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1.1.2.

EVOLUCIÓN DE LA DMINISTRACIÓN PÚBLICA

La administración pública, tradicionalmente, ha sido considerada como una organización; lo es en


efecto. La administración pública es la organización gubernamental nacida de la instauración de la
monarquía absoluta en el siglo XVI, al calor de la lucha emprendida por el Rey contra los señores
feudales. Con el transcurrir del tiempo, la administración pública fue transformándose en una
compleja organización social enraizada en el carácter político del estado, contrastando cada vez
más a una sociedad civil individualista. La cabal separación del Estado y la sociedad a mediados del
siglo pasado consolidó el carácter mediador de la administración pública, para poner en contacto
el Estado y la sociedad. La creciente autonomía del Estado frente a la sociedad, autonomía relativa
y estrictamente definida como una cierta independencia del propio Estado con relación a los
conflictos de clase, independencia que le permite atenuarlos y salvaguardar los intereses de las
clases dominantes y la necesidad de constituir su propio cuerpo, la burocracia basada en los
principios que el propio Estado establece como razón de ser, y que se resume en el llamado deber
público. Ya constituida, la administración pública encarna las funciones generales del Estado,
funciones variadísimas que van tomando paso a paso un carácter profesional, es decir, de una
organización profesional del gobierno. El fin del feudalismo es el principio del Estado Moderno; su
alumbramiento, sin embargo, implica la persistencia arraigada de remanentes feudales que van
desapareciendo conforme el Estado adquiere un carácter puramente capitalista. La formación del
Estado tiene cuatro fases: la monarquía absoluta, el Estado liberal, el Estado Bonapartista y el
Estado Capitalista Tardío.

1.1.2.1. DMINISTRACIÓN PÚBLICA DE LA MONARQUÍA ABSOLUTA

El origen de la monarquía absoluta es el origen de la

Administración pública

Moderna. La monarquía absoluta nace de la monarquía medieval, que resistió y sobrevivió mil
años de feudalismo, naturalmente descentralizado y heterogéneo. Dos tipos de monarquía
medievales existieron: el primero se plasma en los esfuerzos de restauración imperial romana
verificado durante la alta edad media, implica más bien intentos de restauración de un nuevo
orden político unificado y centralista, muy similar a la postrera monarquía absoluta, y que puede
considerarse como un indicio inmediato, este tipo incluye al reino normando de Inglaterra
(engendrado originalmente en el dúcado de Normandía), el Reino de las dos Sicilia, la monarquía
Angevina, Inglesa y la monarquía Capetiana en Francia. Todos estos reinos medievales están
caracterizados por existir como sistemas políticos relativamente centralizados y unificados,
gozando de cierta autoridad territorial y ejerciendo funciones generales de carácter militar, fiscal,
legislativo y judicial, a pesar de que su base constituye el feudo-corporación señorial

