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(VERSIÓN PRELIMINAR)
1. Antecedentes
El año 1969 fue crucial porque en junio el gobierno de Velasco promulgó el de-
creto 006, que recortaba la cobertura de la educación gratuita. Esta medida
generó la movilización de las organizaciones sociales ayacuchanas. Las mani-
festaciones de protesta fueron dirigidas por el Frente de Defensa y en Huanta
el movimiento estudiantil obtuvo la participación de los campesinos. Al principio
la respuesta del gobierno fue una dura represión y el encarcelamiento de los
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dirigentes, pero finalmente tuvo que derogar el cuestionado decreto 006. Esta
victoria fortaleció a las organizaciones sociales de Ayacucho y en especial a los
sectores vinculados a la educación: maestros y estudiantes. En la historia del
PCP-SL la lucha de Huanta marca un hito de su formación porque Guzmán
supo dirigir el crecimiento de su grupo en estos dos sectores que habían obte-
nido una victoria gracias a una lucha radical.
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El 19 de abril de 1980, con motivo de la clausura de la I Escuela Militar de SL,
Guzmán leyó un discurso titulado: “somos los iniciadores”, que muestra el len-
guaje bíblico que había asumido la dirección senderista. De acuerdo a un tes-
timonio recogido por la CVR, el PCP-SL organizó una despedida definitiva de
sus militantes el día internacional del trabajo, el 1 de mayo de 1980, en un mitin
en la UNSCH en el cual “flameaban banderas rojas, y los militantes senderistas
estaban vestidos con chaquetas y gorros similares a los usados por los guar-
dias rojos de la Revolución Cultural China, anunciando el inicio de la guerra
popular”. Luego de esta ceremonia, los militantes de SL pasaron a la clandesti-
nidad.
2. Los inicios
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del bazar “La Pequeñita”. SL empezaba a relucir su faz asesina y en este sim-
bólico primer caso, su victima era una pequeña comerciante mujer que no
había querido colaborar y más bien los había denunciado.
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La simpatía que tuvo el PCP-SL en sus inicios se expresó en el multitudinario
entierro de Edith Lagos, el 10 de septiembre de 1982. Lagos, ex estudiante de
derecho de la Universidad San Martín de Porres, había sido detenida el 20 de
diciembre de 1980 en Ayacucho; fugó en el asalto al penal del 2 de marzo y
luego fue muerta en un enfrentamiento con la Guardia Republicana en Umaca,
provincia de Andahuaylas. Era una líder reconocida y en su entierro se reunió
una multitud acongojada.
Entre 1980 y 1982 las acciones del PCP-SL contra las fuerzas policiales tuvie-
ron relativo éxito, pues las obligaron a evacuar las zonas rurales. Así, aprove-
chando el vacío de poder, SL logró constituir bases de apoyo en diversas co-
munidades campesinas. A fines de 1982, sin embargo, el Presidente Fernando
Belaunde delegó la lucha contrasubversiva a las Fuerzas Armadas, modifican-
do sustancialmente el escenario militar y político de Ayacucho.
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El 1 de enero de 1983 se hizo efectivo el encargo gubernamental de la lucha
contrasubversiva a las Fuerzas Armadas, lo que significó el control político y
militar de las zonas de emergencia por oficiales militares. La Infantería de Mari-
na -denominada «los navales» por la población local- se hizo cargo del control
de Huanta el 21 de enero 1983, así como de la provincia de La Mar. Una de las
primeras medidas que aplicaron fue la organización de Comités de Defensa
Civil en las comunidades campesinas. Éstas debían controlar su territorio y sus
responsables reportar a la base militar.
La provincia de Huamanga quedó en manos del Ejército Peruano, EP. Ese año
se estableció la base de Vilcashuamán, donde las autoridades debían reportar-
se. Desde ahí saldrían patrullas en busca de las bases de apoyo de SL y de
sus campamentos. A mediados de año se instaló otra base militar en Huanca-
sancos, donde funcionaba una base policial de Sinchis que había sido atacada
el 24 de junio de 1983. El ejército presionó a las comunidades para que enfren-
taran a los grupos senderistas y, en efecto, los comuneros de Huancasancos
aprovechando los carnavales de febrero de 1983, dieron muerte a dos respon-
sables del PCP-SL local. Las represalias de los seguidores de Guzmán no de-
moraron, asesinando a varios dirigentes de Huancasancos.
