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En la nación Argentina, las pruebas al igual que aquí son de vital importancia para el buen

desarrollo del proceso, es así como dentro de los distintos medios probatorios admitidos por las
leyes procésales argentinas, tenemos que el Código Procesal Civil del mencionado país dispone
en su artículo 183 respecto a la prueba pericial y testimonial que: "La prueba pericial, cuando
procediere, se llevará a cabo por UN (1) solo perito designado de oficio. No se admitirá la
intervención de consultores técnicos. No podrá proponerse más de CINCO (5) testigos por cada
parte y las declaraciones no podrán recibirse fuera de la jurisdicción, cualquiera fuere el
domicilio de aquéllos". De la misma forma, dentro de ese principio universal del derecho
probatorio relacionado con la libertad que tienen las partes de hacer valer y probar sus
respectivos alegatos, valiéndose para ello de cualquier medio de prueba; es que podemos ver
como en la legislación Civil Argentina al igual que el Código de Procedimiento Civil
Colombiano y el Código de Procedimientos Civiles Mexicano (en aras del principio dispositivo)
se deja a la libre voluntad de las partes el ofrecimiento de las pruebas -tal como lo dispone el
artículo 506 de nuestro Código adjetivo civil- por ello el artículo 377 del Código Procesal Civil
Argentino reza: "Incumbirá la carga de la prueba a la parte que afirme la existencia de un hecho
controvertido o de un precepto jurídico que el juez o el tribunal no tenga el deber de conocer.
Cada una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que
invocare como fundamento de su pretensión, defensa o excepción. Si la ley extranjera invocada
por alguna de las partes no hubiere sido probada, el juez podrá investigar su existencia, y
aplicarla a la relación jurídica materia del litigio". De la misma manera el Código de
Procedimiento Civil Colombiano refiere en su articulado lo siguiente: "Incumbe a las partes
probar el supuesto de hecho de las normas que consagran el efecto jurídico que ellas
persiguen...(omisis). Así las cosas, como es costumbre en nuestros códigos adjetivos civiles en
Latinoamérica, podemos observar que para cada medio de prueba se disponga una formalidad
necesaria para que las mismas tengan plena eficacia dentro del proceso, es por ello que el
Código Procesal Civil Argentino señala y dispone en sus artículos 326, 360 ordinales 4 y 5, 378,
396 lo correspondiente a los formalismos esenciales para la correcta evacuación de las pruebas
testimoniales, documentales, de informes, expedientes judiciales y las pruebas anticipadas. No
señalándose con claridad en el mismo, lo relativo a la apreciación del Juez sobre aquellas
pruebas que hayan sido obtenidas a través de las reproducciones o a través de las grabaciones
magnetofónicas, realmente el Código Procesal Civil Argentino no hace ninguna alusión al tema
planteado, tema que como sabemos está inmiscuido entre la delgada línea que separa a la
legalidad y la ilegalidad, debido a que, este tipo de prueba ( sobre todo la de grabaciones) están
directamente relacionadas con el derecho a la intimidad y a la privacidad de todos nosotros
como seres humanos, no en vano reposan en los estrados de nuestros países dictámenes o
decisiones que buscan proteger un principio tan individual y personal como este; famosas han
sido las sentencias emitidas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos especialmente la
que hace mención al caso Kruslin vs. Gobierno de Francia, en donde se observa la más notable
declaración de principios de cómo debería legislarse la intervención de las comunicaciones
privadas. El problema estriba básicamente en la forma como se procedió a obtener la respectiva
reproducción o grabación, ya que, es común que en nuestros países, las conversaciones sean
grabadas por los cuerpos de seguridad e inteligencia con el objeto de obtener información de
interés para la comprobación de un hecho delictivo; es por ello que, debemos reseñar que el
presente análisis no solo se limita al derecho procesal civil ( Derecho Probatorio) como tal, sino
que guarda estrecha relación con el derecho procesal penal, ya que es allí donde más se pueden
observar la promoción y consignación de este tipo de pruebas. Ahora bien, este principio rector
del Derecho a la Intimidad o al Honor, esta bien desarrollado por cada una de las
Constituciones de nuestros países, es por ello que el artículo 19 de la Constitución de la Nación
Argentina dispone: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al
orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas
de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que
no manda la ley, ni privado de lo que ello no prohibe". Por lo que podemos sostener que la
mera escucha o registración de las conversaciones de 3ros., aunque no haya difusión, es una
conducta ilícita, pues la Constitución Nacional de la República Argentina protege el secreto de
las comunicaciones; y secreto es lo oculto, ignorado, escondido y separado de la vista o
conocimiento de los demás; así que será ilegítima la mera interceptación de ellas para escuchar,
y obviamente para grabar o registrar de algún modo. Esto aparece robustecido por la previsión
del artículo 19 de la Ley de Comunicaciones de la nación Argentina, que autoriza la
interceptación de comunicaciones sólo a pedido del juez competente. Sin la autorización de la
autoridad judicial estaríamos en presencia de una violación flagrante al derecho al secreto de
las comunicaciones y en segundo termino al derecho a la intimidad, cuando se produce la
difusión. De la misma manera el artículo 18, aparte número 3º de la Constitución Española
garantiza el secreto de las comunicaciones, especialmente de las postales, telegráficas y
telefónicas; derecho este que aparece magistralmente desarrollado en la Ley Orgánica de
Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen.