Independientes con autoridad territorial y administrativa propia, las monarquías medievales dan
cierto sentido de unidad a la sociedad feudal y algún orden de comunión ideológico. Por Otra
parte, la monarquía medieval recoge y mantiene los elementos básicos de la administración
romana y los hace supervivir al adaptarlos a las condiciones sociales feudales. Estas instituciones
colegiales y monocráticas, servirán de base al monarca absoluto para edificar la Administración
pública moderna. El príncipe absoluto, heredero del monarca medieval, no destruye la
organización administrativa del reino medieval, sino al contrario, la aprovecha como
estructura centralizada para ejercer su poder contra las corporaciones de centralizadas e
independientes estamentales y feudales. El monarca absoluto consolida y universaliza la tenue y
débil política fiscal de sus antiguas huestes privadas delos feudatarios, monopoliza la función
judicial poniéndola al alcance de todos los feudatarios; centraliza a la acuñación de la moneda,
reglamenta la producción, el tráfico y el comercio, ejerce en fin todos los poderes que
corresponde a un Estado absoluto. La monarquía absoluta establece las bases para la unidad civil
de las naciones europeas emergentes, pero crea a su vez el cuerpo político del Estado que va
a encarnar en una burocracia fiel a sus principios, a su naturaleza, a su propia existencia. La
monarquía absoluta que establece los cimientos para la unidad civil de la nueva sociedad
capitalista al mismo tiempo siembra las raíces materiales y políticas para la edificación de un
Estado separado de la sociedad, pero en la cual se engendra. La edad media, se caracteriza por la
identidad de los social y lo político, por la indiferenciación de la sociedad del Estado. Ambos tienen
como base los mismos fundamentos: la familia, la propiedad y el trabajo, que se han elevado al
plano dela vida estatal con la forma de estamento, corporación y latifundio. Así, la sociedad y el
Estado se identifican en la medida en que la familia y el estamento, el trabajo y la corporación, la
propiedad y el latifundio, son igualmente idénticos. Sin embargo, tal identidad no se establece en
un plano universal, general sino que se encasilla en cada circunscripción feudal dividiendo todo
principio de unidad El modo de producción capitalista disuelve la antigua identidad, separando
durante la fase de la monarquía absoluta al Estado y la sociedad. Las funciones generales, otras
encasilladas y divididas en el mosaico heretoclítico del confuso mapa feudal, se elevan al plano del
Estado como atribución universal en donde convergen los intereses particulares; desglosados del
propio Estado, para ser depositados en el seno de la sociedad civil que se plasman en actividades
particulares ejercidas por individuos como productores igualmente particulares. Separados la
sociedad y el Estado, pues, la primera se corporiza en los individuos y asociaciones privadas, en
tanto, que el segundo encarna la burocracia pública dedicada a la realización de las funciones
igualmente públicas atribuidas al Estado.

Para que el Estado desarrolle y consolide su autonomía frente a la sociedad civil y se conviertan en
su propio cuerpo. Semejante “deserción” es legitimada por el “bautizo” del examen de ingresos al
cargo y concretada, tras el paso del saber profano al saber sagrado, por la función al puesto
público como deber personal. El nombramiento administrativo es, al mismo tiempo, el
compromiso institucional de responsabilidad pública y deber personal. El ejercicio del cargo es, a
la vez, la ejecución de la función pública y la realización de la vocación y las convicciones
individuales. El cargo, lo objetivo y la persona, lo subjetivo, se identificación y concretan en el
ejercicio de la función pública como un deber personal, como una responsabilidad individual en la
cual el funcionario se realiza como hombre. El cargo, administrativo es el medio de realización
humana del funcionario. Así, la identificación de la responsabilidad pública y el deber individual en
el ejercicio del cargo administrativo, compromete al funcionario con el Estado y pasa a convertirse
en elemento constitutivo del propio Estado. El paco se consolidad cuando el funcionario hace su
vida, la vida de la administración; su existencia, la existencia del Estado. El funcionario vive en el
Estado, porque todo su tempo, todas sus energías, la hacen un burócrata de tiempo completo y
vive del Estado porque su condición de servidor público de carrera solo puede sustentarse del
salario cobrable de los fondos públicos. El burócrata, pues, encarna y activa la existencia del
Estado frente a la sociedad. La burocracia como dice Marx, sin embargo, solo es en la monarquía
absoluta un instrumento para la preparación del dominio burgués por que su misión
histórica consiste en liquidar los remanentes feudales y establecer los cimientos de la unidad de la
Nación. La monarquía absoluta al cumplir esta misión, empero, solo disuelve los centros
autónomos de poder y centraliza cabalmente el Estado y su administración, sino que también
extiende a la sociedad y reglamenta hasta el último detalle su mínima actividad, casi hasta
ahogarla, a la sociedad civil convirtiéndose en el principal obstáculo para su crecimiento. Lo que
antaño redujo y disolvió lo feudal, ahora se vuelca contra lo burgués y lo aprisiona y comprime
para no dejarlo crecer; entre la estructura política, entre la economía y el Estado, hay una
contradicción que intenta aprisionar las fuerzas productivas, pero que acaba por engendrar el
conflicto y, como consecuencia, la disolución de las antiguas instituciones sociales y, como
consecuencia, sus sustitución por otras formaciones nuevas y más progresistas y avanzadas. Nace
así el Estado liberal.

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