bi ológicas en c u l tu ra, s i n
eje rc i do u n a gran i nfl uencia e n e l cine fem i n i sta y e n l a teoría l i terari a, pertenecer a una c u l t u ra espec ífica. N i ng u na c u l t u ra en particu l ar puede
así como los enfoq ues fem i n i stas lo han hecho e n e l psi coanál i s i s a tra­ l l egar a ser l o s i n estas normas, y éstas son i rred uci b l e s a c u a l q u ie ra de
vés de las d i ferentes d i sc i p l i nas. De hecho, prestamos atención a u n a las c u lt uras que el l as m i s mas sostienen. La exi stenci a de una norma c u l ­
g ran cant idad d e "posic iones" den t ro d e l a n ueva teoría c u l t u ra l , y n o t ur a l u n i versal y eterna, q ue J ul i et Mi tche l l l l ama " l a l ey u n i versal y pri­
s ie m pre tenemos conciencia de s u orige n . Esto también abrió cami n o a mord i aJ " 2 1 , es la base de la noción Lac a n i an a de lo s i m bó l ico y de los
l a c rítica queer del fe m i n ismo q ue ha tenido, y c on t i n ú a ten iendo, u nos e sfuerzos posteriores para separar l o que es si mból ico de l as esfe ras de
e fectos provechosos que crean desacuerdo de ntro de los estudios d e lo biológico y l o soc i a l .
género y d e sex u a l i dad. Desde e s t a perspectiva, n o s preguntamos :
¡,ex i ste una v ida soc i a l para e l pare n tesco, una q ue pueda dar buena
E n Lacan, l o q u e es cu l tu ra l mente " u n i ve rsal" e s entendido como
cabida a los cambios dentro de las rel ac iones de parentesco? Como sabe
normas s i m ból icas o l i ngüísticas, y estas normas son l as que cod i fi can
cual q u ier persona fam i l i aril'.ada en l os estudios contemporáneos de
y expl ican l as rel ac iones de paren tesco. La gran posibi l i dad de una refe­
género y sexual i dad, ésta no es una tarea fác i l , dada la herencia del tra­
re ncia pronomi n a l , de u n "yo", un ' ' t ú" , u n "nosotras" y "el l as",
bajo teórico que se deriva de este paradigma estructurali sta y de sus pre­
depende de esta forma de parente sco que ac lúa e n y como lenguaje.
cu rsoras y precurs ó res Hege l i anos.
Este paso de l o cul tural haci a l o l i ng ü ístico es e l q ue e l m i smo Lév i ­
S t rauss t rata haci a e l fi n a l d e Las Estructuras EleiiJ.entales del Paren­
Mi v i sión es que l a d i st i nción e n t re l o si mból ico y l a l ey soc i al n o tesco. En Lacan, lo si mbó l ico aparece defi n i do en térm i nos de estructu­
puede sostenerse, no t a n sólo porque l o si mból ico es en s í m i smo u n ras l i ngüísticas q ue son i rreducibles a l as formas soc ia l e s que el
resu l t ado de l a sedi mentac ión de l as prácticas soc i ales, sino porq ue l os l e nguaje toma y, de acuerdo con los té rm i nos estructura l i stas, se le atri­
cambios rad icales que se dan en e l parentesco prec i san de u na rearti c u ­ buye el establec i m iento de las condiciones u n i versales bajo l as cuales l a
l ac i ó n d e l os presupuestos estructura l i stas d e l psicoan á l i s i s y , por l o sociabi l i dad o l a comunicabil idad d e cualquier u so del lenguaje s e con­
tanto, d e l a teoría contemporánea sobre e l género y l a sexuali dad. v i erte en posible. Esto fac i l ita la con s i guie nte d i st i nción e n tre l as vi sio­
nes s i mból icas y soc i ales del parentesco.

Con esta tarea en mente, v o l ve mos a la escena del tabú de l i ncesto,


de donde emerge l a pregunta: ¿Cuál es e l estatus de e stas prohibiciones Por lo tanto, una n orma social no e s exactamente lo m i smo que una
y de estas posiciones? En Las Estructuras Elementales del Parentesco "pos i c i ón s im bó l i ca" que, en e l sentido l acani ano del tér m i no, parece
Lév i -Strauss dej a c l aro que no h ay n ada e n b i o l og ía que necesi te del gozar de u n carácter cuas i -eterno, a pesar de l as l i mi taciones ofrec idas
tabú del i ncesto, que é ste es el mecanismo por e l que la b i o l ogía se
21 J u l i e t M i tchc l l . Psvcho(lna/\·sis (//Id Feminis111 ( New York : Random House, 1 974), p. 370:
transforma e n c u lt ura, y e ntonces n i es biológico ni c u l t u ral, aunque l a I J u l i e t M i tt.:hcll, Psico�málisis .�.f'elninismo, t r. Horac io Gonzálc1. Trejo ( B arcelona: Editorial Ana­
c u l tura prec isa e n s í m isma de l a b i o l ogía. Por "cu ltural" Lé v i -S trau ss grama, S.A . . 1 976)j.

36 37
en l as notas fin ales de varios seminarios de gente experta. Quienes están están en desacuerdo conmigo tienden a clam ar, con cierta e xasperación,
de la parte de Lacan casi siempre insisten en que, por eje mplo, sería u n "Pero ¡ es la l ey !", pero ¿qué tipo de estatus tiene tal enunciado? " ¡ Es la
error coger la posición simbólica del padre, q u e después d e todo es una l ey ! " se convierte en el e nunciado que atri buye a la ley p erformati v a­
posición paradi gmáticamente s i m ból ica y errónea, y confundirla con l a m en te l a mi sma fuerza que l a propia l ey dice ejercer. "Es l a l ey " es u n
posición al terable y constituida s ocial mente q ue l os padres h a n i d o asu­ signo d e l ealtad h ac i a l a l ey, u n signo d e l deseo por h acer q ue l a ley sea
mi endo a lo l argo del t i empo. L a v i sión l acan iana i nsi ste en que e x i ste i n d i sputable, un i m p u l so teleo lógico de l a teoría del p s icoan á l i s i s q u e
una demanda i deal e i nconsc ie n te sobre la vida social que no puede ser procura desarticul ar cualqu ier crítica al padre s i mbó l i co, l a l ey del
reducida a c au sas y efectos soc i ales i ntel igi bles. E l l ugar s i mból i co del m ismo psicoanál isis. E ntonces, el estatus conferido a l a ley es precisa­
P?dre no cede a l as demandas de una reorganizac i ón social de l a pater­ mente el estatus q u e se le da al falo, e l l ugar s i mbó l ico del padre, lo
mdad . Lo si mbólico es, prec i samente, lo que pone l ím i tes a todos y cada i n d i sputable e i n co n te stable. La teoría expone s u propia defe n sa tauto­
uno de los e sfuerzos u tópicos por reconfigurar y revi v i r las rel ac i ones lógica. La ley que está mas al l á de las leyes fi nalmente pondrá fi n a la
de parentesco a c i erta di stancia de la escena edipa J . 22 ansiedad producida por una rel ación crítica hacia l a máx i m a autoridad,
q ue c l aramente no sabe c uándo dete nerse: un l ím i te a lo social, lo sub­
versi vo, a l a posi bil idad de agencia y cambio, un l ím ite al q u e nos afe­
Cuando e l estudio de l paren tesco se combinó con el estudio de l a
rramos, s i ntomát i camente, como l a derrota fi nal de n uestro propio
l i ng ü ística e structura l , l as posi c iones d e paren tesco fueron elevadas a l
poder. Q uienes la defienden rei v i ndican q ue ¡ estar s i n una ley como
estatus de u n cierto orden de posiciones l i n g ü ísticas s i n las cuales n i n ­
ésta es puro vo l u n tarismo o anarq u ía rad i cal ! ¿ Lo es? ¿Y aceptar esta
g u n a signi fi c ación sería procedente, n i ng u n a i n te l i g i b i l idad podría ser
ley como juez fi nal de l a v ida del pare n tesco? ¿ N o nos sirve esto para
posible. ¿Cuáles son l as con secuencias de convertir c iertas concepcio­
resol ver por med ios teleológ i cos di lemas concretos sobre l os acuerdos
nes de paren testo en atemporal e s y e l evarlas al estatus de estructuras
sex uales hu manos q ue no tienen formas n ormativas defi n idas?
e l ementales de i ntel i gi b i l idad? ¿ Es esto mej or o peor que defe nder q u e
e l parentesco es u n a forma natura l ?
CieJtamente, podemos reconocer que e l deseo está radical mente con­
dicionado sin tener que sostener que está total mente determi nado, y que
S i u n a norma soc i al no e s l o m i s mo que u n a posición s i mból ica,
e x isten estructuras que hacen posi b l e e l deseo sin defender q ue éstas
entonces una posición simbó l ica, entendida aqu í como e l i deal sed i ­
sean i n sensi bles a u n a articulación re iterat iva y transformadora. Esta
mentado de l a norma, parece sal i r de s í misma. L a d i stinción en tre
idea del deseo es apenas un retorno al "ego" o a las nociones l i berales
ambas no se p uede sostener, ya que en cada una de e l l as nos referiremos
c l ásicas de l i bertad, pero i nsiste en el hecho q ue l a norma tiene una tem­
i nevi tablemente a normas soci al es, pero con distintas modalidades. La
poral idad que abre paso a u na subvers ión desde dentro y a u n futuro que
forma ideal e s todavía una n orma continge n te, au nque es una forma
n o puede ser plenamente anticipado. Y a pesar de todo, A nt ígon a no
cuya cont i n gencia se h a considerado necesaria, una form a de cos i fi ca­
ción con graves consecuencias para las rel aciones de gé nero. Q u i enes puede entregarse totalmen te a dicha s ubversión y futuro, porqu e l o que
l a l leva a la cris i s e s l a propia función representativa, e l m ismo horizonte
de i ntel i g i bilidad en el cual ella actúa y a part i r del cual permanece de
22_ Para una hi storia interesante sobre lo s i m ból ico y un relato polémico sobre las posiciones sim­
bohcas del sexo dentro de las estructuras contemporáneas de parentesco, véase M ichel Tort "Arti­
alguna manera como i m pe nsable. Antígona es descendiente de Edipo, l o
fices d u pere," Dialogue: Recherche.1· diniques et sociologiques sur le couple et la f'amille J 04 que n o s plantea e l siguiente i nterrogante : ¿ q u é puede surgir d e l a heren­
( 1 9!19) : 46-60; "Symboliser le Différend," Psychoanalystes 33 ( 1 989): 9- 1 8; y "Le N om du pere
cia de Edipo cuando l as normas que éste ciegamente desafía e i n st itucio-
tncertam: Rapport pour l e m i n i stere de l a j usticc" (no publicado, el autor lo tiene archivado) .

38 39
nal iza ya no contienen l a estab i l idad q ue les atri buyó Lévi-S trauss y el a u n a fam i l i a o v i v i r, psíquicame n te, en el cruce de l a fam i li a, en m u l ti ­
psicoanál i s i s estructural ista? En otras palabras, A ntígona es alguien para p l i c idad d e si tuaciones fam i l i ares e n l as que puede haber más d e u n a
q u ien l as posiciones si m bólicas se han convertido en i ncoherentes, con­ m ujer que actúa como m adre, m á s de u n hombre que actúa como padre,
fu ndiendo hermano y padre, e mergiendo no como una madre sino - en 0 n i ngún padre, n i n g u n a m ad re, n i nguno de l os dos, o con medi o-her­
sentido etim ológ ico - "en el l ugar de la madre'' 23 . S u nombre es también manos que a la vez son amigos -éste es un m omento en e l que la fami ­
i nterpretado como "antigeneración" (goné [ generation 1 )24. A s í, e l l a se l i a e s frág i l , porosa y expansiva. Es también u n momento en e l q u e
encuen tra a una d istancia de lo que represen ta, y lo que representa n o fam i l i as heterosexuales y gays a veces s e mezc l an , o en el q u e fami l i as
está n i mucho menos c laro. S i l a estab i l i dad d e l l u gar maternal no se gays toman form as n uc l eares y no n u c leares. ¿Cuál será e l l egado de
puede asegurar, y t ampoco la del paternal, ¿qué le pasa a Edi po y a l a Ed ipo para q u ienes se h an formado en estas si tuaciones, donde los roles
proh ibición que defiende? ¿Qué h a engendrado Edi po? n o están muy c laros, donde e l l ugar del padre está d isperso, donde el
l u gar de l a madre está ocupado de m ú l ti pl e s formas o desplazado,
donde lo s im bólico en su estancamiento es i n sosten i bl e ?
Planteo esta p regu n ta, por s upuesto, en u n momento en el que l a
fam i l i a e s ideali zada nostálg icamcntc e n d i ferentes formas c u l t ural es;
una época en l a q ue el Vaticano p rotesta contra l a homosexual idad, no De alguna m anera, A n t ígona representa los l ím i tes de l a i ntel i g i b i l i ­
sólo ac usándola de ser u n ataq ue a l a fami l i a s i no también a la noci ón d a d e xpuestos e n l o s l í m i tes d e l pare ntesco. Pero lo h ace d e u n a forma
m i s ma de lo h u mano, donde ser h u mano, para alg una gen te, i m p l i c a no muy pu ra. y que se ría d i fíc i l romantizar o considerarl a como ejem­
partici pac i ó n en l a fami l ia, en s u concepción normativa. Pregu nto esto plo a seguir. Después de todo, A n tígona se apropia del posi c i onam iento
en un momento e n el que los h ijos e h ijas, debido al d i vorc i o y lo s y el lenguaje de q u i e n e l l a se opone. a s u me la sobera n ía de C reonte, e
segundos matri monios. debido a l as m i graciones, el e x i l io y si tuaciones i nc luso re i v i ndica la g lori a des t i n ada a su hermano, s i n t iendo u n a
de refugio, dcbit'lo a d i ferentes t i pos de mov i l idad g l oba l , pueden ir de extraña leal tad hac i a a s u padre, u n i d a a é l a través de su prop i a maldi­
una fami l i a a otra, de una fam i l i a a n i nguna fa m i l ia, de n i nguna fam i l i a ción. S u destino no es tener una vida para v i v i r, estar condenada a m ori r
a n tes de n i nguna pos i b i l idad de v i da. Esto p lantea l a cuestión de cómo
el paren tesco aseg ura l as con di c i ones de i n te l i g i b i l i dad por las que l a
--- · ·----- ----

�.1 V é a seR o b e n (lraves_ The G rcd Myths: 2 ( London : Pcn g u i n . 1 !)(>0), p. :-lXO I Rohcrt Graves_
/.ns lllitos griegos. I r. L u i s Echávarri ( M;¡dri d : Al ian1.a Editoria l . S . A . , 1 999) 1 . Estoy agradecido al
vida s e conv ierte e n v i v iblc, y por las q ue también se condena y s e cie­
;¡rtíc u l n de C'aml .f;¡c· oh citado anteriormcnte por esta ü l t i nw rel'crcncia. rra. La muerte de A n t ígona es s i empre doble a l o l argo de toda l a obra:
!� Véase Scth Bcrnanlcte, "/\ Rcad i ng o r Sophoc l e s ' s /\ ntigone 1". lmny,r!'lolion: Joumul o(l'oli­ e l l a rei v in dica no haber v i v i do, n o haber amado, y no haber ten ido des­
líml !'ftilo.w¡'flr 4. no.3 ( 1 97)): 1 )(>. lkrnardcte c i t a a q u í a W i l am o w i t/.· Moe l l cndorr, !l ischrlos
ln l er¡m•f u tio n en 92. no. J. para apoyar su tr;¡du cciún. Stath i s Gourgouris orrece los si gu i e nt e s
cendenc ia, pero también que ha estado sometida a la m a l d i c i ó n que
co t n e nt ar i o s prov o c at i v os sobre "thc rich po l y v a l c n c e or A n t ig o n c ' s namc" l l a rica pol i valencia Edipo lanzó sobre sus prop ios h ijos e h ij as, "sirv iendo a l a m uerte" para
del nombre de A n t íg on a l :
el resto de sus días. Así, la m uerte significa la v ida no v i v ida, de m anera
l .a prepnsici ún ({llfi sign i fica a l a vez "en oposiciún a " y ·'en compensaci<Ín de'"; gonu p e rt ene c -e a
u 1 1a l í n e a de deri vados de genos ( fam i l ia, l i n aje, descendencia) y sign i fica s i m u l táneamente des­
q u e c u ando se va acercando a esa t u m ba en v i da que le ha preparado
cendencia. gcncraci<ín, matriz. sem i l la_ nacin1 icnto. Sobre la hase de esta pol i fonía et i mológica ( l a Creonte, se encuen tra con el que s iempre ha sido su destino. ¿ Es éste
l u c h a por el sign i ri cado e n e l mk l e o d e l m ismo nombre). podemos argumentar q u e A n t ígona
q u izás el deseo i n v i v i b l e con e l que v i ve, el propio i ncesto, q ue h ace de
encarna tanto una oposi ción en tre el parentesco y l a ¡)(1/is (en compensaci<Ín por su derrota por las
reformas de l a demos), como una oposición a l parentesco cxpres�da por su ad hesión a s u h er m a no su v i d a u n a m uerte e n v ida, q u e n o tiene espacio e n los térm i nos q u e
por medio de u n deseo pclj udi c i a l , .fi/iu 111á s a l l á del parentesco. !
confieren i n tel ig i b i l i dad sobre l a v ida? A medida q u e se acerca a l a
l'n el capítu l o .. Philosophy's Need for A n l igonc" de Strathis Gourgouris, Lilerature as Theorv
t um ba, donde debe ser enterrada en v i da, remarca:
(/i1r 1111 !lmim VIhiml Era) (Swndford : Stanford U n i versity Press, forthcoming).

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"Oh tumba, oh cámara nupc ial, oh subterránea morada parentesco en l a rearticulación de sus térmi nos? ¿Qué nuevos esquem� s
que me habrá de guardar siempre, donde me encam i no de i ntel ig i b i li dad convierten a nuestros amores e n l egítimos y reconoc i­
para reu n i rme con los m íos [tous emautes]" (891 -893) . bles, y a n uestras pérdi das e n verdaderas? E sta pregunta reabre la rela­
c ión e n tre e l parentesco y las epi stemologías v igentes de i ntel i g i b i l i dad
La muerte es representada como un tipo de matr i monio con aq uella c u ltura l, y ambas hac i a l a posi b i l i dad de transformac ión soc i a l . Esta
gente de s u fam i l i a que ya ha fal l ec i do, reafi rmando así la cualidad de cuestión, q u e parece tan difíc i l de plantear a través del parentesco, es
muerte de esos amores para los que no exi ste l ugar v i able y vivi ble en l a automáticamente suprim ida por aq uel l as person as que i ntentan que l as
cultura. I ndudablemente es i mportante, por un l ado, rechazar su conclu­ versiones normati vas del parentesco sean esenc i al es para e l fu nci ona­
sión de que no tener descendenc i a sea en sí m i smo un dest i no trágico y, m iento de la cultura y la lógica de l as cosas, una cuestión a menudo e l i ­
por otro l ado, rechazar la concl usión de que el tabú del i ncesto deba m i nada por q u i enes, desde e l terror, di sfrutan d e la autoridad ú l t i ma de
deshacerse para que el amor pueda florecer l i bremente por todas partes . Jos tabúcs que estabi l i zan la estructura soc ial como verdad eterna, s i n
Pero n i l a vuel ta a l a norma l i dad fam i l i ar n i l a celebrac ión de prácticas jamás preguntarse ¿ q u é pasó con l o s herederos d e Edipo?
i ncestuosas son aq u í e l objetivo. De todas formas, su disc urso ofrece
una alegoría de la cri s i s del parentesco: ¿qué acuerdos sociales pueden
ser recon ocidos como amor l eg íti mo, y qué perdidas h u manas pueden
ser e x p l íc i tamente l l o radas como pérdidas reales y consccuenciales?
A n t ígona rechaza obedecer cualquier ley que no reconozca públ ica­
men te su pérdida, y de esta forma di buj a esa situación que tan b i en
conocemos donde e x i sten pérdi das -por ej emplo, a causa del S I DA­
que no pueden l l orarsc p ú b l i camente. ¿ A qué c l ase de muerte en v i da
han sido condenadas estas personas?

Aunque An tígona muere, su acto permanece en e l lenguaje, pero


¿cuál es su ac to? Este acto, que es y no es suyo, supone una trasgresión
de las normas de parentesco y de género que pone de man i fi esto e l
carácter p recario"dc esas normas, su imprevi sta y m ol esta transferibi l i ­
dad, y su capaci dad para ser reiteradas e n contextos y de formas q u e
nu nca podremos anticipar completamente .

Antígona no representa e l pare n tesco e n s u forma i deal , s i n o más


b i en su deformac ión y desplazami e n to, pon i endo en cri s i s los reg íme­
nes v i gentes de representac ió n y p l anteando l a cuestión de ¿cuáles
podrían haber s i do l as cond i c i o nes de i ntel i g i b i l i dad que hubi eran
hecho pos i b l e su v i da, en real i dad, qué red soste n i b l e de relac i ones
hacen pos i b l e n uestras v i das, aquellas personas q u e confundimos el

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CAPÍTULO 2

Leyes No Escritas,

Transmisiones aberrantes
CAPÍTULO 2
Leyes No Escritas, Transmisiones aberrantes

En e l ú l t i mo capítulo he hablado del acto de Antígona, de la re i ­


v i n d i cac ión q u e supon e e l acto del enti e rro, del acto q ue c u m p l e la
re i v i nd icación del desafío . S u acto l e l l eva a l a m u e rte, pero l a re l a­
c i ón e n tre e l ac to y s u dese n l ace fat al no es prec i samente causal .
Actúa, desafía a la ley a sabi endas q u e la muerte es el cast i go, pero
¡,q u é es lo que i m p u l sa su acc i ón ? ¿ Y q ué i m p u l sa su acc ión hac i a la
m uerte ? Se ría más senc i l l o si pudi éramos dec i r q u e C reonte la mató,
pero Creonte solamente la de stierra a u n a muerte en vida y es dentro
de e sa tumba donde e l l a se q u ita la v i da. Sería pos i ble dec i r q u e e l l a
e s autora d e su pro p i a m uerte, pero ¿ c u á l es e l legado fáctico q u e se
constit uye a través del i n stru mento de su age n c i a ? ¿ Es su fatal idad
u n a n eces idad? Y s i n o e s así, ¿baj o q u é condici ones no necesarias
l l ega su fata l i dad a parecer una necesidad?

Ella intenta hab lar den tro de la esfera pol ítica con el lenguaje de la
soberanía, que es el i nstrumento del poder pol ítico. Creonte hace pública
su proclama y pide a su guardia que se asegure de que todo el mundo sea
conocedor de sus palabras. «Éstas son las reglas mediante las que hago
grande a nuestra ci udad" ( 1 90), y, au n así, su enunciac ión no es suficiente.
Tiene que ped i r a su guardia que transmita su proclama, oponiéndose uno
de sus miembros: " ¡ Pásalc ese peso a otro hombre más joven ! " ( 2 1 6 ).