Es así como las misma señala que: "El derecho fundamental al honor, a la intimidad personal y
familiar y a la propia imagen, garantizado en el artículo dieciocho de la Constitución, será
protegido civilmente frente a todo género de intromisiones ilegítimas, de acuerdo con lo
establecido en la presente Ley...Cuando la intromisión sea constitutiva de delito, se estará a lo
dispuesto en el Código Penal. No obstante, serán aplicables los criterios de esta ley para la
determinación de la responsabilidad civil derivada de delito...(omisis)...Tendrán la
consideración de intromisiones ilegítimas en el ámbito de protección delimitado por el artículo
segundo de esta Ley: Uno. El emplazamiento en cualquier lugar de aparatos de escucha, de
filmación, de dispositivos ópticos o de cualquier otro medio apto para grabar o reproducir la
vida íntima de las personas. Dos. La utilización de aparatos de escucha, dispositivos ópticos, o
de cualquier otro medio para el conocimiento de la vida íntima de las personas o de
manifestaciones o cartas privadas no destinadas a quien haga uso de tales medios, así como su
grabación, registro o reproducción. Tres. La divulgación de hechos relativos a la vida privada de
una persona o familia que afecten a su reputación y buen nombre, así como la revelación o
publicación del contenido de cartas, memorias u otros escritos personales de carácter
íntimo...(omisis)...La captación, reproducción o publicación por fotografía, filme, o cualquier
otro procedimiento, de la imagen de una persona en lugares o momentos de su vida privada o
fuera de ellos". En Alemania, el articulo 10 de su texto constitucional preserva las
telecomunicaciones de la injerencia de los terceros. Por su parte, la 4ª Enmienda del Bill of
Rights de la Constitución de Estados Unidos de América enuncia que el derecho de las
personas a encontrarse seguras en su persona, hogar, papeles y efectos en contra de
investigaciones y toma de posiciones oficiales irrazonables, no debe ser violado y ninguna
justificación será admitida sin mediar causa probable, sostenida bajo juramento y describiendo
de manera particular el lugar a ser investigado y las personas o cosas sobre las que dispondrán
medidas. El artículo 15 de la Constitución de la República de Italia prescribe: "la libertad y el
secreto de la correspondencia y de cualquier forma de comunicación es inviolable". Las
limitaciones a este derecho sólo es procedente disponerlas por una decisión motivada de
autoridades judiciales con las garantías prescriptas por la ley. Por otro lado, el punto XII del
articulo 5 de la Constitución de Brasil establece que el secreto de la correspondencia, los datos
telegráficos y las comunicaciones telefónicas son inviolables, excepto una orden judicial en los
casos y la forma establecida por la ley, con el propósito de una investigación criminal. Por ello,
observamos que en virtud del principio Constitucional propio de la actividad probatoria como
lo es el relativo a la legalidad y legitimidad de los medios de pruebas invocados o incorporados
al proceso, quedará en manos del Juzgador la difícil tarea de admitir aquellas que sean
manifiestamente pertinentes, idóneas y legales; tanto así que, consideramos como una
obligación propia de los Jueces el de oficiar a los órganos competentes cuando consideren que
una prueba promovida en la causa haya sido obtenida en contravención a lo dispuesto en los
Códigos sustantivos penales del país que se trate o de las leyes especiales que desarrollen
ampliamente tal situación; por ello nos atrevemos a indicar que será reconocida y valorada
aquella prueba adquirida a través de las reproducciones o grabaciones magnetofónicas, cuando
la misma ha sido alcanzada siguiendo cada uno de los parámetros contemplados en la
Constitución Nacional de cada país y las leyes espaciales que hayan sido sancionadas y
aprobadas para regular los principios Universales de la privacidad y la intimidad; debido a que
si no se observan tales preceptos estaríamos frente a una prueba prohibida. Al respecto, el
Tribunal Supremo Español ha reiterado dos criterios bien diferenciados, ya que acogió en una
sentencia un postura restringida, en donde dispone que no toda infracción de las normas
procesales reguladoras de la obtención y práctica de pruebas puede conducir a esa
imposibilidad (prueba prohibida), hay que concluir que sólo cabe afirmar que existe prueba
prohibida cuando se lesionan los derechos que la Constitución ha proclamado como
fundamentales. Por el contrario, en sustento a la postura amplia, el Tribunal resaltó que
