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Rev. de Psicol. Gral. y Aplic., 1990, 43 (3), 343-951 FACTORES DE PREDISPOSICION EN LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD 8. SANDIN Universidad Nacional de Educacisn a Distancia (UNED) Introduccién ‘Aunque suele asumirse, y el autor de este trabajo asi lo entiende, que en general los trastornos de an- siedad se constituyen mediante procesos de condi- Clonamiento, y por consiguiente a través de la in- fluencia basica de factores ambientales, estricta- mente hablando no parece factible defender una postura radical en este sentido. Es decir, no parece detendible la hipdtesis de que los desordenes de an- siedad no dependan también de factores constitu- ‘cionales y hereditarios ‘Como ha sugerido recientemente Ohman (1981), abe afirmar que los factores de predisposicién son tipicamente no especficos y heterogéneos. Es de- Gir, un factor puede predisponer para padecer varias alteraciones psicolégicas, y una misma alteracion Puede estar afectada por diversos factores de pre- disposicion Ca predisposicién o vulnerabilidad presupone que en el individuo existen ciertas caracteristicas que son relativamente estables, y que a partir de elas, puede predecirse en cierto grado su conducta futu- +a (por ejemplo, la conducta fobica). En las paginas ‘que siguen no solamente anaiizaremos fa importan- cia de la herencia en la génesis de ios desdrdenes de ansiedad. Otros factores como la personalidad, la activacién psicofsioldgjca, la diferenciacién o di- morfismo sexual y los ritmos psicobiol6gices (Facto res, todos ellos, que pueden estar determinados por elementos genéticos y ambientales) seran también equeridos, ya que contribuyen a configura la pre- isposicin del individuo para padecer trastornos de ansiedad. Personalidad ‘Aigunos autores han postulado ciertos rasgos de Personalidad que predicen la mayor 0 menor intens 343 dad de ansiedad que un sujeto puede manifestar en un momento dado. Asi, los rasgos 0 factores Q4 (ansiedad) de Cattell (Cattell y Kline, 1977) y emo- Cionalidad de Guilford (Guilford y Zimmerman, 1956) Podrian servir para diferenciar @ los sujetos vunera- Bles a los trastomos de ansiedad. Sin embargo, es Posiblemente la escuela de H. J. Eysenck la que mas atencion y esfuerzo ha dedicado a la relacién entre personalidad y trastornos neuréticos. Los dos factores principales de la teoria de Eysenck (neuroti- ccismo y extraversién) (Eysenck, 1967), a juicio de este autor, no s6lo predicen la predisposicién hacia la neurosis (a través de la dimensién de neuroticis- mo), sino que también sirven para diferenciar la vul- Nerablidad hacia los diferentes tipos de neurosis (neurosis distimicas vs psicopatia e histeria) median- te la combinacién de los rasgos de neuroticismo y extraversién (Eysenck, 1964). Tanto los individuos fébicos como los obsesivo compulsivos (neurosis. distimicas) suelen exhibir puntuaciones elevadas en neuroticismo e introver- si6n; por otra parte, los histérions y psiodpatas pre- sentan niveles elevados.de neuroticismo y baja in- troversion (0 alta extraversién). Esta diferenciacién se produce porque, en términos de la teoria de Ey- senck, Ia introversin tacilita la adquisicién de ansie- dad condicionada (adquisicién de fobias y otros ‘rastornes distimicos). Aunque parece existir cierta disconformidad con respecto a la indicada relacién entre personalidad y neurosis no distimicas, en cam- blo existe bastante acuerdo y evidencia empirica en favor de la relacién entre la combinacion neuroticis- mo/introversion y las alteraciones distimicas (Gos- sop, 1981). Esta combinacién entre alto neuroticismo y baja extraversién se coFresponde, no obstante, con el ‘concepto de ansiedad-rasgo (A-rasgo), tal y como ha sido claramente referido por Gray (1970) y admi tido por el propio Eysenck (1975). De este modo, la escala de ansiedad manifesta de Taylor (1953), una escala de , cubre un rango que se extiende desde un nivel de baja ansiodad, equivalente a bajo euroticismo y alta extraversién, hasta un nivel de alta ansiedad que se corresponde con alto neuroti- ismo y baja extraversion (Gray, 1971). Por tanto, la ‘A-rasgo puede ser considerada como indicador de redisposicion no sdlo de la manifestacion de ansie- dad-estado (A-estado), sino también de la marifes- tacién de desérdenes distimicos. En los uitimos diez afios, no obstante, hemos visto aparecer algunas modificaciones de este modelo clésico de la ansie- dad; particularmente merece especial mencion el modelo S-F postulado inicialmente por la escuela de Endler (Endler y Okada, 1975) y eplicado en nuestro por nosotros (Sandin y Chorot, 1988)'y por Ber- Tmiidez (1983), el cual considera la A-rasgo de forma multidimensional y tiene en cuenta tanto las situa- clones (S) como los modos de respuesta (A). Eysenck (1967) ha definido el neuroticismo en tér- rminos de reactividad o lablidad del sistema nervioso auténomo (activacién auténoma-endocrina) y la. ex- traversion en términos de los procesos de excitacién ¢@ inhibicén (basicamente corticales). Sin embargo, la 344 ‘activacién auténoma y el arousal cortical séio son arcialmente independiontes. Cuando existe predis- osicién hacia la neurosis (reactividad auténoma), on las fuerzas del balance excitacion-inhibicion las, ue determinan el desarrollo de sintomas neuréticos ‘especifices (Gossop, 1981). La escuela de Eysenck hha postulado que estos procesos (auténomos y corti cales) son preferentemente de tipo herediterio (Ey- senck, 1975) (ver mas adelante), por lo que constitu- yen la precisposicion basica de respuesta del orga- ‘ismo a los estimulos externos (en particular con res- ecto a las respuestas del sistema nervioso auténo- mo) y, por tanta, la predisposicion hacia la apericién de los trastomos de ansiedad. Otros modelos de personalidad, no s6lo el de Ey- senck, han relacionado determinados rasqos 0 tipos Psicoldgicas con la vulnerablidad para padecer ‘ras~ tomos de ansiedad. Asi, por ejemplo, los modelos de Gray (1970) y Claridge (1967), aunque pueden ser ‘considerados como modificadores del punto de vista de Eysenck, exhiben notables diferencias con res- pecto a ésto. (Recientemente, Gray, 1982, ha esta~ Blecido extensamente su teoria sobre la ansiedad.) ‘Obviamente, no varios a analizar ni estos ni otros ‘modelos que puedan poseer implicaciones relevantes, ‘con respecto a la cuestion que estamos tratando. Sin ‘embargo, aunque a veces se utilcen formulaciones 0 ‘conceptos relativamente diferentes, la idea basica subyacente a diversos modelos de personalidad temperamento es que los rasgos (y/o tipos) pueden redecir el desarrollo de alteraciones emocionales: (habitualmente trastomos neuréticos).. ‘Como puede apreciarse, en un primer término pa- ‘ece posible admitir que la vuinerabilidad o predispo- sicién puede establecerse a partir de los rasgos de personalidad. Esto, no obstante, sdio puede hacer- se de forma general y relativamente inespecifica para las diferentes formas de neurosis (a lo sumo di- ferenciando entre neurosis distimicas y no dist as). El rasgo de ansiedad (A-rasgo), por otra part al reterir el nivel crénico de ansiedad, es un indica: dor escasamente especitico y selectivo, ya que tan- to en las fobias como en otros desérdenes de ansie- dad (obsesivo-compuisivos, ansiedad generalizada, etcétera) la A-rasgo suele Ser elevada; mas aiin, la ‘A-rasgo también suele ser alta en la depresién, en los trastomos psicosomaticos y en otros desérde- nes. La conceptualizacién multidimensional de la A- rasgo (modelo $-R), tanto con respecto a las situa- ciones como a los modos de respuesta, tal vez en Un futuro pueda delimitar con mayor grado de espe- cifidad la relacién entre ela y las fobias, por ejemplo, diferenciando tipos de fobias y tipos de A-rasgo que pueden evidenciar clerta conexion (asi, un individuo con elevada A-rasgo de tipo interpersonal posible- mente es propenso a exhibir fobias sociales, pero 1 fobias simples). Activacién psicotisiolégica Algunas variables psicofisiolégicas se han relaciona- do con la ansiedad (tanto A-rasgo como A-estado) y con dimensiones de personalidad (neuroticismo y extraversién). En particular, la actividad electroder- ‘mal (frecuencia no especifica, nivel de conductancia y respuestas ) (Sandin y Chorot, 1980, 1981; Chorot y Sandin, 1981) y la tasa cardiaca (Harvey y Hirschman, 1980; Lawler, 1980) se aso- cian positivamente al neuroticismo, ia introversion y la ansiedad. En orden a obtener datos mas select vos, se han venido investigando los patrones psico- fisiolégicos auténomos en sujetos con alteraciones de ansiedad (neurdticos distimicos principalmente), poniéndose a prueba fundamentalmente ia actividad electrodermal y la tasa cardiaca. En este sentido, varias publicaciones han constatado elevacion de la frecuencia no espectfica (FNE) y nivel de conductan- cia de la piel (SCL) en la actividad electrodermal (EDA) (Lader, 1967; Lader y Wing, 1966), asi como también elevacion de la tasa cardiaca (TC) (Golds- tein, 1964; Lader y Wing, 1966), en pacientes con trastomos de ansiedad (estados de ansiedad, obse- sivo-compulsivos, fobias). También se ha evidencia- do, en pacientes neuréticos, elevacién en la frecuen- cia respiratoria, presion sanguinea (sistdica y dias- tdlica) y volumen sanguineo (en antebrazo) (Golds- tein, 1964; Wing, 1964). En general, estos patrones de elevacion se han abservado en dichos sujetos al ‘compararios con individuos normales. Por otra par- te, tals alteraciones en respuestas psicofisioldgicas parece que se mantienen tanto en estados de repo- 50 como ante situaciones estresoras o tareas