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De Alain Badiou en esta colección Filosofía y actualidad

De u n desnsrre o scuro. S obre el fin de la v e rd ad de F-srado


El debate
H eid eg g er: el nazism o, las m ujeres, la filosofía
(en colaboración con Barbara Cassin)

N o hay relació n sexual. D os lecciones so b re «L’É to u rd it» de


Alain Badiou
Lacan Slavoj Zizek
(en colaboración co n Barbara Cassin)

De Slavoj Zizek en esta Editorial


A m orrorru editores
p r ó j i m o . T r e s i n d a g a c i o n e s e n te o l o g í a p o l ít ic a Buenos Aires - Madrid
en colaboración con Eric L. Santncr y Kennetb Rcinbard)
C o lec ció n N ó m a d a s
P h ilo so p h ie u n d A k tu a lita t. F.in S lrc itg csp rá c h , A lain B ad io u , Slavoj índice general
¿ i£ e k
© Passagcn V erlag C c s, m .b .H ., 2005
T rad u cc ió n : Silvina R o tcm b crg

O Todos los d e re c h o s d e la ed ició n en caste lla n o reserv ad o s p o r


A m o rro rtu e d ito re s E sp añ a S .L ., C /L ó p cz d e H o y o s 15, 3 ° izq u ierd a -
2 S 0 0 6 M a d rid
A m o rro rtu e d ito re s S.A., P araguay 1 2 2 5 , 7 U p iso • C 1057A A S Buenos
Aires
9 Prólogo, Tctcr Engelm ann
w w u -.a m o rro rtu e d iio rc i.c o m

13 Pensar el acontecimiento, Alain Badiou

47 «La filosofía no es un diálogo», Slavoj Z iíe k


Q u e d a h ech o el d ep ó sito q u e p rev ien e la ley n ° 1 1.723
67 Discusión
In d u stria a rg e n tin a . M a d e in A rg en tin a

ISBN 9 7 8 -9 5 0 -5 lS -4 0 0 -2 (A rgentina)
ISB N 9 7 8 -8 -1 -6 1 0 -9 0 4 2 -6 (Esparta)
ISBN 9 7 8 -3 -8 5 1 6 5 .6 7 3 -3 , V iena, e d ic ió n o rig in a l

B ad io u , A lain
F ilo s o fía y a c tu a lid a d / A lain B a d io u , S lavoj 2 i¿ e k . - 1J c d . -
B u en o s A ires : A m o rro rtu , 2 0 1 1 .
9 6 p .; 2 0 x 1 2 cm . - (C o lecció n N ó m ad as)

T rad u cc ió n d e : Silvina R o tcm b crg

ISBN 9 7 8 - 9 5 0 -5 1 8 .4 0 0 - 2 (A rgentina)
ISBN 9 7 S -8 4 -ííl0 -9 0 4 2 -fí (E spaña)

1. F ilosofía. I. Z i2 ek , Slavoj. I I . R o tcm b crg , S ilvina, trad .


III. T ítu lo .
C D D 190

Im p reso e n lo s T alleres G ráfic o s C o lo r E fe, Paso 192, A vellaneda, p r o ­


vin cia d e B uenos A ires, en n o v iem h re de 2 0 ! 1.

T ira d a d e esta ed ició n : 2 .0 0 0 ejem plares.


