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Fundación Renacer
http://www.fundacionrenacer.org/experiencias.htm?
AA_SL_Session=f9654fef9224e667583b27bfeda40bbc&x=50058
Son la 1:15 de la tarde de un miércoles y el la doctora del consultorio llega a las 2.00.
Esto me da tiempo para tomar la temperatura de la niña, la tensión arterial y pulse-
oximetría. También empiezo a indagar los datos más importantes: "Me dices que puedes
estar en embarazo, ¿cuándo fue el último período?", le pregunto. Ella contesta que hace
cinco semanas y por lo tanto tiene un retraso, le explico que podemos hacer una prueba
de embarazo en orina inmediatamente, pero si sale negativo es todavía un poco
temprano para ser 100% confiable. Le indico que con una muestra de orina, también
puedo hacer una prueba para infecciones de las vías urinarias; le digo que "a veces un
retraso puede ser causado por una infección, hasta por la tensión y el miedo". Ahora que
la niña se siente más tranquila y en confianza, le pregunto si tiene un flujo vaginal;
"solamente lo normal", contesta ella. Le explico entonces las diferencias que hay entre
un flujo "normal" y uno por infección, y cómo las infecciones se pueden transmitir por
relaciones sexuales sin protección, especialmente cuando hay muchas parejas.
Por ahora la niña no quiere reconocer que tiene muchas relaciones sexuales, aún menos
que está en la prostitución, entonces anoto solamente sus datos principales en la historia
clínica. Hacemos las pruebas de orina, por el momento sale negativa para embarazo,
pero hay indicios de una infección urinaria. Le ausculto sus pulmones y se escucha un
pequeño ronco y secreciones en las bases: puede ser por la gripa o tal vez está usando
mucha droga.
Como la niña dice tener mareos y ‘debilidad’, pienso en hacer una prueba de glucosa y
le pregunto si algún familiar, la mamá o la abuela tiene diabetes o hipoglicemia, "No
creo" dice ella. Entonces pregunto: "¿tu papá?" y ella afirma "ni lo conozco, tengo
padrastro". Su voz y su expresión inmediatamente demuestran su disgusto y miedo al
padrastro. La sospecha y la intuición me impulsan a arriesgar una pregunta más directa:
"¿fue por él que te fuiste de la casa?"
Unas lágrimas empiezan a rodar por la mejilla de la niña y casi no puede hablar.
Después de unos momentos de silencio y en voz baja le comento que muchas niñas
sufren maltrato y abuso por los padrastros, hasta el acoso sexual y la violación, por todo
eso se sienten obligadas a vivir en la calle donde el riesgo, el abuso y el sufrimiento
resultan aún peor; "¿algo así fue lo que te pasó?", me señala un sí con la cabeza y llora
más. Le tomo la mano y empiezo a explicar que la Fundación Renacer existe para qué
niños y niñas como ella no tengan que seguir en la explotación y abuso, enfermas,
deprimidas y desesperadas.
Todos los días de la semana llegan jóvenes como esta niña al Centro Ambulatorio de
Renacer en el barrio Samper Mendoza. A veces son niñas más grandes, a veces más
pequeñas, con tan solo 11 ó 12 años. Algunos niños y niñas rápidamente toman la
decisión de pedir el ingreso a un hogar de Renacer o se comprometen a asistir todos los
días al Ambulatorio para empezar un proceso terapéutico, participar en talleres, comer
un almuerzo nutritivo y seguir en controles médicos. Otros niños y niñas vuelven de vez
en cuando, solamente cuando necesitan ayuda o tienen un problema de salud.
Para muchos de estos niños y niñas, incluso los que tienen sus documentos al día y el
derecho a la atención en los hospitales estatales, la consulta médica en el Centro
Ambulatorio se vuelve un elemento de cambio, y muchos jóvenes que llegan al Centro
empiezan a tomar mayor conciencia de los daños y riesgos en su estilo de vida, buscan
consejos y sienten que pueden hablar de todo, tomando el tiempo necesario en un
ambiente de confianza, cariño y respeto.
Hay algunos jóvenes tan profundamente marcados por un maltrato atroz desde temprana
edad que les queda muy difícil tomar decisiones para el cambio, y regresan una y otra
vez al consultorio con infecciones genitales, cuchilladas, desnutrición, neumonía
química, sífilis . . . pero por lo menos vuelven, se mantienen en contacto, y buscan
salvar sus vidas.