Al empezar l a obra nos damos cuenta de que fsmena no ha oído l a


proc l ama que A ntígona c o m u n i c a sobre lo q u e "Creonte h a hecho a
toda la ci udad" ( 7 ) y, por tanto, el soberano acto de habla de Ct·eonte,
p ara que tenga poder, parece depender de l a recepc ión y trans m i s i ón
por parte de l a gen te subordi nada a su poder: puede caer e n oídos sor­
dos o q u e muestren res i stencia y, en consecuencia, no logre v i ncular a

47
Pero si sus acciones no aspi ran a la superv i vencia política, residen de
q u i enes va dirigido. S i n embargo, lo q ue está c l aro es que Creonte
forma no menos problemática en la esfera de las re lac i ones de paren­
q uiere que sus pal abras sean conoc idas y cumpl i das por toda la pol i s .
D e manera s i m i lar, An tígona no renuncia a la pos i b i l idad d e que s e tesco. Hay qu ienes critican la obra respondiendo con una ideal i zac ión de

conozca su desafío. Cuando I smena l e aconsej a a l pri ncipio d e la obra las relaciones de parentesco que n iega el desafío que se hace contra éstas,

"No le hab l e s a nadi e de este acto antes de tiempo" ( 84 ) , An tígona res­ como si les molestara la propia deformac ión del parentesco que Antígona

ponde " ¡ Ah, díselo a toda l a gente ! Te od iaré aún más si permaneces en l leva a cabo y augura. E x i sten dos formas ideali zadas de paren tesco que
s i l encio y no l o proclamas a todo el mundo" ( 86-87 ) . Al i gual que Cre­ han de ser consideradas en este punto: se dice que Antígona respa ldaba
onte, A nt ígona q u i ere que su acto de hab la sea rad ical y comprehen s i ­ una de el las al representar sus lím ites ; la otra la respaldaba al consti tuir su
vamente público, tan público como e l propio ed icto. l ím i te. La pri mera es la de HegeL quien señala que Antígona representa
las leyes del parentesco, l os dioses del hogar, u na representación que
conduce a dos ex trañas consec uenc ias : u na, según Hege l , que su i ns i s­
Aunque su desafío es oído, e l prec io de su d i scurso es la m uerte. Su tencia a la hora de representar esas leyes es l o que prec i samente consti­
lenguaje no es e l de una agencia pol ítica que asp i re a la su perv i vencia.
tuye u n c ri men en un orden legal más público, y dos, que el la, en carna­
Sus palabras, entendi das como actos, están quiásmi camente re laciona­
c ión de este dom i n i o femen i no del hogar, se torna i n nombrable en el
das con la lengua vernácula del poder soberano, hablan en esa lengua y
texto, que la propia representación que encarna, según se dice, requ iere
contra e l l a, dan i mperativos y los desafían al m i s m o tiempo, hab i tan el
q u e su nomhre sea obv iado en el tex to de Lo FenomeJw!ogío del Espí­
lenguaj e de la soberanía en e l m i smo momen to en e l que ella se opone
ritu. La segunda es la de Lacan, quien sitúa a Antígona en el u m bral de lo
al poder soberano y es excl u i da de sus l ím i tes. Lo que todo esto sugiere
s i mból ico, entendido como el registro l i ngüístico en el que las re laci ones
es que e l l a no puede hacer su re i v i ndicación fuera del lenguaje del
de parentesco se i nstalan y mantienen. Él entiende que la muerte de Antí­
estado, pero tampoco esa rei v i ndi cación que quiere hacer puede ser as i ­
gona vi ene precipitada precisamente por la i nsoportahi l idad si mbólica de
mi lada plenamente por el estado ' .
su deseo. Aunque yo me di stancio de estas dos lecturas consecuencialcs,
tamb ién i n tento reel aborar algunos aspectos de ambas postu ras en la
1 A lgu nos comc n l ar i stas po l íl i cos de J;¡ obra. como kan lkthkc Eh ls1ai n. h a n sugerido que i\ ni í­ e x pl icación que ofrezco de las siguientes preguntas: ¿Supone la muerte
gon;¡ n: prcsc n l a a la sociedad c i v i l . q u e su relación con Hcrmín y el coro. en panicular. rc p re se n l a
de Antígona una lección necesaria sobre l os l ím i tes de la i nte l i g i b i l idad
una ··voz"' q u e no es n i l a d..: l a fa m i l i a n i l a d e l estado. Exi ste. c laramc nlc. un j u ic i o co m u n i l ar i o
e x p rc s ad o por el coro. pero sería erróneo conc l u i r a partir de e l l o que la com u n i dad fu n c iona como c u l tural, los l ímites de las re laciones de parentesco i nteligibles, una lec­
una L'Si'cra sc p; r ra d a o sc pa r; J bl c de la fa m i l i a o d e l e st a do . Yo op i n o que no exisle n i ng u n a voz IHl
ción que nos retrotrae a nuestro sentido aprop iado del l ím ite y la restric­
c· on t a rn i n ada con la q uc A rl l ígo n a hahk. l o q u e q u iere dec i r q u e e l l a n o pu e de representar ni l o
fe m e n i n o sobre (o c o n l r a ) el estado. ni representar una ve r s i ón de l a fam i l ia como d i stinla del ción? ¿Significa la muerte de Antígona la superación del parentesco por
poder c s l a l a L V é ase J ca n B e i h k c E h l s l a i n . " A n t i gone's Daughtcrs"', e n /Jc/1/ocmcv 2, n" 2 ( ab r i l parte del estado, la necesaria subordinación de aq uél a éste? ¿O su
de 1 982 ¡ : 46-59. Sey l a B e n habib exa m i n a la a m b i v alencia q u e se d es p re nd e de la c;mcepci6n q u e
h ace H e g e l de las mujeres y sostiene q u e A n l ígona n o t i e n e c a b i d a e n e l a v a nce d i aléctico de l a m uerte es, prec isamente, un l ím ite que ha de ser leído como una acción
u n i versa l idad. Esto se lllUCslra claramente e n La.fi'nomenlof<Ía dl'i espíritu y parece t a m b i é n des­ de poder pol ítico que determ ina qué formas de re laciones de parentesco
prenderse de las oposiciones m a n le n i d as con Lafilosofi'a del derecho. tal y como muestra B c n h a­
hib. Pero sería i n teresante lener en cue n ta la afi rmac ión de H ege l en la �:·.1·tético, se g ú n la cual l a serán i ntel igibles, qué maneras de v i v i r pueden ser aceptadas?
u n i versal idad d e A n t íg o n a h a d e s e r h a l l a d a en s u " pa l h o s·· . Véase Hef<el 's A esthetics: Lectures on
Fine Art, Volume /, trad. T M. Knox ( O x ford: Clarendon Press, 1 975 ) , p. 232. Ac erca de su a n á l i ­
s i s, véase Sey l a B e n h a hi h , Situating t h e Se!( Gende1; Communitv. a11.d Postmodernism i n Con� En Hegel, el parentesco es rigurosamente d i fe renciado de la esfera
remporary Ethics (New Yo rk: R o ut l ed g e , 1 992), pp. 242-259. Ace �ca de este tema, véase tambi é n
Valerie Harto u n i , "Antigone's D i l c m m a s : A Problem o f Po l i tical Members h i p" , Hypatia 1 , n " 1 del estado, si b ien es una precond ic ión para la apari ción y la reproduc­
(pri mavera de 1 986): 3-20; M a ry Dietz, " C i l i zensh i p w i l h a Fe m i n i s t Face", Political Theorv - 1 3, c i ó n del aparato estata l . En Lacan, el pare ntesco, c o mo fu nción de lo
n° 1 ( 1 985 ) : 1 9-37.

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48
si mból ico, es rigurosamente d i soci ado de la esfera de lo soc i al y, s i n dose m i i n terés en l as fonnas de paren tesco en las que éste tiene l u gar y
embargo, constituye el campo estructural d e l a i n te l i g i b i l idad dentro del cómo la legiti midad de estas f01mas se establece, prec isamente, como las
cual surge lo social. Mi lectura de Antígona, e n resumen, i ntentará con­ soluciones n01mal izadas de la crisis edípica. El objeti vo, entonces, no es
ducir estas d istinciones hac i a una crisis producti va. A ntígona no repre­ l iberar al i ncesto de sus restricc iones, sino preguntarse qué formas de
senta ni el parentesco n i lo q u e le es rad ical mente externo, s i no que se relac iones de parentesco normativas son l as que se consideran que fun­
convierte en l a ocasión para h acer u n a l ectura de una n oción estructu­ c i onan como necesidades estructurales a partir de ese tabú.
ral mente constreñida de l a noc i ón de parentesco en térmi nos de su repe­
tibil idad social, la temporalidad aberrante de la n orma. A ntígona sólo está parc i al mente fuera de la l ey y, por tanto, se
podría conc l u i r que ni la ley del parentesco ni la l ey del estado funcio­
Reformu l ar las posiciones de parentesco como "simból icas" es preci­ nan de manera efectiva sobre los i ndivi duos q ue están sometidos a estas
samente form u l arlas como precondiciones de com u nicabil idad lingüís­ l eyes. Pero si bien su desviación se uti l i za para i l ustrar la i nexorabi l idad
tica y sugerir que estas "posiciones" conllevan una intratabi l idad que no de la l ey y su opos i ción d ialéctica, la oposi ción de A n t ígona opera al
es aplicable a las normas sociales contingentes. S i n embargo, no es sufi­ servicio de l a l ey, reforzando su i nevitab i l idad.
ciente estudiar los efectos de las normas sociales según la forma de con­
cebir las rel aciones de parentesco, pues ello vol vería a llevar el discurso Propongo tomar en consideración dos eje m plos e n los q ue se con­
de las relaciones de parentesco a un sociologismo vacío de significación si dera que A ntígona ocupa una posición anteri or al estado y a l as re la­
psíqu ica. Las normas no actúan de forma unilateral en l a psique; por e l ciones de parentesco para determi nar qué lugar ocupa, cómo y en nom­
contrario, q uedan condensadas en l a figura de l a l ey a l a que la psique bre de qué actú a. El primer conj u nto d e ejem plos se encue ntra en el
retorna. La relación psíqu ica con l as normas sociales puede, en ciertas anál i s i s que h ace H e gel e n La Fenomenología del Espíritu y La Filo­
condiciones, dictami nar que tales normas son i nsol ubles, puniti vas y srdfa del Derecho, y el segundo, q u e trataré en el sigu iente capítulo, es
eternas, pero esa figurac ión de las normas ya tiene l ugar dentro de lo que el séptimo sem i nario q u e Jacques Lacan dedicó al tema de "La Ética
Freud denominó "la c u l tura de la pul sión de muerte". En otras palabras, del Psicoanálisis" .
la propia descripción de lo simból ico como l ey i nsol uble tiene l ugar den­
tro de una fantasía que t iene a l a ley como autoridad i m posible de reba­
Hegel aborda e l estatus de Antígona en el capítulo de l a Fenomeno­
sar. En mi opi n ión, Lacan anal i za y descubre los síntomas de esta fanta­
Logía titu lado "La Vida Ética", en un subapartado titulado "La Acción
sía. Espero poder sugerir que la noción de lo si mból ico está l i m i tada por
Ética: el Saber H u mano y D i v i no, la Culpa y e l Desti no" [ D i e S i ttl iche
la descripción de su propia fu nción trascendentalizadora, que puede reco­
Handlung: Das Mensc h l i ch e und Gottl iche W i ssen, die Schuld und das
nocer la contingencia de su propia estructura a través de la negación de la
Schic ksal j .2 De hecho, no se nombra a A n t ígona en la mayor parte de
posibilidad de cualquier modificación sustancial en su campo de opera­
este apartado y sólo aparece prefigurada en la mayor parte de la d iscu­
ción. Sugeri ré que se ha de replantear la relación entre la posición s i m bó­
sión. Hegel se i nterroga acerca del l ugar que ocupan la culpa y e l cri­
l ica y l a norma soci al y, en mi capítulo fi nal, espero mostrar cómo se
men en l a v ida ética u n iversal e insiste en que, dentro de ese domi nio,
podría realizar una n ueva apro x imación a la función fundadora de paren­
tesco q ue tiene el incesto como tabú, y ello dentro del psicoanálisis con
2 Todas las ci tas proceden de la trad ucción de M i l l ar citada en la nota 4 del capítulo 1 , con refe­
una concepción de nonna social como contingente y en plena acción. En
rencias a la edición en alemán de Suhrkamp ci tada en la m i s m a nota. Las citas hacen referencia en
este punto estoy menos i nteresada en las restricc iones del tabú, centrán- primer lugar a l a paginación en inglés y, a conti nuación, a la alemana.

so 51
cuando se actúa crimi nal mente no se actúa como i nd i v iduo, ya que sólo puede negar el crimen o su cul pa: l a s i g n i ficación del hec ho rad ica en
nos convert i mos en i nd i v iduos si pertenecemos a l a comunidad. La vida q u e lo inmóv i l ha s i do puesto en mov i m i ento" y, seg ú n sus pal abras,
ética es preci samente una v i da estructurada por la Sittlichkeit, donde las "lo i nconsciente" ha s ido " v i n c u l ado a l o consciente [und h i erm i t das
normas de la i n te l i g i b i l idad soc i a l son produc idas h i stórica y soc ial­ U n bewu sste dcm B ewusste n , das N i c htseiende dem S e i n zu verkn üp­
mente) E l yo que actúa y que l o hace contra l a ley, "es sólo la sombra fen ]" ( 2 8 3 , 347, traducción prop i a ) . Esto l l e v a a Hegel a h ablar de un
irreal", ya q u e " [ sic 1 e x i ste sólo como un yo u n i versal" (282). En otras "derec ho" que se h a l l a tác i tamente afi rmado en l a co m i s i ón del cri­
palabras, c u alqu iera q ue cometa el hecho que él comete será cu l pabl e . men, u n derecho q u e es todavía desconoc ido excepto en y a través de
E l i n d i v iduo, m ed i ante el cri men, p i erde su i n d i v idual idad y s e con­ la conc iencia de la c u l pa.
v ie rte en ese "cualq u iera". A conti nuación, sin previo aviso, parece que
H egel i n troduce a Antígona sin nom brarla: señala que q u ien comete un
cri men segú n los cri terios u n i versales predom i nantes de Silllichkeit se Hegel su braya el v ínculo entre la c u l pa y el derec ho, la re i v i ndica­
ve atrapada en la pos i c i ón de v io l ar la ley hu mana al seguir la ley c i ó n de un derecho que es i m p l íc i to en la c u l pa, un derecho, un acceso
d i v i na, y de violar la ley d i v i na al segu ir la ley h u mana: "La acc ión sólo a un derecho que s u pone necesaria y s i m u l táneamente la derogac ión
l leva a u n a de las leyes en contra de la otra" (283 ) . A s í, q u ien actúa de de otra ley. En este pu n to parece hacer re fere n c i a a Ed i po, q u ien
acuerdo a la l ey, al l í donde la ley es s i empre hu mana o d i v i n a pero no comete sus c rímenes s i n saberlo y se ve i n v ad ido re trospect i vamente
omhos, permanece siempre c iega ante la ley que está s iendo desobede­ por l a c u l pa. Antígona no parece senti rse c u l pable, aunq ue sí afirma
cida en ese momento. Esto le l leva a la figura de Ed ipo a través de l a su derecho, i n c l u so al reconocer que C reonte sólo puede conside rar
sigu iente ruta: " De hecho la real idad mantiene oc u l to e n s í e l otro como un s i gno de c ri m i nal idad la "ley" que j u s t i fi c a su ac to. Para
aspecto que es extraño a este conoc i m iento [ l a determi nación que sabe Hege l , lo i nconsc i e n te (o lo que él describe como " i ne x i s tente" ) s u rge
lo que hace 1 y no revela toda la verdad sobre sí m i sma a la conciencia en la re i v i ndicac ión del derec ho, el acto que se en raíza en u na ley que
1 Die Wirk l ichkeit h ü l t daher d i e andere dem Wissen frc mdc Scitc in no cuenta como tal e n e l dom i n i o de la ley. N o e x i ste j u st i fi cac ión
sich verborgen, und zeigt sich dcm Bcw usstse i n n i cht, wie s i e an und a l g u n a para l a re i v i ndicac i ó n que hace A n t ígona. La ley q u e i n voca
für sich i st l : e l h ijo no reconoce a su padre en el hombre que l o ha u l tra­ sólo tiene un pos i b l e caso de aplicación y no es conceptual i zable
j ado y a quien mata, ni a su madre en la re i na a q u i e n toma por esposa" como ley en n i ng ú n sen t i do ord i nari o. ¿, Qué es esta ley m ás al l á de la
( 283, 347). l ey, más a l l á de l a conceptual i zación, qué h ace que su acto y su
defensa en e l d i s c u rso parezcan una v i o l ac i ón de l a l ey, una ley que
s u rge como vio lac i ó n de la ley? ¿ Es é ste u n t i po de ley que o frece fu n­
De esta forma, Hegel expl ica que l a culpa se e x peri menta explíc i ta­
damentos para v i o l ar otro t i po de ley, y pueden estos fu ndame ntos ser
mente en la ejecución del hecho, en la experiencia de la " i rru pción" de
e n u merados, conceptuali zados y traspasados de u n contexto a otro?
una ley en otra y a través de otra, "sorprend [ iendol a q u ien lo comete
¿ O se trata de una ley que desafía toda conceptu a l i zac ión y que cons­
in fraganti [ Dem sittl ichen Sel bstbewusstse i n ste l l t auf d iese We i s e
t i tuye un escánda lo e p i stémico dentro del dom i n io de l a l ey, una ley
eine l i chtscheue Macht nach, welche erst, wenn die tat geschehen, her­
que no puede ser trasl adada, que marca l a frontera m i s m a de toda con­
vorhricht und es bei ihr ergreift] " (283, 347, e l énfas i s es m ío ) .
cept u al i zac ión l egal , una v i o l ación de la l ey l l evada a cabo, por así
Haci endo todavía referenc i a a Edipo, H e g e l escribe: " Q u i e n obra n o
decirlo, por u n a l egal idad que s i gue sin ser conte n i da por n i ng u n a de

3 Véase Charles Taylor, Hegel and Modern Society (Cambridge: Cambridge U n i versity Press,
todas l as leyes pos i t i vas y general izables? Ésta es una l egal i dad de lo
1 979), pp. 1 -68. que n o exi ste y de lo q u e es i nconsc iente , y no una l ey de l o i ncons-

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c iente, s i no c i e rta form a de demanda q u e lo inconsciente necesar i a­ e l valor para dec i r que lo h izo. Así, A ntígona no puede ejempl i ficar l a
mente le hace a la ley, aquello q u e m arca e l l ím i te y l a cond i c ión de l a conciencia ética de q uien sufre l a culpa. E ll a está más a l l á d e l a culpa:
generalizab i l idad de la ley. 4 acepta su crimen de i gual manera que acepta su muerte, s u tu mba, su
cámara nupcial. En ese p unto del texto, Hegel cita a l a propia A ntígona,
como si las pal abras de ella corroboraran su argumento: "wei l wir leiden,
Hegel señala este momento, casi se h u nde en él, pero rápi damente
anerkennen w i r, dass wir gefehlt",5 traducido por M i l ler como "porque
man i fiesta su escandalosa consecuenc ia. D i stingue a Edi po de Antígona
sufri mos, reconocemos haber obrado mal" (284, 348). Pero hemos de
y determ i na l a excusabi l idad del crimen de él y la i nexcusab i l idad del
tener en cuenta el matiz diferente que penetra este comentari o en la tra­
de e l la. Hace esto preci samente desproveyendo la acc i ón de An tígona
ducción de Grene: "Si este proceder es bueno ante l os oj os de l os dioses/
de c ualq u i er moti vac ión inconsciente e identificándola con un acto ple­
conoceré mi pecado, una vez haya sufrido" (982-983).6 Y obsérvese la
namente consc iente : "La conciencia ética es m ás completa y s u c u l p a
e x traordi nari a suspensión de l a cuestión de l a c u l pa y l a repri menda
m á s i nexcusabl e s i s e conoce de antemano l a l e y y e l poder a l os que s e
i m p l íc ita a Hegel que se desprende de l a traducción más fi able que es l a
opone, s i los toma c o m o v i olencia y desafuero, c o m o éticos s ó l o por
ofrec ida por Lloyd-Jones: "B ien, si esto recibe la aprobación d e l o s dio­
acc idente y, al igual que Antígona, a sabi endas comete e l crimen [ w i s ­
ses, debiera perdonarles [ syggignosko J por lo que he sufrido, porque he
sentl i c h . . . das Verbrechen bege h t ] " . Hege l , partiendo d e l pu nto d e v i sta
obrado mal ; pero s i son e l l os los que han obrado mal , ¡ que no sufran
de Creonte, que no puede conseg u i r de A ntígona una confesión total ,
peores males que los q ue e l los están i nj u stamente i n tl i giéndome ! " .
concl uye este anál i s i s con l a afirmac ión: "La conciencia ética debe, e n
v i rtud d e esta rea l i dad y d e s u obrar, reconocer l o contrapuesto a e l l a
como s u propi a real i dad, [ y ] debe reconocer su cul pa" ( 284, 348) . Lo Aquí Antígona parecer saber y transmitir l a sab i duría q u e no puede
contrario a su acc i ón es la ley a la que desafía y Hegel le pide a A ntí­ con fesar del todo, porq u e no adm itirá su c u l pa. Éste parece ser e l
gona que reconozca la legiti m i dad de esta l ey. m o t i v o pri n c i pal q u e Hegel ofrece para expl i car p o r qué no consigue
ser adm itida en l a ley ética. 7 Antígona no n i ega haber comet i do e l
hecho, pero esto no equi vale a una adm i s ión d e la c u l p a para Hege l . De
Antígona, por supuesto, reconoce su acto, pero la forma verbal de su
hecho, admitir la c u l pa tal y como Hegel y Creonte l e habrían obl igado
reconoci m i ento sólo agrava el cri men. Ella no sól o lo hizo, sino que tuvo
sería hacer u n d i sc urso p ú b l i co de una forma que prec i samente no se l e
4 Derrida señala q u e Hegel hace una generalización demasiado rápida de l a si tuación específica d e
permi te . Cabe pregu ntarse s i las m ujeres podrían l l egar a sufrir culpa en
la fam i l i a de Antígona a la "ley" m á s general que se supone q u e e l l a representa y defiende. Des­ el sentido que Hegel da al térmi no, pu esto que la autoconciencia de l a
pués de todo. d i fícilmente puede ella representar la fam i l i a v i v a e i n tacta y no está claro qué
estructuras de relaciones familiares representa. Derrida escribe, "¿Qué más da si el orfanato es una
estructura de lo i nconsciente? Los padres de Antígona no son unos padres cualesquiera. Ella es 5 Hegel cita a partir d e l a traducción d e Hiilderl i n d e l a A ntí¡.:ona d e Sófoc les como Anti¡.:onii
hija de Edipo y. según la mayoría de las versiones de las que todos los autores de tragedias toma­ ( Frankfurt: Wilmans Yerlag, 1 804), tres años antes de la publicación de la Fenomenolo¡.:ía.
ron su i n spiración, de Yocasta, de su incestuosa abuela. Hegel nunca se refiere a esta generación
6 Grene, Antigone.
como algo adicional [de plus j, como si se tratara de algo externo a las estructuras elementales de
las relaciones fam i l iares". Aunque en lo que viene después, parece coincidir con Hegel en el esta­ 7 Hegel pasa a hablar de quien hace tal reconoci miento, pero aparentemente, esa persona no puede
tus desprovi sto de deseo de la relación con su hermano, puede que esté escribiendo en sentido iró­ ser A ntígona. Se refiere, en su lugar, a Polinices y a Eteoclcs, dos hermanos que. según la descrip­
n i co, ya que tanto niega e l deseo como luego lo l l ama un deseo imposible, con lo que l o afirma ción, surgen contingentemente de "Natura", cada uno de los cuales reclama el m i s mo derecho a
como deseo en c i erto sentido: "Como a Hegel, a mí también me ha fascinado Antígona, su rela­ l iderar la comunidad: "la ley humana en su existencia u n iversal es la comunidad, en su actividad
ción increíble, ese poderoso vínculo sin deseo, ese deseo inmenso, imposible, que no podía v i vir. en general la constituyen los hombres de la comunidad, en su actividad real y efectiva es e l
capaz ú n icamente de derrocar, paralizar o sobrepasar a cualquier sistema e h istoria, de interrumpir gobierno. Es, s e mueve y s e mantiene consumiendo y absorbiendo en sí l a separaci ó n de l o s Pena­
la v ida del concepto, de cortarle su respiración". Véase Jacques Derrida, Glas, trad. John P. Lea­ tes [los dioses del hogar] o la separación en fam i l ias separadas sobre las que presiden las mujeres,
vcy Jr. y Richard Rand (Lincoln: U n i versity of N ebraska, 1 9 86), pp. 1 65- 1 66. y manteniéndolas disueltas en la fluida continuidad de su propia naturaleza" (287 -288).

