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Música de Vanguardia
Música de Vanguardia
Serialismo
El uso del término 'serie' en conexión con la música fue introducida en el francés por
René Leibowitz en 1947, e inmendiatamente después por Humphrey Searle en inglés,
como una traducción alternativa del término alemán Zwölftontechnik dodecafonismo o
Reihenmusik (música serial); introducida independientemente por Hebert Eirmert y
Karlheinz Stockhausen al alemán en 1954 como la serielle Musik, con un significado
diferente, pero que se traduce también como música serial.
El serialismo integral
Frente a este cambio de ciclo, una nueva generación de vanguardias musicales conjurará esta
pérdida de centralidad mediante un potente rearme ideológico desde el cual negará el valor
cultural tanto de las nuevas músicas -jazz, rock, etc.- como de los nuevos espacios sonoros -
cine, discos, etc.-.
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El serialismo integral suscitó -ya desde la década de 1950- diversas críticas desde dentro de la
propia comunidad vanguardista. Estas críticas se dirigieron contra el carácter alienante del
sistema -entre otros, para el intérprete, convertido en un mero autómata al servicio de la obra-,
así como al énfasis puesto en la organización de parámetros sonoros de difícil -si no
imposible- apreciación por parte del oyente.
Karlheinz Stockhausen . Stockhausen ha sido el compositor serialista más influyente fuera del
ámbito de las vanguardias (Beatles, Miles Davis, Björk, etc.). Su producción madura incorpora
teatralidad, electrónica, improvisación, modularidad -una misma obra puede desglosarse en
obras más cortas- y mensajes cosmogónicos.
Luigi Nono – Concierto obrero sobre Como una ola de fuerza y de luz [1972]. La vanguardia
musical italiana de posguerra estuvo estrechamente vinculada con el Partido Comunista
Italiano. Nono entendió su arte como una manifestación de su credo político. Este vídeo recoge
un concierto obrero en el que el director de orquesta Claudio Abbado y el pianista Maurizio
Pollini explican la obra y responden a diversas cuestiones suscitadas por la escucha de esta
obra -una especie de Réquiem– para piano, orquesta y banda magnetofónica-, dedicada al
joven revolucionario chileno Luciano Cruz.
Pierre Boulez – Episodio de la serie XXe siècle [1988]. Con el enorme poder acumulado -como
fundador y gestor del Domaine musical [1954] y del IRCAM[1970], entre otras instituciones-,
Boulez ha ejercido como “patriarca” de la vanguardia europea. El refinamiento sonoro de su
obra contrasta con su actitud radicalmente intelectual frente a la composición. Boulez realizó un
gran esfuerzo divulgativo en numerosas ocasiones, como lo demuestra esta serie.
Pierre Boulez – Messagesquisse, para violonchelo solista y seis violonchelos [1977]. Esta obra
está compuesta sobre una serie basada en el nombre de su dedicatario (Paul Sacher,
eSACHERe = Eb A C B E D). Confronta a un solista con una orquesta de seis violonchelos y
está dividida en cuatro secciones alternando ritmo libre y ritmo medido a gran velocidad.
La música experimental
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La intensiva emigración de músicos europeos -entre ellos, Arnold Schönberg e Igor Stravinsky–
a los EE UU durante los años del nazismo y de la II Guerra Mundial, y su rápida absorción por
parte de unas instituciones culturales y académicas estadounidenses en pleno crecimiento,
hicieron del serialismo el lenguaje oficial de la vanguardia americana antes incluso -y con
mayor unanimidad- que en Europa.
Las circunstancias del asentamiento y consolidación del serialismo norteamericano fueron, sin
embargo, muy diferentes a las europeas: En EE UU el serialismo satisfacía un deseo
persistentemente aplazado por insertar la música americana en las corrientes
internacionales europeas, y de hacerlo desde planteamientos alejados de premisas
nacionalistas o populistas. Por ello, el serialismo norteamericano presentó menores
discontinuidades con el dodecafonismo clásico (II Escuela de Viena).
La intensa y pronta identificación del serialismo estadounidense con las esferas oficiales y
académicas dejó abierto un espacio a otro tipo de vanguardias de carácter posmoderno que
reflejaron su insatisfacción con un orden político que se erigía a nivel mundial como garante de
las libertades y de la democracia, pero que a su vez instigaba acciones como la caza de brujas,
el segregacionismo racial, la Guerra de Vietnam o la instauración de dictaduras militares en
Latinoamérica.
Alejadas, por principio, del esencialismo constructivo propio de los serialismos y cercanas a
sensibilidades propias del jazz y la psicodelia, este tipo de vanguardias -englobadas bajo la
expresión Música experimental a raíz de la obra homónima de Michael Nyman [1974]- dirigió su
atención hacia diversas cuestiones conceptuales -¿qué es música y cuándo deja de serlo?-,
la interculturalidad -superación o incluso desvinculación absoluta del eurocentrismo musical,
curiosidad por las músicas africanas y del Extremo Oriente-, el planteamiento de la obra
musical como proceso, o también la supresión de la escisión músico/audiencia mediante
el desarrollo de formatos de concierto colectivos o participativos.
