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La salud tiene una importancia primordial para los seres humanos.

Una persona con mala salud no podrá estudiar o trabajar apropiadamente

y no podrá disfrutar totalmente de su vida. Por lo tanto, el derecho a la

salud constituye un derecho fundamental de todos los seres humanos.

La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no

consiste únicamente en la ausencia de enfermedad o discapacidad

(“Constitución de la Organización Mundial de la Salud”, aprobada en

1946).

Es por ello que no sólo en las Declaraciones Universales el derecho a la

salud aparece entre los primeros derechos fundamentales, sino también

en las constituciones o cartas magnas que vertebran las distintas

normativas nacionales y que finalmente acaban asumiendo las distintas

estructuras de gobiernos regionales y locales, más cercanas al usuario de

todo servicio de salud.

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos este derecho viene

desarrollado en el Artículo 25: “Toda persona tiene derecho a un nivel de

vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar,

y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y

los servicios sociales necesarios.”

La Constitución de 1978 reconoce en su artículo 43 el derecho a la

protección de la salud, encomendando a los poderes públicos organizar y


tutelar la salud pública a través de medidas preventivas, por un lado, y de

las prestaciones o servicios necesarios, por otro.

La Constitución de 1978 reconoce en su artículo 43 el derecho a la

protección de la salud, encomendando a los poderes públicos organizar y

tutelar la salud pública a través de medidas preventivas, por un lado, y de

las prestaciones o servicios necesarios, por otro.


El derecho a la salud concede a las personas el derecho a acceder a los

cuidados médicos. Sin embargo, el derecho a la salud no significa el

derecho a estar sano. El derecho a tener buena salud supondría que los

países deberían asegurar una buena salud a todas las personas. Esta

hipótesis es inconcebible en la medida en que una buena salud depende,

principalmente, de factores biológicos y socioeconómicos que son

independientes de la voluntad de los países o de las personas.

El derecho a la salud obliga al Estado a garantizar a los ciudadanos la

posibilidad de poder disfrutar del mejor estado de salud posible.


De este modo, el derecho a la salud se divide en varios derechos específicos

que los países deben asegurar:

El derecho a un sistema de protección de la salud

El derecho a la prevención y a tratamientos preventivos para luchar

contra la propagación de enfermedades

El derecho al acceso a los medicamentos esenciales

La promoción de la salud materna e infantil

El derecho al acceso a los servicios de salud apropiados

Por último, la educación y la concienciación sobre la salud

Además, la materialización del derecho a la salud supone que los países

establezcan servicios de salud que estén disponibles en cualquier

circunstancia, accesibles para todos, de buena calidad y aceptables (es

decir, que se ajusten a la ética médica y sean respetuosos con las

diferencias biológicas y culturales).

Los derechos del paciente


Hoy día, el derecho de protección a la salud está considerado, en el ámbito

internacional, como uno de los derechos básicos del ser humano y está

incluido en el elenco de los derechos económicos, sociales y culturales.


La importancia de la prevención para la
salud de los niños
La prevención tiene un papel esencial en la protección de la salud infantil.

La educación para la salud y las vacunas permiten prevenir la transmisión

de enfermedades infecciosas.

Las vacunas son eficaces porque son poco costosas y permiten proteger a

los niños contra el riesgo de muerte de las principales enfermedades

infantiles ( el tétanos neonatal, la tuberculosis, la difteria, , la poliomielitis,

la tos ferina y el sarampión). A largo plazo, las vacunas pueden incluso

acabar con una enfermedad en un determinado país.

Con la ayuda de una buena campaña de concienciación, la vacunación de

los niños puede reducir significativamente los riesgos de enfermedad. Así

pues, la información esencial sobre la higiene, las necesidades

nutricionales, etc. así como la difusión de ilustraciones simplificadas para

recordar las reglas elementales son medios muy eficaces para informar a la

población y mejorar su comportamiento en temas de salud.


Derecho del niño a la salud

Los derechos del niño son un conjunto de normas de derecho internacional

que protegen a las personas hasta determinada edad. Todos y cada uno de

los derechos de la infancia son inalienables e irrenunciables, por lo que

ninguna persona puede vulnerarlos o desconocerlos bajo ninguna

circunstancia. Varios documentos consagran los derechos de la infancia en

el ámbito internacional, entre ellos la Declaración de los Derechos del Niño

y la Convención sobre los Derechos del Niño.

