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CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA el bullicio de la literatura.

Si en estos cantos me encantó la marquesa verleniana, el agua dice el alma de la fuente


POR RUBEN DARIO hay política, es porque aparece universal. Y si y así juntaba a la pasión divina en la voz de cristal. que fluye d'ella.
encontráis versos a un presidente, es porque una sensual hiperestesia humana; Tal fue mi intento, hacer del alma pura
Prefacio son un clamor continental. Mañana podremos todo ansia, todo ardor, sensación pura mía, una estrella, una fuente sonora,
Podría repetir aquí más de un concepto de las ser yanquis (y es lo más probable); de todas y vigor natural; y sin falsía, con el horror de la literatura
palabras liminares de Prosas profanas. Mi maneras mi protesta queda escrita sobre las y sin comedia y sin literatura... y loco de crepúsculo y de aurora.
respeto por la aristocracia del pensamiento, alas de los inmaculados cisnes, tan ilustres si hay un alma sincera, esa es la mía. Del crepúsculo azul que da la pauta
por la nobleza del Arte, siempre es el mismo. como Júpiter. La torre de marfil tentó mi anhelo; que los celestes éxtasis inspira,
Mi antiguo aborrecimiento a la mediocridad, R. D quise encerrarme dentro de mí mismo, bruma y tono menor
a la mulatez intelectual, a la chatura estética, A J. Enrique Rodó y tuve hambre de espacio y sed de cielo ¡toda la flauta!,
apenas si se aminora hoy con una razonada desde las sombras de mi propio abismo. y Aurora, hija del Sol
indiferencia. El movimiento de libertad que I Como la esponja que la sal satura ¡toda la ira!
me tocó iniciar en América, se propagó hasta Yo soy aquel que ayer no más decía en el jugo del mar, fue el dulce y tierno Pasó una piedra que lanzó una honda;
España y tanto aquí como allá el triunfo está el verso azul y la canción profana, corazón mío, henchido de amargura pasó una flecha que aguzó un violento.
logrado. Aunque respecto a técnica tuviese en cuya noche un ruiseñor había por el mundo, la carne y el infierno. La piedra de la honda fue a la onda,
demasiado que decir en el país en donde la que era alondra de luz por la mañana. Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia y la flecha del odio fuese al viento.
expresión poética está anquilosada a punto El dueño fui de mi jardín de sueño, el Bien supo elegir la mejor parte; La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
de que la momificación del ritmo ha llegado a lleno de rosas y de cisnes vagos; y si hubo áspera hiel en mi existencia, Con el fuego interior todo se abrasa;
ser un artículo de fe, no haré sino una corta el dueño de las tórtolas, el dueño melificó toda acritud el Arte. Se triunfa del rencor y de la muerte,
advertencia. En todos los países cultos de de góndolas y liras en los lagos; Mi intelecto libré de pensar bajo, Y hacia Belén... ¡la caravana pasa!
Europa se ha usado del hexámetro y muy siglo diez y ocho y muy antiguo bañó el agua castalia el alma mía,
absolutamente clásico sin que la mayoría y muy moderno; audaz, cosmopolita; peregrinó mi corazón y trajo II
letrada y sobre todo la minoría se asustasen con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo, de la sagrada selva la armonía. Salutación
de semejante manera de cantar. En Italia ha y una sed de ilusiones infinita. ¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda del optimista
mucho tiempo, sin citar antiguos, que Yo supe del dolor desde mi infancia, emanación del corazón divino Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania
Carducci ha autorizado los hexámetros; en mi Juventud... ¿fue juventud la mía? de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda fecunda,
inglés, no me atrevería casi a indicar, por Sus rosas aún me dejan su fragancia, fuente cuya virtud vence al destino! espíritus fraternos, luminosas almas, salve!
respeto a la cultura de mis lectores, que la una fragancia de melancolía... Bosque ideal que lo real complica, Porque llega el momento en que habrán de
Evangelina de Longfellow, está en los mismos Potro sin freno se lanzó mi instinto, allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela; cantar nuevos
versos en que Horacio dijo sus mejores mi juventud montó potro sin freno; mientras abajo el sátiro fornica, himnos
pensares. En cuanto al verso libre moderno..., iba embriagada y con puñal al cinto; ebria de azul deslíe Filomela lenguas de gloría. Un vasto rumor llena los
¿no es verdaderamente singular que en esta si no cayó, fue porque Dios es bueno. Perla de ensueño y música amorosa ámbitos;
tierra de Quevedos y de Góngoras los únicos En mi jardín se vio una estatua bella; en la cúpula en flor del laurel verde, mágicas ondas de vida van renaciendo de
innovadores del instrumento lírico, los únicos se juzgó mármol y era carne viva; Hipsipila sutil liba en la rosa, pronto;
libertadores del ritmo, hayan sido los poetas un alma joven habitaba en ella, y la boca del fauno el pezón muerde. retrocede el olvido, retrocede engañada la
del Madrid Cómico y los libretistas del género sentimental, sensible, sensitiva. Allí va el dios en celo tras la hembra, muerte;
chico? Hago esta advertencia porque la Y tímida ante el mundo, de manera y la caña de Pan se alza del lodo; se anuncia un reino nuevo, feliz sibila sueña
forma es lo que primeramente toca a las que encerrada en silencio no salía, la eterna Vida sus semillas siembra, y en la caja pandórica de que tantas desgracias
muchedumbres. Yo no soy un poeta para sino cuando en la dulce primavera y brota la armonía del gran Todo. surgieron
muchedumbre. Pero sé que era la hora de la melodía... El alma que entra allí debe ir desnuda, encontramos de súbito, talismática, pura,
indefectiblemente tengo que ir a ellas. Hora de ocaso y de discreto beso; temblando de deseo y de fiebre santa, riente,
Cuando dije que mi poesía era mía, en mí hora crepuscular y de retiro; sobre cardo heridor y espina aguda: cual pudiera decirla en su verso Virgilio divino,
sostuve la primera condición de mi existir, sin hora de madrigal y de embeleso, así sueña, así vibra y así canta. la divina reina de luz, la celeste Esperanza!
pretensión ninguna de causar sectarismo en de "te adoro", de "¡ay!" y de suspiro. Vida, luz y verdad, tal triple llama Pálidas indolencias, desconfianzas fatales que a
mente o voluntad ajena, y en un intenso Y entonces era en la dulzaina un juego produce la interior llama infinita; tumba
amor a lo absoluto de la belleza. de misteriosas gamas cristalinas, El Arte puro como Cristo exclama: o a perpetuo presidio, condenasteis al noble
Al seguir la vida que Dios me ha concedido un renovar de notas del Pan griego Ego sum lux et veritas et vita! entusiasmo,
tener, he buscado expresarme lo más noble y y un desgranar de músicas latinas, Y la vida es misterio; la luz ciega ya veréis el salir del sol en un triunfo de liras,
altamente en mi comprensión; voy diciendo Con aire tal y con ardor tan vivo, y la verdad inaccesible asombra; mientras dos continentes, abonados de huesos
mi verso con una modestia tan orgullosa que que a la estatua nacían de repente la adusta perfección jamás se entrega, gloriosos,
solamente las espigas comprenden, y cultivo, en el muslo viril patas de chivo Y el secreto Ideal duerme en la sombra. del Hércules antiguo la gran sombra soberbia
entre otras flores, una rosa rosada, y dos cuernos de sátiro en la frente. Por eso ser sincero es ser potente. evocando,
concreción de alba, capullo de porvenir, entre Como la Galatea gongorina de desnuda que está, brilla la estrella; digan al orbe: la alta virtud resucita
que a la hispana progenie hizo dueña de los y las cabezas jóvenes que la alta Minerva del fjord con el del carmen, porque el mismo Existe Dios. Él es la luz del día.
siglos. decora, oriflama La blanca flor tiene sus pies en lodo
Abominad la boca que predice desgracias así los manes heroicos de los primitivos es de azur. Su divina cornucopia derrama ¡Y en el placer hay la melancolía!
eternas, abuelos, sobre el polo y el trópico, la Paz; y el orbe gira -soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
abominad los ojos que ven sólo zodiacos de los egregios padres que abrieron el surco en un ritmo uniforme por la propia lira: que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
funestos, pristino, el amor. Allá surge Sigurd que al Cid se aúna. Todo lo sé por el lucero puro
abominad las manos que apedrean las ruinas sientan los soplos agrarios de primaverales Cerca de Dulcinea brilla el rayo de luna, que brilla en la diadema de la Muerte.
ilustres, retornos y la musa de Bécquer del ensueño es esclava -Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.
o que la tea empuñan o la daga suicida. y el rumor de espigas que inició la labor bajo un celeste palio de la luz escandinava. Triunfa el amor y a su fiesta os convida.
Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del triptolémica. Sire de ojos azules, gracias: por los laureles ¡Cristo resurge, hace la luz del caos
mundo, Un continente y otro renovando las viejas de cien bravos vestidos de honor; por los Y tiene la corona de la Vida!
la inminencia de algo fatal hoy conmueve la prosapias, claveles
Tierra; en espíritu unidos, en espíritu y ansias y de la tierra andaluza y de la Alhambra del V
fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas lengua, moro; Cyrano en España
águilas, ven llegar el momento en que habrán de cantar por la sangre solar de una raza de oro; He aquí que Cyrano de Bergerac traspasa
y algo se inicia como vasto social cataclismo nuevos por la armadura antigua y el yelmo de la gesta; de un salto el Pirineo. Cyrano está en su casa.
sobre la faz del orbe. ¿Quién dirá que las savias himnos. por las lanzas que fueron una vasta floresta ¿No es en España, acaso, la sangre vino y
dormidas La latina estirpe verá la gran alba futura, de gloria y que pasaron Pirineos y Andes; fuego?
no despierten entonces en el tronco del roble en un trueno de música gloriosa, millones de por Lepanto y Otumba; por el Perú, por Al gran gascón saluda y abraza el gran
gigante labios Flandes; manchego.
bajo el cual se exprimió la ubre de la loba saludarán la espléndida luz que vendrá del por Isabel que cree, por Cristóbal que sueña ¿No se hacen en España los más bellos
romana? Oriente, y Velázquez que pinta y Cortés que domeña; castillos?
¿Quién será el pusilánime que al vigor español Oriente augusto en donde todo lo cambia y por el país sagrado en que Heraldes afianza Roxanas encarnaron con rosas los Murillos,
niegue renueva sus macizas columnas de fuerza y esperanza, y la hoja toledana que aquí Quevedo empuña
músculos la eternidad de Dios, la actividad infinita. mientras Pan trae el ritmo con la egregia conócenla los bravos cadetes de Gascuña.
y que al alma española juzgase áptera y ciega Y así sea Esperanza la visión permanente en siringa Cyrano hizo su viaje a la luna; mas, antes,
y tullida? nosotros, que no hay trueno que apague ni tempestad ya el divino lunático de don Miguel de
No es Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y ¡Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania que extinga; Cervantes
en polvo, fecunda! por el león simbólico y la Cruz, gracias, Sire. pasaba entre las dulces estrellas de su sueño
ni entre momias y piedras que habita el ¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera jinete en el sublime pegaso Clavileño.
sepulcro, III gire, Y Cyrano ha leído la maravilla escrita
la nación generosa, coronada de orgullo mientras la onda cordial alimente un ensueño, y al pronunciar el nombre del Quijote, se quita
inmarchito, Al rey Óscar mientras haya una viva pasión, un noble Bergerac el sombrero: Cyrano Balazote
que hacia el lado del alba fija las miradas Le Roi de Suède et de Norvège, après avoir empeño, siente que es lengua suya la lengua del Quijote.
ansiosas, visité Saint-Jean- un buscado imposible, una imposible hazaña, Y la nariz heroica del gran gascón se diría
ni la que tras los mares en que yace sepulta la de Luz, s'est rendu à Hendaye et à Fonterrabie. una América oculta que hallar, vivirá España! que husmea los dorados vinos de Andalucía.
Atlántida, En Y pues tras la tormenta vienes de peregrino Y la espada francesa, por él desenvainada,
tiene su coro de vástagos, altos, robustos y arrivant sur le sol espagnol, il a crié: "Vive real, a la morada que entristeció el destino, brilla bien en la tierra de la capa y la espada.
fuertes. l'Espagne!" la morada que viste luto sus puertas abra ¡Bienvenido, Cyrano de Bergerac! Castilla
Únanse, brillen, secúndense, tantos vigores Le Fígaro, mars 1899. al purpúreo y ardiente vibrar de tu palabra; te da su idioma, y tu alma como tu espada
dispersos; Así, Sire, en el aire de Francia nos llega y que sonría, ¡oh rey Óscar!, por un instante; brilla
formen todos un solo haz de energía la paloma de plata de Suecia y de Noruega, y tiemble en la flor áurea el más puro brillante al sol que allá en tus tiempos no se ocultó en
ecuménica. que trae en vez de olivo una rosa de fuego. para quien sobre brillos de corona y de nombre, España.
Sangre de Hispania fecunda, sólidas, ínclitas Un búcaro latino, un noble vaso griego con los labios de monarca lanza un grito de Tu nariz y penacho no están en tierra extraña,
razas, recibirá el regalo del país de la nieve. hombre! pues vienes a la tierra de la Caballería.
muestren los dones pretéritos que fueron Que a los reinos boreales el patrio viento lleve Eres el noble huésped de Calderón. María
antaño su otra rosa de sangre y de luz españolas; IV Roxana te demuestra que lucha la fragancia
triunfo. pues sobre la sublime hermandad de las olas, Los tres reyes magos de las rosas de España con las rosas de Francia,
Vuelva el antiguo entusiasmo, vuelva el espíritu al brotar tu palabra, un saludo le envía Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso. y sus supremas gracias, y sus sonrisas únicas
ardiente al sol de media noche el sol del Mediodía! Vengo a decir: La vida es pura y bella. y sus miradas, astros que visten negras
que regará lenguas de fuego en esa epifanía. Si Segismundo siente pesar, Hamlet se Existe Dios. El amor es inmenso. túnicas,
Juntas las testas ancianas ceñidas de líricos inquieta. ¡Todo lo sé por la divina Estrella! y la lira que vibra en su lengua sonora
lauros El Norte ama las palmas; y se junta el poeta -Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo. te dan una Roxana de España, encantadora.
¡Oh poeta! ¡Oh celeste poeta de la facha El verso su ala y el ritmo su onda y el viento eres un AlejandroNabucodonosor.
grotesca! Bravo y noble y sin miedo y sin tacha, hermanan en una saben la tempestad para tu cargamento. (Eres un profesor de energía
príncipe de locuras, de sueños y de rimas: dulzura de luna ¡Maestro! como dicen los locos de hoy.)
tu penacho es hermano de las más altas cimas, que suave resbala pero tú en cabalgar y domar fuiste diestro Crees que la vida es incendio
del nido de tu pecho una alondra se lanza, (el ritmo de la onda y el verso del ala pasiones e ilusiones: que el progreso es erupción;
un hada es tu madrina, y es la Desesperanza; del mágico cisne sobre la laguna) a unas con el freno, a otras con el cabestro en donde pones la bala
y en medio de la selva del duelo y del olvido sobre la laguna. las domaste, zebras o leones. el porvenir pones.
las nueve musas vendan tu corazón herido. Y así, soberano maestro Y en la selva del Sol, prisionera No.
¿Allá en la luna hallaste algún mágico prado del estro, tuviste la fiera Los Estados Unidos son potentes y grandes.
donde vaga el espíritu de Pierrot desolado? las vagas figuras de la luz: y esa loca fue casta Cuando ellos se estremecen hay un hondo
¿Viste el palacio blanco de los locos del Arte? del sueño, se encarnan en líneas tan puras cuando dijiste: "Basta". temblor
¿Fue acaso la gran sombra de Píndaro a que el sueño Seis meses maceraste tu Ester en tus aromas. que pasa por las vértebras enormes de los
encontrarte? recibe la sangre del mundo mortal, De tus techos reales volaron las palomas. Andes.
¿Contemplaste la mancha roja que entre las y Psiquis consigue su empeño Por tu cetro y tu gracia sensitiva, Si clamáis se oye como el rugir del león.
rocas de ser advertida a través del terrestre cristal. por tu copa de oro en que sueñan las rosas, Ya Hugo a Grant lo dijo: Las estrellas son
albas forma el castillo de las Vírgenes locas? (Los bufones en mi ciudad, que es tu cautiva, vuestras.
¿Y en un jardín fantástico de misteriosas flores que hacen sonreír a Monna Lisa tengo un jardín de mármol y de piedras (Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
no oíste al melodioso rey de los ruiseñores? saben canciones preciosas y la estrella chilena se levanta...) Sois ricos.
