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Capítulo I:

Un hidalgo de la Mancha, de clase noble baja, de unos 50 años de edad, de complexión recia
pero seca, da en leer libros de caballerías hasta llegar a perder el juicio. Determina,
enloquecido por las fantasías leídas en esos libros, hacerse caballero andante y, como tal, ir a
buscar aventuras. Para ello, prepara sus armas (desfasadas armas), revisa su caballo y le pone
nombre (Rocinante), se pone nombre a sí mismo, como caballero que va a ser, (don Quijote de
la Mancha) y busca una dama a la que amar y servir (Dulcinea del Toboso).

Capítulo II:

Poniendo en efecto su pensamiento, una mañana de julio sale de su casa, como caballero
andante, a deshacer agravios. Pero le asalta la preocupación de que no ha sido armado
caballero y que, en consecuencia, ni puede ni debe entrar en combate con caballero alguno.
Mas pudiendo más su locura, decide continuar y hacerse armar a la primera ocasión. Ese
primer día no le ocurre ninguna aventura. Llega por la noche a una venta, que él cree que es
castillo, donde cena en compañía de dos prostitutas y del ventero, a los que imagina como dos
damas y gobernador del castillo.

Capítulo III:

Después de cenar, don Quijote pide al gobernador del castillo (el ventero) que, tras velar las
armas, le arme caballero, y así poder ir a buscar aventuras como caballero andante. El ventero,
cerciorándose de su falta de juicio, se burla de él haciéndole creer que él también es caballero
y diciéndole que sí le armará y aconsejándole que se provea de dineros y de otras cosas
necesarias. Don Quijote vela las armas en un patio del castillo (el corral de la venta). Durante la
vela, un arriero, y después otro, acuden al pozo para dar de beber a sus animales de carga,
para lo cual deben apartar las armas que don Quijote está velando. Éste defiende la vela y
agrede a los arrieros. Los compañeros de éstos comienzan a arrojar piedras a don Quijote, y el
ventero, para evitar más problemas, decide abreviar ceremonias: da por terminada la vela de
armas y seguidamente arma caballero a don Quijote, ayudado de las dos prostitutas
(doncellas; la Tolosa y la Molinera). Don Quijote agradece haber sido armado caballero, y sale
de la venta.

Capítulo IV:

Don Quijote, ya hecho caballero andante, sale de la venta pero, siguiendo los consejos del
ventero, decide volver a su casa para proveerse de lo necesario, además de escudero. En el
camino de vuelta le suceden sus dos primeras aventuras:

Socorre a un muchacho de quince años, criado de un rico labrador de Quintanar, al que éste
está azotando por no prestar cuidado al hato de ovejas. Bastará que don Quijote se aleje para
que el labrador siga con su castigo.
Pretende hacer confesar a unos mercaderes toledanos que van camino de Murcia que
Dulcinea del Toboso es la más hermosa del mundo. Uno de los mercaderes, viendo su locura,
se burla de él; don Quijote entonces le acomete, pero tropieza y cae, y un mozo de mulas
aprovecha la ocasión para molerle las costillas.

Capítulo V:

Un labrador (Pedro Alonso), vecino de su pueblo, encuentra a don Quijote malherido, le


recoge y lo lleva a su casa, a donde llegan ya de noche. Allí están reunidos el ama y la sobrina
de don Quijote y dos amigos suyos: el cura (Pero Pérez) y el barbero (Maese Nicolás)
comentando la desaparición de don Quijote y que la culpa de ello es de los libros de caballerías
que leía. Por lo que deciden que al día siguiente sean quemados. En ese momento, llega el
labrador trayendo a don Quijote, al que acuestan para que descanse. El cura se informa por el
labrador de lo ocurrido, y decide que al día siguiente se quemen los libros de caballerías de
don Quijote.

Capítulo VI:

Mientras don Quijote duerme, el cura y el barbero, ayudados de ama y sobrina, proceden al
escrutinio de su librería, seleccionando unos y mandando arrojar otros al corral para ser
quemados, según les parecen buenos o peligrosos para el hidalgo. Son libros de caballerías, de
poesía (pastoriles) y heroicos o épicos.

Capítulo VII:

Don Quijote despierta y empieza a delirar. Todos le calman, y el ama comienza a quemar los
libros (culpables de la locura de don Quijote). Además deciden clausurarle la habitación de los
libros y convencerle de que ha sido obra de un encantador. Convencido de ello, pasa quince
días sosegado y conversando con el cura y el barbero sobre la necesidad de los caballeros
andantes, a la par que persuade a un labrador, vecino suyo (Sancho Panza), para que le sirva
de escudero, prometiéndole que le hará gobernador de una ínsula, y hacen los preparativos de
todo lo necesario (dineros, alforjas, camisas, etc.) conforme al consejo del ventero. Salen de
noche para no ser vistos. Primera conversación entre escudero y amo.

