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El cambio que el mundo ha vivido en las últimas décadas ha involucrado a toda la sociedad.
Su ritmo vertiginoso ha incluido a los psicólogos, profesionales conocedores de la conducta
humana que como sujetos receptores de los mismos son, a su vez, agentes catalizadores
para aquellos que esperan que a partir de este saber disciplinar se les brinde la ayuda que
requieren para enfrentarse a la novedad e incertidumbre que trae consigo este devenir.
Adicional a los cambios en el mundo y en las costumbres, los psicólogos nos encontramos
con nuevas normas que rigen el quehacer profesional. Por ello, esta presentación busca
plantear el panorama de nuevos retos desde dos perspectivas complementarias: la
deontológica y la bioética, especialmente resaltadas en la Ley que rige el ejercicio de la
psicología en Colombia. Ambas perspectivas están aunadas al notable trabajo internacional
sobre estos temas y al crecimiento de la reflexión ética aplicada específicamente a la
psicología, cada vez más desligada de la herencia y la perspectiva médica.
Los cambios nos llevan la delantera y los psicólogos estamos llamados a estar
atentos a ellos y al impacto que tienen en la conducta, las emociones y los estilos
cognoscitivos de las personas que son objeto de nuestro quehacer profesional. Han
cambiado las actitudes, las formas de nacer, de morir, de relacionarse, de recrearse, de
enfrentar los problemas, de valorar la calidad de vida y de conducir la propia vida. En un
mundo posmoderno caracterizado por el materialismo, el individualismo, “la racionalidad
calculadora” (Mitchell, 1997, p. 51), y una cultura personalizada hecha prácticamente a la
medida que privilegia la sensibilidad individual y el abandono de creencias y prácticas
tradicionales, el ser humano se enfrenta a una vida con pocas certidumbres, muchas dudas y
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Texto correspondiente a la versión ampliada de la conferencia presentada en el III Congreso de Psicología
Colpsic – Ascofapsi, Bogotá, septiembre 6 de 2013.
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Psicóloga, Mg. en Bioética. Magistrada Tribunal Nacional Deontológico de Psicología. Coordinadora del
Énfasis en Psicología de la Salud de la Maestría en Psicología, Universidad El Bosque, Bogotá. Correo:
gmberrio@gmail.com
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Plantear estos dos retos actuales para el psicólogo: el normativo, dado por el Código
Deontológico, y el ético, visto no a partir de la ética tradicional de la relación del hombre
con el hombre, sino de la forma de vivir la vida (bioética); es decir, desde la relación del
hombre con sus congéneres y, además, con el amplio entorno que hace posible su
existencia, su libertad y su felicidad, exige incluir en la responsabilidad profesional una
permanente actitud reflexiva sobre los conocimientos científicos y teóricos actualizados que
respaldan la actuación, y sobre los principios y estándares éticos implicados en la decisión a
tomar.
El reto deontológico
Antes del Título VII que corresponde al Código Deontológico y Bioético para el ejercicio
de la profesión de psicología, la Ley 1090 de 2006 en su artículo 2 presenta los principios
que hacen parte de las disposiciones generales que rigen a los psicólogos. Seis de los diez
numerales cumplen criterios de estándares profesionales; los otros cuatro corresponden
realmente a principios morales (1-2, 5 y 6), y son retomados posteriormente en el artículo
13 al inicio del Código.
La APA (2002) refiere en el prólogo que a diferencia de los principios, los estándares
corresponden a las normas de conducta que deben tener en cuenta los psicólogos en las
diversas áreas profesionales al resolver conflictos éticos con los que se encuentran en las
diferentes situaciones profesionales. Cuando estos estándares, que de hecho no son
exhaustivos, no son suficientes, los psicólogos deben retomar reflexivamente los principios
éticos que le ayudarán a tomar una decisión responsable basada en el respeto por los
derechos humanos. Los principios deben ser fundamentos últimos e indiscutibles, máximas
morales, y los estándares son las consecuencias prácticas de los principios, sosteniendo la
sentencia legal contra principa negantem, non est disputandum (Amaya, 2013).
vanas y engañosas, y no prestar su nombre ni su firma para que otros lleven a cabo
actividades profesionales en su nombre.
El reto bioético
La bioética fue precedida por una amplia historia de reflexión, no sólo para brindar
respuestas a lo teórico, sino, y más profundamente, para abordar los desafíos a los que se
enfrenta y está abocada la humanidad y la biosfera, frente a las consecuencias de los
desarrollos tecno-científicos. Por otra parte, la generación de documentos que responden a
estos desafíos, tales como el manual de ética médica de Thomas Percibal (1803), el código
de Nuremberg (1947) que respondió a los abusos de los médicos Nazi en los campos de
concentración, el Comité de Legos de Seattle (1962) organizado para la selección de los
usuarios de la diálisis con la fístula de Scribner, la creación del National Commission for
the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research (1974), entre
otros. Surge al inicio de la década de los 70 del siglo XX, y se plantea como un
“movimiento de ideas” (Molina, 2011, p. 112) que lucha por retomar los lineamientos
dados por los principios y los valores éticos clásicos, repensarlos, actualizarlos y aunarlos a
los desarrollos científicos y a los nuevos planteamientos derivados de una vida moderna
dinámica y cuestionadora que debilitó la tradición y con ello las seguridades interiores.
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Sobre los cimientos del desarrollo industrial, capitalista y tecnológico surgió un ser
humano más calculador, desconfiado y racional, más cosmopolita pero aislado en medio de
grandes urbes de extraños multiétnicos y multiculturales que cuestionan los antiguos
métodos del orden social y los sustituyen por principios privados, la autodisciplina y el
autocontrol. Éste es el ser humano que acude a los psicólogos. Un ser humano inmerso, al
decir de Lipovesky (2011), en una cultura psi que se rige por la seducción del mercado, del
placer, del facilismo, del deseo de sentir, de analizarse y de liberarse de roles y ataduras.
Los psicólogos como personas somos igualmente partícipes de estas características, y
tenerlas claras nos ayudarán a entendernos y a entender a nuestro usuario.
El respeto por la dignidad humana forma parte de la visión de integridad que hace
respetable y confiable al profesional de la psicología. La integridad nos obliga a aunar
todos los principios éticos para seguirlos en las acciones y decisiones propias del amplio
contexto profesional, así como a ser claros, estructurados y coherentes en nuestras posturas
personales de valores y principios. Los comportamientos, actitudes y juicios éticos están
permanentemente en juego en el quehacer del psicólogo, no se separan del saber científico.
Esto lo resalta con claridad el Código Británico de Ética y Conducta para los Psicólogos
(British Psychological Society, 2009).
tomar tales decisiones exige cultivar la predisposición a tomarlas hasta que se conviertan en
hábito, incluso en costumbre” (p. 18).
Pero la responsabilidad del psicólogo también tiene otro matiz, el que le aporta el
principio de No Maleficencia. Este principio, por su parte, nos invita a no hacer mal o daño
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REFERENCIAS
Cortina, A. (2003). Las tres edades de la ética empresarial. En: Cortina, A. (Ed.). Construir
confianza. Madrid: Editorial Trotta.
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Ley 1374 (2010). Por medio de la cual se crea el Consejo Nacional de Bioética y se dictan
otras disposiciones. Disponible en
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley/2010/ley_1374_2010.html
Molina, N. (2011). ¿Qué es la bioética y para qué sirve? Un intento de pedagogía callejera.
Revista Colombiana de Bioética, 2 (6).