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El Proyecto Manhattan

E = m · c2

Teóricamente la posibilidad de desarrollar un arma nuclear surgió en 1905, cuando Albert


Einstein obtuvo su famosa ecuación. Su significado: una pequeña cantidad de masa se puede
convertir en una cantidad inmensa de energía.

Sin embargo, no se conocería cómo liberar dicha energía de manera sostenida y en


cantidades apreciables hasta poco antes de la Segunda Guerra Mundial. En 1939 se
descubrió la fisión nuclear (partición de un átomo en dos al ser impactado su núcleo por un
neutrón) y poco después su aspecto más interesante: la liberación de 2 o 3 neutrones al
producirse la misma, junto a una pequeña cantidad de energía.

Supongamos que en una masa de material fisionable aparece un neutrón, bien


espontáneamente o introducido a propósito. Tras un trayecto más o menos largo escapará o
colisionará con otro núcleo. En el segundo caso, el núcleo se fisionará liberando una muy
pequeña cantidad de energía y más neutrones, que escaparán o inducirán nuevas fisiones,
que a su vez liberarán más energía y nuevos neutrones. Se tiene una reacción en cadena. La
mínima cantidad de masa que, con una geometría dada, hace que los neutrones que escapan
más los absorbidos sean igual a los generados, se denomina masa crítica.

La posibilidad de un arma nuclear se había hecho una realidad. El físico húngaro Leo
Szilard, uno de los descubridores del proceso, propuso una moratoria en la publicación de
datos relacionados con la fisión para evitar que pudieran ser utilizados con fines bélicos por
la Alemania nazi. La propuesta, aunque seguida mayoritariamente, no evitó que el equipo
francés de Joliot-Curie publicara sus resultados. Poco después toda la información relativa a
este tema recibía el sello de Clasificado.

En el verano de 1939, Szilard rogó a Einstein, el científico de mayor prestigio a nivel


mundial en ese momento, que escribiera al presidente norteamericano F. D. Rooselvelt
informándole del posible peligro de que los nazis desarrollaran armas atómicas.

Un tímido comienzo

En octubre se creó el Comité del Uranio con un presupuesto limitado para la investigación
de procesos de separación de isótopos, así como de la reacción en cadena. El uranio natural
está compuesto por dos isótopos con pesos moleculares de 235 y 238 en proporción 1 a 140.
A principios de 1940 se demostró que el responsable del proceso de fisión era el elemento
de menor peso molecular. Para producir una reacción en cadena, había que obtener una masa
crítica de U-235 concentrado. ¿Cómo separarlo?. Químicamente ambos isótopos son
idénticos. Si se querían separar había que basarse en la ligera diferencia de masas existente
entre ambos. De los diversos caminos propuestos, todos ellos no probados, se seleccionaron
cuatro como vías a explorar: separación electromagnética, difusión gaseosa, centrifugación y
difusión térmica.

A principios del año 1941 se identificó como subproducto del uranio un nuevo elemento, el
plutonio, más apto para la fisión que el U-235; y lo que era mejor, químicamente distinto por
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lo que se podía intentar su separación por medios más convencionales y menos costosos.
Este nuevo elemento podía ser producido en un reactor nuclear.

En verano de ese mismo año, se concluyó que la reacción en cadena con uranio era posible,
estimándose un plazo de año y medio para tener un reactor nuclear y de cuatro años para
desarrollar una bomba. Cronograma asombrosamente exacto si se tiene en cuenta que gran
parte de los principios de la energía nuclear eran desconocidos y estaba todo por hacer. Estas
conclusiones fueron confirmadas por el informe MAUD.

¡Adelante!

