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(2) Empresas pantalla y prestamos simulados.

A través de la llamada
“técnica del préstamo de regreso”, el delincuente se presta a si mismo.
El mecanismo consiste en establecer una sociedad pantalla en un
paraíso fiscal para prestarse los fondos que ha generado con motivo de
la comisión de una actividad delictiva.

La utilización de empresas ficticias o “pantalla”, sociedades


interpuestas, por lo general situadas en paraísos fiscales, bajo fórmulas
societarias que permiten el anonimato de los verdaderos propietarios y
la concesión de préstamos simulados que generan intereses deducibles
de la supuesta actividad empresarial. La ficticia actividad empresarial
permite al blanqueador la emisión de facturas, operaciones ficticias de
exportación e importación mediante documentos de transporte falsos
para justificar dichas operaciones.

(3) Complicidad de banqueros extranjeros. El Grupo de Acción


Financiera (GAFI), en su estudio sobre los métodos comunes utilizados
en el lavado de activos, reconoce que uno de los mayores inconvenientes
que se tienen en los esfuerzos frente al fenómeno lo constituye la
complicidad de funcionarios y empleados de la banca. Como ha
señalado Isidoro Blanco Cordero36, “mediante la participación de
empleados bancarios bien situados en los sistemas de préstamos
simulados o de regreso, el blanqueador puede obtener créditos
aparentemente legítimos, asegurándolos con productos ilícitos. La
ayuda complaciente del banco extranjero frecuentemente está protegida
contra la investigación de las autoridades no solo por la duplicidad de
criminales (el blanqueador de dinero y el banco extranjero cómplice)
sino por las leyes bancarias y regulaciones de otro gobierno soberano,
normalmente un paraíso fiscal”.

(4) Falsas facturaciones de comercio exterior. Es un medio elemental y


habitualmente utilizado para el lavado de activos, mediante la
falsificación de facturas comerciales, la sobrevaloración de los
documentos de entrada o de las exportaciones para justificar los fondos
recibidos del extranjero.
3) La tercera y última fase, llamada de integración o inversión, se
corresponde con el proceso final del ciclo del blanqueo. En esta fase se
pretende el asentamiento de los capitales integrados en la economía
oficial, esto se obtiene, por ejemplo, a través de la venta de los activos
adquiridos en las fases anteriores, los cambios de dominio legal de los
activos comprados con anterioridad, etc. En definitiva la posibilidad de
disfrutar de un bien mueble o inmueble acreditando la legítima
propiedad del mismo.

Ejemplos de operaciones correspondientes a esta fase son:

Ni mucho menos las actividades anteriores cierran todo el espectro de


las técnicas o métodos de blanqueo; pensemos que cualquier operación
financiera, comercial, cualquier contrato mercantil o bursátil, así como
cualquier acto cotidiano con contenido económico efectuado de forma
legal, tiene su correspondiente homólogo situado en la otra economía
que denominamos ilegal pero de una realidad incuestionable.

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