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LA MODERNIDAD

Surgimiento

El movimiento cultural de la modernidad se inicia en las ciudades comerciales de la

Baja Edad Media, en las que se había desarrollado el capitalismo y surgía una nueva clase

social: la burguesía. Algunas de las condiciones que posibilitaron el surgimiento de esta

nueva etapa fueron:

 El Renacimiento artístico de los siglos XV y XVI.

 Los descubrimientos y conquistas de los siglos XV y XVI.

 El incipiente mercado mundial.

 La consolidación de los estados nacionales.

 La reforma protestante.

 El reemplazo de la concepción geocéntrica por la heliocéntrica.

Esta serie de cambios provocó una crisis en la concepción medieval del mundo centrada

en Dios y posibilitó la elaboración de una concepción antropocéntrica, menos religiosa y

más profana.

Características de la Modernidad

Siguiendo a Gustavo Santiago1 el proyecto cultural moderno se construyó a partir

de profundos cambios de diversa índole. Entre los muchos componentes que conformaron

la identidad de la modernidad encontramos:

1
Cfr. SANTIAGO, G., El desafío de los valores, Novedades Educativas, Buenos Aires, 2004
1. Secularización de la conciencia

2. Subjetividad

3. Pasaje de la theoría a la praxis

4. Destrucción del kósmos

Estas características, que desarrollaremos brevemente, se aplican a la modernidad

como movimiento de transformación de múltiples dimensiones de la vida humana, que se

despliegan a partir del siglo XVII. Estas dimensiones abarcan los aspectos políticos,

culturales, religiosos, éticos, científicos. Si bien el siglo XVII puede tomarse como

referencia de la consolidación de la modernidad, los siglos anteriores conformaron la

preparación y antecedentes directos (Renacimiento, Reforma, Humanismo, son algunos de

ellos). En el plano del conocimiento podemos señalar al racionalismo francés, el empirismo

británico y el desarrollo de las ciencias naturales como fuente de las que se nutre el

Iluminismo o Filosofía de la Ilustración, en el siglo XVIII.

Con respecto al Iluminismo, nos parece pertinente señalar el nuevo papel de la razón

en el siglo XVIII, ya que de alguna manera representa el ideal moderno de progreso

científico. La Ilustración establece una razón que se apoya en la experiencia, que va de lo

singular a lo universal, de los hechos a los principios y que cada vez más toma a la ciencia

natural como modelo de todo conocimiento. Esta confianza en la razón y en el progreso de

la ciencia predominó en esta época en la que la hegemonía de la fe había quedado atrás. El

acento estaba puesto en el conocimiento y en el método para la construcción de la ciencia.

Todo esto va plasmándose en las prácticas educativas y en la conformación de la escuela,

cuyo objetivo era formar al hombre moderno.

El conjunto de las ideas que caracterizaron a la modernidad, sobre todo

consolidadas en los siglos XVII y XVIII, constituyó una concepción del mundo alternativa

a la cosmovisión cristiana hegemónica en la Edad Media. Estas ideas modernas se


concretaron en instituciones y pautas de conducta que orientaron la vida de los hombres

en todo el mundo.

La crisis de la modernidad, que se manifiesta después de la segunda Guerra

Mundial, es el resultado de un proceso: el movimiento histórico moderno nace, alcanza su

apogeo y parece estar declinando en la segunda mitad del siglo XX dando paso a una nueva

etapa denominada “postmodernidad”. Al respecto, no todos los pensadores están de

acuerdo al analizar el contexto histórico actual: ¿fin de la modernidad o continuación?

Para algunos la modernidad no ha alcanzado todavía su verdadero desarrollo al no

implantar sus ideales de modo definitivo en la sociedad, en esta línea de pensamiento se

encuentra Habermas; para otros, la modernidad está siendo superada por el advenimiento

de nuevos modos de pensar y nuevas prácticas globalizantes que consolidan un sujeto

humano específicamente “postmoderno”.

Aquí seguimos la descripción que G. Santiago desarrolla sobre las características de

la modernidad:

1. Secularización de la conciencia

Esta característica se refiere al desplazamiento de lo religioso al plano

estrictamente privado, en contraposición a la Edad Media en la que el cristianismo tenía

amplio poder en todas las dimensiones de la sociedad. La palabra “secular” hace referencia

al “siglo”, al tiempo, al mundo concreto y terrestre (en contraste con lo eterno y el mundo

celestial pregonado por la religión). “Secularización” significa, en este caso, separar lo

religioso de lo civil, relegando la actividad de la religión a la periferia, quedando en el

centro la razón como criterio de decisión en las actividades sociales. De la Edad Media

como etapa centrada en la fe cristiana se llega gradualmente a una etapa antropocéntrica

y de autonomía de la razón a través del Renacimiento y Humanismo. Entre los personajes


más representativos de la naciente modernidad podemos señalar a Galileo, Bacon, Hobbes,

Locke, Rousseau y Descartes. En la modernidad se sustituye la idea de Dios como

fundamento único de la realidad para reemplazarlo por la Razón, único criterio universal

de las actividades humanas.

