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Ideología, educación

y políticas educativas
por Jesús HERNÁNDEZ GARCÍA
Universidad de Oviedo

1. Aproximación al concepto Fue Destutt de Tracy, del grupo de los


de “ideología” “ideólogos” y autor de la obra Elementos
Como ocurre con otros términos pro- de ideología, quien, a finales del siglo
pios de las denominadas “ciencias huma- XVIII, acuña el término para referirse a
nas”, el concepto de “ideología”, aparte de la nueva “ciencia de las ideas”, que busca
emplearse en contextos discursivos y lin- indagar el origen de las mismas y su rela-
güísticos muy diversos, o quizás por ello ción con la inmediata realidad. A partir
mismo, pues es en la pragmática del dis- de aquí, el término va adquiriendo tam-
curso donde las palabras van adquiriendo bién el sentido de pensamiento irreal o

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su valor más inmediato y pergeñando su utópico. La concepción moderna de “ideo-
sentido y su valor de interacción dialógica logía” se debe, sin embargo, fundamental-
y comunicativa, es semánticamente un mente a Marx, quien entiende, por una
parte, que la conciencia es desde un revista española de pedagogía
término de gran espectro semántico.
Incluso, como señala García Carrasco comienzo un producto social —no es la
(1985, 58), bien que reiterado en el “dis- conciencia del hombre la que determina
curso cultural contemporáneo”, su ámbito su propio ser, sino que es el ser social lo
de referencia no queda suficientemente que sirve para determinar su concien-
definido ni en Marx ni en el discurso cia— y, por otra, que las representaciones
sociológico. El mismo autor, a renglón sobre el ser humano y sobre el mundo
seguido, entiende en el término tres ver- están estrechamente entreveradas con la
tientes significativas fundamentales: actividad material. En Marx, en quien
ciencia de las ideas, pensamiento defor- subyace, asimismo, la relación entre pen-
mador-deformante y concepción del samiento y realidad, la ideología sería en
mundo. buena parte ese conjunto de representa-

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ciones que tiene el ser humano, sus pro- (Mannheim, 1987, 35). Mannheim entien-
pias formas de conciencia social. Ocurre de que el pensamiento utópico, aunque
que, cuando se piensa ideológicamente, se puede generar un decidido aliento para
percibe y se reconoce mal la auténtica impulsar el cambio, carece de verdad
realidad, se llega a una falsa conciencia, a objetiva; una verdad que tampoco tienen
concepciones falsas o representaciones las “ideologías”. Ideologías y utopías no
distorsionadas de la misma realidad que son, pues, sino perspectivas limitadas,
nos circunda. Además, las ideas de la parciales y unilaterales, sesgadas.
fuerza dirigente, no sólo material, tam- Mannheim intentará sentar los pilares de
bién intelectualmente hablando, son, asi- una “sociología del conocimiento” que per-
mismo, y en cada época histórica, las mita construir una visión rigurosa de la
ideas dominantes. Escribe, así, Puelles, historia del pensamiento.
que la ideología en Marx conlleva dos sig-
nificaciones: «como “falsa conciencia” y En relación con la formulación de la
como “enmascaramiento” de la realidad» ideología por parte del marxismo y de
(Puelles, 1987, 43). Mannheim, Jerez (1990, 299), por ejem-
plo, señala que, en lo concerniente a la
Por su parte, Mannheim concibe, por utilidad social, en el marxismo se busca
ejemplo, que las ideas no son sin más pro- sobre todo la eficacia política del análisis
ductos de mentes imaginativas, piruetas ideológico, mientras que en Mannheim
creadas en el vacío, sino que amanecen supone un método de investigación de la
dentro de un estilo de pensamiento que se sociología y de la historia científicas.
ha gestado socialmente y que depende de
una determinada realidad social. En todo caso, la ideología, sin duda
Basándose en Marx, Weber y Dilthey, con componentes de lo ya señalado, se
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Mannheim establece y desarrolla una puede concebir también, entonces, en un


doble clasificación de los sistemas ideoló- sentido amplio de “Weltanschaunng”,
gicos: las “ideologías”, propias de las cla- como una visión de la realidad, como una
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ses que miran al pasado, interesadas en concepción del mundo, no científica, nor-
mantener el “status quo”, y las utopías, malmente compartida y con influencia en
propias de las clases inferiores, cuyo inte- el propio obrar, como «un conjunto de con-
rés era superar el estado de la organiza- tenidos de pensamiento de una persona o
ción social. Es más, para él, el concepto grupo (…), necesario para la justificación
“ideología” refleja un descubrimiento sur- (o que son justificación) de la dirección de
gido del conflicto político: «los grupos la praxis humana (individual y/o social)»
dominantes pueden estar tan ligados en (García Carrasco, 1985, 67). Flórez, por
su pensamiento a los intereses de una su parte, señala que las ideologías son las
situación que, sencillamente, son incapa- cosmovisiones que, en relación con la vida
ces de percibir ciertos hechos que vendrí- cotidiana, buscan sustituir a las grandes
an a destruir su sentido de dominación» cosmovisiones míticas y religiosas, por lo
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que «lo peculiar de la ideología interpre- realmente sustenta, justifica o genera el