Prólogo
Peter Engelmann

Bl ex presidente francés Fran^ois M ittera n d fue


fam oso d u ran te su gobierno por invitar a filósofos
al Elíseo para discutir con ellos cuestiones políticas
y perspectivas sociales. De ese m odo se alineaba en
una antigua tradición, en la que el p o d e r ilustrado
buscaba la cercanía de filósofos para obtener así le­
gitimación. N o sabemos si esos encuentros influye­
ron sobre las decisiones políticas de M itterand, p e ­
ro al m enos este q u e d ó en nuestra m em oria com o
un presidente intelectual.
Independientem ente de si su consejo es solicita­
do seriamente o de si sólo son utilizados com o figu­
ras decorativas o com o simple ropaje intelectual, lo
cierto es que los intelectuales invitados nunca salen
bien parados de esas escenificaciones. Sin embargo,
se diría que les resulta muy excitante ser convidados
a la mesa del poder.
Pertenecen, por cierto, al pasado los tiempos en
que era im portante saber qué tenían para decir so­
bre los sucesos de la actualidad filósofos c o m o Si-
m one de Beauvoir o Jean-Paul Sartre, M ichel Fou-
cault o Jean-Frangois Lyotard, y qué propuestas h a ­
rían para m ejorar las circunstancias. Incluso a q u e ­
llos que en los años setenta presum ían de filósofos
re le v a n d o a los filósofos han sido re e m p la z a d o s Las respuestas del filósofo parisino Alain Badiou
hoy, a su vez, por animadores y modelos, por futbo­ y del filósofo y psicoanalista esloveno Slavoj Zizek,
listas y boxeadores. Uno se ve tentado, por lo tanto, que en 2 0 0 4 dialogaron en Viena sobre este tem a,
de hablar de una edad de oro en la que aún parecía resultan más modestas y escépticas de lo que cabría
c o n ta r la o p in ió n de los filósofos, p e ro , «fueron e s p e ra r de un filósofo. En lugar de a m p a rarse en
realmente tiempos mejores? viejas potestades que la historia volvió obsoletas h a ­
T am poco ha pasado todavía tanto tiem po desde ce tiem po, p ro cu ra n reflexionar sobre las cualida­
que discutíamos sobre la participación que le cupo des específicas del pensam iento filosófico y derivar
al filósofo Karl M a rx en el régim en to ta litario de de allí sus respuestas.
Rusia y, posteriorm ente, de los países del bloque so­ Alain Badiou y Slavoj Zizek se conocen y valoran
viético. ¿Acaso el genocida Pol Pot no era un in te ­ desde m ucho tiempo atrás. Slavoj Zizek propuso rei­
lectual form ado en París? ¿Cuántas personas fueron teradam ente que Alain Badiou pasara a form ar par­
denigradas, desterradas y asesinadas du ran te la re­ te del c a tálogo de la e d itorial Passagen. A su vez,
volución cultural china? Alain Badiou intercedió para que las obras de Slavoj
La pregunta que se plantea en este libro — si el Zizek fuesen traducidas al francés. Ambos saben, a
filósofo debe participar en los sucesos actuales y co­ g ra n d e s rasgos, qué dirá y c ó m o a r g u m e n ta r á el
m entarlos— pone en cuestión el rol de los intelec­ otro. Sin em bargo, disienten respecto de im p o rta n ­
tuales en nuestra sociedad, y se espera que a ella res­ tes ideas y conceptos filosóficos, tal com o lo confir­
p o n d a n los filósofos. Ya no se trata sólo de que los m aro n en aquella ocasión. Esto atañe tanto al c o n ­
filósofos tienen que interpretar el m undo: también c e p to de a c o n te c im ie n to c o m o al de lo real, pero
deberían cambiarlo. tam bién a su m anera de entender el rol de lo imagi­
La respuesta a esta pregunta debe tom ar en cuen­ nario y el de la política. C oncuerdan, por el c ontra­
ta hoy dos extrem os. Por un lado, la participación rio, en que el com prom iso filosófico debe ser resul­
de los intelectuales en los crímenes del siglo XX p e ­ tado de lo que es propio del pensam iento filosófico
sa sobre la m anera en que este grupo social se define y en que tiene que poner allí sus límites.
a sí m ism o, a m enos que actúen olvidándose de la Debemos el presente libro a la idea e iniciativa de
historia. Por otro lado, cabe preguntarnos si consti­ Franyois Laquiéze, ex director del Instituto Cultural
tuye en verdad un cambio provechoso permitir que Francés de Viena, quien invitó a Alain Badiou y a
m odelos, conductores, deportistas y grupos simila­ Slavoj Zizek a esa ciudad para una discusión con fi­
res ocupen en la sociedad mediática actual la posi­ nal a bierto, e vento que llevó a cabo junto con Vi-
ción de los intelectuales. cenc RajSp, director del Instituto Científico Eslove­
no en Viona. Lo único preestablecido fue el tem a; Pensar el acontecimiento
todo lo demás surgió de la discusión, que m oderó el
A la in B a d io u
periodista vienes Claus Philipp.
A lo largo de su estadía en Viena, Frangois La-
quiéze dio un fuerte impulso al intercambio entre la
cultura francesa y la germ anoparlante, y llevó al Ins­
titu to C u ltural Francés a un nuevo florecim iento,
que se percibe todavía hoy en la ciudad. Sobre todo, N o s p reg u n ta m o s esta noche de q u e m an e ra la
no vaciló en com pletar el program a habitual de los filosofía se inmiscuye en los sucesos de la actuali­
in stitu to s de c u ltu ra con a p o rte s sustanciales del dad, en cuestiones históricas y políticas, etc., y cuál
p e n s a m ie n to c o n te m p o rá n e o y de la filosofía. Le es la naturaleza de esa intromisión. <Por qué el filó­
estamos muy agradecidos por ello. sofo debería inmiscuirse en cuestiones relativas a los
D urante la edición del libro renunciamos a pulir sucesos actuales? Slavoj Zizek y yo vamos a form u­
los textos. Quisimos conservar su carácter espontá­ lar algunas reflexiones iniciales que darán lugar con
neo y no falsear lo expuesto convirtiéndolo en una po ste rio rid ad a una discusión. Por cierto, estamos
estructura de pensam iento fundam entada sistemáti­ de acuerdo en m uchos aspectos, p o r lo que no p o ­
camente. N uestro propósito es, más bien, que el li­ dem os prom eterles una batalla, pero harem os todo
bro estimule a contradecir, profundizar y continuar lo posible.
leyendo. En prim er lugar, creo que debemos liberarnos de
Quizá sea correcta la hipótesis de Zizek de que la la falsa representación de que la filosofía puede h a ­
filosofía no es un diálogo. Sin embargo, la conversa­ blar de todo. Esa representación form a parte de la
ción filosófica es siem pre estim ulante, tal com o lo figura del filósofo televisivo que habla sobre proble­
m ostró el evento y lo muestra hoy el libro. mas sociales, sobre problemas relativos a los sucesos
de la a c tu a lid a d .. . ¿Por qué es falsa esa representa­
ción? Porque filósofo es aquel que crea sus propios
problem as, aquel que inventa problemas, y no aquel
al cual la televisión puede preguntarle todas las n o ­
ches su opinión sobre los sucesos del día. Un verda­
d e ro filósofo decide p o r sí mismo qué problem as
son im portantes, y propone nuevos problemas. La
filosofía es, ante todo, inventar nuevos problemas. *-
De esto se desprende que el filósofo se inmiscuye P la tó n no s m u e s tra qué significa q u e do s p e n s a ­
c u a n d o c o n s id e ra que d e te r m in a d o s a sp ec to s de m ientos sean inconm ensurables c o m o lo son, p o r
una situación — sea esta histórica, política, artística, ejemplo, una diagonal y el lado de un cuadrado. En
am orosa, científica o lo que fuere— son la señal de esa discusión hay dos concepciones que remiten una
que hay que inventar un nuevo problema. Sí, el filó­ a la o tra sin que haya entre ellas ninguna relación.
sofo se inmiscuye cuando en los sucesos de la actua­ Calicles sostiene que el d e re c h o es el p o d e r, y el
lidad descubre señales sobre la necesidad de un nue­ hom bre feliz, el tirano, un hom bre que pasa por alto
vo problem a y de una nueva invención. De este m o ­ a los o tro s con astucia y violencia. Sócrates opina
do surge la siguiente pregunta: ¿Bajo qué condicio­ que el verdadero hom bre, el hom bre feliz, es el jus­
nes encuentra el filósofo, en una determinada situa­ to en el sentido filosófico de la palabra. Entre la jus­
ción, señales para un nuevo p roblem a y un nuevo ticia com o violencia y la justicia com o pensam iento
pensam iento? Quisiera em pezar nuestra discusión no hay una simple oposición que podam os abordar
to m ando este punto. con argum entos basados en una n o rm a en com ún.
In tro d u z c a m o s p rim e ro el c o n c e p to de «situa­ Ahí falta alguna relación. Por lo tanto, en este caso
ción filosófica». En el m u n d o se p roducen sucesos no se trata de una discusión, sino de una c onfronta­
de todo tipo sin que por ello se trate de situaciones ción. Q uien lea el diálogo e n ten d erá que no habrá
para la filosofía, de situaciones filosóficas. Pregun­ un interlocutor que convenza al otro, sino un vence­
té m o n o s e n to n c e s: ¿Qué características presenta dor y un vencido. Esto explica por qué en ese diálo­
una situación que es realmente una situación para la go los m étodos de Sócrates son apenas más decentes
filosofía, una situación para el pensam iento filosófi­ que los de Calicles. Allí, el fin justifica los medios: lo
co? Les daré tres ejemplos de situaciones filosóficas que im porta es ganar, sobre todo ante los ojos de los
para que puedan hacerse una idea al respecto. jóvenes que presencian la escena.
El p rim e r ejem plo ya tiene, si se me perm ite la Al final pierde Calicles. Si bien no asume su d e ­
expresión, fo rm ato filosófico. Lo en c o n tram o s en rrota, calla y se queda en su rincón. Pierde, por cier­
el diálogo Gorgias de Platón, que describe el fuerte to, aunque sólo en esta puesta en escena de Platón,
c h o q u e e n tre Sócrates y Calicles. Ese c h oque crea porque no suele ser alguien com o Calicles el que re­
una situación filosófica que adem ás presenta rasgos sulta vencido. Pero esos son los placeres que da el
casi dram áticos. <Por qué? Porque el pensam iento teatro .. .
de Sócrates y el de Calicles no tienen un parám etro 'Q u é nos enseña sobre la filosofía esta situación?
en c o m ú n , son e x tra ñ o s el u n o al otro. En su des­ Su única tare a es m ostrar que debem os hacer una
cripción de la discusión e n tre Calicles y Sócrates, elección. Debem os decidir entre dos clases de p e n ­
s am iento. D ebem os decidir si estam os del lado de de un consorcio multinacional de cosmética p o r un
Sócrates o del de Calidos. En este ejemplo, la filoso­ filósofo de ren o m b re. El general M a rc e lo quería,
fía nos m uestra el pensam iento como una elección, pues, ver a Arquím edes. Dicho sea de paso: cuesta
el p ensam iento com o decisión. Su tarea específica imaginar que M arcelo supiera m ucho de m atem áti­
es explicarnos esa elección. Podem os decir, e n to n ­ ca. Sim plem ente, quería ver — y esa curiosidad lo
ces, que una situación filosófica es un m om ento en h o n r a — qué aspecto podía tener un o p o sitor de la
el cual se vuelve clara una elección; una elección en talla de Arquímedes. Entonces, le envió a su mensa­
la que se tra ta o bien del ser-ahí o bien del p e nsa­ jero, pero aquel no se inmutó. «¡El general Marcelo
miento. quiere verte!», repitió el soldado, y ta m p o c o esta
La m uerte del m atemático Arquímedes nos sirve vez obtuvo respuesta de Arquímedes. El soldado ro ­
c o m o segundo ejemplo. Arquím edes es uno de los m ano, que no tenía gran interés p o r las m atem áti­
más grandes pensadores de la historia de la hum ani­ cas, no entendía cóm o alguien podía ignorar una or­
d a d . Sus te x to s m a te m á tic o s s o rp r e n d e n todavía den del general Marcelo.«¡Arquímedes! ¡El general
hoy. Este genio e x tra o rd in a rio fue capaz de refle­ quiere verte!». Arquímedes levantó de m anera im­
x io n a r sobre el infinito e in v en ta r de tal m o d o el perceptible su m irada y le dijo al soldado: «Déjame
cálculo infinitesimal prácticam ente 2.000 años a n ­ term inar la demostración»». A lo cual el soldado res­
tes que Newton. pondió: «¡Me im porta un rábano tu demostración!
A r q u ím e d e s era un g rie g o n a c id o en Sicilia. ¡Marcelo quiere verte ahora!». Arquímedes retom ó
C u a n d o los rom anos invadieron la isla, luchó junto su cálculo sin responder. El so ld a d o , d e s b o rd a d o
a quienes se les opusieron y desarrolló máquinas de p o r la ira, sacó su espada y m ató a Arquímedes, cu­
g u erra, p ero esto no logró evitar la victoria de los yo cuerpo, al caer, borró la figura en la arena.
romanos. ¿Por qué se trata en este caso de una situación fi­
A comienzos de la ocupación romana, Arquím e­ losófica? Porque nos muestra que entre el derecho
des retom ó sus trabajos matemáticos. Tenía el hábi­ del Estado y el pensamiento creativo, en especial el
to de dibujar figuras geom étricas en la arena. Una pensam iento puram ente ontológico de las m atem á­
vez, mientras cavilaba a la orilla del mar sobre co m ­ ticas, no hay ningún p a rá m etro en c o m ú n , no hay
plicadas figuras dibujadas en la arena, se le acercó una verdadera discusión. El poder es la violencia; el
un soldado rom ano, una especie de mensajero, y le p e n s a m ie n to c reativo, p o r el c o n tr a rio , no tiene
dijo que el general ro m a n o M a rc e lo quería verlo. otra fuerza que la de las reglas que le son inm anen­
Los rom anos sentían una gran curiosidad por los sa­ tes. Arquímedes sigue las leyes de su pensam iento y
bios griegos, similar quizás al interés del presidente de ese m o d o se mueve por fuera del círculo de ac­
ción del poder. El tie m p o p r o p io de la d e m o s tra ­ yan film ado. El arg u m e n to es sencillo. La historia
ción no p u e d e to m a r en cuenta la urgencia d e los transcurre en el Japón de la época clásica, que ofre­
vencedores militares; la escena culm ina en violen­ ce un material inagotable, sobre todo, para las pelí­
cia, lo cual dem uestra que no hay un parám etro en culas en blanco y negro. Una joven mujer está casa­
c o m ú n , ninguna m edida de tiem po en com ún, p a ­ da con el propietario de un pequeño taller, un h o m ­
ra el po d er, p o r un lado, y las v erdades creativas, bre h o n o rab le de buena posición económ ica, pero
p o r el otro. al que no ama ni desea. Y he aquí que se enam ora de
Recordem os a hora o tro suceso: Durante la o c u ­ un joven que empieza a trabajar como empleado en
pación de los suburbios de Viena p o r el ejército es­ el taller. Mizoguchi venera en sus películas la desdi­
tad o u n id e n se, al final de la Segunda G uerra M u n ­ cha y la tolerancia de las mujeres de la época clásica,
dial, un s o ld a d o d isparó a m uerte c o n tra el genio en la cual el adulterio era castigado con la muerte.
musical más grande de aquella época, el compositor Sobre am bos am antes se cierne el peligro de m orir
A ntón Weber, sin saber a quién tenía en frente. crucificados. H u y e n al cam po. Esa huida es re p re ­
Un accidente, una situación filosófica fallida. sentada en escenas extraordinarias, que nos c o n d u ­
Entre el p o der y las verdades hay una distancia: cen p o r un m u n d o de send ero s, cabañas, lagos y
la distancia que media entre M arcelo y Arquímedes, barcas. El amor, prisionero de su po d e r sobre la p a ­
que no puede ser salvada por el mensajero, sin duda reja perseguida y cansada, se envuelve en esa n a tu ­
un soldado b ru to pero disciplinado. 1.a tarea de la raleza tan im penetrable co m o poética. E ntretanto,
filosofía es aclarar esa distancia. Debe captar a tra ­ el m arido intenta proteger a los fugitivos. Los mari­
vés del p e n sam ien to una distancia desm edida; in ­ dos están obligados a denunciar el adulterio, pues
cluso, debe inventar prim ero la medida para esa dis­ en caso c o n tra rio se convierten en cómplices. N o
tancia. obstante, pro cu ra ganar tiem po — lo cual m uestra
A la p rim era definición de situación filosófica, c u á n to am a a su m ujer— so ste n ien d o que esta ha
entendida esta com o la que aclara la elección, la d e ­ viajado al cam po, a casa de sus p a d r e s . . . Un h o m ­
cisión, p o d e m o s añadir a hora una segunda defini­ bre realm ente honorable. Un personaje de película
ción: es la que aclara la distancia entre el poder y las e x tre m a d a m e n te bello. Los am antes, sin em bargo,
verdades. so n d e la tad o s, los apresan y son llevados al lugar
E lijo c o m o t e r c e r e je m p lo u n a p e líc u la : Los don d e serán ejecutados.
amantes crucificados, del director japonés Kenji Mi- Las imágenes siguientes, las últimas de la pelícu­
zoguchi. Esta obra maravillosa es, seguramente, una la, constituyen o tro ejemplo de situación filosófica.
de las películas de am or más bellas que jamás se h a ­ Los am antes están sobre una m uía, atados espalda
por un lado, y, por el otro, las reglas usuales de la vi­
contra espalda. La escena nos muestra a los jóvenes da, las leyes de la ciudad y del m a trim o n io . ¿Qué
a ta d o s que en fre n ta n la violenta m uerte: se los ve tiene para decir al respecto la filosofía? La filosofía
com o en estado de éxtasis pero libre de pathos; una dice: «Hay que pensar el acontecimiento». Hay que
sonrisa se insinúa en sus rostros — una «sonrisa» re­ pensar la excepción. Hay_que estar en condiciones
primida, por decirlo de alguna m anera— , que reve­ de enunciar aquello que no es usual. Hay que pensar
lan que el a m o r se ha a p o d e ra d o p o r c om pleto de la transform ación de la vida.
ellos. Pero la película, q u e se entrega totalm ente a Ahora podem os resumir las tareas de la filosofía
los infinitos matices del blanco y negro sobre esos según las situaciones filosóficas:
rostro s, no debe e x p re s a r la idea rom á n tic a de la — A clarar las posibilidades de elección f u n d a ­
u n ió n e n tre el a m o r y la m u erte. Los a m a n tes de mentales del pensam iento. Esa elección es siempre,
ningún m odo desean morir. Lo que refleja la escena en última instancia (como hubiera dicho Althusser),
es, por el contrario, que el a m o r es lo que resiste a la la elección entre lo interesado y lo desinteresado.
muerte. — Aclarar la distancia entre el pensam iento y el
