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Para los Juegos Florales Escolares

Coleccioó n de
cuentos
tradicionales 1
Recuperado por Zenoó n Bellido

Derechos reservados
EL KATARI, hecho leyenda
Juli-Puno-Perú

La historia nos
relata que hace
muchos años
atrás en Juli,
existió una
serpiente de tamaño enorme, que
causaba pánico en la población del
lugar, por que había devorado a mucha
gente, mientras tanto la gente
aterrorizada, solían acudir a la virgen
para implorarle que los protegiera de
todo mal y que matara a la serpiente
asesina; pero ese no era el único
problema, sino que también apareció
un sapo enorme que quiso apoderarse
del poder de la serpiente.

En cada encuentro de estos dos


feroces animales, había un
enfrentamiento por el dominio del
lugar, por poseer el mejor Apu de la
zona y reinar de pánico en las
personas, entre tanto la gente no
podía transitar por los exteriores y se
quedaban en sus casas, presenciando a
las criaturas.

Fue entonces que el orgulloso sapo


decidió enfrentar a la serpiente para
demostrar que era el mas fuerte y
poderoso de los seres existentes en la
zona, entonces ambas criaturas
pactaron para luchar y el ganador se
llevaría el premio de permanencia en el
reinado de la zona y el perdedor
obligado a marcharse para siempre.

El reto fue absorber todo el agua


del Lago Titicaca, entonces el sapo
se fue a prepararse para la prueba
a una comunidad llamada
Tisñachuro no muy lejana de Juli,
igualmente lo hizo la serpiente. Al
día siguiente listos para la prueba
final, el sapo confiado en que iba
ganar, esperó a que la serpiente
acabara toda el agua del Lago, fue
entonces en que una luz radiante
apareció de entre los cerros, era la
virgen quien sacó su espada y corto
la cabeza de la serpiente que de
inmediato se trasformó en una
roca formando un cerro inmenso.
El sapo no podía huir y por temor
a ser estrangulado por el poder de
la virgen se auto transformo en
roca…
Gracias al milagro de la virgen, los días
de pánico y de maldad se acabaron
para la gente de Juli y podían realizar
sus tareas con tranquilidad, pero aun
no secaron las cicatrices, ya que aún la
gente cuenta esta historia como real,
tan igual que en aquellos tiempos...

Autor anónimo
LA LEYENDA DE MANCO CÁPAC Y MAMA OCLLO

Es una leyenda recogida


de la historia incaica
en el Perú, del gran
imperio del
Tahuantinsuyo. En
Puno se hace una
espectacular
escenificación de esta legendaria
leyenda el cinco de noviembre de cada
año, con motivos de su aniversario. La
pareja Inca, hace un recorrido por las
Islas del Lago Titicaca hasta llegar al
puerto de Puno, a partir de ahí son
acompañados por un prodigioso grupo
de danzas guerreras y costumbristas
con dirección al estadio Enrique Torres
Belón donde se realiza la Ceremonia
incaico dirigido por Manco Cápac.

La leyenda fundadora de la cultura


incaica, es considerada como la primera
y gran epopeya hecha historia, a partir
de Manco Cápac y Mama Ocllo, quienes
son en este mito, la primera pareja de
pobladores sagrados de estas tierras y
los primeros incas que se establecen en
ellas.

Los dos hermanos que se unieron en


matrimonio, abriendo de ese modo el
ritual de la unión del Inca con su
hermana, la Coya, donde el Sol es
donador de vida; quien, observando la
deplorable condición de la humanidad,
que solo parecía vivir para las guerras
y para las fiestas, envió a su hijo
Manco Cápac, y a su esposa hermana,
Mama Ocllo, a la tierra para instruir a
las degradadas gentes en las artes de
la vida civilizada.

Este Monarca Inca considerado como


un Dios héroe, como un verdadero hijo
del Sol y hermano de Pachacamac y
Wiracocha, según cuenta la leyenda,
tiene una gran afinidad con el mito
que dio origen a la cultura Azteca; el
de Quetzalcoatl. Manco Cápac, se
dedico a fecundar la tierra con un
bastón de oro que su padre el Sol le
había dado y haciendo crecer las nuevas
plantas, iba creando beneficios para la
raza de los pobres mortales, quienes
también iba dando forma a los ríos y
arroyos, hacia brotar árboles, pastos y
construía cómodas habitaciones en las
que pudieran vivir con decencia.

Mientras, Mama Ocllo se dedicaba hacer


su gran tarea, ya que era ella quien iba
enseñando a las mujeres, las artes e
industrias que les permitiera sacar todo
el provecho posible a las riquezas que su
hermano producía; así haciendo
prodigios, la real pareja llegó hasta un
lugar en el que, con su mágico bastón
de oro, señalo el centro del imperio, la
futura ciudad y hoy el ombligo del
mundo, Qosqo-Cusco.