No juzgues mi curiosa demanda inoportuna, que ha tiempo en los bosques de Grecia decía que custodia una esfinge viva. Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón
pues todas esas cosas existen en la luna. la risa y alumbrando el camino de la fácil conquista,
¡Bienvenido, Cyrano de Bergerac! Cyrano de la brisa.) VII la Libertad levanta su antorcha en Nueva-York.
de Bergerac, cadete y amante, y castellano Pasa su Eminencia. Pegaso Mas la América nuestra, que tenía poetas
que trae los recuerdos que Durandal abona Como flor o pecado es su traje Cuando iba yo a montar ese caballo rudo desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
al país en que aún brillan las luces de Tizona. Rojo; y tembloroso, dije: "La vida es pura y bella". que ha guardado las huellas de los pies del
El Arte es el glorioso vencedor. Es el Arte como flor o pecado, o conciencia entre sus cejas vivas vi brillar una estrella. gran Baco,
el que vence el espacio y el tiempo; su de sutil monseñor que a su paje El cielo estaba azul y yo estaba desnudo. que el alfabeto pánico aprendió;
estandarte, mira con vago recelo o enojo. Sobre mi frente Apolo hizo brillar su escudo que consultó los astros, que conoció la
pueblos, es del espíritu el azul oriflama. Nápoles deja a la abeja de oro y de Belerofonte logré seguir la huella. Atlántida
¿Qué elegido no corre si su trompeta llama? hacer su miel Toda cima es ilustre si Pegaso la sella, cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
Y a través de los siglos se contestan, oíd: en su fiesta de azul; y el sonoro y yo, fuerte, he subido donde Pegaso pudo. que desde los remotos momentos de su vida
la Canción de Rolando y la Gesta del Cid. bandolín y el laurel ¡Yo soy el caballero de la humana energía, vive de luz, de fuego, de perfumes, de amor,
Cyrano va marchando, poeta y caballero, nos anuncian Florencia. yo soy el que presenta su cabeza triunfante la América del grande Moctezuma, del Inca,
al redoblar sonoro del grave Romancero. Maestro, si allá en Roma coronada con el laurel del Rey del día; la América fragrante de Cristóbal Colón,
Su penacho soberbio tiene nuestra aureola. quema el sol de Segor y Sodoma domador del corcel de cascos de diamante, la América católica, la América española,
Son sus espuelas finas de fábrica española. la amarga ciencia voy en un gran volar, con la aurora por guía, la América en que dijo el noble Guatemoc:
Y cuando en su balada Rostand teje el envío, de purpúreas banderas, tu gesto adelante en el vasto azur, siempre adelante! Yo no estoy en un lecho de rosas; esa América
creeríase a Quevedo rimando un desafío. las palmas nos da redimidas, que tiembla de huracanes y que vive de amor;
¡Bienvenido, Cyrano de Bergerac! No seca bajo los arcos VIII hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
el tiempo el lauro; el viejo corral de la Pacheca de tu genio: San Marcos A Roosevelt Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
recibe al generoso embajador del fuerte y Partenón de luces y líneas y vidas. ¡Es con voz de Biblia, o verso de Walt Whitman, Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Molière. En copa gala Tirso su vino vierte. (Tus bufones que habría que llegar hasta ti, Cazador! hay mil cachorros sueltos del León Español.
Nosotros exprimimos las uvas de Champaña que hacen la risa ¡Primitivo y moderno, sencillo y complicado, Se necesitaría, Roosevelt, ser por Dios mismo,
para beber por Francia y en un cristal de de Monna Lisa con un algo de Washington y cuatro de el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
España. saben tan antiguas canciones.) Nemrod! para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Los leones de Asuero Eres los Estados Unidos, Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!
VI junto al trono para recibirte, eres el futuro invasor
Salutación a Leonardo mientras sonríe el divino Monarca. de la América ingenua que tiene sangre IX
Maestro, Pomona levanta su cesto. Tu estirpe Pero indígena, ¡Torres de Dios! ¡Poetas!
saluda la Aurora. ¡Tu aurora! Que extirpe hallarás la sirte, que aún reza a Jesucristo y aún habla en Pararrayos celestes,
de la indiferencia la mancha; que gaste la sirte para tu barca, español. que resistís las duras tempestades,
la dura cadena de siglos; que aplaste si partís en la lírica barca Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza; como crestas escuetas,
al sapo la piedra de su honda. con tu Gioconda... eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy. como picos agrestes,
Sonrisa más dulce no sabe Gioconda. La onda Y domando caballos o asesinando tigres, rompeolas de las eternidades!
La mágica esperanza anuncia un día Cantad, oíd: "La vida es dulce y seria". riegas todas las artes, brindas todas la ciencias; y que entonces oiré mi "¡Levántate y anda!"
en que sobre la roca de armonía Para ti, pensador meditabundo, los castillos de duelo de la maldad derrumbas,
expirará la pérfida sirena. pálido de sentirte tan divino, abres todos los nidos, cierras todas las tumbas, XIV
¡Esperad, esperemos todavía! es más hostil la parte agria del mundo. y sobre los vapores del tenebroso Abismo, Marcha
Esperad todavía. Pero tu carne es pan, tu sangre es vino. pintas la Aurora, el Oriflama de Dios mismo. triunfal
El bestial elemento se solaza Dejad pasar la noche de la cena ¡Helios! Portaestandarte ¡Ya viene el cortejo!
en el odio a la sacra poesía -¡Oh Shakespeare pobre, y oh Cervantes de Dios, padre del Arte, ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros
y se arroja baldón de raza a raza. manco!-y la paz es imposible, mas el amor eterno. clarines.
La insurreción de abajo la pasión del vulgo que condena. Danos siempre el anhelo de la vida, La espada se anuncia con vivo reflejo;
tiende a los Excelentes. Un gran Apocalipsis horas futuras llena. y una chispa sagrada de tu antorcha encendida ya viene, oro y hierro, el cortejo de los
El caníbal codicia su tasajo ¡Ya surgirá vuestro Pegaso blanco! con que esquivar podamos la entrada del paladines.
con roja encía y afilados dientes. Infierno. Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas
Torres, poned al pabellón sonrisa. XII Que sientan las naciones Minervas
Poned ante ese mal y ese recelo, Helios el volar de tu carro, que hallen los corazones y Martes,
una soberbia insinuación de brisa ¡Oh ruido divino!, humanos en el brillo de tu carro, esperanza; los arcos triunfales en donde las Famas erigen
y una tranquilidad de mar y cielo... ¡oh ruido sonoro! que del alma-Quijote y del cuerpo-Sancho sus largas
Lanzó la alondra matinal el trino Panza trompetas,
X y sobre ese preludio cristalino, vuele una psique cierta a la verdad del sueño; La gloria solemne de los estandartes
Canto de esperanza los caballos de oro que hallen las ansias grandes de este vivir llevados por manos robustas de heroicos
Un gran vuelo de cuervos mancha el azul de que el Hiperionida pequeño atletas.
celeste. lleva la rienda asida, una realización invisible y suprema; Se escucha el ruido que forman las armas de
Un soplo milenario trae amagos de peste. al trotar forman música armoniosa, ¡Helios! ¡Que no nos mate tu llama que nos los
Se asesinan los hombres en el extremo Este. un argentino trueno, quema! caballeros,
¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo? y en el azul sereno Gloria hacia ti del corazón de las manzanas, los frenos que mascan los fuertes caballos de
Se han sabido presagios y prodigios se han con sus cascos de fuego dejan huellas de rosa. de los cálices blancos de los lirios, guerra,
visto Adelante, ¡oh cochero Celeste!, sobre Osa; y del amor que manas los cascos que hieren la tierra.
y parece inminente el retorno de Cristo. y Pelión, sobre Titania viva. hecho de dulces fuegos y divinos martirios, Y los timbaleros,
La tierra está preñada de dolor tan profundo Atrás se queda el trémulo matutino lucero, y del volcán inmenso que el paso acompasan con ritmos marciales.
que el soñador, imperial meditabundo, y el universo el verso de su música activa. y del hueso minúsculo, ¡Tal pasan los fieros guerreros
sufre con las angustias del corazón del mundo. Pasa, oh dominador, oh conductor del carro y del ritmo que pienso, Debajo los arcos triunfales!
Verdugos de ideales afligieron la tierra, de la mágica ciencia! Pasa, pasa, oh bizarro y del ritmo que vibra en el corpúsculo, Los claros clarines de pronto levantan sus
en un pozo de sombra la humanidad se manejador de la fatal cuadriga y del Oriente intenso sones,
encierra que al pisar sobre el viento y de la melodía del crepúsculo. su canto sonoro,
con los rudos molosos del odio y de la guerra. despierta el instrumento ¡Oh, ruido divino! su cálido coro,
¡Oh, Señor Jesucristo! por qué tardas, qué sacro! Tiemblan las cumbres Pasa sobre la cruz del palacio que duerme, que envuelve en un trueno de oro
esperas de los montes más altos, y sobre el alma inerme la augusta soberbia de los pabellones.
para tender tu mano de luz sobre las fieras que en sus rítmicos saltos de quien no sabe nada. No turbes el Destino, Él dice la lucha, la herida venganza,
y hacer brillar al sol tus divinas banderas! tocó Pegaso. Giran muchedumbres ¡oh ruido sonoro! las ásperas crines,
Surge de pronto y vierte la esencia de la vida de águilas bajo el vuelo El hombre, la nación, el continente, el mundo, los rudos penachos, la pica, la lanza,
sobre tanta alma loca, triste o empedernida, de tu poder fecundo, aguardan la virtud de tu carro fecundo, la sangre que niega los heroicos carmines
que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida. y si hay algo que iguale la alegría del cielo, ¡cochero azul que riges los caballos de oro! la tierra;
Ven, Señor, para hacer la gloria de Ti mismo. es el gozo que enciende las entrañas del los negros mastines
ven con temblor de estrellas y horror de mundo. XIII que azuza la muerte, que rige la guerra.
cataclismo, ¡Helios! tu triunfo es ése, Spes Los áureos sonidos
ven a traer amor y paz sobre el abismo. pese a las sombras, pese Jesús, incomparable perdonador de injurias, anuncian el advenimiento
Y tu caballo blanco, que miró el visionario, a la noche, y al miedo y a la lívida Envidia. óyeme; Sembrador de trigo, dame el tierno triunfal de la Gloria;
pase. Y suene el divino clarín extraordinario. Tú pasas, y la sombra, y el daño, y la desidia, pan de tus hostias; dame, contra el sañudo dejando el picacho que guarda sus nidos,
Mi corazón será brasa de tu incensario. y la negra pereza, hermana de la muerte, infierno tendiendo sus alas enormes al viento,
y el alacrán del odio que su ponzoña vierte, una gracia lustral de iras y lujurias. los cóndores llegan. ¡Llegó la victoria!