Capítulo VIII:

En el camino descubren unos molinos de viento, que don Quijote cree que son gigantes.
Decide acometerlos, sin que le sirva de mucho que Sancho le diga que son sólo molinos. Don
Quijote embiste y sale mal parado, atribuyendo el cambio (de gigantes a molinos) a un
encantador. Siguen camino, a Puerto Lápice, en busca de aventuras. Pasan la noche entre unos
árboles: don Quijote piensa en su señora Dulcinea. Llegan a Puerto Lápice, y don Quijote
confunde a dos frailes con dos encantadores que llevarían a una princesa cautiva (una dama
vizcaína que viene más atrás en un coche). Acomete a los frailes, y después a un escudero de la
dama, que no quiere que el caballero les haga ir al Toboso (para hablar con Dulcinea). El
capítulo acaba con el combate en suspenso.
Capítulo IX:

Cervantes acude al recurso narrativo de que él es sólo traductor (además indirecto -pues se
sirve de un morisco aljamiado, o que sabe castellano-) de unos cartapacios en los que había
conseguido descubrir la continuación de las aventuras de don Quijote. Continuación que
enlaza justo con el combate entre don Quijote y el vizcaíno: vence don Quijote y obtiene la
promesa de que ha de presentarse ante su señora Dulcinea del Toboso (tal y como sucedía en
los libros de caballerías que él leía).

Capítulo X:

Ganada la sentencia, Sancho solicita a don Quijote el gobierno de la ínsula y que busquen
amparo por si la Justicia les persigue (por lo ocurrido con los frailes y con el vizcaíno). Don
Quijote solicita de su escudero que le reconozca como el "más valeroso caballero". Sancho así
lo hace, y le dice que se cure las heridas. Don Quijote le habla entonces del bálsamo de
Fierabrás (bálsamo mágico capaz de sanar las heridas), y Sancho lo ve más provechoso que el
prometido gobierno de la ínsula. Don Quijote, al ver su celada rota por el combate, jura
arrebatársela a algún caballero. Hablan sobre comer y prosiguen camino en busca donde pasar
la noche: llegarán a las chozas de unos cabreros.

Capítulo XI:

Son acogidos por los cabreros, que les dan de cenar. Don Quijote elogia la vida de estas
personas, en la que todo es paz, amistad y concordia, al igual que sucedía en los tiempos
antiguos, y explica que los detestables siglos de ahora (con su malicia) han hecho que naciera
la orden de los caballeros andantes, a la que él pertenece, para defender, amparar y socorrer.
Llega otro cabrero y sus compañeros le piden que cante para don Quijote sus amores. Don
Quijote vuelve a ser curado de la oreja, y se van a acostar

Capítulo XII:

Pero en eso llega otro cabrero y anuncia a todos la muerte, por amores, de Grisóstomo, un
estudiante que se hizo pastor por seguir a la bella Marcela. El cabrero anuncia que el entierro
será a la mañana siguiente, y todos deciden ir a presenciarlo. Otro cabrero relata a don Quijote
la historia de ambos jóvenes, y cómo la belleza de Marcela atrae a multitud de pretendientes,
a los que trata cortésmente pero a los que desdeña. Se acuestan finalmente.

Capítulo XIII:

Se dirigen al lugar del entierro. En el camino se encuentran con unos pastores, y con un par de
hombres a caballo que, atraídos por la noticia de muerte tan singular, también van a
presenciarlo. Uno de los hombres (Vivaldo) pregunta a don Quijote el motivo de ir armado de
la manera en que va. Don Quijote se lo explica. Y Vivaldo, viendo su falta de juicio y con ánimo
de burlarse de él, le incita a que le hable de la caballería andante (sobre si es importante y si
los caballeros andantes anteponen sus armas a Dios; don Quijote afirma y niega
respectivamente). Don Quijote cuenta que su dama es Dulcinea. Finalmente llegan al lugar del
entierro, donde otro grupo de pastores procede, bajo la dirección de Ambrosio -amigo de
Grisóstomo-, a enterrar el cadáver. Ambrosio alaba a su amigo y Vivaldo pide que no queme
los papeles de enamorado de aquél. Vivaldo se dispone a leer uno de esos papeles.

Capítulo XIV:

Vivaldo lee la canción de Grisóstomo (en la que éste se queja de Marcela). En seguida aparece
Marcela. Y, ante la recriminación de Ambrosio, ella se defiende aduciendo que no se le puede
culpar de la muerte de Grisóstomo, pues sólo ha mostrado "honesto proceder y recato" y a
nadie quiso ni dio esperanzas. Terminan de enterrar a Grisóstomo, y don Quijote decide ir en
busca de Marcela para ofrecerle sus servicios.

Capítulo XV:

Cervantes vuelve al recurso narrativo de que él sigue la historia a través de Cide Hamete
Benengeli y continúa en el momento en que don Quijote iba en busca de Marcela. Llegan a un
prado y allí paran a descansar y a comer; y Rocinante, atraído por unas jacas de unos arrieros
(gallegos se dirá a lo largo de todo el capítulo, aunque en el título ponga "yangüeses", de
Yanguas, en Soria o en Segovia), acude a ellas. Visto lo cual, los arrieros le apalean. Don
Quijote y Sancho acuden para defenderlo, pero también a ellos les apalean. Ambos se duelen
de los golpes, y deciden ir, como buenamente puedan, en busca de lugar donde pasar la
noche. Llegan a una venta (que don Quijote vuelve a creer que es castillo).