En una conferencia en la FEMIS,* Deleuze dijo poder, entre las verdades y el Estado; m edir esa dis­
una vez, citando a M alraux, que el arte es lo que re­ tancia y saber si es o no posible salvarla.
siste a la m uerte. Pues bien, en esas imágenes g ra n ­ — Aclarar el valor de la excepción, el valor del
d io sa s, n o só lo el arte de M iz o g u c h i resiste a la a contecim iento, el valor de la ruptura, resistiendo,
m uerte, sino que ellas nos inducen a creer que tam ­ por cierto, al simple fluir continuo de la vida, resis­
bién el am or resiste a la muerte. De esa forma se ge­ tiendo al conservadurismo social.
nera aquel acuerdo entre el am or y el arte que dába­ T ratar sobre la elección-} la distancia y la excep­
mos ya por existente. ción: tales son las tres grandes tareas de la filosofía,
La «sonrisa» de los amantes — así me referí a ella, al m enos si se quiere que esta tenga un valor para la
a falta de una expresión mejor— es una situación fi­ vida y sea algo más que una disciplina académica.
losófica. ¿Por qué? Porque allí tam bién e n c o n tr a ­ Sin e m b a rg o , la filosofía, c o n f r o n t a d a c o n lo
m os lo inconm ensurable, la relación que no es una existente, busca esencialmente el vínculo entre esos
relación. N o hay un p a rá m e tro en com ún e n tre el tres tip o s de situaciones: el vínculo e n tre la e lec­
acontecim iento del amor, la subversión del ser-ahí, ción, la distancia y la excepción. Una idea filosófica
en se n tid o dele u z ia n o — es decir, en c u a n to c re a ­
* F o n d a rio n E u ro p c c n n c d es M é tic rs de l’Im agc e t d u Son ción— trae siem pre consigo, creo yo, el problem a
(c e n tro e u ro p e o de fo rm a c ió n de té c n ic o s de im agen y s o n i­ de la elección o la decisión, el p roblem a de la dis-
d o). (N. de la T.)
c anda y el problem a de la excepción o del aconteci­ los amantes. Se narra una relación, mas de la propia
miento. narración se desprende que la relación no es tal, si­
Las ideas filosóficas fu n d am e n ta les nos dicen: no la negación de una relación, u ña ru p tura: la rup­
«Si quieren que sus vidas tengan sentido, entonces, t u r a de un lazo n a tu ra l y social. Para n a r r a r u n a
deben aceptar el acontecim iento, guardar distancia ru p tu ra es necesario, por cierto, hablar prim ero de
respecto del po d e r y tom ar una decisión de m anera una relación, p ero en última instancia la narración
imperturbable». Esto es lo que nos dice la filosofía a punta a la ruptura. Hay que elegir entre Calicles y
en todas sus formas: ser una excepción tal com o el Sócrates, es decir, hay que rom per definitivamente
acontecim iento es una excepción, guardar distancia c o n u n o d e los d o s . Q u ie n e s tá del la d o de A r­
respecto del p o d e r y a c e p ta r las consecuencias de químedes está en contra de Marcelo. Y quien siga a
las decisiones, incluso las últimas y más duras c o i> ' los am antes hasta el final de su viaje no retornará a
secuencias. la ley del matrimonio.
Sólo e n te n d id a de este m o d o la filosofía es un La filosofía im plica p e n s a r n o a q u e llo q u e es,
medio con el que podem os modificar el ser-ahí. - sino aquello que_no es como es; implica pensar no
D esde R im b au d se oye decir p o r doq u ier: «La los contratos, sino las rupturas de los contrató's. La
verdadera vida está en otra parte». M as la filosofía filosofía sólo se interesa por relaciones que no son
sólo vale la pena si cree que la vida tiene lugar acá. relaciones.
C u a n d o som os c o n f r o n ta d o s con lo e x istente, la Ya decía Platón que la filosofía es un despertar; y
verdadera vida consiste en la elección, la distancia y e n te n d ía que el d e s p e rta r p r e s u p o n e u n a ru p tu r a
el acontecim iento. Em pero, no hay que olvidar que con el sueño. Desde Platón, la filosofía consiste en
para pensar la verdadera vida es necesaria una deci­ abarcar m ediante el pensam iento aquello que ro m ­
sión, una decisión que presupone, como hemos vis­ pe con el ligero sueño del pensamiento.
to, la inconmensurabilidad. D o n d e hay u n a relación paradójica — una rela­
N uestros tres ejemplos están unidos por el hecho ción que no es tal sino más bien una ruptura— pue­
de que en ellos subyace una relación entre c o ncep­ de haber tam bién filosofía.
tos heterogéneos: Calicles y Sócrates, el soldado ro ­ Este p u n to m e parece im portante: no sólo p o r ­
m ano y Arquímedes, los amantes y la sociedad. que haya «algo» habrá de por sí filosofía. La filoso­
El acceso filosófico a la situación consiste en la fía no es simplemente reflexionar sobre algo. La fi­
escenificación de la relación im posible, en n a rra r losofía es y sólo puede ser tal porque hay relaciones
una historia. Se n arra la discusión entre Calicles y paradójicas, p o r q u e hay rupturas, decisiones, dis­
Sócrates, la m uerte de Arquímedes y la historia de tancias y acontecimientos.
Aclaremos escás circunstancias con ejemplos que tos son entonces conm ensurables, y tan p r o n to c o ­
no sean leyendas com o la m uerte de Arquímedes, ni m o son c o n m ensurables su relación no constituye
construcciones literarias com o la personalidad de una situación excepcional. Además, no hay allí nin­
Calicles, ni poesía fílmica com o la historia japonesa g una elección v e rdaderam ente radical: la decisión
de los amantes. Tomemos ejemplos llanos, co n te m ­ está basada en matices, en diferencias sutiles. C om o
poráneos, uno negativo y o tro positivo. es sabido, generalmente, el pequeño grupo de inde­
M i ejemplo negativo es muy sencillo: se trata del cisos que no tienen una opinión estable preconcebi­
m otivo por el cual los filósofos no suelen tener nada da decide una elección. Las personas que tienen opi­
interesante para decir sobre las elecciones políticas. niones firmes conform an bloques. En el medio está,
M e refiero a la situación habitual del p a rla m e n ta ­ entonces, el pequeño grupo que a veces se mueve en
rismo corriente, en que no hay ningún criterio que una dirección y a veces en otra. Em pero, una deci­
justifique en v e rd a d la introm isión de la filosofía. sión tom ada por individuos cuya característica p rin­
N o digo que no tengamos que interesarnos por tales cipal es la indecisión constituye u n a decisión muy
situaciones: sólo digo que no podem os interesarnos particular; no es una decisión de personas resueltas,
p o r ellas de m an e ra filosófica. Si el filósofo se e x ­ sino de indecisos e irresolutos qu£_S£ deciden de m a­
presa al respecto, lo hace com o ciudadano común: nera o p o r tu n ista y en base a su h um or del m o m e n ­
su o p in ió n no adq u ie re a u to rid a d filosófica. ¿Por to. N o es una elección en toda su dimensión: la cer­
qué? Porque en el parlamentarism o corriente, habi­ canía h a o c u p a d o el lugar de la distancia. La elec­
tualmente, la mayoría y la oposición son conm ensu­ ción no conduce a la distancia sino a la norm a, rea­
rables. Hay sin duda un parám etro en com ún entre liza la norm a. Por último, no estamos ante la hipóte­
ellas, y por esa razón no se da aquí el caso de una re ­ sis de u n v e r d a d e r o a c o n te c im ie n to , no esta m o s
lación que no es tal, no se da una relación paradóji­ ante la sensación de excepción. Al contrario: p re d o ­
ca. Por supuesto, aquí tenemos también diferencias, mina aquí la sensación de institución y de un decur­
pero no constituyen una relación paradójica, sino al so sin fricciones, pero es evidente que entre la insti­
c o n tr a r i o : c o n s titu y e n u n a relación regular, una tución y la excepción existe una tensión fundam en­
relación n o rm a d a . Esto es fácil de entender: dado tal. Para el filósofo, el problem a de la elección par­
que la op o sició n sustituye en algún m o m e n to a la lam entaria no es más que una cuestión de opinión.
m ayoría — se trata del m entado «cambio dem ocrá­ Es decir, no tiene nada que ver con la inconm ensu­
tico»— y pasa a ocupar su lugar, tiene que haber e n ­ rabilidad, con la elección radical, con la distancia y
tre ambas un parám etro en común. C uando esto no la excepción. 1.a cuestión de opinión no invita a in- •
ocurre, una no puede sustituir a la otra. Los concep­ ventar nuevos problemas.
M i ejem plo positivo se basa en la necesidad de de sino e star en favor o en c o n tra d e la guerra. El
u n a in tro m is ió n en visca de la g u e rra de E stados com prom iso de decidirse llevó a que se produjeran
U n id o s c o n tr a Irak. A q u í e n tr a n en juego to d o s m anifestaciones y movilizaciones en c ontra de una
nuestros criterios. guerra de semejante dimensión.
E n prim er lugar, la inconmensurabilidad está d a ­ E n tercer lugar, la distancia respecto del poder.
da en un sentido llano. N o hay un parám etro en c o ­ Las grandes manifestaciones en contra de la guerra
m ún entre el p o der norteam ericano, p o r un lado, y crearon una im portante distancia subjetiva respecto
el Estado iraquí, por el otro, sino que ocurre todo lo del p o d e r hegemónico de Estados Unidos. Quizá la
contrario de lo sucedido en la guerra entre Francia y dim ensión de esas manifestaciones y las nuevas p o ­
Alemania de 1914 a 1918: el hecho de que hubiera sibilidades de u n a alianza y un p ro c e d im ie n to en
un p a rám etro en com ún entre ambos Estados llevó conjunto con Francia y Alemania impliquen que nos
a que el conflicto se extendiera hasta convertirse en enfrentam os a una nueva situación.
una guerra mundial. Entre Estados Unidos e Irak no En vista de los sucesos m encionados hasta ahora
hay un parám etro en común, y esto último le otorga tenem os que preguntarnos: ¿Existe en este caso una
sentido al asunto de las «armas de destrucción masi­ relación que no es una relación? ¿Hay elementos in­
va», porque la propaganda norteamericana e inglesa conmensurables los u n o s re s p e c to de los otros? Si
con respecto a esas a rm a s está d e stin a d a a h a c e r­ la respuesta resulta afirmativa, debem os d e d u c ir de
nos creer que en eso estriba tal parám etro. Si Sad- ello que en ese caso hay una elección, una distancia
dam Hussein hubiera co n ta d o en efecto con armas y una excepción. Por lo tanto^se pasa iie_uix3Jtnera
atómicas, químicas y biológicas, la intervención h u ­ cuestión de o p in ió n a_u.na situación filosófica. Ahí
biese sid o en c ie rto m o d o legítim a, dado que h u ­ tiene sentido el com prom iso filosófico, co m p ro m i­
biera habido un parám etro en com ún entre el poder so que genera entonces, en el campo de la filosofía,
norteam ericano e Irak. Entonces no se hubiera tra ­ su propia opinión con criterios filosóficos.
tado de una guerra en la que el fuerte ataca al débil, Cabe decir algo más respecto de la singularidad
sino de una defensa justificada frente a una amenaza del com prom iso filosófico. H ay que diferenciar n e ­
importante. Em pero, el hecho de que no hubiera ar­ cesariam ente entre la filosofía y la política. Si bien
mas de destrucción masiva dem uestra lo que de to ­ algunos com prom isos políticos son explicados por
das form as ya se sabía: que en ese asunto no había m edio de la filosofía y quizás incluso se vuelven ne­
un parám etro en común. cesarios recién a partir de ella, la filosofía y la políti­
En segundo lugar, ten e m o s que elegir. N o s e n ­ ca siguen siendo diferentes. La política'apunta a m o ­
frentam os aquí a una situación en la que no se pue­ dificar .situaciones en las que están involucrados d e ­
term in a d o s g ru p o s; la filosofía inventa p ro b le m aT
nunca se hará realidad». Y Sócrates responde: «Qui­
q u e a fe c ta n a to d o el m u n d o . Y esa invención de
zá no exactam ente aquí, entre nosotros, p ero posi­
problem as filosóficos es un m étodo totalm ente dis­
blem ente en algún otro lugar»1. Por lo tanto, está di­
tinto y u n a form a totalm ente distinta de juzgar, en
ciendo: acontecerá en el extranjero, será algo extra­
com paración con el activismo político.
ño. Un com prom iso filosófico verdadero, en una si­
La filosofía puede, por supuesto, p artir de situa­
tu ac ió n filosófica, pro d u ce algo e x tra ñ o y resulta
ciones políticas y crear problem as sobre la base de
p o r sí mismo extraño — considero sumamente nece­
ellas, p e ro eso no es suficiente para que se la c o n ­
sario entender esto— A su vez, si algo es m eram en­
funda con la política. Así, no es difícil imaginar que
te habitual y n o produce eso extraño ni se mueve en
en determ inado m om ento algo puede ser de im por­
el terreno de lo paradójico, entonces es un c o m p ro ­
tancia decisiva para la política sin que lo sea para la
miso político, un com prom iso ideológico o cívico,
filosofía, y a la inversa. Por este motivo, el c o m p ro ­
pero no filosófico. La característica del c o m p r o m is o 1
miso filosófico resulta a veces misterioso e incluso
filosófico es la extrañeza inherente a él.
incomprensible. El verdadero com prom iso filosófi­
Todo esto me recuerda un poem a que me agrada
co — que se m ueve en la inconm ensurabilidad, re ­
m u ch o : A nábasis, un gran p o e m a épico del poeta
q uiere la elección del p e n sam ien to , escenifica las
francés Saint-John Perse. Al final de su quinta estro­
excepciones y finalm ente crea tam bién distancias,
fa aparece el siguiente verso: «Y el Extranjero, todo
sobre todo distancias respecto de las formas del p o ­
vestido con sus nuevos pensamientos, gana todavía
d e r— , ese c om prom iso, no pocas veces resulta e x ­
partidarios en las vías del silencio»*. Una definición
traño.
del com prom iso filosófico. El filósofo siempre es un
Un pasaje de Platón — que se puede encontrar en
extranjero, vestido con nuevos pensam ientos', p r o ­
La República, al final del noveno libro— es particu­
pone nuevos problem as y nuevos pensam ientos. Y
larm ente interesante al respecto. C o m o es sabido,
gana p a rtid a rio s en las vías d el s ile n c io , es decir,
Platón imagina en La República una suerte d e u to ­
pía política. Por eso, podríam os vernos tentados de
1 En L a R e p ú b lic a , S ó crates d ice: «Pero qu izá se e n c u e n tre
creer que en ese libro la filosofía y la política son
a rr ib a , en el c ie lo , c o m o m o d e lo p a ra q u ie n q u ie r a v e rla y,
m uy cercanas. Al final del no v e n o libro, Sócrates v ié n d o la, fu n d arse a sí m ism o» (P lató n , D e r S ta a t, en SW, vol.
discute — com o siempre— con jóvenes que le dicen: 2 , B erlín, 1 9 4 0 , páj;. 3 6 6 [La R epública, M a d rid : A kal, 2 0 0 8 ,
«Toda esta historia es muy bella pero nunca se hará pág. 5 7 8 )).
realidad». Ya en aquel entonces se le reprochaba eso * S a in t-Jo h n P crsc, A n to lo g ía p o é tic a , tra d u c c ió n de Jo rg e
Z a la m e a , B u en o s A ires: C o m p a ñ ía G e n e ra l F ab ril E d ito ra ,
a la utopía. Los jóvenes lo cuestionan: «Tu república
1 9 6 0 , pág. ¿ 4 .
p u e d e hacer que m u ch o s se interesen en esos p r o ­ lidad del saber existente. O, com o dice l>acan, en la
blemas en la m edida en que los convenza de su uni­ m edida en que surge en la perforación del saber.
versalidad. Lo im portante es que aquellos a quienes
se dirige el filósofo son atraídos, en principio, en el Observaciones adicionales:
silencio de la convicción, y no con retórica. a) Q ue el elem ento fundam ental de lo universal
Sin embargo, ya ven ustedes: la figura del extran­ sea el pensam iento significa que aquello que p orta
jero que con sus nuevos pensam ientos consigue par­ la form a del objeto o de la legalidad objetiva no es
tidarios, a m enudo silenciosos, presupone la convic­ universal. Lo universal es, según su esencia, no-ob-
ción de que hay propuestas filosóficas: propuestas jetivo. Es e x p e rim e n ta r e sólo en la producción — o
que se dirigen a toda la hum anidad, sin excepciones. en la reproducción— de un razonam iento, y ese ra­
Este hallazgo me obliga a com pletar el tem a del zonam iento forma parre sólo del sujeto.
com prom iso filosófico con una teoría de la univer­ Ejemplos: Lo universal de un teorem a m atem áti­
salidad, en cu a n to el filósofo se c o m prom ete en la co es experimentable tan sólo a través del descubri­
situación paradójica en n o m b re de principios u n i­ m iento o de la reproducción de su demostración; lo
versales. Pero, ¿qué es exactamente esta universali­ universal de un enunciado político lo es en la prác­
dad? Intentaré formularlo p o r medio de ocho tesis, tica que este lleva a cabo.
ocho tesis sobre lo universal. Permítanm e para ello b) Q ue el sujeto-pensamiento surja en un p roce­
volverm e un poco más técnico y conceptual. D es­ so significa que lo universal no es el p r o d u c to de
plegaré ante ustedes algo así c o m o un resum en de
una c o n stitución trascendental que p resu p o n e un
mi filosofía, y n o se puede esperar que esto sea tan
sujeto constituyente, sino al contrario: porque exis­
fácil com o un informe deportivo; incluso aunque la
te la posibilidad de lo universal puede haber, en d e ­
filosofía sea, según Kant, una lucha, y en ese sentido
t e r m i n a d o lugar, un sujeto-pensam iento. El sujeto
tam bién un deporte.
se añade com o pensam iento al proceso en el que se
Aquí va entonces, parte p o r parte, mi definición
form a lo universal. Lo universal establece sus p r o ­
de lo universal:
pios p u n to s com o sujeto-pensam iento y es virtual­
m ente, al m ism o tiem po, el reunir-se de esos p u n ­
P rim era tesis: El elem en to fu n d a m e n ta l de lo u n i­
tos. La dialéctica central de lo universal es, por eso,
versal es el pensam iento.
la que surge entre lo local, como sujeto, y lo global,
c o m o p roceso infinito. Esa dialéctica es el p e n s a ­
Denom inam os al sujeto «pensamiento» en la m e­
dida en que surge en un proceso que perfora la to ta ­ m iento mismo.
Un ejemplo: La universalidad del enunciado «La com o lo universal; eso es lo singular. De ahí se deri­
serie de n ú m e r o s p rim o s es infinita» c onsiste en va la segunda tesis.