XI y Satán todo, emperador de las tinieblas, Dime que este espantoso horror de la agonía Ya pasa el cortejo.
Mientras tenéis, ¡oh negros corazones!, se hunden, caen. Y haces el alba rosa, y que me obsede, es no más de mi culpa Señala el abuelo los héroes al niño:
conciliábulos de odio y de miseria, pueblas nefanda, ved como la barba del viejo
el órgano de amor niega sus sones. de amor y virtud las humanas conciencias, que al morir hallaré la luz de un nuevo día los bucles de oro circundan de armiño-.
Las bellas mujeres aprestan coronas de flores A vosotros mi lengua no debe ser extraña. y el laurel y la espina entremezclados que arriba indican los Dioscuros.
y bajo los pórticos vense sus rostros de rosa; A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez... sobre la frente triste. Las dignidades de vuestros actos,
y la más hermosa Soy un hijo de América, soy un nieto de A lo lejos alzábanse los muros eternizadas en lo infinito,
sonríe al más fiero de los vencedores. España... de la ciudad teológica, en que vive hacen que sean ritmos exactos,
¡Honor al que trae cautiva la extraña bandera; Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez... la sempiterna Paz. La negra barca voces de ensueño, luces de mito.
honor al herido y honor a los fieles Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas llegó a la ansiada costa, y el sublime De orgullo olímpico sois el resumen,
soldados que muerte encontraron por mano den a las frentes pálidas sus caricias más puras espíritu gozó la suma gracia; ¡oh, blancas urnas de la armonía!
extranjera! y alejen vuestras blancas figuras pintorescas y ¡oh Montaigne! Núñez vio la cruz erguirse, Ebúrneas joyas que anima un numen
¡Clarines! ¡Laureles! de nuestras mentes tristes las ideas oscuras. y halló al pie de la sacra Vencedora con su celeste melancolía.
Las nobles espadas de tiempos gloriosos, Brumas septentrionales nos llenan de tristezas, El cadáver helado de la Esfinge. ¡Melancolía de haber amado,
desde sus panoplias saludan las nuevas se mueren nuestras rosas, se agotan nuestras junto a la fuente de la arboleda,
coronas y lauros:-las palmas, III el luminoso cuello estirado
viejas espadas de los granaderos más fuertes casi no hay ilusiones para nuestras cabezas, Por un momento, ¡oh Cisne!, juntaré mis entre los blancos muslos de Leda!
que y somos mendigos de nuestras pobres almas. anhelos Otros poemas
osos, Nos predican la guerra con águilas feroces, a los de tus dos alas que abrazaron a Leda, Al doctor Adolfo Altamirano
hermanos de aquellos lanceros que fueron gerifaltes de antaño revienen a los puños, y a mi maduro ensueño, aún vestido de seda,
centauros-. mas no brillan las glorias de las antiguas hoces, dirás, por los Dioscuros, la gloria de los cielos. I
Las trompas guerreras resuenan; ni hay Rodrigos, ni Jaimes, ni hay Alfonsos ni Es el otoño. Ruedan de la flauta consuelos. Retratos
de voces los aires se llenan... Nuños. Por un instante, ¡oh Cisne!, en la oscura Don Gil, Don Juan, Don Lope, Don Carlos, Don
-A aquellas antiguas espadas, Faltos de los alientos que dan las grandes alameda Rodrigo,
a aquellos ilustres aceros, cosas, sorberé entre dos labios lo que el Pudor me ¿cúya es esta cabeza soberbia? ¿Esa faz fuerte?
que encarnan las glorias pasadas-; ¿qué haremos los poetas sino buscar tus lagos? veda, ¿Esos ojos de jaspe? ¿Esa barba de trigo?
Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias A falta de laureles son muy dulces las rosas, y dejaré mordidos Escrúpulos y Celos. Este fue un caballero que persiguió a la Muerte
ganadas, y a falta de victorias busquemos los halagos. Cisne, tendré tus alas blancas por un instante, Cien veces hizo cosas tan sonoras y grandes
y al héroe que guía su grupo de jóvenes fieros; La América española como la España entera y el corazón de rosa que hay en tu dulce pecho que de águilas poblaron el campo de su
al que ama la insignia del sueño materno, fija está en el Oriente de su fatal destino; palpitará en el mío con su sangre constante. escudo;
al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera Amor será dichoso, pues estará vibrante y ante su rudo tercio de América o de Flandes
en la con la interrogación de tu cuello divino. el júbilo que pone al gran Pan en acecho quedó el asombro ciego, quedó el espanto
mano, ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? mientras su ritmo esconde la fuente de mudo.
los soles del rojo verano, ¿Tantos millones de hombres hablaremos diamante. La coraza revela fina labor; la espada
las nieves y vientos del gélido invierno, inglés? tiene la cruz que erige sobre su tumba el
la noche, la escarcha ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos IV miedo;
y el odio y la muerte, por ser por patria caballeros? Antes de todo, ¡gloria a ti, Leda! y bajo el puño firme que da su luz dorada,
inmortal, ¿Callaremos ahora para llorar después? tu dulce vientre cubrió de seda se afianza el rayo sólido del yunque de Toledo.
¡saludan con voces de bronce las trompas de He lanzado mi grito, Cisnes, entre vosotros el Dios. ¡Miel y oro sobre la brisa! Tiene labios de Borgia, sangrientos labios
guerra que que habéis sido los fieles en la desilusión, Sonaban alternativamente dignos
tocan la marcha mientras siento una fuga de americanos potros flauta y cristales, Pan y la fuente. de exquisitas calumnias, de rezar oraciones
triunfal!... y el estertor postrero de un caduco león... ¡Tierra era canto, Cielo sonrisa! y de decir blasfemias; rojos labios malignos
...Y un Cisne negro dijo: "La noche anuncia el Ante el celeste, supremo acto, florecidos de anécdotas en cien Decamerones.
Los cisnes día". dioses y bestias hicieron pacto. Y con todo, este hidalgo de un tiempo
A Juan R. Jiménez Y uno blanco: Se dio a la alondra la luz del día, indefinido
I "¡La aurora es inmortal, la aurora se dio a los búhos sabiduría fue el abad solitario de un ignoto convento,
¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado Es inmortal!" ¡Oh, tierras de sol y armonía, y melodía al ruiseñor. y dedicó en la muerte sus hechos: "¡AL
cuello aún guarda la Esperanza la caja de Pandora! A los leones fue la victoria, OLVIDO!"
al paso de los tristes y errantes soñadores? para las águilas toda la gloria Y el grito de su vida luciferina: "¡AL VIENTO!"
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser II y a las palomas todo el amor.
bello, En la muerte de Rafael Núñez Pero vosotros sois los divinos II
tiránico a las aguas e impasible a las flores? El pensador llegó a la barca negra; príncipes. Vagos como las naves, En la forma cordial de la boca, la fresa
Yo te saludo ahora como en versos latinos y le vieron hundirse inmaculados como los linos, solemniza su púrpura; y en el sutil dibujo
te saludara antaño Publio Ovidio Nasón. en las brumas del lago del Misterio, maravillosos como las aves. del óvalo del rostro de la blanca abadesa
Los mismos ruiseñores cantan los mismos los ojos de los Cisnes. En vuestros picos tenéis las prendas la pura frente es ángel y el ojo negro es brujo.
trinos, Su manto de poeta que manifiestan corales puros. Al marfil monacal de esa faz misteriosa
y en diferentes lenguas la misma canción. reconocieron los ilustres lises Con vuestros pechos abrís las sendas brota una dulce luz de un resplandor interno,
que enciende en las mejillas una celeste rosa ¡Oh, gozo del don sagrado que diese al viento un terrible Herodías y Salomé...
en que su pincelada fatal puso el Infierno. de la vida! ¡Oh, bella palma león. Juventud, divino tesoro,
¡Oh, Sor María! ¡Oh, Sor María! ¡Oh, Sor María! sobre nuestras frentes! ¡Cuello ¡ya te vas para no volver!
la mágica mirada y el continente regio, del cisne! ¡Paloma blanca! V Cuando quiero llorar, no lloro...