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perso na c u l pahle y arrepent ida está necesariamente med i ada por l a Au n q u e pre v i a m ente Hegel da a e n tend er qu e l a pervers i ó n d e l a
e sfe ra d e l e s tado. E n real idad, rea l i zar e s te d i sc u rso, tal y como e l l a u n i versa l idad d e A n t ígona, a pesar d e s u apa ri e n c i a d e c r i m i na l i dad,
hace, supone cometer u n tipo d i ferente d e delito: aq uél en el que u n puede t ratarse e n rea l i d ad de la e ru p c i ón de u n a l egal i dad d e otro
sujeto prepo l ít i co re i v i ndica u n a forma fu riosa d e act uar en l a esfera o rden , q ue puede s ó l o parecer com o c ri m i n a l i dad desde el pu n to de
púhl ica. A l a es fera púhl ica, tal y como la den o m i no aq u í, H egel l a v i st a de la u n i versal i dad, él no apre c i a tal e ru pc i ó n i nc on s c i e n te de
l l ama d e forma variante l a com u n idad, el gohierno y e l estado. É sta sólo derechos en la perversión de la u n i ve rs a l i d ad que las m uj eres general­
adq uiere su e x i stencia inletjirieudo en la fel icidad de la fami l i a. As í, se mente I l evan a cabo. En real idad, en el m i s mo momento en e l que, en
crea a sí m i sma "un enem i go i n terno -la fem i n idad en genera l . La fe m i ­ e l texto de Hege l , A n tígon a es gen e ro /i-;.odo como fem i n i dad o como
n id ad -la e tern a i ro n ía l en la v i da ! d e l a comu n i dad" ( 2XX, 3 5 2 ) . m uj e r, la pervers i ó n e n c u estión p i e rde e l escandaloso l ugar q u e
o c u pa e n el c a m po pol ít i co, deval u an do l o pol ít i co como p rop i edad
pri vada y orname n t o . En otras palah ra s , a l su p l a n t a r a A n t ígona por la
l ,a i n t roducción de l a fe m i n i dad parece hasarse cl aramen te en l a
" fem i n idad", Hegel real i za l a gene ral i z.ac i ón a l a que A nt ígona se
rc l'c rL' n c i <t pre v i a a A n t ígona, pero también, y cu rios ;tmentc, s u p l a n t a
re si ste. u na genera l i z.ación segú n la c u ;,d A n t ígona sólo puede ser con­
esa refere n c i a. prácticamente de la misma manera que Hege l camhia su
s i derada como una cri m i nal y que, e n c o n se c u e n c i a , la ho rra del texto
lenguaje para adaptarse a su for mato ético. Al pri n ci pio. parece como si
de Hege l .
l as <tfi n n ac i oncs de Hege l ace rca de A n t ígona también pud ieran ser
ap l i cahlcs a l a i n m i nent e " Weihlicltkcit " :
L a fi gura ICme n i n a q u e ocupa e l l ug a r de A n t ígona y soporta e l ras­
tro residual de su cri men rid icu l iz. a lo u n i ve rs ¡t l , t ran spone su fu nci ona­
L a fe m i n idad . . . co n v ierte por med io d e la i n t riga e l fi n
u n i v e rsal d e l gob ierno en u n fi n pri vado, t ransforma su m i e n t o y devalúa su sign i ficado m edi a n te la sohreval orac ión de la
ac t i v i d ad u n i ve rsal 1 al ke m ei ne Tüt i o kei t l en la ohra de j u ventud masc u l i na, lo cual recuerd a al a mor eJe A n t ígona hac i <t Pol i n i ­

un i n d i v iduo dcten n i 11<�do y perv i ert la propiedad u n i ­ c e s . X S i n emhargo, e s t e a m o r no puede pen mm ccer d e n t ro de la c sf'cra
versal ! verkchrt das al lgemcinc Eigent um l del estado e n del paren tesco s i n o q ue, al contrario, ha de co n ducir a su propio sacri fi­
u n a posesión y u n ornan1ento para l a Fam i l i a 1 zu cinem cio, un sacri fi c i o del h ij o en hencfi ci o del es wcJo con e l fi n de sostener
Besi l z und Pu tz der Fam i l ie l . ( 288, 353) una guerra. N o es el tahú del i ncesto lo que i nte rrumpe e l amor que los
m i em bros de la fam i l i a se tienen e ntre sí, s i no la acc ión del es tado
Este g i ro repe n t i no hac i a el l e m a de l a fe m i n i dad nos recuerda a emharcacJo en u na guerra. El i n tento de pe rve rt i r con med i os l'emeni nos
A n t ígona, pe ro su pone tamhién una c lara ge neral i z.ac ión a part i r de su l a u n i versal id:Jd que re presenta el e sta do q u eda así aplastado por un
caso de u n m od o que horra su no mh re y su part i c u l a ridad . Esta ' " femi­ contramov i miento del propio estado, el c ual n o sólo i nterfiere e n la fel i ­
ni dad" perv i e rte e l u n i versal y convierte el estado en propiedades y c i dad de l a fam i l ia, s i no que a l i sta a e sa fam i l i a al servicio de su propia
ornamentos para la fam i l ia, decorando la fam i l i a con la parafern alia del m i l i tarizac i ó n . El estado rec i be su ej é rc i to de l a fam i l i a y la fam i l i a
estado, haciéndose estandartes y mantones con e l aparato del estado. encuentra su d isol ución e n e l estado.
Esta perversi ó n eJe l a u n i versal i dad no tiene i mp l i cac iones pol ít icas. E n
rea l i dad, l a " fem i nidad" no ac t ú a pol ít i camente, pero constituye u n a x "El valor d e l h ijo radica e n e l hecho de q u e es am o y se ño r de l a madre que l o tra j o a l mu nd o ; el

del hermano en 'er a l g u ien en q u i e n l a hermana h a l l a a l ho m hrc e n u n n i ve l de i gu a l d a d ; e l del


pervers ión y un a pri vatización d e l a es fera pol ít ica, una esfera goher­
joven e n ser a l g u i e n e n q u i e n l a h ij a . . . obtiene l a a leg r ía y l a d i g n i dad de la espos<J l de n Genuss
nada por la u n i ve rsalidad. u nd die Würde dcr Fmuenschaft c r l a n g t ]" ( 2RR, 3 5 3 ¡ .

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Cuando hab l amos de una madre que sacrifi c a s u h ij o a l a g uerra ya restableciéndose a s í mismo como fuente de toda valorac i ó n y recono­
no h ablam os de A n tígona, porqu e A n tígona no es m adre y no tiene n i n­ c i m iento. E l estado se sustitu ye a sí m i smo por la fem i nidad y esta
gún h ijo. Como alguien que parece priorizar la fami l i a, e l l a es culpabl e fi gura de mujer es, a u n ti empo, absorbi da y echada por la borda, asu­
de u n crimen contra e l estado y, concretamente, c u l pabl e d e u n i nd i v i ­ m i d a como supuesto necesario del estado a la vez que es repudiada
dual i s mo c ri m i nal . De esta forma, actuando e n nombre d e l estado, l a como parte de s u propio campo de funcionam iento. A sí, e l texto de
obra d e Hege l suprime a A ntígona y ofrece u n razonamiento lógico para Hegel transmuta a Antígona de tal manera que su crim i nal idad p ierde la
tal supresi ó n : "La comun i dad . . . sólo puede mantenerse a sí m i sma fuerza de la l egal i dad alternat i va que conlle va, tras l o cual e l l a se tra­
reprim iendo este espíritu de i nd i viduali smo". 9 duce otra vez en térm i nos de una fem i n idad maternal q u e n u nca
alcanza. Finalmente, esa fi gura dobl emente despl azada es rep udiada
Partiendo de este amll i s i s de la hosti l i dad hacia lo i ndi vidual y hacia por e l aparato estatal que absorbe y repudi a s u deseo. Quienqui era que
l a fem i n i dad como representativa de l a i n d i v idual i dad, Hegel pasa a e l l a sea, se la deja s i n duda al margen, se l a deja al margen por l a guerra,
hablar de l a guerra, es dec i r, de una forma de host i l i dad necesaria para se la deja al margen por la homosocialidad del deseo estatal . En real i ­
la autodefi n ición de la comun idad. lO dad, ésa e s l a última mención d e su nom bre en el texto, u n nombre que
representaba el confl i cto de una l ey por y a través de otra, q u e ahora, ya
borrada, más que resol verla se l a deja al marge n . Ella no está conten ida
L a m ujer q u e había sido descri ta anteriormente como alguien q u e
en l a u n i vers a l idad del orden ético: só l o lo están los restos de su amor
buscaba una promesa d e placer y d i gn idad en el hom bre joven descubre
doblemente expropiado.
ahora que ese joven se va a la g uerra y que e l l a se ve bajo la obligación
estatal de enviarlo. La agresión necesari a de l a comun idad contra l a
fem i n idad (su enemiga i n terna) parece transmutarse e n l a agresión d e l a H egel vuel ve a A ntígona en La Filo.wdla del Derecho, donde dej a
comun idad contra s u enemigo e xterno. E l estado i nterviene e n l a fami ­ cl aro que e l l a está asociada c o n un conj unto de l eyes que, en ú l t i m a i ns­
l i a para hacer l a guerra. La val ía del j oven g uerrero e s reconocida abier­ tanc ia, no son compat i bl es con la ley públ ica. 1 1 " Esta l ey", según
tamente y, así, ahora es la comu nidad la que lo ama como la mujer lo ha escri be, "aparece al l í e xpuesta como una ley opuesta a l a l ey públ ica, a
a mado. Esta i n versión es real i zada por la com u n i dad al apl audi r a l os l a l ey de la tierra" . 1 2 Hegel también escribe que "si con s ideramos l a
h ijos que han ido a la guerra, una i n versión que es entendida como una v i da ética desde u n pu nto de v i sta objeti vo, podemos dec i r q ue somos
preservac i ó n y conso l i dac ión del estado. Si, anteri ormente, l a m ujer éti cos de manera n o autoconsciente" (259). Aquí A ntígon a aparece
"pervertía" la propiedad u n i versal del estado como "posesión y propi e­ i nvestida de un carácter i nconsci ente cuando afirma la i rrec uperab i l idad
dad de l a fam i l i a" , e l estado recl am a ahora el amor del hombre joven,
11 A l l í escribe que "el hombre tiene su vida sustantiva real en el estado" y que "la mujer . . . tiene su
destino sustantivo en la fam i l i a y el estar i mbuida de piedad fam i l i ar es su marco mental ético".
9 [ D a s Gemeinwesen k a n n s i c h aber nur durch Unterdrückung dieses Geistes der Einzelheit erhal­
V éase Hege/ :5 Philosophy of" Right, trad. T. M. Knox (Londres: Ox ford University Press, 1 967), p.
ten . ] También reconoce que la comunidad necesita de este i ndividualismo y, por tanto, "lo crea"
1 1 4 . Considera que l a Ant(!(OIW de Sófocles es una de las más "sublimes representaciones de esa
[weil es wesentliches Moment ist, erzeugt es i hn zwar ebenso] (288, 3 5 3 , el énfasis es mío). Esta
virtud", una i nterpretación, por cierto, que Lacan encontró del todo errónea. Esta "ley de l a mujer"
creación y esta represión simultáneas t ienen lugar mediante la intervención de l o que l l ama una
es, para Hegel, la "ley de una sustancialidad subjetiva y en el plano del sentimiento, la l e y de l a
"actitud represiva [unterdrückende Haltung]", que anima su objeto como un principio hostil. Así,
v i da i nterior, una v i d a q u e n o ha alcanzado su materialización plena". Se refiere a e l l a como "la
n o queda claro s i l a propia A ntígona es hostil o s i es esta actitud represiva la que l a obl i ga a ser
ley de los dioses antiguos, ' los dioses del i nfierno"', "una ley eterna y n ingún hombre sabe en qué
host i l . En cualquier caso, queda retratada como "malvada y fútil" precisamente por su separación
momento fue .fórmulada por p rimera vez" ( 1 1 5, e l énfasis es mío).
de lo u ni versal .
1 2 He¡;e l 's Philosophy of"Right. "É sta es l a oposición suprema en l a ética y, por tanto, en la tragedia,
10 " La negatividad dominante en la guerra . . . preserva l a totalidad" (289).
y está individualizada en l a misma obra en las naturalezas opuestas del hombre y l a mujer" ( 1 1 5) .

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de los orígenes de la l ey e n el s i g u iente pasaj e : "Nadie sabe de dónde su escri tura, no están reg i stradas n i tampoco son regi strab les a n i ve l
vi enen las leyes; son e ternas" es e l verso (45 5 ) q ue c i ta Hege l . En la tra­ escrito. N o son compl etamente conoc idas, pero e l estado l as conoce
ducción de Ll oyd-J ones, el vers o aparece aumentado para dar énfasis a suficiente mente como para i mponerlas de forma viol enta. A u nque estas
l a an i m ac i ón vi tal de la l ey. A n t ígona habla así a Creonte: " N i tampoco leyes no están escritas, e l l a habla en su nombre, por lo que s u rgen ú n i ­
consideré tus proc lamas suficientemente fuertes para derogar, mortales camente e n forma de catacres i s y s i rven de co ndic ión pre v i a y l ím i te
como eran, las ordenanzas n o e scri tas e i n fal ibles de los d i oses. Porq ue para su codi ficación escrita. Las l eyes no son radica l mente autónomas,
éstas tienen vida, no sólo hoy y ayer, sino siempre y nad ie sabe cuánto porque están establecidas por la ley públ ica escrita en la que deben estar
tiempo hace que fueron re veladas" (450-456). conten idas, y a la q ue se han de subordi nar y oponer. N o obstante, será
casi i m posible, por la referencia catacrés ica a la ley no escrita e i nescri­
b ib lc en forma de un di scurso dramát ico y, de hecho, e n e l g u ión de
Hegel h a i d e n t i fi cado cl a ramente l a ley de la q ue A n t ígona habla
S ófocles se hace referencia a esta cond i c i ón no cod i ficable y excesiva
como la le y no escrita de los a n t i guos d i oses, q u e aparece únicamente
de la ley pública. Sin em bargo, ésta, e n tanto que se opone a l a condi­
por med i o de u n i nd i c i o ac t i vo . De hec ho. ¡_q ué t ip o de ley se ría? Una
ción no públ ica o n o publ icable de s u propia emergencia, reproduce el
ley para l a q ue no se p uede encontra r origen alguno, u n a ley cuyo ra s­
m i smo exceso q ue i nten ta contener.
t ro no puede adq u i ri r forma a l guna, cuya au tori dad no es comun icable
de m a nera d i recta med i a nte l a lengua esc r i t a. S i fuese co1n u n i ca b l e ,
e s t a ley tend ría q u e materi a l i za rs e med iante e l h a b l a , pero sería n H egel presta atención al acto de A n t ígona, pero no a su d i sc u rso, tal
pal abras q ue no podrían s e r p nm u nc i ad as a part i r d e g u iún a l g u n o y. vez porque el disc u rso sería i mposible al representar la ley i rrepresenta­
por con s i g u i e n te , de n i ng u n a manera a part i r del d i scurso de una obra ble. S i l o que e l l a representa es preci samente lo q ue permanece d e
de teatro, a menos q u e esa obra i n voq ue una lega l i dad, por a s í l l a­ forma inconsc iente dentro de la l ey públ ica, e ntonces exi ste para H egel
marla. rre v i a a s u propia esce n a de e n u n c i ació n, a menos q ue l a obra e n el l ím i te de lo públ i cam ente conoc ido y cod i ficable . A u nq ue e l lo es
cometa u n c ri men c o n t ra es t a legal idad prec isamente por haberla a veces apu ntado por Hegel preci samente como otra l ey, es también
e n u nc i ado en palabras . A s í pues, l a fi g u ra de esta o t ra l ey pone e n reconocida como una ley que dej a ú n i camente una h u e l l a i ncom u n i ca­
cuestión el l i te ral i s mo de l a obra, A ntíg rma: n i n g u na de las pal abras ble, un en igma de otro orden posible. Si e l l a "es" algo, es el i n cons­
de esta obra nos dará la l ey, n i n g u n a de l as pa labras de esta obra rec i ­ ciente de la ley, presu puesta por la reali dad públ ica, pero que no puede
tará l a s restricciones q u e i m pone e s t a ley. ¡,Cómo. pues, pod rá ser d i s­ aparecer dentro de sus térm i nos.
cern ida?

Hege l no sólo acepta la desapari ción fatal de Antígona del escenario


Esta ley de l a q ue estamos hablando es opuesta a l a l ey públ ica; es púb lico, sino que también ayuda a empuj arla fuera de este domi n i o y la
como el i nconsciente de el la, es aqué l l a s i n la cual la l ey públ ica no i m pu l sa a su tumba e n v i da. Por ejemplo, Hegel no j ustifica cómo e l l a
puede act uar, l a cu a l debe, d e hecho, oponerse y conservar una c i e rta aparece, a través de q ué mal versac ión del d i sc u rso públ ico su acto es
host i l i dad necesaria. De esta forma, H ege l c i ta l as palabras de Ant í­ reconoc ido como un acto público. ¿La ley n o escrita tiene el poder de
gona, una c i ta q ue a l a vez l a contiene y l a e x p u l sa, e n l a que e l l a se re-escribir la ley p ú b l ica? ¿ Es lo todavía no e scrito o l o q ue n u nca será
refiere a estas leyes n o escritas y que tienen un estat us i nfal ib le. Las escrito lo q u e consti t u ye u n a i n conmensurab i l i dad i n variab l e entre las
leyes a las que hace referen cia son, estrictamente hablando, anteri ores a dos esferas?

60 61
Lo que parece crim inal desde l a perspecti va soberana de Creonte y, o i maginario en el senti do de Irigaray, u n orden tal que constituye el
de hecho, desde la perspecti va u n iversal de Hege l , puede contener u n a i nconsciente de la ley públ i ca, la condición femenin a no consciente de
demanda i nconscien te, marcando l o s l ím i tes d e a mbas autoridades, l a su pos ib i lidad?
soberana y l a u n i versal . De esta forma s e puede vol ver a abordar l a
"fatal idad" d e An tígona a través d e l a cuestión d e si no es preci samente
Antes de consi derar la respuesta de Lacan a esta pregu nta, me gus­
el l ím i te q u e e l l a representa, u n l ím i te e n e l que n i nguna posic ión o
taría detenerme un momento para reconsi derar s u vers i ó n del orden
representación traduci b l e es posible, la h ue l l a de u n a legalidad al terna­ s i mbó l i co y tal vez ofrecer u n a serie de rev i siones al breve rel ato que
t i va que aparece en la consc iente esfera públ i ca como su futuro escan­ ofrecí e n e l capítul o anterior.
daloso.

En el segundo sem i nario de Lacan, con el título "El U n i v erso S i m ­


Se puede esperar que el g i ro h ac i a Lacan i mp u l se u na consi dera­ ból ico" se recoge u na co n versac i ón e n tre Jean H y ppol i te y Octave
ción m ás m i n uc i osa y prometedora del i nconsciente , pero me gustaría M annoni sobre el trabaj o de Lé v i - S trauss, acerca de la d i st i nción
sugerir que su l ectura también res i túa l a fatali dad de An tígona por l o e n t re n atural eza y s ímbolo. Lacan c l arifi ca l a i mportan c i a de lo s i m ­
q u e s e refi ere a los l ími tes necesarios d e l parentesco. La ley q u e esta­ bó l i co en e l trabaj o d e Lé v i - S trauss y l e e x pone su agradec i m i ento
b lece su no-viab i l idad no es una ley que pueda romperse de forma pro­ por l a teori zaci ó n que rea l i za de l orden s i mból ico. La con versac ión
vechosa. Si H egel se basa en la ley del estado, Lacan desp l i ega la per­ e m p ieza con l a rev i s i ó n de Lacan del pun to de v i sta de Lé v i -Strauss:
vers i ón aparente de Antígona para confi rmar una ley i n sol u b l e del el parentesco y l a fam i l i a no pueden deri varse de n i nguna causa natu­
parentesco. ral i sta, i nc l u so el i ncesto es un tabú q u e no está motivado por u n a
causa biológica 1 3 . En este sentido, Lacan se pregunta ¿de dónde s u r­
gen l as estructuras e l e mentales del paren tesco? Al fi n al de Las
Lacan tomará una distancia radi cal de Hege l , presentando obj ec i o­
Estructuras Elementales del Parentesco, el i n tercambio de m uj e res es
nes a l a oposi ción entre ley h u mana y ley divi na; en l ugar de e l l o se cen­
consi derado como trafi car con u n símbolo, la moneda l i n g ü ística que
tra en e l confl i c to i nterno de un deseo que p uede encontrar su l ím i te
fac i l ita u n l azo s i mból i co y comunicativo entre hom bres. El i ntercam­
sólo en l a m uerte. Lacan escri be que Antígona está en el "u mbral" de l o
b i o de m ujeres está v i nc u l ado al i n te rcambio de pal abras, y este c i r­
si mból ico, pero ¿cómo hemos d e e ntender el umbra l ? No e s u n a trans i ­
c u i to l i ngüístico e n part i c u l ar se con v ierte en el fu ndamento para
ción , reemplazada y retenida en l a moc i ón de l Espíritu. A l a vez, l o
repen sar el parentesco en base a las estructuras l i ngüísticas, l a total i ­
exteri or, l a entrada, el l ím i te s i n el que lo si mból i co n o puede pensarse,
dad d e l as cuales consti tuye l o s i mból i co. Dentro d e este punto d e
permanece, no obstante, i mpensable dentro de lo si mból ico. En el
v i sta estructural i sta de l o s i mból ico, c ada signo i n voca l a totalidad del
umbral de l o simbólico, Antígon a parece como una fi gura que i naugura orden si mból ico en e l que fu nciona. El parentesco dej a de pensarse en
su funcionamiento. Pero ¿dónde está prec i samente este u mbral y esta térm i nos de rel ac i ones de sangre o c o n ve n i os soci al e s natural i zados,
entrada? Las l eyes no escritas e i nfali bles a l as que se refiere A ntígon a
y q u e Hegel i dentifica como l a l e y d e lo femenino, no s o n l o mismo q u e t.\ Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre l l : Le Moi dans la théoric de Freud et dans l a technique de

l a psychoanalysc, 1 954- 1 95 5 (París: Ed itions du Seu i l , 1 978), p. 42; Jacqucs Lacan, The Semi nar
e l dom in i o s i m bólico, y l o s i m bólico no es exactamente l o m i smo q u e o f Jacques Lacan, Book I I : The Ego in Freud's Theory and in the Technique l,J f Psychoanalysis,
l a l ey públi c a. ¿ Estas leyes, s i n un origen c laro y de dudosa autoridad, 1 954- 1 955, cd. Jacques-Aiain M i l lcr, tr. Sylvana Tomase l l i ( N ew York: Norton, 1 988), p . 29 I J ac­
ques Lacan, El semi nario, Li bro I I : El Yo en la teoría de Freud y en la Técnica Psicoanal ítica, tr.
son algo parecido a un orden s i m bólico, un orden si mból ico al ternat i v o I rene Agoff (Buenos Aires: Ediciones Paidós SAlCF, 1 997)].