En cuanto a la vida cotidiana, se produce una sustitución del interés por el otro

mundo y la otra vida a favor de la preocupación por esta vida y este mundo. Aparece muy

fuerte la idea de “progreso” y los cambios dejan de ser considerados peligrosos y pasan a

ser positivos en sí mismos. El afán de novedades llega ser distintivo del hombre

“civilizado”.

2. Subjetividad

La modernidad es la época del surgimiento del sujeto. El nacimiento de la

subjetividad puede asociarse al cogito cartesiano. Cuando Descartes enuncia su “pienso,

luego existo” coloca una piedra fundamental sobre la que construirá todo su edificio

conceptual. Pero dicho cimiento no será sólo para la filosofía cartesiana sino que pasa a

constituir la base del naciente sujeto moderno: la idea de un fundamento humano sobre el

que repose toda la realidad es la que habilitará al hombre a actuar en su propio nombre.

Según Santiago2, el concepto modernos de subjetividad está asociado a otro

concepto clave de esta época: “revolución”, que se aplicará a las transformaciones de

diversa índole: políticas, culturales, artísticas o científicas. La revolución implica, a partir

de la modernidad, la idea de ruptura, corte tajante en relación con cualquier tradición,

proponiendo así un comienzo desde cero, enarbolando la bandera de la razón para la

construcción de la nueva historia inspirada por “utopías” y progreso.

2
SANTIAGO, G., op.cit. pag. 26
3. Pasaje de la theoría a la praxis

Al surgir la “ciencia moderna” se produce un paso de la teoría a la praxis, es decir,

de la vida contemplativa a la vida activa. El hombre antiguo y medieval se enfrentaba a la

naturaleza con una postura de reverencia y contemplación, la obra de Dios era objeto de

admiración y respeto, huella de la mano creadora. Pero la perspectiva de la ciencia

moderna coloca al sujeto humano como dueño de esa naturaleza y con pleno derecho a

ejercer control y dominio sobre ella. Ahora el científico forzará a la naturaleza a que le

revele todo lo que él quiera saber. El “experimento” no es más que eso: obligar a la

naturaleza a que le dé todo lo que el hombre de ciencia necesita saber. Pasando por Bacon

y Galileo, la naturaleza ahora está al servicio del hombre y es un libro abierto escrito con

caracteres matemáticos, esperando ser estudiado e interpretado.

Desde esta perspectiva pueden entenderse, también, las transformaciones socio-

económicas que se producen en la misma época. Tal como lo describe García Orza: “En el

origen del estado burgués no sólo está implícito el surgimiento de las nuevas formas de

experimentación modernas, sino también el carácter operativo de las ciencias. Puesto que

las nuevas formas de producción necesitaban de un conocimiento más profundo de la

naturaleza, tal conocimiento no debía entenderse como meramente contemplativo, es

decir, a la vieja manera clásica, sino que debía ser entendido de acuerdo con sus notas más

nuevas y revolucionarias..”3 Tal actitud del hombre de ciencia en la modernidad encontrará

más tarde su lema representativo en la famosa tesis XI de Marx sobre Feuerbach: “Los

filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversas maneras; de lo que se trata

es de transformarlo.”4El filósofo alemán sostiene, de este modo, que lo que importa ahora

3
GARCÍA ORZA, R., Introdución, en Método científico y poder político, CEAL, Buenos Aires, 1992, pag. 22

4
MARX, K., La ideología alemana, Pueblos Unidos, Montevideo, 1968, pag. 668
no es principalmente filosofar sino modificar el mundo, y en este sentido niega la filosofía

como pura teoría abstracta, pretendiendo reemplazarla por la praxis.

4. Destrucción del kósmos

En la modernidad queda eliminada la idea de una armonía en el universo cuyo orden

natural responda a un orden axiológico querido por el Creador. Antiguamente la palabra

griega kósmos significaba “orden”, en el sentido de jerarquía entre los seres. Según

Santiago, comentando a Koyré5, la “destrucción del kósmos” significa, en primer lugar, el

abandono de la concepción aristotélica del universo que dominó Occidente hasta la

modernidad. Pero, fundamentalmente la expresión se refiere a la pérdida de sentido que

conlleva la caída de ese cosmos y su transformación en un universo infinito.