e x h o rta r al pensamiento a reproducir o reencontrar Segunda tesis: Todo lo universal es singular o bien
la dem ostración singular y, sim ultáneam ente, en el una singularidad.
proceso global en el que se despliega, desde la G re­
cia antigua hasta nuestros días, la teoría de los n ú ­ Observación adicional:
m eros con los axiom as subyacentes a ella. Asimis­ La particularidad no tiene un significado univer­
m o, la universalidad del reclamo de que los trabaja­ sal. C o n fo rm e a una tesis que circula actualm ente,
dores ilegales de un país sean reconocidos jurídica­ la única prescripción en realidad universal es el res­
m ente consiste en todo tipo de acción militante en peto de las particularidades. Según mi opinión, esa
la que se constituye un sujeto político y, a la vez, en tesis es inconsistente. Al aplicarla suelen plantearse
el p ro c e s o p o lític o global con sus prescripciones problem as con particularidades que les resultan in­
respecto del Estado, sus decisiones, sus reglas y sus tolerables a los defensores de la universalidad for­
leyes. mal. Por ello, para p o der afirmar que el respeto de
c) Q ue el proceso de lo universal o de una verdad las particularidades es un valor universal hay que di­
— lo cual es lo mismo— perfora todo saber existen­ ferenciar entre buenas y malas particularidades. D i­
te significa que lo universal es siempre algo que sur­ cho de o tro m odo: hay que jerarquizar los c oncep­
ge de m anera impredecible, y no una estructura des- tos descriptivos. Podría decirse, por ejemplo, que la
criptible. Se po d ría decir tam bién que una verdad particularidad cultural o la religiosa son malas si no
no tiene relación con el saber, e incluso que es esen­ contienen ellas mismas el respeto de otras particula­
c ialm ente no sabida. Esa sería una in te rp re ta c ió n ridades, pero esto implicaría exigir que lo fo rm a l­
posible de su inconsciencia característica. m ente universal debería estar presente ya en la p a r­
D e n o m in a m o s particular a aquello que está in­ ticularidad. La universalidad del respeto de las p a r­
serto en el saber a través de conceptos descriptivos. ticularidades sería, al fin y al cabo, sólo la universa­
D e n o m in a m o s singular a aquello que actúa com o lidad de la universalidad, y esto es una tautología
proceso en una situación y se sustrae a toda descrip­ m o rta l. N e c e s a r ia m e n te está a c o m p a ñ a d a de un
ción conceptual. En este sentido, son particulares program a por lo general violento de exterm inio de
las características culturales de una determinada p o ­ lasjparticularidades en realidad p articulares, a sa­
blación, pero aquello que perfora todas las caracte­ ber: de las inm anentes, es decir, de aquellas cuyos
rísticas culturales e invalida todas las descripciones conceptos están presentes de m anera inamovible en
de que disponem os produce al sujeto-pensamiento combinaciones de identidad.
Lo universal no representa, entonces, la regla­ m iento. Piensen, por ejemplo, en el intento de Furet
mentación de lo particular o de las diferencias, sino de m o stra r que la Revolución Francesa fue inútil,
la s in g u la rid a d que se sustrae a los c o n c e p to s de infructuosa; o en los incontables esfuerzos por re ­
identidad, a pesar de que actúa en esos conceptos o ducir el M ayo del 68 a un tum ulto estudiantil en el
bien los rom pe. En lugar de enaltecer las particula­ que se trató únicam ente de la libertad sexual. El re­
ridades hay que sustraerse de ellas. Empero, cuando visionismo del acontecim iento apunta a la relación
una singularidad que se sustrae de ese m odo toca lo entre la universalidad y la singularidad. Dice que en
universal, el juego de los conceptos de identidad, o realidad 110 ha pasado nada. Los conceptos descrip­
bien la lógica del saber descriptivo de las particula­ tivos bastan para com prender lo sucedido, y aquello
ridades, no nos b rin d a la posibilidad de p rev e r o que en lo sucedido tiene validez general es estric­
pensar eso. tam ente objetivo y tiene forma de objeto, en cuanto
De esto se sigue que una singularidad universal se basa, en última instancia, en los mecanismos y el
no pertenece al ord en de lo existente sino al de lo p o der del capital y de su maquinaria estatal.
emergente. De aquí resulta la tercera tesis. C onform e a esta visión, la hum anidad se halla a
m erced de la com binación de particularidades c o n ­
Tercera tesis: Todo lo universal surge en el aconteci­ ceptuales y de una generalidad legislativa — un des­
m ie n to , y el a co n tecim ien to es tal sin relación con tino animal— .
las particularidades de la situación. La idea de que un a c o ntecim iento in tro d u c e el
proceso singular de la universalización y, de ese m o ­
La relación entre lo universal y el acontecim ien­ do, permite que surja su sujeto se opone diam etral­
to es f u n d a m e n ta l . D ic h o de m a n e r a sim p le: la mente a esa dupla positivista de la particularidad y
cuestión del universalism o político está vinculada la generalidad.
con la cuestión de la fidelidad o la infidelidad, y por Un buen ejemplo al respecto es la diferencia e n ­
cierto no respecto de tal o cual doctrina, sino de la tre los sexos. Una sociedad puede establecer de ma­
Revolución Francesa o de las luchas nacionales por nera abstracta las particularidades conceptuales de
la libertad, de la C om una de París, del M ayo del 6S, las posiciones «hom bre» y «mujer»', y d e te r m in a r
etc. En contraposición a esto, la negación del u n i­ com o principio fundam ental que los derechos, las
versalism o p o lític o , la n e g ación del m otivo de la reglas, las características y el estatus social de esas
e m a n c ip a c ió n m ism a, req u ie re algo más que una posiciones serán tratados de igual m anera por la ley.
simple propaganda reaccionaria. Requiere algo que T odo esto es m uy b u e n o , p o r cie rto , p e ro 110 fija
d e b e ría d e n o m in a r s e re visio n ism o d e l a c o tite c i- nin g ú n tipo de universalidad en esta distribución
C uarta tesis: Un universal se m anifiesta al principio
conceptual de roles. Para que ello sea así, la singula­
com o decisión de un indeciso.
ridad tiene que surgir de un encuentro o de una e x ­
plicación a la que se vincula un sujeto cuya caracte­
Hay que aclarar cuidadosamente este punto.
rística estriba, precisamente, en que vive la diferen­
Designemos con la palabra «enciclopedia» al sis­
cia entre los sexos com o algo que se sustrae. Un su­
tem a general de saber conceptual inherente a una si­
jeto tal surge en el encuentro am oroso a partir de la
tuación, es decir, aquello que todos sabemos sobre
sín te sis d isy u n tiv a de las posic io n e s sexuales. El
la política, sobre los sexos, sobre la cultura o el arte,
único escenario en el que se proclam a la universali­
sobre las ciencias, etc. El valor de algunas cosas, de
dad singular de la dualidad de los sexos y, en última
a lg u n o s e n u n c ia d o s , de algunas c o n figuraciones,
instancia, de la diferencia com o tal es, por eso, la re­
fragm entos discursivos y demás no puede decidirse
lación am orosa. Sólo en ella la diferencia absoluta
con ayuda de la enciclopedia. Ese valor no es claro:
p uede ser experim entada de m anera subjetiva e ín ­
fluctúa y es a n ó n im o . Aquellos están en el margen
tegra. Además, siem pre y en todas partes, son ú n i­
de la enciclopedia, del cual forma parte todo lo que
c am ente las historias de a m o r las que insuflan vida
subyace al régimen de la ambigüedad del «quizá sí»
al juego de los sexos. Y lo hacen com o respuesta a
o «quizá no», es decir, to d o aq u e llo sobre lo que
los distintos obstáculos particulares que les interpo­
p o d r ía n desarro llarse infinitas conversaciones de
ne la sociedad. Ahí queda claro que la atracción de
acuerdo con la regla enciclopédica de la indecidibili-
lo universal consiste en que se sustrae com o singula­
dad. El reglamento del saber prescribe en este pu n to
ridad asocial a los conceptos del saber, o al menos lo
que u n o no debe decidirse, c o m o sucede hoy, por
intenta.
ejemplo, respecto de Dios. Se afirma con gusto que
Lo universal acontece entonces com o singulari­
quizás haya «algo» pero a la vez quizá no. Dios es,
dad, p ero a nosotros nos queda en principio tan só­
en n u e s tr a soc ie d a d , un v a lo r existencial q u e no
lo un sustituto precario, cuya fuerza se muestra úni­
puede aplicarse a nada: una vaga espiritualidad. Lo
cam ente en el hecho de que no puede ser integrado
m ism o vale para la posible existencia de «otra p o ­
al po d e r del saber con ninguno de los conceptos dis­
lítica»: se h a b la de ella a u n q u e no se deje ver. O
ponibles.
tam b ié n p a ra los tra b a ja d o res ilegales en Francia.
De esto resulta la siguiente pregunta: ¿Cuál es la
¿Son p a rte de este país, parte de Francia? ¿Son de
b ase m ate ria l que es ella m ism a un efecto d e esa
acá? «Sin d u d a , sí; en definitiva, tra b a ja n y viven
existencia no clasificable y posibilita en la situación
acá». O tam bién: «No; en definitiva, les faltan los
el proceso subjetivante, cuya característica principal
papeles que prueben que son franceses». La palabra
es lo universal?
clandestin1 designa la falta de claridad del valor, o La m ate ria lid a d ya existente de la singularidad
tam bién el no-valor del valor. Son personas que es­ universal es, entonces, el en u n c ia d o del a c o n te c i­
tán acá pero no son realmente de acá. Y de ese m o ­ miento. Este establece el presente del sujeto-pensa­
do p u e d e n ser apartados, es decir, expuestos posi­ m iento en el que se entreteje lo universal.
b lem e n te al n o -v alo r del v alor (del trabajo) de su Lo mismo sucede también en el encuentro a m o ­
estar-acá. roso, cuyo presente subjetivo es establecido a través
Un a c o n te c im ie n to es, en esencia, a quello que del enunciado «Te amo» — o com o quiera llamárse­
decide sobre un espacio de indecidibilidad enciclo­ lo— , incluso cuando el encuentro en sí mismo ya ha
pédica. M á s precisamente, hay una función implica- pasado. De ese m o d o se decide una síntesis disyun­
tiva del tipo E —> d (?.), que plantea que de toda sub- tiva indecidible y su sujeto y las consecuencias del
jetivación real de un acontecimiento, que desapare­ enunciado del acontecimiento.
ce cuando se manifiesta, resulta que e — lo indecidi- C o n sta ta m o s que to d o enu n c ia d o del aconteci­
ble de la situación— ha sido decidido. Un ejemplo m iento — en cualquier form a que adopte: p ro p o si­
de ello es la ocupación de la iglesia de Saint-Bernard ción, obra, configuración o axioma— tiene carácter
p o r tra b a ja d o re s ilegales que p ro c la m a n p ú b lic a ­ explicativo. Resulta de la manifestación y desapari­
m ente la existencia y el valor del no-valor, deciden ción del acontecim iento y plantea que lo indecidible
que quienes están acá son también de acá y eliminan ha sido decidido y aquello sin valor ha recibido un
la palabra clandestin de nuestro vocabulario. valor. A esta explicación se apega el sujeto surgido,
Podemos denom inar a e el enunciado del aconte­ y es también la que crea espacio para lo universal.
cim ien to . C o n fo rm e a la regla lógica del «despren­ Para que se despliegue lo universal, entonces, só­
dimiento», durante la superación del acontecim ien­ lo se debe manejar de m anera consecuente el e n u n ­
to, cuya esencia es desaparecer, queda atrás el e n u n ­ ciado del acontecim iento; es decir, sacajJas_conse-
ciado d el a co n te c im ie n to z derivado del aconteci­ cuencias de él en la situación.
m iento. Este enunciado es algo real en la situación
en la m edida en que estaba a h í desde antes, pero el Q u in ta tesis: L o universal tiene fo n n a de im p lic a ­
valor de la situación cambia radicalm ente, porq u e ción.
era indecidible y ha sido decidida. También puede
decirse que no tenía valor y ahora lo tiene. Una o b jec ió n q u e se fo rm u la fre c u e n te m e n te
c ontra la idea de la universalidad sostiene que todo
1 La e x p re s ió n fran ce sa c la n d e stin a lu d e a lo o c u lto , lo no
lo que existe, o todo lo que es representado, está en
p e rm itid o , lo ilegal. T ie n e ta m b ié n u n a c o n n o ta c ió n p o lítica:
en la clandestinidad.
relación con condiciones e interpretaciones particu-
lares que son determ inadas p o r distintos intereses y puede explicar la validez de la construcción de un
fuerzas. Se postula que de ese m odo no puede haber c u a d ra d o con superficie doble a p a rtir d e un c u a ­
una com prensión universal de la diferencia porque, drado. Em pero, si se ponen a su disposición algunos
p o r ejem plo, al c o m p r e n d e r la sexualidad, u n o se conocim ientos fundam entales y él está dispuesto a
encuentra irrem ediablem ente o bien en la posición subjetivarlos, entonces subjetiviza a p a rtir de ellos
«hombre» o bien en la posición «mujer». Lo mismo to d a la co n stru c ció n . La im plicación que inscribe
sucede c u a n d o d iferentes culturas aplican el c o n ­ esa construcción en el presente en que surge así la
cepto de «actividad artística» a acciones totalmente geom etría griega es, pues, universalmente válida.
• distintas. Incluso un teo re m a m atem ático no sería Se p o d r á p e n s a r que estoy o b r a n d o a la ligera
en sí universal, dado que su validez depende de los con la deducción m atemática. De ninguna manera:
axiomas en que se basa. todo proceso universalizador es implicativo, p ro d u ­
Ese perspeccivism o h e rm e n é u tic o n o tiene en ce sus c o n s e c u e n c ia s a tra v é s del e n u n c ia d o del
cuenta que toda singularidad universal se representa acontecim iento en el que se retiene el acontecimien­
com o e n tram ado de consecuencias de una decisión to de sap a re cid o . El p ro to c o lo de la subjetivación
del a c o n te c im ie n to . Lo universal tiene siem pre la puede, si tom a ese enunciado como punto de parti­
form a s -+ tt, en la que e es el enunciado del aconte­ da, inventar sus propias consecuencias y luego dis­
cim ie n to , y 7t, la con sec u e n c ia o la fidelidad. Por tanciarse de ellas, en cuanto pueden ser reconocidas
cierto, para quien rechaza la decisión que se extien­ universalmente.
de a n, que insiste en la indecidibilidad de e y para el La negación reactiva del acontecim iento mismo,
cual aquello que ha adoptado un valor debe perm a­ el lema: «En realidad no ha pasado nada», es el úni­
necer sin valor, la forma implicativa no significa de co m edio para contrarrestar la singularidad univer­
ningún m o d o , desde luego, que la consecuencia n sal. Esa negación de sau to riz a las consecuencias y
sea buena. Sin embargo, tendrá que admitir que hay anula el presente del proceso.
u n a universalidad de la implicación misma. Dicho Sin em bargo, es incapaz de anular la universali­
de o tro m o d o : c u a n d o se subjetiviza el a c o n te c i­ dad de la implicación misma. Si, por ejemplo, la Re­
m iento a p a rtir del enun c ia d o del acontecim iento volución Francesa es desde 1792 un acontecimiento
son necesarias las consecuencias que se inventan al radical, fijado por la explicación inmanente a ella de
hacerlo. que la revolución es com o tal una categoría política,
Esto se ve claram ente en la parábola del M enón entonces, es correcto decir que la figura del c iu d a ­
de Platón. Si un esclavo no sabe nada del fundam en­ dano se basa en la dialéctica de la virtud y el terror.
to de acontecim iento de la geom etría, entonces no Esa implicación es indudable frente a la negación y es
transferible universalm ente com o lo m uestran, por tecimiento, es afectado por la implicación pertenece
ejem plo, los escritos de Saint-Just. E m p e ro , si no al orden del acto-¡y no al orden del ser o del sentido.
existe la revolución, entonces tam poco existe la vir­ Y ese registro del acto es unívoco. El enunciado fue
tud c o m o disposición subjetiva y sólo queda el te ­ decidido, Y eso'sé sustrae a-toda interpretación. Está
r r o r c o m o hecho sin sentido sobre el que hay que sujeto al sí o al 110 , pero no a la equívoca multiplici­
em itir un juicio moral. La política ha desaparecido, dad de las posibilidades de sentido.
p e ro no la u niversalidad de la im plicación que la Se trata en realidad de un acto lógico, de una re­
fundamenta. vuelta lógica, c o m o diría Rim baud. Aquello que la
A quí no hay posibilidad de rem itirse a un c o n ­ lógica anterior m antenía de n tro de lo indecidible o
flicto de interpretaciones. Esa es nuestra sexta tesis. del no-valor ha decidido el acontecim iento en favor
de su v e rd a d o de su valor em in e n te . Resulta evi­
Sexta tesis: Lo universal es unívoco. dente que ello sólo es posible cu an d o se modifica
poco a poco la lógica íntegra de la situación partien­
En cuanto la subjetivación se refiere a las conse­ do del acto unívoco que modifica el valor de una de
cuencias, hay una lógica unívoca de la fidelidad que las partes de esta última. El ser-múltiple de la situa­
fundam enta una singularidad universal. ción misma no está transform ado, pero su forma de
Debemos volver aquí al enunciado del aconteci­ manifestación, el sistema de valoración y de relacio­
m iento. Este se mueve en la situación bajo el título nes de las pluralidades, ha sufrido una transform a­
de la indecidibilidad. N o hay discusión en cuanto a ción violenta. La vía de esa modificación es la d ia ­
esa indecidibilidad y a su ser-ahí. Visto de m anera gonal unlversalizante de la enciclopedia.
ontológica, el enunciado del acontecim iento es una Pensar que lo universal es equívoco coloca la sin­
de las pluralidades de las que se c om pone la s itu a ­ gularidad universal bajo el orden de las generalida­
ción. V isto de m a n e r a lógica, le c o rr e s p o n d e un des que im peran sobre las particularidades. La sin­
valor interm edio: « 110 decidido». Lo que sucede en g u la r id a d c o n tie n e so la m e n te el a c to lógico que