tada de esta forma es el ser una llamada primero; ni que, y en cuanto no podría
a la acción sobre el mundo que proclama concebirse una educación neutral y asép-
la teoría y la práctica por la mediación del tica, «la educación es un fenómeno ideoló-
discurso racional» (Flórez, 1986, 62). gico» (Santos, 2002, 31) que conlleva un
discurso y una acción de naturaleza emi-
La ideología puede también entender- nentemente ideológicos; o que, finalmen-
se, pues, como una estructura, sistema o te, en la “política educativa”, la “ideolo-
urdimbre de valores, de creencias y de gía” llega a adquirir un valor de singular
principios que puede permitirnos un relevancia, cuando no la impregna por
entendimiento o interpretación del completo.
mundo, que permite buscar una acción
social y política determinada y que, en En este orden de cosas, aunque indu-
último término, puede ordenarse hacia la dablemente entran también otros compo-
conquista y legitimación del poder. En nentes de los considerados, es el último
este sentido, como apunta Fullat (1994, concepto de ideología señalado el que qui-
163-164), la ideología es representación zás aquí más pueda interesar, por cuanto
del mundo que funciona como creencia y toda política, en general, y, en particular,
que puede conllevar estas características: toda “política educativa”, se ampara, se
es simple opinión, no discurso científico; realiza y se justifica en una determinada
sirve para pseudolegitimar el poder y la visión del mundo, en una concepción de lo
dominación; genera expectativas en quie- real, como decíamos, no científica, nor-
nes creen en ella; es práxica, en el sentido malmente compartida y con influencia en
de que tiene consecuencias en la vida el propio obrar, en la actuación del hom-
social; valora la realidad (el marxismo, la bre y del grupo; que puede, como opción

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clase social; el liberalismo, el egoísmo) y política constituida de poder, proyectarla
dinamiza la acción. Y, en todo caso, su efi- en la sociedad mediante los propios meca-
cacia quizás dependa sobre todo del senti- nismos que el mismo poder, incluso el no
miento y de la emoción que pueda susci- legitimado, le proporciona. Como bien revista española de pedagogía

tar (González Hernández, 1999, 20). señala Ortega (1989, 46), la “política edu-
cativa”, viene primariamente dirigida y
2. Ideología y educación condicionada por la perspectiva ideológica
Sin duda, ambos conceptos están y del poder político dominante.
han estado siempre estrechamente vincu-
lados, relacionados. En este sentido, por A lo largo del tiempo, sabemos inclu-
ejemplo, no hemos de olvidar, entre otras so cómo los diferentes grupos políticos
cosas, que en el discurso educativo o han pugnado por ejercer su dominio en el
pedagógico, cualquiera que sea, subyace campo de la educación al socaire y adop-
siempre un discurso de carácter ideológi- tando como resortes sus particulares con-
co, cuando no ocurre que es éste el que cepciones y perspectivas. Especialmente

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en los dos últimos siglos, sabemos tam- fuente de difusión e inculcación de la pro-
bién que cada una de las corrientes inte- pia ideología en la que se sustentan. Los
lectuales o sociales en general, resueltas grupos políticos e ideológicos estructuran
a veces en poder político, alcanzado de y asientan, así, sus actuaciones y progra-
uno u otro modo, se han afirmado en sus mas educativos en los pilares y los presu-
posiciones y modelos ante la educación y puestos ideológicos que les proporcionan
la cuestión escolar —conociendo, además, sus propias concepciones; y además, en no
el poder ideológico del mismo poder peda- pocos casos, la ideología incluso «enmas-
gógico— mediante la asunción y el ampa- cara el carácter de instrumento de la
ro de una u otra ideología; tenidas, ade- dominación social» (Yapur, 1975, 28).
más, en cada caso, como verdad y señera
frente a la supuesta falsedad de las otras. Dentro del concepto de ideología en el
Es más, como ya escribía Chico en los que nos estamos moviendo en estas líne-
años de nuestra transición política, inclu- as, señalábamos ya antes cómo, entre
so la primera consecuencia que se des- otros, Fullat indicaba como uno de sus
prende de cualquier sistema ideológico rasgos el hecho de que las ideologías son
«es la precisión de organizar y estructurar “opiniones”, creencias, convicciones, que
un sistema pedagógico que le ayude a con- no se fundan realmente en ninguna ver-
figurarse conforme al ideal que se pro- dad científica; y también el hecho de que
pugna como preferente y en función al sirven para generar expectativas, además
cual se pretende ordenar la sociedad ente- de motivar y, a menudo, también exacer-
ra» (Chico, 1978, 529). bar los sentimientos, las emociones y
hasta las pasiones. Es más, para Revel,
Cualquier poder político se inviste, o por ejemplo, la ideología es «una cons-
se enmascara, de ideología y, por supues- trucción a priori elaborada antes de y
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to, también la “educación” concreta que pese a los hechos y los derechos, es lo con-
propone o despliega cualquier gobierno trario de la ciencia y la filosofía, de la reli-
afirma, o cree afirmar, sus cimientos en gión y de la moral» (Revel, 2000, 60); pues
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una determinada ideología, para, a partir la ciencia acepta las decisiones de la expe-
de ahí, encaminarse a la consecución de riencia y la ideología las rechaza, la reli-
sus fines específicos. Las ideas acordes gión emana de la fe y la ideología busca
con la visión del mundo que se abraza hacer perfecto el mundo y, mientras que
desde la autoridad investida de poder ins- la moral respeta al ser humano, la ideolo-
titucional son, pues, guías de la acción y gía sólo reina para “destrozarle”. En este
de la actualización de “políticas educati- sentido y dentro de este contexto, incluso
vas” concretas que afectan hondamente a históricamente, no es en absoluto difícil
toda la sociedad. Además de que tales comprobar, aparte de los intereses más o
“políticas educativas”, sabiendo del espa- menos legítimos que puedan subyacer en
cio privilegiado y singular que la educa- un determinado momento, cómo las dife-
ción es para tal fin, pueden ser también rentes opciones políticas, y también socia-
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les, suelen entender las concepciones, ciales que han nutrido y espoleado el pen-
representaciones o “visiones” que se opo- samiento sociopolítico hasta hoy. Cierto
nen a la suyas no sólo como faltas de ver- es, sin embargo, que, fiel siempre al
dad, sino también de justicia, mientras Estado de derecho, las corrientes libera-
que las propias las entienden como justas les, históricamente y en determinados
y siempre verdaderas. momentos, se han escorado más a la dere-
cha o a la izquierda (Fermoso, 1989, 83);
De modo general y teniendo sólo como por lo que, bajo la misma etiqueta “libe-
referencia la educación y la “política edu- ral”, se han ido cobijando, a menudo coe-
cativa”, destacaremos brevemente algu- xistiendo, tendencias, si no contrarias, al
nos rasgos que aquí nos interesan en rela- menos diversas: desde las más extremas
ción con las dos ideologías o las dos gran- fundadas en un conservadurismo y en un
des cosmovisiones que en mayor medida, capitalismo sistemático, en el que, por
y desde una concepción y una perspectiva ejemplo, se sublima el funcionamiento
puramente actuales, alimentan y alien- absoluto de las leyes del mercado; hasta
tan la mayoría de las opciones políticas en la consideración de un liberalismo con
las sociedades y en los países democráti- mayor inclinación hacia las cuestiones
cos como el nuestro: el socialismo y el libe- sociales. En todo caso, el liberalismo pre-
ralismo. fiere «apostar al mérito desplegado por
cada individuo para mejorar las cuestio-
Antes de ello, podríamos, sin embar- nes públicas, y la educación entre ellas»
go, recordar la matización de Revel (2000, (Santarrone y Vittor, 2004, 8).
50) de que, mientras el socialismo sí se
puede considerar ideología, el liberalis- Respecto del propio ámbito educativo,
mo, por el contrario, no. Para el autor las concepciones liberales alientan una