¿no hicieron en un alma pecaminosa un día, ¡Rosa roja! ¡Palio azul! Nocturno y a veces lloro sin querer...
brotar el encendido clavel del sacrilegio? Y todo por ti, ¡oh alma! Quiero expresar mi angustia en versos que La otra fue más sensitiva,
Y parece que el hondo mirar cosas dijera, Y por ti, cuerpo, y por ti, abolida y más consoladora y más
especiosas y ungidas de miel y de veneno. idea, que los enlazas. dirán mi juventud de rosas y de ensueños, halagadora y expresiva,
(Sor María murió condenada a la hoguera: ¡Y por Ti, lo que buscamos y la desfloración amarga de mi vida cual no pensé encontrar jamás.
dos abejas volaron de las rosas del seno.) y no encontraremos nunca, por un vasto dolor y cuidados pequeños. Pues a su continua ternura
jamás! Y el viaje a un vago Oriente por entrevistos una pasión violenta unía.
II barcos, En un peplo de gasa pura
Por el influjo de la primavera III y el grano de oraciones que floreció en una bacante se envolvía...
Sobre el jarrón de cristal La dulzura del ángelus... blasfemia, En sus brazos tomó mi ensueño
hay flores nuevas. Anoche La dulzura del ángelus matinal y divino y los azoramientos del cisne entre los charcos y lo arrulló como a un bebé...
hubo una lluvia de besos. que diluyen ingenuas campanas provinciales y el falso azul de inquerida bohemia. y le mató triste y pequeño,
Despertó un fauno bicorne en un aire inocente a fuerza de rosales, Lejano clavicordio que en silencio y olvido falto de luz, falto de fe...
tras un alma sensitiva. de plegaria, de ensueño de virgen y de trino no diste nunca al sueño la sublime sonata, Juventud, divino tesoro,
Dieron su olor muchas flores. de ruiseñor, opuesto todo al rudo destino huérfano esquife, árbol insigne, oscuro nido ¡te fuiste para no volver!
En la pasional siringa que no cree en Dios... El áureo ovillo vespertino que suavizó la noche de dulzura de plata... Cuando quiero llorar, no lloro...
brotaron las siete voces que la tarde devana tras opacos cristales Esperanza olorosa a hierbas frescas, trino y a veces lloro sin querer...
que en siete carrizos puso por tejer la inconsútil tela de nuestros males del ruiseñor primaveral y matinal, Otra juzgó que era mi boca
Pan. todos hechos de carne y aromados de vino... azucena tronchada por un fatal destino, el estuche de su pasión;
Antiguos ritos paganos Y esta atroz amargura de no gustar de nada, rebusca de la dicha, persecución del mal... y que me roería, loca,
se renovaron. La estrella de no saber adónde dirigir nuestra prora El ánfora funesta del divino veneno con sus dientes el corazón.
de Venus brilló más límpida mientras el pobre esquife en la noche cerrada que ha de hacer por la vida la tortura interior, Poniendo en un amor de exceso
y diamantina. Las fresas va en las hostiles olas huérfano de la aurora... la conciencia espantable de nuestro humano la mira de su voluntad,
del bosque dieron su sangre. (¡Oh, suaves campanas entre la madrugada!) cieno mientras eran abrazo y beso
El nido estuvo de fiesta. y el horror de sentirse pasajero, el horror síntesis de eternidad;
Un ensueño florentino IV de ir a tientas, en intermitentes espantos, y de nuestra carne ligera
se enfloró de primavera, Tarde del trópico hacia lo inevitable desconocido y la imaginar siempre un Edén,
de modo que en carne viva Es la tarde gris y triste. pesadilla brutal de este dormir de llantos sin pensar que la Primavera
renacieron ansias muertas. Viste el mar de terciopelo ¡de la cual no hay más que Ella que nos y la carne acaban también...
Imaginaos un roble y el cielo profundo viste despertará! Juventud, divino tesoro,
que diera una rosa fresca; de duelo. ¡ya te vas para no volver!
un buen egipán latino Del abismo se levanta VI cuando quiero llorar, no lloro...
con una bacante griega la queja amarga y sonora. Canción de otoño en primavera y a veces lloro sin querer.
y parisiense. Una música La onda, cuando el viento canta, A Martínez Sierra ¡Y las demás! En tantos climas,
magnífica. Una suprema llora. Juventud, divino tesoro, en tantas tierras, siempre son,
inspiración primitiva, Los violines de la bruma ¡ya te vas para no volver! si no pretextos de mis rimas,
llena de cosas modernas. saludan al sol que muere. Cuando quiero llorar, no lloro... fantasmas de mi corazón.
Un vasto orgullo viril Salmodia la blanca espuma: y a veces lloro sin querer... En vano busqué a la princesa
que aroma el odor di femina; miserere. Plural ha sido la celeste que estaba triste de esperar.
un trono de roca en donde La armonía del cielo inunda, historia de mi corazón. La vida es dura. Amarga y pesa.
descansa un lirio. y la brisa va a llevar Era una dulce niña, en este ¡Ya no hay princesa que cantar!
¡Divina Estación! ¡Divina la canción triste y profunda mundo de duelo y de aflicción. Mas a pesar del tiempo terco,
Estación! Sonríe el alba del mar. Miraba como el alba pura; mi sed de amor no tiene fin;
más dulcemente. La cola Del clarín del horizonte sonreía como una flor. con el cabello gris me acerco
del pavo real exalta brota sinfonía rara, Era su cabellera oscura a los rosales del jardín...
su prestigio. El sol aumenta como si la voz del monte hecha de noche y de dolor. Juventud, divino tesoro,
su íntima influencia; y el arpa vibrara. Yo era tímido como un niño. ¡ya te vas para no volver!
de los nervios vibra sola. Cual si fuese lo invisible... Ella, naturalmente, fue, Cuando quiero llorar, no lloro...
¡Oh, Primavera sagrada! cual si fuese el rudo son para mi amor hecho de armiño, y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro! y mientras pasa Angélica sonriendo a las Y luego, en las ondas del lago azulado,
Meninas, IX después que la aurora perdió su arrebol,
VII salen las nueve musas de un bosque de ¡Oh, terremoto mental! las alas tendidas y el cuello enarcado,
Trébol laureles. Yo sentí un día en mi cráneo el cisne es de plata, bañado de sol.
De don Luis de Góngora y Argote a don Diego como el caer subitáneo Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
de Silva y Velázquez VIII de una Babel de cristal. olímpico pájaro herido de amor,
Mientras el brillo de tu gloria augura Charitas De Pascal miré el abismo, y viola en las linfas sonoras a Leda,
ser en la eternidad sol sin poniente, A Vicente de Paúl, nuestro Rey Cristo y vi lo que pudo ver buscando su pico los labios en flor.
fénix de viva luz, fénix ardiente, con dulce lengua dice: cuando sintió Baudelaire Suspira la bella desnuda y vencida,
diamante parangón de la pintura, -Hijo mío, tus labios el ala del idiotismo. y en tanto que al aire sus quejas se van,
de España está sobre la veste oscura dignos son de imprimirse Hay, no obstante, que ser fuerte; del fondo verdoso de fronda tupida
tu nombre, como joya reluciente; en la herida que el ciego pasar todo precipicio chispean turbados los ojos de Pan.
rompe la Envidia el fatigado diente, en mi costado abrió. Tu amor sublime y ser vencedor del Vicio
y el Olvido lamenta su amargura. tiene sublime premio: asciende y goza de la Locura y la Muerte. XIII
Yo en equívoco altar, tú en sacro fuego, del alto galardón que conseguiste. Divina Psiquis, dulce Mariposa invisible
miro a través de mi penumbra el día El alma de Vicente llega al coro X que desde los abismos has venido a ser todo
en que al calor de tu amistad, Don Diego, de los alados Ángeles que al triste El verso sutil que pasa o se posa lo que en mi ser nervioso y en mi cuerpo
jugando de la luz con la armonía, mortal custodian: eran más brillantes sobre la mujer o sobre la rosa, sensible
con la alma luz, de tu pincel el juego que los celestes astros. Cristo: beso puede ser, o ser mariposa. forma la chispa sacra de la estatua de lodo!
el alma duplicó de la faz mía. Sigue En la fresca flor el verso sutil; Te asomas por mis ojos a la luz de la tierra
-dijo al amado espíritu del Santo-. el triunfo de Amor en el mes de abril: y prisionera vives en mí de extraño dueño:
II ve entonces la región en donde existen Amor, verso y flor, la niña gentil. te reducen a esclava mis sentidos en guerra
De don Diego de Silva Velázquez a don Luis de los augustos Arcángeles, zodíaco Amor y dolor. Halagos y enojos. y apenas vagas libre por el jardín del sueño.