el acontecim iento no atañe ni al ser de lo afectado modifica de m anera universal y unívoca todo lo que
por él ni al sencido del enunciado, sino únicamente se manifiesta.
al hecho de que era indecidible y ha sido decidido, T oda singularidad puede en to n c e s ser definida
de m anera correcta. Lo mismo sucede con los ilega­ com o el acto que, en cuanto enlaza al sujeto-pensa­
les que m uestran en Saint-Bernard su existencia. m iento, suscita un procedim iento de modificación
Dicho de o tro m odo: aquello a través de lo cual radical de la lógica y, de ese m odo, tam bién de todo
se produce el enunciado que, al desaparecer el acon­ lo que se manifiesta.
Esa m odificación, por supuesto, nunca está aca­
Octava tesis: La universalidad es la construcción fiel
bada, porque el acto unívoco inicial, que se halla li­
de una pluralidad genérica infinita.
gado siempre a un lugar concreto, motiva una fide­
lidad — la invención de consecuencias— que es tan
<Qué es lo que se entiende p o r «una pluralidad
in finita c o m o la situación misma. De esto se des­
genérica»? S im plem ente, un su b c o n ju n to de la si­
prende la séptima tesis.
tuación que no es abarcada por ningún concepto del
saber enciclopédico, es decir, una pluralidad para la
Séptima tesis: Toda singularidad universal es inaca­
cual pertenecer no es la consecuencia de una identi­
bable, abierta.
dad, do una cualidad particular. La inscripción en lo
El único com entario que requiere esta tesis atañe universal es in dependiente de toda determ inación
al encadenam iento del sujeto, en cuanto asiento de particular; precisam ente en ese sentido es para to ­
la singularidad universal, con lo infinito, en cuanto dos: una reunión política es universal en razón de su
ley ontológica de la pluralidad del ser. Podría m os­ indiferencia en lo que atañe a la pertenencia social,
trarse al respecto que entre las filosofías de la fini- nacional o sexual o a diferencias etarias; la pareja
tud, p o r un lado, y de la negación de lo universal, el am orosa es universal en virtud de que en ella surge
rela tiv ism o y la d e s a c re d ita c ió n del c o n c e p to de una verdad indivisible sobre la diferencia entre las
verdad, p o r el otro, media un acuerdo peculiar. Po­ posiciones sexuales; la teoría científica es universal
dem os resum irlo en una sola frase: de la violencia cuando en el despliegue de todas sus características
sorda, del altanero deseo de inmiscuirse en el c o n ­ se libera de su origen. Y así, las o b ras de arte son
cepto imperante de derechos hum anos surge que es­ universales c u a n d o se sostienen a sí mismas com o
tos d erechos son, en realidad, derechos de la fini- objeto y el a u to r — siguiendo a M allarm é— es una
tud, y en definitiva, com o lo m uestra el tema recu­ particularidad suprimida. Esto tiene tal alcance que
rrente de la eutanasia, derechos de la muerte. C o n ­ en los m odelos de configuraciones originarias, c o ­
fo rm e a la idea de las sin g u la rid a d es universales m o la ¡liada y la Odisea, el nom bre propio al que es­
concebida a partir del acontecimiento, los derechos tán enlazadas, H o m e ro , rem ite en última instancias
del hom bre son los derechos de lo infinito, según lo sólo a la ausencia del sujeto.
De este m odo, lo universal surge de un reem pla­
ha observado Jean-Frangois Lyotard en El desacuer­
do. Se puede decir también que son los derechos de zo azaroso y ^ e j a com o huella del acontecim iento
la afirm ación infinita. Yo diría, con más precisión, que desaparece, a través del cual es fundam entado,
que se trata d e los derechos de lo genérico. un enunciado simple desprendido; com ienza en un
acto unívoco p o r m edio del cual se decide el valor.
de lo que n o tiene valor; une a ese acto un sujeto- «La filosofía no es un diálogo»
pensam iento que inventa las consecuencias de eilo, S la v o j Z iz e k
y crea de m anera fiel una pluralidad genérica infini­
ta. Esa pluralidad, sin cierre ni final, es, según Tucí-
dides, la ventaja que tiene su historia de la G uerra
del Peloponeso respecto de la guerra misma com o
particularidad histórica: KTr¡jia éc aiéi, es una «pose­
sión para siempre». Difícilm ente se pro d u cirá un diálogo entre n o ­
sotros, puesto que en líneas generales opinam os lo
Esto es todo. Si to m a n en su conjunto las ocho mismo. Pero, ¿podría ser esto — para em pezar con
tesis sobre lo universal y la definición de la situación una provocación— un signo de verdadera filosofía?
paradójica, p o d rán responder cabalmente a la p re ­ O p in o lo m ism o q u e Badiou c u a n d o su b ra y a , si­
gu n ta respecto del c o m p ro m iso del filósofo en la g u ie n d o a P la tó n , que la filosofía es ax io m á tic a y
actualidad. cuando plantea la pregunta sobre cóm o se puede re­
conocer al verdadero filósofo. Si hay dos individuos ■<
sentados frente a frente en un café y uno le propone
al otro: «¡Vamos, discutamos esto a fondo!», el filó­
sofo dirá enseguida que lo lam enta p ero tiene que
irse, e intentará desaparecer lo más rápido posible.
Siempre consideré los diálogos tardíos de Platón
c o m o sus d iá lo g o s p r o p ia m e n t e filo só fic o s. En
ellos, una persona habla casi ininterrum pidam ente;
las intervenciones de los otros, p o r ejemplo en So­
fistas, apenas podrían llenar media página, y son del
estilo de «Tienes toda la razón», «Absolutamente»,
«Así es»^ ¿Acaso debería ser de o tro m o d o M a filo­
sofía n o Cs un diálogo. D enm e un solo ejem plo de
un diálogo filosófico exitoso que no haya sido un
terrible m ale n te n d id o . Esto es válido incluso para
los casos más sobresalientes: Aristóteles no ha e n ­
t e n d id o bien a P la tó n ; H egel, ob v iam e n te , no ha
de elección, frente a las cuales n os hallamos juntos,
e n te n d id o bien a K ant, a u n q u e tal vez le hu b iera
c o n s titu y e n u n a síntesis d isy u n t j y á r é ? decir, s o r
gustado; y, peor aún, M a rx ha m alentendido a He-
falsas a lternativas, debe ser el p rim e r gesto de un
gel, aunque quizá no le im portara. Y Heidegger, en
filósofo: tiene que modificar los conceptos mismos
el fondo, ha m alentendido a todos en todo. N o hay
del debate, y esto, de acuerdo con mi criterio, repre­
diálogo e n to n c e s .. . pero continuemos.
senta exactam ente el negativo fotográfico de aque­
Permítanme abordar el problem a de una m anera
llo que Badiou define com o «elección radical». En
h abitual. Es cierto: nosotros, los filósofos, som os
nuestro caso se trata, en concreto, de que «liberalis­
hoy interpelados; se nos pregunta y se nos exige; se
mo», «guerra contra el terror» y lo que se denom ina
espera q u e intervengam os, que nos m etam os en la
« terro rism o fundam entalista» c o n s titu y e n , to d o s
o p in ió n pública e u ropea, etc. ¿C óm o deberíam os
ellos, síntesis disyuntivas, y no la elección radical.
reaccionar ante estas exigencias? Pienso que de una
D ebem os m odificar los conceptos del debate. Para
m a n e r a n o muy d istin ta , a u n q u e n o e x a c ta m e n te
dar o tro ejem plo: En el verano del 2 003, los g ra n ­
igual, a la de un psicoanalista frente a un paciente:
des filósofos europeos, Derrida, H abcrm as y otros,
po rq u e este tam bién exige algo. Sólo que, con esas
e incluso algunos norteamericanos, se inmiscuyeron
exigencias, pocas veces se resuelve la cuestión. Son
respetablem ente en la o p in ió n pública y a bogaron
falsas exigencias, aunque denotan un problema real
p o r u n a nueva E u ro p a . ¿N o dice esto m uchísim o
qu e al m ism o tie m p o ocultan. R etom em os aquí el
sobre sus posiciones filosóficas? Siempre es así: las
te m a de la in co n m e n su ra b ilid ad m e n c io n ad o p o r
coincidenciasjjolíticas de los filósofos revelan 'algo
Alain Badiou. En su magnífico ensayo sobre el 11 de
sobre su filosofía} Tomemos a Richard Rorty, con el
septiembre se vale del concepto deleuziano de «sín­
cual no estoy de acuerdo filosóficamente en ningún
tesis disyuntiva». C uando se nos pregunta algo a los
aspecto pero al que considero un liberal inteligente,
filósofos, p o r lo general, se trata de m ucho más que
que no tiene reparos en subrayar lo evidente. Los li­
una pregunta: la opinión pública busca orientación
berales son demasiado finos com o para hacer eso, y
en una situación problemática. Por dar un ejemplo:
con esto me refiero a los liberales que se diferencian
H o y nos en c o n tram o s en guerra c ontra el te r r o r y
más pero tienen m enos fuerza. Rorty nos explica de
esto nos enfrenta a graves problemas. ¿Deberíamos
qué se trata cuando personas com o él, Derrida, Ha-
cam biar nuestra libertad por la seguridad frente al
b e rm a s y — desde el rincón cognitivista— Daniel
te rro r? ¿D eberíam os llevar al e x tre m o la a p e rtu ra
D e nnett debaten filosóficamente. Una mirada sobre
liberal — incluso si al hacerlo cortamos nuestras raí­
sus posiciones políticas nos m uestra o tra imagen:
ces y perdem os nuestra identidad— , o subrayar más
todos, sin distinción, esrán apenas un poco a la iz­
nu e stra identidad? Señalar que estas posibilidades
q u ie rd a del c entro d e m ocrático. La típica co n c lu ­ por ejemplo, es un tem a de m oda la realidad virtual;
sión pragm ática de Rorty es que seguirá habiendo vivimos en un universo virtual. Ante esto, surgen las
dem o c rac ia , incluso un p o c o m ás que a h o ra . Eso siguientes p re g u n ta s : ¿Perdem os c o n ta c to con la
m u e s tra q u e la filosofía es insignificante. ¿Lo es realidad auténtica? ¿Nos hemos alienado por c o m ­
realm ente? Considerem os com o caso paradigm áti­ pleto? Aquí chocam os de nuevo con la síntesis dis­
co las coincidencias políticas entre Habermas y De- yuntiva: p o d e m o s im a ginarnos a p o sm o d e rn ista s
rrida: <no serían una señal de que sus posiciones fi­ cuya maravillosa subjetividad nóm ada podría pasar
losóficas tam poco son realmente inconmensurables, de una realidad artificial a otra; o a conservadores <
de que los puntos en que se oponen constituyen tan nostálgicos y conservadores de izquierda para quie- ■
sólo una síntesis disyuntiva? nes eso sería un h orror y que opinan que en lugar de
Si uno observa c u idadosam ente sus estructuras ello deberíam os — no im porta de qué m anera— re­
de pensam iento, esta suposición queda confirmada. gresar a la experiencia auténtica. T endríam os que
En ambas subyace de igual m anera el problema de la hacer algo distinto: desechar los conceptos del d e ­
comunicación; más exactamente, el de una com uni­ bate y a firm ar que el problem a no es la realidad vir- '
cación que se abre al otro, lo reconoce y le perm ite tual, sino la realidad de lo virtual. ¿Cómo es esto?
su o tre d a d , en lugar de violarla. N os enfrentam os Q uiero decir que la realidad virtual — Badiou ha
aquí, creo yo, con dos versiones com plem entarias, escrito esto en algún lugar— es u n a idea bastante
incluso c u ando H aberm as sostiene con el o tro una banal. N o nos da nada para pensar. La realidad vir­
com unicación no deform ada y en el orden particu­ tu al significa lo siguiente: «M ira c ó m o p o d e m o s
lar que este tiene, mientras que D errida destaca jus­ p ro d u c ir con nuestros jueguitos técnicos u n a a p a ­
tam e n te lo c o n tra rio : que u n o debería abrirse a la riencia que al final con sid e ram o s realidad». C reo
contingencia radical del otro. Según mi entender, el que la realidad de lo virtual es, en cambio, más d u ­
gran m érito de Badiou frente a estas dos posiciones dosa. Lo virtual es algo, p ero algo que no es en su
com plem entarias reside en haber modificado todo totalidad; es, si así se quiere, el efecto que produce
el campo con su Ética. El problema no es la otredad, de hecho lo real. Ahí reside el verdadero problema.
sino lo M is m o .; Tal es, para mí, el prim er gesto del Pasemos al siguiente tem a que conm ueve al p e ­
filósofo c u a n d o se lo i m p o r tu n a con exigencias: r io d i s m o : el h e d o n is m o . T a m b ié n t e n e m o s q u e
m odificar los conceptos mismos del debate. Ahora, a d o p t a r u n a p o s ic ió n a su re s p e c to . ¿Q ué h a c e r
1 Alnin B adiou, E th ik , Viona, 2 0 0 3 , págs. 4 0 y sigs. [La ética , c u a n d o los a n tig u o s valores se d e s m o ro n a n y los
tra d u c c ió n de R aúl J. C crd eirn s, M é x ic o : H c rd e r, 2 0 0 4 , p.V s hom bres pierden la fe, se entregan al egoísmo y d e ­
4 3-55]. dican su vida tan sólo a la b ú s q u e d a de placeres?
N uevam ente el cam po se divide en dos frentes: roda lam entablem ente, la gran m ayoría de los filósofos
p ostura moraL rígida encierra un acto de violencia no e s tá n a la a ltu r a del de safío a ese nivel y nos
—Judith Butler representa esa postura típicamente abrum an con respuestas falsas.
p o s m o d e r n a en su ú ltim o libro, d isponible hasta Las más graves son, sin duda, las respuestas al es­
ahora sólo en su edición en alemán: Kritik der etbis- tilo de las monstruosidades new age, que ya no m e­
chen G ew alt [Crítica de la violencia ética]— ;2 debe­ recen el h o n o r de ser denominadas «filosofía». A to ­
mos ser flexibles y otras cosas más, lo cual desem bo­ dos nosotros se nos ocurren algunos ejemplos inte­
ca de nuevo en el tem a de la subjetividad nóm ada; el resantes al respecto. Com párese, p o r caso — si uno
país necesita valores y obligaciones firmes, es la res­ es lo bastante viejo, lamentablemente com o yo y al­
puesta que llega desde el o tro frente. O bviam ente, gunos de ustedes— , una librería típica dedicada a
d e b e ría m o s a b o r d a r el p r o b le m a u n a vez más de las ciencias sociales y humanísticas de hoy con una
m an e ra directa, c u estionar p rim e ro los conceptos de hace veinticinco años. H o y se habla tres veces
del d e b a te , ap lic an d o u n a suerte de Verfrerndung m ás de sa b id u ría , ilu m in a c ió n y n e w age q u e de
[ex trañam iento] brec h tia n o ; la cosa m ism a se nos filosofía. Lo expuesto hasta aquí concernía a la p ri­
volvería entonces extraña: «¡Alto! i De qué estamos m era falsa respuesta, lo cual ya era casi demasiado.
h a b la n d o realm ente?». De hedonism o, en una s o ­ O tras dos respuestas falsas me parecen m ucho más
ciedad de consum o cuya característica principal es problem áticas. ¿Cuáles? Volveré a rem itirm e a Ba­
la p ro h ib ic ió n radical de d isfru ta r de m an e ra d i­ diou, quien destaca que la filosofía y la política no
recta. Se nos dice todo el tiempo: «Tienes que disfru­ deberían entremezclarse. Según mi m odo de ver, en
tar, p ero para p o d e r en verdad disfrutar debes pri­ su te x to sobre el final del co m u n ism o afirm a que,
m ero salir a correr, hacer dieta, y tienes prohibido en lo que respecta al totalitarismo, el problem a ra ­
acosar sexualmente». Detrás de esto se halla la abso­ dica e n que n o disp o n e m o s todavía de una teoría
luta disciplina corporal. N o obstante, volvamos a la sociopolítica apropiada con la que se pueda analizar
fe, al cliché de que hoy en día hem os perdido la fe. la base conceptual de esos fenóm enos a todas luces
N o es nada más que un pseudodebate: hoy creemos detestables, com o el nazismo y el estalinismo, en su
más que nunca — y en esto radica el problem a, tal carácter de pro y ec to s políticos. D ar u n a respuesta
c o m o lo ha m ostrado Robert Pfaller— . Los concep­ filosófica fa st-fo o d que se venda com o explicación'
tos del d e b a te ya no son, pues, los mismos, pero, p r o f u n d a , c u a n d o en re a lid a d es só lo un E rsa tz
[reemplazo] que nos exime de pensar, sería lo peor
2 J u d ith B utler, K ritik d e r c th isc h e n G e w a lt, F ra n c fo rt del
que p o d ría hacer un filósofo — y que la m e n ta b le ­
M en o : S u h rk am p V crlag, 2 0 0 3 . m ente suele hacer— . Quizá los decepcione con es­
to, pero mi respeto por A dorno no me impide decir filosófica p o s m o d e rn a . J u n to a ella e n c o n tr a m o s
que en esto reside el p roblem a de la D ialéctica del otra cuestión, no m enos interesante: una especie de
llu m in ism o . En lugar de un análisis concreto se nos n e o k a n tis m o . En F ra n cia está r e p r e s e n t a d o p o r
ofrece un ejem plo paradigm ático de desconcierto Alain Renault y p o r Luc Ferry, que incluso es actual­
(en el sentido negativo de la palabra) filosófico, una m ente m inistro de Educación; en Alemania lo está
suerte de cortocircuito político-ontológico: la cate­ por H aberm as, quien, lo quiera o no, actúa hoy, se­
goría pseudotrascendental del «proyecto del Ilumi- gún se sabe, com o filósofo del Estado; Aznar confir­
nismo» debería explicar los fenóm enos totalitarios m ó expresam ente lo que a m enudo es sólo insinua­
de m a n e ra inm ediata. Una versión reciente de ese do, cuando hace dos años propuso nom brar oficial­
gesto filosófico simulado y falso, cuya filosofía nos m ente a H a b e rm a s filósofo del Estado de España.
libra de pensar, es el cortocircuito posm o d e rn o del ¿Cóm o es posible esto?
totalitarism o político con el concepto filosófico de Creo que he podido resolver con éxito este dile­
la totalidad. Allí se conjura la revelación ontológica ma. C ierto neokantism o encaja perfectam ente con
com o una explicación inm ediata casi trascendental la definición de la filosofía del Estado (digo esto a
de fenóm enos políticos concretos. La filosofía pos- pesar de mi afecto p o r Kant). ¿Cuál es la función
m oderna ofrece la apariencia de pensam iento para principal de la filosofía del Estado en la actual so­
d e s a c r e d it a r de a n te m a n o t o d o a c o n te c im ie n to ciedad dinámica-capitalista? Debe a p ro b a r el desa­
— en el sentido badiousiano de lo nuevo que pe rfo ­ rrollo, irrenunciable para el capitalismo, de nuevas
ra— . Esto es tam bién lo que desde los últimos diez ciencias, de la técnica y de la econom ía, p e ro a la
o quince años está de m oda respecto del H olocaus­ vez bloquear sus radicales consecuencias éticas y so­