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francés, el liberalismo no es ideología, educación en la que, tanto en lo que se
entre otras cosas, por cuanto no es una refiere a la dirección y control de la
teoría que esté basada en conceptos pre- estructura y del sistema educativo como a
vios a toda experiencia, tampoco un la extensión y democratización escolares revista española de pedagogía

dogma invariable y ajeno al curso de las —con seria preocupación por el gasto
cosas y a los resultados de la acción, sino público, no obstante—, se rechaza el
más bien un conjunto de observaciones monopolio del Estado, nunca asistencia-
sobre unos hechos que ya han acontecido, lista. También es cierto, no obstante,
que ya se han producido. como señala Gómez Pérez, que ello no
implica en absoluto que rechace que «la
Liberalismo. A partir de premisas sociedad sea educada por el Estado. La
más o menos latentes o explícitas en el paradoja se entiende: el liberalismo deja
pensamiento de “ilustrado”, el liberalismo que la sociedad sea educada por el Estado
se ha ido configurando a partir del siglo porque el Estado es él» (Gómez Pérez,
XIX como una de las cosmovisiones esen- 1977, 102). Por supuesto, el liberalismo

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ampara la libertad de enseñanza, una embargo, o apoyar principios como el de


expresión de amplio abanico semántico igualdad de oportunidades, buscando alen-
bajo la que se cobijan realmente diversas tar el desarrollo educativo y social de cual-
“libertades de enseñanza” (Embid, 2000, quier ciudadano. Se pretende, así, a que
231): libre iniciativa para la creación de todo alumno tenga garantizado un puesto
centros (de enseñanza privada), en cual- escolar gratuito en la enseñanza obligato-
quier nivel; derecho a la elección de los ria, y la posibilidad, de acuerdo con su
padres para elegir escuela, pública o pri- esfuerzo y capacidad, de que pueda acceder
vada, etc. En todo caso, los centros pue- a estudios superiores; incluso con una polí-
den y deben llegar a competir para atraer tica de becas, siempre considerada insufi-
alumnos. Se piensa, así, que la competen- ciente, sin embargo, por parte de quienes
cia y el mercado constituyen el mejor más las necesitan. De hecho, hoy en día, en
modo de elevar la calidad de la educación. la mayoría de los países occidentales, inclu-
Escribe Whitty: so en aquellos regidos por gobiernos neoli-
berales, se suele aceptar, en mayor o menor
«La preferencia por introducir grado, un régimen de intervención estatal
mecanismos de mercado en la educa- para limar disfunciones socioeconómicas;
ción, derivada en parte de una predi- poniendo en muchos casos especial énfasis
lección por la libertad de elección de en lo referido a la educación.
centro como un bien en sí mismo, tam-
bién se fundamenta en la convicción Asimismo, en el liberalismo, la educa-
de que la competencia produce mejo- ción no ha de perder nunca su perspecti-
ras en la calidad de los servicios que se va “productivista” de imbricación con el
ofrecen» (Whitty, 2000, 98). desarrollo económico. Tanto es así, que
las reformas educativas impulsadas por
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En este sentido, el amparo que la los gobiernos liberales suelen primar la


enseñanza privada tiene dentro de las idea de competitividad, con las miras
concepciones liberales puede originar puestas siempre en la productividad, por
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incluso centros educativos de élite. Y aun- lo que la calidad de la educación se mide


que no de élite, el liberalismo acepta por por el éxito escolar, «pero también por la
antonomasia la mayor eficacia de lo pri- pertinencia de la enseñanza en un mundo
vado, también de la enseñanza, frente a lo laboral en plena evolución» (Carnoy,
público y estatal. De ahí que, en el pensa- 2001, 101-102). El neoliberalismo más
miento liberal, la escuela privada salga radical puede acentuar, sin embargo,
en ventaja en aspectos como la calidad y muchos de los rasgos señalados, llegando
la gestión. a entender incluso la educación como
mero valor de mercancía.
En las sociedades democráticas occi-
dentales más desarrolladas, los gobiernos La libertad de cátedra, la autonomía
de tendencia liberal suelen cumplir, sin de los centros para utilizar sus recursos,