El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social.


Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud.

Con este fin deberán proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados

especiales, incluso atención prenatal y postnatal. El niño tendrá derecho a

disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.


El niño física o mentalmente impedido o que sufra algún impedimento

social debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especiales que

requiere su caso particular.

Para los niños, el derecho a la salud es importante porque son seres

vulnerables, más expuestos a las enfermedades y a las complicaciones de

salud. Al proteger a los niños de la enfermedad, éstos podrán llegar a la

edad adulta con buena salud y contribuir así al desarrollo de sociedades

más dinámicas y productivas.

Los niños necesitan una atención para disfrutar del mejor estado de salud

posible y poder desarrollarse adecuadamente durante toda su infancia y

adolescencia. En cada etapa de su desarrollo físico y mental, los niños

tienen necesidades específicas y riesgos de salud diferentes.

Así pues, un bebé será más vulnerable y estará más expuesto a ciertas

enfermedades (enfermedades infecciosas, malnutrición, etc.) que un niño

pequeño o un adolescente. Y viceversa, un adolescente, debido a sus

hábitos y su comportamiento, estará más expuesto a otro tipo de riesgos

(salud sexual, mental, alcohol y drogas, etc.).

Normalmente, un niño que haya podido beneficiarse de los cuidados

sanitarios apropiados durante las diferentes fases de su desarrollo,

disfrutará del mejor estado de salud que le sea posible alcanzar y podrá

desarrollarse hasta llegar a convertirse en un adulto con buena salud.


Cuidados prenatales y postnatale

El derecho a la salud de los niños incluye asimismo los cuidados prenatales

y postnatales de las madres. Un lactante tendrá muchas menos

posibilidades de sobrevivir si la madre fallece debido a complicaciones

surgidas durante el embarazo o el parto.

Por lo tanto, es fundamental que una mujer embarazada pueda


beneficiarse de cuidados durante su embarazo así como durante y después
del parto. Estos cuidados deben estar garantizados, en la medida de lo
posible, por personal médico calificado para asegurar la buena salud de la
madre y del niño.

Derechos de las personas con diversidad funciónal


(Discapacitados)
Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con
diversidad funcional (discapacidad). Artículo 26. Salud
Los Estados Partes reconocen que las personas con discapacidad tienen
derecho a gozar del más alto nivel posible de salud sin discriminación por
motivos de discapacidad. Los Estados Partes adoptarán las medidas
pertinentes para asegurar el acceso de las personas con discapacidad a
servicios de salud que tengan en cuenta las cuestiones de género, incluida
la rehabilitación relacionada con la salud. En particular, los Estados Partes:

a) Proporcionarán a las personas con discapacidad programas y atención


de la salud gratuitos o a precios asequibles de la misma variedad y calidad
que a las demás personas, incluso en el ámbito de la salud sexual y
reproductiva, y programas de salud pública dirigidos a la población.

b) Proporcionarán los servicios de salud que necesiten las personas con


discapacidad específicamente como consecuencia de su discapacidad,
incluidas la pronta detección e intervención, cuando proceda, y servicios
destinados a prevenir y reducir al máximo la aparición de nuevas
discapacidades, incluidos los niños y las niñas y las personas mayores.

c) Proporcionarán esos servicios lo más cerca posible de las comunidades


de las personas con discapacidad, incluso en las zonas rurales.

d) Exigirán a los profesionales de la salud que presten a las personas con


discapacidad atención de la misma calidad que a las demás personas sobre
la base de un consentimiento libre e informado, entre otras formas
mediante la sensibilización respecto de los derechos humanos, la dignidad,
la autonomía y las necesidades de las personas con discapacidad a través
de la capacitación y la promulgación de normas éticas para la atención de
la salud en los ámbitos público y privado.

e) Prohibirán la discriminación contra las personas con discapacidad en la


prestación de seguros de salud y de vida cuando éstos estén permitidos en
la legislación nacional, y velarán por que esos seguros se presten de
manera justa y razonable.

f) Impedirán que se nieguen, de manera discriminatoria, servicios de salud


o de atención de la salud o alimentos sólidos o líquidos por motivos de
discapacidad.

Ley 26/2011, de 1 de agosto, de adaptación normativa a la Convención


Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Son personas con discapacidad aquellas que presenten deficiencias físicas,


mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con
diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la
sociedad, en igualdad de condiciones con los demás.