Capítulo XVI:

Allí les curan y les preparan aposento. En la venta también se aloja un arriero, que había
acordado con la moza de servicio (Maritornes) yacer en cuanto quedara todo en silencio. Pero
llegando la moza de servicio al aposento en el que se encuentran don Quijote, Sancho Panza y
el arriero, aquél la confunde con la hija del señor del castillo (la hija del ventero) y empieza a
hablarle al estilo de los libros de caballerías. El arriero, celoso, trata de defenderla, y en la poca
luz de la habitación, todos empiezan a golpearse, quedando don Quijote aún más malparado.
Un cuadrillero de la Santa Hermandad entra a poner orden.

Capítulo XVII:

Don Quijote y Sancho comentan lo sucedido. El cuadrillero le pregunta entonces que qué tal
está, y don Quijote le reprende por su modo de hablarle, que él entiende despectivo. El
cuadrillero le golpea en la cabeza con el candil, dejándole aún peor malparado. Don Quijote
hace creer a Sancho que todo es obra de "encantamentos", y, ante lo mal que se encuentran,
decide hacer el bálsamo de Fierabrás (que lo cura todo). Lo hacen y lo toman, sentándole
mejor a don Quijote que a Sancho. Al irse de la venta, don Quijote se despide del ventero, pero
éste le reclama el pago. El caballero dice que eso no está en uso en los de su orden, y se va sin
hacerle caso. El ventero y otra gente de la venta entonces se vengan en Sancho, manteándole,
y quedándose con sus alforjas.
Capítulo LII:

Don Quijote se pelea con un cabrero por parecerle que le falta al respeto; pero durante esa
pelea oye el sonido de una trompeta y cree que se trata de una nueva aventura. Pero es una
procesión en la que llevan a una virgen en petición de lluvia. Don Quijote cree que llevan a la
imagen cautiva y acomete a los disciplinantes. Uno de ellos se defiende y derriba a don
Quijote. Sancho acude a socorrerle; y, creyéndole muerto, le alaba. Deciden volver a la aldea
de ambos en el carro encantado (con el cura y el barbero). Son recibidos en su pueblo: Sancho,
por su mujer, y don Quijote, por su ama y sobrina. Se termina diciendo que no se han podido
hallar noticias de la tercera salida que hizo don Quijote, pero que sí se encontraron unos
pergaminos en una caja de ploma, dedicados a don Quijote, Sancho Panza, Dulcinea y
Rocinante.

LIBRO SEGUNDO

Capítulo I:

Cervantes vuelve al recurso narrativo de que él sigue la historia de don Quijote a través de
Cide Hamete Benengeli. El cura y el barbero están casi un mes sin ver a don Quijote para no
recordarle el asunto de la caballería andante. Y encargan a ama y sobrina que le cuiden.
Finalmente, le visitan para hacer prueba de su mejoría: parece que ha recobrado el juicio;
pero, tratándole más, vuelve a defender la necesidad de su querida caballería andante, y llega
a sostener que los caballeros andantes fueron hombres de carne y hueso y no simple ficción.
Se oyen voces de ama y sobrina en el patio,

Capítulo II:

Pues quieren impedir que Sancho entre a ver a don Quijote. El cura y el barbero piden a ama y
sobrina que le dejen entrar. Don Quijote pregunta a Sancho que qué es lo que se dice de él en
el lugar, de sus hazañas, y Sancho le contesta que cosas no muy favorables. Don quijote lo
atribuye a la malicia (que persigue siempre a la virtud). Y Sancho contesta que aún más se dice,
y que sus hechos están ya en libros y que un bachiller recién llegado (Sansón Carrasco) podrá
contárselo con más detalle. Y va en su busca.

Capítulo III:
Don Quijote imagina ser cosa de encantamento que su historia esté impresa. Llega Sancho con
el bachiller Sansón Carrasco, joven socarrón que comienza a hablar, en burla, con ellos. Que su
historia está impresa por todas partes (Portugal, Barcelona, Valencia), que las gentes celebran
las diferentes aventuras y que son leídas por todos (niños, mozos, hombres y viejos); y que
aparecen novelas intercaladas sin relación con la historia principal (lo que no le parece bien a
don Quijote, habiendo tantas hazañas suyas que contar). Sancho se va a comer, don Quijote
invita al bachiller a que se quede a comer con él; tras la siesta, vuelve Sancho y siguen con la
conversación.

Capítulo LXXIII:

Don Quijote y Sancho llegan a su aldea, y don Quijote cree, por dos agüeros que se le
presentan, que no volverá a ver a Dulcinea. Sancho le convence de que, como cristiano, no
debe hacer caso a los agüeros. Se encuentran con el cura y con el bachiller Carrasco, que les
dan la bienvenida. Van a la casa de don Quijote, y allí los reciben ama y sobrina; también allí
dan la bienvenida a Sancho su mujer e hija. Don Quijote les cuenta al cura y al bachiller su
vencimiento y la obligación asumida de no salir de su aldea en un año. Obligación que, como
caballero andante, piensa cumplir. Pero les comunica que, entre tanto, se hará pastor (para
dar rienda suelta a sus amorosos pensamientos) y que se le unan. Ama y sobrina le reprenden
por esta nueva locura, pero él les manda callar. Le llevan a acostar.