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el respeto a la individualidad, la compe- del Este, el comunismo que, bajo diversas


tencia entre el alumnado, la selectividad denominaciones, convive en las democra-
del sistema, la diversidad de opciones y el cias occidentales, o el socialismo, hasta la
pluralismo ideológico y social suelen ser socialdemocracia, que linda ya con las
también principios de la escuela de corte tendencias liberales de aliento social. Al
liberal. Padres, alumnos y, en general, la igual que ocurre con el liberalismo, no es,
comunidad educativa pueden, asimismo, pues, nunca posible su reducción a clichés
tener participación democrática en los estereotipados.
centros a través de los cauces correspon-
dientes. Obviamente, las ideas socialistas se
han resuelto y se resuelven de diferente
La escuela pública no ha de ser, en modo en el extremo de los regímenes
todo caso, y en principio, confesional, sino comunistas y de base marxista que en el de
laica y neutral tanto en aspectos religio- los partidos socialistas moderados y demo-
sos como políticos; si bien, y de acuerdo cráticos de Occidente; donde, sin duda, al
con los padres, puede impartir contenidos igual que las liberales, sus ideas han con-
y valores de carácter religioso. A veces tribuido también al desarrollo en todos los
puede abogar también por la educación sentidos de nuestras sociedades, propug-
cívica y en valores. Quizás pueda ocurrir, nando, además, una serie de valores de
no obstante, como señala Escolano, que raíz social que hoy día se asumen como
«un positivismo liberal, pretendidamente propios de los sistemas democráticos.
neutro y “laico” —tómese este calificativo
en su acepción más amplia—, al relativi- Como sabemos, el pensamiento socia-
zar las ideologías, puede conducir a cier- lista y el movimiento obrero tienen histó-
tas formas de descompromiso ético y de ricamente su origen moderno en las

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frivolidad deshumanizadora» (Escolano, transformaciones económicas y sociales
1983, 428). del siglo XIX como reacción natural con-
tra los excesos del capitalismo y los abu-
Socialismo. Lo entendemos aquí de sos del liberalismo económico. En los revista española de pedagogía

modo general como la ideología que en escritos de Marx, no se alude a la educa-


mayor o menor grado ha nutrido y nutre ción de forma extensa. Sí se consideran,
el pensamiento de las diversas corrientes por ejemplo, que la educación y la ense-
u organizaciones político-sociales que de ñanza han de abarcar la formación inte-
uno u otro modo se han amparado bajo lectual, física y técnica (politécnica). Así,
esta denominación; bien que es fácil en una de las medidas que se anuncian en
advertir las grandes distancias y matices el Manifiesto para que el proletariado se
que median en todos los sentidos entre valga del poder para ir despojando del
unos y otros tipos de socialismo: desde el suyo a la burguesía, se lee: «Educación
real o radical, de base dogmática y doctri- pública y gratuita de todos los niños.
naria implantado en la antigua Europa Prohibición del trabajo infantil en las

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fábricas bajo su forma actual. Régimen «Es probable que algunos rasgos
combinado de la educación con la produc- sean comunes a todas las escuelas
ción material, etc.» (Marx y Engels, 1976, capitalistas del mundo: división en dos
46). Remitiendo a Owen, se muestra, así, redes [formación técnico-profesional,
claramente la idea de la intrínseca rela- formación “intelectual”], separación
ción que siempre han de tener educación escolar que aísla la escuela de la pro-
intelectual y trabajo material y producti- ducción, dominio de la ideología bur-
vo, la unidad dialéctica de trabajo intelec- guesa (...).
tual y manual, la educación por el traba-
jo. La educación también aparece, por La escuela capitalista va unida al
ejemplo, en la tercera de las Tesis sobre capitalismo y debe desaparecer con él
Feuerbach (Marx y Engels, 1985, 107). aunque su transformación no sea cosa
fácil. La fusión del trabajo productivo
En cualquier caso, a partir de las pre- y de la enseñanza, la abolición de las
misas ideológicas del marxismo, se han dos redes de escolarización, colocar en
ido formando las diversas concepciones puestos de mando a la ideología prole-
socialistas sobre la educación y alzado, taria son el blanco en la mira de la
también en nuestros días, las voces con- escuela socialista» (Baudelot y
tra la denominada “escuela capitalista” Establet, 1976, 7-8).
de corte liberal o burgués. Se tiene la con- El siguiente texto matiza y resume,
ciencia de que, en el mundo occidental, la asimismo, muy bien la crítica a la escuela
educación y la escuela, clasistas, han sido capitalista:
causas de desajustes sociales, con sus
implicaciones económicas, morales e ideo- «Como aparato ideológico dentro
lógicas. Los autores de inspiración mar- de un Estado capitalista se suele asig-
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xista o socialista (Gramsci, Althusser, nar al sistema de enseñanza la fun-


Bourdieu y Passeron, Baudelot y ción de transmitir la ideología domi-
Establet, Bowles y Gintis, Carnoy, Apple, nante. A esta función tradicional, y en
revista española de pedagogía

Lerena, Fernández Enguita, etc.) conci- las etapas avanzadas del capitalismo,
ben de este modo la escuela en términos se le añade la de dar a la fuerza de
de su significación social y política; como trabajo las calificaciones y conoci-
reproductora de un orden social, económi- mientos que exige el mercado de tra-
co, cultural e ideológico; como un modo de bajo. A estas dos funciones se le incor-
consolidar el dominio de las clases domi- pora (…) una función discriminatoria
nantes y de reproducción de esa consoli- directamente clasista (…): la “cultu-
dación. A tal efecto, son significativas las ra” y las calificaciones más elevadas
palabras que Baudelot y Establet ponen quedan reservadas por el sistema de
en el prefacio de la edición española de La enseñanza a las clases dominantes,
escuela capitalista en Francia: sirviéndoles como un instrumento
más, y nada despreciable, de domina-