MAUD era el nombre en clave de un grupo inglés formado en la primavera de 1940 para
analizar la viabilidad de un arma nuclear. Basado en los trabajos de los físicos Rudolf Piers
y Otto Frish, refugiados en Inglaterra, el informe concluía que una masa crítica de tres
kilogramos era suficiente para producir una bomba de tamaño suficiente para ser lanzada
desde los aviones existentes. Si bien no todas las propuestas y conclusiones coincidían con
las americanas (método de separación de isótopos, uso de plutonio, etc.), el informe recordó
que la fisión había sido descubierta tres años antes en la Alemania nazi y que desde 1940
una gran parte del Instituto Kaiser Wilhem estaba dedicado a la investigación del uranio.

A finales de año, los americanos habían confirmado las principales conclusiones de MAUD.
Con EE.UU. en guerra y el convencimiento de encontrarse retrasados frente a las
investigaciones alemanas, ahora había un objetivo claro y dinero a espuertas (se gastó el
equivalente a unos 16.000 millones de euros actuales). Pero muy poco tiempo.

Tras Pearl Harbor, coincidiendo con la necesidad de iniciar la fase de producción, el


proyecto comenzó a perder su carácter civil. Lógicamente la responsabilidad de la parte
administrativa, planificación e ingeniería recayó sobre el Cuerpo de Ingenieros del Ejército,
que aportaba su experiencia. En particular fue asignada al Engineers’ Manhattan District (de
donde el proyecto tomaría su nombre), ya que inicialmente una parte importante del trabajo
se había realizado en la Universidad de Columbia. Se nombró responsable del proyecto por
parte del ejército al General de Brigada Leslie R. Groves (el ascenso le vino junto con el
nuevo destino). En la parte científica, la coordinación recayó en J. Robert Oppenheimer.
Ambos hombres, totalmente diferentes pero respetándose mutuamente, fueron en gran
medida los responsables del éxito del Proyecto.

Si previamente el trabajo experimental se había realizado en multitud de laboratorios, a


partir de este momento el esfuerzo se concentró en tres lugares surgidos de la nada: Oak
Ridge en Tennesse, Hanford en Washington y Los Alamos en Nuevo México; conocidos
respectivamente como los sitios X, W e Y respectivamente.

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Los centros productores: X y W

La separación de isótopos de uranio a escala industrial requería de un elevado suministro


energético, grandes superficies y por su carácter secreto, encontrarse en una zona aislada.
Oak Ridge cumplía esos requisitos, además de mano de obra abundante para construir y
operar las diversas plantas.

El método de centrifugado ya se había abandonado,


realizándose la separación de dos formas. Una por
separación electromagnética, utilizando grandes
electroimanes alimentados por las plantas
hidroeléctricas próximas. Debido a la escasez de
cobre se usaron varios miles de toneladas de cable
de plata, prestadas de los depósitos nacionales de
Fort Knox. El segundo proceso era el de difusión,
que también requería un gran espacio y cantidades
ingentes de energía.

El proceso de concentración de U-235 se reforzó


con una planta de difusión térmica, mejorada con
los desarrollos que independientemente había
realizado la Armada, en su busca de un sistema de
propulsión anaerobio submarino.

Un pequeño reactor piloto para la obtención de


plutonio complementó las instalaciones del sitio X.

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Al final de la guerra, Oak Ridge era la quinta ciudad en población de Tennesse y consumía
un séptimo de la producción eléctrica de los EEUU.

El único medio disponible para la obtención de plutonio consistía en la transmutación del


uranio 238 en un reactor y su posterior separación por medios químicos. Satisfaciendo los
requisitos de aislamiento, un clima benigno que permitiera las labores de construcción
durante gran parte del año y abundante suministro de agua para refrigeración, se seleccionó
la zona de Hanford para la construcción de tres reactores y una planta de procesamiento de
plutonio.

Una idea del tremendo esfuerzo realizado la da el hecho de que la primera operación de un
reactor no se consiguió hasta diciembre de 1942. La potencia generada fue de 0.6 W,
incrementada unos días después a 200 W (apenas un par de bombillas); mientras los nuevos
reactores generaban megavatios dos años después, siendo capaces de producir cientos de
gramos de plutonio por día.