Yovana Arimy.
CUENTO DEL ZORRO Y LA HUALLATA
Por Yovana Arimy

Cierto día, una huallata seguida por sus


polluelos caminaba orgullosa por la orilla
de una laguna. La mamá zorra admirada,
observaba la belleza de la huallata y sus
polluelos desde lejos. Acercándose a la
mamá huallata le conversó de la siguiente
manera: _Señora huallata, por favor,
dígame ¿Porqué las patitas de sus
pollitos son tan coloraditas? La huallata
llena de orgullo respondió: _Las patitas
de mis hijitos son tan coloraditas porque
yo las he tostado en ceniza y fuego
dentro de un horno. Tú también hornea
a tus hijos, para que sus piececitos sean
coloraditos. Cuando escuches que
revientan vas a decir: ¡pinta!, ¡pinta!,
¡pinta! La zorra creyendo que era cierto
regresó corriendo a su casa y horneó a
sus cachorros y cuando el fuego
crepitaba, ella decía — ¡pinta!, ¡pinta!,
¡pinta!, tal como había sido instruida por
la huallata. Pero al sacarlas del horno los
cachorritos se encontraban
completamente chamuscados; la zorra
lanzó un alarido de susto e inmediata
mente se echó a buscar a la huallata,
diciendo: — ¿Dónde está esa huallata? Y
corrió hacia la laguna en su búsqueda. La
huallata al verla se fue al centro de la
laguna. La zorra de tanta boconada de
agua murió. Así, de esta manera, la
huallata se burló de la mamá zorra.
EL RATÓN Y EL ÁGUILA
Por Yovana Arimy

Dicen que un día, muy de madrugada,


en la cumbre de un cerro un águila se
encontró con un ratón. Y dicen que el
águila preguntó al ratón:
— ¿Qué estás haciendo? y el ratón le
respondió así:
—Yo estoy llevando comida para mis
hijos. El águila le dijo:
— ¡Estoy
hambriento! Te
voy a comer.
El ratón muy
asustado le
respondió:
—Por favor no me comas, te daré a
mis hijos.
El águila, creyendo que era cierto dejó
libre al ratón.
De pronto, el ratón, le dice al águila:
—Vamos te daré a mis
hijos.
De esta manera, hizo el ratón que el
águila caminara junto a él.
De repente el ratón, se metió a un
hueco y el águila se dijo a sí mismo:
— ¡Me dará a sus hijos! y muy
contento se puso a esperar al
ratón. Dicen que el ratón no apareció
más, ya que éste logró escapar
del águila saliéndose por otro hueco. Al
ver que el ratón no aparecía, el águila
molesta dijo:
—Debí haberme comido al ratón,
pero en algún lugar lo encontraré y de
todas maneras me lo comeré; a mí
nadie me engaña. Prometiéndose esto,
el águila voló al cielo.
EL CHICO Y EL SEÑOR

Juan Francisco CONDORI MERMA.


(13 Años, cuarto grado de Primaria - Julio de 1999)