cuando el origen de la ilicitud de la prueba se encuentra en la violación de un derecho
fundamental, no hay ninguna duda de que tal prueba carece de validez en el proceso y los
Tribunales habrán de reputarla inexistente a la hora de construir la base fáctica en que haya de
apoyarse una sentencia condenatoria. Otra cosa, quizá, haya que decir cuando la ilicitud sea de
rango inferior, en cuyo caso es posible que tenga que prevalecer el principio de verdad material,
debiendo hacerse en cada caso una adecuada valoración de la norma violada en consideración a
su auténtico y real fundamento y a su verdadera esencia y naturaleza. En todo caso, La
experiencia internacional -ponderada a través de la jurisprudencia del TEDH y las leyes
europeas (francesa, española, alemana)- muestra una tendencia extremadamente restrictiva
respecto de la utilización de las conversaciones telefónicas como prueba en juicio. En nuestro
país, nos encontramos que las grabaciones no tienen un puesto destacado como medio
probatorio autónomo, el artículo 502 del Código de Procedimiento Civil Venezolano señala
como una facultad propia del Juez y dentro del sistema mixto de producción de la pruebas que
el mismo: ...(omisis)...puede disponer que se ejecuten planos, calcos y copias, aun fotográficas,
de objetos, documentos y lugares, y cuando lo considere necesario, reproducciones
cinematográficas o de otra especie que requieran el empleo de medios, instrumentos o
procedimientos mecánicos". Esta lectura nos indica en primer termino que solo son
reconocidas las grabaciones como medio legal de prueba, las grabaciones hechas dentro del
proceso, lo cual quiere decir que, si alguna de la partes tiene grabaciones anteriores al proceso,
para producirla no puede emplearla como medio de prueba, sino, por el sistema previsto en el
artículo 395 del CPC, como prueba libre. Sin embargo, el Código de Procedimiento Civil
Colombiano señala en su articulo 251 lo siguiente: "Son documentos los escritos, impresos,
planos, dibujos, cuadros, fotografías, cintas cinematográficas, discos, grabaciones
magnetofónicas, radiografías, talones, contraseñas, cupones, etiquetas, sellos y, en general,
todo objeto mueble que tenga carácter representativo o declarativo, y las inscripciones en
lápidas, monumentos, edificios o similares. Los documentos son públicos o privados.
Documento público es el otorgado por funcionario público en ejercicio de su cargo o con su
intervención. Cuando consiste en un escrito autorizado o suscrito por el respectivo funcionario,
es instrumentos público; cuando es otorgado por un notario o quien haga sus veces y ha sido
incorporado en el respectivo protocolo, se denomina escritura pública. Documento privado es
el que no reúne los requisitos para ser documentos público". Es decir, que en el derecho
colombiano las pruebas magnetofónicas o las reproducciones se equiparan a un documento,
ahora bien, para que las mismas sean apreciadas por el Juez de la causa deben las partes que
apoyen sus afirmaciones en estas pruebas, a la hora de promoverlas indicarle al Juzgador cual
es en definitiva el origen de esas grabaciones; a cuanto asciende su duración; que se pretende
probar con ese documento y a quienes pertenecen las voces que se encuentran grabadas o
reproducidas en la respectiva prueba. Ciertamente es una inquietud de la doctrina el
determinar ¿como se va a realizar el control de la prueba? -que como sabemos es uno de los
principios fundamentales de la actividad probatoria- por lo que a raíz de los innumerables
aportes que han hecho al derecho probatorio latinoamericano los jurisperitos Jesús Eduardo
Cabrera, Román Duque Corredor, Jairo Parra Quijano, entre otros- se determinó que el control
de este medio probatorio, se efectuaría cuando la prueba se realice, ya que la misma debe ser
escuchada por las partes y el juez, de allí que cualquiera de ellas puede en virtud de esa
audiencia especial -para oír el contenido de la grabación- hacer las observaciones que a bien
tengan y de ese modo impugnar y desconocer su contenido a través de una tacha de falsedad,
cuando se consideré que la prueba ha sufrido alguna alteración. A su vez el Código de
Procedimiento Civil Ecuatoriano refiere en su artículo 125 que: "Las pruebas consisten en
confesión de parte, instrumentos públicos o privados, declaraciones de testigos, inspección
judicial y dictamen de peritos o de intérpretes. Se admitirá también como medios de prueba las
grabaciones magnetofónicas, las radiografías, las fotografías, las cintas cinematográficas, así
como también los exámenes morfológicos, sanguíneos o de otra naturaleza técnica o científica.