62 63
y se c o n v ie rte e n e l efecto de u n a serie de re l ac iones l i ng ü ísticas e n [que l es el d i sc urso del c i rcuito en el q u e estoy i ntegrado» ( 8 9 ) . Lacan
las q u e cada tér m i n o adq u iere sign i fi cado s i e m pre y solamente e n acerca de l o s i mból i co remarca e n e l e n s ayo "El c i rc u i to": «Soy uno y
con e x i ó n con los otros. sus v íncu los [ u n des chaí'nons ] . É ste es el discurso de m i padre, por
ej emplo, en tanto que mi padre cometió errores yo estoy total m e nte
condenado a reproduci rlos - esto es lo q u e denom i n amos el super-ego»
Destacando este momento, Lacan en fatiza q u e e l parentesco dej a de
( 89, 1 1 2 ).
tener u n a fu nción biológica n atural i sta: «En e l orden de l o humano, nos
e n frentamos a l a total emergenc i a de u n a nueva fu nción, que acompaña
todo el orden en su total idad 1 ü 1 ' é mergence total e engl oban t tout 1 ' or­ De esta forma, e l c i rc u ito de l o si mból ico está identifi c ado con l a
dre humain dans sa tota l i té- d ' u ne fonction nouvel l e ] » ( 29, 42 ). Aunque palabra del padre q u e se hace eco e n e l s uj eto, d i v i d ie ndo s u tempora l i ­
l a teorización de Lévi -Strauss de lo s i mból ico es nue va, la función s i m­ d a d entre un l ugar i rrecuperable y el momento presente. Lacan entiende
ból ica h a estado siempre presente, más bien, tiene un efecto tal que se este l egado si mbó l i co como u na demanda y una obl i gación: « M i deber
establece como sub spccie acternitatis. De hecho, las formas en q u e es preci samen te trans m i t i r ] la cadena del d i scur so 1 en u n a forma abe­
Lacan escribe acerca de l o s i m ból ico sugieren u n a con vergencia con l a rrante para cualq u i era [ Jc s u i s j ustement c hargé de la transmettre dans
l e y no escrita d e A n t ígona, remarcando d e forma semej an te lo i n h u ­ sa forme aberrante ü quelq u ' u n d ' autre [ » (89, 1 1 2).
mano e i mperceptible de s u s orígenes: « L a fu nción si mbólica no es u n a
función n ueva, ti ene sus orígenes en otra parte [ amorces a i l l eurs 1 fuera
S i g n i ficati vamente, e l s ujeto no es iden t i fi cable con l o s i mból ico,
del orden de lo hu mano, pero éstos son só lo los pri ncipios [ i l ne s ' ag i t
porq u e el c i rc u i to s i m ból ico es hasta c i e rto pu nto s iempre exte rno al
q ue d ' amorces [ . El orden d e l o h umano está caracterizado por el hecho
suj eto. Aunque no h ay forma de escapar de lo s i m bó l i co. E l l o i nduce a
q ue la función si mból ica i n terviene en cada momento y en cada fase [ le
H yppo l i te a q u ej arse d i rectamente a Lacan: « La fu nción s i m ból ica es
degrés ] de su e x i stenc ia» ( 29, 42).
para ti, si lo he entendido correctamente, u na fu nción trascendental [ u ne
fonction de transcendance ] , en el sentido que, de form a casi s i m u ltánea,
Paralelamente a l as leyes n o escritas de A nt ígona que, segú n H ege l, no podemos permanecer en e l l a, ni podemos sal i r de e l l a. ¿ A q u é pro­
aparecen como d i v i nas y subjetivas, gobernando l a estructura femen i n a pós i to sirve? No podemos hacerlo s i n e l l a, pero tampoco podemos v i v ir
de l a fam i l i a, estas leyes no s o n cod i ficables pero se entienden bási c a­ en e l l a» ( 3 8 , 5 1 ). Lacan e n su respuesta afi rma l o q ue ya h abía dicho,
mente como "atadas a u n proceso c i rc u l ar de i n tercambio en el d i s­ exponi endo l a función repetitiva de la ley: «Si l a fu nción s i m bólica fun­
c u rso". " H ay", tal y como Lacan escribe e n una parte posterior del c i ona, estamos dentro de e l l a. E i n c l u so d i ría que - estamos tan dentro
semi nario, "un c i rcu ito si mbó l ico externo al sujeto, atado a ciertos gru­ de e l l a q u e no podem os sal i r. [Je d i rai p l u s - nous sommes te l l ement ü
pos de soportes , de agentes h u m anos, en los que e l suj eto, el círc u l o 1 ' i ntérieur que nous ne pouvons e n sortir]" ( 3 1 , 43 ).
pequeño q ue e s l l am ado s u desti no, s e encuentra i nc l u i do d e forma
i n determ i n ada» (98 ) 14. Estos s ignos marcan s u c i rcuito, son uti l i zados
e n e l habla por l os sujetos, pero s u origen n o se h aya en l os sujetos que S in embargo, n o sería correcto dec i r qu e estamos total mente «den­
los util izan . Ellos l legan, p o r a sí decirlo, co m o el «discurso del otro tro» o «fuera» de esta ley si mbólica: para Lacan, «el orden si mbó l ico es
lo m ás elevado e n e l hombre, pero tam b i é n en todas partes» ( 1 1 6 ).
Como un l ugar permanente qu e está "dentro" del hombre, lo si mból ico
1 4 [ll y a u n c i rcuit s y m b o l ique extérieur a u sujet, le pe t i t ce re l e q u ' o n appe l le son des t i n , est i ndé­

fini ment inclus . J Le Séminaire JI, 123.


descentra e l sujeto que e ngendra. E ntonces, ¿cuál es e l estatus de este

64 65
l ugar? U na parte del orden de l o h u mano, por l o tanto, lo si mból ico no medio-muetta dentro de lo i n te l i gible, no está desti n ada a sobrevi v i r. En
es preci samente d i v i no. Pero hemos de considerar esta última negac i ón esta lectura, lo si mbólico captura a Antígona, y aunque se su icide en la
del propi o temor de Lév i-Strauss como u n a cual i ficación, tal y como tumba, permanece la pregunta sobre si e l l a puede o n o tener i m portan­
señala Lacan, Lévi-Strauss i n tenta guiar a Dios a la salida para l uego c i a de una forma tal que ex ceda el alcance de lo s imból ico.
g u iarle a la en trada. En l ugar de el lo, Lacan enfat i za que lo si mból ico es
al mismo t iempo u n i versal y cont i n gente, reforzando un aspecto de su
Aunque l a teori zac ión de Lacan sobre lo si mból ico ocupa e l l u gar de
u n i versal i dad, pero s i n u n m andato exteri or a s í m ismo que podría ser­
e sos rel atos del pare n tesco basados e n l a n aturaleza o en l a teología,
v i r como fundamento trascendental para su propio fu ncionamiento. S u
con t i n úa ejerciendo la fuerza de la u n i versa l i dad. Su "conti ngencia"
fu nción es l a d e t rascende n ta l i zar sus gritos, lo q u e no s i g n i fica q u e
describe l a forma de permanecer i ncon mensurable en cualquier s ujeto
tenga o pe rmanezca como u n fu ndamento t rascendent al . El efecto de
q ue v i va en sus térmi nos, y l a falta de u n fu n damento trascen dental
trascendentalidad es u n efecto de la re i v i ndi cac ión en sí.
fi nal para su fu ncionamiento. S i n embargo. de n inguna manera el efecto
u n i ve rsa l i zante de su propio fu ncionamiento se pone en cuestión por l a
En pal ahras de Lacan, "Este orden constituye una total i dad . . . e l afi rmac ión d e cont i ngenc i a. Por lo tanto, l a s estructuras del pare ntesco
orden s i m ból ico loma desde el pri ncipi o un carácter uni versal . » M ás mostradas como s i m ból i cas contin úan produc iendo un efecto un i versa­
tarde dice: 'Tan pronto e l s ímbolo aparece, hay u n u n i v erso de sím ho­ l i zantc. Baj o estas condiciones, ¿cómo el propio efecto de u n i versa l i dad
los" ( 29 ) . E l l o no s i gn i fica q ue lo s i m hól i co es u n i versal en el sentido se con vierte en con t i n gente, mucho menos socavado, re-escri t o y sujeto
de ser u n i versalmente vá l i do para todos los t iempos, s i no que cada vez a la transformac ión ?
que aparece t iene una fu nción u n i ve rsa l i zante; hace referencia a l a
cadena de s i gnos a t ravés de l a q u e se deri va su p ropio poder s i g n i fi ­
S eg ún Lacan para que el complej o de Edipo s e a u n i versal por el
cante. Lacan remarca q ue l a s age n ci as s i mhólicas acortan l a s dife re n ­
hecho de ser s i mból i co, 110 es n ecesario q ue éste se evidencie de forma
c i as ex istentes entre sociedades con v i rtiéndose en la estructura i rredu­
global. El problema no es que lo si mból ico represente un u n i versal
c i hle, i n consciente y radical, de la v i da socia J 1 5 . De forma s i m i l ar,
Lacan d i rá que el complejo de Edi po, una estructura de lo si mhól ico, es fal so. Por e l contrario, en el l ugar y en el momento que aparece el com­
a l a vez u n i versal y conti ngente precisamente "porq ue es ú n i c a y pura­ p l ejo de Ed i po, éste ej erce una fu nción de u n i versa l i zac i ó n : aparece
mente si mbólico": representa lo que no puede ser, hablando de forma como lo que es verdad en todas partes. En este sent i do, no es un u n i ver­
est ricta, l o q ue ha s i do a l i v i ado de ser en su cstat us como u na s u s t i t u ­ sal concretamente rea l i zado o real izable; su fracaso en la real i zación es
ción l i n g ü ística d e l o ontol6gicamcnte dado. No captu ra o e x h i be su preci samente lo que sostiene su estatu s como una posi b i l i dad u n i versal.
objeto. Este objeto fur t i vo y perdido sólo s e hace i nte l igible a través de N i nguna excepción puede poner e n c uestión esta u n i versali dad, porque
aparecer, reemplazado, dentro de l as susti tuciones que constituyen tér­ no depende de u n a concreción em píri ca que dé soporte a s u función
m i nos s i m bó l i cos. Lo s i mból i co ha de ser entendido como un c i erto u n i versalizante (esta función n o cuenta con soporte y, por tanto, es con­
t i po de t u mba q ue precisame n te no se e x t i ngue, s i n o que permanece ti ngente en este sent i do restringido). De hecho, su part i c u l ari zac ión
v i vo y atrapado den tro de sus términos, un l ugar donde Antígona, sería su ruina.

1 5 "Esto no es n i más ni menos que l o que e l i nconsciente presupone tal y como lo descubrimos y
S i n embargo, ¿este e n tendimiento de l a u n i versal i zación fu nciona
manipulamos en el análisis." (Seminar 11. 30). Aquí no es simplemente que lo simbólico fu ncione
com o el inconsciente, sino que lo simbólico e s precisamente lo que el i nconsciente presupone.
para i mpu lsar a D i os (o los D i oses) a través de otra puerta? Si por una

66 67
parte e l compl ej o de Edipo n o es u n i versa l , pero por otra permanece En c i erto senti do, l a preocupac i ó n de Lacan respecto a l a obra
u n i versal, ¿fi nal mente i m porta en q ué form a es u n iversal si el efecto es v iene prec i samente por este hecho de prec i p i tarse uno m i smo h ac i a l a
e l mi smo ? Nótese q u e e l sentido en e l q u e el tabú del i n cesto es "con­ prop i a destrucción, e s a prec i p i tación fatal q ue estructura l as acc iones
ti ngente" es preci samente el de esta «fa l ta de base"; ¿ pero qué v i en e de Creonte y A ntígona. A sí, Lacan redefi n e la probl e m ática de A ntí­
después d e esta falta de fundamentac ión? E l l o n o l leva a consi derar q u e gona como u n a d i fi c u l tad i nterna del "deseo de hacer e l bi en", e l deseo
e l tabú e n s í m i smo puede aparecer como radical mente alterabl e o, d e de v i v i r en confor m i dad con u n a norma ética. A lgo surge i n v ari able­
h echo, e l i m i nabl e ; por el contrario, c uando éste aparece l o hace d e mente en la m i s m a trayectoria del deseo, qu e aparece como e n i g m áti co
forma u n i v ersa l . A sí, esta conti ngencia s i n base se convi erte en l a con­ o m i sterioso desde e l punto de v i sta consc i e nte q u e e stá ori e ntado
dición de una apariencia u n i v ersa l i zante ; que es total mente d i stinta de hac i a la búsq ueda del bien: "Tanto en el m argen i rreduc i b l e como en e l
una con t i ngenc i a q ue establ ece l a variab i l i dad y la fu nción c u l tural l í m i te d e s u propi o bien, e l suj eto se revela a s í m i smo a l m i sterio,
l i m i tada de cualquier regl a o norma. n u nca resuelto del todo, de l a naturaleza de s u deseo [ le s uj et se révelc
au mystere i rréso l u de c e q u ' est son dés i r ] " ( 237,27 8 ) . Lacan rel ac i ona
La apro x im ación q ue Lacan rea l i za a Antígona se ha de enmarc ar A n t ígona con la noción de la bel l eza, sugi riendo que ésta no e s siem­
dentro del tema sobre ética q u e real i za en el Seminario VJJ 1 6 . Lacan pre compatible con e l deseo del b i e n , y q ue nos atrae y fasc i n a por s u
trata el problema del bien como una categoría cen tral para la ética y l a carácter enigmáti co. Por l o tanto, Antígona emergerá para Lacan como
contransformac ión (commodifi cat i o n ) . "En e l momento q u e todo se u n problema d e be l l eza, fasc i nación y muerte , como lo que prec i sa­
organiza al rededor del poder para hacer el bien, ¿,cómo puede ser q u e mente i nterv i ene entre el deseo de hacer el bien y el deseo de aj u starse
algo tot a l m ente en igmático se o frezca a s í m i smo y retorne a nosotros a la norma é t i ca, desvi ándola e n i g m áticamente de su c a m i no. Por
s i n cesar, desde nuestra propia acc ión como su consecuenc i a descono­ tanto, ésta no es u n a oposic ión e n t re un d i scurso o pri nc i p io y otro,
cida?" ( F, 275, mi traducción ) . En relación a Hegel , Lacan apunta, "el entre l a fam i l i a y la comun idad, sino un confl icto i n terno y constitutivo
ámbito e n el que Hegel es más déb i l es en poética, y especial mente en del funcionamiento del deseo y, e n part i c u l ar, del deseo ético.
lo q ue art i c u l a acerca de An tígona" ( E , 249) . H egel comete un error en
la Fenomenología al a fi rm ar que Antígona re vela «una oposición
Lacan se opone a l a i n s i stenc i a de H egel en qu e l a obra se mueve
c l ara . . . e ntre e l disc urso de l a fam i l i a y el del estado. Pero en m i opin i ón
hacia una "reconc i l iación" de dos pri n c i p ios ( 249) . La lectura de H egel
las cosas son menos c l aras» (236 ) .
es que el i m p u l so de m uerte nace del deseo. Lacan argumenta en varias
ocasiones que "no es s i mplemente la de fensa de los derechos sagrados
Defe n d i endo l a v i s i ón de Goet h e , Lacan i n s i ste e n q u e "C reonte de quien muere y de su fami l ia", sino q u e se trata de la trayectoria de l a
[ n o ] se opone a A ntígo na como u n pri n c i p i o de la l e y, d el d i sc u rso, a pasión q ue se d i rige hac i a l a autodcstrucc i ó n . S i n e mbargo, e n este
otro . . . Goethe e x p l i c a q u e Creonte es condu c i do por s u deseo y punto Lacan sugiere qu e el pensamiento de la pasión fatal es en ú ltimo
man i fie stamente se d e s v ía d e l c a m i no recto . . . é l se d i rige como u n térmi no separabl e de l as restricciones i mp uestas por e l parentesco.
rayo por s í m i s m o h ac i a s u prop i a destrucción [ i l c o u rt a s a perte ] " ¿Esta separación es posi b l e, consi derando el espectro de l a pasión
( 254, 297). i ncestuosa? ¿ Y alguna teorización de l o s i mbólico o su form a l i zac ión
en ú ltimo térm i no e s separable de la cuest i ón del parentesco y l a fami ­
16 Le Séminaire, Livre VII: L 'éthique de l a psychoanlyse (Paris: É ditions du S e u i l , 1 986); The
l ia? Después de todo, v i mos e n e l Semina rio 1 1 cómo l a m i s m a noción
Seminar of.lacques Lacmz, VII: The Ethics uf Psychoanalysis, ed. Jacques-Aiain M i ller, tr. Den­
nis Porter (New York: Norton, 1 992). de l o s imból ico se deriva de su l ectura de l as e structuras e lementales del

68 69
paren tesco de Lévi -Strauss, y, en particul ar, de l a fi g ura de l a muj e r al de la vida h u mana, también augura o produce -o, más bien, transmite
como u n objeto l i ngüístico d e i n tercambio. D e hecho, Lacan d i c e q ue una vuelta a- otra muerte, la segunda m uerte que Lacan identi fica como
pidió a Lévi -S trauss que releyera Antígona para confi rmar que l a obra la suspensión de todas l as transformaciones naturales o h i stóricas.
trata del m i smo comienzo de la cu l tu ra (285 ) .
Lacan, clarame nte, re l aciona Antígona con Sacher- M asoch y Sade
N o obstante, Lacan se apro x i ma a Antígona, primero como una i ma­ en esta parte del se m i nario: "El anál i s i s m uestra c l aramente q ue el
gen fasci nante y l uego en re l ación con el proble ma del i mp u l so de s ujeto desprende u n doble de sí m i s mo que es hecho i n acces i b l e a la
m uerte q ue deri va en masoqu i smo. Sin em bargo, e n relación con lo destrucción para hacerle soportar lo q ue u n o, tomado un térm i no de l
ú l t i mo, Lacan sugiere que las l eyes no escritas e i n fa l i bles, an teriores a ámbito de la estética, no puede a l i v i ar med i ante el dolor." ( 2 6 1 ) . La tor­
toda cod ificac ión, son aq uél l as q u e marcan e l extremo lej ano de u n tura establece la i ndestruct i b i l idad para A n t ígona y Sade. El apoyo
l ím i te si mból ico q u e l o s h umanos no pueden cruzar. A n t ígona aparece i n destructible se con vierte en l a ocas ión para la producción de formas y,
en este l ím i te o, de hecho, como este l ím i te, y la mayor parte de la sub­ por tanto, para la cond ición de la estética en s í m i s ma. En térm i nos de
siguiente d i sc us ión de Lacan se centra e n el térm ino Ate, enten d i do Lacan "el obj eto 1 en el fantasma sádico ] no es más que el pode r para
como el l ímite de l a e xi stencia h u mana q ue se p uede cruzar sólo breve­ soportar una form a de s u frimiento" ( 26 1 ) y así se con v i e rte e n una
mente d urante l a vida. forma de pe rsi stencia que sobrevive a los esfuerzos para su destrucción.
Esta persi stencia aparece rel acionada con lo q ue Lacan l l ama, de modo
spi nozístico, esencia pura .
A ntígona ya está al serv i c i o de la muerte, muerta en v ida; y, por lo
tanto, e l l a parece haber l legado de algún modo a una muerte que aún no
s e comprende. Lacan entiende l a terquedad d e Antígona como una man i­ La d i scusión de Lacan sobre Antígona e n e l Seminario VIl s e revel a
festación de este impulso de m uerte, u n iéndose al coro l l amándo l a de forma metonímica, ident i ficando e n primer lugar l a manera en que la
"inhu mana» en rel ac ión con l s mena, y e l l a n o es la ú n i c a q u e pertenece obra fuerza una rev i sión de la teoría de l a catarsi s de Ari stóteles. Lacan
a este rei no previo y no escrito: Creonte q u i ere fomentar el bien de todo s ugiere que Antígona i mpl ica una purgac ión -o expiac ión- pero no l l eva
el mundo como la ley sin l ím ites ( 25 9 ), pero en el proceso de apl icar la a la restauración de la calma si no, más bien, a l a con t i n uac ión de l a i rre­
ley, sobrepasa la ley, basando s u autoridad también en l as leyes no escri­ solución. Pregunta de forma más específica sobre la «i magen» de Antí­
tas que parecen impul sar sus propias acc iones hac ia la autodestrucción. gona ( 248 ) en rel ac i ón con esta purgac ión s i n resol uc ión y l a define
Se considera que también Tires ias habla desde este l ugar que no es e xac­ como una i magen que purifica todo lo q u e pertenece al orden de lo i ma­
tamente "de" la v ida: s u voz l e es y no le es propia, sus palabras vienen g i nario ( 248 ). Este rasgo cruc ial de Antígona l l eva meton ímicamente a
de los d i oses, del chico que desc ri be l as señales, de l as pal abras q ue él l a conside rac ión de «esa segunda m uerte » , que Lac an describe como
recibe de otros y s i n embargo é l es el ú n ico q u e hab l a . Su autoridad anuladora de las cond iciones de la pri mera muerte, es dec i r, del c ic lo de
parece l l egar de algún l ugar fuera de lo h umano. Su discurso de l as pala­ l a m uerte y de l a v i da. As í, en la segunda muerte no e x i ste u n c i c l o
bras divi nas l e establece como alguien por el cual l a m i mesis con ll e v a redentor, a l n o seg u i rle n i ngún nac i m i e n to: ésta será l a m uerte de A n t í­
u n a d ivisión y una pérdida d e autonomía; esto l e rel aciona con un tipo d e gona, pero según s u sol i loq u io, h abrá s i do la m uerte de todos y cada
lenguaj e que Creonte representa al afirmar s u autoridad más al lá d e s u s u n o de los m iembros de s u fam i l i a. Lacan i dent i fica más tarde esta
l ím i tes codi ti cables. S u discurso no sólo proviene de otro 1 ugar d i ferente segunda muerte con «Ser e l l a m isma», tomando l a convención de l a

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c ap itali zac ión del l éx i co H e i deggeriano. La i magen de Antígona , la describiendo e l rasgo const i t u t i vo de esta i mage n como «el l ím ite en el
i magen de i rreso l u ci ón, l a i m agen i rresuelta es l a po sició n de Ser e l l a que un ser permanece en un estado de sufri m iento» (262) .
m t sma.
Así, Lacan i ntenta demostrar que A n t ígona n o puede, e n ú l ti m o tér­
An teriorme n te , en la m i s m a pág i na, Lacan re l ac i ona esta m i s m a m i no, ser entendida a l u z de los l egados h i stóricos de los que surge, s i no
i mage n con l a « acc ión trág i ca», q u e m á s tarde afi rma q u e art i c u l a l a más bien como afi rmando "un derecho que surge en e l i m borrabl e
pos i c i ó n de S e r como u n l ím i t e . S i g n i fi c at i vamente, este l ím i t e e s carúcter de l o que e s ' ' (279 ) . Y esto le l l eva a l a con troverti da conclu­
también descrito en térm i nos d e u n a i rresolución con s t i tu t i va, e s dec i r sión de q ue «esa separación del ser d e todas l as características del
«ser ente rrado v ivo e n u n a tu mba.» M ás tarde, Lacan nos d a otro len­ drama h i stórico que v i v i ó es j u stamente e l l í m i te , e l ex nih ilo e n e l que
g u aje con el q u e en tender esta i magen i rres u e l ta del mov i m i e n to se sost iene A n t ígona.» (279 ) . Aquí, de n uevo, nos podemos pregu ntar
i n m óv i l ( 2 5 2 ) . Tam b i é n se d ice q ue esta i magen «fasci na>> y ej erce u n cómo e l drama h i stórico qu e e l l a ha v i v i do l a devuelve no sólo a esta
e fecto sobre e l deseo - u n a i m agen q u e a l fi n a l del capít u l o « E l bri l l o i m borrabi l idad pers i stente de l o que es, s i no a l a perspect i va segura de
d e A n t ígona>> s e converti rá e n consti t u t i va d e l deseo e n sí m i smo. En la i mborrab i l i dad. S eparando e l drama h i stórico que e l l a v i ve de l a ver­
el teatro, v e m os a aquél l o s que están en terrados en vida, vemos dad metafís ica que ej empl i fica para nosotras, Lacan deja de plantear la
moverse a los m uertos, v e mos con fasc i nac i ó n cómo l o i n an i m ado pregunta sobre cómo c iertos t i pos de v i das, prec i samente a causa de su
está a n i mado. drama h i stórico, son re legadas a los l ím i tes de lo i mborrabl e .

Parece q ue l a coincidenci a i rresoluble de la v i da y de la muerte en la Como otros personajes Sofoc lcanos, l os de A n t�r.:ona son para Lacan
i m agen, l a i magen q u e Antígona ejempl i fica a l a perfecc ión, es también « l levados a un extremo qu e no represe n t a su soledad en re l ac ión a los
l o q ue se entiende como e l « l ím i te>> y l a «pos i c i ón de Ser» . Es u n l ím i te otros" ( 272 ) . N o son sol amente separados u n os de ot ros o, de hecho,
que no se p uede pensar dentro de la v ida, s i n o que actúa en l a v i da separados unos de otros a través de la re ferenci a a l s i ng u l ari zante e fecto
como l a frontera q u e l os v i v i entes no pueden cruzar, un l ím i te que cons­ de la fi n i tud. Hay algo más: son personajes que se encuentran «en l a
t i tuye y n i ega s i m u l táneamente l a v ida. e n t rada en u n a zona l ím i te, e ntre l a vida y l a muerte» ( 2 7 2 ) , e x presada
por Lacan con u n a pal abra escrita con g u i ón «entre-la- vie-e!-la-mort»
Cuando Lacan d i ce q u e A n t ígona fasci n a como i magen y que es ( F, 3 1 7 ) . Al contrar i o de Hege l , Lacan e n t iende que e l mandato baj o e l

«be l l a » ( 260) , está l la mando l a atención sobre esta coi ncidencia s i m u l ­ q u e actúa Antígona es s i g n i fi c ati vamente ambi guo, produ c i endo u n a
tánea e i rresuelta d e l a v i da y de l a m uerte q u e Antígona h ace re sal tar rei v i n dicac i ón cuyo estado n o está c l aramente en oposi c i ón con e l de
para s u aud iencia. El l a se está muriendo, pero en v i da, y por tanro sig ni­ Creonte. E l l a está, ante todo, apelando a ambos, las leyes de la t i e rra y
fica e l lím i te que constituye l a muerte ( fi na l ) . Lacan vuelve a Sacie e n su los mandamientos de los di oses ( 276), y su d i scurso, e n concordanc ia,
discusión para acl arar q u e e l p u n to n u lo, el "parti r otra vez desde cero» , osc i l a entre ambos. I n te n ta d i st i ngu i rse de Ct·eonte, ¿ pe ro son sus
es lo q u e ocasiona l a producción y reproducc ión de formas ; es " u n deseos tan di fe rentes de los de él? De form a s i m i lar, el coro busca d i so­
su bstrato q u e h ace e l sufr i m i e n to soportabl e . . . e l doble de uno m i smo" ciarse de lo que Lacan l l ama « e l deseo del otro» pero se encuentra con
q ue proporci on a e l soporte p ara e l dolor ( 2 6 1 ) . De n uevo, en l a pági na que esta separac ión fi nal m e n te es i mposi b l e . En d i fe rente momentos,
s i g u i ente, Lacan aclara esto defi n i endo las con d i c i ones de resi stenci a, tanto Creonte como A n tígona d i ce n q u e l os dioses están a su l ado:

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Creonte j u stifi ca las leyes de la ci udad haciendo refe rencia a los decre­ q ue no se pueden esc ribir no son lo m i smo que lo s i m bó l i co, este c i r­
tos de los d ioses; A ntígona c i t a los dioses chthonic como su autori dad . c u i to de i n tercambio den tro del cual el s ujeto se encuentra. A u nq ue
¿ I nvocan ambos a l o s m i s mos d i oses, q ué t i po de d i oses so n, y q ué Lacan identifica este movim iento i n terno de deseo, de pu l sión de
estragos hacen, si ambos Antígona y Creonte se ven a s í mismos bajo su muerte, como lo q ue fi nal me n te l leva a Antígona fuera de l o si mból ico ,
mandato? como e sa condic i ó n para l le v ar una v i da soportable, lo qu e m ueve a
Antígona a través de la barrera hac i a l a escena de l a mu erte es precisa­
Para Lacan, recurri r a los d ioses es como rec urrir más a l l á de la vi da mente l a maldición de su padre, l as pal abras del padre, l os mismos tér­
h umana, rec urri r a la muerte e i nstalar l a muerte dentro de la vida; e sta m i nos a través de l os que Lacan define anteri ormente lo s i mból ico: « El
búsqueda de lo que está más allá, o es ante rior a lo si mbó l i co, l leva a l a d i scu rso de mi padre , por ejemplo, e n tanto que mi padre cometió en-o­
autodestrucción que i n terpreta e n sentido l i teral la entrada d e l a muerte res yo estoy tota l mente condenada a reproducirlos -esto es lo q ue deno­
e n la vida. Es como si la m i s m a i n vocación de este más al lá provoca e l m i namos el super-ego. » Si l a demanda o la obl i gación i m puesta por lo
deseo e n la d i rección d e l a m uerte, u na segunda muerte que sign ifica el s i mbólico es «tran s m i t i r l a cade na del d iscurso en su forma aberrante a
fi n de c u a l q u i e r transformación fut u ra. En part i c u lar, Ant ígona « v i o l a cual q u i era» (Seminario 11, 89), entonces Antígona tran s m i te esa cadena
l o s lím i tes de A l e a través d e s u deseo .» ( 227 ). S i b i e n é ste consti tuye pero a su vez, significati vamente, al obedecer a l a maldición en que cae ,
un l ímite q u e los h umanos pueden cru1.ar sólo de forma momentánea, o fre na el fu ncionamiento futuro de esa cadena.
de forma más correcta, q ue no pueden cruzar por u n largo período d e
Liempo 1 7 , es un l ím i te q u e A n tígona n o sólo ha cru1.ado sino en el q ue
Aunque opera dentro de l os térmi nos de la ley al re i v i nd icar la j usti ­
ha permanec ido d u rante demasiado tiempo. E l l a ha cruzado l a l ínea,
cia, al mismo tiempo destruye las bases de ésta en l a com u ni dad a l
desafiando la ley pública, c i tando u na ley del más al lá que en real idad
i n sistir que su hermano es i rreducible a cualquier ley q ue deje a l o s c i u ­
es una m u e rte, que a la vez es sol i c i tada al ser c i tada. Antígona actúa
dadanos s e r i nterc ambiables e nlre sí. Al afi rmar la particularidad radical
bajo e l mandato de la muerte, que retorna a ella mediante l a destrucción
de su hermano, éste se convi erte en u n escándalo, en l a amenaza de des­
de la condición continua de pos i b i l idad de su acc ión, de su i nsoportable
trucción de la u n i versal i dad de l a ley.
acción fi na l .