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John Cage, admirador de las culturas orientales y de la música de Anton Webern, y pionero de
la música aleatoria y la música electrónica, ha sido reconocido unánimemente como “padre”
y gurú de la música experimental americana.
John Cage – Imaginary Landscape nº4 para 12 radios [1951]. Esta obra está concebida para
una orquesta de 24 ejecutantes que deben ir sintonizando 12 aparatos de radio según las
frecuencias indicadas en una partitura. El resultado sonoro es, obviamente, completamente
indeterminado.
Terry Riley – In C [1964]. Esta obra –En Do– es uno de los ejemplos más célebres de la
denominada música de procesos. El autor -vinculado tanto al jazz como al movimiento hippie–
concibió la obra para cualquier conjunto instrumental más un piano. La partituraconsiste en
53 células melódicas y una serie de indicaciones que cada instrumentista debe realizar de
forma libre.
Steve Reich – Six marimbas [1973/1986]. La obra de Reich -inspirada en la percusión africana-
constituye la “mayoría de edad” -o quizá, muerte- de la Música Experimental, así como su
retorno a las salas de concierto. Esta obra utiliza técnicas repetitivas y de desfase para
provocar pequeñas transformaciones en una textura básicamente estacionaria, creada
mediante la superposición de una serie de ostinatos cambiantes de ocho corcheas.
John Cage – Imaginary Landscape nº4 para 12 radios [1951].
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La inclinación natural de las vanguardias europeas por la formalización, dará lugar a diversas
tentativas de sistematización de estas inquietudes. Una de las más deslumbrantes la ofrece
la música estocásticade Xenakis, quien organiza las masas sonoras disponiendo las notas
una a una de acuerdo con distribuciones o leyes matemáticas. La segunda -y más influyente a
largo plazo- de estas tentativas sistematizadoras la encontramos en el espectralismo,
movimiento iniciado en los años 70 en Francia por el compositor Gérard Grisey que plantea el
retorno a una “nueva consonancia” basada en el análisis -y síntesis- del sonido a partir de
sus componentes espectrales mediante el uso de herramientas informáticas. Todas estas
corrientes confluirían con el modernismo ortodoxo a través de instituciones como
el IRCAM [1970], fundado por Pierre Boulez como centro de investigación sonora centrada en
el desarrollo de herramientas informáticas para el análisis, síntesis, procesamiento y
espacialización sonora (computer music).
La confluencia -en el espectralismo- del interés por el sonido como materia prima de la
composición con su formalización matemática, constituirá una síntesis de diversas tendencias
-aparentemente inconexas- expuestas a lo largo de esta unidad: el rigor constructivo del
serialismo integral, la reivindicación del sonido como materia prima de los refutadores del
serialismo integral, así como también un tratamiento del tiempo musical -procesos
estacionarios, repetitivismo, desfases, etc.- concomitante a menudo con
el minimalismonorteamericano.
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Una síntesis que -por su intensa vinculación con la acústica– remite a una especie de nuevo
pitagorismo que parece cerrar el ciclo abierto por los polifonistas medievales (ver Unidad 4) en
el mismo punto en el que comenzó, como metáfora de un tiempo que acaba -el de la notación-
para dar paso a una nueva era dominada por las tecnologías del sonido y la cultura de masas.
Gérard Grisey es uno de los compositores-fundadores más destacados del espectralismo, así
como uno de los más audaces y originales a la hora de trasladar los planteamientos
espectrales -aptos en principio para la música sintetizada mediante ordenador- al medio
instrumental.
Iannis Xenakis – Achorripsis – [1957]. La obra formaliza hasta el último detalle una miríada de
eventos sonoros gobernada por la distribución de Poisson que opera a dos niveles: uno a gran
escala -conjunto de celdas de una matriz que ordena el tiempo en periodos de 15” y las
texturas en 7 familias instrumentales; y otro a pequeña escala -eventos sonoros dentro de cada
celda-. El efecto es como la explosión controlada -subiendo o bajando la “temperatura”-
de palomitas de maíz.
Krzysztof Penderecki – Treno a las víctimas de Hiroshima [1960]. La notación gráfica de esta
obra, basada en gran medida en el empleo de clusters, define gestos musicales
indeterminados cuyo resultado final depende de la suma estadística de las acciones de los
intérpretes individuales.
Gérard Grisey – Vortex temporum – II [1996]. Vortex temporum, escrita para piano (afinado en
cuartos de tono) y cinco instrumentos, está planteada como un desarrollo o elaboración del
acorde de 7ª disminuida. En este fragmento escuchamos el interludio que enlaza las dos
primeras secciones, y el inicio de esta última, en la que los armónicos del acorde de 7ª son
“expandidos” y “comprimidos” en una especie de ritual fúnebre.