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Presentado por Juan Carlos Orozco Cód.

201903180
Presentado al Profesor Fernando Cruz Kronfly, PhD.
Programa de Maestría en Administración - Universidad del Valle

LA PALABRA EN LA ADMINISTRACIÓN

Los documentos estudiados de Aktouf, y Chanlat y Bedard1 tienen como


fundamento principal el poder social que tiene el habla, en especial para este caso
de estudio, en las organizaciones. La palabra es el instrumento de gestión por
excelencia de los dirigentes. Estos pasan dos terceras partes de su trabajo en
contacto con otras personas, de ahí la importancia de la forma como nos
relacionamos lingüísticamente con los demás congéneres. Georges Gusdoft postula
que “el hombre es el animal que habla”. Es decir, él plantea que, si algo nos puede
diferenciar de los demás animales, es el habla. Las personas necesitan reafirmar
su yo con el uso de ésta, buscando comunicar una imagen de sí misma y hacerla
reconocer por alguna otra. Es por esto que se convierte en un recurso indispensable
para el reconocimiento de su identidad. La intencionalidad de la palabra se puede
convertir en una forma de violencia, cuando se usa de formas como la respuesta
tangencial, el doble vínculo, la colusión o de mutuo autoengaño y los actos de la
palabra no respetada. Los principales obstáculos que se oponen al diálogo en el
medio laboral son la ideología gerencial determinada por la racionalidad económica
que imprime el sentido de simplicidad y el “ir al grano” en la conversación; la lengua
administrativa; la jerga especializada difícil de decodificar; y la estructura burocrática
en la organización. Por otra parte, las condiciones favorables que promueven el
diálogo son los valores de las sociedades democráticas que suscitan el derecho a
la libre expresión; los grupos informales que equilibran la ausencia del yo por la
supresión de la palabra; y las prácticas de los líderes que aceptan liberar la palabra.
Pienso que los dirigentes tienen una vaga noción del impacto psicológico de la forma
en la que se dirigen a sus subordinados, aunque vaga, pero la tienen. También creo
que los dirigentes son conscientes de la eficacia de su discurso y por ello lo practican
como la forma más fácil de manejar (manipular) al personal. Yo no lo considero
pertinente ni útil en absoluto, pues es una forma de dirigir el corto plazo sacrificando
el largo plazo que, a la última, es el que aporta valor a las organizaciones. Tomando
una mirada de prospectiva estratégica pudiera manifestar que el futuro de una
organización cuyos dirigentes revelan su cinismo en un lenguaje hiriente es muy
incierto, con posibles escenarios de alta rotación de personal, mala fama como lugar
para trabajar, condiciones laborales paupérrimas propiciando la desmotivación de
sus trabajadores y por ende la baja productividad asociada a la flojera sistémica de
los obreros.2 Eso anterior corresponde a la mirada prospectiva. Lo estratégico sería
no violentarlos de esa manera. O dicho de modo positivo, permitirles ser con
respecto al habla, brindar una escucha activa, incentivar a que opinen de sus
labores, tener un diálogo empático con cada uno de ellos y darles la importancia
que cada uno merece como individuo, como persona humana, con dignidad.

1
Omar Aktouf, El habla en la vida empresarial: hechos y perjuicios; Alain Chanlat y Renée Bedard, La
administración, una cuestión de palabra.
2
Taylor, Frederick. Administración Científica del Trabajo. 1914.

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