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Ideología, educación y políticas educativas

ción» (Elejabeitia y Fernández de ticia y la dignidad del hombre y quiere


Castro, 1977, 1). conseguir estos objetivos a través de la
educación» (Dietrich, 1976, 346).
Sin que se pretenda llegar a “colocar
en los puestos de mando a la ideología pro- 3. Ideología, políticas educativas y
letaria”, el socialismo moderado de los paí- educación en el nuevo siglo
ses democráticos acepta los principios de Es indudable, como afirma Medina,
libertad y respeto de la individualidad que «tanto la actividad política como la
humana, y manifiesta sus posiciones actividad jurídica o administrativa de la
sobre una educación como un bien al que educación son momentos de un mismo
han de poder, por igual, acceder todos los proceso que arrancan de la decisión polí-
seres humanos. Se aboga, así, por la tica, en función de ideologías e intereses»
escuela igual para todos, obligatoria y gra- (Medina, 1994, 128). Además, es también
tuita en sus primeros niveles —la con- históricamente cierto que, de acuerdo con
quista de la gratuidad y de la obligatorie- las breves referencias que hemos señala-
dad son un mérito indudable de la izquier- do de ambas concepciones, cuando predo-
da, aunque aparece ya como premisa en el mina la visión conservadora o liberal, rea-
pensamiento de algunos ilustrados de parecen los aspectos referidos a la liber-
aliento liberal—; por la perspectiva de tad, al rendimiento, a la disciplina, a la
alcanzar una auténtica igualdad de opor- eficiencia, etc.; mientras que, cuando pre-
tunidades mediante la oferta adecuada de valece la izquierda ideológica, se alzan
puestos escolares y una política suficiente cuestiones como la equidad, la participa-
de becas; por la escuela participada y ción, el acceso a la educación, la forma-
cogestionada democrática y corresponsa- ción en valores, etc. No es menos cierto,
blemente; por la escuela neutra y laica; sin embargo, que, en nuestro país y en los

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por la relevancia que, junto a los conteni- países de nuestro entorno, las políticas
dos científicos y disciplinares, ha de tener educativas de uno y otro signo, en los últi-
la educación cívica y en valores, etc. mos lustros, han ido paulatinamente asu-
revista española de pedagogía
miendo posiciones propias, en principio,
Asimismo, el pensamiento socialista de la cosmovisión contraria. Como bien
considera que la escuela ha de ser esen- recuerda Puelles (1999, 194), diversas
cialmente pública, a cargo del Estado, cuestiones educativas que antaño fueron
asistencial e intervencionista, y que ha de objeto de la “guerra escolar” (obligatorie-
estar bajo su control, procurando escaso o dad y gratuidad de la enseñanza, por
ningún margen para la creación de cen- ejemplo) son asumidas hoy de forma
tros privados, confesionales o no, que se natural por las políticas educativas de
entiende son más “negocio” que “educa- distinto sello ideológico.
ción”. En último término, en el camino de
este socialismo democrático está también No podemos entrar ahora en el deba-
sin dudad la «busca de la libertad, la jus- te de si se han ido o no limando algunas

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aristas de una u otra cosmovisión; de si ficando nuestro mundo y haciendo variar


una u otra han ido o no perdiendo por el nuestro propio contexto existencial y vital
camino parte de sus señas de identidad en múltiples aspectos. Sin querer exten-
históricas para asumir principios o con- dernos en ello, pues es un tema recurren-
quistas de la concepción contraria —como, te en los estudios sociales de nuestro
en lo que a la educación concierne, hemos tiempo, sí hemos al menos de recordar
ido ya entreviendo—; o de si las dos ideo- que fenómenos como la globalización, la
logías opuestas históricamente conservan llamada sociedad del conocimiento y de la
o pueden conservar o no todo su prístino información, el avance vertiginoso, y
vigor, especialmente quizás en tres de los asombroso, de las nuevas tecnologías, los
temas cruciales de la educación que, flujos migratorios —convertida hoy ya la
tanto desde su perspectiva teórica como emigración en un fenómeno más sistemá-
política, señalaba ya Sharp (1988, 110) tico y estructural que meramente coyun-
hace tiempo: contenido, control y acceso. tural y episódico, que conlleva sin duda
Sea como fuere, lo cierto es que en los paí- «la generación de grandes desafíos a la
ses de nuestro ámbito, se ha ido instalan- convivencia en las democracias occidenta-
do una especie de capitalismo o neocapi- les como principales países receptores»
talismo con ribetes sociales que, acen- (Blanco, 2006, 41)—, el consecuente cruce
tuando, según los casos, una u otra ten- cultural resuelto en diversidad, multicul-
dencia ideológica, y al socaire a menudo turalismo o interculturalismo, el auge de
de designios supranacionales, hacen que un nuevo liberalismo, la crisis económico-
las concepciones previas de uno u otro financiera y de otros órdenes de los lla-
signo barnicen a menudo su propia esen- mados “estados de bienestar”, la conse-
cia; frecuentemente más para conquistar cuente pérdida de confianza (económica,
o conservar el poder que para afrontar los político-social, institucional...) de los ciu-
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retos del nuevo siglo, muy distinto en dadanos, la creciente conciencia ecológi-
todos los sentidos del que aún no hace ca, un cierto auge también en la de toma
una década hemos dejado en el camino. de conciencia y de la propia acción de la
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sociedad civil, los supranacionalismos y


Sin duda, los últimos años del siglo un largo etcétera están indudablemente
anterior y los primeros de este nuevo siglo redimensionando el entorno tradicional
XXI en que ya nos movemos han procura- de nuestra existencia, cuando no creando
do y aún nos siguen procurando —a veces uno muy diferente, multiplicando las
con una celeridad tal que hace difícil su perspectivas en todos sus prismas, con
comprensión y su completa asimilación sus propias aristas, haciéndonos incluso
en todos los órdenes, tanto desde una repensar las formas de conocimiento, bus-
dimensión individual como social— una car un nuevo sentido vital y social y con-
serie diversa de fenómenos y de circuns- dicionándonos, en suma, a todos a nuevos
tancias que, a la vez que han ido cam- factores, a nuevos condicionantes y a nue-
biando perspectivas, están también modi- vas variables, muy dispares a veces de las

