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Para otros usos de este término, véase Testamento (religión).
El testamento (del latín testario mentis 'testimonio de la voluntad', es el acto jurídico por el
cual una persona dispone para después de la muerte del dueño (que puede ser un familiar
o una persona a la cual se le tuviere estima) de todos sus bienes o parte de ellos. No es
sinónimo de hacer una dedicatoria. Algunos autores sostienen que no proviene de testario
mentis, sino que sus orígenes se encuentran en el vocablo testis, por lo que se hace
referencia al testigo; es decir, el testamento no tiene significado como expresión material
de voluntad, sino que es un acto en el que se atestigua esta voluntad. El testamento
también admite actos de carácter no patrimonial, como pudiera ser el reconocimiento de
hijos.1
Cuando una persona muere sin dejar testamento se dice que ha fallecido abintestato o
intestada. Si bien generalmente el testamento es un acto jurídico en el que se hace una
disposición de bienes, hay que reconocer que existen declaraciones de voluntad que no
consisten en ello y que pueden ser materia de un testamento (vgr. reconocimiento de un
hijo).
El testador es la persona que hace testamento. Puede testar quien tiene capacidad de
obrar y la ley no se lo prohíbe expresamente. Siempre que el demente pretenda hacer
testamento en un intervalo lúcido, designará el notario a médicos que previamente le
reconozcan, y no lo otorgará sino cuando éstos respondan de su capacidad, debiendo dar
fe de su dictamen en el testamento, que suscribirán los facultativos además de
los testigos.
Actualmente, y con el avance de la tecnología y una sociedad cada vez más digitalizada,
surge el 'Testamento Digital', que es aquel en el que las personas deciden a quien dejar
sus bienes digitales, tales como fotografías, vídeos, archivos o accesos.