Las medidas de defensa, de arbitraje y de carácter judicial, contempladas


en esta Ley serán de aplicación a las personas con discapacidad, con
independencia de la existencia de reconocimiento oficial de la situación de
discapacidad o de su transitoriedad. En todo caso, las Administraciones
públicas velarán por evitar cualquier forma de discriminación que afecte o
pueda afectar a las personas con discapacidad.

Ello no obstante, a los efectos de esta Ley, tendrán la consideración


de personas con discapacidad aquellas a quienes se les haya reconocido un
grado de discapacidad igual o superior al 33 por ciento. En todo caso, se
considerarán que presentan una discapacidad en grado igual o superior al
33 por ciento los pensionistas de la Seguridad Social que tengan
reconocida una pensión de incapacidad permanente en el grado de total,
absoluta o gran invalidez, y a los pensionistas de clases pasivas que tengan
reconocida una pensión de jubilación o de retiro por incapacidad
permanente para el servicio o inutilidad.
La acreditación del grado de discapacidad se realizará en los términos
establecidos reglamentariamente y tendrá validez en todo el territorio

La Vigilancia de la Salud de los trabajadores

La vigilancia de la salud de los trabajadores" engloba una serie de


actividades, referidas tanto a individuos como a colectividades y
orientadas a la prevención de los riesgos laborales, cuyos objetivos
generales tienen que ver con la identificación de problemas de salud y la
evaluación de intervenciones preventivas .

La vigilancia de las enfermedades y lesiones de origen profesional consiste


en el control sistemático y continuo de los episodios relacionados con la
salud en la población activa con el fin de prevenir y controlar los riesgos
profesionales, así como las enfermedades y lesiones asociadas a ellos.

La Vigilancia de la Salud debe ser:

Garantizada por el empresario restringiendo el alcance de la misma a los


riesgos inherentes al trabajo.

Específica en función de los riesgos identificados en la evaluación de


riesgos.

Voluntaria para el trabajador salvo que concurra alguna de las siguientes


circunstancias:

 La existencia de una disposición legal con relación a la protección de


riesgos específicos y actividades de especial peligrosidad.
 Que los reconocimientos sean indispensables para evaluar los
efectos de las condiciones de trabajo sobre la salud de los
trabajadores.
 Que el estado de salud del trabajador pueda constituir un peligro
para él mismo o para terceros.

Confidencial dado que el acceso a la información médica derivada de la


vigilancia de la salud de cada trabajador se restringirá al propio trabajador,
a los servicios médicos responsables de su salud y a la autoridad sanitaria.
Ética con el fin de asegurar una práctica profesional coherente con los
principios del respeto a la intimidad, a la dignidad y la no discriminación
laboral por motivos de salud.

Prolongada en el tiempo, cuando sea pertinente, más allá de la finalización


de la relación laboral, ocupándose el Sistema Nacional de Salud de los
reconocimientos post-ocupacionales.

Contenido ajustado a las características definidas en la normativa


aplicable. Para los riesgos que no hayan sido objeto de reglamentación
específica, la LPRL no especifica ni define las medidas o instrumentos de
vigilancia de la salud, pero sí establece una preferencia por aquellas que
causen las menores molestias al trabajador, encomendando a la
Administración Sanitaria el establecimiento de las pautas y protocolos de
actuación en esta materia. Este encargo se concreta en el Reglamento de
los Servicios de Prevención que encomienda al Ministerio de Sanidad y
Consumo y a las Comunidades Autónomas del establecimiento de la
periodicidad y contenido de la vigilancia de la salud específica.

El contenido de dichos reconocimientos incluirá, como mínimo, una


historia clínico-laboral, donde además de los datos de anamnesis,
exploración física, control biológico y exámenes complementarios, se hará
constar una descripción detallada del puesto de trabajo, del tiempo de
permanencia en el mismo, de los riesgos detectados y de las medidas de
prevención adoptadas.

Realizada por personal sanitario con competencia técnica, formación y


capacidad acreditada es decir por médicos especialistas en Medicina del
Trabajo o diplomados en Medicina de Empresa y enfermeros de empresa.

Planificada porque las actividades de vigilancia de la salud deben


responder a unos objetivos claramente definidos y justificados por la
exposición a riesgos que no se han podido eliminar o por el propio estado
de salud de la población trabajadora.

