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En octubre de 1526, Pizarro y Almagro, con los dos barcos, partieron de

Chochama hacia el Sur y llegaron al rio de San Juan. Mientras Almagro


volvía por refuerzos a Panamá, el piloto Bartolomé Ruiz, exploró la costa
sudamericana occidental hasta Coaque, en cuyo viaje capturó una balsa
de indios tumbesinos con los cuales confirmó la existencia del
Tawantinsuyo. Luego Pizarro avanzó con su expedición hacia la bahía de
San Mateo y al río Santiago, a fines de julio de 1527, y luego llevó a sus
hombres que se hallaban descontentos a la isla del Gallo, mientras
enviaba los dos barcos a Panamá, con Almagro y el veedor Juan
Carballo.

En una de las naves, los soldados descontentos, enviaron a la esposa del


gobernador de Panamá un ovillo grande de algodón en cuyo seno iba
una denuncia escrita, que terminaba con un texto que decía:

“A Señor Gobernador
miradlo bien por entero
allá va el recogedor
y aquí queda el carnicero”

Enterado del documento el gobernador de Panamá, Pedro de los Ríos,


envió dos barcos a recoger a la fuerza a los expedicionarios, los mismos
que llegaron a la Isla del Gallo a fines de setiembre de 1527. Al mando
de ellos venía el capitán Juan Tafur, a recoger a todos los hombres.
Entonces Pizarro, viendo a punto de fracasar su empresa, asumió un
gesto heroico, desenvainó su espada, trazó una raya en la arena de la
playa y les dijo a sus hombres: “Por este lado se va a Panamá a ser
pobres, por éste al Perú a ser ricos, escoja el que fuere buen castellano
lo que más bien le estuviere”. Sólo trece hombres atravesaron la raya
siguiendo a Pizarro, los célebres “Trece del Gallo”. Los demás soldados
se embarcaron con Tafur rumbo a Panamá, y éste trasladó a Pizarro y a
su pequeñísima hueste a la Isla Gorgona.

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