SIMON BOLIVAR

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Franklin Oña, Torres Kavin, Pisuña Cristian, Pineida Cristian
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Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE, Sangolqui, Ecuador
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Autor principal/Corresponding author, e−mail: fsona@espe.edu.ec

Abstract—“Eating is about understanding that the premise of the function of leadership is to produce more leaders,
not more followers”. It is seriously concerned that Ecuador does not fully count on leaders who are capable of facing
the great challenges that the present contains, leaders who face with enthusiasm, conviction, knowledge the threats
and opportunities that the current Ecuadorian scenario is generating in the face of transformations. It is not surprising
that the absence of leadership is the result of a loss of values, ethics, morals, commitment to new challenges, that it
is better to identify more easily, with corruption, than to face the challenges and make way for the changes that are
needed to improve our reality.

Keywords—leaders; transformations; enthusiasm.

Resumen—“El comiendo está en comprender que la premisa de la función del liderazgo es producir más lı́deres, no
más seguidores”. Preocupa seriamente, que el Ecuador no cuente plenamente con lı́deres que sean capaces de afrontar
los grandes retos que el presente encierra, lı́deres que afronten con entusiasmo, convicción, conocimientos las amenazas
y oportunidades que el actual escenario ecuatoriano está generando ante las transformaciones. No es sorprendente, que
la ausencia de liderazgo sea producto de una pérdida de valores, ética, moral, de compromiso ante los nuevos retos,
de que es mejor identificarse más con el facilismo, con la corrupción, que afrontar los retos y dar paso a los cambios
que se necesitan para mejorar nuestra realidad.

Palabras clave—lideres; transformaciones; entusiasmo.