Educación y Ciencia en la Modernidad

En la Modernidad la educación aparece vinculada fuertemente con el progreso, con

el futuro deseado, con el bienestar general, con la construcción de utopías. Se orienta a

formar el sujeto moderno el cual está definido a priori como un ser pensante, racional,

autónomo. La educación va ser el camino que le permitirá alejarse de su animalidad y

acercarse a la racionalidad, que constituye la esencia de lo humano. La tarea educativa

será también el puente que va a conducir a este sujeto pensante hacia el conocimiento del

mundo y de sus verdades. Pero el conocimiento mismo es entendido en la modernidad

naciente de modo distinto a partir de los cambios que se producen en la ciencia.

Durante mucho tiempo se sostuvo que el hombre podía conocer el mundo de modo

“especulativo”, es decir, reflejándolo tal cual es. La relación sujeto-objeto le asignaba al

sujeto un papel receptivo y en cierto modo pasivo. En este sentido, se denomina “realismo”

5
Cfr. SANTIAGO, G., op.cit. pag. 28
a la postura que le asigna al objeto el papel determinante en el acto de conocer, como lo

explica Carpio6. El sujeto cognoscente se limita a representar o reproducir la realidad

conocida, a reflejar el objeto conocido como si fuera un “espejo”. En los albores de la

Edad Moderna este modo de entender el conocimiento todavía sigue vigente en posturas

como el racionalismo y el empirismo, las cuales entendían el conocimiento en este mismo

sentido de reflejar la realidad, ya sea a través de la razón o por medio de los sentidos,

pero en ambos casos el acto de conocer se limita a contemplar la realidad y un

conocimiento será verdadero cuando coincide con la cosa conocida.

Será Kant, años más tarde, quien introduzca el “giro copernicano” en el campo del

conocimiento, es decir, del mismo modo en que Copérnico postuló la teoría heliocéntrica (el

sol gira alrededor de la tierra y no al revés), Kant invierte los términos de las relaciones

entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido: “Hasta ahora se admitía que todo

nuestro conocimiento debía regirse por los objetos.. Ensàyese, pues, una vez si no

adelantaremos en los problemas de la metafísica admitiendo que los objetos tienen que

regirse por nuestro conocimiento” 7. De este modo, le asigna al sujeto cognoscente un

papel activo y no una función pasiva y secundaria frente al objeto a conocer. Es el sujeto

el que constituye al objeto pasando a ocupar un lugar predominante en esta relación y en la

construcción del conocimiento. Conocer ahora es “construir el objeto” y la verdad ya no es

la adaptación del sujeto al objeto sino la construcción del concepto de acuerdo a las

categorías “a priori”. Esto es muy diferente al realismo imperante anteriormente.

Comienza de este modo a fortalecerse la concepción del sujeto autónomo y la razón como

protagonista principal en cuanto a conocimiento se refiere. Tales posturas se asientan con

más firmeza en el movimiento de la Ilustración del Siglo XVIII.

6
Cfr. CARPIO, op.cit., pág. 230

7
KANT., I., Crítica de la Razón Pura, Prólogo a la segunda edición, El Ateneo, Buenos Aires, 1961, pág. 38
Para Kant8, el hombre es el único sujeto capaz de ser educado y se ha de someterlo

a los preceptos de la razón, la educación comprende la “disciplina” que convierte la

animalidad en humanidad, y la “instrucción” que es la parte positiva del proceso educativo y

diferencia al hombre del animal toda vez que le hace participar de la cultura. Le asigna un

papel fundamental a la educación ya que por ella el hombre llega a ser hombre y sólo es lo

que ella le hace ser. También sostiene que no hay que educar al sujeto conforme al

presente sino conforme a un estado mejor, al futuro. El niño debe, por la educación,

aprender a pensar, esto es de la mayor importancia, no basta la disciplina y el

adiestramiento. También asigna como objetivo clave de la educación cultivar la libertad,

aunque para ello haya que servirse de una cierta coacción legítima que se le impone a fin

de que pueda hacer uso de su voluntad y su propia libertad, se le educa para que algún día

pueda ser libre, es decir, para no depender de los otros. El trabajo ocupa un lugar de suma

importancia en la educación, el niño ha de aprender a trabajar y no acostumbrarlo dentro

de la escuela a mirar todo como un juego. La escuela es una cultura coercitiva sin que por

ello haya que esclavizar a los alumnos. En estas concepciones pedagógicas aparecen

características de la modernidad: el acento puesto en el sujeto, la confianza en la razón,

el progreso en vistas a futuro, la importancia de la libertad, la cultura del trabajo.