E n pal abras d e Lacan : « El l ímilc e n cuestión es uno e n el q u e A n t í­ En ci e rto modo, A n tígona rech aza qu e el amor por su hermano l e
gona m i s m a se establece, u n l ugar en e l que se sie nte i natacable, u n l l e v e a asi m i l arse a u n orden s i mból ico basado en l a com u n ic ab i l i d ad
l u gar q u e e s i mposible cruzar para cualquier morLal más a l l á d e las del s igno. A l permanecer e n el l ado del s ig n o incomunicable, l a l ey no
leyes. Éstas dejan de ser leyes pero ¡wseen una cierta lega/idcul conse­ escri ta, A n tígona s e n i ega a someter s u amor a l a caden a de s i g n i fica­
cuencia de las leyes del bien que se dice son . . . no escritas . . . una in vo­ ción, esa v ida d e s ustitu i bi l i dad q u e i n augura e l l enguaje . E l la repn .: ­
cacián de algo que es, en efecto. del orden de la ley, pero que no está senta, segú n Lacan, « e l carácter i m borrabl e de l o qu e es» (279). Pero

desa rrollado en ninguna cadena sign ificante o en cualquier otra cosa lo q u e es, lo que se encuentra bajo l as regl as de lo s i m bó l ico, es prec i ­
[dans rienl» (278, 3 24, énfasis p rop i o ) . De esta forma, Antígona no se samente l o q u e e s e vacuado a l emerger e l s igno. Lacan asoc i a L· l
i nc l uye a sí m i sma dentro de lo si mból i co, y e stas leyes no escri tas y regreso a u n a ontolog ía i m borrable y prel i ng ü ística al regreso a l;t
muerte y, princi palmente, a l a p u l s ión d e m uerte ( aq u í fi g u ra co111o

17 '"1 1 désignc la limite que la vic humaine ne saurait trop longtcmps franc hir'" ( !.e Sémi11aire 11, 305 ). m uerte ) .

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Lacan considera que Antígona, al posi c ionarse a favor de Polinices, y l a pregunta sobre s i lo s i mbó lico es o no u n a « total idad», tal y como
y de su amor por é l , va más al l á del carácter i mborrable que e l l o que Lévi-Strauss afirmó e Hyppol ite sospechó. S i , como señala Lacan,
i m p l ica. En pri mer l ugar, A nt ígona busca cubrir, o i n c l uso borrar, e l Antígona representa un t i po de pensamiento que va en contra de lo sim­
cadáver e x puesto de su hermano e n terrando sus cen i zas. E n segu n do ból i co y, por tanto, e n contra de la v ida, tal vez es porqu e los tér m i nos
l ugar, Antígona, al apoyar a su hermano, se i m p l i ca en u n a muerte e n de viabil idad son establecidos por un s i m bólico que se ve desafiado por
vida, l o q u e anula preci samente l as re l aciones d e parentesco q u e articu­ su t i po de rei v i nd i cación. Y esta rei v i ndicación no tiene l ugar fuera de
l an l o s i m ból ico para Lacan, l as condiciones i nte l igibles para l a v ida. lo s imból i co ni fuera de la e sfera públi c a, s i n o dentro de sus térmi nos y
E l l a no e n tra en l a m uerte al abandonar los l azos s i mból icos de l a como u n a apropiación y perversión de su propio mandato.
comun idad para recuperar u n a ontología i mposible y p ura del hertnano.
En este punto l o que Lacan o m i te , tal vez manifestando su pro p i a
En efecto, la maldic ión de su padre es la manera en que Lacan
ceguera, es q u e Antígona sufre una condenación fatal por haber anulado
defi ne l o simból ico, esta obli gación de l a progenie a seguir e n sus direc­
el tabú del i ncesto que articula el parentesco y lo si mból ico. Ello no s i g­
c iones aberrantes l as m i smas palabras de su padre . Las pal abras del
n i fica que e l conte n i do puro del hermano sea i rrecuperable desd e s u
articulación si mból ica, sino que l o s i mbólico está l i m i tado por sus pro­ padre, las decl arac iones que origi nan l a maldic ión si mból ica, conectan

h i biciones constituti vas. con sus hijos de un solo golpe. Estas pal abras se conv ierten en e l c i r­
c u i to e n el que toma forma el deseo de Antígona, y aunque e l l a está casi
desesperadamente atrapada en estas pal abras, no l a c apturan del todo.
Lacan plan tea el problema en térm i nos de una relación i n versa en tre
¿Estas palabras le condenan a su muerte, en tanto que Ed i po afi rm a que
lo si mból ico y u n a ontol ogía p u ra: « l a posición de Antígona representa
sería mejor q ue su h ij o no hubiese v i v ido, o es éste su escape de las
el l ím i te radical que afi rma e l valor único de l a e x i stencia de su her­
palabras que la l levan a la no-viab i l idad de un deseo exterior a la i n te l i ­
mano, s i n re ferencia a n i ng ú n contenido sobre l o bueno o lo malo q u e
g i b i l i dad c u l tural? S i l o s i mból ico está gobernado por l a s pal abras del
Pol i n ice haya pod ido hacer, o a l o q u e puede estar sometido.» ' � S i n
padre y está estructurado por u n parentesco q u e h a asumido la forma de
em bargo, este anál i s i s n o con sidera q ue e l l a a s u vez está cometiendo
la estructura l i ng ü ística, s iendo e l deseo de Antígona i nsoportabl e den­
u n cri men, no sólo desafi ando e l ed icto del estado, sino también al l le­
tro de lo si mbólico, ¿por qué Lacan mantiene que es una característica
var e l amor por su hermano demasiado lejos. Es Lacan q u i e n separa
i nman en te del deseo de Antígona que l a l leva i nexorablemente hacia su
Pol i n ices «del drama h i stórico q ue ha v i v i do», general i zando los efec­
m uerte? ¿ No son preci samen te l os l ím i tes del parentesco l os q ue están
tos mortales de esta prohibi ción como «el espacio que la sola presencia
regi strados como la insoportab i l i dad del deseo, lo que d i rige el deseo
del lenguaj e genera en l a vida del hombre.»
h ac i a la m uerte?

� Parece que lo que se o l v i d a en este punto, enterrado o tapado, e s l a


Lacan reconoce que e xiste un l ím i te en este punto, que constituirá el
relación anterior que Lacan establece de l o s i m ból ico con Lév i -S trauss
l ím i te de la c u l tura e n sí, un l ím i te necesari o después del cual está l a
m uerte. Lacan afi r m a q u e «sólo s e p uede hacer u n a aproximación a l a
I R Y es e l lenguaje l o que le con fiere e l ser: "'Antígona aparece . . . c o m o una s i m p l e y pura rel aci ó n
del ser humano con atjuello de lo l] U C resulta ser m i l agrosamente el portador. a saber. el cort e sig­
v i da, s e puede v i v ir y ret1ex ionar acerca d e e l l a, desde este l ím i te donde
n i fi c ante. 4 u e le confi ere el poder i n fr an4ucab l e de .se r lo que es fre n te a todo lo que pue de s�r A ntígona ya ha perdi do su vida, donde ya se encuentra en el otro l ado»
opuesto a é l . " ( Seminur VII: The r,.lhics o( Psvclwmwlrsis. p.282. el énfasis es mío) [ Semi na rio
VII: La élica del psicounúlisis/.
(280). Pero ¿ h asta q ué p unto esta reflex ión sobre l a p u l s i ó n de muerte

76 77
vuelve para desafi ar la articu l ac i ón de lo simból ico y al terar las prohibi­
c i ones fatal es e n l as q ue se reproduce su p ropio poder? ¿ S u dest i n o es
u na mue rte soc ial , en el sentido que Orlando Patterson uti l i za este tér­
m i no? 1 9 Parece una cuestión cruci a l , desde esta posición exterior a l a
vida que como sabemos n o e s necesariamente una posición exterior a l a
v ida como debe ser. Proporciona u n a perspectiva sobre l as restricciones
si mból icas bajo l as que la v i abi l i dad se encuentra establecida, y la p re­
gunta qu e se plantea es: ¿ Proporciona una perspectiva crítica a través de
l a cual los térm i nos de v i a bi l idad pueden ser re-escri tos, o de hecho,
escritos por primera vez?
CAPÍTULO 3
¿ A n tígona sugiere , tal y como Lacan señala, «empuj ar al l ímite l a Obediencia Promiscua
rea l i zación d e lo q ue puede l l amarse el deseo puro y s i mple de muerte
como tal » ( 28 2 )? ¿ S u deseo persi ste si mplemente en la cri m i nal i dad
hasta el pu nto de la m uerte? ¿ Lacan está en lo cierto sobre el hecho q u e
« A nt ígona e l i ge s e r pura y s i m plemente la guardiana d e l o cri m i n al
corno tal » ( 283 ) o, por el contrario, esta cri m i nal idad afi rma un derecho
i nconsciente, marcando u na lega l i dad pre v i a a l a cod i ficac ión donde lo
s i m ból ico con sus exc l u siones tiene que fracasar, estableciendo l a pre­
gu nta sobre si pueden haber n ue v as bases para la com uni cab i l idad y
para la vida?

¿ Lacan está en lo cierto sobre el hecho que «Antígona e l i ge ser pura


y s i m ple mente l a guard i an a de lo cri m i nal como tal» ( 283) o, por e l
con trario, esta c ri m i na l i dad a fi rma un derecho i nconsciente, marcando
una legal i dad previa a la cod i fi cac ión donde lo si mból ico con sus exclu­
siones t i e ne q u e fracasar, e stablec iendo l a pregunta sobre si pueden
haber nuevas bases para la comun icab i l idad y para l a vida?

19 Orlando Pattersun, S/avery and Social !Jeath (Cambridge: Harvard U n i vcrsity Press, 1 982). pp.
3�-46.

78 79
CAPÍTULO 3
Obediencia Prom iscua

En su estudio sobre las apropi aciones h i stóricas de Antígona, George


Steiner plantea s i n quererlo una cuestión controvertida: ¡,Qué pasaría si
el psicoanál i s i s hubiera tomado a Antígona, en l ugar de Edipo, como
pu nto de partida? 1 Edi po tiene claramente su propio destino trágico, pero
e l dest ino de Antígona es decididamente post-edipal. Aunque sus herma­
nos son expl íc i tamente maldecidos por su padre, ¡, tiene la mald ición
también efecto sobre e l la, y si es así, a través de q ué medios furti vos e
i mp l ícitos? Seguramente algo del dest ino de Edi po está hac i e ndo efecto
a través de e l l a m isma, pero ¿qué peso de la h i storia está cargando A n t í­
gona? Edipo l lega a conocer q u ié nes son su madre y su padre, pero se
encuentra con que su mad re tam bién es su esposa. El padre de A n t ígona
es su hermano, ya q u e los dos com parten una madre en Yocasta, y sus
hermanos son sus sohri nos, h ijos de su hermano-padre, Ed i po. Los tér­
m i nos de paren tesco pasan a ser i rrcversi hlemente eq u ívocos. ¿ Es esto
parte de l a traged ia? ¡, Ll eva este eq u ívoco de parentesco al fatalismo?

Ant ígona está atrapada en una red de rel ac iones q u e l a sitúa en una
posición no cohere n te dentro del parente sco. E l l a, estrictamente
h ablando, n i está fuera del parentesco n i es i n i n t e l igible. Pode rnos
entender su s i tuac i ó n , pero sólo con u na c i erta cantidad de horror. El
parentesco no es si mpl emente u n a situac i ón en la que e l la se encuentra,
s i no una serie de prácticas que e l l a también rea l i za, re laciones q u e se
reinstituyen en el tie mpo p recisamente a través de la práctica de su repe­
ti ción . Cuando e l l a entierra a su hermano, no es s i mplemente que actúe
desde el pare ntesco, como si éste s u m i n i strara un pri ncipio de acc i ón.
s i no que ésta es l a acción de paren tesco, l a repetición rea l i zati va que
rei ntegra el parentesco como escándalo públ ico. El parentesco es l o que

1 Stei ner, A migones, p . l S I A ntígonas: una poérica y una.filosojia de la lt'clum j .

81
e l l a rep i te a través de su acc ión; uti l i zando u na formulación de Dav i d h echos de u n a m i sma, y cuál es l a temporalidad de esta repetición en l a
Schneider, no e s u na forma d e s e r s i no u n a forma d e hacer. 2 Y su propia que e l hecho qu e s e h a producido como res u l tado de l a maldición e s
acc ión l a i mp l ica en l a repetición aberrante de una norma, una costum ­ también d e alguna manera u n a repetición aberrante, u n a repeti c ión tal
bre, u n a convención, n o d e u n a l e y formal s i n o de u n a regulac ión de que afirma que la maldición produce consecuencias no anticipadas?
c u l tu ra parecida a una ley que funciona con su propia conti ngencia.

Edi po, por s upuesto s i n saberlo, d u e rme con su madre y mata a s u


Si observamos que para Lacan lo si mból ico, aquel l a serie de reg l as padre, y e s empuj ado hac i a e l desierto acom pañado por A n t ígona. En
q ue gobi ernan e l acceso al d i scu rso y al dom i n i o del hab la en l a cultura, Edipo en Colono l os dos, j un to con u n pequeño grupo de segui doras y
está motivado por l as palabras del padre, entonces l as palabras del padre seguidores, son acogi dos por Teseo en u n a tierra gobernada por Atenea.
segu ramente se encuentran sobre Antígona; son, y eran, e l medio e n e l Edipo descubre que sus h ijos tienen e x p l íc i tamente prohibido e l retorno
que e l l a actúa y l a voz desde l a que defiende s u acto. Ella transmi te esas a Tebas y también descubre q ue se han e n fren tado e ntre e l l os en u n a
palabras de una forma aberrante, haciéndolo fiel mente y traicionándolas d u ra batall a por e l trono. H acia e l fi nal d e l a obra, l a seg unda de l a tri l o­
al dirigirlas hac ia s i tios donde nunca tuvieron la i ntención de ir. Las pala­ g ía, Pol i n ices visita a Edipo y l e pide regresar. É ste no sólo rechaza esta
bras se rep iten, y su capacidad de repetición cuenta con l a desv i ación que petición, sino q ue d i rige una maldición contra Pol i nices, q u e "ni triu n ­
produce dicha repetición. La aberración de su discurso y su acto fac i l i tan fes jamás e n tu patr i a c o n las armas, n i j amás vol verte p uedas ya a l res­
estas transmisiones. En efecto, e l l a está transmitiendo más de un discurso g uardado Argos, s i n o qu e en l ucha fratricida mueras y m ates al m i smo
a la vez, ya que l as demandas que se encuentran sobre e l l a provienen de que te ha desterrado." ( 1 3 85- 1 393 ) .
más de una fuente : su hermano también le pide q ue le dé un entierro
decente, una petición q ue de alguna manera entra en con fl icto con la mal­
A ntígon a i nterv iene, i mportu nando a s u padre para q u e sea más
dición que Ed i po l anzó sobre su hijo, morir en l a bata l l a y ser rec ibido en
e l i nfierno. Estas dos demandas convergen y producen una c ierta interfe­ benevolente con Po l i nices, y fracasa. No queda c laro s i el h ermano que
renc i a en l a transmisión de l a palabra paternal . Después de todo, s i e l lo matará es Eteocles, quien dará el gol pe fatal , o Edi po, cuya maldición
padre es e l hermano, ¿cuál e s e n defi n it i v a l a d i fe renci a entre e l los? Y pred ice y ordena el p rop i o gol pe . Pol i nices, a pesar de la oposi c i ón de
¿qué es lo que e l eva l a petición de Edipo por encima de la de Pol i nices? A ntígona, decide ir d e todas formas a la guerra contra Eteocles, y Antí­
gona se queda, gri tando " ¡ M i corazón está roto ! " Entonces, e l l a pro­
n u nc i a una frase que prefig u ra la conci e n c i a que e l l a misma tiene de su
Las palabras se encuentran sobre e l l a, pero ¿qué s i g n i fica esto? propio desti no : "Herm ano, ¿cómo no ha de l lorar quien te vea correr así
¿,Cómo puede u na maldición l legar a expl i car la acción que co nforma l a a una muerte premedi tada?" ( Gren e 1 645- 1 649) . En efecto, Antígona
profecía i nherente e n l a maldic ión? ¿Qué e s l a temporal idad d e l a mal­
p rec i samente sufr i rá y -dada la cronología de las obras- "ya ha
dición, t e niendo e n cuenta q u e l as acc i ones que ella real iza c rean u n
sufrido" e l desti no q ue e l l a predice para su hermano, e ntrar e n la muerte
error entre l as palabras q u e ti ene sobre e l l a, l as que sufre, y e l acto q u e
con p leno conoc i m i en to.
e l l a m i sm a real iza? ¿Cómo tenemos que e ntender e l extraño no mos d e l
acto en s í m ismo? ¿Cómo se conv i erte l a palabra d e l a Otra en l o s
Ant ígona no sólo p i erde a su h ermano con la maldición de s u padre,
con p a labras q ue de forma bastante l i te ral ceden el paso a l a fuerza de l a
2David Schneider, A Crilique of!he S!Udv (�( Kinship ( Ann Arbor: U n i versity o f M ichigan Press,
1 984), p. l 3 1
aniq u i l ación, s i n o q u e l u ego p ierde a s u padre por l a maldición de

82 83
muerte q ue está sobre é l . Las palabras y los hechos se enc uentran fatal­ i n c l uso de Antígona. Entonces, Antígona i m i ta el acto del fuerte y veraz
me nte e nredados en la escena fam i l i ar. Los actos de Pol i n ices y Eteo­ Teseo y entierra a su hermano a escondidas, asegurán dose de q ue la
cles parecen cumpl i r y representar l as pal abras del padre, pero sus pala­ t u mba de Pol i n ices está compuesta de pol vo de Tebas . El entierro afir­
bras-y s u s hechos-son también parte de la mald i ción que está sobre mativo de Antígona, qu e e l l a real i za dos veces, puede ser en tendido
é l , la mal d i c i ó n de Layo. An tígon a está preocupada por el destino de para ambos u n entierro q ue retleja e i nstituye e l equívoco en tre her­
sus hermanos, i nc l uso mientras em prende su propio curso d e la acc ión mano y padre. Para A n t ígona, e l los ya son i n tercambiables, y su acto
en el q ue la m uerte es una conc l u s ión necesari a. S u deseo de sal varlos re i nstituye y reelabora su i n tercambiab i l i dad .
de su desti no es abru mado, parece, por el deseo de u n i rse a e l los e n su
dest i no.
A u nque Sófoc les escribi ó A111��o11o varios años antes qu e Edipo nt
Colo11o, la acc ión qu e e m pi eza en e l pri mero contintío e n e l segundo.
A ntes de morir, Edi po pronuncia varias palabras que asumen e l esta­ ¿,Cuál es la i m portancia de esta demora? ¿Será que las pa la bras que pro­
tus de una maldición. É l la condena, pero la fuerza de su condena es vocan l a acc ión sólo pueden en tenderse en retrospecti v a ? ¿ Pueden
para tenerla atada a é l . Sus pal abras c u l m i nan en una fa lta de a mor per­ entenderse e n retrospecti v a las i m pl icaciones de la m a l d i c ión, enten­
manente, u n sent i m i ento que Ed i po le ordena como demanda de fi de l i ­ d i da como extensi6n de la acc i6n? La acción q ue la maldic ión predijo
dad, una pet ic ión q u e s e acerca a u na posesión i n cestuosa: "De nadie para el futu ro res u l ta ser u na que ha estado prese nte d u rante todo el
habrás rec i bido tanto a mor como de este hombre, sin el cual pasarás el tiempo, de manera que prec isamente lo que se i n v i erte a t ravés de la
resto de tu vida."( l 6 1 7- 1 6 1 9 ) . S u s pal abras ej ercen una fuerza e n el temporal idad de l a maldici ón es e l ade lanto de tiempo. La maldición
t i e m po q ue excede l a tem poral idad del enunc iado : demand an que establece u na tem pora l i dad para esta acción que precede a la propi;1
durante todo e l t i em po el l a n o t en ga m á s hom bre que el que est á maldición. Las pa l a bras tras ladan al fu turo lo que ya ha estado ocu­
muerto, y a pesar de que esto es u n a petición, una maldic ión hecha por ITiendo siempre.
Edi po, q u e se pos iciona como s u ú n ico hombre , está claro que e l l a
honra tanto como desobedece esta maldición , al desp lazar e l amor que Ant ígona no amará a otro hom bre qu e no sea el que está muerto,
siente por su padre hacia su hermano. En efecto, toma a su hermano pe ro de alguna manera e l l a también es un hombre . Y de hecho, éste e s
para ser su único amor- e l l a no arriesgaría desafiar el edicto oficial por también el títu l o que Ed i po le concede, un regalo o recompensa por s u
n i ngún otro lazo q ue Pol i n i ces. De esta forma traiciona a Edi po i nc l uso fi del i dad. Cu ando Edipo es desterrado, A n tígona se preocu pa por é l , y
cuando c u mp l e los térm i nos de s u maldición. E l l a sólo amará a un e n su fide l i dad, se refiere a e l l a como un "hombre" (ancr). En efecto,
hom bre que está m uerto, y por lo tan to no amará a otro hombre. ¿Es el e l l a le sigue fie l mente hac i a l a soledad, pero en algún momento ese
amor por uno i nd i sociable del amor por el otro? Y cuando es su "más seg u i m i ento i m pe rcept i b l e se conv ierte en u n a escena en l a q ue ella le
q uerido hermano" con q u i en comete su acto honorable y criminal, ¿está d i rige: "Sígueme, padre , sígueme, así, con tus c iegos pasos, por donde
c.l aro si este hermano es Po l i n i ces, o podría ser Edi po? yo te l levo." ( 1 83 - 1 84 ).