La mayor concentración de materia gris. El sitio Y.

El laboratorio que diseñó y fabricó las primeras bombas atómicas comenzó a tomar forma en
la primavera del año 42. A propuesta de Oppenheimer, el laboratorio trabajaría en secreto
pero permitiendo el libre intercambio de ideas entre los científicos involucrados. Su
emplazamiento se situó en un lugar de difícil acceso en el desierto de Nuevo México. Se
reclutaron a los mejores físicos del país, que junto con sus familias y equipos de física
nuclear se trasladaron a este remoto lugar, convirtiéndolo en el laboratorio de física más
avanzado del mundo, pero con unas instalaciones para el personal espartanas.

Además de los cálculos relativos a la fisión de uranio y plutonio, reacciones en cadena,


masas críticas y demás, el Centro debía ocuparse de los aspectos armamentísticos de la
bomba, o gadget (el artilugio) como fue conocida. Uno de los problemas clave fue cómo
unir dos masas subcríticas en una masa supercrítica originando la explosión.

Para la bomba de uranio, se optó por el método del cañón. En la de plutonio, debido a las
propiedades de éste, se seleccionó el método de implosión. En el primero, en un cañón
modificado se disparaba una bala subcrítica de uranio contra un blanco también de uranio y
tamaño subcrítico, de forma que la suma de ambas masas fuera supercrítica, dando lugar a la
detonación nuclear. En la implosión, una masa subcrítica de plutonio se rodeaba de
explosivo convencional dispuesto de forma que su detonación comprimiera el plutonio en
una millonésima de segundo, aumentando su densidad y haciéndole supercrítico.

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En medio del clima de lluvia de ideas existente en Los Alamos, se planteó la bomba Super,
posteriormente conocida como bomba de fusión, de hidrógeno o simplemente H. Con objeto
de no dispersar los esfuerzos y por lo ajustado de la planificación, su desarrollo se aplazó
hasta después de la guerra. Consecuencia de los estudios de fusión, se planteó una posible
ignición de la atmósfera terrestre al explosionar un arma nuclear. Tras unos primeros
momentos de dudas, se desechó esta posibilidad.

Volviendo a las bombas de fisión, la técnica de implosión era con mucho la más novedosa y
compleja, por tanto se decidió realizar una explosión de prueba. Fue el denominado
experimento Trinidad (Trinity). En el caso de la bomba de uranio no se consideró necesaria
ninguna prueba, pues se tenía más confianza en el método del cañón y además se corría el
riesgo de no tener suficientemente material fisionable para dos bombas.

El experimento Trinidad

Con la implosión existía el riesgo de no conseguir una detonación completamente simétrica,


despidiendo la masa de plutonio. Con objeto de no perder el material nuclear, se desarrolló
un inmenso contenedor de acero de 240 toneladas denominado Jumbo. La bomba debía de
estallar en su interior, y si los explosivos convencionales no eran capaces de producir la
reacción nuclear se recuperaría el plutonio. Finalmente este féretro no se utilizó, pues se
tenía bastante confianza en el funcionamiento del artilugio y Jumbo habría dificultado la
evaluación de la prueba.

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Tras una prueba previa realizada el 7 de mayo de 1945, donde se explosionaron 100
toneladas de TNT (conteniendo material radioactivo) con objeto de calibrar la
instrumentación, se instaló la primera bomba de plutonio sobre una torre metálica de 20
metros de altura. De esta manera se intentaba simular el efecto de ser lanzada desde un
avión y a su vez disminuir la cantidad de lluvia radioactiva.

El 16 de julio de 1945 a las 5:30 de la mañana, gadget explotó liberando una energía de
unos 20 kilotones (20.000 toneladas de TNT).

El 6 de agosto explosionaba Little Boy, la primera bomba de uranio, sobre Hiroshima y tres
días después Fat Man, de plutonio, sobre Nagasaki.

Se había entrado en la era atómica.

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