I. Introducción poco tarde a la epopeya (en 1810 estaba en España) y se

Simón Bolı́var es sin duda el personaje histórico más
importante que ha producido América Latina, hasta el punto
que casi todos los movimientos polı́ticos y sociales lo han re-
clamado como precursor o fundador. Cada época y corriente
ideológica han recreado a Bolı́var de acuerdo con sus propios
afanes, ası́ que han desfilado por las páginas de historia unos
Bolı́vares masónicos o beatos, derechistas o izquierdistas,
gringófilos o cerradamente antinorteamericanos... Ninguna
visión encierra la verdad entera, pero todas se fundamentan,
por lo menos en parte, en lo que él dijo e hizo.
El Libertador nació el 24 de julio de 1783 en Caracas, de
una familia latifundista y esclavista de la llamada aristocracia
”mantuana”. Casi no tuvo educación formal, pero con ayuda
de su maestro privado Simón Rodrı́guez, de su pasión por la
lectura y unos viajes tempranos a Europa y Norteamérica,
alcanzó un grado de instrucción general no necesariamente
inferior al que hubiera significado un grado de bachiller o
doctor. Se empapó del pensamiento de la Ilustración, en
especial su vertiente francesa (dominaba el idioma francés
casi como el español), y no faltan las descripciones de Bolı́var
estirado en su hamaca de campaña, leyendo a Voltaire u
otro semejante. Tal predilección por los filósofos franceses
no es realmente un rasgo definitorio de sus ideas, ya que la
compartı́an muchos de sus eventuales adversarios polı́ticos.
Significa simplemente una tendencia de apertura a las ”luces
del siglo a las innovaciones polı́ticas y sociales, aunque no a
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todas, ni de una sola vez.
Un rasgo que sı́ es definitorio de Bolı́var es el que partici-
para en la lucha de emancipación durante todas sus etapas
sin excepción, y en múltipes teatros geográficos. Se diferencia
del Libertador del Sur, José de San Martı́n, quien llegó un
autoexilió antes de la batalla final, y del angloamericano
George Washington, cuya actividad se restringió a su paı́s.
En los comienzos del movimiento en Venezuela, Bolı́var era
una figura secundaria, un agitador de los que promovı́an
la declaración de independencia absoluta (la primera de un
paı́s hispanoamericano, el 5 de julio de 1811) y un militar
subalterno a quien, en el colapso de la Primera República de
Venezuela, en 1812, le tocó perder la fortaleza estratégica de
Puerto Cabello. Sin embargo, al año siguiente se convirtió
en jefe indiscutido de la Segunda República, nacida de las
ruinas de su antecesora. Pudo restaurar el régimen patriota
venezolano y ascender a la dirección suprema, que no aban-
donarı́a nunca, gracias, no sólo a las dotes de guerrero que
demostró a lo largo de la Campaña Admirable de 1813, que
lo llevó de nuevo a Caracas, sino también al apoyo de las
Provincias Unidas de la Nueva Granada, cuyo territorio le
sirvió de base para reconquistar Venezuela. Ası́ quedó sellada
otra caracterı́stica permanente de la carrera de Bolı́var: su
vinculación estrecha con la Nueva Granada, donde más de
una vez encontrarı́a asilo cuando la fortuna de la guerra le
resultó adversa en Venezuela, y cuyos hombres y recursos
combinó indiscriminadamente con los del paı́s vecino hasta
alcanzar la victoria final, y aun más allá.
La Segunda República venezolana también resultó efı́mera,
por más que Bolı́var recurriera a una franca dictadura militar
para defenderla. Cayó en medio de rivalidades regionalistas
y crı́ticas legalistas, además de unas tensiones de clase y
raciales que atizaban los jefes realistas. Los republicanos
habı́an proclamado la igualdad jurı́dica de las razas desde
la Primera República, pero no habı́an tocado la institución
de la esclavitud y eran casi todos ellos miembros de la alta
clase criolla, cuyos intereses económicos y sociales no siempre
se identificaban con los de las masas venezolanas. A mediados
de 1814, por consiguiente, Bolı́var se encontraba otra vez en
Nueva Granada, aunque no por mucho tiempo, ya que le
incomodaban las luchas intestinas de los patriotas granadinos
y preveı́a claramente que la desunión allanarı́a el camino al
Pacificador Pablo Morillo.
Partió Bolı́var a Antillas, donde redactó uno de sus do-
cumentos clásicos, la Carta de Jamaica de septiembre de
1815, en que con prosa de gran originalidad y lucidez analizó
el pasado y futuro de la América Española y proclamó su
fe inquebrantable en la victoria. En seguida hizo demostra-
ción práctica de esa fe obteniendo del gobierno de Haitı́ el
apoyo para una expedición a Venezuela, y luego para otra
más cuando la primera fracasó. Hacia fines de 1816 regresó
definitivamente a Sudamérica, donde se dedicó a crear una
base de operaciones en la cuenca del Orinoco y también a
dotar a la causa patriota de un mayor sabor popular, por
no decir populista, proclamando la abolición de la esclavitud
y ofreciéndoles a los veteranos de guerra una repartición
de bienes de los enemigos. De mucha importancia fue la
colaboración que recibió del jefe nato de los llaneros, José
Antonio Paéz, quien habı́a consolidado un reducto patriota
en el Apure.
Bolı́var tuvo poco éxito frente a la infanterı́a de Morillo en
los Andes venezolanos. Pero a mediados de 1819 abandonó
su intento de liberar a Caracas y dio un vuelco estratégico
de gran alcance, emprendiendo la campaña a través de los
llanos hasta subir los Andes y apoderarse del centro mismo
del Nuevo Reino. Para ello renovó su estrecho contacto con
los patriotas granadinos, en especial con Francisco de Paula
Santander, quien después de organizar una base polı́tica y
militar en los llanos de Casanare comandó la división de