to y otras formas del mal radical irrepresentable: la ciales. Exactamente eso ha hecho Haberm as, al m e­
prohibición de analizar esos fenóm enos —sólo p o ­ n o s c o n su in tro m isió n en el d e b a te bio g en é tic o .
dríam os ser testigos de ellos, to d a explicación im ­ Nos presenta una solución típicam ente neokantia-
plicaría engañar a las víctim as.. . — . na: en las ciencias se puede hacer lo que se quiera,
En esto subyace, creo yo, la rep re sen ta ció n de siem pre que se ten g a en cuenta que u n o se mueve
que debem os vivir con nuestro m u n d o imperfecto, sólo en el estrecho ám bito de los fenóm enos cogni-
ya que toda alternativa radical conduce tarde o te m ­ tivos. E m pero, otra cosa es el hom bre com o sujeto
p ra n o al Gulag. Se nos advierte sobre el peligro de moral que actúa de m anera autónom a, y ese ámbito
to d o cam bio radical. ¡Todo el discurso de abrirse a debe ser p ro te g id o frente a cualquier amenaza. Es
la o tre d a d radical no es sino esa advertencia ante el de este m o d o c o m o surgen todos esos p se u dopro-
peligro del cambio radical! Esa es, pues, la ideología blemas: ¿Cuán lejos podem os llegar en la biogenéti-
ca? ¿Amenaza esta última nuestra libertad y a u to n o ­ filosofía que puede llamarse, con toda razón, «filo­
mía? Según mi criterio, estas son preguntas falsas; sofía d e l Estado*: una filosofía que, por un lado, t o ­
en to d o caso, no son preguntas realmente filosófi­ lera en silencio el progreso científico y técnico y,
cas. La única pregunta realm ente filosófica es la si­ p o r el otro, intenta controlar sus efectos sobre nues­
guiente: ¿En los resultados de la biogenética hay al­ tro o rd e n sociosimbólico, es decir, im pedir que se
go que nos obligaría a redefinir lo que entendem os modifique la actual imagen teológico-ética del m u n ­
p o r naturaleza hum ana, por ser hombre? do. N o sorprende entonces que aquellos que llegan
Es b a sta n te triste ver c ó m o H a b e rm a s in te n ta más lejos en esto sean neokantianos. El propio Kant
co n tro lar los explosivos resultados de la biogenéti­ se encontraba frente al problem a de cómo respetar
ca, encauzar sus consecuencias filosóficas. Toda su la ciencia n ew toniana pero a la vez garantizar que
intervención revela el tem or de que algo pueda m o ­ hubiese un reino de responsabilidad moral por fue­
dificarse p ro fu n d a m en te , de que pueda surgir una ra de la ciencia. Fue así como delimitó el ám bito de
nueva dimensión del «hombre», y de que la vieja re­ validez del saber a fin de crear espacio para la fe y la
presentación de la dignidad y la a u tonom ía h u m a ­ m o ra l. ¿Acaso n o se e n c u e n tra n los actuales filó­
nas no se conserve indem ne. Sus exageradas rea c ­ sofos del Estado frente a la misma tarea? ¿Su esfuer­
ciones son ilustrativas, como en el caso del discurso zo no atañe acaso a la pregunta sobre cóm o se p u e ­
de Sloterdijk en Elmau respecto de la biogenética y
de, p o r medio de distintas versiones de la reflexión
Heidegger: C ua n d o Sloterdijk señaló que la bioge­
tra sc en d e n tal, circunscribir a la ciencia a su h o r i­
nética nos obliga a form ular nuevas reglas de la éti­
zonte de significados establecido, y cóm o podrían
ca, H aberm as captó solam ente el eco de la eugene­
ser denunciadas p o r «inadmisibles» sus consecuen­
sia nacionalsocialista. Esa postura frente al progreso
cias para el ám bito moral-religioso? Resulta intere­
científico desemboca en «(resistir) una tentación de
sante que la p ro p u esta de Sloterdijk acerca de una
la tentación». Pero la tentación que hay que resistir
síntesis «humanística» de nuevas verdades científi­
es la postura pseudoinoral que representa el descu­
cas y del viejo horizonte de significados, aunque sea
brim iento de la ciencia com o tentación que nos per­
más refinada, irónica y escéptica que la «filosofía
m ite «llegar d e m a s ia d o lejos» — h asta el á m b ito
del Estado» de Haberm as, finalmente esté separada
prohibido (de la manipulación genética y demás)—
de esta sólo p o r una línea dem arcatoria casi invisi­
y de ese m odo pone en peligro el núcleo más íntimo
de nuestro propio ser hombre. ble (o, para ser más exactos: la propuesta de Sloter­
La reciente «crisis» moral, provocada por la bio­ dijk oscila entre el com prom iso de H aberm as y las
genética, culm inó de hecho en la necesidad de una monstruosidades n cw age).
C u a n d o hablam os de filosofía y política, allí e n ­ entrever siquiera d ó nde se ubica el autor. Después,
c o n tra m o s g e neralm ente, e n tie n d o yo, la explica­ hay algunos intentos de haberm asianos, com o An-
ción del fracaso de la Escuela de Frankfurt. ¿Cuál es drew A rato, de utilizar la idea de la sociedad civil
el resultado de la Escuela de Frankfurt? ¿Cómo sin­ com o lugar de existencia en contra del dom inio c o ­
tetizarla? Su principio fundam ental es la Dialéctica m unista totalitario. Empero, tam poco allí se puede
d el Ilu m itiism o : la re p re s e n ta c ió n de que hay un hallar una teoría que ayude a explicar el comunismo
e rro r estructural que es inherente al provecto m o ­ estalinista. Adem ás, creo que la teoría de la socie­
d e rn o de la em ancipación; todas esas cosas h o r ro ­ da d civil es to ta lm e n te e rrónea. De to d o s m odos,
rosas, totalitarismos entre otras, no son residuos del de b o re c o n o c e r que llegué a la conclusión de que
pasado sino su p ro d u cto consecuente. Permítanme tanto en el caso del desm oronam iento de Yugoslavia
c o n tin u a r c o m o si fuera b obo, y entonces diría: el co m o en la mayoría de los otros conflictos entre el
estalinism o debería haber sido el ejemplo p arad ig ­ E stado y la sociedad civil estuve siem pre del lado
m ático, porque — para decirlo utilizando conceptos del E stado. La sociedad civil im plicaba oposición
sum am ente simplificados y tontos— el fascismo fue democrática, p ero implicaba tam bién nacionalismo
una reacción conservadora. Detrás de él hubo per­ violeñtoT'La fó rm ula de M iloSevicdescribía e x ac­
sonas que — para expresarlo otra vez de una forma tam ente esa mezcla en extrem o explosiva de socie­
p o r dem ás ingenua— concibieron algo e x tre m a d a ­ d a d civil nacionalista y n o m e n c la tu ra de p a rtid o .
m ente malo y llevaron a la práctica algo extrem ada­ Los disidentes exigían un diálogo entre la n o m e n ­
m ente m alo, pero, ¡qué sorpresa! Sin em bargo, el clatura del partido y la sociedad civil, y Miloseviclo
verdadero traum a es el estalinismo. El proyecto c o ­ puso en práctica.
m unista — espero que estén de acuerdo conm igo— Tom em os a Habermas: ¿Revela la lectura de sus
surgió con un potencial em ancipador violento y fra­ libros que la mitad de su patria, Alemania, era socia­
casó. Ese es el traum a d e la dialéctica del Iluminis- lista? N o . Es c o m o si ese hecho no existiera. C reo
mo. ¿Y qué encontram os en la Teoría Crítica? N ada que eso es, según un concepto de m oda, una suerte
de eso. Está B ebem otb de N e u m a n n , la peor socio­ de agujero sintomático, un lugar vacío.
logía periodística que uno pueda imaginarse, basada A p a rtir de a h o ra seré un p o c o m ás conciso, y
en la idea de m oda acerca de una convergencia, se­ quisiera cerrar con una observación sobre el posible
gún la cual la N orteam érica del N e w Deal de Roose- rol de la filosofía en nuestra sociedad. Al respecto,
velt, la Alemania nazi y la Unión Soviética tienden a se observa una serie de posiciones filosóficas falsas:
la misma sociedad organizada. Está E l m arxism o so ­ la filosofía del Estado neokantiana, el neosofism o
viético de M arcuse, un libro muy raro, que no deja p o s m o d e rn o , etc. Lo peor es la e x tre m a m oraliza­
ción de la filosofía, cuya lógica se expresa más o m e­ N u estro saber es, pues, una suerte de referencia va­
nos de la siguiente manera: «Soy filósofo y com o tal ga que les confiere autoridad a nuestras opiniones.
ideo grandes sistemas metarísicos, pero además soy- Es com o si a un gran escritor se le preguntara qué le
u n a b u e n a p ersona y reflexiono sobre c uánto mal gusta com er y este respondiera que la cocina italia­
hay en este m undo. Debemos com batir ese m a l . ..». na es m ejor que la china. C onsidero, entonces, que
K1 más endeble en esto es Derrida cuando, en medio sólo puede responderse a la pregunta considerando
de su libro Espectros de M arx, se vuelve com pleta­ qué es inherente a la filosofía.
m ente no-filosófico y enuncia en diez puntos el mal ¿Cuál es, p o r e n d e , el rol de la filosofía? Aquí
de este m u n d o . ¡Increíble! N o podía creer lo que chocam os con una paradoja: aquella no desem peñó
veían mis ojos cu an d o leí eso, pero ahí estaban los casi nunca, y m enos aún en sus períodos creativos,
diez p u n to s , y d a b a n c u e n ta de una total falta de un papel norm al com o mera filosofía. Veamos algu­
p e n sam ien to : los excluidos en nuestras ciudades, nos hechos inconexos al respecto: en el siglo X IX,
que carecen de em pleo y de recursos; los carteles de la literatura d e sem p e ñ ó a m e n u d o , en algunas na­
drogas; el d om inio de los m onopolios mediáticos, ciones, com o H ungría y Polonia, el rol de la filoso­
etc. C om o si quisiera transmitir la impresión de que fía; p o r ejem plo, la visión filosófica, o bien ideoló­
no sólo es un gran filósofo, sino también un hombre gica, que subyacía al m ovim iento nacional fue for­
de buen corazón. Perdónenme, pero se me ocurre al m ulada de m o d o p re d o m in a n te en el m arco de la
re s p e c to u n a c o m p a r a c ió n b a s ta n te b ru ta l: a las literatura. Incluso en Estados Unidos, en el 99% de
obras de literatura popular suele adosárseles al final los casos se buscará en vano, en las facultades de Fi­
una breve descripción del a u to r o la autora, y para losofía, la den o m in ad a filosofía co n tin en ta l (y esto
ensalzar un poco su currículum se añade algo como hay que tom arlo de manera literal: de 4 .000 univer­
lo siguiente: «Vive actualm ente en el sur de Francia, sidades no rte a m e ric a n a s que c uentan con una Fa­
r o d e a d o de m u ch o s gatos, y se dedica a la p i n tu ­ cultad de Filosofía, sólo en quince o veinte de ellas
ra. ..» . Se trata más o m enos de lo mismo. Casi me está rep resentada seriam ente la filosofía co n tin e n ­
dan ganas de a ñ a d ir algo m alo a algún pró x im o li­ tal). En lugar de hallársela allí, se la encuentra en los
bro mío: «En su vida privada tortura perros y mata estudios culturales, en la anglística, en los cursos de
arañas», sim plem ente para llevar esa costum bre al francés y alemán. Si uno quiere, pues, leer a Hegel y
ab s u rd o . Pero c o n esto q u ie ro decir lo siguiente: Badiou, paradójicam ente, tiene que elegir literatu­
cu an d o se nos pregunta a los filósofos nuestra o p i­ ras c o m p a rad a s con francés y alem án com o m a te ­
n ió n , en realidad, lo que se p r e te n d e es, g e n e ra l­ rias centrales. Por el co n tra rio , si u n o investiga el
m ente, que nos representem os a nosotros mismos. cerebro de las ratas y hace experim entos con anim a­
les, enronces tiene que concurrir a las facultades de pancia e n tre Badiou y yo. Y quisiera preg u n ta rle ,
Filosofía. Sin embargo, no es poco usual que la filo­ quizá tan sólo de m anera retórica, si acaso él tam ­
sofía ocupe el lugar de otra materia: cuando cayó el bién o p in a que en K ant hay — a pesar de todas las
com unism o, la filosofía fue el prim er espacio en el cosas malas que dije acerca de cierto neokantism o—
que se manifestó la resistencia; en ese m om ento fue algo que vale la pena ser rescatado. ¿Qué? De la fi­
más política que nunca. Tal vez podrían objetar que losofía m e interesa, ante todo, el m o m e n to de ex-
la gran filosofía alem ana no fue nada más que filo­ trañeza m encionado por Badiou. ¿Acaso la extrañe-
sofía. De nin g u n a m anera: ya desde Ile in e, y no a za no está al com ienzo de la filosofía? Los d e n o m i­
partir de M arx, se sabe que la filosofía ha sido el Er- nados «filósofos iónicos de la naturaleza» aparecie­
satz alemán de la revolución. Ese es el dilema: no se ro n en la actual Asia tu rc a con el d esarro llo de la
p u e d e te n e r am bas cosas. Es falso a firm ar que los producción de mercancías.3 N o quisiera trazar aquí
franceses podrían haber filosofado si tan sólo hubie­ el vulgar paralelismo marxista de que la producción
ran sido lo sufic ie n tem e n te listos. A la inversa, la de m erc an c ía s im plica u n a ab stra cc ió n y que esa
ausencia de revolución fue la condición para la filo­ abstracción de la mercancía subyace a la abstracción
sofía alemana. M i idea es, por lo tanto, la siguiente: filosófica. A donde quiero llegar es a ese m o m e n to
Quizá debem os dejar que se rom pa el sueño de que de extrañeza que surge a través de la dislocación; a
hay u n a filosofía norm al. Q uizá la filosofía sea la que la filosofía — H eidegger nos lo diría así— * no
a n o rm a lid a d p o r antonom asia. Leería así la teoría fue desde el comienzo el discurso de aquello que se
de Badiou. (Badiou y yo nos tiram os flores pero en sabe en casa. Siempre se necesita un m ínim o de des­
realidad nos odiam os. A m en u d o b ro m e a m o s con composición de la sociedad orgánica. Desde Sócra-
que si uno de nosotros tom a el poder va a m andar al
o t r o al c a m p o de c o n c e n tra c ió n ; p e ro esa es o tra
3 C fr. F ried rich A lb crt Lange, C csch ich ic des M a tcrixlism u s
historia.) Estoy to ta lm e n te de a c u erdo con su tesis u n d K ritik se in er B c d e u tu n g in d er G eg em va rt, al c u id a d o de
sobre las c o n d iciones de la filosofía según la cual A lfred Schm idc, F ra n c fo rt del M e n o : S u h rk am p Verlag, 1974,
esta es p o r definición excesiva y existe, literalm en­ v o ls. 1 y 2 [H :storia d el m a te ria lism o , M é x ic o : J u a n Pablo*
te, sólo a través de su vínculo excesivo con c o n d i­ F.ditor, 1 9 7 4 ; se tr a ta de u n a ed ic ió n en dos v o lú m e n e s m uy
ciones externas que son de naturaleza amorosa, p o ­ d ifícil de co n se g u ir, q u e ha to m a d o c o m o fu en te la reed ició n
d e 1873, en tra d u cc ió n de V icente C o lo rado].
lítica, científica, o bien artística.
4 C fr. M artin H eid eg g er, D ic C ru n d ü eg riffe d er M etaplrysik,
A ntes de te rm in a r quisiera agregar una crítica, F ra n c fo rt del M e n o , 1 9 8 3 , págs. 7 y sigs. [Los co n cep to s f u n ­
a u nque sea m uy amigable. N uestra distinta valora­ d a m en ta les de !a m eta física , tra d u c ció n de Jo a q u ín A lb erto Ci-
ción de Kant podría ser entendida com o una discre­ ria C oscu llu ela, M a d rid : A lianza E d ito rial, 20071.
tes, uno vuelve a encontrarse sin cesar con esa otre- d e n o m in a uso privado de la razón concierne al tra ­
dad, con ese agujero, y resulta interesante que inclu­ bajo del servidor del Estado en el aparato del Esta­
so en D escartes se puede descubrir lo e x tra ñ o — y do. A los debates intelectuales, incluso cuando son
p o n e r así en ridículo a sus difam adores— . En el se­ d e s a r r o lla d o s de m a n e ra p rivada, los d e n o m in a ,
g u n d o párrafo del Discurso del m é to d o se e n c u en ­ p o r el c o n tra rio , uso público de la razón." ¿A qué
tra, creo, su célebre observación acerca de cóm o al a punta Kant? Para él, lo privado es, en prim era ins­
viajar n o sólo descubrió la extrañeza de otras cos­ tancia, la com unidad particular enraizada en un lu­
tumbres, sino tam bién que la propia culrura resulta gar, p e ro su idea es que, com o intelectuales, d e b e ­
no m enos e x tra ñ a , incluso ridicula, si se la ve con ríam os o cu p ar la posición de lo universal singular;
otros ojos.5 Ese es, según mi opinión, el pu n to cero es decir, de una singularidad que participa de la uni­
de la filosofía. Todo filósofo ocupa ese lugar de la versalidad de m anera inmediata, dado que perfora
dislocación. la representación de un ord en particular. Se puede
C o n c lu y o con otra p re g u n ta para Badiou, p o r ­ ser de m a n e ra in m e d ia ta un h o m b re sin ser antes
que m e gustaría a hora rehabilitar el concepto k a n ­ que nada alem án, francés, inglés, etc. Ese legado de
tiano de W eltbürgergesellschaft [sociedad de ciuda­ Kant es hoy más actual que nunca. La idea de un d e ­
danos del m undo], tom ado a m enudo con demasia­ bate intelectual que perfora el orden particular con­
da liviandad.6 C reo que este concepto debe ser vin­ tradice la teoría conservadora según la cual única­
culado con la diferenciación que hace Kant entre el m ente la identificación total con las propias raíces
uso público y el uso privado de la razón, cuya rareza perm ite ser h o m bre en el sentido em pático de esta
consiste en que se opone a la intuición: lo que Kant expresión. C o n fo rm e a esta teoría, se es com pleta­
m ente hom bre en cuanto se es com pletam ente aus­
tríaco, esloveno, francés, etc. Pero el mensaje fun­
5 C fr. René D escartes, A b h a n d lu n g iiber d ie M ethode, richtig
zu d enkcrt u n d W ahrh eit in d e n W issen scha ften z¡< sa c h e n , 1,
d a m e n ta l de la filosofía consiste en que se puede
3 0 , en R ené D esca rtes’ p h ilo so p h isch e W erke, tra d u c c ió n , c o ­ participar de m anera inmediata de la universalidad
m e n ta rio s y n o ta s bio g ráficas de J. H . v o n K irchm .inn, Berlín, más allá de identificaciones particulares.
1 8 7 0 [D iscurso d el m é to d o , tra d u c c ió n de M ario C aim i, B ue­
n o s A ires: E diciones C o lih u e, 2 0 0 9 ].
6 C fr. Im m a n u e l K an t, •■ B eantw ortung d e r i'rn g e: W as ist
A ufklarung», en W erke bt 12 B ánden, a carg o de W ilhelm Weis-
ch ed el, F rancfort del M e n o , 1977, vol. 11, pág. 5 6 [- :Q u é es la
Ilu stració n ?» , en F ilosofía de la h isto ria , tra d u c c ió n de E u g e­
n io ím az, M éxico: Fondo de C ultura Económ ica, 2 0 0 6 , pág. 25]. 7 Ib id ., pág. 5 5 [ihtd., pág. 29).
Discusión