Capítulo LXXIV:

Don Quijote agoniza en su cama. Es visitado por sus amigos (el cura, el bachiller y el barbero) y
su escudero. Pero antes de morir recobra el juicio y abomina de los libros de caballerías. Y pide
confesarse y hacer testamento. Se confiesa con el cura, su amigo. Después hace testamento (a
favor de Sancho, su sobrina y su ama) en donde vuelve a abominar de los libros de caballerías.
Después de tres días agonizando, recibe los sacramentos y muere. Cervantes vuelve al recurso
narrativo de hacer hablar a Cide Hamete Benengeli para despedir la obra (en cuya despedida
ataca a Avellaneda, autor del Quijote apócrifo, y pone de manifiesto su deseo: poner en
aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de
caballerías).
ANÁLISIS DE LOS PROTAGONISTAS

DON QUIJOTE:

En el capítulo I (del primer libro) se dice que se apellidaba Quijada o Quesada o quizás
Quejana.

En el capítulo V (1), Quijana le llamará el labrador, vecino suyo, que le recoge del suelo
(cuando don Quijote había sido apaleado tras su propósito de hacer confesar a unos
mercaderes toledanos que iban a Murcia que Dulcinea era la más hermosa del mundo).

En el capítulo LXXIV (2), el mismo protagonista dice llamarse ALONSO QUIJANO.

Como nombre de caballero andante, en el capítulo I (1), decide ponerse don Quijote (en
relación con su apellido) y añadirse el de su patria, la Mancha. Por lo que será don Quijote de
la Mancha. Nombre del que abominará en su lecho de muerte cuando recupere la cordura.

Físicamente:

En capítulo I (1) se dice que es de unos cincuenta años, de complexión recia, seco de carnes y
enjuto de rostro.

Y en el capítulo XVI (1) se dice que tenía barba, pues el cuadrillero de la Santa Hermandad le
echó mano "a las barbas".

Condición social:

En el capítulo I (1) se dice que era hidalgo, pero la enumeración siguiente (de efectos y de
personas que con él viven) termina de definirle como hidalgo lugareño o de aldea, es decir,
como noble perteneciente al escalafón más bajo.

Personas que viven con él:

En el capítulo I (1) se dice que viven con él:


- Su sobrina, que no llegaba a los veinte años. (En el capítulo LXXIV (2), en el testamento, se la
nombra como Antonia Quijana).

- Un ama, que pasaba de los cuarenta.

De ambas se dice, en el capítulo II (2), que son curiosas, pues "... , que no son de condición que
dejarán de escucharlo".

- Un mozo de campo y plaza (que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera). Que no
vuelve a aparecer en la obra.

Vecinos:

Pedro Alonso, labrador de su mismo lugar, que le recoge del suelo (en el capítulo V (1)) cuando
don Quijote tuvo la aventura con los mercaderes toledanos.

Amigos:

El cura (licenciado Pero Pérez, hombre docto, graduado en Sigüenza).

El barbero (maese Nicolás).

De ambos se dice en el capítulo V (1) que "eran grandes amigos de don Quijote", y en el
capítulo VII (1), que eran "sus dos compadres".

Del cura, en el capítulo LII (1), se dice que "reventaban de risa el canónigo y el cura, ..."
(cuando ve que don Quijote se está peleando con un cabrero y está echando sangre).

De cura y barbero, en el capítulo LII (1), que recibían "grande gusto de las simplicidades de
Sancho Panza, ...".

Cura y barbero, en el capítulo I (2), se burlan de don Quijote en su propia presencia (el barbero
contando un cuento de un loco, y el cura "gustando de oírle decir tan grandes disparates, le
preguntó...").
Cura y barbero, en el capítulo II (2), "grande gusto recebían... de oír el coloquio de los tres"
(ama y sobrina se están peleando con Sancho para que éste no entre a ver a don Quijote).

El cura, en el capítulo LXXIII (2), vuelve a burlarse de don Quijote haciéndole creer que le
acompañará en sus andanzas como pastor.

En el capítulo LXXIV (2), se vuelve a decir que "fue visitado muchas veces del cura, del bachiller
y del barbero, sus amigos, ...".

En el capítulo LXXIV (2), "... el cura, y quedóse con él, y confesóle".

Y en el capítulo LXXIV (2) se dice que "Dejo por mis albaceas al señor cura y ...".

Sansón Carrasco:

En el capítulo II (2) se dice que "viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller, ...".

En el capítulo III (2) se dice que era "no muy grande de cuerpo, aunque muy gran socarrón, de
color macilenta, pero de muy buen entendimiento; tendría hasta veinte y cuatro años,
carirredondo, de nariz chata y de boca grande, señales todas de ser de condición maliciosa y
amigo de donaires y de burlas, ...". En este capítulo se burla de ambos (de don Quijote y de
Sancho) en su propia presencia.

En el capítulo LXXIII (2) se burla de don Quijote ofreciéndosele por compañero en el ejercicio
pastoril.

En el capítulo LXXIV (2) se dice que "fue visitado muchas veces del cura, del bachiller y del
barbero, sus amigos, ...". Y que "el bachiller fue por el escribano, y de allí a poco volvió con
él..." (para que don Quijote hiciera testamento). Y que "Dejo por mis albaceas al señor cura y al
señor bachiller Sansón Carrasco, ...".

