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Una mirada negra, un sentir negro y un Dios negro.

Una experiencia de muchas miradas en muchos de estas personas que acompañamos a rescatar lo
más intimo que es la cultura; y al demostrarla en sus alabados y arrullos, el sonido de los tambores
y marimba; fue el instrumento que Dios se conectó con nosotros, verlo tan festín en estas personas
que solamente irradiaban amor y paz por su pueblo. Unas historias que marcan el itinerario de los
religiosos, en una responsabilidad de acompañar en todas las situaciones que viven este pueblo,
fueron parte de la síntesis que realizaba al terminar esta experiencia.

Los niños, los jóvenes y adultos cada uno aportó en la experiencia encarnada en la presencia de
Dios. cada momento es especial en sus colores, sus expresiones y su sentir de negro, hizo que pueda
abrir nuevas perspectivas de acompañar desde nuestro carisma lasallista en un futuro en enseñar,
aprender y generar nuevas miradas en la educación en este lugar.

Finalizo con un gracias al Distrito por permitirme vivir esta experiencia, al pueblo de Tumaco por
enseñarme a ver un Dios negro y a cada uno que apoyaron esta nueva propuesta de paz.

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