Sabiendo que se está m u ri endo, Edipo preg un ta, ''¿ Y me cubrirán En efecto, ella es maldecida con l a obli gación de mantenerse fie l a un
entonces con t ie rra de Tebas?" (406 ) y descubre q ue su cri men hace que hombre muerto, una fide l idad que l e hace mascu l i na, q ue l e exige asi m i ­
esto sea i mpos ibl e. Así pues, es en terrado por Teseo a esco nd idas, lar la atri bución qu e contiene l a aprobación d e Edi po, d e manera que

84 MS
deseo e i dent i ficación se confu nden agudamente en un lazo melancólico. E n verdad, l as palabras ejercen aqu í algún poder que no queda c laro
Edipo entiende claramente e l género como algo propio de una maldición, de forma i nmedi ata. Las pal abras ac túan, eje rcen un c i erto t i po de
ya que una d e l as formas en l as que condena a sus h ijos es planteando su fuerza real izati va, algunas veces son claramente violentas en sus conse­
acusación a través del tropo de u n a i nversión de género orientadora: cuencias, como palabras que o bien constituyen o bien e n gendran v i o­
l e n c i a . A lgunas v eces parece que actúan de formas i l ocuc ionarias,
represen tando e l hecho que se nombra en e l m i smo momento que se
A q u e l los dos se aj u stan a l as costumbres q ue prevale­
está nombrando. Para Hülde rl i n , esto constituye parte de l a fuerza ase­
cen e n Egi pto, tanto e n s u n atu raleza como e n e l des­
arro l lo de sus v i das . A l l í l os varones se s i e n tan e n el s i n a de la palabra en l as obras de Sófoc les. Cons i deremos el momento
hogar y sus consortes, fuera de casa, proveen l o nece­ en que en E'diiJO en Colono el coro l e recuerda a Edi po su crimen, u n
sario para l as neces i d ades de la v i d a . Y en vuest ro re lato verbal d e e l hecho que s e con v i erte e n castigo v i ol ento por e l
caso, m i s h ij as, l os q u e debi e ran real i z ar esta tarea, hecho. Las palabras n o sólo rel atan los acontec i m i e ntos s i no q u e m ues­
g u ardan la casa como donce l l as, y vosotras dos, en su t ran la acusac i ón, e x igen su reconoc i m iento, e i n rt igcn u n c astigo a tra­
lugw; soportáis la carga de las desgrac i as de este m i se­ vés de sus i nterrogac iones:
rab l e . (33 7-344, el énf"a sis es mío)

COR I FEO: - I n fe l i z ¿es verdad que has dado muerte . . . a tu padre?

M ás tarde, Ed i po m a nt i e n e q u e l smcna y Ant ígona han tomado de


forma bastante l i teral el l u gar d e sus hermanos, adq u i ri e ndo e l gé nero E D I PO: - ¡ Ay ! ¡ Me h as asestado u n segundo golpe, herida sobre
m ascu l i no a lo largo del cam i no. D i rigiéndose a sus h ijos, d ice: heri d a !

Si no h u b i es e e n g e n d rado a es tas h ij as para c u i ­ CO R I FEO: ¡ Le mataste !


d ar me, y o y a no v i v i r ía por l o q u e vosot ros h i c i st e i s (542-545)
por m í. E l l a s m e c u i da n , s o n m i s e n fe r m e ras, son
hom bres y no m uj eres, c uando se t rata de t rabaj a r por
mí. S i n e mbargo, v o sotro s sois h ijo s d e a l g ú n otro, De esta forma el coro ataca verbal mente a Edi po por h aber herido y
no m íos. ( 1 559- 1563) matado a su padre ; l a acusac ión repite verbalmente e l cri men, gol pea a
Edipo otra vez donde ya t iene u n a heri da, siendo de esta forma herido
otra vez. Edipo dice, " ¡ Me gol peas otra vez !", pero e l cori feo pros igue
De esta forma, sus h ij as se conv i erten en sus h ijos, pero nos ha
con el ataque, le dice " ¡ Le mataste ! " . E l cor i feo que habla es nom­
dicho, anteriormente, que estas m i smas h ijas ( A nt ígona e Ismena), son
brado de forma ambigua como "Dios e n el c i e l o" , habl ando con l a
también sus "hermanas". Y así l l egamos a una espec i e de problema de
fuerza de l as pal abras d i v i nas. No h ay duda q u e escenas c o m o éstas
pare ntesco en el corazón de Sófoc les. Antígona, e n ese momento, ya ha
tomado el s i tio de su hermano; cuan do rompe con I smena, se refleja l a son l as que i n c i tan a H o l derl i n a resaltar la fata l i dad de las pal abras en
s u "Anmerkungen zur Antigone" : "The word becomes mediadetly fac
ruptura d e Pol i nices con Eteoc les, d e forma que está actuando, podría­
mos dec i r, como l os hermanos. A s í, c uando la obra se termi n a, A n t í­ t ic i n that i t grasps the sensuous body. The tragi c G reek word i s fata l l y
gona ya se ha p uesto e n e l l ugar de casi todos los hombres de su fami l i a. fact i c [ tod l ichfakti sc h l , because i t act u a l l y seizes the body that m m
¿ Es éste u n e fecto de l as palabras que tiene sobre e l la? ders. [La pal abra se con v ierte e n medi adora fáctica por e l h echo d e q t w

86 H7
al canza e l c ue rpo sensual. La pal abra t rágica griega es fatalmente fác­ aconteci miento o "fatal fact lhecho fatal l" . Cada hecho es e l e fecto tenl­
t i c a [tod l ic h fakti sch l , porqu e de hecho se apodera del cuerpo q ue poral aparente de a l gu n a palabra pre v i a, estableciendo l a tempora l idad
mata . l " 3 de un trág ico retrasar, de que todo l o que pasa ya ha pasado, que apare­
cerá como lo que ya está pasando siem pre, son una palabra y un hecho
enmarañados y extendidos a través del ti e m po, a fuerza de repetición .
No sól o es q ue l as palabras maten a Ed i po en u n sentido l i n gü ístico
Esta fatal idad la e n contramos, de alguna manera, en la d i námica de su
y psíq uico, sino q ue aque l l as palabras, las q ue conformaban la m a l d i ­
propia tempora l idad y su e x i l i o perpetuo en e l no-ser q ue marca d i stan­
c ión anterior q ue Layo l e había i m puesto, l o l levan a cometer i ncesto y
cia de cualqu ier percepción de hogal4 . Según Hüldcrl i n , esta performa­
asesi nato. A sesinando, cumple y completa l as pal abras q ue te n ía sobre
t i v idad prod igiosa de la pal abra es trágica en un sentido fatal y teatra l .
é l ; su acc ión pasa a ser ind isoci able del act o hablado, una condición q ue
En el teat ro, l a pal abra está representada, como hecho toma u n s i g n i fi ­
podríamos dec i r ta n t o d e l a m a l di ci ó n re flejada en la acción d ramát ica
cado específico; l a aguda performat i v i dad de las pal abras e n esta obra
como de l a estructura de la propia acci ón dramática. Ést as son palabras
t iene todo q ue ver con las palabras que se dan en u na obra, son repre­
q ue uno t rans mite, pero q ue no son generadas o mantenidas de forma
sentadas, real i zadas.
autónoma por el que habla d e e l las. Segú n Hülder l i n , surgen de una
boca poseíd a o i nspi rada (ous hl'geistl'rf{'/11 Munde ) y se apoderan del
cuerpo q u e mata . Las palabras se d i rigen a Ed i po, pero él sólo re-esce­ Por su puesto, e x i sten ot ros con te x tos donde las palabras se tornan
n i fica s u t raum a, tal como era, como si s u s palabras se apoderaran de i n d isociablcs de los hechos, como las re u n iones de dcpartamenlo o los
sus h ijos y los mataran , se apoderaran de e l l os y l os h ic i e ra n hom ic idas, e n cuentros fam i l iares. La fuerza part i c u lar de la pal abra como hecho
y sus palabras también se a poderan de l cuerpo de A n t ígona, su hija, y lo dentro de la fam i l i a o, de forma más genera l , dentro de l pare n tesco, se
generi zan como mascu l i no. Y preci samente hacen esto al convertirse en obl i ga a cum p l i r como ley ( nomos ) . Pero esta obl i gación n o se da s i n
pal abras que actúan en el tie mpo. palabras cuya t emporal idad excede la
esce na de s u mi sma expresión, y se conv i erten e n el de seo de aqué l los � F n /1;;/der/in :,- Hr11111 " Tftl' Isla ". t rad. W i l l i a 1 11 M c N t: i l l y J u l i a D a v i s ( ll l oom i n gton : I nd i a n a
que están nombrando, de forma repeti t i v a y evocando, otorgando sólo l J n i vc rs i ty Prcss. 1 'N6 ) 1 1/ii/dnlill r / u <'.l'l'll< 'itl dl' /11 Jlot•síu. t rad. J u a n David García B acca ( B ar­
n : l o n a : A n t h ropos, J <JXlJ ) I . H e i d<:ggcr ofr<:c<: u n a rc l k x i ú n sobre la traducc i ú n d<: l l ii l d c ri n de
retrospect i vamente el sent ido de u n pasado necesario y persistente q ue !\¡lf(�onu 1 1 XO.\ ) . a s í como s u s ''Renwrh.s on A n t i gont:" acerca de l as d i feren tes maneras qu<: H iil ­
se confi rm a por l a ex presión q ue predice, al lá do nde l a pred icción se d<: r l i n d e m uestra lo "ex t raord i n ario" d e A n t ígona. l .a pro x i m idad a la muerte .s u b rayada en estas
'\·uestioncs sobre A n t ígona" corresponde e n gran medida a l a lectura que hace H e i deggL'r d<: Alll í­
convierte en e l acto de habla a t ravés d e l cual una neces idad que ya es gona como a l g u ie n para q u i e n el e x i l i o se c o n v i erte en u n a rcl�ll'i<Ín ese nt:ial con un sen t i d o de l ser
operat iva se co nfi rma. que se encuentra m�ís a l l á d<: l a vida h u ma n a . De hecho. esta part i c i paci!Ín e n l o que n o está v i vo
parece ser algo como la propia c o n d i c i ú n de vida. En la m i s m a línea que Jacques LaL· a n . H e ideg­
ger sos t i e n e que " /\ n t íg o n a d i ce ser sí m i s ma" ( 1 1 X ) y q u e e s t a pro x i m idad al se r i m p l ica u n a
necesaria cnajenaci(\n d e l o s seres v i vos. a u n q u e é s t a s e a e l fundamento d e s u m i smo su rg i m iento .
La re l ac ión entre palabra y hecho se e n maraña de forma irrevocable
Para l e lamente. H e idegger e n t iende la " ley no esc r i ta" de la q u e habla A n t ígona como u n a rclacitin
e n l a escena fa m i l iar, cada palabra se t ransmuta, según H ü lder l i n , en con e l ser y con l a muerte:

A n t ígon a asu me como adecuado todo ¡¡q u e ! lo que se l e dest i n a desde e l reino de l o que prev<�kce
-' " Das Wnn m i l t c l barcr fak t i sc h w i nJ , i n dem es d e n s i n n l i cherrn Kiirper crgre i ft . Das gricc h i s ­ m ás a l l á de los d i oses superiores (Zeus) y más a l l á de los d i oses i n feriores . . . S i n e m bargo. esto no
c h t ragischc W o n ist ti\d l ic h fa k t isch, wc i l d e r L c i b . de n es ergreift. w i rk l i c h t ii t c t," en " A n mer­ se refiere ni a los mue rt os ni a los lazos de sangre con su hermano. Lo que determina a A n t ígona
ku ngcn z ur A n t igonc" e n Friedrich 1-/iiltler/in, Werk1' in einem Rwul ( M u n ie h : H an ser Ver l ag, es aque l l o que primero concede fu ndamento y necesidad a l a d i s t i nc i ó n de los m uertos y a l a prio­
1 990), p.64. Todas las c i tas e n i ng lés ( t raduci das al c a s t l l a n o ) son de "Remarks on A n tigonc". ridad de sa n gre . Esto, A n t ígona. y esto ta m b i é n s i g n i fi c a el poet a , se q ueda s i n un n o m hrc. l .:1
Friedrich Hii/derin: r:.,says 11111 1 Le11er.1·, ed. and trad. Thomas Pfau ( A i ba n y : State U n i vcrs i t y of m u e rte y e l ser h u mano, .: 1 ser h u m ano y l a v ida encarnada ( sangre ) , e n cada caso, perma ncn�n
ew York Press, l lJ77). Véase también Ph i l i ppe Lacoue-Labarthe, Mé!aphrasis .wivi de la théii­ j u ntos. " L a muerte" y "la sa n gre ' ' nombran en cada caso re i n os d i ferentes y e x t re m os del ser
lre de 1/ii/derin (Pari s : Presses U n i v e rs it ai re s de France, 1 988). pp. 63-73. h u mano. ( H ei degge r. 1 996. p. 1 1 7 ).

88
u na rei teración - u n eco caprichoso, temporal - que tamb i é n sitúa a ¿ Hasta qué pu nto esta i dea de l a maldición está fu ncionando en la
l a l ey b ajo e l riesgo de sal irse de su curso. concepción de u n d i sc u rso si mbó l i co q u e e l sujeto habl ante tran s m i te
med i ante formas reales aunque i mpredec ibles? Y e n l a medida en que
l o s i m bó lico reitera una n ecesidad "estructural" de paren tesco, ¿está
Y si t uvié ramos que volver al p sicoanál i s i s a través de la figura de
dependi e ndo o representando l a mald i c ión del propio parentesco? En
Antígona, ¿de qué forma podría estar i nfluyendo nuestra considerac ión
otras palabras, ¿está la l ey estructura l i sta dando i n formaci ó n sobre la
de l a obra y su carácter en l a pos i b i l idad de u n futuro aberrante para el
maldic ión d e paren tesco o produci endo esa maldición? ¿ Es e l paren­
psicoanál i s i s, ya que este t i po de anál i s i s es exprop i ado en contextos
tesco estructural i sla l a maldición que se encuentra sobre l a teoría c rítica
que no pudieron ser antici pados? El psicoaná l i s i s traza la h i storia capri­
co ntemporánea a l tratar de acercarse a l as cuestiones de normat i v idad
chosa de tales expresiones y hace sus propias decl araciones en forma de
sexual, social idad, y estatus de la ley? Y, además, si estamos i ncautados
ley e n e l proceso. Podría ser u na forma de i n terpretar la ma ldición , la
por esta herencia, ¿ e x i ste alguna manera de transmitir esa maldic ión de
fuerza aparenteme nte predictiva de l a palabra, y a que contiene u na his­
forma aberrante, e x poni e ndo su frag i l i d ad y fract ura en la repetición y
toria psíq uica que no puede pasar totalme nte a forma narrat i va. La pala­
reestablec i m i ento de sus térmi nos? ¿Será esta ruptura con la ley, que se
bra c ríptica cont iene una h i storia i rrecu perab le, que e n v i rtud de s u
da e n el propio reestab l ec i m iento de l a l ey, la cond ición para arti c ul ar
m i sma i rrec uperabi l idad y su e n igmática v ida eterna en palabras, con­
u n parentesco futuro que sobrepasa la tota l idad estructura l i s ta, o sea, u n
tiene u na fuerza cuyo origen y fi nal no pueden ser total mente d eter m i ­
postestructural i smo d e l parentesco? 5
nados.

� D u ra n te l as ú l t i nws décadas se han rea l i zado varios trabajos desde la antropología que han nlos­
t r ado las l i m i t aciones de los parad i gmas e s t ructura l i stas para rcrl c x i onar sobre el con rl icto d e l
El hecho q u e la obra Ant(r.:mw preceda a su preh i storia, fu era ¡
p arentesco, i n c l uyendo M a ri l y n S t rathern. Neproducing rhe :ulure: l:'ssavs on ;\ nrhro¡wlogv.
escrita décadas antes q u e Edipo en Colono, i nd ica cómo la maldición /<'inshi¡>. and !he Nnv Ne¡m){/uduclil'e '/í•cluwlogies ( Ncw York : Rout lcdgc. I <JlJ 2 ) . En Gcnder "'"'
Kinshif!: l:'ssavs 7inl '(lrd o Unified ;\núlisis. ed. Jane Fi shburne y S y l v i a J u n k o Ya nagisakn ( S tan­
func i on a en u na tempora l i dad i nc ierta. S u fue rza sólo se conoce de
l"ord : S t a n ford U n i vcrs i t y Press, I <JX 7 ) . las ed i toras arg u me n t an e n contra de una perspec t i v a de l
forma retroac t i va, expresada antes de los acontec i m i entos; precede a parentesco centrada e x c l u s i v a m e n t e e n l as re laciones s i m b(í l i eas a e x pe n sas d e l a aee iún soc i a l .

su exp re s i ó n , como s i l a e x p resión paradój icamente i naug u rara l a [>as perspec t i vas d e e s t a obra q u e pretenden e l aborar l a s c om plejas cond i c i on e s sociales d e l a s
rel ac i ones d e parentesco e n contrapos ic i(Í n a e x pl icaci ones ru n c i o n a l i stas y puramente estructura­
neces idad d e s u prehi stori a y d e l o que v a a aparecer por siempre como l i stas se encuentran en la s re l e v an tes aportacione.s de John Comaroll, Rayna Rapp, M a ri ly n Stra­
una verdad. t hern y M aurice B l oc h . Véase t a m b i é n S y l v i a J u n k o Ya n a g i sako, 'The A n a l y s i s o r K i n s h i p
C h a n gc", en Transfánning t h e Post: '/i'(l{/irion a n d Kinship A 111ong .la¡wne.1·e A 111e rican.1· ( S t a n ­
j"ord: Standford U n i vers i t y Prcss. I <JX 5 ) . don de la a u tora cuest iona a m bos re latos estruct u ra l i s t a s
y fu nc i o n a l i stas p o r n o dar u n e n te n d i m i e n to d i n {u n i co de l as r e l a c i o n e s de parentesco. D a v i d
Pero ¿ h asta qué p u n to es seguro el é x ito de u na maldición? ¿ H ay S chnc idcr. e n A Critique o ( l h e S!udv of'Kinship e x p l i c a c ú m o los modelos tcúricos de parentesco
e l aborados por Fortes, Leach y Lév i - S trauss i m ponen barreras teóricas sobre la percepc i ó n c t no­
alguna forma de romperla? O por e l contrario, ¿ ex iste alguna forma en
grárica pero no logran e x p l icar las sociedades que n o c o n s i g u i eron acercarse a la norma teórica y
l a q ue su prop i a v u ln e rabi l i dad sea expu esta y explotada? La persona q ue, a pesar de su demanda de q u e no se tomen l a s rel ac i on e s b i o l óg icas de reprod ucciún <:O i l l ! l

que en el p resen te reci ta la maldición o se enc u e n tra a s í m isma en p u n to de partida d e l estud i o del parentesco, todavía consiguen que e s ta asunción funcione con1o
una pre m isa básica de su trabajo ( véase pp. 3-<J. 1 33- 1 77 ) . Concre t a m e n t e , e l t rab aj o de l'i c n L·
medio de la efecti v i dad h i stórica de la palabra, no rec i ta prec i samente C l astres en Francia, escr i t o de ma nera dramática y vodfera y c l aramente i n fl u i d o por el tr:1hajo
aqu e l l as palabras que son reci bi das desde una fue nte previa. Las pala­ p rev i o de Mars h a l l Sah l i n s . defiende q u e l a es l"era de lo .social no se podía red u c i r a l fu n c i ! l l l ; \
¡ n i e n to del parentesco, y ad v i e rt e e n c o n t r a de cua l q u i e r esfuerzo p o r tratar l a s r e g l a s d e l paren
bras se rei teran, y su fuerza se forta l ece. La agenci a que representa esta tesco como s u s t i t u tas d e l os pri n c i pios de i n t e l i g i b i l idad de cualq uier orden soc i a l . Por e jc ¡ n p l ! l ,
rei teración conoce l a m aldic i ón pero n o en tiende el momento e n el que afirma q u e no es pos i b l e red u c i r l as relaciones de poder a r e l aciones d e i ntercam b i o : "El p!ldl'l
está en re lac i ó n . . . con los n i ve le s estructurales esenciales de la sociedad, es decir, con e l c e n t ro
se participa e n s u tran sm i sión . rnismo d e l u n i verso comuni cativo" ( 3 7 ) . En Society A gaillst the State, t rad . Robert H u rlcy ( N c w

90 91
La re vi sión A ntigoniana de l a teoría psicoanal ítica podría poner e n pregunto si tambi é n se puede convert i r en l a base de u n a aberrac iún
tela d e j u i c i o l a asunción d e q ue e l tabú d e l i ncesto l e g i t i m a y norma­ social permanente de parentesco e n l a qu e las normas que gobiernan los
l i za u n paren tesco basado e n l a reprod ucci ón b i ológica y l a heterose­ t ipos legíti mos e i legíti mos de asociac i ón podrían ser más radical mente
x u a l ización de la fam i l ia. A u nq u e e l psicoaml l i s i s a menudo h a i ns i s­ redibujadas.
t i do en q u e la normal i zaci ó n es i nv ar i ab l e mente i n terru mpida y
frustrada por aq uel l o q ue no p uede ser orde nado por normas regu l ado­
A ntígona dice "herm ano", pero ¿ q u i ere deci r "padre"? El l a afi rma
ras, ra ramente ha planteado la c uestión de cómo n uevas formas de
s u derecho público de l lorar l a muerte de sus parientes, pero ¿a c uántos
parentesco pueden s u rg i r y s urgen a raíz d el tabú del i ncesto. Del pre­
parientes dej a de l l orar? Cons i derando cuantos han muerto en s u fam i ­
supuesto de que uno no pueda - o no deba - escoger a los m i embros
más cercanos de l a fam i l i a como amantes y cónyuges. no se deriva e l l i a, ¡.es pos i b le q ue m adre, padre, hermano y hermana repudiada estén
hecho d e q ue los l azos pos i b les de pare n tesco asuman algún formato condensados en el hermano i rre prod u c i b l e ? ¿Qué c l ase de e n foq ue
en parti c u l ar. psicoanalítico sobre l a actuac ión de A n t ígona ex t i ng u i ría el derecho de
red i m i r de antemano cualquier con si derac i ó n de sobrcdeterm i nación a

n i vel de l objeto? Esta e q u i vocación de l térm i n o de parentesco señala


En la medida en q ue el tabú del i ncesto contiene en sí m i s m o su
u n d i l ema dec i d i damente post-ed i pa l , d i lema en e l que l as posi c i ones
i n fracc ión, no só lo p roh íbe el i ncesto s i no que lo sostiene y lo c u l t i va
de parentesco t ienden a des l i zarse unas hacia otras, e n el que A n t ígona
como un espectro necesario d e di solución soc i a l , u n espectro sin el cual
es el hermano, e l hermano es el padre, en el que psíq u icamente y l i n­
los lazos soc i ales no pueden emerger. De esta forma. la proh ib ición en
g ü íst icamente esto e s ve rdad i nde pe n d i e n te mente de si están v i v os o
con tra del i ncesto en l a obra de A n tígmw req u i e re un re planteamiento
muertos, y a q u e c u a l q u i e ra que v i v a e n este tobogán de iden t i ficacio­
de la propia proh i bición , no meramente como una operac ión negativa o
nes tendrá u n dest i n o i n c ierto, v i v i e n d o en la m u e rte. m u ri endo en la
privada del poder s i no como u n a operación que t rabaj a prec isamente
v ida.
mediante la prol iferación a través del desplaza m ie n to del m ismo cri men
que pro h íbe . El tabú . y su referencia amenazante del i ncesto, dib uj a
l íneas d e parentesco q u e i n c l uyen e l i ncesto como s u propia pos i bi l i dad, Uno podría e m pezar s i m p l emente diciendo, con espíritu psicoana­
establec ie ndo l a "aberrac ión" en e l corazón de l a norma. Por e l lo, me l i sta, que A ntígon a representa una perversión de l a l ey, y acabar
d ic iendo que la ley ex ige perversión y que, en un sentido d i aléctico, l a
:; ( Cont. l York : Zone. I <)X7 ). p p . 27-4') I Sol'il'tfutf collf l"ll l'i <'Slllllo. t rad . A na Pi'laiTll ( B arc e l o n a : ley e s perversa. Pero establecer l a neces i dad estructural d e l a perversión
M o n te A v i l a Ed i t ores, CA . . 1 97 X ) . pp. 26-44 1 . C l a,tre s propone nwvcr e l .. i n te rc a m b i o d e muje­ de la ley es poner u n a re l ac i ón estática entre las dos, en l a q ue cada una
res" dentro d e las n: laciones d e poder. Además e n ' " M arx i s t s and t h c i r A n thropology .. ¡ ··Los lllar­
x i s tas y su antropolog ía". en llll "l'sligaciolles 1'11 Ulllmpologiu polílico 1. C l as t rcs h ac e una crítica
s u pone la otra y, e n este sentido, no es nada sin l a otra. Esta forma de
p u n /,antc de M a u rice Gode l i c r sobre e l tema del parentesco y e l estado. A rgu m en ta que l a pri n c i ­ d i aléctica negat i va produce l a sati sfacción de que l a ley se dedica a la
pal fu nc i ó n del parentesco no e s i n s t i t u i r el tabú del i ncestn ni ej e m p l i ficar las relaciones de pro­
d u c c i <'>n . s i no t ra n s m i t i r y rep rod u c i r el '"nombre" de l
p a ri en te . y q u e . . b fu nción de nomi nación perversión y q ue n o es lo q ue parece ser. S i n embargo, esto n o ayuda a
i n sc r i t a en e l parentesco determ i n a todo e l ser s oci o - po l ítico de l a sociedad pri m i t i v a . Es a l l í h acer posi b l e otras formas de v i da soc i a l , posi bi l i dades i nadvertidas
donde reside a l n ud o e n t re pare n tes c o y sociedad . . . Véase Picrre C l as trc s , A rclweology o { Vio­
lellcl!. t rad. Jcan i ne Hcrman ( New York: Semiote x t ( e ) , 1 994), p. l 34 1 fn ¡•esligacitill 1'11 1/lllropo/o­
produci das por l a prohi bi ción que l lega a socavar la con c l u sión de 4uc
gía polí1icu. trad . Este l a Ocampo ( B arce l o n a : Gcdisa, 1 9X 1 ) p . l 75 1 . una o rganización soci a l i nvariable de la sex u a l idad res u l ta de l a necesi­
Para una n o c i ón del parentesco como e x pres i ó n de u n a práctica, véase también Pierre Bourdieu, dad de la ley proh ib i t i va. ¿Qué pasa c u ando l o perverso o lo i m posible
The Logic oj" Praclice, trad . Richard N ice ( S t a ndford: Standford U n i vers i ty Prcss. 1 990), pp. 34-
35 l Pi erre Bourdieu, El sen/ido ¡míclit:o, trad. Alvaro Pazos ( M adrid: Ta urus, 1 99 1 ) 1 . aparece e n el l e nguaje de l a ley y h ace s u rei vi ndicac ión, precisamc i i i L'.