Aficiones, costumbres, carácter y por qué enloquece:


En el capítulo I (1) se dice que era "gran madrugador y amigo de la caza". Que "se daba a leer
libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la
caza y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto...". Que "se enfrascó tanto en su
lectura, que ..., del poco y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el
juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, ...". Que "rematado ya su
juicio, vino a dar en ... que le pareció convenible y necesario, ..., hacerse caballero andante, y
irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo
aquello que él había leído ...".

Hasta el final de la obra (en donde recobra la cordura), aparece como falto de juicio (por la
mucha lectura de libros de caballerías): confunde constantemente la realidad, crea la ficción
de su amada, adopta un lenguaje artificial, a semejanza del que se usa en los libros que lee,
atrae con promesas a su vecino Sancho, labrador ignorante (interesado pero de buen corazón),
y no es consciente de las constantes burlas que le hacen tanto "sus amigos" como aquellos con
los que topa. De carácter altivo (por creerse caballero andante), presto a enfurecerse ante
agravios hechos a otros o a su persona, y distante con Sancho Panza y a la par generoso.

SANCHO PANZA:

En el capítulo VII (1) se dice que es "un labrador vecino suyo, hombre de bien -...pobre-, pero
de muy poca sal en la mollera". Que se deja persuadir por la promesa del gobierno de una
ínsula. Por ello se hace escudero de don Quijote. Que por tal promesa "dejó su mujer e hijos..."
[su mujer, Juana Gutiérrez -otras veces llamada Mari Gutiérrez, Juana Panza o Teresa Panza-,
aparece como mujer ignorante e interesada, pues en el capítulo LII (1), a la vuelta de su
marido, lo primero que hace es preguntarle por el asno y después si les ha traído algo a ella y a
sus hijos; y en el capítulo LIII (2) no le importa que los dineros que trae su marido "sean
ganados por aquí o por allí, ...", aludiendo a los modos de haberlos conseguido].

Físicamente, en el capítulo IX (1), se dice que tenía "la barriga grande, el talle corto y las zancas
largas; ...".

A lo largo de toda la historia, aparece como hombre pacífico (huye de las pendencias),
interesado (mira en lo que puede sacar de provecho), de buen corazón (siempre presto a
socorrer a su señor; además siente pena de los delirios de su amo y llora su muerte), hombre
de buen apetito y mejor descanso (siempre atento al comer y al dormir), de buenos
razonamientos (con el razonamiento propio de las gentes del campo) y fiel a su señor (pese a
todo).

HISTORIA DE GRISÓSTOMO Y MARCELA


Parece ser que Cervantes concibió El Quijote primeramente como una novela corta, escrita de
un tirón, sin división de capítulos (Cervantes la dividió en capítulos después, cuando se decidió
a proseguir su novela, y que habría comprendido lo que se incluye hasta la posterior división
de los seis o siete primeros capítulos. Estos primeros seis o siete capítulos de la obra
demuestran claramente cómo se fue gestando El Quijote, sin un plan previo (de manera
espontánea e imprevista).

Después Cervantes lo desarrolló para hacer una novela de gran extensión. Pero entonces se
dio cuenta de que el esquema narrativo que seguía se estaba agotando porque resultaba
excesivamente mecánico y reiterativo en sus aventuras, demasiado semejantes unas a otras,
todas fabricadas siempre a partir de un error inicial de don Quijote, que originaba un
enfrentamiento y acababa en un fracaso (habitualmente de golpes y palos); se dio cuenta,
pues, de la monotonía de tal esquema y decidió dar un nuevo giro a su relato, que fue ir
insertando, en la vida de don Quijote y Sancho, diversos relatos en los que ambos ya no serán
los personajes centrales, dando entrada, así, a historias nuevas y seres diferentes.

Se interpolan así los siguientes relatos:

El de Grisóstomo y Marcela (capítulos XII-XIV (1)), que pertenece a la novela pastoril.

El episodio de los galeotes (capítulo XXII (1)), que pertenece a la novela picaresca.

El del curioso impertinente (capítulos XXXIII-XXXV (1)), que pertenece a la novela psicológica
(ejemplar), y que es simplemente leída por el cura a los demás.

El del capitán cautivo (capítulos XXXIX-XLI (1)), que pertenece a la novela morisca, y que es
relatado por su protagonista; y que termina enlazando con:

El del oidor (juez) (capítulo XLII (1)), que resulta ser hermano del capitán.

El de don Luis y doña Clara, hija del oidor; que pertenece a la novela sentimental.

El de Cardenio - Luscinda y don Fernando - Dorotea; que pertenece a la novela sentimental.

Todos ellos apenas integrados con el eje central de las aventuras de don Quijote (salvo el
episodio de los galeotes).
Pero diez años de maduración (de 1605-1615) entre ambas partes de El Quijote, llevaron a
Cervantes a prescindir de las novelas cortas interpoladas y a introducir sólo episodios que lo
pareciesen (bodas de Camacho) pero perfectamente integrados en el hilo del relato principal,
próximos siempre a las vidas de don Quijote y Sancho. La segunda parte gana, así, en cohesión
y unidad, lo que pierde en variedad de otros mundos ajenos. En la segunda parte no hay
novelas intercaladas; pero hay un hecho distinto fundamental: por primera vez se separan
amo y criado, a raíz del gobierno de la ínsula, y Sancho ocupa, durante unos capítulos, el
centro de la novela.

