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Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: “este está puesto para caída y elevación
de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y a ti misma una espada te
atravesará el alma. A fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos
corazones (LUCAS 2,34-35)
REFLEXION: María estaba allí, a la orilla del camino, sin comprender aun lo que
pasaba; viéndote ensangrentado, desfigurado, sediento y ya casi moribundo llevando
esa pesada cruz. No podía hacer nada, pero quería confortarte con su presencia.
Madre mía, por mí, sufriste tanto dolor, por mi sigues sufriendo cuando ofendo a mi
prójimo. Ayúdame Madre Santísima a que yo pueda confortar a otros hermanos que
sufren con mi sola presencia.
Bendita sea la sagrada pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo y los dolores y
lágrimas de su santísima Madre, Amén.
INTENCION
En el nombre del padre y del hijo y del espíritu Santo, Amén.
En el nombre del padre y del hijo y del espíritu Santo, Amén.
Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de
Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz (MARCOS 15, 21).
REFLEXION: Simón venia por el camino y fue obligado a ayudar a Jesús, ignorando que
de esta manera participaba en la obra de la redención. Así ayudamos a nuestros
hermanos, si levantamos al caído, si damos pan al hambriento, si damos agua al
sediento, si vestimos al desnudo, si visitamos al enfermo y al encarcelado, también lo
hacemos contigo señor.
Señor, haz que sea capaz de comprender el sufrimiento de otros y que esté dispuesto
a llevar la cruz de quienes ya no la soportan.
Bendita sea la sagrada pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo y los dolores y
lágrimas de su santísima Madre, Amén.
INTENCION
Así como se asombraron de él, muchos, pues tan desfigurado tenía el aspecto que no
parecía hombre, ni su apariencia era humana. (ISAIAS, 52, 14)
REFLEXION: Era tan espantosa la visión que tenía frente aquella mujer, que se
condolió hasta el sufrimiento y desafiando a la guardia pretoriana, enjugo aquel rostro
desfigurado, quedando grabado en aquel lienzo. Jesús agradeció de manera especial
aquel gesto.
En nuestro corto caminar por este mundo, muchas veces necesitamos ayuda pero no
dejamos que otros nos ayuden y cuando llegamos a aceptarla no manifiesta nuestra
gratitud.
Señor permite que yo, al igual que aquella mujer, enjuague tu rostro en el niño
hambriento, en el joven desorientado y en el que sufre a consecuencia de su propio
pecado, más aun si no haga nada, ten misericordia de mí.
Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soporto el
castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros
como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino y Yahveh descargo sobre el la
culpa de todos nosotros (ISAIAS 53 5-6)
REFLEXION: Caíste de nuevo señor por el p eso de la cruz, cuando más te acercabas al
calvario, mas pesaba el madero que cargabas, señor, porque sobre ese madero
estaban todos nuestros pecados que Tú ibas a sepultar. Señor, dame la fuerza
suficiente para poder levantarme, cuando por el peso de mis pecados yo desfallezca.
Reconozco que soy débil señor, y que cada día te ofendo con mi egoísmo y rencor
hacia todo el que no hace lo que yo quiero, es por eso que me encuentro solo y
abandonado.
Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por
él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: “hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más
bien por vosotras y por vuestros hijo” (LUCAS 23, 27-28)
REFLEXION: Cuanta razón tenías señor Jesús al decirle a aquellas mujeres que no
lloraran por ti, pues hoy vivimos en un mundo lleno de odio y rencor, de familias
desintegradas, de hogares destruidos, la guerra y la muerte reina en nuestros países,
Niños y jóvenes son presa fácil del vicio y la pornografía, es decir, de la guerra y la
ambición de otros hombres.
Bendita sea la sagrada pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo y los dolores y
lágrimas de su santísima Madre, Amén.
INTENCION
Sálvame, oh Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello. Me hundo en el seno del
abismo, sin poder hacer pie; he llegado hasta el fondo de las aguas y las olas me
anegan. (SALMO 69 (68)).
REFLEXION: Señor, no dejes que la corriente del mal me arrastre, porque este mundo
se hunde en el pecado. Señor, mi alma se ha enfriado y necesito de tu calor. Tu eres
mi única esperanza, haz que tu martirio no sea en vano, sálvame de mis pecados,
sácame del fango y límpiame para que yo sea luz de los que están en la obscuridad.
Haz que conozcan tu amor los que no te aman, que empiecen a conocerte los que te
ignoran, que te pidan perdón los que te ofenden. Una sola palabra tuya señor, bastará
para sanarme.
Bendita sea la sagrada pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo y los dolores y
lágrimas de su santísima Madre, Amén.
INTENCION
En el nombre del padre y del hijo y del espíritu Santo, Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Por eso dijeron: “no la rompamos; sino echemos a suerte a ver a quien le toca”. Para
que se cumpliera la escritura: se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi
túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados (JUAN 19, 23-24).
REFLEXION: Señor Jesús, yo he sido igual a aquellos soldados que entre burla e insultos
te quitaron la túnica, la misma que con tanto amor tejió tu Madre Santísima.
REFLEXION: Esas palabras que dijiste en la cruz, también son para mi Señor. Muchas
veces, me he mantenido en la necedad de mi egoísmo, te he ofendido sin darme
cuenta de la grande ofensa que hago contra ti, al despreciar tu amor.
Señor, te suplico que no dejes que yo te abandone, mucho menos, clavarte en la cruz
como lo hicieron los judíos. Me arrepiento de todo cuanto he hecho para ofenderte,
porque reconozco que cuando ofendo a un hermano mío, a ti te ofendo, y cuando
peco contra un hermano estoy pecando contra ti y te estoy clavando en la cruz.
Jesús viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre:
“Mujer, allí tienes a tu hijo”. Luego dice al discípulo: “Allí tienes a tu madre”. Y desde
aquella hora el discípulo la acogió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya
todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dice: “Tengo sed”. Había allí
una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada de
vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomo Jesús el vinagre dijo: “Todo está
Cumplido”. E inclinando la cabeza entrego el espíritu. (JUAN 19, 26-30).
Señor; que tu muerte no sea inútil en mí. Tú por amor encomendaste a tu Madre a
Juan, por amor, llegaste hasta la cruz. Toda tu vida, fue amor, tu crucifixión fue por
amor. Que yo sea ejemplo de tu amor, que los demás te vean en mí, como cristiano
que soy.
Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí.
Había un hombre llamado José, miembro del consejo, hombre bueno y justo, que no
había asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea y
esperaba el reino de Dios. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y después
de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca
en el que nadie había sido puesto todavía.
Era el día de la preparación y apuntaba el sábado. (LUCAS 23, 50-54).
REFLEXION: Para los Judíos había dejado de existir la gran pesadilla que representaba
Jesús, nunca antes sintieron los poderosos tambalear su reino como contigo señor.
Perdón señor, porque yo soy uno de los que te insultan y te abofetean, te escupen, te
desnudan y te crucifican, perdón señor.
REFLEXION: Señor, tú siendo Dios, no tuviste un entierro como los de ahora: mucha
gente en el sepelio, flores y coronas por doquier y condolencia para tu familia.
Señor que grande eres mi Dios, padeciste por mí, diste tu vida por mí y resucitaste por
mí. Para que yo tenga vida y la tenga en abundancia. Gracias señor, solo te pido que
me ayudes para no apartarme de tus caminos y así después de mi muerte, gozar de ti
en la nueva Jerusalén.