Deberá abarcar:

 Una evaluación de la salud de los trabajadores inicial, después de la


incorporación al trabajo o después de la asignación de tareas
específicas con nuevos riesgos para la salud.
 Una evaluación de la salud periódica específica, por trabajar con
determinados productos o en determinadas condiciones reguladas
por una legislación específica que así lo exija o según riesgo/s
determinados por la evaluación de riesgos, o a petición del
trabajador, cuando el mismo crea que las alteraciones de su salud
son producidas por la actividad laboral. La periodicidad no tiene
porqué ajustarse a intervalos regulares; cada caso se establece en
los protocolos específicos, y también va a depender de la historia
natural de la enfermedad y de las condiciones de exposición.
 Una evaluación de la salud después de una ausencia prolongada por
motivos de salud

Incluyendo la protección de:

 los trabajadores especialmente sensibles como consecuencia de que


el empresario debe garantizar la protección de todos aquellos
trabajadores que puedan verse afectados de forma singular por
algún riesgo identificado en el puesto de trabajo, por sus
características personales, estado biológico o que presenten algún
tipo de discapacidad.
 los trabajadores menores de edad, por su desarrollo incompleto y
por su falta de experiencia para identificar los riesgos de su trabajo.
 las trabajadoras en periodo de embarazo, lactancia y puerperio.

Sistemática porque las actividades de vigilancia de la salud deben ser


dinámicas y actualizadas permanentemente captando datos y
analizándolos, más allá de la puntualidad que puede sugerir la
característica 'periódica'.

Documentada con la constatación de la práctica de los controles del estado


de salud de los trabajadores, así como las conclusiones obtenidas de los
mismos teniendo la obligación el empresario en determinadas
exposiciones (agentes cancerígenos, biológicos, químicos) de mantener un
registro de los historiales médicos individuales y de conservar el mismo un
plazo mínimo de 10 años después de finalizada la exposición, salvo
normativa específica más restrictiva.

Informando individualmente a los trabajadores tanto de los objetivos


como de los métodos de la vigilancia de la salud, que deben ser explicados
de forma suficiente y comprensible a los trabajadores, así como de los
resultados.

Gratuita puesto que el coste económico de cualquier medida relativa a la


seguridad y salud en el trabajo, y por tanto el derivado de la vigilancia de
la salud, no deberá recaer sobre el trabajador (apartado 5 del artículo 14
de la LPRL). Una consecuencia de lo anterior es la realización de los
reconocimientos médicos dentro de la jornada laboral o el descuento del
tiempo invertido en la misma.

Participada respetando los principios relativos a la consulta y participación


de los trabajadores o de sus representantes establecidos en la Ley de
Prevención de Riesgos Laborales.

Con los recursos materiales adecuados a las funciones que se realizan.

La Salud Pública y la salud de los trabajadores


El trabajo no es nunca neutro frente a la salud; o es patógeno o es un
promotor privilegiado de salud. Por su parte, la salud es una dinámica que
pone en práctica no solamente defensas contra las agresiones (lucha
contra las condiciones patógenas), sino que pasa también por una
dimensión positiva (satisfacción, estima de sí mismo, integración social,
etc.). El trabajo aparece como un integrador social importante (razón de
los efectos frecuentemente devastadores del paro sobre la salud), y toda
insatisfacción en el trabajo salpica al conjunto de las condiciones que
hacen posible la construcción de la salud. Es el mismo individuo el que se
encuentra en los centros de trabajo y en todos los otros lugares de su vida,
y hay interacción entre este conjunto de condiciones.

La consideración social de la salud como un bien de primordial


importancia, al que todos los ciudadanos, cualesquiera que sean sus
condiciones, deben tener derecho, es un hecho tan relevante en nuestra
sociedad, que en su día se plasmó con el máximo rango legal posible: como
derecho constitucional, dentro del conjunto de los principios rectores que
deben presidir en nuestro país la política social y económica.

Efectivamente, el Artículo 40.2 de la Constitución recomienda a los


poderes públicos velar por la seguridad e higiene en el trabajo, y
el Artículo 43.1reconoce a todos el derecho a la protección de la salud,
atribuyendo el número II de dicho precepto constitucional a los poderes
públicos la competencia de organizar y tutelar la salud pública a través de
las medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios.