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Ideología, educación y políticas educativas

que nos circundaban no hace aún tanto en la que, por ejemplo, la “red” forma ya
tiempo. Al hilo de todo ello, o quizás más parte ineludible de nuestro propio y pecu-
bien por ello, nuestra sociedad se está liar proceso de aprendizaje individual
haciendo cada vez mucho más compleja y (Hartley y Bendixen, 2001)—, y la necesi-
nuestro mundo cada vez más confuso y dad de una «participación crítica respon-
lleno de incertidumbre (Ochoa, 2006, 67). sable para reaccionar ante las nuevas
transformaciones y los desajustes que la
Por todo ello también, muchas de las nueva situación produce» (Naval, 2008,
viejas premisas quizás se estén agotando, 25).
apagando, y quizás sea más necesario que
nunca que hoy en día, y en lo que a la edu- La concreción y el éxito mismo de lo
cación concierne, las “políticas educati- que no dejan de ser, sin embargo, alenta-
vas”, sustentadas en una u otra ideología, doras ideas que sirven para guiar los
que lleven a cabo nuestros políticos hayan fines, incluso para impulsar los medios,
de enfrentar nuevos y decisivos retos para pasa a nuestro entender por las acciones
este nuevo siglo que estamos empezando específicas e inmediatas que las “políticas
a hollar. Sin duda, en este sentido, a la educativas” de uno u otro aliento viertan,
vez que entrañan buena parte de esos entre otros aspectos, en relación con cua-
importantes desafíos, pueden ir también tro cuestiones que, con atinado criterio,
alumbrando el camino de la educación las hace ya algunos años señalaba Bras-
cuatro ideas nucleares del conocido infor- lavsky (1997) como esenciales en la edu-
me de la comisión de la UNESCO presidi- cación de nuestro tiempo: eficiencia, cali-
da por Jacques Delors (1996): aprender a dad, equidad y participación.
conocer, aprender a hacer, aprender a ser
y aprender a convivir; aspecto éste que se En el horizonte educativo de este siglo

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ha de convertir sin duda en esencial en que se nos acaba de abrir, estas cuatro
nuestro tiempo por cuanto, entre otras cuestiones, a menudo tan íntimamente
cosas, representa «de manera genuina los imbricadas e interrelacionadas de forma
ámbitos externo e interno de la educación necesaria, han de ser, sin duda, asumidas revista española de pedagogía

de la responsabilidad con sentido demo- como prioritarias y nucleares, con inde-


crático» (Touriñán, 2006, 227). Sin olvi- pendencia de la opción político-ideológica
dar, no obstante, tampoco, como se viene de los gobernantes que, democráticamen-
repitiendo desde hace tiempo, que esa te, accedan al poder; pues si bien es cier-
educación, que ha, asimismo, de servir to que las dos primeras (eficiencia y cali-
para aprender a aprender, ha ya de con- dad) fueron esgrimidas antaño como divi-
templarse indefectiblemente a lo largo de sas sobre todo de la ideología liberal y
toda la vida del ser humano, con todo lo conservadora, y las dos últimas (equidad
que ello implica; entre otras cosas, la for- y participación) como bandera de la ideo-
mación para la utilización racional de las logía socialista, en nuestros días, todas
nuevas tecnologías de la información — ellas han de constituir, sin duda, cuatro

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Jesús HERNÁNDEZ GARCÍA

pilares que unos u otros políticos de la han de afrontar los “políticos de la educa-
educación han de afrontar decididamente ción”, y requiere unas “políticas educati-
y con responsabilidad para, más allá de vas” alentadas por el rigor, la seriedad y
las orejeras ideológicas, adaptarlos conve- el conocimiento exhaustivo de los recur-
nientemente a los nuevos tiempos en pro sos, las condiciones y los fines que se per-
de la educación y de la sociedad. siguen; sin olvidar nunca, no obstante,
que el destinatario de esa educación es el
La eficiencia —que a nuestro enten- propio ser humano.
der tiene que ver en último término con el
verdadero valor que, sobre todo a medio y Por otra parte, a los viejos problemas
largo plazo, la educación aporta a la socie- de siempre, el vértigo de nuestro tiempo
dad, en todos los órdenes, y no sólo en el que decíamos antes suma otros muchos
más puramente económico— ha de ser que, con frecuencia, por no saber afron-
una impronta que en estos momentos, a tarlos con decisión, hacen que a menudo
la par que ha de exigirse a sus “políticos se vea seriamente afectada la calidad
de la educación”, sea de la ideología que educativa. La mejora de esa calidad en
sean, exige esa misma sociedad: gestionar nuestro país, en todos los niveles, es sin
adecuadamente los recursos públicos de duda uno de los desafíos que ya no admi-
toda índole para que la educación rinda a ten espera, sea cual sea la ideología o la
la sociedad lo que la sociedad le presta es cosmovisión socioeducativa que impregne
condición ineludible de toda “política edu- el poder político. En nuestro país, no bien
cativa” que se precie de tener validez y de valorado en este sentido, como sabemos,
ser valiosa. Ni que decir tiene que en la en todos los informes internacionales de
educación se sustenta buena parte del los últimos años, conseguido no hace
desarrollo y progreso de cualquier país tanto el sueño ilustrado de la educación
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(Hanushek y Wossmann, 2006), ni que, obligatoria, universal y gratuita hasta


como “bien de inversión”, implica unos una edad adecuada, es absolutamente
costos de los que se esperan determinados perentorio dirigir las miras a elevar los
revista española de pedagogía

beneficios (Cohen, 2002). Estos benefi- índices de la calidad de la enseñanza. Sin


cios, sin embargo, si bien se pueden y se obviar los indudables esfuerzos realiza-
suelen traducir a menudo casi exclusiva- dos y los logros conseguidos en múltiples
mente en términos de desarrollo y renta- aspectos de la educación española en los
bilidad, y aun si queremos cayendo en el años de la democracia, sabemos también
optimismo pedagógico que ya nos enseña- que no es menos cierto que nuestro nivel
ron los ilustrados, han de tener una educativo sigue por debajo del nivel de
alcance y una proyección superiores, otros países de nuestro entorno (Noda,
tanto de carácter individual como social. 2002, 202) y el fracaso escolar sigue, asi-
mismo, siendo muy preocupante en un
Sin duda, la eficiencia ha de ser uno país que se precia de ser uno de los más
de los retos que, más allá de su ideología, avanzados del mundo.