Góngora y Argote de diamantina nieve, indestructibles Herodías ríe en los labios rojos. Sabia de la Lujuria que sabe antiguas ciencias,
Alma de oro, fina voz de oro, ejércitos de luz y mensajeras Dos verdugos hay que están en los ojos. te sacudes a veces entre imposibles muros,
al venir hacia mí, ¿por qué suspiras? castas palomas o águilas insignes. ¡Oh, saber amar es saber sufrir! y más allá de todas las vulgares conciencias
ya empieza el noble coro de las liras Luego la majestad esplendorosa Amar y sufrir, sufrir y sentir, exploras los recodos más terribles y oscuros.
a preludiar el himno a tu decoro; del coro de los Príncipes, y el hacha besar que nos ha de herir... Y encuentras sombra y duelo. Que sombra y
ya al misterioso son del noble coro que las divinas órdenes realizan ¡Rosa de dolor, gracia femenina; duelo
calma el Centauro sus grotescas iras, y en el humano espíritu. presiden; inocencia y luz, corola divina! encuentres
y con nueva pasión que les inspiras, el coro de las altas Potestades y aroma fatal y cruel espina... bajo la viña donde nace el vino del Diablo.
tornan a amarse Angélica y Medoro. que al torrente infernal levantan diques; Líbranos, Señor, de abril y la flor Te posas en los senos, te posas en los vientres
A Teócrito y Poussin la Fama dote el coro de las místicas Virtudes, y del cielo azul y del ruiseñor, que hicieron a Juan loco e hicieron cuerdo a
con la corona de laurel supremo; las huellas de los mártires de dolor y amor, líbranos, Señor. Pablo.
que donde da Cervantes el Quijote y las intactas manos de las vírgenes; A Juan virgen y a Pablo militar y violento,
y yo las telas con mis luces gemo, el coro prestigioso XI A Juan que nunca supo del supremo contacto;
para Don Luis de Góngora y Argote de las Dominaciones que dirigen Filosofía a Pablo el tempestuoso que halló a Cristo en el
traerá una nueva palma Polifemo. nuestras almas al bien, y el coro excelso Saluda al sol, araña, no seas rencorosa. viento,
de los Tronos insignes, Da tus gracias a Dios, ¡oh, sapo!, pues que y a Juan ante quien Hugo se queda estupefacto.
III que del Eterno el solio, eres. Entre la catedral y las ruinas paganas
En tanto "pasce estrellas" el Pegaso divino cariátides de luz indefinible, El peludo cangrejo tiene espinas de rosa vuelas, ¡oh, Psiquis, oh, alma mía!
y vela tu hipogrifo, Velázquez, la Fortuna, sostienen por los siglos de los siglos; y los moluscos reminiscencias de mujeres. -como decía
en los celestes parques al Cisne gongorino y el coro de Querubes que compite Sabed ser lo que sois, enigmas siendo formas; aquel celeste Edgardo
deshoja sus sutiles margaritas la Luna. con la antorcha del sol. dejad la responsabilidad a las Normas, que entró en el paraíso entre un son de
Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino Por fin, la gloria que a su vez la enviarán al Todopoderoso... campanas
del Arte como torre que de águilas es cuna, de teológico fuego en que se erigen (Toca, grillo, a la luz de la luna, y dance el oso.) y un perfume de nardo-,
y tu castillo, Góngora, se alza al azul cual una las llamas vivas de inmortal esencia. entre la catedral
jaula de ruiseñores labrada de oro fino. Cristo al Santo bendice XII y las paganas ruinas
Gloriosa la península que abriga tal colonia. y así penetra el Serafín de Francia Leda repartes tus dos alas de cristal,
¡Aquí bronce corintio y allá mármol de Jonia! al coro de los ígneos Serafines. El cisne en la sombra parece de nieve; tus dos alas divinas.
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles. su pico es de ámbar, del alba al trasluz; Y de la flor
De ruiseñores y águilas se pueblen las encinas, el suave crepúsculo que pasa tan breve, que el ruiseñor
las cándidas alas sonrosa de luz. canta en su griego antiguo, de la rosa,
vuelas, ¡oh, Mariposa!, A Phocas el campesino ¡Tu boca sabe al fruto del árbol de la Ciencia cuando en primavera están:
¡a posarte en un clavo de Nuestro Señor! Phocas el campesino, hijo mío, que tienes, y al torcer tus cabellos apagaste el infierno! ¡Rosas, rosas, dadme rosas
en apenas escasos meses de vida, tantos Inútil es el grito de la legión cobarde para Adela Villagrán!
dolores en tus ojos que esperan tantos llantos del interés, inútil el progreso
por el fatal pensar que revelan tus sienes... yankee, si te desdeña. XX
Tarda en venir a este dolor a donde vienes, Si el progreso es de fuego, por ti arde, Marina
XIV a este mundo terrible en duelos y espantos; ¡Toda lucha del hombre va a tu beso, Mar armonioso,
El soneto de trece versos duerme bajo los Ángeles, sueña bajo los Por ti se combate o se sueña! mar maravilloso,
¡De una juvenil inocencia Santos, Pues en ti existe Primavera para el triste, tu salada fragrancia,
qué conservar sino el sutil que ya tendrás la Vida para que te envenenes... labor gozosa para el fuerte, tus colores y músicas sonoras
perfume, esencia de su Abril, Sueña, hijo mío, todavía, y cuando crezcas, néctar, Ánfora, dulzura amable. me dan la sensación divina de mi infancia
la más maravillosa esencia! perdóname el fatal don de darte la vida ¡Porque en ti existe en que suaves las horas
Por lamentar a mi conciencia que yo hubiera querido de azul y rosas frescas; el placer de vivir hasta la muerte venían en un paso de danza reposada
quedó de un sonoro marfil pues tú eres la crisálida de mi alma y ante la eternidad de lo probable!... a dejarme un ensueño o regalo de hada.
un cuento que fue de las Mil entristecida, Mar armonioso,
y Una Noches de mi existencia... y te he de ver en medio del triunfo que XVIII mar maravilloso,
Scherezada se entredurmió... merezcas Un soneto a Cervantes de arcadas de diamante que se rompen en
El Visir quedó meditando... renovando el fulgor de mi psique abolida. A Ricardo Calvo vuelos
Dinarzarda el día olvidó... Horas de pesadumbre y de tristeza rítmicos que denuncian algún ímpetu oculto,
Mas el pájaro azul volvió... XVII paso en mi soledad. Pero Cervantes espejo de mis vagas ciudades de los cielos,
Pero... es buen amigo. Endulza mis instantes blanco y azul tumulto
No obstante... ¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla ásperos, y reposa mi cabeza. de donde brota un canto
Siempre... -dijo Hugo-, ambrosía más bien ¡oh maravilla! Él es la vida y la naturaleza, inextinguible,
Cuando... la vida se soporta, regala un yelmo de oros y diamantes mar paternal, mar santo,
tan doliente y tan corta, a mis sueños errantes. mi alma siente la influencia de tu alma
XV solamente por eso: Es para mí: suspira, ríe y reza. invisible.
¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito! ¡roce, mordisco o beso Cristiano y amoroso y caballero Velas de los Colones
Es como el ala de la mariposa en ese pan divino parla como un arroyo cristalino. y velas de los Vascos,
nuestro brazo que deja el pensamiento escrito. para el cual nuestra sangre es nuestro vino! ¡Así le admiro y le quiero, hostigadas por odios de ciclones
Nuestra infancia vale la rosa, En ella está la lira, viendo cómo el destino ante la hostilidad de los peñascos;
el relámpago nuestro mirar, en ella está la rosa, hace que regocije al mundo entero o galeras de oro,
y el ritmo que en el pecho en ella está la ciencia armoniosa, la tristeza inmortal de ser divino! velas purpúreas de bajeles
nuestro corazón mueve, en ella se respira que saludaron el mugir del toro
es un ritmo de onda de mar, el perfume vital de toda cosa. XIX celeste, con Europa sobre el lomo
o un caer de copo de nieve, Eva y Cipris concentran el misterio Madrigal exaltado que salpicaba la revuelta espuma.
o el del cantar del corazón del mundo. A Mademoiselle Villagrán ¡Magnífico y sonoro
del ruiseñor, Cuando el áureo Pegaso ¡Dies irae, dies illa! se oye en las aguas como
que dura lo que dura el perfumar En la victoria matinal se lanza ¡Solvet seclum in favilla un tropel de tropeles,
de su hermana la flor. con el mágico ritmo de su paso cuando quema esa pupila! tropel de los tropeles de tritones!
¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito! hacia la vida y hacia la esperanza, La tierra se vuelve loca, Brazos salen de la onda, suenan vagas
El alma que se advierte sencilla y mira clara- si alza la crin y las narices hincha el cielo a la tierra invoca canciones,
mente y sobre las montañas pone el casco sonoro cuando sonríe esa boca. brillan piedras preciosas,
la gracia pura de la luz cara a cara, y hacia la mar relincha, Tiemblan los lirios tempranos mientras en las revueltas extensiones
como el botón de rosa, como la coccinela, y el espacio se llena y los árboles lozanos Venus y el Sol hacen nacer mil rosas.
esa alma es la que al fondo del infinito vuela. de un gran temblor de oro, al contacto de esas manos.
