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Gianni Rodari dice que las historias tabú son aquellas que
hacen fruncir la nariz a más de uno pero son de suma
utilidad para los niños 1. Como adultos hemos creado un
mundo con reglas que creemos las mejores, un mundo en
el que los niños parecerían ser meros receptores de aquellos
preceptos impartidos por los «mayores». Este tipo de
pensamiento ha hecho mucho daño y nos ha hecho perder
de vista lo esencial. Esto parecería ser más «cómodo» pero
en realidad implica un gran peligro no sólo para nuestro
futuro sino, por sobre todo, para nuestro presente. ¿Qué
tipo de universo estamos forjando si nos erigimos como
dueños de la verdad y no les damos lugar a los niños que
pueden, sin dudas, ayudarnos a desenmarañar este gran
enredo en que hemos convertido al mundo?
Esta primera persona del plural que estamos utilizando,
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este «nosotros» del que estamos hablando, es tan amplio
como que cada uno de los adultos somos un universo en
nosotros mismos. Mientras algunos mantienen esta ideología
perversa que describimos anteriormente, muchos otros
trabajan, e intentamos trabajar, para que el niño de ser un
«sujeto pasivo» se transforme en «sujeto activo». Adela
Basch, escritora argentina que cuenta en su haber con
numerosas obras de teatro para niños, es una de esas personas
que resisten la idea de pensar a los niños como «menores».
Belgrano hace bandera y le sale de primera, obra
escrita por Basch es una demostración de cómo para esta
autora los niños son ciudadanos tan o más importantes
que cualquier adulto. Esta concepción cívica que Basch
sabe llevar tan bien en sus obras puede relacionarse con
las investigaciones que Francesco Tonucci, pedagogo italiano
que ama ser llamado niñólogo, realiza a través de sus viñetas
y trabajos teóricos basados en su proyecto «La ciudad de
los niños». Los niños son parte fundamental de nuestra
sociedad, debemos escucharlos, aprender de ellos, y
ayudarlos proponiendo una relación de amor, compañerismo
y autoridad solidaria y respetuosa.
A partir del estudio de Belgrano hace bandera y le
sale de primera y los trabajos de Francesco Tonucci, Gianni
Rodari, Paulo Freire y Jorge Dubatti, entre otros,
intentaremos desentrañar este tabú que nosotros mismos
hemos creado: el tabú del niño ciudadano. Pensando junto
a estos autores tomaremos en cuenta tres ejes:
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B. Nuestra necesidad de escuchar a los niños.
C. Nuestra necesidad de compartir con los niños.
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respeto, la tolerancia hacia los demás. 2
Funcionario realista
(Toma un enorme papel que tiene impreso en letra
muy grande el signo de «pesos». Corta con arte un
trozo que representa unas tres cuartas partes.) De
acuerdo con el rey y sus mandatos, esto es para
los españoles que viven en el virreinato. (El muy
pillo se guarda el trozo en un bolsillo. Del resto del
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papel vuelve a cortar con arte otro trozo que
representa tres cuartas partes y se lo da al criollo.)
Esto es para los criollos. (El hombre se lo guarda
después de mirarlo con asco y hacerlo un bollo.)
Hombre criollo
¡Eso no alcanza ni para medio pollo!
Funcionario realista
Mejor no haga comentarios, ¡porque cuando quiero
soy muy sanguinario! (Lo que quedó del papel, que
es casi nada, lo corta en mitades y quedan dos
minúsculas rebanadas. Le da una a la mujer negra,
que a decir verdad, poco se alegra.) Esto es para
los negros.
Mujer negra
¡Esto no es nada!
Funcionario realista
¡Mantené la boca cerrada! (Le da la otra minúscula
mitad al aborigen.) Esto es para los indios.
Hombre aborigen
¡Esto es una miseria!
Funcionario realista
No me interesan tus lamentos. ¡Y me voy porque
se me acaba el tiempo! (Sale.)
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En este extracto de la obra uno puede disfrutar del
juego de palabras, pero detrás de este juego de rimas y
disparates lo que se puede apreciar es la búsqueda de la
autora de denunciar la discriminación hacia aquellos que
están fuera de las esferas del poder. Basch habla de
discriminación racial, social y de género utilizando el teatro
para referirse a Manuel Belgrano y su lucha por cambiar
la situación reinante en su época. Lo triste es ver que hoy
día esta discriminación continúa existiendo. Es en espacios
como el del teatro donde podemos encontrar una
herramienta valiosa para resistir el status quo. El teatro
presentando su mundo paralelo al mundo permite que
tanto adultos como niños nos sumerjamos en el universo
de las metáforas para poder afrontar la realidad cotidiana.
El teatro es un espacio de resistencia y resiliencia: resistencia
frente a lo que impera y resiliencia porque de la nada, o
desde muy poco, puede crear universos que nos permiten
denunciar las injusticias y ampliar nuestra mente y corazón.
Lo interesante en Basch es que ella habla de esto en
una obra de teatro para niños y al hacerlo entiende que
nosotros, los adultos, tenemos la necesidad de valorar a los
niños porque ellos como ciudadanos-espectadores-lectores
pueden ayudarnos a entender las cosas de mejor manera.
Esto es notorio cuando en la misma escena segunda del
segundo acto Manuel Belgrano mira al público, en este caso
los niños, y:
Manuel
(Irrumpe súbitamente en la escena dirigiéndose al
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público.) No sé lo que ustedes piensan, pero yo
creo que la situación del virreinato es una
vergüenza. ¡Todos los seres humanos merecen
igualdad de derechos! ¡Y cuando veo cómo se
maltrata a algunos, se me parte el pecho!