INFORMACIÓN SOBRE DISTINTOS ASPECTOS DE EL QUIJOTE

Cide Hamete Benengeli:

Cervantes mantiene, a lo largo de toda su obra, el recurso narrativo de que él sigue las
aventuras de don Quijote a través de Cide Hamete Benengeli, supuesto autor árabe (cuyo
nombre traducido "señor Hamid Aberenjenado"). Cervantes juega con el recurso de que él es
sólo el traductor (además indirecto -pues se sirve de un morisco aljamiado, o que sabe
castellano-). Con ello pretende parodiar el tópico de aquellos tiempos en el que se consideraba
la obra propia como "hijo" y se pedían disculpas por sus faltas. Cervantes, con esta parodia,
pasa a llamarse padrastro de su obra (y no su padre). E igualmente parodia, con este recurso,
el uso que se hacía en los libros de caballerías de que algún sabio escribía todas las hazañas
(incluso las no vistas) de algún héroe.

El Quijote de Avellaneda:

En 1614, en Tarragona, apareció una continuación apócrifa de El Quijote, un año antes de que
publicase Cervantes la segunda parte de la novela. Su autor firmó con el seudónimo de Alonso
Fernández de Avellaneda (aun hoy se desconoce quién puede ser). En el prólogo, Avellaneda
injuriaba a Cervantes y salía en defensa de Lope de Vega (a quien Cervantes había atacado en
los preliminares de su Quijote. Cervantes contestó con dignidad, en el prólogo de su segunda
parte, a los insultos que le había dirigido Avellaneda, llamándole viejo, manco y envidioso.

Dulcinea del Toboso:

Habiendo perdido el juicio de tanto leer libros de caballerías, don Quijote quiso buscar, a
imitación de lo que leía en ellos, a una dama de quien enamorarse. Eligió a una moza
labradora, de un lugar cercano del suyo, "de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo
enamorado". Llamábase Aldonza Lorenzo y para que encajase con los nombres que aparecían
en sus queridos libros, la llamó Dulcinea, y del Toboso, porque era natural de allí. A ella tomará
como señora de sus pensamientos, a ella se encomendará, como buen caballero andante, ante
cualquier empresa que acometa, y a ella enviará a sus vencidos en batalla para que se postren
de rodillas. Nueva parodia de los usos de los libros de caballerías.

Bálsamo de Fierabrás:

Se alude a él en el capítulo X (1) y será hecho por don Quijote en el capítulo XVII (1). Es un
brebaje milagroso cuya virtud es sanar toda clase de heridas. Parece ser que ese bálsamo (el
verdadero, y no el que hará don Quijote, a imitación) era con el que se había embalsamado a
Jesús, y que era capaz de sanar las heridas de quien lo bebiera. Con ello, Cervantes vuelve a
ironizar el mundo literario caballeresco, en donde este tipo de ficciones eran habituales.

Sancho Panza muestra su faceta más inteligente ante este bálsamo, pues lo preferirá (por sus
virtudes) a cualquier otra cosa (el gobierno de la prometida ínsula o cualquier otra cosa que se
le diera en pago de sus servicios).

En el capítulo XVII (1) don Quijote lo hará; y la fórmula misteriosa no es más que una mezcla de
aceite, vino, sal y romero (por lo que su sencillez vuelve a mostrar una parodia de las ficciones
caballerescas).

Ambos lo toman, con no muy buenos resultados para Sancho Panza (pues nada más tomarlo
"comenzó el pobre escudero a desaguarse por entrambas canales,..."), lo que don Quijote
atribuye a que sólo debe hacer efecto en caballeros andantes.

Baciyelmo:

En el capítulo X (1) don Quijote jura vengar el desaguisado que le hizo el vizcaíno cuando en
combate singular le rompió la celada (en los capítulos VIII y IX) y arrebatar por fuerza otra
celada a otro caballero, a imitación de lo ocurrido con el yelmo de Mambrino (nuevo episodio
de un libro de caballerías, episodio que vuelve a quererse parodiar).

El tal yelmo de Mambrino estaba encantado y tenía la virtud de proteger de los golpes a quien
lo llevara (Reinaldos de Montalbán -uno de los héroes épicos franceses más celebrados en la
literatura caballeresca castellana- se lo arrebató al moro Mambrino, y dicho yelmo le protegía
contra los golpes de Dardinel; todo esto relatado en el Orlando innamorato).
En el capítulo XXI (1) don Quijote creerá ver ese yelmo (de oro) en una bacía de latón que
llevaba un barbero (y que se la había en la cabeza porque llovía -con lo que se vuelve a
parodiar usos de los libros de caballerías) para hacer un servicio en un pueblo cercano.

Las bacías eran una especie de platos abombados que usaban los barberos para remojar las
barbas.

ESCRUTINIO

El escrutinio (y posterior quema) de los libros de don Quijote se debe a que por su culpa se le
secó el celebro a don Quijote ( a que la obra está concebida como ataque contra ellos).