92
en la esfera del parentesco l eg ítimo que depende de su exclusión o pato­ que es, en real i dad y en pri ncipio, i n tercambiable? ¿ Tendrá su hermano
l og i zac ión?6 un nombre alguna vez?

En e l breve relato de A n t ígona q u e ofrece S lavoj Z i zek e n E1�joy ¿Cuál es l a voz contemporánea que i rrumpe en e l l e ng u aje de l a ley
Your Symptom!. 7 el autor sugiere q u e e l " ¡ n o ! " de A n t ígona a Creonte para i nterru mpir sus fu ncionamientos u n ívocos? Consideremos que, en
es un acto femen i no y destructi vo, e n el que su negat i v idad le l leva a su
l a si tuac ión de una fam i l i a con estructura n o trad i cional, u n a niña que
propia muerte. Para e l autor, aparente mente, e l acto mascu l i no es más
d ice "madre" podría esperar respuesta de más de un i nd i v i duo. O que,
a fi rmati vo, es e l acto por e l c u a l s e fu nda un nuevo orden (46 ).
en una situación de adopción, una n i ña d ijera "padre" y q u i s iera dec i r
Diciendo "no" a la soberanía, se excluye a s í m i sma de la com unidad y
tanto el fantasma q u e n u nca conoci ó como el que h a ocu pado ese l ugar
no sobre v i ve en e l e x i l i o. A un q ue de hecho, parece que la reparación y
en su v i da. Puede ser que la n i ñ a q u iera dec i r esto a la vez, o de forma
construcc ión masc u l i na son un esfuerzo para cubrir esa "ruptura trau­
m áti ca" causada por la negac ión feme n i na. A q u í parece que Antígo na secuenciaL o de maneras q u e no siempre están desarticula das las unas
es elevada otra vez a una posición femen i na ( de forma no problemática) de las otras. O cuando una n i ña empi eza a sentir cariño por su herma­
y l u ego se i nterpreta que ella ha consti t u i do l a negación bás ica de l a nastro, ¡,en q ué di lema de parentesco se encuentra? O en e l caso de u n a
pol i s , el l u gar d e s u propia d i soluc ión traumática q u e la subs i g u i e n te mujer que es madre soltera y t i ene a s u h ija s i n u n hombre , ¡,está e l
pol ítica i n tenta tapar. Pero, en rea l i dad, ¿, A nt ígona sólo d ice "no"? padre a ú n presente, en u n a "posic ión" o " l ugar" espectral q u e perma­
Seguramente su d i scurso está plagado de negaciones, sin em bargo e l l a n ece s i n ocupar, o no hay tal " l ugar" o "posición"? ¿, Está el padre
también s e apro x i ma a la tenaz vol u n tad d e Crcon te y circu nscribe u n a ause n te o esa n i ña n o tiene ni padre, ni posición, n i habi tante? ¿ Se trata
autono m ía opuesta mediante s u negación. Después, Z i /.ck dejará claro de una pérd ida que asume la norma i ncumpl ida, o se trata de otra confi ­
que A n t ígona se opone a C reonte no con razones, sino con una tautolo­
g u ración de apego pri m ario, c u y a pérdida pri ncipal es no te n e r u n len­
g ía que no es otra cosa que el nombre de su hermano: "The ' l aw' i n thc
guaj e en el que articular sus pa labras? Y cuando hay dos hombres o dos
name of which Ant igone i n s i sts u pon Pol y neices ' right lo burial is the
muj eres q u e están rea l i zando la fu nción de padres o madres, ¿ te ne m os
l aw of the ' pure ' s i gn i fier... I t i s the Law of the name that fi xes our
que as u m i r q u e ex iste alguna d i v i sión pri maria de roles de género que
iden tity ! La ' ley' en nombre de la cual Antígona i n s i ste e n el derecho de
organiza sus l ugares psíqu icos en la escena, o que l a con ti ngencia empí­
Pol i n ices a ser en terrado es esta ley del sign i ficante 'puro' . . . Es l a Ley
del nombre lo q ue repara nuestra identidad 1 " ( 9 1 -92 ) . Pero, ¿, realme n te rica de dos padres del mi smo género de todas formas es puesto en orden
A n t ígona l l ama a su hermano por su nombre o, en e l momento en q u e por el l ugar psíq u i co presoc ial de M adre y Padre? ¡,Ti e ne sentido en
e l l a q u i e re darle preferencia, l e nombra c o n u n térm i no de pare ntesco estas ocas i ones i n s i s t i r en que h ay pos i c i ones si mból icas de M adre y
Padre q ue cada p s i q ue tiene que aceptar i n dependientemente de l a
r, A q u í no u
esto y s u g i riendo q e lo perverso s i m plemente e x i sta en la norma c o m o algo q u e perma­
forma social que i mpl i ca e l parentesco? O ¿,h ay alguna manera de rees­
nece a u t ó norno. pero t:unpoco estoy s u g i riendo que esté d i a léct i c ;u n e n t c a s i m i lado d e n t ro de l a
norm a . Se podría e n tender como q u e s e ñ a l a l;t i m pos i h i l idad d e m a n t e n e r u n hloqueo soherano tabl ecer una organi zac i ón heterosex ual del rol parental a n i vel psíqu ico
sohn.: c u a l q u i e r re i v i nd i c a c i ó n de l eg i t i m i d ad, y :t q u e la rc i teraciún de l a re i v i nd icación desde
fuera de su l u gar de e n u n c i a c i ó n legít i mo d e m u e s t ra q u e este lugar legít i mo no es la fuente d e su
q u e pueda acomodar cualq u i er forma de variac ión de género a n i ve l
e ficac i a. En este pu nto. estoy en deuda con lo que c o n s i dero l a re for m u l ac i ó n s i g n i fi c a n te de social? Aquí parece q ue la misma d i vi s ión entre lo psíq u ico y l o s i mhú­
Hom i B llahha. d i sper.sa por todo s u n·ahajo sobre l a teoría dd ac t o d i s c u rs i v o y l a noción Fou­
cau l t i a n a del d i s c u rso dcsarro i i :H.hl en l a rec i e n t e A rclweologv o( Knmvh'dge.
l i co, por un lado, y Jo social, por el otro, ocasiona esta n ormal izaciún
7 Si<JVoj Zizek, t:njov Yrmr ,)'ymplonl! ( New York : Rou tlege, 1 992 ) prevent i v a del campo soc ia l .

94 ''5
Escribo esto, obviamente, en contra d e los antecedentes de u n a p i ense sobre e l valor pol íti co del m atri monio gay ( i nc l uso yo m e siento
heren c i a de l a teoría fem i n i sta q u e h a tomado e l aná l i s i s Lévi -S traus­ escéptica en este tema por razones pol íticas q ue h e apun t ado en otro
s i ano del paren tesco como base de s u prop i a versión del psicoan á l i s i s l i bro 8 ), el debate públ ico sobre su l eg i t i m idad se con v ierte en una oca­
estructura l i sta y postestructurali sta, a s í como de l a teorización d e u n a sión para l a aparic i ón de u n a serie de d i sc u rsos homofóbicos qu e deben
d i ferenc i a sexual primaria. U n a función d e l tabú d e l i ncesto es pro h i b i r ser resist i dos de forma i n dependiente. Consideremos que e l horror del
e l i ntercambio sexual e ntre rel aciones de paren tesco o, por el contrario, i ncesto, la repugnanc i a moral que provoca a alguna gente, n o está tan
establecer rel ac iones de paren tesco preci samente en base a esos tabúes. l ejos del m i s mo horror y repugnancia q u e se s iente hacia e l sexo gay y
S i n embargo, l a cuestión es tá e n si e l tabú del i ncesto ha sido tam b i é n lésbico, y tampoco está des l i gado de la i n tensa condena moral h ac i a
mov i l i zado para establecer c iertas formas d e paren tesco como las ú n i ­ opciones vol u n tarias d e s e r padre o madre soltera, o gay, o de acuerdos
cas i ntel i g i b les y soportables. Así se puede oír, p o r ejemplo, la herencia para ser pad res y m adres que i nc l u y e n a más de do:-; personas ad u l tas
de esta tradición i nvocada reci entemente por psicoanal istas e n París, e n ( p ráct icas q ue en Estados U n idos pueden ser u t i l i zadas como evidencia
contra de l a posi b i l i dad d e "contratos de al i anza", i nterpretados por l o s para ret i rar a u n a n i ña o n i ño de l a cu stodi a de sus padre s ) . Esta varie­
conservadores como una propuesta para el matri monio gay. A u n q u e l o s dad de moda l i dades, en l as que el mandato edipal no consigue prod uci r
derechos de l as personas gays a adoptar h ijas o h ijos no s e i n c l u ían e n una fam i l i a normativa, s e arriesga a e n trar en la meton i m i a d e ese
estos contratos, aquél los que se oponen a l a propuesta tienen miedo q u e horro r sex ual mora l i zado que se asoc i a q u izás de forma más básica al
d ichos contratos puedan l levar a e l l o eventual mente, argumentando que i ncesto.
cualqu ie r n i ña o n i ño educado e n u n a fami l i a gay correría la amenaza
i n m i nente de ps i cosi s, como si u n a estructura, l l amada necesariamente La con ti n u a asunción de lo s i mból ico, que las normas estables de
" M adre" y necesariamente "Padre", establecida e n el n ivel de l o si mbó­ parentesco apoyan e n n uestro se ntido perd u rable de i ntel i g i b i l idad de la
l i co, fuera un soporte psíq u i co necesario contra u na agresión de lo Real. c u ltura, pueden encontrarse fuera del d i scurso Lacan i ano. Desde l a cul­
Igual mente , J aques- A i a i n M i l ler dijo q ue aunque é l tenía cl aro q ue l as t u ra popular se pide a pol ít icos y psiquiatras "ex pertos" qu e frustren las
rel aciones homosex uales m erecían reconoc i m i en to, n o deb ían ser ele­ demandas l egales de un mov i miento social que amen aza con i nstalar la
gibles para matr i monio, porque dos hombres j un tos, fal tados de l a pre­ aberrac ión e n el corazón m i s mo de l a norma heterosex u a l . Desde una
sencia femeni na, no serían capaces de l l evar fid e l i dad a la rel ación ( u na perspect i v a Lacan iana es bastante pos i b l e defender que e l l ugar si mbó­
marav i l l osa rei v indicaci ón contra l o más profundo de n uestra princi pal l ico de la madre p uede ser múltiplemente ocu pado, que n u nca se identi­
e v idenc i a del poder de compromet i m i en to que t iene el matr i mo n i o fica o es identi fi cabl e con u n i nd i v i d uo, y qu e esto es lo que l o d isti ngue
sobre l a fidel idad heterosex u al ) . Segui doras y seg uidores de Lacan q u e como si mbó l ico. Pero ¿ por qué e l l ugar s i mbó l ico es si ng u l ar y sus ocu­
encuentran l as fuentes del aut ismo e n el "vacío paternal" o l a "ausen­ pantes son m ú l ti p l es ? Consideremos el gesto l i beral en el q u e uno
c i a", tambi én predicen consecuencias ps icóticas para l as h ijas e h ijos de defiende q u e e l l ugar del padre y e l l u gar de l a mad re son n ecesarios,
parej as lesbianas. pero que cualqui era, de cual q u i er género, puede ocu parlos . L a estruc­
t u ra es puramente forma l , d i r ían sus defe n sores, pero dé monos cuenta
que su m i smo formalismo asegura la e structura en contra de desafíos
Estos p untos de v i sta tienen e n común que l as estructuras al ternat i ­
crít icos. ¿Qué podemos hacer nosotras y nosotros con un h ab itante de la
v as de parentesco i ntentan revi s ar l as estructuras psíq u i cas de t a l form a
q u e l le van otra v ez a l a traged i a, representadas de forma i nn ecesaria
8Véase m i contribución, "Competing U n iversal ities", a Judith Butler, Ernesto Laclau, y S l a v o ¡
como una tragedi a del y para l a n i ñ a o n i ñ o . S i n i mportar lo que se Zizek, Universality, Hegemony, Continfiency ( London : Verso, 2000).

96 97
forma q u e pone l a propia forma e n crisis? S i l a relación e ntre el habi­ c ión críti ca: ¿Qué tiene de fatal su acto para la heterosex ual i dad en s u
tante y la forma es arbi traria, todavía sigue estructurada, y su estructura sentido normativo? Y ¿qué otras formas d e organ izar l a sexualidad pue­
funciona para domesticar por adel antado cualqu ier reformu lación del den s urgi r de la considerac ión de esa fatal i dad?
parentesco. 9

S iguiendo esc uelas de antropología c u l t u ral i nfl uidas por el anál i s i s


La fi g u ra de A n t ígona, s i n e mbargo, podría obl igar a hacer u n a marxi sta y e l famoso estudio de Enge l s sobre e l origen de la fam i l ia,
lectura que cuest ionara e s a estructura, porque e l l a no s e aj usta a l a l ey u n a escuela de antropól ogas fe m i n i stas se han di stanc iado del mode l o
s i mból ica y no prefig u ra u n reestableci m i ento fi nal de la ley. A u n q u e Lév i -Strau ssiano - u n a crítica que q u i zás h a n ejempl i ficado c o n m ás
en marañada en los té rm i nos d e l parentesco, se encuentra al m i s mo fuerza Gaylc R u b í n , J I O S y l v i a Yan agi sako, J ane Col l i er, M ic h e l l e
tiempo ruera de esas normas. S u c r i me n es condenado por e l hecho de R osaldo, J l l y Dav id Schneider. I 1 2 N o obstante, la c rít ica a la versión
q ue la l ínea de paren tesco de la que desciende, y que tra n s m i te , se estructural ista no es el fi nal del parentesco en sí m i smo. El parentesco,
deriva de u na posición paternal que ya est;.í condenada por e l acto e n tendido como u n a serie de acuerdos soc i a l mente al terab les que no
i ncestuoso, que es l a condic ión de su propia e x i stencia, que hace de su tienen características est ructu rales transeu l t u rales que puedan ser total­
hermano su padre, que e m pi eza u na narra t i v a en la que e l l a oc u pa, mente extraídas de .<> us fu nciones soc i a les, sign i fica cualquier conju nto
l i n g ü íst icamente, cada pos i c i ón de parentesco excepto '' madre" y de acuerdos soc i ales que orga n i za l a reprod ucción de la v i d a materi aL
ocupa esas pos i c i ones a expensas de l a cohere n c i a de parentesco y de que puede i nc l u i r l a ritua l i zac ión del nac i m iento y l a muerte, q u e pro
géne ro. porciona lazos de a l i anza ín ti ma, duradera o vul nerable, y que regula la
sexual idad a través de l a sanción y del tabú. En los años setenta, fem i
n i stas soc i a l i stas qu isieron uti l i zar el i nq uebrantable anál i s i s soc iai Lkl
Aunque no es precisamente una heroína queer, Antígona emblema­
parentesco para mostrar que no exi ste una única base de estruct u r;¡
t i za una c i e rta fatal idad heterose x u al que queda por leer. M ientras
fam i l i ar normati va, monógama y heterosex u al por nat u ral eza ( y hoy
alguien q u i zás conc l u i ría que el destino trágico q ue e l l a sufre es el des­
debiéramos puntua l i zar que tampoco e x iste la m i sma base en e l IL' I I
t i no trág i co de cualq uiera y de toda la gente que podría transgred i r l as
guaj e ) . Varios proyectos u tópicos d e renovaci ón o e l i m i n ación de Lt
l íneas de parentesco que otorgan i n tel igibi l idad a l a cultura, su ejemplo,
estructura fam i l i ar se han con vertido e n componentes i m portantes dd
por dec i rl o de alguna manera, da paso a un tipo contrario de i nterven-
movi m iento fem i n i sta y, hasta c ierto punto, también han sobrevivid' '
e n movi mientos contemporáneos queer, a pesar del apoyo al matri r nu
9Argumentar que el tabú d e l incesto no produce sie m pre u n a fam i l ia normativa, sino que t a l vet. mo gay.
es más i m portante darse cuenta de q u e la fa m i l i a normativa que produce no es siem pre lo que
parece ha constituido aquí una estrategia. Por ejemplo, es s i n duda meritorio el anál isis ofrecido
por Li nda Alcoff y otras sobre que el in cesto heterosexual dentro de las fam i l i as heterose xual­
mente normativas es una extensión mús que una revocac i6n de la prerrogativa patriarcal den tro la 10 Gayle R uh i n . 'Thc Traffic in Women: Notes on the ' Po l itical Economy' of Scx." en li • m u d ""
nonnatividad heterosexual. La proh i bición no es completamente o exclusivamente pri vativa. es A111hropologv ol Womeu. cd. Rayna R . Reiter ( Ncw York : Monthly Review Press, 1 97) ) .
decir. sólo por ser proh ibic ión requiere y produce el espectro del crimen que prohibe.
11 Véase Gender and Kinship. cd. Coll icr y Yanagisako.
Y para Alcotl, en una i n teresante línea Foucaultiana. la prohibición ofrece el cobijo que protege y
ayuda la práctica del i ncesto. ¿Pero hay alguna ranín para veri ficar la productiv idad del tabú del Para una excelente crítica de las perspectivas sobre e l parentesco basadas en d gt' l u· � o • . ' 1 " '
i ncesto aquí, en esta i n versión dialéctica de su fin'l Véase Linda A l coff "Survivor D i scourse: demuestra cómo l a acrítica presuposición del matri m o n io apoya la perspectiva :ullro ¡ � < • l o ¡ · • · · '
Transgression or Recuperat ion?" SIGNS 1 !l , no.2 ( W i nter 1 993): 260-29 1 . Véase también u n a sobre e l parentesco, véase J o h n Borneman ' ' U n t i l Dcath Do U s Part: Marri agc/Dcat h i u ,\ o o l l o o . .
m u y interesante y val iente discusión Foucaul tiana sobre l a cri m i n a l i zación d e l i ncesto en V i k ki pological D iscourse" A merican Ethnologist 23, no.2 ( 1 996): 2 1 5-238.
lkll, lnterrof<atin¡:: fnces1: Feminism, Foucault. and the Law ( London: Routedge, 1 993). t2 David Schneider, A Critique of thc Study of K inship; A merican K i nship (Chicag• > ! ' ' ' " ' · · t "�;¡ ¡ •

98
Con s idere mos, por eje mplo, A l! Our Kin de Carol Stack donde l ugar patriarcal ostensibl emente "natural" e n l a fam il i a. En efecto. su
m uestra que a pesar de l os e sfuerzos del gobierno por etiquetar como u t i li zación de Hegel apoya este punto. Angela Da v i s planteó una pers­
d i sfuncionales a l as fam i l i as sin padre, los acuerdos de parentesco q ue pectiva rad i calm e n te d i ferente en The Black Scholar h ace u nos años,
e ncontramos e n com u n idades negras u rbanas, formadas por madres, cuando resaltó la v u l n erabi l idad de las muj eres n egras a ser violadas.
abuelas, tías, h ermanas y am igas que trabajaban j untas para criar a h ij as tanto con la i nstitución de la esclavitud como en sus consecuencias pos­
e h ijos y reproducir las condiciones de v ida materiales, son extremada­ teriores, y p lanteó que la fam i l i a no ha const i t u i do una protección ade­
mente fun cionales, y se daría una v i sión i ncorrecta si fueran medidas en cuada contra la violencia racial sexual izada. l l 5 Además, también pode­
función del estándar anglo-ameri cano de normal idad fam i l i ar. l l :l La mos ver en la obra de Lévi-Strau ss el movi m i en to i m p l íc i to que se da
l ucha por l egitimar el parentesco afro-americano se re monta, cl aro está, entre su debate sobre los grupos de parentesco, que denom ina c l anes, y
a la esc l a v i tud. El libro de Orlando Patterson S/a vel)' ami Social Death sus escri tos posteriores sobre raza e h is toria, en los que l as l eyes que
plantea que una de las i n s t i tuciones que la esclavitud e l i m inó para l a gobi ernan l a reproducción de una "raza" pasan a ser i n d i sociables de la
poblac ión afro-americana fue e l parentesco. l l 4 El señorito era i n v ari a­ reproducción de l a nación. En estos escritos posteriores i ns i n ú a que las
b lemente el dueño de l as fam i l i as esc lavas, funcionando como un c u l turas mant ienen una coherencia i n terna prec i samente a través de
patriarca que podía v i o l a r y coaccionar a las mujeres de la fam i l i a y reglas que garanti zan su reproducc ión, y aunque no con sidera la prohi­
fe m i n i zar a los hombre s ; las muj eres de las fam i l ias escl avas estaban bición del mesti zaje, parece que éste se presupone en su descripción de
desprotegidas de sus propios hombres y éstos eran i ncapaces de ejercer culturas auto-repl icantes . l l 6
su rol de proteger y gobernar a las m uj eres y a la descendencia. Aunque
Patterson a veces parece arg u mentar q ue la ofensa principal contra el E n l a antropo logía, l a crít i ca al pare n tesco s e h a centrado en l a fic­
parentesco e n l as fam i l i as esclavas fue l a errad icación de los derechos ción de los l i najes de sangre que fu ncionaron como un presupuesto para
paternales hac i a las m ujere s y las h ij as e h ijos, tam bién nos ofrece el l os estudios de parentesco a lo largo clcl siglo pasado. No obstante, la
importante concepto de "muerte social" para desc ri bi r este aspecto de la d i solución de los estudios de parentesco como campo de i nterés o leg í­
esc lavitud en e l que esclavas y esc l avos son tratados como muertos en t i m o de l a antropología no tiene q u e l l evar a una dest i tución total del
vida. parentesco. Kath Wcston cl arifica este p u n to en su l i bro Fam i l i es We
Choose, donde susti tuye el lazo de sangre como base del parentesco por
"The soc ial death l La muerte social ] " es el térm ino que Patterson da la afi l iación consensuada. 1 1 7 También podríamos contemplar nuevas
al estat u s de ser un ser h umano radical mente pri vado de todos aq uel los formas de pare ntesco donde el consenso es menos relevante que la
derechos que debe tener cual q u ier y todo ser h u mano. Lo que queda en organización soc ial de una n ece s i dad : algo como el s i s tema del
i nterrogante en su punto de v i sta, que p i enso que reaparece en sus p l an­ "buddy" o compañero, que e l Gay Men ' s Health C l i n ic de Nueva York
teamientos actuales sobre pol íti cas fam i l i ares, es prec i samente su opo­ ha estableci do para cu i dar a qu ienes v iven con H T V y S I DA, se podrí; 1
s i ci ón al hecho que los hombres esc l avos estuv i eran pri vados de u n
15 Angel a D avis, ""Rape, Rac i s m . and lhc M y th o f thc B l a c k Rapisl" reimpreso e n Wmlli'/1, No. , .
ami Class ( Ncw York : Random Housc. 1 9X 1 ) . p p . 1 7 2 - 20 J .
U Ca rol Stack, AJI Our K i n : Strategics for Survival in a Black Communily (Ncw York: Harper and
Ro w, 1 974) . 16 Claudc Lévi-Strauss, Ra:a y cul!um ( B arcelona: Ediciones A l taya. S . A . . 1 999): S/J w l l l l u l