Un chico había bajado al borde del río


Vilcanota llevando su pelota, cuando se apareció
un señor en su caballo blanco. El chico le preguntó
« ¿quieres jugar conmigo?». «Ya listo. Tú juegas
por tu pelota y yo por mi caballo» le respondió el
señor. Jugaron y ganó el chico. Entonces el señor
dijo «vas a venir a la hacienda Pampas-Verdes-
Cielos-Azules. Yo vivo allá. Te voy a dejar este
caballo blanco para que vengas». Al día siguiente,
de madrugada, el chico se fue en el caballo hacia
la hacienda para alojarse. Caminó mucho. Se
encontró con un joven a quien preguntó por el
camino. El joven le contestó «La hacienda
Pampas-Verdes-Cielos-Azules queda lejos. Yo te
voy a cargar hasta allá, pero degüella tu caballo,
luego a medio camino te pediré que me des
carne». El chico le alcanzaba los pedazos hasta
que se acabó la carne. Sin embargo, el joven
seguía pidiéndole más carne, y el chico se cortó la
pierna y le dio al joven. Cuando éste le hizo llegar
al chico a la hacienda Pampas-Verdes-Cielos-
Azules, le dijo «te voy a leer la suerte» y le leyó
la suerte. Le dijo «la hija del señor se va a
enamorar de ti». Luego, el chico se fue a la
hacienda saludando «aquí estoy señor». Entonces
el señor le alcanzó cabeza, mano y pie de un ser
humano. Pero el chico no aceptó comérselo. El
señor le ordenó «apúrate, cómetelo o te voy a
comer. Bueno, ahora vas a trabajar trillando la
cebada, luego vas a cortarla y ponerla en los
costales». Cuando el chico terminó, el señor le dio
otra orden «ahora vas a hacer floreros y los vas a
colocar encima de los platos y de la mesa». Luego
de haber acabado, el chico le dijo «bueno ahora
señor te vas a dormir». Luego, la hija del señor le
habló «ahora te quiere comer, ¿no cierto? Vas a
escupir hasta llenar este vaso y después sacarás al
caballo de viento». Más tarde, el chico se escapó
con la chica, mientras su saliva hablaba con el
señor. Cuando éste entró en la habitación, no
había nadie. Por eso, se fue tras ellos montado
en caballo. El chico se había transformado en
puente, y la chica en llawlli1 para que el señor no
los encontrara ni los viera. Finalmente, el señor
cruzó el puente pero ya no los encontró. Llegó
hasta su casa y pegó a su esposa por haber dejado
escapar a los chicos. La degolló y se la comió.
Este señor era el diablo. Aquí termina.
LOS FRAILES SIN CABEZA
Hace mucho tiempo, los habitantes del pueblo viejo
caminaban y se reunían en la plaza Santa Catalina
hoy plaza de armas de la ciudad de Juliaca. Los
noctámbulos pasaban forzosamente por esta plaza,
en las esquinas algunas personas conversaban en
pequeños grupos sobre los últimos acontecimientos
de creación de la provincia de San Román con su
capital Juliaca.
Una de estas noches, un grupo de amigos que
tenían por costumbre dialogar en las esquinas por
varias horas, de pronto escucharon, un ruido de
espanto, un chirrido áspero y fuerte que helaba
hasta los huesos.
Los noctámbulos se pararon contra la pared para
percatarse de lo que sucedía y de dónde procedía el
espantoso ruido; paulatinamente se les iba
apoderando el temor y el susto natural, les iba
invadiendo el temor corporal, involuntariamente se
movían sus cuerpos, comenzaron a palidecer y los
latidos del corazón fueron en aumento; el
alumbrado deficiente no facilitaba la visión, el cielo
encapotado era otro obstáculo.
De pronto se despejaron las nubes y dejaron un
claro en el cielo, la luna llena, alumbró a todo el
pueblo viejo. Fue el momento en que las personas
confundidas y miedosas, vieron con asombro y con el
aliento contenido como se abría lentamente la
puerta grande del templo, siempre acompañado con
el ruido fuerte que crepitaba.
Pasaron unos momentos cruciales, que parecían una
eternidad; en el interior primeramente se vio el
humo denso del incienso que salía al exterior,
trascurrieron unos minutos, y aparecieron las figuras
inconfundibles de los clérigos, una veintena de ellos
en columnas de dos con la capucha puesta; con paso
lento, muy lento se dirigían al atrio del templo, se
paraban por breves momentos, luego procedían con
su caminata procesional, pasaron lentamente la calle
Salaverry, para luego llegar a la plaza, el viento
incesante silbaba y en otros momentos el viento
pareciera que lloraba, semejante a las voces de
espíritus, acompañados de aullidos de los perros
malolientes y vagos.

La columna de frailes, continuaron su paso


procesional, los trasnochadores no salían de su
asombro, porque los cuerpos de los frailes
aparentemente estaban configurados normalmente,
pero las capuchas negras no abrigaban rostros ni
cabezas.
A la altura de la antigua pileta de fierro que existía
en el centro de la plaza, los nocherniegos se
restregaban los ojos y atónitos se percataron que
los frailes no tenían cabezas.
El viento seguía con sus silbidos raros, a veces el
murmullo del viento parecían quejidos, también se
escuchaba el bisbiseo de los rezos casi ininteligibles,
con voces roncas y entrecortadas; el grupo religioso
en columna de dos se acercaba lentamente al colegio
San Román, los trasnochadores fueron testigos y
vieron como la puerta del colegio se abría lenta y
misteriosamente.

Los frailes siempre en columna de dos se


introdujeron pausadamente, rezando guturalmente y
en igual forma la puerta se cerraba
automáticamente, sin que ningún mortal lo hiciese.

Recuperados del susto, las personas que presenciaron


todo lo acontecido en la plaza Santa Catalina,
percibían en el ambiente una bruma
desacostumbrada, con olor penetrante de incienso y
sahumerios, acompañado del viento que parecía
quejidos, con silbidos nunca antes escuchados, estos
se persignaron y rezaron en voz baja. Alguien dijo,
esta visión de los frailes sin cabeza es una señal de
progreso para Juliaca, pero antes del progreso
acontecerían protestas, luchas y muerte, mucha
pena y sufrimientos y el pueblo en su conjunto se
levantaría con los brazos en alto.

Autor anónimo.

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