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Ideología, educación y políticas educativas

Pero la calidad no es siempre, en adaptarse y de mudar; y, como una cade-


absoluto, cuestión de recursos económi- na sin fin, a unos problemas resueltos, le
cos. Baste recordar, por ejemplo, cómo, seguirán indefectiblemente otros nuevos
por la despreocupación y la desidia de la sin resolver, pero el propio sistema ha de
“política educativa” española de una u ser lo suficientemente previsor y flexible
otra tendencia, la formación inicial del para asumirlos y para que, lejos de que
profesorado de Educación Secundaria, cada uno de ellos merme su capacidad,
que siempre ha estado considerada en sirvan para alentar la mejora de la ense-
boca de todos, también de nuestros “polí- ñanza en todo los aspectos. En caso con-
ticos educativos”, como un aspecto esen- trario, caminaría tan apartada de la
cial para mejorar la enseñanza en este sociedad que nunca podría alcanzar sus
nivel, ha “malvivido” durante cerca de fines más encomiables. Ahí, lejos de cual-
cuarenta años gracias a una legislación quier discurso más o menos sesgado ideo-
arcaica y a unos medios precarios, hasta lógicamente por unos u otros, está el ver-
que la Orden ECI/3858/2007 pone al dadero andamiaje de la calidad; bien que
menos las bases para una nueva forma- no dejamos de reconocer la dificultad de
ción mediante un máster dentro ya de las su definición y de su concreción concep-
coordenadas del Espacio Europeo de tual [1], por una parte, así como la difi-
Educación Superior. Pero los ejemplos cultad del planteamiento y de la validez
podrían multiplicarse: la falta de alicien- de sus posibles indicadores, por otra.
tes y la desorientación de buena parte del Además de ser en nuestros días un térmi-
profesorado, su pérdida de autoridad no que, por tan repetido de forma vana y
moral, la farragosa y multiplicada legisla- por su amplia extensión, acaba muchas
ción educativa, la cada vez más abundan- veces por convertirse en una expresión
te burocratización, las constantes modifi- gastada que termina por prostituirse y

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caciones curriculares, la “disgregación”, por perder casi todo su valor referencial.
“dispersión”, “fragmentación” o “federali-
zación” de la enseñanza española, sin que En todo caso, las “políticas educati-
a veces sirvan de anclaje los pretendidos vas”, sea cual sea su sustrato ideológico, revista española de pedagogía

criterios de “unificación”, etc., son, entre han de procurar dirigirse siempre hacia
otras muchas, cuestiones que a menudo las mayores cotas, hacia los mejores
en nada ayudan a mejorar la calidad de logros; y los encargados de definirlas y de
un sistema educativo con demasiadas llevarlas a cabo, sean de la tendencia que
fallas en su subsuelo. sean, han, ineludiblemente, de afrontar
este reto si se desean fundamentar con
Sin duda, la educación, en sí misma, rigor las bases necesarias para la educa-
ha de estar siempre en crisis, en su senti- ción que requiere el nuevo siglo.
do más prístino de cambio. Es más: es
incluso una necesidad que así sea. Como Pero, obviamente, la calidad y la efi-
un organismo vivo, ha de moverse, de ciencia —antaño, decíamos, divisas de la

145
Jesús HERNÁNDEZ GARCÍA

ideología liberal— tienen que ser compa- participación educativa. Si, como, por
tibles con la equidad en la educación, ejemplo, considera Ardoino, podemos esti-
marchamo del pensamiento socialista. Es mar en la educación «una dimensión de la
más, creemos que la calidad y la eficiencia sociedad global, que tiene por principal
educativas han de ser tales de modo espe- objeto preparar al hombre para desarro-
cial y singular por mor y razón de la equi- llar y utilizar de modo óptimo sus condi-
dad. Las posibilidades reales de acceso ciones de existencia» (Ardoino, 1980,
para todos —con independencia de cual- 276), esa sociedad global, cualquiera que
quier otra variable o condición de tipo eco- sea, pero más en una sociedad democráti-
nómico, social, cultural, geográfico, etc.— ca —porque es sobre todo en un contexto
a una educación de calidad ha de ser, sin democrático donde la participación alcan-
duda, una meta ya irrenunciables de za su auténtico relieve y afirma todo su
cualquier “política educativa”, sustentada valor—, ha de participar, de intervenir de
en la concepción que se sustente, en todo algún modo en esa educación tan esencial
Estado de derecho, moderno y democráti- para la persona y para la vida humana;
co. Sobre todo cuando el concepto de equi- entre otras cosas, para garantizar el pro-
dad no puede ser siempre y en todos los pio derecho a la educación. La participa-
casos completamente equiparable con el ción, como cuestión política, en el sentido
concepto igualdad: en una sociedad tan de criterio o de principio político-educati-
compleja como la nuestra y cada vez más vo que en democracia ha de conllevar
diversa, múltiple y multiforme en todos intrínsecamente cualquier posición ideo-
los sentidos, la equidad ha de implicar y lógica, ha de formar, pues, parte de un
suponer también «actuar justamente estilo democrático cuya acción o actuación
teniendo en cuenta las diferencias y ha de tener un carácter instrumental al
obrando diferentemente según sea el caso servicio de la actividad educativa y de los
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ante el que nos encontramos» (Altarejos, fines del propio sistema.