Es difícil decir, a través sólo del "escrutinio", cuáles eran los gustos literarios de Cervantes y su
crítica:

Por un lado, el escrutinio (examen y averiguación exacta y diligente de una cosa) depende
solamente de las circunstancias novelescas que lo propician: por ello sólo se enjuiciarán libros
de ficción caballeresca (y pastoril y épica; quizás por representar otras tantas alternativas a la
locura de don Quijote -no en vano, al final de la segunda parte, don Quijote querrá hacerse
pastor-); por ello es de notar que no aparezcan libros de historia, moral o devoción.

Y por otro lado, en el escrutinio:

- participa un "tribunal" variopinto (cura, barbero, sobrina y ama): por lo que cada personaje
da su criterio según su posición.

- los criterios son subjetivos: salvándose unos por sus valores literarios y otros por su carácter
insólito o único en su arte (por ejemplo, Amadís de Gaula).

- además, unos se miran detenidamente mientras que otros se queman sin ni siquiera haber
sido examinados.

- aunque el cura es el que lo dirige, se guía más por criterios estéticos que morales.

Se salvan:
Libros de caballerías:

- Amadís de Gaula.

- Palmerín de Inglaterra.

- Historia del famoso caballero Tirante el Blanco.

Poesía pastoril:

- La Diana, de Montemayor (con cercenamiento).

- La Diana, de Gil Polo.

- Los diez libros de Fortuna de Amor.

- El pastor de Fílida.

- Tesoro de varias poesías (con escardamiento).

- El Cancionero, de López Maldonado.

- La Galatea, del propio Cervantes (en espera de su segunda parte).

Heroicos o épicos:

- La Araucana.

- La Austríada.
- El Monserrato.

- Las lágrimas de Angélica.

Se condenan:

Libros de caballerías:

- Sergas de Esplandián.

- Amadís de Grecia.

- Don Olivante de Laura.

- Florimonte de Hircania.

- El caballero Platir.

- El caballero de la Cruz.

- Espejo de caballerías (a un pozo seco, en espera de mejor acuerdo).

- Palmerín de Oliva.

- Don Belianís (a casa del barbero, en espera de mejor acuerdo).

Poesía pastoril:

- La Diana, llamada segunda, de Alonso Pérez.

- El Pastor de Iberia.
- Ninfas de Henares.

- Desengaños de celos.

Quemados (sin ser vistos ni oídos, por falta de tiempo) pero que debían haberse salvado:

- La Carolea.

- León de España.

- Los Hechos del Emperador.

Los tres de carácter heroico o épico.

ESTILO DE EL QUIJOTE

El estilo de Cervantes responde perfectamente a la ideología renacentista, es decir, a la


exaltación de lo natural y espontáneo y a la crítica de la afectación artificiosa.

El estilo de El Quijote es realista y humanístico: sencillo, animado y suelto. Recoge un tipo de


lenguaje familiar y aparece caracterizado por su viveza y agilidad. Aparecen, esporádicamente,
algunos párrafos redactados en un estilo grandilocuente y pomposo, pero hay que
interpretarlos como una imitación irónica del de los libros de caballerías.

En cuanto a técnica narrativa, ya se ha señalado cuando hemos hablado de las novelas


intercaladas cuál fue la intención inicial de Cervantes al empezar a escribir su Quijote, que era
la de hacer una simple novela corta, y cómo después fue ampliándola: interpolando en el
primer libro algunas novelas, y en el segundo libro, episodios, pero ya plenamente engarzados
con la historia principal.

En cuanto a los diferentes tipos de lenguaje, ya se ha hecho mención en este mismo apartado
a ellos (sencillo-grandilocuente, según personajes y circunstancias).
Las figuras retóricas son numerosas, adaptándose siempre a la finalidad general y a la
naturaleza de la materia narrada.

Cervantes se sirve de manera sistemática de figuras retóricas y recursos lingüísticos para


expresar lo cómico y provocar la risa, pues el ingrediente cómico tiene un gran peso en la
novela. De ahí la abundancia de antítesis, perífrasis, zeugmas, paronomasias, refranes y juegos
de palabras ingeniosos.

Pueden destacarse:

De una dedicatoria al duque de Béjar.

De un Prólogo, dirigido a los lectores y planteado en términos de una conversación con un


amigo. En él, ridiculiza la costumbre en la época de ofrecer sus obras saturadas de una
erudición pedante y arropadas en irrisorios poemas laudatorios.

En el segundo libro:

De las mismas formalidades administrativas (tasa, aprobación, fe de erratas y Privilegio Real).

De un Prólogo, dirigido a los lectores, redactado contra el prólogo que Avellaneda puso en su
continuación apócrifa de El Quijote. En él, Cervantes se defiende de los ataques que se le
hacen calificándole de viejo, manco y envidioso.

De una dedicatoria al conde de Lemos, protector de Cervantes (así como de otros escritores).

En El Quijote se aprecian ya las características de la novela moderna:

La humanidad de los personajes: frente a los personajes arquetípicos de narraciones


anteriores, los personajes de Cervantes son reales (están vivos).