Mujer negra
¡Opresión! ¡Desigualdad! ¡Maltrato!
Hombre aborigen
¡Esta tierra merece ser libre en lugar de ser un
virreinato!
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en equipo con nosotros para cambiar las cosas que precisan
ser cambiadas. Francesco Tonucci en su libro Cuando los
niños dicen: ¡Basta! dice: «Escuchar significa tener necesidad
de la contribución del otro. No basta con estar interesados,
motivados, convencidos de que es una buena técnica para
implicar a los niños: hay que sentir sincera y urgentemente
su necesidad. Lo importante es necesitar a los niños 3.»
Adela Basch escucha a los niños y al escucharlos y
valorarlos puede hablarles de manera precisa, directa y sin
subestimaciones. Tomando a Manuel Belgrano como
protagonista de su obra y mostrando todas las peripecias de
este prócer para llegar a crear la bandera Argentina, Basch
trata este tema de la escucha atenta y respetuosa y lo hace
como una verdadera artista sabe: compartiendo su
pensamiento sin redundar en «bajadas de línea» para
transmitir un mensaje, sino de una manera dónde la metáfora,
la risa y la crítica política se unen. La autora muestra a un
candidato político absolutamente egocéntrico. En este caso
la escena habla acerca de la declaración de la independencia:
Laprida
Hoy, 9 de Julio de 1816, el Congreso declara...
Candidato
¿Quién es Clara? ¿Eh? ¿Quién es Clara?
3. Página 22.
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Laprida
¿De qué Clara estás hablando?
Candidato
¿Usted quién es?
Laprida
Yo soy Laprida, el presidente del Congreso
de Tucumán.
Candidato
Usted acaba de decir: «el Congreso de Clara».
Laprida
¡Cállese, usted tiene cabeza pero no piensa!
¡Estamos por declarar la independencia! Es un
momento único, trascendente, ¡así que salga
inmediatamente!
Candidato
¿Pero, quién es Clara?
Laprida
¡Qué Clara ni qué Clara! ¡Andá a lavarte la cara!
¡Tambor, llévese a ese bruto por favor! 4
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pregunta sin poder ver el contexto histórico que por él
debería ser ya muy conocido, podría ser leída por nosotros,
los adultos, como un reflejo distorsionado de nosotros
mismos, un reflejo donde podemos reconocernos mediante
la risa, para «divertidos» por esta situación llegar a pensar
en nosotros y lo que estamos haciendo.
Para poder valorar a los niños reconociendo su saber
tan único como peculiar es preciso primero escucharlos de
manera activa para responder a sus pedidos y jugar con
ellos. Porque si valoramos y escuchamos, entonces
entablamos un verdadero diálogo y comenzamos a
compartir. Esto nos lleva al tercer eje de nuestro trabajo.
4. Páginas 82-83.
5. Página 97.
100
y en el del teatro es de carne y hueso: el público) es
fundamental. Ese otro con el que Basch juega es cada niño
y al mismo tiempo cada adulto que acepta participar de
esta aventura.
El teatro es una experiencia que nos permite compartir
con los niños, es convivio, tiene que ver con la comunión
profunda entre artistas y público, como dice Jorge Dubatti
en una entrevista dada al diario Página 12 6:
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acto de comunión que excede las palabras, que nos remite
en término agambenianos, como refiere Dubatti en la cita
antes mencionada, a la «in-fancia». La gran paradoja y
logro de Adela Basch es que en su incesante y disparatado
juego de palabras, genera las condiciones para que la
experiencia en su más alto nivel se dé en la comunión entre
artistas y público, entre niños y adultos. Y cuando una
autora puede resaltar la experiencia y toma a los niños
como «compañeros de pan» lo que logra es destruir este
preconcepto del niño ciudadano como tabú para colocarlo
en lo más alto. Hay una escena en la obra que dice:
Manuel
Acá queda fundada una escuela. Y acá otra. Un
pueblo sin educación va derecho a la derrota.
Soldado criollo 1
Sí, a la «d» rota y a todas las letras rotas. Desde la
«a» hasta la zeta.
Soldado criollo 2
Y yo ya tengo rota hasta la camiseta. 7
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de aprenderlas, esto es una metáfora del lugar en el que
cae un pueblo cuando carece del derecho a la educación.
Jugando con las palabras, y haciendo referencia a ellas, la
autora trasciende el lenguaje y da espacio a la experiencia
infantil que trasciende lo verbal.
Compartir con los niños es una necesidad primordial.
Debemos valorarlos, escucharlos y compartir con ellos
reconociéndolos como ciudadanos del presente. Hemos,
sin quererlo (espero), convertido a los niños en un tabú en
sí mismos. Los hemos dejado en un lugar secundario y los
hemos colocado en el rol de meros receptores pasivos.
Adela Basch y tantos otros demuestran que el teatro puede
ser el espacio de resistencia para cambiar esto. Jesucristo
dijo que hay que ser como niños 8. Ser como niños tiene
que ver con no perder de vista las cosas importantes de la
vida, con tener un corazón que busque el bien más allá de
cualquier interés mercantilista, con saber disfrutar mediante
el juego y entregarse a la aventura de la vida. El teatro es
un espacio propicio para compartir, es el espacio para ser
como niños, es la experiencia en su mayor expresión.
Cuando podemos ver la vida con ojos de niño, podemos
reconocer que el otro, en este caso los niños, no son un
tabú sino los compañeros de juegos que necesitamos para
seguir haciendo crecer la esperanza en que es posible crear
entre todos un mundo mejor.
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