Dicen que las almas vienen a la vida como una sola, que se había sentido eso que los

eso que los poetas, filósofos, músicos, novelistas

rompen y se separan, que cada parte cae en una persona tanto han tratado de explicar sobre lo que es el amor.
diferente, destinadas a buscar por siempre su complemento, a
Hay tantas maneras de contar el amor como cabezas que lo
sentirse insatisfechas, hasta volver a ser una sola sin importar lo
piensan, pero cuando uno lo siente no es necesario explicarlo o
que tengan que pasar para volverse a unir.
estar seguro de si es amor o no, en realidad se da sin previo
Pocas almas corren con el capricho del destino de volver a aviso y creas tu propio significado de lo que es.
unirse y cuando ocurre, las vidas pasadas en busca de ésta se
Cristian simplemente nunca había sentido amor; no hasta un día
convierten en un recordatorio de que volverán a ser separadas
en un concierto de una banda no tan famosa de rock , música
nuevamente, pero que el tiempo que se mantengan unidas, hará
que en realidad no era de su mínimo agrado y que por cosas del
que todo lo pasado valga la pena, por eso nunca dejan de
destino en aquella ocasión asistió por acompañar a su mejor
buscarse.
amigo al cual si le gustaba ese género de música. Aquel día se
Así fue entonces, como comenzó la historia de Isabela y encontró por primera vez con su otro fragmento de alma, su
Cristian, un alma lanzada al mundo, a la vida, fracturada por el complemento.
deber de la misma, con el objetivo de unirse, de dar sentido a la
Mientras se encontraba a mitad de aquel concierto entre la
existencia humana, de dar sentido a su propia existencia.
multitud chocó con una chica de cabello alborotado y ojos
Él un chico que solo buscaba pasar un rato con alguien y no hermosos, quien al parecer se encontraba totalmente sola.
querer una relación seria y ella una chica bastante cerrada al
Cristian quedó impactado con tan solo verla y estar a su lado,
amor. Cosa que al encontrarse cambió totalmente, y sin que
se sentía totalmente atraído, ella parecía estar disfrutando la
ninguno lo quisiera se encontraron para ser uno mismo
música sin compañía de nadie, era el tipo de chica que nunca le
nuevamente.
había atraído, le gustaba el rock y todo lo relacionado con ello.
Lo mejor que tenía Cristian era su sonrisa y una voz
Cosa que a él le pareció extraño desde un inicio, no podía dejar
encantadora, estudiante de preparatoria y uno de los mejores a
de verla, era encantadora a su parecer. Mientras se encontraba
nivel académico.
como bobo observándola su amigo llegó de la nada para decirle
Siempre fue bueno en la escuela y a la hora de poner en que se tenían que ir porque ya era demasiado tarde, volteó
práctica sus conocimientos era destacable, había tenido parejas, nuevamente para ver a la hermosa chica y no la encontró.
pero nunca duraban lo suficiente y a decir verdad, con ninguna
Al parecer se había perdido entre la multitud.
Le platicó a su amigo y juntos la buscaron, pero era imposible
encontrarla entre tantas personas a su alrededor.
Por semanas Cristian no dejó de pensar en aquella chica que
tanto le llamó la atención y preguntándose cómo pudo gustarle
tanto, sin perder esperanza de algún día volverla a encontrar.
Un jueves en la tarde mientras se encontraba camino a casa iba
demasiado distraído pensando en todos los proyectos que tenía
pendientes, cuando solo sintió que chocaron contra él,
derramando café sobre su playera; sentía como el café caliente
se extendía sobre todo su pecho.
- ¿qué te pasa? Deberías fijarte por donde caminas.
Dijo con tono molesto mientras observaba lo sucedido
en su ropa.
- Perdóname, no vi que venias, en serio discúlpame fue
un accidente.
Respondió aquella voz melodiosa disculpándose torpemente
intentando ayudarle a limpiarse, que a decir verdad, lo único
que hacía era regar aún más la mancha.