Véase, en pa rt ic u l ar, e l uso muy i n teresante que hace Hegel en la d i scusión sobre l a deshumani ­
Anth ropology, Volume 2, tr. Moniquc Laylon ( Ncw York Basic Books, 1 974) pp. 32J-2h2 [ . \ n/1"
14
pología estructural. tr. E l i seo Verón ( B arc.:lona: Ediciones A l taya, S . A . , 1 994)].
zación en l a e sc lav i t ud e n Orlando Patterson, Slavery and Social Demh: A Comparative Study,
pp. 97- 1 O l . Para la revel adora d i scusión de Palterson sobre A n tígona, véase Freedom in the 17Kath Wcston, Fam ilie.1· We Chouse: Lesbialt.\', Gays, Kinship ( N e w York: Col u mbia l l n i l' t' " ' ' "
Making of Westem Culture ( N e w York: Basic Books, 1 99 1 ), pp. l 06- 1 32 . Pre ss, 1 99 1 )

lOO 111 1
cuali ficar igualmente como parentesco, a pesar de l a enorme l ucha para subsiguiente g iro hacia Lacan pareció ser u n rechazo, desde u na v i s i < l l l
que instituciones l egales y san i tari as reconozcan el estatus de pare n­ al tamente constructi v i sta y maleabl e acerca de temas i n formati vos dL·
tesco de estas relaciones, mani festadas, por ej emplo, ante la i nhabi l idad legislac ión social sobre regulación sexual, a una explicación que plante;¡
de poder asu m i r responsabi l idad médica por el otro o, i n c l uso, de obte­ una legis lación presocial , l o que u na vez J u l iet M i tche l l l lamó "ley pri­
ner permi so para recibir y e nterrar a la persona m ue rta. mordial" (algo de l o que ahora ya no habla), la ley del Padre, que l i m i t a
l a variabi l idad de l a s formas soc iales y q ue, e n su forma más conserva­
dora, obliga a una concl u s ión exogám ica y heterosex ual para el drama
Esta perspectiva de parentesco rad ical , que buscó extender la legiti­
edipal. El hecho que esta l i m i tación se entienda más allá de l as altera­
midad a u n a variedad de formas de parentesco, y q ue, de hecho, rechazó
c iones soc i ales, o sea, q ue consti tuya la condición y e l l ím ite de toda
la reducción del parentesco a la fam i l ia, fue criticada por algunas fem i ­
al teración social, ind ica algo del cstatus teo lógico que ha asum ido. Y
n istas en los años posteriores a la "revol ución sex ual" d e los sesenta, pro­
aunque esta postura, a menudo, se rei v i ndique rápidamente, y aunq uL'
duciendo, en mi opinión, un conservadurismo teórico que actualmente se
e x i sta una concl usión normativa para el drama cd i pa l , la norma no
encuentra en tensión con las pol ít icas sexuales radicales contemporáneas.
puede existir s i n perversión, y sólo a través de l a perversión puede la
Por este motivo, hoy en d ía sería difíc i l encontrar, por ejemplo, u n
n orma ser establecida. Se supone que todo el mundo debe e star sat is k
encuentro fructífero entre los n uevos formalismos Lacan ianos y las pol í­ cho por este gesto aparentemente generoso a través del cual lo pervcrs< )
ticas radicales q uccr de personas como M ichae l Warner y otras. Estos se anuncia como esencial a la norma. El problema, como yo lo veo. L's
nuevos formali smos insisten en nociones bás icas de d i ferencia sexual, q ue lo perverso permanece enterrado precisamente ahí, como caracll'
basadas en reg las que prohíben y regu lan el i ntercambio sexual, reglas rística esencial y negativa de la norma, y la relación entre ambos pen 1 1 ; 1
que podemos romper sólo para encontrarnos regu l adas por e l l as de nece estática, s i n pos i bi l i tar n i nguna rearticu lación d e la propia nornn
nuevo. Por otro l ado, l as pol íticas radicales cuestionan modos de funda­
mcntal i smo sexual que desechan formas viables de al ianzas sexuales
En este sentido, q u i zás es i n teresante destacar q ue Antígona, el pn
quecr como i legíti mas o, de hecho, i m posibles e i n v i v ibles. A l fi nal, la
sonaj e q ue concl u ye el drama edipal, no consigue real izar una conc l u
pol ítica sexual radical se vue l v e en contra del psicoanál isis, o más bien,
s i ó n heterosexual del drama, l o que p uede j usti ficar la t rayectoria < k
contra su normat i v idad i m p l íc i ta, y qu ienes son neoforma l i stas se vuel­
u n a teoría ps icoana l ít i ca que toma a Antígona como punto d e part i d a .
ven en contra de los estudios q uecr como una "trágica"empresa utópica.
A ntígona, c laro está, no asu me otra sex ualidad, una que no sea helero
sexual, pero sí parece desinstituciona l i zar l a heterosex ual idad cuando
R ecuerdo escuchar hi storias sobre cómo l as socialistas radicales que rechaza hacer l o que sea necesario por seg u i r v i v iendo para Hcm(H I .
rechazaban la estructura monogám ica y fam i l iar a pri ncipios de los rechaza convert i rse en madre y esposa, escandal i za al públ ico con s u
setenta acabaron esa década l l enando las consultas psicoanalíti cas y lan­ género cambi ante, abraza a la muerte en su cúmara n upcial e ident i fica
zándose con dolor al d i v án analítico. Y a m í me pareció que ese g i ro su tumba con una "honda casa cavada" (kataskaphes oikesis). Si L' l
hacia el psicoanál i s i s y, en part i c u lar, hacia l a teoría Lacan iana fue amor hacia e l que e l l a se d i rige, como se d i ri ge hac i a l a m uerte. c.-; u n
rápi do, en parte, porque l as soc ial i stas se dieron cuenta de q ue había amor por s u hermano y d e forma ambigua por s u padre, también c.-; 1 1 1 1
algunas l i m i taciones en la práctica sexual que eran necesarias para l a amor q u e sólo puede ser consumado por s u e l i m i nación, q u e n o c .-; L'< l l l
superv i vencia psíquica, y q u e e l esfuerzo u tópico por anu l ar las prohibi­ sum ac ión. Como la cámara nupcial es rechazada en vida y pcr.-; cgu i d : i
ciones a m e n udo c u l m inaba en s ituaciones atroces de dolor psíqu ico. El e n l a m uerte, toma u n estatus metafórico y , como metáfora, su .-; ig1 1 i li

1 02 W.\
cado conven c ional se tran s muta en otro dec i s i vamente no con venc i o­ riéndose tam bi é n a aquél l os que e l l a e x c l u iría de su esfera de apl ica­
nal . S i la t umba es l a cámara n upcial, y escoge la t u m ba por encima del ció n, no p u d i endo reducir al nom i n al i s mo la nomenclatura de pare n ­
matri mon io, entonces la tu mba s i g n i ficaría la d estrucción m isma del tesco. Su p ropio lenguaj e e xcede y den·ota su deseo expl íc i to, manifes­
matri mon io, y e l térmi n o "cámara n upcial" (numphe ion) representaría tando algo que está más al l á de s u i n tención, que pertenece al desti no
preci samente la negación de su propi a pos i b i l idad . La palabra destruye part i c u lar que sufre el deseo en forma de lenguaj e . Así pues, e l la es
su obj eto. Refiriéndose a l a i ns t i tución a l a que da nombre, la palabra i ncapaz de formular l a singu l ari dad rad ical de su h ermano a través de
representa l a destrucción de la propi a i nstitución . ¿No e s esto el func io­ un térm ino que, por defi n ición, debe ser transportab l e y reproducible
namiento de la ambi valencia del lenguaj e que cuestiona el control sobe­ para poder significar algo. De esta forma, e l lenguaj e di spersa el deseo
rano de A n t ígona sobre sus acciones? que A n t ígona q u i e re u n i r a él, maldiciéndola con una pro m i scu idad que
e l la no puede conte ner.
Aunque Hegel sostiene que Antígona actúa sin i nconsciente, qu izás
el suyo es un i nconscien te que deja huel l a de forma d i ferente, q ue se De esta manera, Antígona no alcanza el efecto de soberanía que apa­
puede identi ficar preci samente en su d u ro trabajo de referencial idad . ren temente está bu scando, y su acción no es plenamente consc i ente. Se
Por ejemplo, su práctica de nombrar acaba deshac iendo sus propios dej a l l evar por las palabras q ue están sobre e l la, pal abras de su padre
objeti vos apare ntes. Cuando An tígona dice q ue e l l a actúa de acuerdo a que condenan a los h ijos de Ed i po a una vida que no debiera haber sido
la ley que priori za a su hermano más preciado y, por su desc ri pción, se vi vida. Entre la v ida y l a muerte, e l l a ya está v i viendo en l a tumba antes
está refi riendo a "Pol i n ices", está d i c i endo más cosas de las que q u ie re de que sea al l í desterrada. Su castigo precede su crimen, y s u c ri men se
nombrar, ya q u e ese hermano podría ser Edi po y podría ser Eteoclcs, y con v ierte en la ocasión para ser i nterpretado en sentido l i te ra l .
no hay nada en la nomenclatu ra del paren tesco q u e pueda restri ngir con
éx i to s u alcance de referencial idad a una sola persona, en este caso Pol i ­
n i ces. E n un momento dado, e l coro i n tenta recordarle q u e t i e n e más d e ¿Cómo podemos entender este extraño l u gar de estar e n t re l a v ida y
u n hermano, pero Antígona cont i n u a i n s i stiendo en l a s i n g u l aridad y l a muerte, de hablar precisamente desde ese l ím i te vac i l a nte? Si de
no-reprod u c i b i l idad d e este térm ino de parentesco. De hecho, e l l a alguna manera e l l a está m uerta pero habla, de hecho, e l l a no tiene lugar
qu i ere restringir la reproduc i b i l i dad de l a palabra "hermano" l i gándola pero rec l a ma u n o d esde el discurso, lo no i n te l i g i b l e que emerge de lo
exclusivamente a la persona d e Pol i n ices, pero sólo puede hacerlo mos­ i n te l ig i ble, un l ugar dentro del pare n te sco que no es un l u gar.
trando su i ncoherencia e i ncons i stencia. 1 1 X El térm i n o cont i núa refi-

A u nq ue A n t ígona i ntenta formu l ar su pare n tesco de sde un len­


IX Como l .acan . Dcrriua par<:ce an:plar l a si ngu laridad ue l a rl'laci<in de A n l ígona con s u h<:rmano.
guaj e q ue derrota l a tran sportab i l i d ad d e l os térm inos de pare ntesco,
4 u<: Hegel ucscrihc, corno ya hcnws vis lo. como u na relación sin deseo. A u n q u e Derrida n o lec la su lenguaj e pi erde con s i stenc i a -�si n em bargo l a fue rza de su re i v i n ­
ohra Ani��OIW. e n Cilos, lee sobre l a figura de A n l ígona en H e ge l . lrabajando d e n l ro de l os lám i ­
d icación no se ha perd ido. E l tabú d e l i n ce s to no s i rv i ó para pri var de l
nos d e e sl a lceiUra para rnoslrar l'Úmo i\ ntígona viene a rep re sen la r l o rau icalmcnlc opucslo a l pro­
pio pensa m i e n l o s i s l cmálico uc Hege l y s u propia "fascina! i o n by a fi gure ina u m i ssable wilhin !he a mor a Ed i po y Yocas ta, y está s i e ndo otra vez d i sc u t i blementc
syst.cm" 1 fascinación por un a figura i rwu misi b le dcnlro del sislema 1 ( 1 5 1 ). A u nq ue estoy d e
i n c i erto con A n t ígona. La condena sigue al acto d e Edi po y a su reco­
acuerdo con 4 U e n i l a figura n i la o hr a de i\ n l ígona no pueden ser fác i l menle asimiladas e n el
nwrco de la Fenolllenologío del espírilu n i de la Filosofía del del�'c ·lw. y es c u r i osamc n l c apl au­ noc i m ie n to, pero para A n t ígona la condena fu nciona como pri vac i ú n ,
d i u a e n l a Eslélico conH> "la ohra de arte más m ag n ífi <:a y salisfaciOria··, se ría u n error consiuerar
reg u l ando desde e l pr in c i pio c u a l q u i e r v i d a o amor q u e e l l a h u b i e ra
su permanente ilegihilidad desde la pers pectiva de Hegel como un signo de s u fi n a l o n.:ce saria
i l egibiliuad. pod i do tener.

1 04 1 05
C uando el tabú del incesto funciona en este sentido, para obstacu l i ­ dad, o sea, desde e l presupue sto de qu e s u s actos son i n variab k n H: I I l L'
zar u n amor q u e n o e s i ncestuoso, l o q ue se produce e s u n re i no osc u ro y fatal me nte c r i m i nales?
del amor, u n amor que persi ste, a pesar de su privac ión, de una manera
ontológ ic amente suspendida. Así s u rge una melancol ía que se ocupa d e
Consideremos que Antígona está i n te ntando l lorar, l lorar abiert a­
l a v i da y d e l amor fuera de lo v i v i bl e y fuera del dom i n i o d e l amor,
mente, públ icamente, bajo condi ciones en l as que l lorar u n a pérdida cst;í
donde la falta de sanciones i nstitucionales fuerza al lenguaje hacia u na
explíci tamente proh ibido por un edicto, edicto que asume la c ri m i nalitbd
catac re s is perpetua, mostrando no sólo cómo un térm i no puede conti ­
de l lorar a Pol i nices y nombra cri m i nal a cualq uier persona q ue qu i si cr;t
nuar s i g n i ficando fuera d e s u s l i m i taciones convencionales, s i no tam­
cuestionar la autoridad de ese edicto. En su caso, l l orar abiertamente la
bién cómo esa oscura forma de signifi cac ión cobra su peaj e con la vida,
mue1te es un c ri men en sí mismo. Pero ¿ella es culpable sólo por las pala ­
privándola de s u se ntido de certidu mbre y d u rabi l i dad o n to l óg ica, en
b ras que le han desti nado, palabras que vienen de otro lu gar, o es que ella
una e s fera pol ítica con stituida públ icamente.
también ha buscado destrui r y repudiar los mismos lazos de parentesco de
los que ahora reclama el derecho a l lorar? Ella l lora a su he rmano, pero
Aceptar esas normas como coextensivas con la i nte l i g i b i l i dad cu ltu­ parte de lo que queda por decir es que esa pena es la pena que t iene por s u
ral es aceptar una doctrina q u e se convierte e n e l m i s mo instrume n to padre, o sea, por su otro hermano. Su madre s e q ueda s i n ser citada casi
por el que la mel anco l ía se produce y re pr()duce a n i ve l cu lt ural. Y se completamente, y apenas existe un rastro de dolor por s u hermana.
supe ra, en parte, a través del esdndalo repet i t i vo con e l q ue l o i ndeci­ l s mena. a la que repudió explícitamente. El "hermano" no es un l ugar sin­
ble, a pesar de todo, se hace a sí m i s mo escuc hado, tomando prestado y gular para Antígona, aunque bien puede ser que todos sus hermanos
explotando los m i smos térmi no s q u e pretenden forzar su s i l encio. ( Ed i po, Pol i n ices, Eteocles) sean condensados en e l cuerpo e x puesto tk
Pol i n ices, exposición que e l l a quiere c u bri r, desnudez que e l l a pre feri rí; t
no ver o no haber v i sto. El edicto exige que e l cuerpo muerto pcrmane/.e<t
¿ Deci mos q ue las fa m i l i as q u e no se aprox i m an a la norma, pe ro
en exposición y s i n enterrar y, aunque Antígona q u iere vencer e l edicto.
re flejan la norma d e a l gu n a forma aparen temente deri vati va, son
no q ueda total mente claro aquello por lo que está apenada o hasta qué
copias baratas, o aceptamos que l a ideal idad de la n orma es d esarticu­
punto e l acto público que representa puede ser e l l ugar de s u resoluciú n .
l ada p reci samente a través d e l a complej idad de s u puesta en escena?
E l l a l l ama s u pé rd i da a s u he rmano, Po l i n i ces, e insiste en su s i ng u l ari ­
Para las re laciones a las q u e se les n i ega legiti m i dad, o que demandan
n ue vas formas de legiti maci ó n , no h ay n i muertos n i v i vos, fig u rando dad, pero esa misma insistencia es sospechosa. Así, tal insistencia, su i iTL' ­
producibi l idad rad ical, contrasta con el l u to que no es capaz de represen ­
lo no h u mano al borde de lo h u mano. Y no es sólo el hecho que estas
tar por sus otros dos hermanos, aquél los a l os que no consigue reprml uL· i r
re laciones no puedan ser hon radas ni reconocidas abi ertamente y, por
públ icamente. Aq uí parece q u e la prohi bi ción en contra d e l l uto no e s u u a
lo tanto, no puedan ser l l oradas públ icamente, s i no que i nvol ucran a
si mple i mposición, s i no u n a orden i mpuesta d e forma i ndependiente. s i u
pe rsonas q u e también tienen restri ngido e l acto m ismo de l l orar u n a
pérd ida, a l a s cuales s e l es n iega el poder de otorgar l e g i t i m i dad a u n a la presión d i recta de una legislación públ i ca.

pérd ida. C o m o m ín i mo e n e s t a obra, l os fam i l i ares de A n tígona están


condenados con anterior idad a s u c ri m e n , y la condena q ue A n t ígona Su melancol ía, si pode mos l lamarla así, parece con s i s t i r en L' l
rec i be por s u c rimen rep i te y ampl i fica l a condena que a n i m a s u s rechazo al l u to q ue se l ogra con los m i smos térmi nos p ú b l i cos L'O i l los
acc iones. ¿Cómo s e puede l lorar desde e l presupuesto de la c ri m i nal i - q u e e l l a insi ste sobre s u de recho a l lorar l a m uerte. Su re i v i ndicac iúu tk-

106 1 117
este derecho bien puede ser e l signo de u n a melancol ía l atente e n su d i s­ públ ica, qu e es e x c l u ido de l a consti tución públ ica de lo h u m ano, pero
curso. S u s l am entac iones e n voz alta p resupo n e n u n a esfera de l o n o q u e es hu mano en u n sentido aparentemente catacrési co del tér­
apenable. L a i ns i stenci a en el l uto públ i co es l o que l a aleja d e l género m ino?220 A s í, ¿cómo podemos comprender este d i le m a del lenguaj e
feme nino hac i a l o h íbrido, h ac i a ese e xceso d i s t i n t ivamente m asc u l i n o q u e surge cuando lo "hu mano" t o m a u n doble sentido, e l normativo
q u e hace q u e l os guardas, e l coro y Creonte se pregunten: ¿ Q u i é n es basado e n la exclusión radical y e l que surge en la esfera de l o excluido,
aqu í e l hombre ? Parece que e x i ste algún ti po de hombres espectrales, en no negado, no muerto, q u i zás muri endo l entamente, s í, seguramente
l o s q ue la m isma An tígon a h ab i ta, los hermanos de q u ienes e l l a h a muriendo por u n a falta de reconoc i m i en to, muriendo, de hecho, de u na
tomado e l s i tio y cu y o sitio h a transformado en est a toma. Lo melancó­ circunscripción prematura de l as normas por l as qu e se puede otorgar el
l i co, nos d ice Freud, i n d ica s u " lamento", apu nta a u n a rec l amación reconoci m i e nto de ser h umano, un reconoc i m i e n to sin e l cual lo
j urídica donde e l lenguaj e se convierte en el acontec i m i ento de su pena, humano no puede convertirse e n ser s i no qu e debe permanecer alej ado
donde, surg i endo de l o i m pron u n c i able, el leng uaje contiene una v i o­ de ser, como aq u e l lo qu e no está bi e n cual i ficado para eso, q u e es y
lencia que l o l leva a los l ím i tes de l a pro n u nciabi l idad . puede ser? ¿ N o será esto u n a melancol ía de la esfera públ i ca?

Debi éramos pregu n tarnos q ué es lo que aqu í permanece i mpronun­ A rendt, de hecho, hace una distinción problemática e ntre l o públ ico
ciable, no para producir u n discurso que l lene el vac ío, s i no para pregun­ y l o privado, arg u m e n tando qu e e n l a Grecia c l ásica l o pri mero e ra
tarnos sobre la convergencia e ntre l a proh ibición social y la melancol ía, sólo la esfera de l o pol ít i co, m i e ntras q u e lo segundo era m udo, v i o­
sobre cómo las condenas b<�j o l as q u e una persona vive se convierten en l e n to y basado en e l poder despótico del patri arcado. O bv i a m e n te, no
repudias q u e una representa, y cómo l as penas que surgen contra la legis­ expl icó cómo podría e x i s t i r un despoti s mo prc-po l ítico, o cómo se
l ación públ ica constituyen también esfuerzos contradictorios dirigidos a tiene que e x tender lo "pol ít ico" para poder desc r i b i r e l estatus de u n ;�
superar l a rabi a call ada de las repudias a u na m i s ma. Enfrentándonos a población menos q u e h u mana, aqué l l a a l a qu e no se l e perm i tía acce­
lo i mpronu nciable en An tígona, ¿estamos enfrentándonos a l a apertura der a la escena del i nterlocutorio en la esfera públ ica donde lo h u mano
social mente i nstitu ida de u n j uicio de lo i ntel igible, a una melancol ía se constituye a través de palabras y hechos y aún con m ás fuer;;�
soc ial mente i n st i tuida en l a q u e la v ida no i ntel igi ble surge del lenguaje cuando las palabras se convi erten en hechos. Lo que e l l a no consigu i ú
al igual q u e un cuerpo v i vo puede ser enterrado en una tu mba? ver e n L a Condición Humana f u e prec i samente l a manera e n q u e l o s
l ím i tes d e l as esferas públ ica y pol ítica se aseguraban a través de l ;�
producción de u n exterior consti t u t i vo. Y l o q u e no e x p l i có fue có1no
De hecho, G iorg io Agamben ha remarcado que v i v i mos cada vez
el parentesco proporc ionaba un l azo mediador e ntre l as esferas pública
más en un t i e mpo e n e l que e x i sten pobl ac iones con plena ci udadan ía
y pri vada. A l a gente escl ava, m ujeres, n i ños y n i ñas, todas aqu c l l ; 1 s
dentro de los estados; s u estat u s ontológico como suj etos l egales es
personas q u e no eran v arones propietarios, no s e l es perm i tía estar L' l l
anu l ado. Éstas no son vidas destrui das mediante e l genoc idio, pero tam­
l a esfera públ ica e n l a q u e l o hu mano se con s ti tu ía a través de hechos
poco se i n c l uyen en la vida de l a comun i dad l eg ít i ma, en l a que l os
l i n g ü ísticos. A s í, el paren tesco y l a esc l avitud condi c i onan l a cs ln; 1
estándares del reconoc i m i e n to permi te n alcan zar l a humanidad . I 1 Y
públ ica de l o hu mano y permanecen fuera de sus l imites. Pero ¡,es c s l t '
¿Cómo debemos entender este dom i n io, l o que Han na Arendt describe
e l fin a l de la h i stori a?
como el "shadowy rea l m [rei n o oscurol", q u e aparece e n la esfera

20 Han nah Arendt, Lu condición humunu, tr. Ramón Gil Novales (B arcelona: Edi c i o l ll's ¡ •, , . ¡ , . ,
19 Giorgio Agamben, Horno srtcer, tr. Antonio Gi meno Guspinera ( Valencia: Ed. Pre-Textos, 1 998). Ibérica, S . A . , 1 Y 9 8 ) la primera parte.

1 08 IU'J
¿Quién es Antígona dentro de esta escena y q u é vamos a h acer co n
sus pal abras, convertidas en acontec i m i en tos dramáticos, actos real iza­
ti vos? E l l a no pertenece a lo h u mano, pero hab l a su lenguaje. Actúa,
aunque se le ha prohi bido la acción, y su acto apen as es u na s i mple asi­
m i l ación de u na norma e x i stente. Y cuando actúa, como quien no tiene
derecho a actu ar, al tera el voc ab u l ario del parentesco q u e es p recond i ­
c ión de l o h u mano, e i m p l íci tamente se p l a ntea l a cuestión d e cuáles
deben ser e n real idad esas precondiciones . Antígona habla desde el l en ­
guaj e d e l derecho del q u e está excl u i da, partici pando e n el lenguaj e d e
l a rei vind icación con e l cual n o e s posible n i ng ún t i po d e ident i ficación
fi n a l . Si e l l a es h umana, e n tonces l o h u m an o ha ent rado en catacre s i s :
y a no conocemos su u s o correcto. Y en l a medida que ocupa el lenguaje
q u e n u nca puede pertenecerle, ella fu nciona como u n q u iasmo den tro
del vocab u l ario de l as normas pol ít i cas. Si el paren tesco es la precondi­
ción de l o h u mano, e ntonces A n t ígona es l a ocasión para u n n uevo
campo de l o h u mano, logrado a través de catacre s i s pol ítica, la q u e se
da cuando e l menos que h u mano habla como h u mano, cuando el género
es despl azado, y e l pare ntesco se h unde e n s u s propi as l eyes fundado­
ras. Ella actúa, habla, se convierte en algu ien para q u ien el acto de hab l a
es u n c r i m e n fatal , pe ro esta fatal i dad e xcede su v i da y e ntra e n el d i s­
curso de l a i n te l i g i b i l idad como su m i s m a pro m etedora fatali dad, l a
forma soc ial d e u n futuro aberran te s i n precedentes.

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