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La propuesta del modelo DF, aplicado a los procesos de facilitación grupal o aprendizaje

experiencial se centra en tres etapas importantes que deben realizarse para que los
participantes o alumnos logren la aplicación inmediata de lo aprendido en una
capacitación o taller.

Estos momentos se los conoce como Inclusión, inmersión e integración.

La inclusión es previo a la capacitación como tal, tiene entre sus finalidades eliminar
corazas físicas o emocionales que generalmente encontramos en los participantes como
bloqueos de energía y ayudarles a responder el ¿Para qué estoy aquí? de esa manera
predisponemos a las personas a aprender y sobre todo un ambiente de confianza.

Aquí podemos usar dinámicas rompehielo.

Inmersión: esté se conoce como el momento del conocimiento donde es importante


poder llegar a las personas apoyándonos en talleres vivenciales, ambientes simulados,
lúdica, juegos serios, Psicoterapia grupal, entre otras metodologías heurísticas que nos
ayuden a elevar el nivel de aprendizaje, donde el facilitador se convierte en un guía del
proceso formativo creando en los participantes su propio conocimiento en base a la
experiencia.

Es importante también que después de cada taller se realice un proceso reflexivo a


través de la observación, el sentimiento de la vivencia y como el participante aplicaría lo
aprendido en el ámbito personal o laboral generando en cada uno el Darse cuenta.

Integración: en esta etapa se generan los compromisos que cada uno de los
participantes asume consigo mismo y con el equipo de trabajo, de esta manera como
facilitadores estaremos cerrando el proceso y generando amplitud de conciencia en los
participantes.

Al utilizar el modelo DF logramos que la persona que son parte del proceso de
aprendizaje retenga por más tiempo el conocimiento o la experiencia y la aplicación de
forma inmediata y adecuada de lo aprendido.

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