Al levantar la mirada, vio a aquel rostro que tanto
anhelaba ver nuevamente. Aquello era la cosa más
maravillosa que había vivido.
La pobre chica era la persona más apenada que él había
visto.
Cristian no supo que decir en el momento, y respondió
que no había problema alguno, se disculpó también
diciendo que era su culpa porque iba demasiado
distraído.
Pensó de inmediato que no podía desaprovechar aquella
oportunidad para invitarla a salir.
- En vista de que he hecho que derrames tu café en mí,
déjame invitarte uno.
Dijo con un tono amable y divertido mientras miraba a
aquel rostro que seguía tan avergonzado por lo ocurrido.
Para su sorpresa, Isabela mostró una sonrisa juguetona y
asintió.
- De acuerdo, pero yo invito-dijo ella.
Aquel día rió como nunca lo había hecho, la chica tenía una
conversación encantadora, también se encontraba estudiando en
preparatoria, parecía que entre ellos existía un vínculo natural,
como si se conocieran desde siempre, como si con ella no
tuviera que ocultar nada, como si pudiera ser él mismo sin
necesidad de quedar bien ante ella siendo de una forma no
“natural”, cosa que había hecho muchas veces antes con otras
chicas, tratar de quedar bien con ellas aparentando ser alguien
que no era.
Lo más extraño era que ella parecía responder a sus miradas, a
su tacto, tal vez después de todo, a ella podría gustarle.
Con Isabela fue distinto desde un inicio, muy distinto.
Pasaron así los meses, entre pequeñas charlas, donde Cristian
siempre le platicaba a Isabela sus días, su vida, cosa que a ella
le encantaba escuchar, siempre había preferido escucharlo a él
que hablar, le gustaba como le contaba todo a detalles, y más
que eso, le encantaba estar a su lado aunque fuera por unos
segundos.
No era de las chicas que hablaran o fueran afectivas, pero si
con él, ambos sentían la confianza que había entre ellos y se
sentían con la suficiente libertar de mostrarse como en realidad
eran, incluyendo aspectos negativos de cada uno. Que sin
importar eso se seguían gustando mutuamente.
Aspectos que él no tenía ella sí, aspectos que en ella faltaba él
los tenía, eran como un rompecabezas que volvía a estar
completo cuando ellos se unían.
Ella era una persona con un orgullo terrible, él dejando ese
aspecto a un lado por ella, a veces ella se mostraba tan fría e
indiferente y él siempre mostrando su lado atento y siendo
detallista. Ella demasiado olvidadiza y él de las personas que
recuerdan hasta el más mínimo detalle.
Eran tan distintos, pero encajaban a la perfección, cosa que los
hacía la pareja perfecta, se complementaban.
Después de todo y tras varios momentos juntos Cristian decidió
pedirle ser su novia, cosa que ella aceptó de inmediato.
Pasaban el mayor tiempo que se podía juntos, nunca se
aburrían. Pasaron los meses, los años y ellos seguían totalmente
enamorados desde la primera vez que se encontraron, cosa que
pensaron que en algún momento cambiaría.
Se la pasaban fantaseando por el futuro juntos, casarse y tener
hijos, a ambos les emocionaba bastante esa idea, sin percatarse
de cuando pasó ya no podían visualizarse el uno sin el otro.
Temían por el futuro, de cómo sería, pero le temían más al
hecho de pensar que en algún momento su amor pudiera
terminar.
Claro que surgían pequeños y a veces grandes peleas entre
ellos, pero nunca hubo una que no pudieran sobrellevar, ya que
su amor y las ganas de querer estar juntos era más grande que
cualquier pelea.
Después de tanto analizar y pensar si era el momento adecuado
Cristian decidió hacerle la obvia propuesta.
Un día como cualquier otro, pero exactamente un día hace 8
años, un viernes 20 de febrero, día el cual fue la primera vez
que Cristian la vio en el concierto, él siempre recordaba fechas
importantes y creyó que ese sería el día perfecto para hacerlo.