La parte que los presente deberá suministrar al juzgado los aparatos o elementos necesarios
para que pueda apreciarse el valor de los registros y reproducirse los sonidos o figuras. Estos
medios de prueba serán apreciados con libre criterio judicial según las circunstancias en que
hayan sido producidos. Se considerarán como copias las reproducciones del original,
debidamente certificadas que se hicieren por cualquier sistema". Claramente podemos observar
que, en el derecho ecuatoriano se le da pleno valor probatorio a las grabaciones
magnetofónicas, ya que las mismas son equiparadas a pruebas tan tradicionales como la de
testigos, inspección judicial o peritos (experticia). Para concluir es conveniente hacer referencia
al valor probatorio de las pruebas magnetofónicas en el derecho procesal penal
latinoamericano, en virtud que, este medio probatorio tiene más incidencia en los juicios
penales que en los civiles; gracias a la utilización de las llamadas telefónicas y de otros medios
de comunicación para la perpetuación de los delitos, es así como la Cámara Nacional de
Casación Penal de la República Argentina ha admitido que la libertad y privacidad de las
comunicaciones telefónicas se encuentran comprendidas en la garantía de la inviolabilidad de
la correspondencia epistolar, consagrada por el articulo 18 de la Constitución Nacional de ese
país, por lo que, la reglamentación de la garantía analizada, debe encontrarse en los artículos
236 del Código Procesal Penal de la Nación Argentina y 229 del Código Procesal Penal de la
Provincia de Buenos Aires. Esta sistematización es insuficiente y ambigua, debiendo integrarse
la protección a las comunicaciones privadas mediante conceptos introducidos por la doctrina -
especialmente a través del análisis de legislación comparada- y receptados en decisiones
judiciales.
Es así como el articulo 18 de la ley nacional de telecomunicaciones Argentinas prevé (como
sabemos) la inviolabilidad de las telecomunicaciones, correspondiendo la interceptación de las
mismas sólo a requerimiento de juez competente.
Además de lo expuesto, las comunicaciones privadas se hallan comprendidas dentro de la
esfera de protección de los artículos 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y 17
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que postulan que nadie será objeto de
injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada.
. Este reconocimiento a la intimidad, debe instrumentarse a partir de la tipificación de las
acciones que signifiquen una intrusión clandestina en las comunicaciones privadas, sean los
actos de revelación o divulgación, referidos a los datos obtenidos en el espionaje telefónico. Así
las cosas, mediante la intromisión en las conversaciones telefónicas del imputado, con el objeto
de obtener información de interés para la comprobación de un hecho delictivo, los
investigadores necesariamente se verán compelidos a transgredir los de por sí difusos límites
que la diligencia supone, ello ante la imposibilidad de determinar a priori cuáles
comunicaciones resultarán útiles para los fines del proceso para evitar así que de manera
constante se escuchen y graben los diálogos privados del imputado -y lo que es peor aún, de
familiares o terceros extraños al proceso penal- que no tienen ningún vínculo con el objeto de
análisis, exentos a la autoridad de los magistrados. La primera cuestión debiera ser entonces
dilucidar qué conversaciones requieren de una orden jurisdiccional para ser captadas por el
Estado, o dicho en otras palabras, qué nota característica permite entender como privado a un
diálogo determinado. La respuesta a este interrogante fue debidamente desarrollada por la
Corte Suprema de Estados Unidos, al enunciar el criterio de la legítima expectativa de
privacidad que ha prevalecido en ese país desde el caso Katz de 1967. En Katz v. United States,
los oficiales de policía instalaron un sistema de escuchas en la pared exterior de una cabina
telefónica regularmente utilizada por Katz, el cual se activaba cada vez que el nombrado
ingresaba a la misma. El objeto era registrar las apuestas clandestinas que el imputado
transmitía desde Los Angeles a Boston y Miami. Con fundamento en la ausencia de
intervención física sobre el lugar en que se desarrollaba la conversación, los tribunales
inferiores abonaron la idea que la Cuarta Enmienda del Bill of Rightshttp://cubix2-
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no había sido violada. En el desarrollo de su voto, el juez Stewart afirma que una vez
reconocido que la Cuarta Enmienda protege personas y no simplemente áreas, en contra de
irrazonables investigaciones y diligencias, resulta claro que la protección prevista en la Cuarta
Enmienda no puede justificarse según la presencia o ausencia de una intrusión física oficial.