El alma que ha olvidado la admiración, que es que ha visto desnuda a Anadiomena. El bosque se encuentra estrecho XXI
sufre Gloria, ¡oh, Potente a quien las sombras temen! al egipán en acecho Cleopompo y Heliodemo
en la melancolía agria, olorosa a azufre, ¡Que las más blancas tórtolas te inmolen! cuando respira ese pecho. A Vargas Vila
de envidiar malamente y duramente, anida ¡Pues por ti la floresta está en el polen Sobre los senderos, es Cleopompo y Heliodemo, cuya filosofía
en un nido de topos. Es manca. Está tullida. y el pensamiento en el sagrado semen! como una fiesta, después es idéntica, gustan dialogar bajo el verde
¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito! Gloria, ¡oh, Sublime que eres la existencia, que se han sentido esos pies. palio del platanar. Allí Cleopompo muerde
por quien siempre hay futuros en el útero Y el Sol, sultán de orgullosas la manzana epicúrea y Heliodemo fía
XVI eterno! rosas, dice a sus hermosas al aire su confianza en la eterna armonía.
Mal haya quien las Parcas inhumano recuerde: sobre mi frente. XXV A Goya
Si una sonora perla de la clepsidra pierde, Yo pensé en Minerva Melancolía Poderoso visionario,
no volverá a ofrecerla la mano que la envía. y en la noche solemne. A Domingo Bolívar raro ingenio temerario,
Una vaca aparece, crepuscular. Es hora ¡Oh, búho! Hermano, tú que tienes la luz, dime la mía. por ti enciendo mi incensario.
en que el grillo en su lira hace halagos a Flora, Dame tu silencio perenne, Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a Por ti, cuya gran paleta,
y en el azul florece un diamante supremo: y tus ojos profundos en la noche tientas. caprichosa, brusca, inquieta,
y en la pupila enorme de la bestia apacible y tu tranquilidad ante la muerte. Voy bajo tempestades y tormentas debe amar todo poeta;
miran como que rueda en un ritmo visible Dame tu nocturno imperio ciego de sueño y loco de armonía. por tus lóbregas visiones,
la música del mundo, Cleopompo y Heliodemo. y tu sabiduría celeste, Ése es mi mal. Soñar. La poesía tus blancas irradiaciones,
y tu cabeza cual la de Jano es la camisa férrea de mil puntas cruentas tus negros y bermellones;
XXII que, siendo una, mira a Oriente y Occidente. que llevo sobre el alma. Las espinas por tus colores dantescos,
Ay, triste del que un día... Pasó una paloma sangrientas por tus majos pintorescos,
Ay, triste del que un día en su esfinge interior que casi rozó con sus alas mis labios. dejan caer las gotas de mi melancolía. y las glorias de tus frescos.
pone los ojos e interroga. Está perdido. ¡Oh, paloma! Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo;Porque entra en tu gran tesoro
Ay del que pide eurekas al placer o al dolor. Dame tu profundo encanto a veces me parece que el camino es muy largo, el diestro que mata al toro,
Dos dioses hay, y son: Ignorancia y Olvido. de saber arrullar, y tu lascivia y a veces que es muy corto... la niña de rizos de oro,
Lo que el árbol desea decir y dice al viento, en campo tornasol, y en campo Y en este titubeo de aliento y agonía, y con el bravo torero,
y lo que el animal manifiesta en su instinto, de luz tu prodigioso cargo lleno de penas lo que apenas soporto. el infante, el caballero,
cristalizamos en palabra y pensamiento. ardor en el divino acto. ¿No oyes caer las gotas de mi melancolía? la mantilla y el pandero.
Nada más que maneras expresan lo distinto. (Y dame la justicia en la naturaleza, Tu loca mano dibuja
pues, en este caso, XXVI la silueta de la bruja
XXIII tú serás la perversa ¡Aleluya! que en la sombra se arrebuja,
En el país de las Alegorías y el chivo será el casto.) A Manuel Machado y aprende una abracadabra
Salomé siempre danza, Pasó un gerifalte. ¡Oh, gerifalte! Rosas rosadas y blancas, ramas verdes, del diablo patas de cabra
ante el tiarado Herodes, Dame tus uñas largas corolas frescas y frescos que hace una mueca macabra.
eternamente, y tus ágiles alas cortadoras de viento ramos, ¡Alegría! Musa soberbia y confusa,
Y la cabeza de Juan el Bautista, y tus ágiles patas Nidos en los tibios árboles, ángel, espectro, medusa.
ante quien tiemblan los leones, y tus uñas que bien se hunden huevos en los tibios nidos, Tal aparece tu musa.
cae al hachazo. Sangre llueve. en las carnes de la caza. dulzura. ¡Alegría! Tu pincel asombra, hechiza,
Pues la rosa sexual Por mi cetrería El beso de esa muchacha ya en sus claros electriza,
al entreabrirse irás en giras fantásticas, rubia, y el de esa morena ya en sus sombras sinfoniza;
conmueve todo lo que existe, y me traerás piezas famosas y el de esa negra, ¡Alegría! con las manolas amables,
con su efluvio carnal y raras, Y el vientre de esa pequeña los reyes, los miserables,
y con su enigma espiritual. palpitantes ideas, de quince años, y sus brazos o los cristos lamentables.
sangrientas almas. armoniosos, ¡Alegría! En tu claroscuro brilla
XXIV Pasa el ruiseñor. Y el aliento de la selva virgen la luz muerta y amarilla
Augurios ¡Ah, divino doctor! y el de las vírgenes hembras, de la horrenda pesadilla,
A E. Díaz Romero No me des nada. Tengo tu veneno, y las dulces rimas de la Aurora, o hace encender tu pincel
Hoy pasó un águila tu puesta de sol ¡Alegría, Alegría, Alegría! los rojos labios de miel
sobre mi cabeza, y tu noche de luna y tu lira, o la sangre del clavel.
lleva en sus alas y tu lírico amor. XXVII Tienen ojos asesinos
la tormenta, (Sin embargo, en secreto, De otoño en sus semblantes divinos
lleva en sus garras tu amigo soy, Yo sé que hay quienes dicen: ¿Por qué no canta tus ángeles femeninos.
el rayo que deslumbra y aterra. pues más de una vez me has brindado, ahora Tu caprichosa alegría
¡Oh, águila! en la copa de mi dolor, con aquella locura armoniosa de antaño? mezclaba la luz del día
Dame la fortaleza con el elixir de la luna Ésos no ven la obra profunda de la hora, con la noche oscura y fría:
de sentirme en el lodo humano celestes gotas de Dios...) la labor del minuto y el prodigio del año. Así es de ver y admirar
con alas y fuerzas Pasa un murciélago. Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa, tu misteriosa y sin par
para resistir los embates Pasa una mosca. Un moscardón. cuando empecé a crecer, un vago y dulce son. pintura crepuscular.
de las tempestades perversas, Una abeja en el crepúsculo. Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa: De lo que da testimonio:
y de arriba las cóleras No pasa nada. ¡Dejad al huracán mover mi corazón! por tus frescos, San Antonio;
y de abajo las roedoras miserias. La muerte llegó. por tus brujas, el demonio.
Pasó un búho XXVIII
XXIX el cerrar de una puerta, el resonar de un coche y siempre la antorcha encendida! cuando se ha conquistado sus terrores de
Caracol lejano, un eco vago, un ligero ruido... Exprimamos de los racimos ofidio.
A Antonio Machado En los instantes del silencio misterioso, de nuestra vida transitoria
En la playa he encontrado un caracol de oro cuando surgen de su prisión los olvidados, los placeres porque vivimos XXXVI
macizo y recamado de las perlas más finas; en la hora de los muertos, en la hora del y los champañas de la gloria. Thánatos
Europa le ha tocado con sus manos divinas reposo, Devanemos de Amor los hilos, En medio del camino de la Vida...
