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Hablar de Sor Juana Inés de la Cruz es hablar de lo universal, de lo sublime y

auténtico de su pensamiento. Hablar de Sor Juana es hablar de la mayor de las


letras en nuestra lengua.

En el siglo XVII la pasión por el estudio y las letras fue exclusivamente masculina.
Las universidades nacieron como instituciones masculinas y así permanecieron
durante siglos. Cuando las mujeres se atrevieron a escalar esos muros
patriarcales no fueron bien recibidas.
La entonces Real y Pontificia Universidad de México no admitía mujeres. En ese
momento, el sexo femenino se consideraba como deficiente e incompleto. La
mujer aparecía esencialmente como cuerpo y no como persona, debían
permanecer calladas y subordinadas, dejando que el mundo de las letras
conservara su pureza varonil. Se excluyó a las mujeres del mundo del intelecto
y se las destina a las tareas del cuidado y la domesticidad, creando un espacio
de exclusividad masculina en la dedicación a la vida eclesiástica que, en ese
momento, es el espacio por excelencia para el desarrollo de las aptitudes
intelectuales. Aquí surge Juana de Asbaje.

Juana de Asbaje la que pidió a su madre que la dejara cortarse el cabello para
lucir como un muchacho y poder asistir a la escuela, la que después tomó
posesión de la biblioteca de su abuelo, donde no había reglas que le impidieran
leer.

A los trece años se distinguió como la dama de honor favorita de la Virreina.


Durante los tres años que tuvo ese privilegio, Juana se dedicó a la creación de
escenas teatrales, sátiras y poesía personal.

Muchos jóvenes pidieron su mano en matrimonio pero es bien conocida su


aversión al matrimonio. La Iglesia sugirió que nunca se sintió enamorada de un
hombre y pronto aceptó que sólo el servicio a Dios podía otorgarle una gran
felicidad. No obstante, como bien lo dijo Octavio Paz en su momento, Juana de
Asbaje tuvo que hacerse monja para poder pensar.

Aún vivimos en una sociedad patriarcal. La presencia masiva de las mujeres en


la educación superior no es evidencia suficiente de su integración a la vida
institucional en igualdad de circunstancias
"Sor Juana", dice Paz, "termina siendo, sin darse cuenta, una feminista que pide
que haya mujeres que puedan enseñar a las otras 'las ciencias terrestres' como
condición para que puedan acceder a las celestes".

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