9) El 20 de abril del año 2014, el diario “La Nación”, publica un alarmante
artículo periodístico intitulado “La contaminación del aire, un grave riesgo
ambiental”, y con referencia específicamente a Buenos Aires donde dice que a esa fecha registraban una población de 12 millones de personas, unas 50.000 industrias, basurales a cielo abierto, aeropuertos y tres centrales termoeléctricas. La cantidad de vehículos -actualmente la principal fuente de contaminantes ha crecido de un modo abrumador: cada año se suman a la ciudad de Buenos Aires unos 130.000 automóviles. Y cada día ingresan alrededor de 1.200.000. se trata de un tránsito que genera varios cientos toneladas de gases. Dice al inicio del artículo que en al año 2012, en el mundo, una de cada ocho personas había muerto por causas de contaminación atmosférica. Según surge del artículo periodístico la ciencia no solo causa un impacto social, sino uno ambiental, que causa daños al planeta y a los seres vivos entre ellos a nosotros los seres humanos. En general éste no es el fin de la ciencia, sino todo lo contrario, el mejorar nuestra calidad de vida (a excepción de la ciencia que persigue la destrucción de la vida como la armamentista). Entonces para el caso que nos ocupa, la contaminación del aire, la culpa no es del científico, sino de los responsables de implementar las políticas de uso de los elementos que la ciencia crea y pone a nuestro servicio. Si bien existen disposiciones normativas tendientes a proteger en este caso el “aire”, como ser la Ley nacional N° 20284 de fecha 16 de abril de 1973, llamada justamente ley del aire, que fija organismos de contralor, planes de prevención, y sanciones para los infractores, etc., es una norma evidentemente no ha cumplido ni cumple sus postulados. Debemos señalar que desde 1994 la protección del medio ambiente se halla garantizado por el art. de la Constitución Nacional. Cabe decir entonces que es hora de que el pueblo despierte de su indolente tranquilidad, y exija a sus representantes que se cumplan la leyes existentes y/o en su defecto se creen nuevas normas con ese fin, y que se verifique su cumplimiento, por los organismos de contralor y paralelamente debemos asumir cada uno una mayor responsabilidad y compromiso ya que el aire es un bien común, por lo que todo debemos cuidarlo porque con ello se nos va la vida - literalmente-. Tomando el ejemplo de países del primer mundo en el cual están variando sus costumbres con el fin de disminuir el grado de contaminación. Mal podemos decir que la ciencia es la culpable cuando están continuamente trabajando en nuevos productos que disminuyan la contaminación por ejemplo los autos eléctricos. Esto implica que la ciencia no sólo genera problemas sino también soluciones, artefactos y procesos que mejoran nuestra vida.