Antes de com enzar la discusión qui­


A l a i n B a d io u :
siera hacer una aclaración. C u a n d o se me ocurrió
criticar a Kant, lo hice más bien como una crítica de
eso que tú denominas «neokantismo», una suerte de
kantismo académico que en los últimos diez o quin­
ce años ha adquirido, en cierto m odo, el estatus de
filosofía oficial. En lo que respecta a Kant, es posi­
ble vincular, creo yo, dos de tus observaciones. En
prim er lugar, la filosofía tiene que e n tender que en
las verdades y en los problemas nuevos hay algo que
no puede reducirse a una representación acabada de
la naturaleza hum ana. Según mi criterio, esto es su­
m am ente im portante: el objeto de la filosofía encie­
rra algo in h u m a n o . C o n o c e m o s m uchos nom bres
para eso: durante m ucho tiempo, «Dios», «lo inteli­
gible», «lo absoluto», etc., d e n o m in a ro n a aquello
qu e excede a la n a turaleza hu m an a . Los nom bres
pueden modificarse, las ideas pueden modificarse,
p ero creo que siempre habrá algo que no puede re­
ducirse a lo hum ano; siempre quedará algo inhum a­
no en aquello de lo que se ocupa la filosofía. Fou-
cault señaló desde muy tem prano que «hombre» es
un a suerte de c o n stru c ció n teó rica q u e tiene una
historia, que puede verse d ó n d e ha em p e z a d o — y
concluye: tam bién llegará el m om ento en que se vea r e n d a s sexuales, etc. Para to d o gran filósofo, r.-y
que esta term ina— .* En Francia, esto se denom ina un vínculo directo entre la singularidad del p e nsa­
« a n tih u m a n ism o teórico», y no representa sólo la m ie n to y su universalidad. H o y se afirm a p o r d o ­
posición de Foucault, sino también la de Althusser y quier que es im portante y fundamental la particula­
m u c h o s otros. Esta es mi p rim e ra observación. Si ridad, así c o m o el respeto de las particularidades.
dices: «Saber si hay o no fo rm a s de m o d ific a r de C o m p a r t o tu o p in ió n : hay que lu c h a r c o n tr a esa
m anera radical aquello que denom inam os “n a tu ra ­ c a n tin e la re a c c io n a ria sobre las p a rtic u la rid a d e s
leza h u m a n a ” : este es el ve rd a d e ro problem a», de culturales, p ero debem os a ñadir que el vínculo di­
ese m o d o form ulas un in te rro g a n te tan p ro fu n d o recto entre la singularidad y la universalidad presu­
com o natural. «Hombre» designa una construcción pone que esta última encierra algo inhum ano. Si se
histórica e ideológica. Y no hay razones de peso p a ­ reduce la universalidad a un hecho hum ano corrien­
ra que la filosofía conserve e te rn a m e n te esa c o n s ­ te, entonces hay que abandonar tal posición. Y creo
tru cció n . D esde Platón, co n sid ero yo, la filosofía que en Kant esa suerte de relación directa entre sin­
c onfronta con lo inh u m a n o y es allí donde tiene su gularidad y universalidad se presenta cuando define
p ropia vocación. Cada vez que la filosofía se escuda lo hum ano a través de algo que supera a la naturale­
detrás de la naturaleza hum ana, tal com o esta se ha za hum ana. La grandeza de Kant no radica de nin­
c o n fo rm a d o en el proceso de la historia, se achica, gún m o d o en haber form ulado una teoría de los lí­
incluso se hace a un lado. Se hace a un lado porque mites de la razón, una teoría de los límites hum anos
no le queda otra cosa que resguardar, propagar y ci­ de la razón. Si bien ese aspecto está en Kant, hoy ya
m e n ta r el m o d elo establecido de la naturaleza h u ­ no parten impulsos de él. La grandeza de Kant radi­
mana. En segundo lugar: en mi opinión, cabe vincu­ ca en que ha vinculado la representación de un lími­
lar con esta reflexión tu observación de que en Kant te de la razón c o n la rep re s e n ta c ió n c o n tr a ria de
está el tem a de la singularidad universal. Tienes a b ­ u n a na tu ra le z a h u m a n a que se su p e ra a sí m ism a,
so lu ta raz ó n , p o r q u e u n o e n c u e n tra en to d o s los ante todo, en lo infinito de la razón práctica. Creo,
grandes filósofos el tem a de la participación directa por lo tanto —y con esto concluyo— , que en el p ro ­
de la singularidad en la universalidad sin pasar por blema del compromisó'filosófico subyace y na suer­
las particularidades, culturas, nacionalidades, dife- te de relación entre lo finito y lo infinito. ¿Está el
hom bre consagrado a lo finito, encerrado en lo fini­
1 C fr. M ic h c l F o u c a u lt, D ic O rd n u n g d e r D in ge. R iñ e A r • to que d e n o m in a m o s «hum anidad», la hum anidad
c h tio lo g ie d e r H u m a n w is s e n s c h a fte n , F ra n c f o rt d el M e n o ,
com o hum anidad finita? ¿O somos adecuados para
1 9 7 1 , pág. 4 6 2 [Las p ala b ra s y las cosas, tra d u c c ió n d e Elsa
C ccilia F rost, M éxico: Siglo X X I, 2 0 0 5 , pág. 35VJ. lo infinito, es decir, adecuados para lo inhum ano a
lo que está ligada la filosofía? Esa es la verdadera pre­ tenderlo— . En la Critica de la razón pura desarrolla
gunta. Y po r eso dije tam bién que tus dos observa­ la diferenciación entre un juicio negativo y un juicio
ciones pueden relacionarse: aquella sobre el vínculo infinito.3 Para decirlo de m anera sencilla: el «juicio
e n tr e la u n iv ersa lid ad y la sin g u la rid a d y aquella negativo» es un juicio que le niega al sujeto un pre­
sobre la necesidad de dejar atrás el humanismo. dicado, mientras que lo que Kant denom ina «juicio
Lo siento, p ero aquí estoy de nuevo de acuerdo infinito» es lo que le atribuye al sujeto un predicado
con mi amigo Slavoj 2i¿ek. que niega. H ay u n juicio negativo cu an d o se dice,
por ejemplo: «El alma no es mortal»». El juicio infini­
S lavoj Z izek : L am entablem ente, tam bién estoy de to sería: «El alma es inmortal». ¿Y qué se sigue de
acuerdo contigo. En un pasaje muy bello de Las lu ­ esto? Al respecto, pueden ilustrarnos las novelas de
chas de clases en Francia,1 M arx explica la dinámica terror, si me perm iten citar a Stephen King, mi ca­
política del año 1848: las dos fracciones realistas, ballito de batalla para todos los casos. C onocem os
los Borbones y los Orleanistas, se unieron para con­ el concepto de n o -m u erto, pero, <qué significa real­
form ar el republicano «Partido del Orden» (Partí de mente? M uerto significa m uerto, y si alguien no es­
l'O rdre). M a rx dice que se puede ser realista sólo si tá m uerto, entonces, sim plem ente vive. Sin em bar­
se rec o n o c e el reino a n ó n im o de la República. En go, si decimos que alguien está no-m uerto, com o se
ese sentido, estoy totalm ente de acuerdo contigo: lo acostum bra en la literatura de terror, eso no debería
h u m a n o c o m o tal se m anifiesta ú n ica m en te en lo significar que todavía vive; está m uerto pero no en
inhum ano; lo inhum ano es el único cam ino para ser el se n tid o corriente: es la m uerte viva. Vemos que
h u m a n o de m a n e ra in m e d ia ta en un s e n tid o u n i­ a q u í se a b re o t r o reino, y mi idea es que este no-
versal. ¿ C ó m o m e re p re s e n to esto? Aquí quisiera m u erto es el sujeto kantiano trascendental. Exacta­
volver a Kant, pues creo que él nos da la herram ien­ mente en ese sentido es inhum ano; inhum ano no en
ta c o n c e p tu a l p a ra re fle x io n a r al re s p e c to — con el sentido de lo animal, sino com o dimensión exce­
una diferenciación filosófica aparentem ente secun­ siva de lo hum ano mismo. Visto de esta forma, hay
daria pero que, según mi criterio, es central para en- algo único en lo que Kant d e nom ina la «dimensión
de lo trascendental». Hace algunos días me escribió
: C ír. K arl M a rx , D ie K la sse n k d m p fe in F ra n kreich 18 4 8 - desde Tokio un amigo que conoce mi afición por las
18S0, en M E W , vol. 7 , B erlín (Este), 1960, págs. 9 -1 0 7 ¡Las lu ­ curiosidades, y me dijo que en Ja p ó n p u eden com-
chas de clases en Francia, trad u cció n de Tristdn S u íre x , B uenos
A ires: C la rid a d , 2 0 0 7 , p.igs. 1 13-4J. El « P a rtid o del O rd en » 3 C ír. Im m an u el K anr, W erke, vol. 3, pág. 113 [C rítica de la
a p o y ab a p ú b licam en te a la R ep ú b lica p e ro creía se c retam en te ra zó n p u ra , tra d u c c ió n de M ario C a im i, B uenos A ires: C oli-
en la R estauración. hu e, 2 0 0 9 , pág. 1411.
prarse ahora, p o r 85 dólares, teléfonos que funcio­ tenía q u inientos, ¿quinientos qué? N a d a más. N o
nan de una m anera muy particular: puede escuchar­ eran dólares, ni c h e lin es.. . Kant ha abierto ese ám ­
se claramente la voz de quien llama pero no hay más bito para nosotros. Y, en ese sentido, también Lacan
s o n id o . Basta con ajustar una p e q ueña placa en la tiene razón frente a lo que sostiene el posm odernis­
tap a del c rá n e o para recibir la vibración de la voz m o: la ciencia no es solamente un juego idiomático,
del o tro directam ente en el oído medio. Por lo tan ­ sino que se ocupa de lo real no esquematizado.
to, puede oírse al otro, pero la com prensión óptima
se logra una vez que uno se tapa los oídos. Estamos A. B.: El p roblem a del com prom iso filosófico resi­
a quí frente a la excepción, frente a una percepción de, según mi criterio, en que es entendido principal­
sensorial directa que esquiva los medios sensoriales. m ente com o com prom iso crítico. Se tom a la filoso­
Y para a v a n z a r un paso más diré que sabem os de fía y la crítica com o si fueran lo mismo, con la c o n ­
esos curiosos e x p erim entos, en relación con la in­ secuencia de que el c o m prom iso filosófico se c o n ­
vestigación del cerebro, que se basan en la idea de vierte en el ve re d icto sobre el mal, sobre el sufri­
que puede provocarse un sentim iento — p o r ejem ­ m iento y sobre lo que está perm itido y lo que no lo
plo, deseo o dolor— estimulando de m anera directa está. La tarea de la filosofía sería pues, en prim era
el centro nervioso, sin pasar por ninguno de los cin­ instancia, negativa: dudar, tener espíritu crítico, etc.
co sentidos. ¿Por qué he m en c io n ad o a q u í a Kant? C reo que hay_querevenir estajdea^porque en reali­
C onoces la teoría del esquematismo: para que algo dad la esencia de la intervención filosófica es la afir­
sea real debe e n tra r en ciertas categorías. Pero, ¿no mación. ¿Por qué la afirmación? Si ustedes se inmis­
estamos ahora ante un tipo de dolor que es abstrac­ cuyen en una situación paradójica, o en una rela­
to y no esquem atizado, y no un d o lo r de tal o cual ción que no es una relación, o en un vínculo que no
tipo, sino un d o lo r inm ediato? Esto se asemeja un es un v ínculo, ento n c e s tienen que in tr o d u c ir un
poco — perm ítanm e esta dosis de ironía— al primer nuevo marco de pensam iento y decir sí a la posibili­
dinero esloveno de los años 1990-1991, luego de la d a d de p e n sar esa situación paradójica — n a tu r a l­
independencia. Yo amaba ese dinero, y no en m odo mente, bajo la condición de dejar caer algunos pará­
alguno p o r el orgullo de que teníam os nuestra p ro ­ metros, aunque queda claro que al hacerlo in tro d u ­
pia m oneda, sino p o rq u e la gente no se dio cuenta cen nuevos pará m etro s— . La única prueba de ello
de que algo olía mal en ella. Luego de h a b e r sido es, por ú l ti m o ^ u e u s te d e s proponen una nuevra for­
a b o lid o el d iñ a r yugoslavo, d u ra n te dos a ñ o s cir­ ma de pensar la parad'ója. Por eso, el elem ento d e ­
culó dinero con unidades de cinco, diez, etc., pero term inante de la intervención filosófica es la afirma­
nadie se percató de que faltaba un nom bre: sólo se ción, en lo cual coincido con Delcuze. C ua n d o este
dice que la filosofía es esencialm ente creación de lo pueden ponerse de acuerdo respecto de una críti­
ideas, p o n e con razón en prim er plano esa d im e n ­ ca del mal. Esta tesis es el eje de su pensam iento. A
sión creadora y afirmativa de la filosofía, y descon­ partir de esa postura que niega, se entiende la intro­
fía con razón de to d a reducción crítica o negadora m isión filosófica de un m o d o m uy p a rtic u la r: el
de ella. N a t u r a l m e n t e , estoy de a c u e r d o co n tig o filósofo es u n a suerte de médico; diagnostica el mal,
c u a n d o dices que no debería e n tenderse lo «inhu­ el su frim ie n to , y al final prescribe m ed icam en to s
mano» com o negación, a pesar de que lam ento que que deben regresarnos a la norm alidad. Por ejem ­
al parecer siempre estamos de acuerdo; pero con es­ plo, dado que Saddam Hussein es un terrible tirano,
to se demuestra que ejercemos la afirmación, y no la hay que to m a r enérgicas medidas terapéuticas c o n ­
negación. Entonces, deberíamos entender lo «inhu­ tra él. De hecho se las tom ó, como ustedes saben, y
mano» com o un elemento conceptual afirmativo en a cam bio se ha asum ido la m uerte de cien mil ira­
cuyo in te rio r p u e d e p e n sarse la dislocación de lo quíes. El ejército n o rte a m e ric a n o está m a ta n d o al
hum ano. Y esa dislocación de lo hum ano presupone e n f e r m o , p e r o só lo hace lo que hay que hacer, y
re c o n o c e r que lo o riginario es el vínculo entre lo G lucksm ann está c o n te n to , d a d o que cree sin res­
h u m a n o y lo in h u m a n o , y no la persistencia de lo tricciones en la naturaleza crítica de la intromisión
humano. lilosófica.
Les doy un ejem plo de ca rá c te r ideológico. En Pienso que es indispensable d e fe n d e r una c o n ­
los años setenta observamos en Francia la aparición cepción de la intervención filosófica totalm ente dis­
de lo que se denom inó la «Nueva Filosofía». El ver­ tinta. N o es casual q u e la idea más im p o rta n te de
dadero fundador de la Nueva Filosofía en Francia es Platón haya sido la del bien. Platón había entendido
André Glucksmann, quien poco tiem po antes había que lo im portante es siempre el elemento de la afir­
sido un m ilita n te m ao ísta — p iru e ta s de la h is to ­ m ación inhum ana, que además manifiesta una elec­
ria — . La tesis f u n d a m e n ta l de G lu c k sm a n n , que ción radical. Si esta noche no presencian aquí una
sostiene hasta hoy — mejor dicho, hasta que e m pe­ verdadera confrontación es porque Slavoj y yo esta­
zó a a p o y a r la g u e rr a de E s ta d o s U n id o s c o n tr a m os dem asiado del mismo lado, en lo q u e a ta ñ e a
Irak— , plantea que es imposible que todos estén de este p u n t o decisivo, c o m o para que p u e d a surgir
acuerdo en un punto de vista positivo del bien:4 só- una gran contradicción.