Un universo realista: frente a la idealización de las novelas de caballerías, Cervantes coloca a


sus protagonistas en un tiempo-espacio concretos y reales (España, en el siglo XVII).
Diversidad de voces narradoras: el propio Cervantes y Cide Hamete Benengeli (y fuentes
escritas de cronistas manchegos y de académicos de Argamasilla).

PARODIA DE LOS LIBROS DE CABALLERÍA

La intención expresa de Cervantes con su novela es la de ir contra los libros de caballerías. Y


creyó que la mejor manera de llevarlo a efecto era la de hacer una continua parodia de los
usos que aparecían en esos libros.

El libro tiene una intencionalidad cómica expresa, y hay que señalar que en su época se leyó
fundamentalmente como un libro risible, concebido para ser degustado por lectores muy
familiarizados con los libros de caballerías, que captaban enseguida el chiste paródico que son
las aventuras de don Quijote.

Como se acaba de señalar, toda la obra es una parodia continua:

Ya en el Prólogo parodia el tópico de aquellos tiempos en el que se consideraba la obra propia


como "hijo" y se pedían disculpas por sus faltas. Cervantes, con esa parodia, pasa a llamarse
padrastro de su obra (y no padre), con lo que parodiaba igualmente el uso que se hacía en los
libros de caballerías de que hubiese sabio que escribiese todas las hazañas (incluso las no
vistas) de algún héroe (en este caso, el sabio sería Cide Hamete Benengeli).

Tanto en el título general como en el del capítulo I (1) se vuelve a la parodia con la
enumeración de todos los atributos del personaje:

- "Primera parte del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha".

- "Capítulo I (1). Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la
Mancha".

pues:

- realmente no es ingenioso, sino que sólo tiene ingenio para encajar lo real (siempre
situaciones normales) a los sucesos leídos en sus libros de caballerías (con lo que la parodia se
hace más evidente).
- aunque se le dice hidalgo, a continuación se da a entender que es de los de más baja
posición: es considerado hidalgo de aldea (por la enumeración de los bienes que posee y del
personal a su servicio, y por la descripción de su modo de vida).

- tampoco el don era título propio de hidalgos, lo que hará que el nombre que viene a
continuación suene a parodia y burla.

- el propio sobrenombre (Quijote) es burlesco al máximo, pues además de hacer referencia a la


pieza de la guarnición de las caballerías que cubría el muslo del caballo, incorpora el sufijo -
ote, con sus connotaciones ridiculizadoras (que se aproximan a cotas de parodia caballeresca
al asociarse con nombres de otros caballeros andantes como: Lanzarote o Camilote.

- el nombre de la patria es igualmente burlesco, pues, aparte de no ser conocida La Mancha en


ámbitos de libros de caballerías, coincidía con el comienzo de una ensaladilla anónima.

- tampoco parece que el adjetivo famoso (digno de fama) convenga a un personaje sin juicio y
ridículo; por lo que la significación de famoso pasará a ser de digno de fama a que llama la
atención. La parodia surge cuando ese adjetivo se asocie con los héroes de los libros de
caballerías, a los que el protagonista quiere parecerse.

También en la primera intervención hablada de su primera salida, el protagonista utiliza


(imitando a sus héroes caballerescos) palabras y estructuras altisonantes, que vuelven a
parodiar el atildamiento propio de los libros de caballerías.

En el capítulo III (1) se parodia el ritual de "armar caballero". Pues ni las armas son las
apropiadas a ritual tan importante ni el padrino de la ceremonia es otro caballero o el rey (sino
un simple ventero, que es confundido por señor del castillo por don Quijote); padrino que
debería haberle ceñido la espada: en su lugar, se la ceñirá una prostituta (en el capítulo II se
había dicho que la Tolosa era una moza "destas que llaman del partido, ..."). Todo, pues,
imitación burlesca de los usos de los libros de caballerías.

En los capítulos X y XVII y X y XXI se parodian las ficciones, tan habituales en los libros de
caballerías, de servirse de elementos míticos (religiosos o históricos):

- en el primer caso, el elemento mítico será un bálsamo que supuestamente había estado en
contacto con el cadáver de Jesús, y que tendría la virtud de sanar todo tipo de heridas (aunque
las agresiones que recibirá don Quijote a lo largo de toda la historia serán más bien golpes y
magulladuras que heridas propiamente dichas).

- en el segundo caso, el elemento mítico será un supuesto yelmo que tenía la facultad de
proteger a quien lo llevara de toda clase de golpes.
En ambos casos, el contraste es mayor aún (y por tanto el efecto paródico), pues se enfrentan
ficciones extremas con realidad cotidiana y ramplona.

OPINIÓN PERSONAL JUSTIFICADA

Me ha parecido una obra excelente. Fácil de leer, de un humor sano y desprovisto de acritud,
que, lejos de destruir, dignifica cuanto toca por su sentimiento de generosa comprensión.
Presenta una enorme riqueza de matices -estéticos y psicológicos- y momentos de gran verdad
humana (piénsese en el proceso psicológico que lleva a don Quijote hacia la cordura y el
desengaño, y a Sancho, de su proverbial egoísmo a sentir nacer nobles anhelos de generosidad
y justicia). Sus personajes no son figuras rígidas sino que evolucionan de acuerdo con los
rasgos que definen su personalidad.

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