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33° conferencia. La feminidad' Sefioras y sefiores: Todo el tiempo en que me preparaba para hablarles Iuché con una dificultad interior. No me sien to seguro de mi buen derecho, por asi decir. Es verdad que el psicoanilisis ha cambiado y se ha enriquecido en los Lltimos quince afios de trabajo, pero por eso. mismo una introduccién al_psicoandlisis podria quedar intacta y_sin complementos. De continuo me acude Ia idea de que estas conferencias carecen de justificacién. A los analistas les digo demasiado poco, y nada, pero nada, nuevo; en cambio, a ustedes les digo demasiado, y cosas tiles para cuva cor prensién no estén preparados, y no son adecuadas para us- tedes. He estado al acecho de cada excasa que se me pre- sentaba, y pretendi justificar cada una de las conferencias con un fundamento diferente. La primera, sobre la teoria del suefio, estaba destinada a volver a situarlos de un gofpe ‘en medio de la atmésfera analitica y a mostrarles coin st lidas han demostrado ser nuesttas intuiciones. A abordar la segunda, que marcha por el sendero que lleva desde el sve fio hacia el llamado ocultismo, me incité la oportunidad de decir mi palabra impatcial sobte un campo de trabajo en ‘que hoy combaten entre si expectativas prejuiciosas y re: sistencias apasionadas, y tenia derecho a esperar que cl jui- cio de ustedes, educado para la tolerancia en el ejemplo del psicoanilisis, no se rehusaria a acompafarme en esa excur- sin. La tercera confetencia, sobre la descomposicién de la personalidad, les planted sin duda las més rigurosas exigen- ‘ias, tan extrafio era su contenido; pero yo no podia man- tenerles en reserva ese primer esbozo de psicologia del yo, y si lo hubiéramos poseido quince afios atrés, ya entonces habria debido mencionérselo, Por fin, la Gltima conferencia, que ustedes probablemente sdlo pdieran seguir com gran 1 (Esta conferencia se basa esencialmente en dos trabeios prevos de reud: «Algunas consceuenciae peiqucas de La diferencia anatomica entre fos sexos» (1925)) y «Sabre 14 sewvalidad femenings (19315), aunque la ltima parte, que versa sobre la vida adulta de la mulet, incluye material nuevo, Freud voli. a ocupatse del tema en el ea. talo VIE de 0 Exguema del pstcoonliis (19804).) 104 trabajo, aport6 rectificaciones necesarias, nuevos intentos de solucionat los més importantes enigmas, y si_yo hubiera callado. sobre es0, mi ensayo de introduciclas (Einfiibrung) a ustedes se habria convertido en uno de extraviarlos {Irre fibrang). Ya ven: cuando uno se pone a disculparse, termi- na por afirmar que todo era inevitable, todo era fatal. Me avengo @ ello; les ruego que To hagan también En cuanto a la confgrencia de hoy, no debiera tener ca- bida en una introduecidn, pero acaso Iessitva como rmuestra de un trabajo analitico de detalle, y puedo decir dos cosas pata recomendarla, No ofrece nada més que hechos obser- vados, casi sin atiadido de especulacién, y se ocupa de un tema due posce titulos para atraer el interés de ustedes como Aificilmente otro los tenga. El enigma de la feminidad ha puesto cavilosos a los hombres de todos los tiempos: «Cabeza con gotros jeroglificos, cabezas de turbante, otras de negra birreta, cabezas con peluca, y millares de pobres, traspiradas cabezas humanas. ..» ‘Tampoco ustedes, si son varones, estarin a salvo de tales quebraderos de cabeza; de las mujeres presentes, no sc espe- a que sean tal enigma para sf mismas. Masculino y feme- nino es la primera diferencia que ustedes hacen cuando se encuentran con otto ser humano, y estin habituados a es tablecerla con resuclta ccrtidumbre. La ciencia anatémica comparte esa certidumbre en un punto, pero no mucho més. Masculino es el producto genésico masculino, el espermato- zoide, y su portador; femenino, el évulo y el organismo que lo alberga. En ambos sexos se han formado drganos que sitven exclusivamente a las funciones genésicas, y es pro- bable que se hayan desartollado a partir de una misma dis- posicién en dos diferentes configuraciones. Ademés, los otros Srganos, las formas del cuerpo y los tejidos se muestran en ambos ingluidos por el sexo, pero de manera inconstante y ‘en medida variable; son los lamados «caractetes sexuales secundarios». Lego Ta ciencia les dice otra cosa que con- tracia sus expectativas y es probablemente apta pata con- fundir sus sentimientos. Les hace notar que partes del apa- rato sexual masculino se encuentran tambign en el cuerpo de Ta mujer, si bien en un estado de atrofia, y lo mismo es vé lido para el otro sexo, Ella ve en este hecho el indicio de 2 Heine, Nordsee (segundo cielo, VIL, «Fragen» 105 una bisexualidad,? como si el individuo no fuera varén © mujer, sino ambas cosas en cada cas0, sélo que més lo uno gue Io otro. Entonees se los exhortard a ustedes a familiari- zarse con la idea de que la proporcién en que lo masculino y lo femenino se mezclan en el individuo sufre oscilaciones ‘muy notables. Pero como, a pesar de ello y prescindiendo de casos rarisimos, en una persona esta presente slo una clase de prodhtor ges —Grlos o fas de semen: no rin ustedes menos que desconcertatse en cuanto al valor Eecsorio de estos clementoe y exter la concusign de que quello que constituye Ia masculinidad o 1a feminidad es un ‘eardcter desconocido que la anatomia no puede aprehender. ePodré hacerlo la psicologia? Estamos habituados a usar s«mnasculino» y «femenino» también como cualidades ani- micas, y de igual modo hemos trasferido el punto de vista de la bisexualidad a Ja vida animica. Decimos entonces que un set humano, sea macho © hembra, se comporta en este punto mascalina y en estotro femeninamente. Pero pronto verdn ustedes que lo hacemos por mera docilidad a Ia ana- tomia y a la convencién. No es posible dar mingtin content nuevo # los conceptos de masculino y femenino. Ese distin- 0 10 €s psicolbgico; cuando ustedes dicen «masculino», por regla general piensan en «activo», y en epasivor cuando dicen «femenino». Es cierto que existe una relacién asi. La célula genésica masculina se mueve activamente, busca a la femenina, y el dvulo permanece inmévil, aguardando de ‘maneta pasiva. Y aun esta conducta de los organismos gené- sjcos elementales es patadigmética para el comportamiento de los individuos en el comercio sexual, El macho persigue a la hembra con el fin de la unidn sexual, la apresa y pe- netra en ella, Pero asi habrén reducido ustedes, para Ia p: cologfa, el caricter de lo masculino al factor de Ia egresin. Y empezarin a dudar de haber dado con algo esencial si pists ave en muchas class de animales las hembras son tds eres yapreses, fos machay so stivos exis vamente en ef acto de la unién sexual. Tal sucede, por ejem- lo, en fas arafas, Las fonciones de [a crianea, que nos pa recen por excelencia femeninas, tampoco se asocian entre los animales de una manera regular con el sexo femenino. En especies muy adelantadas en la escala zoolégica se obser- 2 (Freud se ocus de a Bsmuldd en aime ec de ss reams tea DOS AE 3 ee 2p dee pace aeeados sont Scone ose alive) pes 108

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