En agosto de 1984 el general Adrián Huamán Centeno, jefe del Comando Polí-
tico Militar de Ayacucho, participó en Vinchos en una asamblea de ocho mil
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campesinos provenientes de 44 comunidades organizadas en rondas campesi-
nas. Aunque ello expresaba la línea que se venía ideando en el EP, las rondas
recién serían influyentes a partir de 1986, cuando su número aumentó expo-
nencialmente; SL se sintió acorralado y decidió desplazar cuadros a otras re-
giones del Perú.
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Fue a partir de 1986 que se observó un progresivo cambio en la estrategia con-
trasubversiva de las Fuerzas Armadas. Las bases militares instaladas en Aya-
cucho reimpulsaron la formación de Rondas de Autodefensa, aplicando una
represión más selectiva. El EP relevó a los mandos militares implicados en ma-
sacres a campesinos, buscando una acercamiento con la población y sus auto-
ridades, aceptando un apoyo más sostenido y menos vertical con las rondas.
De este modo, las FFAA ganaron un espacio decisivo al PCP-SL y establecie-
ron un nuevo tipo de relación con las comunidades campesinas. En este con-
texto, es que el número de Rondas Campesinas aumentó considerablemente,
indicando la posición y el alineamiento mayoritario de las comunidades. Ese fue
el punto de inflexión del desarrollo de la violencia política en Ayacucho y de la
militarización de la sociedad.
Para 1988 el PCP-SL anunció que estaba en una fase superior de la guerra
popular: el “equilibrio estratégico”. Sin embargo, en Ayacucho las fuerzas de SL
mostraban desgaste y algunos analistas consideran que el anuncio del “equili-
brio estratégico” respondía a que las acciones se trasladaban a las ciudades,
en particular a Lima, debido a que en el campo SL estaba en situación de vir-
tual derrota. Ese año también aparece el comando paramilitar Rodrigo Franco,
cuyas acciones tornarán más agresiva la lucha contra SL. En julio de 1988 la
Universidad aparece embanderada con estandartes en los que se leía «Co-
mando Rodrigo Franco» (CRF). La estrategia parecía dirigida a golpear las ba-
ses de apoyo y a la militancia visible de SL que era fundamental para el desa-
rrollo de las actividades del Ejército Guerrillero Popular.
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se mostraban más reacios y recién se organizarán en los años noventa bajo
presión de los militares. Con las rondas se impuso una lógica militar en las co-
munidades campesinas. La vida es organizada en función de la guerra; cual-
quier trasgresión de las reglas era drásticamente castigada. La vida del rondero
era sacrificada. Los campesinos tenían que abandonar sus chacras y someter-
se a un régimen militarizado, con ejercicios, entrenamientos y caminatas de
varios días, solos o al lado de los soldados. Vivir entre murallas que cercaron
sus pueblos, hacer vigilancia todos los días en sus torreones, controlar la en-
trada y salida con pase, realizar la formación diaria e izar la bandera implican la
incorporación de un orden militar, con sus códigos específicos y alteraciones de
los ritmos de vida.
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6. La captura de Guzmán y la posguerra
Por último, debe mencionarse que en la actualidad todavía existen grupos ar-
mados dirigidos por el camarada “Artemio” que operan en las fronteras de Aya-
cucho y Huanuco. Son los llamados “remanentes”. En abril del 2004, “Artemio”
anunció el reinició de las acciones armadas si no se alcanzaba “una solución
política” al problema de la guerra. Ante Radio Programas del Perú, “Artemio”
declaró que daba al gobierno 60 días para iniciar las negociaciones o, de lo
contrario, reiniciaría las acciones armadas.
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7. Bibliografía
STERN, Steve J (Editor): Los senderos insólitos del Perú. Lima: IEP, UNSCH,
1999.
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Guía pedagógica
I. PREGUNTAS:
II. ACTIVIDADES:
III. APRENDIZAJE
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respuestas campesinas a través de las rondas de autodefensa, así como el
proceso de pacificación y los remanentes de la guerra en el VRAE.
IV. GLOSARIO
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