espe- cificas. En su reciente revision sobre esta cuestion, Sartory y Lader (1980) vienen a concluir que la EDA (FNEy SCL), TC y volumen sanguineo se relacionan de forma relevante con los trastornos de ansiedad en la direccién que acabamos de sefalar. Estes conclusiones, de una manera giobal, apo- {yan la hiptesis clésioa de Malmo (1957) que defien- de un estado de hiperactivacién en los neuréticos ‘con elevado componente de ansiedad. Malmo ha postulado que en estos sujetos los mecanismos in- Fibitorios son inefectivos, con lo cual poseen un ni vel mayor de activacién auténama siendo, en conse- ‘cuencia, mds respondentes emocionalmente a las minimas situaciones estresoras. Sin embargo, en vistas a aplicar este modelo, © las observaciones: arriba sefialadas, al fenémeno de predisposicion de las fobias, nos encontramos con que unicamente pueden obtenerse conclusiones muy generales @s- casamente operativas, ya que él: ‘de neuro- sis (més en concreto las neurosis distimicas o neu- rosis con alto componente de ansiedad) es demasia- do amplio y heterogéneo. Por tanto, ef asumir que todos los trastornos de ansiedad, incluidas las fo- bias, exhiban un cierto grado de hiperactivacién o hi- erarousal parece un argumento excesivamente simplificado. ‘Con respecto a las fobias, este problema se ha resuetto parcialmente con algunos trabajos llevados a cabo por Lader y colaboradores (Lader, 1967; La- der et al., 1967; Lader y Mathews, 1968). Apoyan- dose en ia idea, contrastada empiricamente, de que la FNE de EDA es un buen predictor de la ansiedad, Lader empled esta medida psicofisiolégica como ‘elemento empirico indicativo del estado de activa- cién (arousal, en términos de Lader) en pacientes ‘con fobias y estados de ansiedad (ansiedad genera- lizada o difusa). El resultado principal obtenido por estos autores fue que, en base a las respuestas no especificas (FNE) de la actividad electrodermal, las fobias especificas 0 monosintométicas pueden dife- renciarse significativamente de las fobias difusas (fobias sociales y agorafobia). Los pacientes con agorafobia exhiben patrones de FNE de EDA seme- jantes a los observados en los estados de ansiedad, ¥ significativamente mayores que en los pacientes, ‘con fobias especificas. Los pacientes con fobias es écificas no se diferenciaban significativamente de los individuos normales. Los autores han interpretado estos resultados su- giriendo que las fobias inespecificas o difusas se asocian a elevada arousabiidad (en términos de FINE), en contraposicién de las fobias especificas ‘cuya arousabilidad es normal o relativamente nor- mal. Este fenémeno de arousabilidad es entendido, ademds, como un proceso relativamente estable en los individuos. Lader et al, (1967), por otra parte. re- fieren apoyo adicional a esta diferenciacién entre tr pos de fobias al constatar que, en contraste con las fobies difusas, los pacientes con fobias especificas son poco reactivos (se habituan nomalmente en respuestas especiticas de EDA ante estimulos audi- tivos). poseen una edad de comienzo uniforme y temprana (airededor de los 5 afios), y manifiestan smejor pronéstico a la terapia de conducta. Inclusive, este mejor pronéstico puede inferirse y precisarse a través de 10s niveles de FNE. Partiendo de la base de estos resultados, los autores han postulado un modelo de «arousabildad» para explcar la etiologia Y,fuateniriento de les fois (acer y Mahowo, La hipdtesis de Lader (1967, 1980) sobre la cife- renciacién de los transtomos fobions en base al ni- vel de arousabilidad se ha visto apoyado por la evi- dencia de trabajos mas recientes, tal y como hemos referido en anteriores publicaciones (Chorot y San- din, 1987). Por otra parte, se ha comprobado que la agorafobia (particularmente la agorafobia con pani- 0), desde el punto de vista fisiolégico, se asemeja mas a los estados de ansiedad que a otras fobias (ver Sandin, 1986). Dicho en otros términos, tanto la agorafobia como los estados de ansiedad (pénico, ansiedad generalizada y obsesién-compulsion) pare- cen poseer niveles basicos de alteracién somatica no observados en las fabias especificas ni en las fo- bias sociales. La estrecha relacin que parece exis- tir entre la agorafobia y el pénico, asi como la relat vva dependencia que guarda con respecto al estado corgadnico, han servido para fundamentar esta idea. Como observaciones que apoyan esta hipdtesis pueden citarse las siguientes. Primero, la agorafobia suele constituirse por la aparicion previa de los ata- ques de périco, y éstos en ocasiones son esponté- 1neos (no estén determinados por factores ambienta~ les). Segundo, se ha sugerido que los estados de ppanico pueden ocurrir secundariamente a los des6r- denes cardiovasculares (Kelly, 1980). Tercero, algu- 345

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