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro. ¡sabréis leer estos versos de amargor hagamos, porque es bello, el bien, dijo Dante. Su verso se convierte:
He llevado a mis labios el caracol sonoro impregnados!... y después durmamos tranquilos En medio del camino de la Muerte.
y he suscitado el eco de las dianas marinas, Como en un vaso vierto en ellos mis dolores y por siempre jamás. Amén. Y no hay que aborrecer a la ignorada
le acerqué a mis oídos y las azules minas de lejanos recuerdos y desgracias funestas, emperatriz y reina de la Nada.
me han contado en voz baja su secreto tesoro. y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de XXV Por ella nuestra tela está tejida,
Así la sal me llega de los vientos amargos flores, Ibis y ella en la copa de los sueños vierte
que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos y el duelo de mi corazón, triste de fiestas. Cuidadoso estoy siempre ante el Ibis de Ovidio, un contrario nepente: ¡ella no olvida!
cuando amaron los astros el sueño de Jasón; Y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido, enigma humano tan ponzoñoso y suave
y oigo un rumor de olas y un incógnito acento la pérdida del reino que estaba para mí, Que casi no pretende su condición de ave XXXVII
y un profundo oleaje y un misterioso viento... el pensar que un instante pude no haber cuando se ha conquistado sus terrores de Ofrenda
(El caracol la forma tiene de un corazón). nacido, ofidio. Bandera que aprisiona
XXX ¡y el sueño que es mi vida desde que yo nací! el aliento de Abril,
Amo, amas Todo esto viene en medio del silencio profundo corona
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo en que la noche envuelve la terrena ilusión, tu torre de marfil
el ser y con la tierra y con el cielo, y siento como un eco del corazón del mundo Cual princesa encantada,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo: que penetra y conmueve mi propio corazón. eres mimada por
Amar por toda ciencia y amar por todo anhelo. XXXIII un hada
Y cuando la montaña de la vida Una votiva XXXIV de rosado color.
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos, A Lamberti Programa Las rosas que tú pises
Amar la inmensidad que es de amor encendida Sobre el caro despojo esta urna cincelo: matinal tu boca han de envidiar;
¡y arder en la fusión de nuestros pechos un amable frescor de inmortal siempreviva ¡Claras horas de la mañana los lises
mismos! que decore la greca de la urna votiva en que mil clarines de oro tu pureza estelar.
en la copa que guarda rocío del cielo; dicen la divina diana! Carrera de Atalanta
XXXI una alondra fugaz sorprendida en su vuelo ¡Salve al celeste Sol sonoro! lleva tu dicha en flor;
Soneto cuando fuese a cantar en la rama de oliva, En la angustia de la ignorancia y canta
autumnal al Marqués de Bradomín una estatua de Diana en la selva nativa de lo porvenir, saludemos tu nombre un ruiseñor.
Marqués (como el Divino lo eres), te saludo. que la Musa Armonía envolviera en su velo. la barca llena de fragancia Y si meditabunda
Es el otoño y vengo de un Versalles doliente. Tal si fuese escultor con amor cincelara que tiene de marfil los remos. sientes pena fugaz,
Había mucho frío y erraba vulgar gente. en el mármol divino que brinda Carrara, ¡Epicúreos o soñadores inunda
El chorro de agua de Verlaine estaba mudo. coronando la obra una lira, una cruz; amemos la gloriosa Vida, luz celeste tu faz.
Me quedé pensativo ante un mármol desnudo, y sería mi sueño, al nacer de la aurora, siempre coronada de flores Ronsard, lira de Galia,
cuando vi una paloma que pasó de repente, contemplar en la faz de una niña que llora, y siempre la antorcha encendida! te daría un rondel,
y por caso de cerebración inconsciente una lágrima llena de amor y de luz. Exprimamos de los racimos Italia
pensé en ti. Toda exégesis en este caso eludo. de nuestra vida transitoria te brindara al pincel.
Versalles otoñal; una paloma; un lindo XXXIV los placeres porque vivimos para que la corona
mármol; un vulgo errante, municipal y espeso; Programa matinal y los champañas de la gloria. tuvieses, celestial
anteriores lecturas de tus sutiles prosas; ¡Claras horas de la mañana Devanemos de Amor los hilos, Madona,
la reciente impresión de tus triunfos... en que mil clarines de oro hagamos, porque es bello, el bien, en un lienzo inmortal.
prescindo dicen la divina diana! y después durmamos tranquilos Ten al laurel cariño,
de más detalles para explicarte por eso ¡Salve al celeste Sol sonoro! y por siempre jamás. Amén. hoy, cuando aspiro a que
cómo, autumnal, te envío este ramo de rosas. En la angustia de la ignorancia vaya a ornar tu corpiño
de lo porvenir, saludemos XXV mi rimado bouquet.
XXXII la barca llena de fragancia Ibis
Nocturno que tiene de marfil los remos. Cuidadoso estoy siempre ante el Ibis de Ovidio, XXXVIII
A Mariano de Cavia ¡Epicúreos o soñadores enigma humano tan ponzoñoso y suave Propósito
Los que auscultasteis el corazón de la noche, amemos la gloriosa Vida, Que casi no pretende su condición de ave primaveral
los que por el insomnio tenaz habéis oído siempre coronada de flores A Vargas Vila
A saludar me ofrezco y a celebrar me obligo ¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida, Pesado buey, tú evocas la dulce madrugada
tu triunfo, Amor, al beso de la estación que con el alma a tientas, con la fe perdida, que llamaba a la ordeña de la vaca lechera,
llega llenos de congojas y faltos de sol, cuando era mi existencia toda blanca y rosada,
mientras el blanco cisne del lago azul navega por advenedizas almas de manga ancha, y tú, paloma arrulladora y montañera,
en el mágico parque de mis triunfos testigo. que ridiculizan el ser de la Mancha, significas en mi primavera pasada
Amor, tu hoz de oro ha segado mi trigo; el ser generoso y el ser español! todo lo que hay en la divina Primavera.
por ti me halaga el suave son de la flauta ¡Ruega por nosotros, que necesitamos
griega, las mágicas rosas, los sublimes ramos XLI
y por ti Venus pródiga sus manzanas me de laurel! Pro nobis ora, gran señor. Lo fatal
entrega (Tiembla la floresta de laurel del mundo, A RenéPérez
y me brinda las perlas de las mieles del higo.y antes que tu hermano vago, Segismundo, Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
En el erecto término coloco una corona el pálido Hamlet te ofrece una flor.) y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
en que de rosas frescas la púrpura detona; Ruega generoso, piadoso, orgulloso; pues no hay dolor más grande que el dolor de
y en tanto canta el agua bajo el boscaje oscuro,
ruega casto, puro, celeste, animoso; ser vivo,
junto a la adolescente que en el misterio inicio
por nos intercede, suplica por nos, ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
apuraré alternando con tu dulce ejercicio pues casi ya estamos sin savia, sin brote, Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
las ánforas de oro del divino Epicuro. sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote, y el temor de haber sido y un futuro terror...
sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios. Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
XXIX De tantas tristezas, de dolores tantos, y sufrir por la vida y por la sombra y por
Letanía de los superhombres de Nietzsche, de cantos lo que no conocemos y apenas sospechamos,
de nuestro señor don Quijote áfonos, recetas que firma un doctor, y la carne que tienta con sus frescos racimos,
A Navarro Ledesma de las epidemias de horribles blasfemias y la tumba que aguarda con sus fúnebres
Rey de los hidalgos, señor de los tristes, de las Academias, ramos,
que de fuerzas alientas y de ensueños vistes, líbranos, señor. ¡y no saber adónde vamos,
coronado de áureo yelmo de ilusión; De rudos malsines, ni de dónde venimos!...
que nadie ha podido vencer todavía, falsos paladines
por la adarga al brazo, toda fantasía, y espíritus finos y blandos y ruines,
y la lanza en ristre, toda corazón. del hampa que sacia
Noble peregrino de los peregrinos, su canallocracia
que santificaste todos los caminos con burlar la gloria, la vida, el honor,
con el paso augusto de tu heroicidad, del puñal con gracia,
contra las certezas, contra las conciencias ¡líbranos, señor!
Y contra las leyes y contra las ciencias Noble peregrino de los peregrinos,
y contra la mentira, contra la verdad... que santificaste todos los caminos
¡Caballero errante de los caballeros, con el paso augusto de tu heroicidad,
varón de varones, príncipe de fieros, contra las certezas, contra las conciencias
par entre los pares, maestro, salud! y contra las leyes y contra las ciencias,
¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes, contra la mentira, contra la verdad...
entre los aplausos o entre los desdenes, Ora por nosotros, señor de los tristes,
y entre las coronas y los parabienes que de fuerzas alientas y de ensueños vistes,
y las tonterías de la multitud! coronado de áureo yelmo de ilusión;
¡Tú, para quien pocas fueran las victorias ¡que nadie ha podido vencer todavía,
antiguas y para quien clásicas glorias por la adarga al brazo, toda fantasía,
serían apenas de ley y razón, y la lanza en ristre, toda corazón!
soportas elogios, memorias, discursos,
resistes certámenes, tarjetas, concursos, XL
y, teniendo a Orfeo, tienes a orfeón! Allá lejos
Escucha, divino Rolando del sueño, Buey que vi en mi niñez echando vaho un día
a un enamorado de tu Clavileño, bajo el nicaragüense sol de encendidos oros,
y cuyo Pegaso relincha hacia ti; en la hacienda fecunda, plena de armonía
escucha los versos de estas letanías, del trópico; paloma de los bosques sonoros
hechas con las cosas de todos los días del viento, de las hachas, de pájaros y toros
y con otras que en lo misterioso vi. salvajes, yo os saludo, pues sois la vida mía.

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