2003, 176).
En todo caso, si, de modo general,
revista española de pedagogía

Ahí está otro de los verdaderos retos podemos decir que la acción política tien-
que, con independencia de su ideología, de al bien común, y si podemos decir tam-
han de afrontar los políticos de la educa- bién que el principio de la participación
ción en este nuevo siglo; sin caer en abso- social y democrática en educación se ha
luto en la idea de que apostar de modo de estimar hoy como necesario e incues-
decidido por la equidad educativa ha de tionable en las “políticas educativas” de
conllevar indefectiblemente mermas for- una sociedad libre y democrática, sin
zosas en la eficiencia y en la calidad de la duda la participación, aparte de su valor
educación. propio, se ha de entender valiosa para
aquello de lo que y en lo que se participa,
Ahora bien, equidad, calidad y efi- es decir, la propia educación (Hernández
ciencia pueden beneficiarse sin duda de la García, 2001, 64-65). No en balde, ade-

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Ideología, educación y políticas educativas

más de poder coadyuvar a la consecución realice por éstos o por aquéllos, al socaire
de la equidad en todas sus facetas y a la de una u otra cosmovisión, y lejos de otros
corrección de las posibles disfunciones intereses a veces espurios, ha de realizar
que pudieran darse en este sentido, diver- sus acciones y reformas pertinentes con
sas teorías señalan también que la parti- las miras puestas siempre en la educa-
cipación de la sociedad en las decisiones ción que requiere en verdad en nuestro
educativas y en su gestión supone un tiempo una sociedad avanzada y comple-
importante factor de calidad en el ámbito ja; abordando con rigor una educación en
de la educación (Delgado, 1997, 105). la que, creemos, la eficiencia, la calidad,
Asimismo, como también se ha señalado a la equidad y la participación han de poder
menudo, «las políticas educativas que convertirse en sus verdaderas señas de
quieran mantener una eficiencia externa identidad y en los fundamentos necesa-
e interna alta (…) deben permitir la par- rios e ineludibles para, a su través, lograr
ticipación de los grupos sociales que se también una sociedad cada vez mejor,
consideren necesarios para poder explici- más justa, más libre y más solidaria. Y
tar mejor las expectativas sociales respec- todo ello, independientemente del consen-
to de la educación» (Gutiérrez Moar et al., so o del disenso educativo, ambos posibles
2001, 11). y legítimos en una sociedad democrática;
si bien es cierto, como señala Puelles
De ahí, por tanto, que podamos consi- (2006, 81), que, en lo que atañe a la edu-
derar la participación como un problema cación y a la enseñanza, si se quiere que
que también han de acometer decidida- los modelos y las reformas perduren, son
mente las “políticas educativas” de nues- necesarios la transacción y el consenso en
tro tiempo que lleven a cabo unos u otros, los aspectos fundamentales.
y como un importante desafío que esas

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mismas políticas, amparadas en el sello Y al hilo de todo lo señalado, no se ha
ideológico que se amparen, ha de afron- de olvidar, por último, que nuestros
tarse en una sociedad moderna y demo- gobernantes y políticos, abrigados por
crática. Más cuando, «en la organización una u otra ideología, han de comprender revista española de pedagogía

democrática, la participación es la vía también y valorar el nuevo e ingente


legal por la que se presta o se retira el valor que la educación y la enseñanza han
consentimiento hacia un proyecto educa- de adquirir en estos nuevos tiempos ace-
tivo y se garantiza la responsabilidad de chados por la incertidumbre y la comple-
los miembros de una comunidad social» jidad que decíamos; y de saber, asimismo,
(Touriñán, 1996, 280). como bien señala Tedesco, que, «en la
medida en que la información y el conoci-
Sea, pues, como fuere, desde el dis- miento constituyen cada vez más las
curso ideológico que se estime en demo- variables claves de la distribución del
cracia, siempre que sea legitimado por la poder, el control de su producción y de su
sociedad, la “política educativa” que se distribución se convierten en el ámbito

147
Jesús HERNÁNDEZ GARCÍA

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149
Jesús HERNÁNDEZ GARCÍA

Resumen: two outstanding ideologies nowadays,


Ideología, educación y políticas socialism and liberalism. It is then point-
ed out that the 21st century requires a dif-
educativas
ferent education accordingly, since phe-
En este artículo, tras reflexionar bre-
nomena like globalization, new technolo-
vemente sobre el concepto de ideología, se
gies or emigration are modifying our
consideran la concepción educativa y las
world and our own existential context. So,
aportaciones de las dos corrientes ideoló-
the actions of the educational policies in
gicas más importante de nuestro tiempo:
modern democratic countries, beyond
socialismo y liberalismo. A continuación,
consensus or lack of political agreement,
se plantea que el siglo XXI requiere una
should be planned and carried out stress-
educación distinta y acorde siempre con
ing the four main issues which in turn
los nuevos tiempos, pues fenómenos como
were the highlights of each educational
la globalización, las nuevas tecnologías o
approach: efficiency and quality within
la emigración están modificando nuestro
liberalism, equity and participation in
mundo y nuestro propio contexto existen-
left wing trends.
cial. De ahí que las políticas educativas
de los países modernos y democráticos,
Key Words: ideology, educational poli-
amparadas en mayor o menor grado por
cies, efficiency, education quality, equity,
una u otra ideología, y más allá del con-
participation.
senso o de la falta de acuerdo político,
hayan de planificar y de realizar con rigor
sus acciones, poniendo el énfasis sobre
todo en cuatro cuestiones esenciales que
antaño fueron señas de identidad de uno
u otro planteamiento educativo: la efi-
año LXVIII, nº 245, enero-abril 2010, 133-150

ciencia y la calidad, del pensamiento libe-


ral; y la equidad y la participación, de las
corrientes de izquierda.
revista española de pedagogía

Descriptores: ideología, políticas educa-


tivas, eficiencia, calidad de la educación,
equidad, participación.

Summary:
Ideology, Education and Educational
Policies
After a short reflection on the concept
of ideology, this paper considers the con-
cept of education and the contributions of

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