Con respecto a la Ilustración: postula la supremacía de la razón y le da un impulso

profundo al desarrollo de las ciencias naturales. También se proponen los ilustrados del

Siglo XVIII lograr la organización racional de la sociedad, impulsando del mismo modo los

saberes de las ciencias sociales: “En la modernidad, la razón “ilumina” las cosas y nos

permite descubrir en su luz las posibilidades de la transformación de la realidad y las

formas de concretarla.”9 Para esta transformación las ciencias deben generar un

8
Cfr. KANT, I., Pedagogía

9
HELER, M., Ciencia incierta, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2004, pág. 22
conocimiento capaz de erigirse como el único válido y susceptible de ser aplicado para tal

objetivo. La ciencia en la antigüedad buscaba conocer el cosmos para acomodarse a él en

una actitud contemplativa. La ciencia moderna se propone no sólo contemplar el mundo sino

también transformarlo, acompañada al mismo tiempo por el creciente desarrollo de la

tecnología

La modernidad tuvo un objetivo claro: el bienestar del hombre. La misma se lograría

a través del progreso, para lo cual era necesario ordenar la sociedad a través de la

reproducción de un orden social jerárquico, meritocrático y estratificado. En este nuevo

orden, el conocimiento tiene un papel central.

La Escuela en la modernidad

La modernidad depositó en el desarrollo del conocimiento y de la ciencia todo su

afán de progreso y dominio de la naturaleza. Se fueron constituyendo así un conjunto de

saberes al que todos los sujetos debían acceder de alguna manera para pertenecer a la

sociedad. Estos saberes incluían la totalidad de los conocimientos construidos por la

humanidad, cuya transmisión a las nuevas generaciones se consideraba necesaria junto con

el conjunto de saberes vinculados con la formación de actitudes y el disciplinamiento. La

escuela surgió como la institución que monopolizaba la distribución de éstos saberes

básicos: “... La escuela fue, sin duda, uno de los actos de mayor imaginación que enfrentó la

modernidad. En el Siglo XVI, soñar con una institución donde concurrieran todos los

infantes a aprender ciertos saberes complejos, con sujetos preparados para tal fin,

desafió todo lo preestablecido y amplió enormemente las fronteras de la época. En el

Siglo XIX, este producto de la imaginación cobró cuerpo…”10

10
PINEAU, P., op.cit.
Sin embargo, la escuela no es ajena a los cambios actuales del contexto social y,

desde que se conformó en los inicios de la Modernidad hasta la actualidad, ha adquirido

características en consonancia con los objetivos e ideales del proyecto cultural moderno.

Acerca del enciclopedismo en la escuela moderna

Entre los valores que fueron integrando la escuela moderna no podemos dejar de

mencionar las ideas del Iluminismo que influyeron decisivamente en su conformación a lo

largo del Siglo XIX: abierta al libre pensamiento y a la innovación, producto del desarrollo

de las ciencias; con vistas al futuro que se preveía mejor; planteada como escuela

científica y tecnológica, desprecia la metafísica tradicional y los fines meramente

utilitarios. Este modelo tiene como característica clave la necesidad de cambiar

continuamente para responder a las exigencias de una sociedad que también cambia a

ritmos cada vez más acelerados.

Sin embargo, todos estos objetivos no siempre se alcanzaron y la escuela, inspirada

en la obra de los pensadores enciclopedistas, derivó en prácticas que pronto fueron objeto

de críticas por parte de pensadores más progresistas. Esta actitud crítica rechazaba la

transmisión de un conocimiento memorístico, libresco, socialmente poco significativo, de

resultados más que de procesos y con pretensiones de abarcar todos los saberes. Esta

enseñanza enciclopedista atomizó el conocimiento, consideró al libro como el único

depósito y fuente de obtención de saberes, priorizó el verbalismo: el conocimiento de las

palabras, orales o escritas, sustituyó al conocimiento de las cosas. El alumno fue concebido

como un ser pasivo y receptivo, tabla rasa que era llenada en la escuela con conocimientos

que contenían los libros y repetían los profesores.

Por otro lado, las críticas a estas prácticas enciclopedistas y librescas proponían

superar la idea estrecha de simple retención de contenidos por una concepción más amplia,
que incluía la comprensión crítica de los conocimientos, el desarrollo de habilidades

cognitivas, actitudes, hábitos y valores. También se proponía impulsar los conocimientos

más actualizados, con significado social, que no estuvieran desligados de la sociedad.


IFDC - SAN LUIS

PROFESORADO DE ENSEÑANZA

PRIMARIA

ASIGNATURA: FILOSOFÍA DE LA

EDUCACIÓN

PROFESOR: CLAUDIO BAIGORRIA

FECHA: 3/06/2014

TEXTO: MODERNIDAD Y ESCUELA

(documento de cátedra)

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