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“En la ética naturalista de la sexualidad, los actos son intrínsecamente buenos cuando

respetan el orden interno de la naturaleza e intrínsecamente malos cuando no lo respetan.


Además, la sexualidad se hace moral cuando se ejercita con moderación. Para esta ética,
la naturaleza tiende siempre a un fin (telos) y todo órgano tiene también uno. Para el caso
de los órganos de la generación, sus fines son la reproducción y perpetuación de la especie,
de tal manera que los usos no dirigidos a ellos serían inmorales. La virtud que acompaña
el ejercicio de la vida sexual es la templanza, el justo medio aristotélico; por consiguiente,
el exceso o abstinencia serían inmorales”
Montoya Montoya, G. J. (2007). La ética del cuidado en el contexto de la salud sexual y
reproductiva. Acta bioethica, 13(2), 168-175.
ANÀLISIS.-
Según Montoya describe a la sexualidad como algo que se debe producir de forma natural,
que ésta se vuelve mala cuando no existe el debido respeto entre las partes involucradas y
que, conlleva ética siempre y cuando se realice con un fin como lo es la reproducción
humana y que si es generada para otros fines pues sería inmoral practicarla al igual que lo
es la abstinencia. Entonces, nos quiere decir que debe existir un equilibrio, que debemos
conocer su fin y desarrollarla para conseguir aquello lo cual opino que es sumamente difícil
porque el placer se interpone haciendo que se olvide dicho fin específico de la sexualidad
y que tome su lugar como principal búsqueda al momento de acudir a un encuentro sexual
y es algo que ha ocurrido desde la antigüedad.

“El amor y el sexo no escapan a la crisis de valores, a la mercantilización de la vida, a la


incertidumbre, al impacto científico, tecnológico y cibernético, a la carrera en la búsqueda
de “placer” y “felicidad”, a la exacerbación del individualismo y el anacronismo del
romanticismo, a las hegemonías, a las inequidades, a las violencias, a la desmovilización
de emociones, de solidaridad, de fraternidad y de las relaciones humanas como valor.
Nunca antes había reinado con tanto ahínco la incertidumbre, la inconformidad y la urgencia
en la búsqueda de formas diferentes y más placenteras de vivir la sexualidad y el amor.”

Fernández, L. (2004). Amor y sexualidad: algunos desafíos. Universidades, (28).


ANÀLISIS.-

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