La invitó a su casa a las 7 en punto, decoró su casa con todos
los corazones y rosas que encontró, puso velas con aroma a
vainilla, el favorito de Isabela. Sabía que ella no era tan
romántica y aparentaba todo lo contrario, pero más que eso
sabía que le gustaban todas esas cosas lindas que él hacía, todo
de él le enamoraba cada día más.
Hizo un camino de rosas hasta la mesita del comedor, el cual
estaba preparado para dos personas, puso todo lo que imaginó
que sería el sueño de una mujer cuando le pidieran matrimonio,
ya que eso era lo que estaba a punto de hacer.
Dieron las 7, e Isabela apareció un poco retrasada, de su cabello
alborotado destacaba un pequeño mechón rebelde, aún más que
los otros, y que Cristian amaba, pero ciertamente, él amaba
todo de ella, amaba sus virtudes, amaba sus defectos, amaba su
historia, la amaba a ella, y estaba seguro de que ella sentía lo
mismo, se lo decían sus ojos, se lo demostraba con su confianza
y apoyo incondicional.
Cuando Isabela abrió la puerta, se encontró frente al camino de
rosas, y vio una pequeña nota que decía: “sigue el camino”,
pensó entonces que se trataba uno de los juegos de Cristian, ya
que en varias ocasiones la sorprendía con detalles inesperados,
rosas, chocolates, cartas, amaba las cartas que él le daba y tenía
un cofre lleno de ellas. Pero al encontrarlo parado y vestido de
traje, cosa que a ella le encantaba de él, su formalidad para
todo, le dio una gran sonrisa.
- Bien, ¿por qué estás haciendo esto? ¿hay algo que
estemos festejando y no estoy enterada? ¿no me digas
que hoy es nuestro aniversario y lo olvidé? Ya que en
ocasiones pasadas (demasiadas) Isabela siempre
olvidaba sus aniversarios y él nunca dejó pasar uno
desde que estaban juntos, siempre estuvo ahí para
recordárselo a ella, siempre estaba ahí para recordarle y
demostrarle lo mucho que la amaba.
Pero quedó paralizada cuando se puso de rodillas frente a ella,
y la miró con los ojos que tiene sólo un hombre enamorado.
Característico de ellos, donde se entrelaza el amor, la ternura y
la esperanza.
Nunca le había contado que desde la primera vez que la vio en
aquel concierto había quedado totalmente enamorado sin
conocerla, pero que supo que sería el amor de su vida y no
perdió la esperanza en volverla a encontrar. Y ahora que por fin
estaba a su lado sabía que la quería siempre con él y no la
dejaría por nada del mundo ni por nadie, era todo lo que
necesitaba a su lado, era la compañía perfecta para toda
ocasión, podía ser cursi, atrevido, juguetón e incluso un poco
pervertido, en realidad podía ser como quisiera cuando estaba
con ella, era el fragmento de alma perdido y que ya había
encontrado.
- Isabela, has sido dueña de mi alma y de mi corazón
desde siempre, nací para estar contigo, haría cualquier
cosa por ti. Dejaría todas las cosas que poseo, hasta mi
alma por ti. Si eso no es amor, es lo mejor que tengo.
Isabela, ¿quisieras hacer a este hombre el más afortunado y
feliz de la tierra?, déjame compartir la vida contigo, déjame ser
esa persona que te haga feliz por el resto de tus días, déjame ser
tu compañía ¿serías mi esposa?
Tras la frase final, Cristian sacó de su bolsillo un anillo de
compromiso, lo puso en los delicados dedos de Isabela, quien
dejaba correr una lágrima por su mejilla.
Isabela nunca sabía cómo reaccionar ante situaciones así, no
decía nada, no sabía que decir realmente. Pero Cristian sabía
que no necesitaba hacerlo, sabía que todo lo decía con su
sonrisa y su mirada llena de alegría.
- ¡Sí! Si quiero casarme contigo amor, sí quiero.-dijo
mientras secaba las lágrimas de su mejilla y Cristian le
daba un beso, un beso tierno y cálido, un beso que fue el
cierre de aquella propuesta quedando así nuevamente
unidos como uno solo.