S. X.: Mi reacción paranoica sería: <Y qué pasaría si


4 C fr. A ndrc G lu ck sm an n , /.¿s M aitres Penseurs, París, 1977
nos estuvieras e n g a ñ a n d o y sólo sim ularas pensar
[Los m aestros pensadores, tra d u cc ió n d e Jo a q u ín Jo rd á , Barce­
c o m o yo? C u a n to más de a c u erd o estés conm igo,
lo n a: A nagram a, 1978].
más en peligro estarás. Paradójicamente, com parti­ cia particular term ina siempre — aunque durante un
mos con los pesimistas críticos posm odernos el foco breve lapso parezca e m a n cipatoria— en una posi­
puesto en lo inhum ano. En la ideología posm oder- ción reaccionaria. La idea de Rorty acerca de la n a ­
na de lo in h u m a n o , lo inh u m a n o es un exceso h o ­ rración del sufrim iento exige, c o n secuentem ente,
rro ro so que necesariam ente debe ser evitado. Esta un a ética que deje a b ierto un espacio en el que t o ­
ideología puede incorporar incluso cierta faceta de dos puedan contar su historia. De ese m odo desapa­
Lacan. Existe esa mitología de lo horroroso: no hay rece todo esfuerzo serio por la verdad. ¡Qué mal!, el
que acercarse dem asiado al fuego, hay que guardar m o d elo de la negatividad m oral sería ú nicam ente
la d ista n c ia sim bólica justa; la r e p re s e n ta c ió n de violencia m o ra l, c o m o cu an d o im p o n g o mis c o n ­
que vivimos, com o en Edgar Alian Poe, en un m un­ ceptos a otros. Esa idea es catastrófica. Digo esto a
do al b o rde del abismo y se trata sólo de m antener pesar de que Rorty me resulta bastante simpático en
la distancia adecuada; no actuar com o si no hubiera su posición política y a m enudo es más progresista
un mal radical, sino tan sólo ten e r c u id a d o de no que m uchos de los más em pecinados deconstructi-
caer en él. Esto es, p o r cierto, exactam ente lo c o n ­ vistas n o rte a m e ric a n o s. Y debo a ñ a d ir que quizás
trario de lo que propagam os como inhum ano: lo in­ esa idea es hoy en día la verdadera catástrofe moral,
h u m ano com o el espacio de la redefinición. po rq u e evita lo que tú llamas una «elección clara y
Quisiera volver aquí brevem ente a Richard Ror- radical».
ty, a quien, com o ya dije, estimo debido a su sincera IJna p e q u e ñ a digresión: para co n firm a r lo que
radicalidad. Lo problem ático es que para él la últi­ has dicho sobre la posición que niega, debo volver
ma verdad consiste en la verdad del sufrim iento de de nuevo a la Escuela de Frankfurt. En ella podem os
cualquiera: todos deberíamos tener la opción ce'ex- ver en d ó nde radica el error de esa posición. Lo que
presar nuestra experiencia específica de sufrim ien­ m e c h o c a en especial de H o r k h e im e r — p a ra mí,
to . Esto nos lleva, creo yo, a asum ir un falso m odo I lo r k h e im e r es el ve rd a d e ro crim inal, m ucho más
de inconmensurabilidad. En la concepción de Rorty que A d o rn o — es la inconsistencia tan evidente de­
subyace una referencia al particularismo, cuya fata­ dos posiciones. Por un lado, representa el p u nto de
lidad has criticado ya en tu Ética. Es la versión de la vista típicam ente pesimista de la dialéctica del Ilu-
corrección política [political correctness]: sólo una m inism o: to d a la historia occidental culm ina en el
m ad re soltera negra lesbiana sabe del sufrim iento verw a ltete W elt [m u n d o adm inistrado], el m u n d o
de una m adre soltera negra lesbiana, etc. Deleuze ya del h om bre com pletam ente regulado unidim ensio­
había p ro te s ta d o fuertem ente c o n tra esto, porque nal; en la sociedad tecnológica, que no deja espacio
opinaba que esa clase de referencia a una cxperien- para la crítica, etc. 'lo d o está m anipulado — una vi­
sión catastrófica que despliega en su última gran pu­ podem os sino protegerla de la barbarie proveniente
blicación, Crítica de la razón instrum ental— . Em pe­ de todas p a r t e s .. De aquí se desprende, creo yo,
ro, siempre que el propio H orkheim er se enfrentó a la triste enseñ a n z a filosófica de que u n a c o n d e n a
una decisión política concreta, se decidió por la de­ aparentem ente radical del mal puede asumir perfec­
fensa de esa sociedad de la catástrofe en form a de tam e n te la función de bloquear todo tipo de alte r­
u ltim átum y votó en contra de toda alternativa. En nativa. Esa es la paradoja del pensamiento que niega
ese caso fue verdaderam ente sincero. N o quiso, por que mencionaste antes.
e je m p lo , p a rtic ip a r en n in g u n a m anifestación en
A. B.: Sólo quise decir que hay otra forma de hablar
contra de Vietnam, y en cambio dijo: «Siempre que
de esa paradoja. H o y se puede hallar p o r doquier,
intervienen los soldados norteam ericanos llevan la
en la literatura política, una crítica radical del orden
libertad. Estoy convencido de eso».5 Adorno, que se
económ ico y una adhesión no m enos radical al or­
c o m p o rtó al respecto com o un típico oportunista,
ta m p o c o quiso participar en eventos en c ontra de den político. Esto sucede muy a m enudo. M uchas
V ietnam , p ero le resultó difícil adm itirlo; prefirió personas decididam ente anticapitalistas dicen que
el capitalismo es horrible, que es la pesadilla econó­
p o n e r excusas. Una vez les dijo a los manifestantes
que le encantaría ir a las manifestaciones, pero esta­ mica, etc., p ero esas mismas personas son grandes
ba ya m uy viejo y gordo, y la gente, al fin y al cabo, d e f e n s o r a s de la d e m o c ra c ia tal c o m o e x is te en
nuestras sociedades. Se trata, en realidad, de la~Fqis-
se reiría de él al verlo —justamente A dorno— .
ma paradoja que tú has mostrado. Se desarrolla una
Q uiero llamar la atención sobre esta paradoja: se
traza un cu a d ro catastrófico y som brío de la socie­ suerte de crítica radical objetiva de la forma econó­
mica, p ero p o r o tro lad o se apoya fu e rte m e n te la
dad y, al mismo tiempo, toda alternativa parece m u­
dem ocracia representativa. Entretanto, hay que d e ­
c h o peor. En un diálogo con la revista D er Spiegel
te r m in a r — y se tra ta de una d e te rm in a c ió n obje­
publicado poco después de su m uerte, H orkheim er
habla extensamente sobre la sociedad administrada tiva— que esa form a política es la adecuada para el
sistema económ ico que se critica de m anera tan ra­
y afirma que nosotros, la sociedad occidental desa­
dical. R ecuerdo una cita de Rorty que me so rp re n ­
rrollada, somos pese a todo la isla de la libertad y no
dió m ucho, una cita muy significativa que dice: «La
^ Se tra ta de u n a p aráfrasis ex ag erad a de Z izek. C fr., al re s­
p e c to , Stefan M ü ller-D o o h n i, A d o rn o . E in c B io ^ ra p h k , F ranc­
fo rt del M e n o , 2 0 0 3 , pág. 6 8 4 [En tierra de nadie. T h eo d o r W. 6 C fr. M a x I lo r k h e im e r, E s g eh : u m d ie M o ra l d e r D e u t-
A d o rn o : una biografía in te le c tu a l, tra d u c c ió n de R o b e rto H . sc h cn , e n G c sa m m e ltc S c h riftc n , vol. 7, F ra n c fo rt del M e n o ,
B e rn e ty R aúl C ab ás Palláis, B arcelona: H erd er, 2 0 0 3 ]. 198.5, págs. 4 8 0 y sigs.
democracia es más im portante que la filosofía». Una S. Z.: A hora estamos tocando, creo yo, el tem a real­
cita aparentem ente banal pero cuyo contenido p ro ­ m ente espinoso — Dios mío, esto se está p oniendo
p a g a ndístico es so rp r e n d e n te . ¿Puede un filósofo de a poco aburrido— de nuestra coincidencia: espi­
decir que una estructura política es más im portante noso, p o r q u e en este caso he pag ad o m ás caro la
que su propia actividad? Creo que esa rara cita c o n ­ coincidencia. ¿Sabes cuánto me ha costado ese libro
lleva, en realidad, un co n te n id o represivo. Q uiere sobre Lenin ?■'' C on él he p e rd id o a dos tercios de
prohibirle a la filosofía formular la pregunta acerca mis amigos. Se puede m encionar con tranquilidad a
del núcleo de lo que se denom ina «democracia». Pa­ M a rx , a E l capital, y decir: ¡qué descripción genial
ra mí, se trata de revertir la crítica tradicional: .o de­ de la dinám ica capitalista, del «carácter fetichista de
cisivo no es ahora la crítica del capitalismo, sobre la la mercancía», de la «alienación»!, pero m encionar a
que casi todo el m undo está de acuerdo, en vista de Lenin es otra historia. Es increíble que todos me ha­
la terrible injusticia material, de los treinta millones yan dicho después que ha sido una provocación ba­
de m uertos por el sida en Africa porque no se les da rata. Sin em bargo, cuando organicé un coloquio en
m e d ic a m e n to s , de las h o rrib le s desigualdades en Essen se presentó — según me enteré más tarde— el
este planeta, etc. Se pu ede declarar al capitalism o servicio federal de noticias y le preguntó a mi secre­
taria qué hacíam os allí. Se ve que no se tolera m u ­
responsable de to d o eso y aspirar a un capitalismo
cho, según parece. Esta es la p a radoja de la situa­
mejor, más dócil, y no se avanzará un solo centíme­
tro, porque en realidad se trata de algo muy distinto ción actual: de acuerdo con la ideología oficial, to ­
de la crítica del capitalismo que niega verbalmente. do está p e rm itid o , no hay censura y to d o se desa­
Se trata de hacer una propuesta afirmativa de la d e ­ rrolla en form a impecable, mas esto no debería e n ­
mocracia, una propuesta que es mucho más que una gañarnos. Q uisiera darles un ejem plo, un ejem plo
mera adhesión a la form a parlamentaria de la políti­ loco a u n q u e v e rd a d e ro , característico de n uestro
ca. La paradoja de la que hablas intenta ocultar ese tiempo. Según he oído, en algunas comunas radica­
hecho, intenta impedir que veamos que el imperati­ les de Estados Unidos —em pleo aquí la palabra «ra­
vo filosófico que arriesga en realidad algo, que le dical» irónicam ente, en el sentido de la corrección
plantea verdaderam ente problemas al pensamiento, política, que en realidad es pseudorradical— se d e ­
no es la crítica del sistema económ ico capitalista, si­ bate con total seriedad esta cuestión: ¿Dónde están
no la crítica de la dem ocracia tal c o m o la c o n o c e ­ 7 Slavoj ¿ iz e k , D io R e v o lu tio n ste h t bevor. D reizehn Versa-
mos. Este es el verdadero problema, m ucho más di­ ch e n a ch L e n in , F ran c fo rt del M e n o , 2 0 0 2 [Repetir L e n in , tra ­
fícil que estar de acuerdo con todo el m undo en que d u c c ió n de M a rra M a lo de M o lin a B o d c ló n y R aúl S ánchez
el capitalismo es injusto. C ed illo , M a d rid : A kal, 2 0 0 4 ].
los derechos de los necrófilos? ¿Por qué se les p rohí­ es, precisam ente, una form a de intolerancia: in to ­
be de m an e ra tan drástica realizar juegos sexuales lerancia respecto de la cercanía del otro.
con muertos? La propuesta es, por ende, la siguien­ N o obstante, quisiera regresar una vez más al te­
te: m u ch o s de n o s o tro s d a m o s el co n sen tim ien to ma q u e m e o c u p a realm ente. C o m o he m o s visto,
para que en caso de m uerte repentina nuestros ó r­ pa recería que to d o s los excesos están perm itidos;
g a n o s sean p u e sto s a disposición de la m edicina. pero tratem os de tocar el fetiche de la democracia y
¿Por qué no lo doy, entonces, para que mi cuerpo, si verem os qué pasa. Y c o n c u e rd o contigo: d e b e ría ­
m uero rep e ntinam ente, quede a disposición de los mos intentarlo hoy en día, por lo m enos — para ser
necrófilos para que jueguen con él? Esto suena aho­ breve— , p o r tres razones. P rim e ro d e b e m o s p r e ­
ra e x trem adam ente radical, pero no es más que un gu n tarn o s: ¿Qué significa hoy en verdad la d e m o ­
ejem plo típico respecto de lo que ya había s u b ra ­ cracia? ¿C óm o funciona? Lo que de ningún m odo
yado Kierkegaard, según creo, con razón: el único p o d e m o s dejar de c o n s id e ra r no es que surge del
prójim o v erdadero es el prójim o m uerto, al m enos pueblo y es para el pueblo, sino que aceptamos d e ­
en cierta versión ideológica del am or al prójimo. Es­ term inadas reglas a las que obedecem os — más allá
to es lo que de hecho pensamos cuando tratam os al de cuál sea el resultado de ello— . Para mí, la victo­
p ró jim o de m a n e ra p o lític a m e n te c orrecta. Sería ria electoral de Bush en el año 2000, si acaso lo fue,
mejor un prójimo m uerto. A mi juicio, es la m etáfo­ representó la cima de la democracia. ¿Por qué? Por­
ra más a d e cu a d a para la corre c ció n política. ¿Por que ningún dem ócrata pensó jamás en no reconocer
qué? Preguntémonos: ¿Qué significa en realidad esa el resultado electoral y en salir a la calle, a pesar de
form a de tolerancia c u ando es practicada en nues­ que todos sabían que en Florida se había com etido
tras sociedades occidentales? Significa exactam en­ fraude. En todo m om ento estuvo claro que, a pesar
te lo contrario de lo que suponemos. Tolerancia sig­ de las m anipulaciones, hay reglas a las que necesa­
nifica nada de molestia. «Molestia» es una palabra riamente debemos atenernos. Y por eso la dem ocra­
clave. C on ella se dice fundam entalm ente: «Escon­ cia significa hoy, en prim er lugar, incluso en el caso
de tu deseo, no te me acerques demasiado». Signifi­ de la más flagrante injusticia, que «es preferible una
ca, tal c o m o lo he e x p e rim e n ta d o en Estados Uni­ injusticia al desorden», com o se supone que afirmó
dos: «Si m iras a alguien dem asiado tiem po, a una Goethe.
mujer o a quien sea, eso ya es una violación visual; si i.o d icho a q u í ata ñ e al prim er significado c o n ­
dices algo sucio, eso ya es una violación verbal». Lo c re to de la d e m o c rac ia y a la p rim e ra razón para
cual nos m uestra que en ese c o n te x to la tolerancia atacarla. Vería una segunda razón en el h e c h o de
que es inherente a la dem ocracia un op o rtu n ism o , hecho.8 Algo similar pasa hoy, creo yo, con la d e m o ­
un op o rtu n ism o en el sentido de una huida al acto. cracia. H ay una serie de claros indicios al respecto,
En relación con esto, quisiera citar con todo respeto c om o la renovada popularidad de Ralf D ah re n d o rf
al teó rico alem án de la sociedad de riesgo, Ulrich o Leo Strauss. El mensaje corriente es: 'D e m o c r a ­
Beck, quien da a entender que los riesgos que afron­ cia? Sí, p ero sólo para aquellos que estén m aduros
tam os hoy son riesgos radicales. N o se trata de que­ para ella. Todos sabemos, pues, en qué callejón sin
b rar la influencia de las grandes empresas responsa­ salida se encuentra Estados Unidos en Irak. Si intro­
bles de la contam inación ambiental e incluir a espe­ duce la dem ocracia — y con dem ocracia no me re ­
cialistas para llegar a la decisión correcta: se trata de­ fiero a una auténtica form a de dem ocracia, sino a
que hay que realizar una elección. En todo m om en­ u n a de n u e stra s b o n ita s y c o rru p ta s dem ocracias
to nos e n frentam os a una elección en la que debe­ m ultipartidarias— , eso significaría probablem ente
mos decidirnos sin tener fundam entos, pero los re­ la victoria electoral de los chiítas. Y considérese to ­
p rese n tan te s d e m ocráticos hablan a m e n u d o sólo do el «repensar» actual; es una palabra clave: algu­
del fetiche de la democracia. Una vía para evitar el nos filósofos n o rteam erican o s (Alain D ershow itz,
riesgo de la decisión es escudarse detrás de la espal­ p o r e jem plo) o p in a n que habría que re p e n s a r los
da de los electores: «No es mi decisión aunque la le­ d erechos h u m a n o s y m odificarlos, a c ep ta n d o que
gitime; estamos todos en el mismo b a r c o .. .».
N uestro segundo punto de crítica concierne, e n ­ 8 «Os ate rrá is de q u e q u e ra m o s ab o lir la p ro p ie d a d p rivada,
tonces, al hecho de que la democracia, com o proce­ ¡com o si ya en el sen o de v u estra so cied ad actu al la p ro p ied ad
so de decisión, es una vía para esconder decisiones. p riv a d a n o estu v iese a b o lid a p a ra n u ev e d éc im as p a rte s de la
p o b la c ió n , c o m o si n o e x is tie se p re c isa m e n te a co sta de no
Se trata más o m enos de lo siguiente: «No soy yo el
e x is tir p a ra esas n u ev e décim as p artes! ¿Q ué es, p u es, lo q u e
que realmente decide, yo sólo propongo. Son uste­ en rig o r n o s re p ro c h á is? Q u e re r d e stru ir u n rég im en de p r o ­
des, c o m o p u e b lo , los que to m a n la decisión». A p ie d a d p riv a d a q u e tie n e p o r n ecesaria c o n d ic ió n el d e sp o jo
este respecto sería preferible seguir a Laean, quien de la in m en sa m ay o ría de la sociedad» (KarI M a rx , M E W , vol.
ha d icho que tam b ié n en el acto p o lítico hay que 4 , pág. 4 7 7 [M a n ifiesto c o m u n is ta , tra d u c c ió n de W enceslao
R oces, B uenos Aires: P rom eteo, 2 0 0 8 , pág. i»2j). En lo q u e res­
asumir el riesgo.
p ecta a la relació n e n tre p ro p ie d a d p riv ad a y co m u n ism o , cfr.
Respecto de la tercera razón, es sabido que M arx ta m b ién K arl M a rx , Ó ko n o m isch -p h ilo so p h isch e M a n u skrip tc
escribió, en el M anifiesto co m u n ista , que al c o m u ­ a u s d e m Jahre 1 8 4 4 , en M EW , vol. 4 0 , págs. 530-4(5 [M anus­
nismo se le reprocha que haya abolido la propiedad c rito s e c o n ó m ic o -filo só fic o s de 1 S 4 4 , tr a d u c c ió n y n o ta s de
privada, aun cuando el propio capitalismo ya lo ha F e rn a n d a A ren , S ilv in a R o te m b erg y M ig u el V edda, B uenos
A ires: C o lih u e , 2 0 0 4 , págs. 138-55].
en d e te rm in a d o s casos a d m ite n tam bién torturas. razones estructurales. ¿Acaso cuatro mil millones y
N o se trata aquí tan sólo de la pregunta sobre dem o­ medio de personas deberían elegir al consejo de a d ­
cracia sí o no: es im prescindible ver qué involucra m inistración del F ondo M o n e ta rio Internacional?
realmente la democracia. Si hay un significado sim ­ H abría que deducir lo siguiente: el crecimiento eco­
bólico — odio esto— del 11 de septiem bre, e n to n ­ nóm ico y los procesos capitalistas globales excluyen
ces debe buscárselo, según mi opinión, en relación estructuralm ente la democracia — incluso en la for­
con el año 1989: 1989 no representó para mí el fin ma que el propio capitalismo le prescribe— .
de las utopías, com o suele afirmarse generalmente; Todo esto es lo que debemos tom ar en cuenta si
n o rep re sen tó el fin del com unism o, sino el desen­ tenem os que decidirnos en favor o en c ontra de la
ca d en a m ie n to de la gran utopía del capitalismo li­ dem ocracia. En este p u nto tiendo siem pre a citar a
beral, m arcado por el «fin de la historia» de Francis Lukács, quien en H istoria y conciencia de clase ha
Fukuyam a. Y el 11 de septiem bre es la respuesta a dicho que se trata de una cuestión de reflexión tác­
eso; si acaso significa algo es que hoy esa utopía está tica. A veces se p ro d u c e n acontecim ientos im p o r­
muerta. Los norteam ericanos tienen en cuenta eso: tantes desde el punto de vista de la democracia; por
basta con observar la política estadounidense, que ejem plo, c u a n d o se registra un resultado electoral
se ha transform ado totalm ente. N o se puede seguir totalm ente inesperado. Para mí es un m om ento be­
creyendo en su palabrería acerca de la democracia. llo, casi sublime, aquel en que nosotros, los de iz­
Q u ie re n com binar su m undo, su po d e r de interve­ qu ierda, a p o y a m o s u n a buena causa p ero s e cre ta ­
nir militarm ente en cualquier lugar del m undo, con m ente creem os que la gente está dem asiado m a n i­
un nuevo aislam iento, nuevos m uros, etc. Y en ese pulada, y a pesar de ello sucede ese milagro y la cosa
proceso la democracia se redefine de m anera tan ra­ sale bien. Em pero, mi problem a es otro: estoy dis­
dical que sólo nos q u e d a su n o m b re . Algo similar puesto a defe n d e r mis opiniones dem ocráticam en­
acontece con la econom ía, es decir, con la o rg a n i­ te, mas no a dejar que otros decidan d e m o c rática ­
zación del comercio mundial y el Fondo M onetario m ente cuáles son mis opiniones — allí conservo mi
Internacional. En este sentido coincido en parte con arrogancia filosófica— .
un libro que en o tro sentido rechazo profundam en­
P re g u s ta d e l P ú n u co : IJna pregunta para Badiou: Si
te: Im perio, de Negri y Hart. G ente com o Lafontai-
nos atenem os a su crítica de la democracia, ¿qué in­
ne en A lem ania se ilusionaba c u ando creía que era
posible democratizar las decisiones que se tom an en terés puede ten e r todavía la política actual? ¿Con
esos niveles de la economía. ¿Cóm o debería d e m o ­ qué interés siguió usted, por ejemplo, las elecciones
cratizarse la banca? Es imposible sencillamente por presidenciales francesas?
L o que me interesó de las elecciones
A la i n B a d io u : h a to m a d o a lgunos c o n c e p to s d e Badiou y los ha
presidenciales de 2002 en Francia no fue la decisión u tilizado p a ra su p r o p ia teoría. ¿Tiene usted, Ba­
electoral, no fue la pregunta sobre si había que v o ­ diou, la impresión de que eso ha sucedido de m ane­
tar por Chirac o p o r Jospin, o qué debía hacerse en ra a decuada, o Zizek lo ha m alentendido así com o
la segunda r o n d a electoral. Ese tipo de preguntas H cidegger m alentendía a todos?
funcionan conform e al m ecanism o de opinión. Lo
que me interesó en esa elección fue el ex tra o rd in a ­ Slavoj Zizek acaba de decir que Kant
A l a i n B a d io u :
rio movim iento posterior a la primera ronda, cuan­ no e n tendió a Descartes, Hegel tam poco a Kant, y
do Le Pen q u edó en mejor posición que Jospin. La Heidegger a nadie. Por ende, si ahora somos Kant y
situación filosófica no fue la situación electoral en sí Descartes, entonces ninguno entendió al otro. Por
misma, sino el debate sumamente intenso y genera­ suerte, h em os h a b la d o aquí de c o m p ro m iso s y de
lizado, con las manifestaciones de cientos de miles las consecuencias de la filosofía, y no de la organiza­
de personas que se sucedieron luego de las eleccio­ ción de sus ideas. Y creo que el hecho de que este­
nes. Lo interesante allí tuvo para los filósofos tam ­ mos de acuerdo se debe, en gran m edida, a que no
bién la form a de paradoja. Una situación electoral h em os c o m e n z a d o realm ente con la construcción
se transform ó en otra com pletam ente distinta, una filosófica misma. Porque, en lo que atañe a la cons­
situación en la que hub o m anifestaciones, enojo, trucción filosófica, sin duda hay grandes diferencias
b ronca y protestas masivas. Ese aspecto me intere­ d e o p in ió n e n tre no so tro s, p e ro las d ejam os para
só. En general, la filosofía supera al periodismo sólo otra discusión. En prim era instancia, considero que
cu an d o se trata de situaciones que son totalm ente tenem os diferencias respecto del concepto de acon­
distintas de lo que aparentan. Por eso dije «una rela­
tecimiento y del concepto de lo real, y tam bién res­
ción que no es una relación». Según mi opinión, la
pecto del rol de lo imaginario y del rol de la políti­
in tervención filosófica tiene lugar siem pre en esa
ca, si n o se la e n tie n d e c o m o decisión sino c o m o
paradoja entre ser y apariencia, entre relación y no-
proceso. C reo que valdría la pena discutir sobre to ­
relación. 1.a pregunta acerca de qué boleta hay que
dos estos puntos, pero esta noche hemos a bordado
p o n e r en la urna pertenece a o tro orden, pero pue­
o tra cuestión, que es la siguiente: ¿Cuáles son las
do contarles sobre mi caso personal: dejé de votar
form as d e te rm in a n te s del c o m prom iso filosófico?
en junio de 1968. Soy un no-votante v e te r a n o .. .
Y es cierro, c o m o sabem os desde hace tiem po, que
Un intento de sembrar un p o ­
P r e g u n t a d e l p ú b l ic o : esta m o s del m ism o lado en lo que se refiere a esa
co de discordia: en su libro E l espinoso sujeto, Zizek im portante pregunta. Si la expresión no estuviera li-
gada a un pasado sórdido, diría: Estamos aquí entre m ente a Jacques-Alain Miller. C reo que sus declara­
correligionarios. ciones políticas más recientes son escandalosas. En
su libro El sobrino de Lacan se posiciona c ontra el
S lavoj ZitEK: Q uisiera agregar algo. Es cierto que dogm atism o — con trivialidades conocidas: hay que
dialogo continuam ente con Badiou: en todos mis li­ ser flexible, subversivo— y hace suya una c o n tra p o ­
bros desde E l espinoso sujeto vuelvo a sus trabajos, sición p a r t i c u l a r m e n te fatal que ha i n tr o d u c id o
cada nuevo trabajo mío se asienta en el suyo a n te ­ Julia Kristeva, por cierto en o tro sentido: la c ontra­
rior. Pienso, p o r ejem plo, en su libro E l siglo, que posición entre revuelta y subversión, por un lado, y
lam entablem ente no ha sido publicado todavía, pe­ revolución, por el otro. Según Miller, la revuelta es
se a que el m a n u sc rito está listo hace ya tres años buena, produce energía creativa, dinamiza; la revo­
— un crimen contra la hum anidad, si se piensa en la lución, en cambio, es mala, puesto que introduce un
im portancia de ese libro— . Allí hace una diferencia­ nuevo orden. Es increíble: en cierta forma, una vul­
ción entre la lógica, la purificación y la sustracción, garidad liberal absoluta.
que según mi criterio representan logros im portan­ Con Badiou me siento, por el contrario — tal co­
tes. Por ello, en mi último libro, que será publicado m o le dijo Ribbentrop a M olotov en su viaje a M o s­
en dos o tres meses por la editorial Verso (y cor. esto cú en 1939— , «unter Parteigenossen» [«entre corre­
no qu iero hacerm e propaganda), he dado un paso ligionarios»].
radical que me a p a rta de mi posición habitual, un
paso que para mí ha sido muy doloroso. Hasta a h o ­
ra, yo me adscribía a la representación de que la ex­
periencia auténtica p o r antonom asia, para decirlo
de m anera sencilla, era lo que Lacan definió alguna
vez com o ir al fin a l del proceso analítico ; y me per­
suadía a mí mismo de que ese proceso era político,
que incluso to d a actividad política estaba en rela­
ción con él. H o y m e he liberado de eso, ya no creo
que el cierre del psicoanálisis sea, si se puede decir,
la a u té n tic a fo rm a del c o m p r o m is o político. Por
o tro lado, he dado o tro paso muy riesgoso, que p ro ­
bablemente volverá a tener su costo en cuanto a mis
vínculos personales. He atacado pública y b ru ta l­

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