Por su parte, el juez Harlan sostuvo que una cabina telefónica cerrada es un área donde, al
igual que en una casa y a diferencia de un lugar abierto, las personas tienen una razonable
expectativa de privacidad constitucionalmente tutelada; que la intromisión por medios
electrónicos, como la injerencia física en un sitio con estas características, constituye una
violación a la Cuarta Enmienda; y que la invasión de un área constitucionalmente tutelada por
las autoridades federales es presuntamente irrazonable en ausencia de una autorización
judicial que habilite la investigación. Concluyó el magistrado que no pueden protegerse de ser
escuchadas aquellas conversaciones que sean mantenidas en lugares públicos, porque la
expectativa de privacidad en esas circunstancias resultaría irrazonable. El aspecto central
remarcado en el caso Katz fue que quien ocupa una cabina telefónica, cierra la puerta detrás de
sí, y paga la tarifa que le permite efectuar la llamada, con certeza presume que su conversación
no está siendo escuchada por otras personas. En el desarrollo de esta posición, ALEJANDRO
CARRIÓ expone que, una conversación telefónica trae aparejada una razonable expectativa de
que sólo estamos siendo escuchados por nuestro interlocutor, y no por un mitin de policías que
comentan sobre nuestra actividad, gustos y preferencias. De allí que sea lógico pensar que sólo
con orden judicial podrá procederse a su interceptación
. En otras palabras, el secreto de las comunicaciones no puede ser desvelado para satisfacer la
necesidad genérica de prevenir o descubrir delitos, o para despejar las sospechas sin base
objetiva que surjan en la mente de los encargados de la investigación penal, por más legítima
que sea esta aspiración, pues de otro modo se desvanecería la garantía constitucional. Se exige
entonces la existencia de un proceso penal preexistente a la diligencia en análisis, la concreta
imputación de un delito a una persona determinada y un suficiente grado de sospecha de que
aquel que será sometido a la intervención, ha participado en un acto iligal. En ese sentido una
Sentencia del Tribunal Supremo Español del 29 de diciembre de 1997 (DER. 971/10523)
respecto al tema planteado dispuso lo siguiente: "esta sala ya ha señalado que el
descubrimiento casual de indicios de otro delito distinto del investigado durante un registro
domiciliario o una intervención telefónica no implica vulneración de los derechos
fundamentales garantizados por el art. 18 de la Constitución Española, siempre que se cumpla
el requisito de proporcionalidad y que la autorización y práctica del registro o la intervención se
ajusten plenamente a las exigencias y prevenciones legales y constitucionales, como sucede en
el caso actual (sentencias de 28 de abril, 7 de julio y 1 de diciembre de 1995, 4 y 5 de octubre de
1996 y 26 de septiembre de 1997, entre otras). No concurriendo, en consecuencia, violación
alguna de derechos fundamentales en la obtención casual de indicios utilizados como
instrumento de la investigación inicial (y no como medio de prueba en el juicio, en el que no se
propuso ni practicó como prueba de cargo la audición de las cintas)...(negrillas añadidas).
Asimismo, es necesario indicar que los jueces deben inexorablemente que valorar como hemos
recalcado que si las conversaciones han sido obtenidas ilícitamente no pueden ser medio de
prueba en juicio de ninguna especie, es que así como al Estado se le exige un mínimo de ética,
que impide hacer justicia a cualquier precio; para concluir es grato reseñar lo que al respecto la
doctrina Argentina ha señalado: "Es preciso que los ciudadanos de un país se crean tan seguros
en el uso de la estafeta pública que miren como no emanados de su mente sus pensamientos
mientras los renglones que los estampan estén bajo el frágil pero inviolable sello de una carta y
no haya llegado ésta a la persona a quien se transmite... Los países que más prósperos marchan
son los que más religioso respeto tienen por esta institución"

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