En este sentido, la promulgación de la Ley General de Sanidad constituye


un hecho de especial trascendencia porque incorpora como principio
general que la salud es un fenómeno de carácter multifactorial que
requiere una intervención multisectorial. Además, recoge, entre los
criterios rectores de la actuación sanitaria, la promoción de la salud y la
garantía de que las acciones sanitarias se dirijan a la prevención de las
enfermedades y no sólo a su curación. En su Capítulo IV, dedicado a la
Salud Laboral, establece los criterios fundamentales con cuyo desarrollo se
logrará alcanzar sus objetivos: la prevención de los riesgos laborales y la
promoción de la salud física y mental de los trabajadores. Además de
indicar la necesidad de investigar las condiciones de trabajo, vigilar y
promover la salud de los trabajadores, informar y formar, hace referencia
a la coordinación con las autoridades laborales para desarrollar un sistema
de información que sirva para la planificación de actividades encaminadas
al logro de los objetivos enunciados.

También incorpora estos conceptos la Ley 31/1995, de Prevención de


Riesgos Laborales, dado que cuando hablamos de prevención de riesgos
laborales estamos hablando de actuar sobre aquellos factores o
condiciones de trabajo que pueden afectar negativamente a la salud del
trabajador. En otras palabras, la prevención de riesgos laborales, persigue
la protección de la salud de los trabajadores.

Hay un hecho diferencial de la Ley General de Sanidad frente a la de


Prevención de Riesgos Laborales, que es la incorporación a su texto del
concepto de la promoción de la salud. Efectivamente, bajo una concepción
integral de la salud y las personas, resulta necesario actuar sobre los
riesgos laborales, a través de la prevención, pero también sobre los
factores promotores de salud en el lugar de trabajo, que son muchos.

Más recientemente, la Ley de cohesión y calidad del Sistema Nacional de


Salud incluye en su artículo 11, de Prestaciones de salud pública, en su
apartado 2.g) la promoción y protección de la salud laboral, estableciendo
en el apartado 3 del mismo artículo que las prestaciones de salud pública
se ejercerán con un carácter de integralidad, a partir de las estructuras de
salud pública de las Administraciones y de la infraestructura de atención
primaria del Sistema Nacional de Salud.

Especial relevancia presenta el desarrollo efectivo del importante Capítulo


VII del Reglamento de los Servicios de Prevención, que busca la
colaboración de los servicios de prevención con el Sistema Nacional de
Salud, tanto para el adecuado seguimiento individual de la salud de los
trabajadores, como para la correcta vigilancia epidemiológica de los
mismos como colectivo.
La prevención de los riesgos laborales nos impone múltiples desafíos. Los
controles legales de la salud y la seguridad en el trabajo en la Unión
Europea son de los más rigurosos del mundo, pero los accidentes de
trabajo y enfermedades profesionales siguen siendo excesivamente
elevados en nuestro país y se hace necesario acometer acciones con la
cooperación y colaboración de todos para conseguir la disminución de los
mismos.

La Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo es el principal


órgano de participación institucional en materia de seguridad y salud en el
trabajo, y tiene un doble carácter, siendo órgano asesor de las
Administraciones Públicas en el establecimiento y coordinación de las
políticas en materia preventiva, y a la vez, órgano de participación de los
Agentes Económicos y Sociales.

Uno de los principios de actuación establecidos en la estrategia


comunitaria es el de promover la integración de la salud y la seguridad en
el trabajo en las demás políticas comunitarias: efectivamente, el bienestar
en el trabajo no depende únicamente de la política de salud y seguridad.
Intervienen igualmente una serie de factores, como el diseño de los
equipos de trabajo, la política de empleo y la política en materia de
discapacidad, además de la política de transporte y, naturalmente, la
política de salud en general.

MARCO INSTITUCIONAL

Administración General del Estado

Los distintos departamentos de la Administración General del Estado con


competencias en esta materia se encuentran representados en la Comisión
Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo y participan como miembros
activos en la Red Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo .

Comunidades Autónomas
Las Comunidades Autónomas desarrollan dentro de su ámbito de
competencia, funciones de Autoridad Sanitaria, promoción de la
prevención, asesoramiento técnico, vigilancia y control del cumplimiento
de la normativa de prevención de riesgos laborales. Se encuentran
representadas en la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo
y participan como miembros activos en la Red Nacional de Seguridad y
Salud en el Trabajo a través de sus páginas web.

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