vanguardia del ejército libertador. Por su breve duración y
corto número de combatientes, la batalla de Boyacá, que co-
ronó la campaña, no parecerı́a sino una pequeña escaramuza.
Sin embargo, en sus consecuencias directas e indirectas, fue
la más decisiva de las victorias de Bolı́var, porque abrió el
camino de Bogotá, ocupado dı́as después sin mayor resisten-
cia, y aseguró el control de un territorio densamente poblado
del que podı́a extraer reclutas y recursos materiales. Si hasta
la vı́spera de Boyacá la suerte de la guerra habı́a resultado
incierta -habiendo perdido Bolı́var casi tantas batallas como
ganó-, ya no volverı́a a perder sino por excepción. El balance
de moral e ı́mpetu polı́tico y militar habı́a revertido a favor
de los patriotas, quienes registrarı́an una victoria tras otra
a medida que llevaban la lucha hasta la costa de Nueva
Granada, a Venezuela otra vez, y más tarde al Ecuador y
Perú hasta la victoria final de Ayacucho en diciembre de 1824.
Mientras tanto se erigı́a un régimen republicano en todo el
territorio del antiguo virreinato de Nueva Granada, del Ori-
noco a Guayaquil, con el nombre de República de Colombia
(Congreso de Cúcuta, 1821). Esta unión respondió al anhelo
de Bolı́var de crear en la América antes española, no una sola
nación -que desde su carta de Jamaica reconocı́a como cosa
inmanejable- pero sı́ unos Estados más grandes y fuertes que
los que a la larga surgieron. Anhelaba también que los nuevos
Estados establecieran por lo menos una estrecha alianza entre
sı́, para lo cual promovió tratados de cooperación fraternal y
la reunión del Congreso de Panamá de 1826, que de acuerdo
con su plan habrı́a sido un encuentro sólo de ex colonias
españolas. La cancillerı́a colombiana invitó también al Brasil
y Estados Unidos, mas en la práctica no participaron sino
hispanoamericanos -y no todos ellos-, ası́ que el Congreso
tuvo significación más bien como precedente para el futuro,
que como un paso real hacia la unidad latinoamericana.
Tampoco resultó viable en época de Bolı́var la unión co-
lombiana (o grancolombiana, como la bautizaron retrospecti-
vamente los historiadores). Paradójicamente, el mayor escollo
para la preservación de la unión fue la misma patria chica del
Libertador, Caracas , que en última instancia no aceptaba
supeditarse a la lejana y friolenta Bogotá. La desafección
venezolana se hizo sentir por primera vez en la rebelión de
Páez de 1826, que fue el primer reto polı́tico enfrentado por
Bolı́var al regresar del Perú. Llegó a un arreglo con Páez,
que no duró, y a fines de 1829 éste encabezaba un nuevo
movimiento autonomista que desembocó en la separación
de Venezuela y en la prohibición de que Bolı́var volviera a
territorio venezolano.
La Nueva Granada se convirtió ası́ en la última mora-
da del Libertador. Murió el 17 de diciembre de 1830 en
Santa Marta, camino del exilio, que fue voluntario, por
más que muchos granadinos hubiesen deseado que partie-
ra. Sus enemigos principales eran los aliados polı́ticos de
Santander, quien habı́a sido colaborador eficaz como vice-
presidente de Colombia mientras Bolı́var está ausente de
Bogotá. La ruptura posterior con Santander y los suyos se
debió, entre otros, a factores de rivalidad personal, pero en
el fondo existı́a también un desacuerdo polı́tico. Santander
propugnaba un republicanismo liberal de corte convencional
y además estaba identificado con la obra de su administración
vicepresidencial, marcada por un moderado reformismo en
polı́tica eclesiástica, hacendaria y otros campos, que le habı́a
acarreado la oposición de muchos afectados. Bolı́var creı́a que
algunas medidas, justificables en sı́, habı́an sido prematuras,
ya que el objetivo prioritario debı́a ser la cimentación de
un orden estable; y para este efecto su ”panacea”(como él
mismo la denominaba) era el esquema de Constitución que
redactó para Bolivia, cuyo rasgo notorio era un presidente
vitalicio con facultad de nombrar sucesor. No carecı́a de otras
disposiciones eminentemente liberales, pero la presidencia
boliviana era de hecho una monarquı́a disfrazada y como tal
no era del agrado de los santanderistas. Estos se convencieron
de que Bolı́var tenı́a en mente establecer una dictadura, y
su tenaz oposición al Libertador fortaleció su convicción de
que en realidad no habı́a otra manera de afirmar el orden
público. No fue una dictadura cruenta sino a partir del
intento frustrado de asesinar a Bolı́var en septiembre de
1828, cuando se desató una racha de ejecuciones y exilios,
incluso el destierro de Santander. Pero fue una dictadura
polı́ticamente reaccionaria, sostenida por militares, clero y
sectores aristocráticos, mientras que derogaba buena parte
de la legislación reformista.
Bolı́var habı́a diagnosticado certeramente los problemas no
sólo de Colombia sino de Latinoamérica, y hacı́a hincapié
en la necesidad de elaborar instituciones acordes con la
ı́ndole de las nuevas naciones, en vez de tomarlas prestadas
de modelos foráneos, a pesar de las bondades intrı́nsecas
de éstos. Sus análisis fueron casi siempre geniales. No lo
fueron, desafortunadamente, las soluciones concretas (tipo
Constitución boliviana) que él propuso. Sin embargo, habı́a
creado naciones y proclamado ideales de libertad personal
y solidaridad latinoamericana que serı́an banderas de lucha
en lo venidero. Si no logró todo lo que anhelaba, tampoco lo
pudieron los demás libertadores, ninguno de los cuales intentó
tanto como él.
Referencias
[1] (2016, 11). http://www.banrepcultural.org/biblioteca-
virtual/credencial-historia/numero-16/simon-bolivar-una-
sintesis-del-libertador